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🍰 En la tarde 🍰

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El parque de diversiones que se había abierto a unos pasos del río Han estuvo en boca de todos, incluso semanas antes de su apertura, por lo que no era ninguna sorpresa que estuviera lleno a pesar de no ser fin de semana.

Jimin comía de su algodón de azúcar mientras caminaba con su brazo entrelazado con el de Jungkook. Le gustaba tener contacto con las personas, le gustaba abrazar y estar cerca de los demás, pero por alguna razón con Jungkook se sentía demasiado cómodo como para hacerlo todo el tiempo. Sus manos siempre cosquilleaban por estar cerca de él, se volvía alguien efusivo y las demostraciones de afecto a veces iban más allá de su propio control. Al principio tuvo miedo de que eso incomodara a Jungkook, sentía como si lo estuviera tomando de sorpresa y ante cada toque el chico parecía tensarse, pero eso cambió cuando estuvieron en la entrada del parque.

"—Hay mucha gente aquí, así que no te sueltes de mi brazo."

De solo recordarlo, sus comisuras dolían por querer subir en una sonrisa y su corazón se agitaba extrañamente.

El sentimiento fue bonito.

Últimamente todo lo relacionado a Jungkook se sentía bonito.

—Oh —de pronto uno de los peluches que colgaban en uno de los puestos de la feria llamó su atención y una gran sonrisa apareció en sus labios—. ¡Jungkookie! ¡Jungkookie! ¡Vamos ahí!

Jungkook apenas pudo buscar el lugar que señalaba Jimin, porque ya estaba siendo arrastrado por el más bajo que rebosaba de entusiasmo. Se detuvieron delante de uno de los tantos juegos de feria, este se trataba de tirar unos dardos y reventar una cierta cantidad de globos que colgaban desde una tabla, dependiendo de ellos podías ganar un premio.

Una chica amablemente los atendió, les explicó el costo y el juego, además de mostrarles los premios que podían llevarse. Jimin no tardó en sacar el dinero de su billetera y entregárselo, recibiendo los dardos a su vez.

—Bien, cuatro dardos, cuatro intentos —le recordó la chica de lentes, colocándose a una distancia de los globos—. Si haces los cuatro el premio es a tu elección ¡Suerte!

Jimin miró una vez más el peluche grande que tenía como objetivo y luego volteó hacia Jungkook. El chico captó la mirada y se la devolvió, sonriéndole corta pero gentilmente.

—Suerte, Minnie.

Y su corazón se emocionó aún más.

Los aciertos de Jimin fueron tan precisos que hasta él mismo se sorprendió. Puede ser la determinación lo que lo ayudó o la suerte que estaba de su lado, pero los tres dardos habían dado perfectamente en los globos. Ahora solo faltaba un dardo, el mismo que daba vueltas nerviosamente entre sus pequeños dedos. Era la única oportunidad que tenía que para ganar el peluche que quería y quizás eso fue lo que ocasionó que se le hiciera un nudo en el estómago, temeroso por el fallo.

Jungkook se dio cuenta de que se estaba tardando más de lo normal y se preguntó qué tan importante era para él ganar ese peluche. Sin pensarlo dos veces, se acercó con cortos pasos para ayudarlo.

Jimin se sobresaltó cuando sintió un cuerpo más detrás suyo, una mano más grande se coló por su espalda hasta tomar con delicadeza su cintura y la otra tomó su mano que tenía el dardo en lo alto. Para ese entonces, la cercanía había logrado que el corazón se le acelerara un poco, pero cuando sintió el rostro de Jungkook al lado suyo, casi apoyado sobre su hombro, las emociones que experimentó fueron totalmente inexplicables.

Dios, ¿eran sus orejas las que sentía arder?

—Te ayudaré —el nudo en su estómago tiró con más fuerza cuando lo escuchó hablar con voz baja cerca de él—. A la cuenta de tres lo lanzamos ¿Bien? —asintió y al parecer eso fue suficiente para Jungkook—. Bien, a la cuenta de uno, dos y...

No supo realmente cómo lo hizo, pero cuando Jungkook dijo "tres" pudo tirar el dardo con fuerza y la puntería resultó ser certera, reventado el globo que necesitaba. La emoción de pronto lo embargó, olvidándose por un momento lo que acababa de pasar y solo pudo voltear con una sonrisa inmensa y abrazar por el torso a Jungkook, dando pequeños saltitos mientras sonreía complacido y feliz sin soltarlo.

