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XIV

Mi cabeza da vueltas, todo se vuelve confuso en ella. Ir a casa de mi abuela se ha vuelto mi prioridad número uno. Antes de llegar me estaciono en una gasolinera para llenar el tanque. No pasaron cinco minutos para que las luces parpadeantes me mostraran que no estoy sola; puede que sufra paranoia, pero desde que no tengo mi amuleto siento que mi vida corre extremo peligro. Miro hacia todos lados, no hay nadie, solo mi auto y una lluvia fina que empezó a caer. Me dispongo a pagar mi combustible y un ruido ensordecedor me impide avanzar. Me llevo las manos a la cabeza y cuando logro disipar algunos decibeles, comienzo a discernir un coro de varias voces que repetían: Domun Incolumen.

—domun incolumen...domun incolumen, domun incolumen, domun incolumen.

A medida que estas palabras se repetían más rápido, el ruido cada vez era mayor. Los cristales de la tienda explotan como si una bomba estallara desde afuera. Caigo al suelo totalmente aturdida, con la vista nublada me arrastro lejos de los vidrios cortantes. A pocos metros delante de mí, logro ver algunas sombras de personas con capuchas, debo estar drogada, pues no le veo las caras, son como unos agujeros negros que absorben toda la energía a su paso. Mirarlos fijamente me hacen sentir un vacío yermo.

—¡Rayos! ¿Qué me está pasando?

—Dedere bestiae, dedere bestiae —me contesta una de las criaturas que camina hacia mí.

Muerta de miedo sacudo mi cabeza para pensar cómo escapar. Son alrededor de cinco, no son fantasmas ni demonios, no tengo idea de lo que son y la razón por la que ahora me persiguen. La noche no se puede poner más interesante.

Con una rodilla en el suelo, manos firmes que afinco en el charco de agua delante de mí, me levanto con un grito de guerra a enfrentar mi muerte.

—AAAAAAAA. ¿¡Qué quieren de mí!?

El agua dejó de caer, las criaturas dejaron de avanzar, mis cabellos aún no llegan a su lugar, están flotando en el aire. El tiempo se ha detenido, ya no oigo nada, me enfrento a un eterno vacío. A mi alrededor las gotas de agua se pueden ver como no llegan al suelo. Hermosa imagen, delirante escena que hacen que mis ojos pesen.

Voy cayendo nuevamente al suelo en cámara lenta. Antes de perder la conciencia veo una especie de masa acuática que me envuelve junto a una luz blanca que cae sobre mí; mi cuerpo ahora no pesa, nada me preocupa, todo es paz. Duermo, duermo como no recuerdo haber dormido nunca.

Abro mis ojos lentamente. Si sintiera un pinchazo en algún lado del cuerpo pudiera decir que estoy anestesiada. La realidad es otra, estoy en una habitación un poco extraña, me rodea agua que no cae al suelo, más bien gira a mi alrededor como un campo magnético o algo parecido. Todo es blanco, extremadamente limpio y sobre todo blanco. Me incorporo y comienzo a tantear el terreno:

—Hola, ¿hay alguien aquí?

—Hola Maga, es un honor poder hablarte.

Una voz me habla desde algún lugar no definido, mis oídos sangran desde el incidente en la gasolinera. Camino lentamente hasta el centro de la habitación, me parece demasiado extraño este círculo acuático que me sigue por donde camino.

—Por favor Maga, quédate quieta en la silla blanca, mientras más camines más energía gastamos para borrar tus pasos de la línea temporal.

—Espera, ¿qué me estás diciendo? ¿Quién eres? ¿Dónde estás? ¿Con quién hablo?

—Maga, necesito que te sientes, todo tiene una explicación, espera.

Respiro hondo y obedezco. El agua a mi alrededor queda un poco más lenta. Desde la esquina aparece una mujer vestida de gris. No estoy segura de que sea humana, es como un holograma de ella. Su imagen va y viene como si la señal estuviera mala o con problemas técnicos.

—Seré breve. Para llegar aquí observamos alrededor de cincuenta líneas temporales de esta época. Luego de analizar tu ADN y simular tus posibles respuestas, llegamos a la conclusión que hoy sería el día ideal para ofrecerte una solución o al menos ganar tiempo para una. Te necesitamos para eliminar de la tierra el Malum que despertaste.

—¡Espera, yo no desperté nada! ¿Así es como se llama esa cosa? ¿Malum?

—No Maga, Malum en latín antiguo significa Demonio. Los análisis muestran tres puntos clave donde hay niveles de actividad muy altos, todos hoy. El primero en la mañana cuando creemos que despertaste el demonio. Luego cuando dormías tu hilo y el de Alicia se sobre escribieron uno encima del otro experimentando sensaciones simultáneas.

