Ya no se sentía como un nudo en su garganta. Se sentía como un clavo ardiendo.

Ya no se sentía como dolor de cabeza. Se sentía como si le estuvieran martillando el cráneo.

Deseaba saber que la lastimaba. Porque sabía quién la lastimaba, pero deseaba saber que.

Sabía quién le había gritado hasta hacerla llorar y luego le había gritado que dejara de hacerlo. Sabía porque le estaba gritando.

Lo que no sabía era porque le importaba.

Ya le había hecho eso cuando era más pequeña, y no había roto en llanto. Le habia gritado con más intensidad y por más tiempo, y no había llorado.

Hasta le había dado risa.

¿Porque estaba llorando ahora?

Lo sabía. Estaba llorando porque pensó que podría confiar en esa persona, y se abrió con ella. Y de nuevo esa persona uso todo lo que había tenido la confianza de contarle contra ella.

Resoplo, y si su garganta adolorida se lo hubiera permitido, se habría reído.

Que idiota era. Otra cicatriz más que justificaba solo por amar a la persona que sostenía el cuchillo.

Otra y otra Dear. Parecerás un tigre de bengala y a nadie le va a importar.

Un tigre de cicatrices. Una preciosa tabla de picar.

Dear intento reírse, pero tan pronto lo intentó, las lágrimas volvieron a caerle de los ojos.

Dear_Simp