
Capitán en Alamar XXVI
Clara Flores
Pastaza, Ecuador
16 años
Inicios
Me encontraba en el laboratorio con mi hermano y los demás integrantes del club de ciencias.
—¿Puedes encargarte de construir el motor? —preguntó Senku poniendo algunos materiales encima de mi mesa de trabajo, sin dejar que respondiera se alejó a su sitio para seguir su trabajo de mezclar componentes para el combustible.
Deje salir un suspiro, me coloque las gafas de protección y los guantes, tome los cables y la batería del auto que me había dado, pelé un poco los extremos de la cuerda de alambre y los soldé con la batería.
La televisión del laboratorio estaba prendida y al parecer nadie prestaba atención, uno de los comerciales tonto que salían me llamó la atención.
—Querido espectador, aquí habla el grandioso y espectacular marinero, Ryusui Nanami. Aquellos fanáticos de la marina les tenemos una gran y magnífica noticia, tus sueños pueden ser cumplidos por el Conglomerado Nanami. Una academia para niños y jóvenes de cualquier edad será abierta muy pronto, tenemos a los más experimentados profesores a tu disposición. Nunca lo olviden, ¡el deseo es bueno!
Sin pensarlo me había quedado viendo atentamente el comercial, mi hermano tuvo que mover mi hombro para regresarme a la realidad.
—¿Qué te ocurre? —pregunto confundido una vez regrese a mis cinco sentidos.
—No es nada, es solo que ese maldito egocéntrico de Ryusui es un total fastidio —respondí frunciendo el ceño con enojo, dejé los cables y el motor de auto para ir a tomar el control remoto de la televisión, la apagué y regresé a mi puesto. Senku me miró extrañado por mi repentino enojo, pero mejor regresó a su puesto sin cuestionarme.
Mis amigos y él sabían de mi "supuesto enojo" hacia el aprovechado de Nanami Ryusui, el que él lograra todo lo que quisiera sin esfuerzo alguno hacía que saliera mi parte malhumorada.
Me saqué las gafas y los guantes, dejé mi bata de laboratorio en mi mesa de trabajo y caminé hacia la puerta.
—Ya vuelvo, iré por un refresco —anuncié saliendo del salón hacia la máquina expendedora más cercana. Metí la mano al bolsillo de mi falda y tomé el dinero para el refresco, al llegar al frente de la máquina metí un poco de dinero, seleccioné la bebida que quería y la máquina me la dio.
Tomé la bebida y me senté en el asiento que había frente a la máquina, abrí el refresco y me puse a pensar sobre lo dicho en el comercial... una academia para cualquier aficionado...
El enojo que sentía hacia el Nanami no era en tal eso, muy en el fondo sentía que era más que eso... ¿Admiración? Tal vez, él podía hacer todo lo que quisiera sin temor a ser juzgado. Es lo más seguro...
¿Y si yo me inscribiera a esa academia para seguir mi afición? Podría intentarlo, ¿no?
Pedí permiso en el laboratorio para poder ir a casa temprano, como era de esperarse, esto no le agradó a mi hermano. Aún no había terminado mi parte del trabajo; sin embargo, regresé a casa de todas formas con el regaño de Senku en mi mente. El viejo estaba en la sala viendo tele, dejé mi bolso del instituto en uno de los sillones y me senté a su lado.
—Bienvenida a casa, hija —saludó mi padre regresando a verme con una sonrisa. Entré en nerviosismo y las palmas de mis manos comenzaron a sudar, arrugué la falda de mi uniforme y mordí mi labio inferior mientras tomaba valor para decirle sobre mi idea al hombre.
—Viejo... no sé si viste un comercial en la televisión... —trataba de buscar las palabras correctas para decirle, solo se me ocurría ir al grano y ya.
—Hija, en la televisión pasan muchos comerciales —comentó algo preocupado por mi comportamiento, colocó su mano izquierda sobre mi mano derecha para transmitirme su tranquilidad. Dejé salir un suspiro con mis nervios y di una bocanada grande de aire, lista para decirle de una vez por todas.
—Hace rato, vi un comercial sobre una nueva academia de marina en el Conglomerado Nanami —tomé una pausa para poder seguir, dejé salir la bocanada que tenía retenida y bajé la cabeza, sentía la mirada preocupada del viejo sobre mí— me preguntaba... Si me dejarías... ¿Ir? —cuestioné lo último insegura. Mi padre quitó su mano de mí, alcé la cabeza para ver que estaba con una expresión de duda.
—Ya estás grande y puedes elegir donde estudiar, pero ya sabes cómo reaccionaría Senku ante esto —dijo él.
—No te preocupes, ¡yo me ocuparé de convencerlo! —exclamé entusiasmada, podría idear un plan para que cambie de opinión— entonces, ¿si me dejarías ir? —cuestione nuevamente.
—Claro, si es lo que te gusta —apoyó mi padre, no pude aguantar mi alegría y me abalancé a abrazarlo.
—¡Muchísimas gracias, papi! —lo abracé con fuerza, su cuerpo se tensó al principio por mi acción y las palabras que dije, pero a los pocos segundos correspondió mi abrazo.
—Mañana mismo iré a investigar más sobre esa nueva academia y de las inscripciones —dijo el viejo rompiendo nuestro abrazo.
—Me avisas cualquier cosa —hablé con una gran sonrisa en mi rostro, él asintió.
A la media hora que había llegado, Senku se hizo presente en la casa enojado, inmediatamente me llamó a su habitación para regañarme por mi irresponsabilidad, acepté sin problema su castigo de doble trabajo y regresé a mi habitación. Tomé un baño y me distraje viendo tele con el viejo en la sala hasta las once de la noche que me fui a dormir.
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Abrí mis ojos desesperadamente tras tener otra vez el mismo sueño. Me levanté exaltada de la cama e intenté recordar, caminé dando vueltas al pie de la cama pensando. Solté un suspiro rendida y prendí la luz de mi cuarto, me agaché al piso para adentrarme debajo de la cama, boca arriba.
En una de las tablas de la cama había un cuaderno, con una mano alcé el colchón y con otra tomé la libreta, salí de ahí y me senté en la cama abriendo el objeto con devoción.
Miré los escritos y las imágenes que tenía ahí, era por así decir como un diario, ahí tenía toda mi investigación sobre criaturas marinas. Desde el accidente que tuve desde pequeña he tenido constantes sueños o pesadillas sobre el momento y sobre la criatura que emergió desde el fondo.
He tenido varias sospechas; anguila eléctrica, serpiente de mar, delfín, tiburón, etc.
Llegué a tales extremos, que pensé en criaturas mitológicas como las sirenas.
Pasé hasta la última investigación que tuve ayer, el Hipocampo, un caballo de mar que tiene en la parte inferior una cola de pez y la parte superior de un caballo real.
Pasé la hoja a una limpia y me dirigí al escritorio, prendí la computadora y con un lápiz garabateé lo que recordaba de la criatura en este sueño.
Forma alargada, parecía casi transparente, por lo que deduje que estaba hecho de agua, tenía escamas y nadaba como anguila. Seguí recordando y dibujando, cuando termine miré atentamente el dibujo y era un dragón de mar...
Entre al buscador y apareció lo que esperaba, el "Physignathus cocincinus" o dragón chino de mar, un reptil de la familia Agamidae. Seguí investigando y me apareció una imagen del mismo dragón que tenía dibujado.
Me quedé pensando un rato, tenía duda de si estás criaturas existen de verdad, tal vez y en la academia aprenda más de esto.
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