17
🍰 Al día siguiente 🍰
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Jimin caminaba por los alrededores de la escuela con la pequeña caja de donas entre sus brazos, manteniendo su vista en alto en busca de una conocida cabellera negra. Cuando llegó al área de las mesas estas se encontraba ocupada por algunos estudiantes, pero ninguno era Jungkook. Algunas personas lo saludaron al verlo y eso lo animó a preguntar por el mayor, al parecer había dejado ese lugar hace un rato y se había ido en dirección a la cancha deportiva.
—¿Cómo debería acercarme? —se preguntó a sí mismo mientras las voces de otras personas se hacían más fuertes, al parecer estaban jugando en la chancha—. ¡Hola, Kook! Estaba pasando por aquí y... —negó rápidamente, frunciendo sus labios—. No. Pésimo. Uhm... ¡Hola, Jungkook! ¿Te molesta si te acompaño? Mis amigos están ocupados y... —soltó un suspiro frustrado y mordió el interior de su mejilla.
¿Por qué estaba pensando en maneras de cómo hablarle a Jungkook? ¿Y por qué todas las ideas parecían tan malas?
A decir verdad, confesar sus "posibles" sentimientos con sus amigos no había ayudado de mucho, porque de todas formas no pudo dormir casi nada la noche anterior por estar pensando en ello. El corazón se le agitaba y el pecho se le apretaba al sentirse tan confundido, tan extraño.
Durante toda su vida había captado la atención y el cariño de las personas, ganándose más de una confesión de amor, pero a pesar de sentirse halagado, nunca hubo alguien que le gustara románticamente, hasta que conoció a Namjoon. Toda la secundaria y hasta la actualidad, él había sido el único capaz de atrapar su corazón y emocionarlo con una sola mirada, con una sonrisa.
Pero ahora todo era tan confuso con Jungkook.
—¿De verdad me gusta Jungkook? —murmuró, sintiendo sus orejas quemar un poco—. ¿O soy yo confundiendo las cosas?
Decidió dejar esos líos internos de lado y continuó con su búsqueda. Una sonrisa nació por sí sola cuando sus ojos encontraron a Jungkook, estaba sentado en una de las gradas frente a la pista de carrera y le estaba dando la espalda. Dio un paso dispuesto a correr hacia él, sin embargo, se detuvo abruptamente cuando una chica apareció de repente frente a Jungkook.
Sonrisa tímida. Mejillas claramente rojas. Postura nerviosa. Manos un tanto temblorosas. Una carta de color rosa y una caja entre ellas.
No sería ninguna sorpresa que se le confesaran a Jungkook, era un chico guapo que llamaba la atención a pesar de ser callado. Aún así... ¿Por qué se sentía mal con lo que veía?
La chica se fue después de un rato al igual que la incomodidad que sentía. Ahora solo estaba curioso y algo dentro de él aún quería pasar el receso con Jungkook. Fue por ello que se acercó a paso sigiloso y, una vez que estuvo detrás de él, sus manos cubrieron los ojos del chico que no pareció sorprenderse.
—¡Adivina quien soy! —dijo alegremente, inclinando su cabeza hacia adelante solo para ver la reacción del mayor.
—Jimin —respondió seguro.
—¡Adivinaste! —descubrió su vista y sonrió aún más cuando sus ojos se encontraron. Luego se alejó para sentarse en las gradas y Jungkook volteó en su dirección, colocando una hoja y un lapicero en la grada siguiente—. Vine a acompañarte porque Tae está con Yoongi y Seokjin debía ver a nuestro tutor, es que la otra vez llegó tarde y se perdió la práctica, así que resolverán el asunto ahora —le contó—. Pero no te molesta que esté aquí contigo, ¿verdad? Porque si quieres-
—No me molesta —lo interrumpió, comenzando a escribir en la hoja que tenía a su lado—. Pero no has comido.
Jungkook sabía que en ese receso Jimin siempre se juntaba con sus amigos en la cafetería para comer.
—Uhm, nop —le dio la razón, pero mostró la caja que había traído con una sonrisa—. ¡Pero traje donas! Una rosa con chispas y otra de chocolate, no sabía cuál te gustaría así que traje una de cada una de las que habían y... —sus ojos fueron un poco más allá, encontrándose con el detalle a espaldas de Jungkook y de pronto su voz se hizo más pequeña—. Aunque veo que ya te trajeron algo más...
Jungkook alzó su mirada hacia él y luego se volteó para mirar a lo que se refería. Jimin sentía los latidos hacer eco en su interior y no podía dejar de verlo. Estaba esperando que le dijera algo más, que le contara sobre lo que había visto, sobre la chica; quería saberlo todo.
—Quédatelo.
Sin embargo, no esperó que tomara la caja y se la ofreciera sin más.
—¿Eh? —la sonrisa se le congeló al sorprenderse, creyendo por un momento que se trataba de una broma.
—Te regalo los brownies.
