Era un bello día, tanto en Villa Fea como en Perfection. Todos los dolls y uglys iban y venían de un lado a otro. Eran de esos días algo ajetreados, pues hoy llegaban nuevos muñecos y otros se iban.

Pero a ustedes no les importan esos detalles que su escritora se esfuerza en escribir aún teniendo el cerebro seco, claro que no. Ustedes quieren conocer al protagonista de nuestra historia.

Como ya todos sabrán, Lou es un prototipo hecho por la fábrica de muñecos. Apesar de que era él quién se encontraba a cargo del tan conocido Instituto de la Perfección, nunca tuvo la oportunidad de ir al Gran Mundo, mucho menos de tener amigos. Cada vez que el rubio se encariñaba con alguien, éste muñeco lo dejaba de lado cuando se trataba de ir al Gran Mundo. En otras palabras, Lou nunca pudo conocer a alguien que lo quisiera tanto como para quedarse a su lado.

Después de lo sucedido con los uglydolls y el Reto Perfecto, todos se volvieron en su contra. Si de por sí Lou ya sentía que su vida era un asco, sólo le faltaba que unas calcetas de colores vinieran a quitarle lo único que le hacía "felíz": su perfección y aduladores.

Habían pasado algunos meses desde que el oji-azúl perdió todo su poder sobre los demás Prettydolls y, en todo ese tiempo, no se había molestado en salir de su mansión. Algunos muñecos creían que habían podido darle una oportunidad, otros que posiblemente estaba planeando una venganza y una minoría pensaba que el prototipo estaba muerto.

Bueno, en la tercera tenían algo de razón. Lou se sentía muerto por dentro y para lidiar con su inmensa soledad, tomaba un lapiz, algo de papel y comenzaba a escribir cartas que probablemente nadie más que él mismo leería.

19/septiembre/2019

Querido diario:

Han pasado casi 4 meses desde que esos muñecos feos me quitaron todo lo que tenía. Y yo sigo ocultándome en mi casa. Solía ser un lugar perfecto, como yo, pero, desde que perdí el puesto de jefe, éste lugar parece sacado de una película de terror. Cuadros rasgados, muebles rotos y una estatua tirada en el suelo. Las únicas habitaciones decentes son el baño y mi dormitorio, que es donde saco mis papeles y me tomo el tiempo de escribirte.

Sé que nunca recibiré alguna respuesta, pues nadie aparte de mí leerá éstas cartas. Pero siendo honestos, si algún día llega alguien a mi puerta diciendo que leyó alguna de mis notas, podría decir que seré la persona más felíz de éste lugar.

Ya está haciendo tarde y debo irme a dormir. Mañana volveré a escribirte.

Dulce sueños,
Lou

Luego de eso, el prototipo dobló el papel, lo dejó sobre el escritorio y se fue a la cama.

Lo que aquel rubio no sabía era que su carta había salido volando por la ventana hasta llegar al portal y de ahí al Gran Mundo.

Dibujo: LapisAoki6 uwu