Por el día de las escritoras, a las escritoras que más me inspiran, y a la poeta que me ha cambiado la vida.

-IXCXEL.

Letters.

"Extinguish my eyes, I'll go on seeing you.

Seal my ears, I'll go on hearing you.

And without feet  I can make my way to you,

without a mouth I can swear your name.

Break off my arms, I'll take hold of you,

with my heart as with a hand.

Stop my heart, and my brain will start to beat.

And if you consume my brain with fire,

I'll feel you burn in every drop of my blood"

Rainer Maria Rilke.

Querido Ian:

Volver a Manchester es siempre como lo que fue la primera vez que vi aquellos edificios de la era preindustrial, algunos con esperanzas mejores, otros siempre con la música como lema.

Y Joy Division el grupo que nos hacía ser menos máscaras y más piel. Los ojos azules de Ian Curtis que podían pintar las paredes en blanco y negro, o translucir con coordenadas de insomnio todo el escenario.

Nunca he sabido bien cómo interpretar mis propios sentimientos, más bien son como el mar que tiene distintos tonos de luz, y de profundidad de acuarela, como la marea.

Pero todo cambió contigo, Ian, porque apareciste entre los páramos negros de mi vida con la luz a la que solo alcanza el grafito de un dibujo.

Coordenadas de tu fragancia en el papel, el sangrado de tus frases y canciones en las cartas que me enviabas.

El ver una imagen que me recuerda a ti en la proyección de mis dedos.

Caminar por el puente nevado de la Princess Parkway, el Epping Walk Brigde, fumarse el olvido dónde antes estaba Rare Records.

Una promesa al invierno en Deansgate.

Porque una vez fue la gravedad de tus palabras la que rompió mi voluntad de esconderme. Tú que me hablabas de que dónde acabara el agujero negro de los puntos de fuga, a esa forma de huir sin salida se le llamaba hogar.

Porque nadie como tú sabe explicarme la necesidad de amar algo tan fugaz como errante como la fugacidad corpórea de las estrellas fugaces.

Porque una vez sentimos que éramos como ellas, algoritmos de ciudad, fuera de los muros y tan arriba como los rascacielos.

No sé si contigo aprendí el significado de que tus circunstancias pueden sellar tu camino pero que alguien puede convertir en solo palabras un destino, y dejar que sean tus manos las que muevan la tierra detrás de los huesos, ciudades detrás del subterráneo.

Gracias a ti comprendí porque siempre hay algo de verdad en lo que uno escribe, y algo de punteo en la danza de una pluma que mueve nuestros ojos todavía más lejos que un hemisferio, y nos hace girar entrelazados como la espiral de Saturno.

Y entre viajes y las maletas olvidadas en los taxis, organicé coartadas para quedarme más tiempo contigo. En los rincones nublados de Van Haven, en las cortinas doradas y tulipanes rojos de Holanda.

También tulipanes amarillos guardabas en mis bolsillos, como si fuera algo que dejar al viento llevarse cuando te vas a subir a un tren y no sabes si es de retorno.

En un tren se me cayó al suelo una cita de Rainer Maria Rilke que quería introducir como los restos colaterales de la resaca de una noche en el Berlín Oeste.

Esa mirada tuya polarizada, y esa forma de atracar tus palabras en mi conciencia.

El souvenir de una postal que nunca te pude mandar porque olvidé el remite de la poesía.

Aunque más me habría matado haber dormido y vuelto a Berlín con el sopeso de la caricia del andén que vuelve con el olvido de un recuerdo que se quedó tapado en el muro y que ni con la caída de los compartimentos vuelve.

Esa es la morriña con la que Manchester me envuelve.

Irremediablemente tuya, Annik Honoré.

Nota: ¡He vuelto! por un día especial que es el día de las escritoras. Este libro empecé a escribirlo en el mes de octubre del año pasado y quería escribir algo la semana pasada, pero al final he decidido escribirlo hoy por ser un día tan importante, para nosotras las escritoras.

Multimedia:

Daily Express: Fans at the Rainbow, throwing seats onto the stage.