Los ojos de Jimin no tardaron en abrirse de par en par.
—P-Pero, ¿cómo crees? —¡¿Cómo va a darle el regalo que le dio esa chica?!—. Son tuyos, no-
Jungkook tomó uno de los brownies y se lo puso en su delante, casi empujándolo contra sus labios. Jimin se sonrojó levemente y le hubiera gustado negarse, pero quizás su primer error fue mirar a los ojos del mayor, porque terminó derrotado, incapaz de decir no y solo pudo resignarse a abrir sus labios para probar del postre que le ofrecían.
Rápidamente soltó un pequeño jadeo de satisfacción y alzó ambos pulgares en su dirección.
—¡Están buenísimos! Creo que son los que vi en un comercial de internet, se veían taaaan deliciosos —mencionó tomando del brownie que le había dado—. Pero cuando busqué estaban un poco caros, creo que es por las chispas y galletas que les ponen encima.
—¿Son más buenos de los que hago? —preguntó, llevándose una de las donas que trajo a la boca.
Jimin negó rápidamente—. Para nada. Tus postres siguen siendo mis favoritos.
El mayor alzó una de sus comisuras a algo parecido a una sonrisa, pero no dijo más, volviendo a enfocar su mirada y atención en la hoja.
—¿Y qué haces? —Jimin se acercó a mirar.
—Es el formulario de encuesta de interés.
—Es para ayudarte con la universidad y la carrera mas adecuada para ti, ¿verdad? —Jungkook asintió—. ¿Y ya sabes que vas a estudiar?
—Gastronomía con especialización en repostería.
No era una sorpresa para Jimin, pero aún así su rostro se iluminó en una bonita expresión como si se tratara de una sorpresa. Escuchar a Jungkook hablar, ya sea de sus gustos, metas u objetivos era una de las cosas que más le agradaba cuando estaban juntos. A veces sentía que hablaba demasiado, por lo que le aún emocionaba cada vez que intervenía.
Era como si quisiera saber todo de él.
—¿Y tu? —Jimin pestañeó ante lo confusa que resultó su pregunta—. ¿Qué quieres estudiar?
No hubo una respuesta, porque en realidad ni siquiera podía pensar en una.
Jungkook se quedó intrigado por el repentino silencio, algo no común por parte de Jimin, de quién esperaba que le hablara de pies a cabeza de lo que quería estudiar y lo mucho que amaba esa elección.
Solo pudo escuchar como de pronto soltaba un suspiro y mirar como, de un momento a otro, tenía la cabeza de Jimin recostada sobre sus piernas, mirando el cielo azul como si su accionar no causara nada en él.
—Aún no lo sé —dijo algo avergonzando, dándole un corto mordisco a su brownie—. Hay muchas carreras, pero es difícil elegir cuando no eres realmente bueno en algo.
—Creí que te iba bien en los cursos.
—Me va bien —asintió—. Pero siempre he sacado buenas notas porque es lo que esperan de mí, no hay algo que precisamente me guste o me apasione. Quizás pueda ser la danza —dijo cuando de pronto se acordó del club de la escuela—. Pero no lo sé...
Jungkook dejó el lapicero de lado y observó a Jimin. Después de ver ese rostro tan sonriente y feliz, era extraño ver al chico con los labios fruncidos y semblante un tanto decaído. Se veía que era un dilema, pero no uno reciente, sino uno que llevaba sobre sus hombros un largo tiempo.
El chico era dulce y tierno por naturaleza, su personalidad era así, vivaz y explosiva, pero comenzaba a ver patrones en él que empezaban a llamarle la atención.
Su mano descendió con cuidado hacia su cabeza del menor y, sin darse tiempo a dudar, empezó a retirar unos cabellos que cubrían su frente. Luego de eso, su mano fue más arriba, comenzando a acariciar con lentitud su cabeza en busca de hacerlo sentir mejor.
—¿Y tienes alguna meta? —preguntó con voz suave.
—Uhm... —Jimin frunció sus labios una vez más, desviando su mirada mientras intentaba hallar una respuesta. De pronto sonrió, llevando sus ojos hacia arriba para ver al mayor—. ¿Ser tu cliente estrella? ¡Definitivamente iría todo los días!
Jungkook frunció el ceño, pero le fue imposible no reírse ante tal ocurrencia. Negó con su cabeza hasta soltar un suspiro, encantado por la facilidad con la que Jimin alegraba todo.
—Prometo darte descuentos para panqueques.
—¿De verdad? —se reincorporó emocionado y Jungkook asintió—. ¡Definitivamente iré todos los días!
Luego de eso lo abrazo, sonriendo mientras pasaba sus brazos por su torso. Jungkook no se movió, a pesar de sentir el corazón latirle a mil por hora, no lo hizo y solo continuó en lo suyo, disfrutando de sus dos cosas favoritas: ser abrazado por Jimin y escucharlo hablar, hablar y hablar sin parar.
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