—No, no fue con Alicia, yo sentí que me estaba ahogando, y quien murió fue Andrés.

Me mira y trata de decir algo, pero cierra los ojos y se traga las palabras. Aprieta con discreción su tabique y creo oportuno callarme para no ser impertinente. Con voz suave retoma la charla.

—Cuando estabas frente a la puerta de Alicia, caíste en un bucle que casi pierdes la vida, tu amuleto te salvó de ser absorbida por esa bestia.

—Sentí que mi vitalidad se drenaba, pero no recuerdo nada más. Estoy perdida, por eso necesito a mi abuela.

—Una de las cosas que puede hacer el Malum es alterar la realidad, si él quiere que veas algo, lo harás. Ni tu abuela puede contra eso.

—¿Pero la tercera cuál fue?

—En la gasolinera, sin tu amuleto era imposible que vencieras a los custodes de Malum. Si, custodes, sus guardianes asesinos.

—Me decían dedere-bestiae, eso lo recuerdo muy claro.

—Darle a la bestia, es lo que traducido serían esas palabras, estabas siendo sacrificada. Tu línea dejó de existir un segundo después de donde te recogimos.

—Me-me estás diciendo que morí. ¿Espera, estoy muerta?

Me levanto de la silla y corro hasta llegar a la imagen proyectada. Pido a gritos una respuesta y el agua a mi alrededor comienza a tornarse color oscuro. Las luces parpadean y la imagen de la señora gris queda en pausa por unos segundos.

—Maga por favor, no tenemos energía para tus arranques de pánicos. ¡Quieta niña! Dependemos de ti, ¿no lo entiendes? ¡Te salvamos!

—¿Qué quieren de mí? ¿Cómo mato al Malum? ¿Qué pasa si vuelvo a fallar?

—No sabemos las respuestas Maga, por eso te necesitamos. Corremos un gran riesgo al alterar el curso natural del tiempo. El mundo luego que desaparecieras sólo fue de mal en peor. Poco tiempo después perdimos grandiosas personas como tú por todo el planeta, hasta que no quedó nadie que entendiera o supiera combatir a los custodes. Todo se volvió un caos, somos pocos los que sobrevivimos. Construimos esta máquina idónea para analizar las líneas del tiempo, y transportarnos no físicamente, pero sí... no entremos en tecnicismos Maga. Se nos agota la energía, ya gastamos demasiada la primera vez que te visitamos.

—¿La primera vez? No recuerdo una vez anterior.

—Maga, eso no importa ahora, eras una niña, lo esencial aquí es que vamos a devolverte a tu línea temporal. La mayoría de lo que hablamos será borrado de tu memoria. Pero necesito que te concentres en tu amuleto. Recuerda: en latín antiguo está tu respuesta.

La imagen regresa borrosa, pone sus manos en mis sienes y el agua de mi alrededor me envuelve estrepitosamente. Puedo sentir la sensación de vacío, de no tener nada, ni sentir, ni pensar, todo es paz, silencio...

—Maga, ¿me estás escuchando?

Alicia está delante de mí, sentada en el sofá de mi casa, llorando desesperada. Tiene mis manos agarradas en señal de apoyo.

—¿Te sientes mejor? Ahora cuéntame con lujos de detalles que está pasando...

El amuleto en mi pecho se torna caliente y no puedo hablar. La falta de aire hace que me levante de la silla. Voces intermitentes vienen a mi cabeza, ruidos de cristales rompiéndose, un frío seco en mi nuca hace que sacuda mi cabeza.

—Maga, ¿te sucede algo?

—No Alicia querida, solamente algo cansada. ¿Qué tal si dejamos esto para luego? Prometo ayudarte la próxima vez.

Miro mi amuleto y por primera vez me fijo en algunas letras que están a su alrededor.

—Dam-na-re, ¿Damnare? —leo en voz alta asombrada.

—En latín significa: Condenar o Maldición. Siento ser indiscreta Maga, pero recuerda que en casa amamos hablar en latín, no es que sepamos con fluidez todo lo que decimos tampoco —sonríe Alicia nerviosa— hasta hacemos obras de teatro con libros antiguos de nuestros abuelos y tatarabuelos.

Intercambiamos sonrisas ya ella en su auto, pero se me borra lentamente al ver en su asiento trasero a una figura sin rostro, negra, con grandes manos y uñas puntiagudas acariciando su cabello...

Al cerrar la puerta la palabra ¨Maldición¨ despierta en mí una profunda conmoción. Tengo que ver a mi abuela cuanto antes, eso está claro, pero tendrá que esperar un poco. Mi cuerpo está muy cansado, necesito dormir. 

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