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XX

«Que... ¿Que acabo de hacer?

No debí hacerlo.

No debí hacerlo nunca»

Los aplausos sonaban por todos lados y varios sonreían como si no hubiera mañana, pero entre esas miradas había algunas preocupadas, entre esas las de Cameron.

Supe desde un principio que no debí hacerlo, pero es que la ira me cegó, no debí hacerlo y justo ahora me arrepiento, Sofía tenía el rostro lleno de odio, pero más que nada miedo, miedo de lo que era capaz. Y no solo ella, aunque lo disfrazaban con una sonrisa, muchos entre el público tenían miedo.

«Miedo de mí»

Corrí todo lo que mis piernas me permitían, no quería seguir allí, la gente se apartaba de inmediato y veía en sus rostros el miedo de que les pasé algo, corrí hasta que mis piernas se cansaron y mis pulmones no daban abasto a la cantidad de oxígeno que necesitaba.

Llegué hasta mi casa y comencé a recoger un par de cosas en una pequeño bolso, entre esas cosas el collar de mi madre y el puñal de plata de mi padre. Una vez listo todo me dirijo a la puerta y para mi sorpresa me encuentro a Sofía, pero antes de poder hablar me da una fuerte cachetada.

—Supongo que ya estás feliz, has destruido mi reputación y con ella el respeto que me tenía la diosa.

—Eso lo destruiste tu sola al mentir —le dije intentando pasar de ella— yo no tuve nada que ver.

—Lo único que debías hacer era arrodillarte, ni para eso sirves —dijo con la cara vuelta en cólera— ahora entiendo por qué tus padres prefirieron morir a luchar y quedarse contigo.

Eso me congeló en mi lugar, no me gustan que hablen de mis padres, ya que es una fibra sensible que siempre intento evitar.

—Y tú no sirves ni para mujer, ya que debes mentir para que te presten atención como toda una cualquiera que se vende en la calle, inventando historias por un poco de atención.

Sofía levanto su mano para darme otra cachetada más la detuve en el aire

—Escúchame muy bien que no lo vuelvo a decir —dije clavándole las uñas en la piel de su brazo— la próxima vez que tú me levantes la mano —las uñas se clavaban en su piel tan fuerte que pronto la sangre emergió, pero congelada, ya que inconscientemente le estaba congelando el brazo— te quedas sin ella.

La solté de sopetón para empujarla hacia atrás, el brazo de ella se encontraba quemado del frío y la marca de mis uñas en ella.

¡Eres un monstruo! —dijo llorando por el dolor— no espero el día en el que veré tu fin.

Salió de ahí molesta y con lágrimas en los ojos y yo por primera vez no me sentía inferior a nadie, sentía que finalmente estaba a su nivel

Ya que todos somos buenos, más siempre habrá esa pisca de oscuridad dentro de nosotros, por esa pequeña pizca nos tachan de villanos por personas que son aún más crueles.

Pero si he de ser un villano en la historia de alguien, seré uno memorable, que con solo mencionar mi nombre la gente le tema, como si fuera una maldición.

Tomo mi bolso y me dirijo al bosque, según afirman, ahí descansa el espíritu de la tierra, uno de los cuatro elementos, los únicos que pueden esconderme por ahora.

En el caso del agua, el espíritu del agua les otorga permiso a los maestros, para poder manipularla y usarla a su antojo, aunque también es uno de los más justos, ya que ella quita la vida en los mares y crea nueva de manera imparcial, no le importa si fueron buenos o malos, todos reciben el mismo final.

Al cabo de un rato llegué al bosque, según recuerdo, debería haber varias cabañas abandonadas por aquí cerca; después de un par de minutos llegó a un claro en el que destaca una cabaña, bastante vieja pero bien cuidada y junto a ella un pequeño río. Tras entrar todo está oscuro, pero las ventanas dejan entrar algo de la iluminación, la decoración es bastante rara, toda la casa a encuentra llena de detalles sobre el espacio, específicamente el sol y la luna.

Este símbolo se encuentra en todos lados, en las ventanas tallado sobre ellas el sol y del lado contrario la luna y así sucede con gran parte de la casa, pero hay un tallado que es diferente, en el centro de toda la casa, sobre la mesa, el tallado del sol y la luna unidos, formando la corona solar.

