«Domingo. 17 de agosto; 2014».

❝Muchos dicen «Pasado; pisado» cuando los hechos siguen intactos bajo sus botas.❞

Bueno, esta es una frase que yo he inventado. La verdad es que me gusta demasiado, ya que se aplica a muchas personas. Además, debo admitir que me siento un tanto identificada... o, al menos, hace un tiempo lo estaba.

Resulta que yo he tenido un novio. Se llama Jacob. Supongo que como sucede en todas las relaciones, comenzamos siendo amigos. Él está en el equipo masculino de lacrosse. Si dijera que es un descerebrado deportista, estaría mintiendo. La verdad es que es inteligente y alcanza todo lo que se propone. O bueno... casi todo.

Nuestra amistad había comenzado cuando él llevaba nueve meses de noviazgo con Riley Coug. Ya nos conocíamos de antes, pero no es que hayamos cruzado tantas palabras.

Los entrenamientos del equipo de los días jueves coincidían, y a pesar de que separen a los hombres de las mujeres, nos teníamos bastante cerca. Recuerdo que se me acercó en los diez minutos de descanso que teníamos para avisarme que tenía desatadas las agujetas. No quiero imaginarme del golpe que me habría dado después si él no me advertía.

Al día siguiente lo crucé por los pasillos, nos saludamos y hemos estado así durante una semana. En una ocasión me acompañó en el almuerzo, y supuse que era porque su novia se había ausentado. Conversamos mientras comíamos y me dijo que le parecía muy agradable. No fue necesario que me insistiera para intercambiar números, y durante un mes nos comunicamos por mensajes de texto fuera de la escuela. Él realmente llegó a caerme bien.

Cuando su novia lo dejó, no tuvo otra opción más que desahogarse conmigo. Jacob realmente la quería, y me decía que yo era su única amiga que creía que podría entenderlo. La razón es que sus amigos no son fanes de las relaciones ni nada similar, por lo que si les contaba cómo se sentía lo verían como un bicho raro.

Intenté animarlo de todas las formas posibles, y él decía le que llamaba mucho la atención mi manera de pensar. Si no me equivoco, ha sido el único hombre (luego de mi padre) que realmente apreciaba y disfrutaba oírme divagar sobre temas como esos.

La amistad se fue afianzando cada vez más, hasta que nos convertimos en mejores amigos. Decir que hasta aquel entonces no me atraía sería mentira, pero lo he disimulado bastante bien.

Le quería y mucho. No iba a permitir que le ocurriera lo mismo dos veces. Yo no iba a dejarlo. Era su amiga, sí, pero cuando un amigo se va de tu lado duele más que si se tratara de un novio o una novia. Parejas puedes encontrar muchas, pero verdaderos amigos muy pocos. Y hasta por ese motivo intenté que no se viera que me gustaba... Jacob iba a estar más feliz teniendo a una mejor amiga que teniendo a una novia.

Aunque bueno, nada salió como esperaba. Él me dijo al cabo de unos meses que sentía cosas por mí y yo no podía seguir ocultando lo mío ante semejante declaración. Decidimos intentarlo, pero las cosas no resultaron para nada bien...

Tenía una novia, pero perdió a su mejor amiga. Bueno, eso es lo que me decía Jacob. Yo le contestaba que podía ser ambas, y dijo que no porque no todo lo que le cuentas a tus mejores amigos se lo dices a tu pareja y viceversa. Con eso no ha sido difícil para mí interpretar que tenía un secreto que lo carcomía por dentro. Quería compartirlo con su amiga, pero su amiga se convirtió en su novia y ella no podía saberlo. Tras romper tres semanas después, me lo contó: intentó hacerce creer que había superado a Riley, cuando en realidad no había destruido su recuerdo. Pensaba que, fingiendo que ella ya no le interesaba, la olvidaría. Llegó el momento en el que él mismo se lo creyó y me confesó que por ello ya "estaba" listo para seguir avanzando junto a mí.

No obstante, se equivocó. Estar conmigo le hacía pensar cada vez más en ella, porque la extrañaba y quería sujetar su mano en vez de la mía.

Sinceramente, no me ha molestado que rompiera conmigo puesto que, en una situación similar, yo también lo haría. Si una persona no te hace feliz, no te hace feliz y punto. No hay que intentar buscar excusas para estar a su lado cuando no las hay.

Lo que sí me ha molestado (y mucho) ha sido que regresara con ella. No porque quería que estuviera conmigo, pero sí porque no tuvo en cuenta todo lo que hemos hablado y le ha dicho al respecto siendo sólo amigos. Su relación venía mal de antes, y tenían muchos problemas. Nunca llegaban a ningún acuerdo y se peleaban a menudo. Sin embargo, igual la quería. Yo estaba totalmente convencida que podía darle más que Riley Coug. Ella, estando saliendo durante diez meses con Jacob, él mismo ha dicho que le provocó miles de problemas. Y yo, en la mitad del tiempo, le he sacado el doble de sonrisas. Palabras suyas, no mías.