Jungkook lo miraba casi anonadado, como si quisiera capturar ese momento en su cabeza y atesorarlo por siempre.

¿Jimin podía llegar a ser así de angelical?

—¿Cuál es el peluche que deseas llevar? —preguntó la chica, mirando sonriente pero con una mirada bastante curiosa sobre ese par.

—¡Ese, por favor! —Jimin señaló con su dedo.

—¿Un peluche de conejo? —preguntó intrigado Jungkook—. ¿Es por la que usas de meme?

Jimin río, dulcemente y con las mejillas repentinamente ruborizadas.

—Nop, es porque me recuerda a ti —sus ojos brillaron estando fijos en los de Jungkook—. Y es mi regalo para ti.

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Iban subiendo poco a poco en la rueda de la fortuna y la vista no podía ser más que fantástica. Jimin estaba fascinado por todo lo que se podía ver desde ahí, casi emocionado por tener una vista panorámica del parque.

—¡Se ve todo desde aquí! —dijo Jimin con una sonrisa de oreja a oreja—. Es precioso ¿No lo crees, Kook?

El mayor hizo un sonido demostrando que estaba de acuerdo con él. Tenía razón, la vista desde lo alto era grandiosa, pero sus ojos solo podían desplazarse hasta el dulce chico para que la palabra "precioso" tuviera sentido dentro de su cabeza.

Las manos de Jimin se apoyaban sobre la barra de metal y su cuerpo se inclinaba levemente, permitiéndole desde su rincón tener una buena vista de su perfil. La brisa fresca y ligera chocaba contra ellos haciendo que unos cuantos cabellos rubios volaran hacia atrás. La brillante sonrisa sobre su rostro era más que bella y sus ojos acaramelados desaparecían casi en un inevitable tierno gesto.

Jimin irradiaba ternura, irradiaba felicidad y candidez.

Admirarlo se volvió un hábito y conocerlo un privilegio.

—Gracias por habernos acompañado hoy —dijo de pronto Jimin, girando a verlo nuevamente—. Y gracias por subirte a todos los juegos conmigo. Sé que tal vez te hubiera gustado subir a los otros juegos y...

Jimin se detuvo cuando vio la mano de Jungkook acercarse a su rostro. Sus dedos un tanto ásperos rozaron su frente y no tardaron en tomar uno de los mechones que lo molestaban por delante para pasarlo hacia atrás. Se quedó en silencio, sorprendido y desconcertado por lo que esa acción y la repentina cercanía había ocasionado en su corazón.

Sus ojos se volvieron a encontrar y Jimin juró sentirse atrapado en la profundidad que implicaba la oscuridad de los orbes de Jungkook.

—La pasé bien, Jimin —dijo seguro, con esa voz baja y suave que lo dejaba sin habla—. Siempre la paso bien contigo.

"Siempre la paso bien contigo."

Su corazón se sintió cálido. Su corazón se sintió tan bien, que lo asustó, lo confundió.

Se sentía enfrascado, consumido en lo que sea que estuviera pasando. Sus labios se abrieron por inercia y creyó que iba a decir algo, pero por primera vez, no había palabras que decir.

Por primera vez, era Jimin quien se había quedado sin habla.

De pronto, el fuerte estallido siendo seguido por el cielo llenándose de miles de colores lo tomó por sorpresa. Eran fuegos artificiales, grandes, majestuosos y coloridos. Jungkook fue el primero en apartar la mirada, posándola hacia el frente para admirar el show y esta vez fue Jimin quien se quedó pegado al perfil ajeno. El rostro de Jungkook se iluminaba ante los colores y las luces se reflejaban en sus grandes ojos; era la primera vez que veía una sonrisa en su rostro, tan brillante y hermosa.

—No sabía que habría un show de fuegos artificiales —murmuró Jungkook aún con su mirada al frente—. ¿No es hermoso, Jimin?

Hermoso...

Su pequeña cabeza se volvió de pronto un gran lío, esto al no comprender esas emociones que llenaban de luces su interior. Mordió su labio, confundido y se tragó el suspiro que tanto quería soltar, solo para luego acercarse a Jungkook y dejar reposar su cabeza sobre el hombro del mayor.

—Lo es —dijo con voz pequeña—. Es muy hermoso.

Pero quizás no estaba pensando del todo en los fuegos artificiales.

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