—No confíes en ella.

Escuché de repente de algún lado.

—No confíes en ella.

Repitió.

En estos momentos el miedo me tiene ciega, pero ya no seré víctima de nadie, tengo el poder y he sido un villano desde mi nacimiento, no me voy a echar hacia atrás ahora. Creo que viene de detrás de la casa, pero dudo que lo sea, parece venir más bien de debajo del sitio.

Comienzo a buscar en algún lado, la puerta al sótano, si es que hay uno, es probable que sea mi propia paranoia lo que me tiene así, pero estoy segura de que fue real. Finalmente encontré una trampilla, debajo de la mesa, cubierta por una alfombra; al abrirla, descubro unas amplias escaleras que bajan por aproximadamente 20mts bajo tierra...Con cada peldaño, la voz se hace más fuerte y potente, pero solo repite una cosa "No confíes en ella"

No sé en quién dejo confiar justo ahora, todos desconfían de mí desde lo ocurrido en la plaza. Al bajar encuentro un gran árbol, que parece ser un sauce por la forma de su tronco y sus hojas, además de la pigmentación de sus raíces; pero en este creciste toda fruta conocida, desde manzanas hasta las moras y fresas, desconozco que clase de árbol es este, pero la curiosidad siempre ha sido mi gran defecto.

Me acerque al árbol y descubro que éste tiene un rostro humano

— No confíes en ella.

Dijo está vez abriendo los ojos; era el espíritu de la tierra.

—No confíes en ella —dijo nuevamente— debes evitarla a toda costa.

—¿A quién?

—A la maestra del agua —dijo esta vez levantándose, tomó una forma humana, descubriendo a una hermosa mujer de cabellos castaños y un largo vestido blanco con múltiples líneas marrones que actúan como raíces— aléjate de ella.

—No confío en ti —dije al notar que todas las cosas no eran casualidad.

—¿Acaso crees que terminaste aquí por simple coincidencia? —dijo mirándome— yo te traje hasta aquí, ya que al espíritu del agua no le importa como usen tal poder, es demasiado imparcial como para que le importe la manera usada.

—¿Y tú? —dije suspicaz— ¿qué ganas con esto?

—La supervivencia de mis hijos, los humanos. El agua puede que los mantenga con vida, pero yo los formé y esculpí a cada uno con sumo detalle.

—Pero ¿y la maestra?

—Mantente alejada de ella —dijo analizando mi mirada— supongo que has visto los numerosos símbolos del sol y la luna que llenan la casa —asentí en respuesta— eso es un ritual ancestral, extraído de los libros de rituales paganos de la antigua Grecia, anteriormente utilizado por los Alfas y Omegas.

—Entonces eso es deber de otra persona no mía.

—No estás entendiendo, anteriormente los Alfas marcaban a su Omega mediante una mordida en el cuello, eso los unía tanto física como espiritualmente, pasaban de ser dos almas individuales a dos almas combinadas; significa que no pueden sobrevivir sin la otra persona, lo que conlleva a un doloroso final, en el que el alma busca estar con su alma gemela en la otra vida. Pero lo que has visto son los símbolos de un ritual de unificación, ritual que planea usar la dichosa maestra contigo.

—Si, pero, eso significaría que ¿estaría atada a ella?

—No, este ritual es mucho más poderoso, el ritual borra tu esencia, dejando tu cuerpo como a un muñeco de trapo; un alma consume a la otra, borrando así a ésta. Ella planea consumir tu alma, específicamente tu poder.

—¿Y por qué?

—Por miedo, tiene miedo de que algún día deje de ser poderosa, te tiene miedo porque tú puedes usar los cuatro elementos a tu antojo, eres el mayor peligro para ella, porque ella planea coronarse cómo la primera y única diosa.

—Así que planea asesinarme.

—Representas una maldición para ella y una bendición para muchos, por eso solo hay una forma de evitar esto.

—¿Y cómo?

—Tú debes morir

—¿Espera qué? ¡Acaso escuché bien! Debes estar jugando seguramente

—Yo no soy de hacer bromas —dijo ella— la única forma de salvarte es muriendo, antes del ritual.

—¿Y cuándo se debe llevar a cabo?

