5th january 2007.
5th January 2007, another broken place, in Belgium
Querido Ian:
Estoy escuchando Decades y me siento como un augurio de invierno, como escarcha de polvo y ceniza de oscuridad. Tengo heridas en los pantalones, abiertas de todas las cremalleras que la vida ha bajado para sepultarme. Destruyendo equinoccios. El café sabe a apagón que se quema en sombras. Cuando el humo de la cafetera hace frente al fuego de mis manos, recuerdo el otoño de tus cigarros que solía salir del puerto de tus labios, abriendo los canales de Ámsterdam entre tú y yo.
Siempre me ha gustado escribir cartas a mano, porque parece que los principios de la vida se resbalan ante los dedos. Veo tu foto sobre el atril, tu reflejo se ve como el Mar Muerto en el agua. Mar Rojo para mis pensamientos hundiéndose en el posa vasos. Fundiéndose el hielo inestable en tu colilla. Hay destrozos que son fugaces. Yo al respecto no sé qué decir, salvo que cuando estás lejos de mí, siento mi aislamiento de más de diez décadas, como si hubiera pasado cien años entre algoritmos de asfaltos de nieve.
Eso soy cuando no estás tú, un espacio de puntos suspensivos insuficiente.
Tal vez, una escopeta en el Rin, o un asfalto hundiéndose en el Volga.
Dejo abierto el puente entre tú y yo
para que cuelgues tu invierno,
sumido en tu abrigo en la escarcha
luz ultravioleta de este insomnio quimera.
De este contraluz carretera inversa,
asfalto anonadado
que cumple su misión de tus dedos
a la papiroflexia de mis costillas.
Y mi cuerpo siempre ha sido estrechez inaudita,
tal vez eran los silencios sin conocerte
marcados en mi piel.
Como terraplén de auxilio para
mi corazón.
De tu venta esclavo
de tus maneras ferviente Dionisio,
alocada ménade sepultada
entre tus pies.
Sombríos marcados por el talud
de tu rostro enclaustrado de ojeras
e insomnios.
Déjame besar tu rostro,
aplicar las yemas de sal yodada
a aquellas cicatrices que dejaste abiertas
por si un día yo caminaba por ellas.
Pero no las ensucié con mis huellas,
no quise acaparar tu polvo
sólo besé tus regiones
como tinta extranjera.
Bebiéndome tu génesis,
encontrando en tu cuello
un nuevo lugar bajo el agua
dónde respirar.
Te extraño, Annik.
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