Cuando los he visto en el instituto tomados de las manos, sentí que... algo dentro mío se rompía. Se rompía pero yo sabía que no se había roto nada. No sé si me explico... Me dolió, mucho, pero no hasta el punto de destrozarme el corazón. Admito que he llorado en silencio en la oscuridad de mi habitación, pero acepté la posibilidad de que haber terminado con lo nuestro era lo mejor.

Durante las semanas siguientes les decía a mis dos mejores amigas que lo había superado; diciéndoles que no lo amaba, sólo lo quería y que fue algo sumamente pasajero. Aunque claro... lo dije para que no creyeran que me afectaba más de lo esperado.

Yo he sido parte de ese grupo de gente que dice «Pasado; pisado», cuando en realidad el pasado no ha quedado atrás. No es bueno decirlo, queriéndonos convencer de algo falso. No es bueno mentirte a ti mismo... Si lo que deseamos es que los demás no nos engañen, ¿por qué sí nos los permitimos a nosotros?

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«Lunes. 17 de agosto; 2015».

Kenner corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron hacia la próxima clase. Se había desconcentrado gran parte de la hora (piensa que no pueden culparlo, era la primera y tenía sueño. Mucho sueño); y tuvo que quedarse unos minutos más para copiar los cuadros sinópticos que estaban en la pizarra.

Al llegar, suspiró de alivio al ver que el profesor no se encontraba todavía. Se dirigió a un banco del fondo, y se dejó caer en el asiento. Esperó y esperó. El profesor Adams, de Geografía, no llegaba. Así que, unos cuantos minutos después, les avisaron que el docente no llegaría y por ello tendrían la hora libre. Los directivos se habían enterado a último momento y no había quien lo reemplace.

Recoge su mochila ya que la había dejado en el suelo, para sacar de allí su cuaderno de dibujo. Se entretendría de esa manera. Hoy, al igual que el viernes, su mejor amigo ha faltado así que no puede pasar la hora conversando con él. Está enfermo. Esta tarde lo irá a visitar.

Una vez después de haber dejado todo sobre la mesa, le echa un último vistazo a la mochila y ve la libreta de Savannah. Inconscientemente sonríe, y cuando está a punto de tomarla se detiene. Inspecciona los bancos que lo rodean y se sorprende cuando su mirada se cruza con la de ella durante unos segundos. Se encuentra un poco más adelante junto a una chica llamada Madison.

Ella siguió hablándole a su amiga pasando por alto la mirada de Kenner, y él de un movimiento rápido se adueñó de la agenda. Utilizó su cuaderno de dibujo para esconderla, así quien lo viera pensase que sus ojos se posaban en unos de sus dibujos y no en aquellas palabras.

Después de encontrar las hojas que correspondían del día, las leyó. Al terminar, un leve recuerdo de haberla visto caminar por los pasillos tomada de las manos con Jacob Ross apareció en su memoria. No era de hace mucho tiempo... Bueno, sí, había pasado ya un año y algunos meses.

Antes de Jacob, a Savannah no le decían las cosas que terminaron diciéndole después de acabar su relación. Como no estaba sujeta a él, ya no les importaba en absoluto y se convirtió en la «anciana filosófica de Canberra». Al principio a ella no le interesaba, puesto que se sentía importante con que le pusieran un apodo como ese perdiendo tiempo. No sabía que la gente de Australia se tomara la molestia en pensar maneras de llamar a una persona que sabe de lo que va la vida mejor que ellos.

Kenner, cuando los veía juntos, no notaba como si él no la quisiera lo suficiente ni nada similar. Parecía muy feliz con ella. Por esa razón, a bastantes personas le resultó extraño cuando de un día a otro a la que abrazaba y besaba era a Riley Coug.

No es que Jacob fuese muy popular, pero el estar dentro del equipo le ha dado cierta fama. Es imposible no verlo conversar con nadie mientras camina por los pasillos, en los almuerzos o en las mismísimas clases. Hasta Savannah creyó que por eso recibió tantos insultos de pronto: era su ex y lo defenderían a él. Bueno... lo defenderían cuando no hay nada para defender realmente.

K. Eatswood es una de aquellas personas que no estaba de su lado. No creía a Jacob Ross como alguien sensacional, y menos ahora. No obstante, tampoco estaba de acuerdo con Sav. Como no conocía la historia, no podía opinar en absoluto.

Ahora, podría decirse que si hubiera que estar en algún bando, sería en el la persona a la cual lee desde el viernes. La razón es que detesta aquella quemada frase de «Pasado, pisado; presente, de frente» y como Jacob la utilizó para idealizarse algo que no era real terminando de lastimar a Hart, no tiene motivos para defenderlo y mucho menos entenderlo. Si no lo has superado, ¿qué ganas diciendo que sí? Es algo que no comprende.

Es más, él cree que es muchísimo más preferible enfrentar la realidad con la verdad. Como escribió Savannah, debemos sernos fieles a nosotros mismos. Puede que, de esa manera, siempre alcancemos nuestras metas; sean las que sean.