—Mañana, debido a que es un ritual pagano no me puedo involucrar, se debe llevar a cabo mañana a medianoche, la diosa debe esperar que la luna de sangre se encuentre en su punto más alto; el día de mañana debes cuidarte mucho, este ritual se puede hacer cualquier día, pero ella eligió el día de mañana por una razón especial, la luna y el sol se unirán, lo que potenciará su poder.

—Así que, en resumidas cuentas, o muero por mi propia mano, o me matan en un ritual profano.

—Yo nunca dije eso.

—¿Cómo se supone que la derrote?

—Tú tienes el poder, más ella tiene la experiencia, tú apenas y controlas tu poder, pero mañana es imprescindible que te controles, ya que la luna sangrienta potencia no solo su poder, sino también el tuyo —se me acercó hasta quedar frente a mí y darme un casto beso en la frente— cuando sea el momento, muere con honor

Una ráfaga de viento me envolvió y en menos de nada ya me encontraba fuera de esa cabaña Sus palabras aún ruedan en mi mente: Cuando sea el momento, muere con honor. No quiero morir la verdad, pero tampoco quiero desaparecer; creo que todo el tiempo debo y debí ser una villana, claro que no lo pienso así, pero si la diosa quiere acabar conmigo, la tendrá difícil, ya que yo no me mido al molestarme.

Así que ya ha llegado el momento de arruinar los planes de alguien; no recuerdo quién lo dijo exactamente, pero si debo ser la villana, al menos disfrutaré mi rol está vez y seré una villana que quedará en la mente de la maestra, seré una villana memorable.

Camino de regreso a casa, no pienso quedarme en medio del bosque y mucho menos cuando está oscureciendo, este bosque es bastante peligroso cuando anochece. Llegó y la encuentro con las ventanas rotas y la puerta abierta, seguramente fue Sofía y su grupo de perras, no me sorprende, después de todo esperaba que hiciera cualquier estupidez.

Entro a mi habitación y desempaco lo poco que me había llevado, para mí sorpresa encuentro un collar en el fondo de éste, hecho de plata con un dije en forma de un pequeño bonsái. Me lo cuelgo y me dirijo a la casa de Cameron, no le diré lo que pasó, pero quiero que me ayude con Sofía, ya no le dejaré pasar más ofensas. Llegó a su casa y la encuentro vacía, lo que es extraño ya que ella siempre está en casa, pero no me preocupo, ella tiene a salir a estas horas.

Finalmente, la encuentro en la plaza, devorando una manzana acaramelada.

—Axel, te estaba buscando.

—Si perdona, he dado un paseo por el bosque y se me ha pasado la hora.

—Bueno, la maestra ha organizado está fiesta en tu honor, las puertas del infierno las han sellado con una runa antigua, mucho más antigua que el propio lucifer, por lo que no podrán salir de ahí.

—Me alegra, pero no me siento del todo bien, así que me voy a casa.

—Creo que yo también lo haré, no soporto los comentarios de Sofía.

Juntas caminamos a su casa, para luego dirigirme a la mía. Desde que estamos en esa fiesta me he estado sintiendo mal y he estado viendo a un par de personas que no había visto nunca. Me preocupa un poco, más estoy muy cansada como para prestarle atención, al entrar a casa arreglo un par de ventanas y las demás las tapo con unas tablas de madera.

Las tablas están algo viejas, pero aun así resisten para un par de días, más me veo obligada a botar muchas, ya que tienen el símbolo. El símbolo del sol y la luna. No podía botarlas todas o quedarían muchas ventanas por tapar, por lo que busco un cincel y comienzo a desfigurar el tallado.

Pensé que pudo haber sido Sofía, pero ahora me doy cuenta de que fue obra de algún lacayo de la maestra, con mayor razón he estado viendo a gente desconocida en la plaza. A muchas las logré eliminar completamente, así que el estrés bajó, mi habitación me recibe y me tiro en la cama como un costal de papas.

—Despierta.

—Despierta.

—Debes despertar...

—¡DESPIERTA!

Con la respiración agitada me desperté, no sé por qué razón, pero solo sabía que debía salir de ahí pase lo que pase; el collar se mantiene en mi cuello y noto que el dije está algo caliente, desprendía un ligero brillo que no tenía antes, lo tomo en mis manos y de inmediato escucho ruido en la parte baja de la casa.

Con el corazón en la garganta, bajo de a poco las escaleras, el dije no hace más que calentarse al punto de tener que agarrarlo de su larga cadena. Sigo escuchando ruido, como si buscarán algo desesperadamente, hasta que se detiene y los pasos se escuchan en la escalera, corrían por esta para llegar hasta mí.

Corro a mi habitación con muchos pasos siguiéndome, logro cerrar la puerta y abro la ventana. Los golpes eran cada vez más fuertes, al punto de lograr derribarla. Pero yo ya me encontraba en el tejado, corriendo por mi vida, no permitiré que me atrapen ni en mil años.

Calculo que debo estar a unos diez o veinte metros del suelo, maldita sea mi vida en este momento. Una gran pared de agua me impide llegar al tragaluz que da acceso al ático, así que mi única opción es saltar, las personas me siguen persiguiendo y varios han decidido regresar para esperar a que baje. Debo saltar ahora o no podré salir de aquí.

—Agua.

Escuché que me dijeron.

—Usa el agua.

Volvieron a decir.

El dije en este momento está tan caliente que no puedo tocarlo sin quemarme al instante, pero no lo pienso dejar botado, así como me dijeron uso el agua y creo una especie de colchón en el suelo para saltar, pero ya hay personas abajo y noto que hay muchas más de las que pensé. Volteo hacía aquellos que me persiguen; uso el agua contra ellos, si estoy en lo correcto, puedo usarlo a mi antojo.

Ellos son igual de fuertes, por lo que mis ataques son fácilmente esquivados.

—¡Mátalos!

Me gritan está vez.

Está vez me concentro con todas mis fuerzas. Recuerdo que, en una clase, antes de toda esta locura, me dijeron que el cuerpo humano se compone de un setenta por ciento de agua, así que, si estoy en lo correcto, podría ser capaz de usar esa misma.

Abro los ojos y con todas mis fuerzas los tiro al suelo, quedando ellos arrodillados frente a mí; parecía que sufrían de múltiples ataques, pronto sus cuerpos convulsionaron y sus cuerpos se expandían cada vez más y más hasta que explotaron en miles de pedazos.

Sangre, carne y huesos cayeron a varios metros espantando a todos

—Maldito fenómeno, eres un monstruo.

Gritaron antes de huir.

Bajé las escaleras a toda velocidad, no me quedaría más tiempo, me iría de una vez por todas, pero antes debo decirle a Cameron. No podría irme sin antes despedirme, corro bañada en sangre por las calles solitarias del pueblo y al llegar a su casa mi corazón se detiene; está vacía y con las ventanas rotas y muebles volteados. Eso sucedía con varias casas cercanas; no había nadie.

Corro con todas mis fuerzas a la plaza para encontrar a todo el pueblo ahí, junto con Sofía y la maestra; se encontraban arrodillados, atados de manos y se notaba que tenían miedo, de pie junto a ellos la maestra, con una sonrisa casi diabólica y Sofía a su lado. Creo que debí haberle congelado todo el brazo y quebrarlo de un golpe cuando tuve la oportunidad.

—Pensé que nunca llegarías Axel, aunque después de haber enviado a diecisiete personas a tu casa, supongo que te tardarías —dijo la maestra con aires de superioridad y misteriosamente calmada— lo que no esperaba era que asesinarías a dos de mis hombres.

—Ya mátala para qué le das más largas al asunto, mátala y dame su poder —dijo Sofía.

Así que por eso no he logrado deshacerme de esta chica, quiere mi poder.

—No te creas mucho Sofía —dije llamando su atención— aún con mi poder, seguirás siendo inferior a mí en todas las maneras posibles.

—Mátala de una vez —dijo Sofía roja de furia— no hay necesidad de seguir en este juego.

—Nadie hará nada, solo quiero a mi amiga devuelta y me iré de aquí.

—Tú no te irás, mucho menos sin antes obtener lo que quiero —Sofía tomó a Cameron del cabello y la arrastró para quedar a una distancia bastante corta— entrégate por las buenas o tu amiga se muere.

En las manos de Sofía se encontraba un arma. Una puta arma.

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