✎ 002. «15 de agosto».
«Viernes. 15 de agosto; 2014».
❝Las dificultades preparan a las personas comunes para destinos extraordinarios.❞
Ahora que lo pienso, debí haber comenzado con esta frase. No recuerdo dónde la he leído por primera vez, puesto que cuando en una ocasión me la ha dicho mi hermana yo ya la conocía, pero ahora la escribo aquí porque esas palabras me han marcado demasiado. Y, si no hubiese sido por ella, esta cita no habría sido lo que es hoy para mí.
Mi hermana se llamaba Tahnee. Sí, llamaba. En pasado. Ya no está aquí con nosotros... De más estaría decir que la extraño demasiado.
Murió cuando yo tenía doce años, a unas semanas del cumpleaños de mamá. Tahnee tenía dieciocho.
Desde ese entonces no la menciono tanto porque me duele recordarlo, pero su rostro me persigue todos los días. Tal vez sea porque sienta algo de culpa... aunque sepa que no es "culpa" exactamente. Sé que yo no la maté. Sin embargo... sé que las cosas habrían podido ser diferentes.
Una noche ella había peleado con mis padres. Como ya tenía la edad suficiente dijo que se iría a vivir con su novio. Es obvio que a nuestros papás no les agradó para nada la idea. A mí tampoco. Ella era mi mejor amiga y yo no quería que me abandonara. Sabía que, si se iba, el lazo se rompería. Sabía que no me visitaría y que ya no hablaríamos como antes. Se lo hice ver. Y se enojó más. Dijo que era muy pequeña para querer retenerla y rogarle que se quede porque yo repetía que estaba segura que ella estaría cometiendo un error bastante grande.
No mucho tiempo después de la discusión había llegado Oliver, su pareja. Él tenía una motocicleta con la que iba a todos lados. Sin embargo, siempre iba a donde él quería ir y yo tenía el presentimiento que por ello no traería a mi hermana a casa cuando ella quisiera. Él vivía bastante lejos, y como no soportaban la distancia acordaron lo de convivir. No obstante, eso ha roto mi familia. Ese ha sido el error más grande que ha cometido Tahnee. No debía irse con Oliver.
Cuando él se plantó delante de la puerta los gritos regresaron. Papá lo obligaba a marcharse, y mamá le pedía a Tahnee que entrara a la casa. Yo quería unirme, pero me quedé en silencio mientras lloraba viendo la escena.
De todos modos, eso no sirvió de nada. Ella se fue. Se escapó, y se fue. A la semana, él la mató. Puede que no con la idea en mente de acabar con su vida, pero lo hizo. Tanto ella como él murieron un catorce de agosto. Ayer se cumplieron tres años. Por esa razón he dicho que debí haber comenzado con esta frase.
Recuerdo que me la ha dicho un día que me quejaba porque no me salía una interpretación con el violín. Era verdaderamente muy difícil. Ella también tocaba ese instrumento, así que por parte me entendía. La que no comprendía terminé siendo yo, porque no le veía sentido que me lo dijera ante semejante estupidez. No obstante, luego me di cuenta que, por más estúpido que sea; no dejaba de ser un obstáculo por esquivar. Si no hubiese tenido esa valla en el camino, no me habría esforzado hasta dar lo mejor de mí y conseguir lo que tanto quería.
Tahnee siempre ha hecho que no perdiera las esperanzas respecto a alcanzar lo que yo me propusiera. Por más de que mi hermana fuera cabezota, era buena persona y siempre quería lo mejor para todos. Siempre. Sin embargo, cuando tú te metías en su vida para darle consejos o algo similar como ella hacía contigo, se enojaba. Decía que ella sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Todos sabemos que en realidad no sabía nada.
La familia entera le había dicho que Oliver no era un hombre para ella. No le permitía hacer lo que deseaba, y solamente la trataba bien estando en público.
Recuerdo que Tahnee quería estudiar contaduría y a él no le gustaba mucho la idea. De seguro cualquiera se daría cuenta qué ocurrió después... Exacto, dejó la carrera de lado. Porque él se lo dijo. Ahora, si yo se lo decía; no dudaba en arrancarme la cabeza.
Mi madre decía que a ella siempre le gustó defender lo indefendible, y que no iba a cambiar de opinión jamás. A Tahnee le afectaba todo lo que Oliver le decía por ser nada más y nada menos la persona con la que planeaba pasar el resto de sus días, así que por ello no permitía bajo ninguna circunstancia que lo tratemos inferior y que creyéramos atrocidades suyas.
Al comienzo debo admitir que él me pareció un buen chico. Siempre que venía era divertido, y me trataba muy bien. Comenzaron a estar juntos cuando yo tenía diez años, y como tenía una hermana de la misma edad sabía todos los caprichos que teníamos. Cada vez que nos visitaba traía algo para mí. Hasta que... un día dejó de hacerlo. No me molesta que lo haya hecho, pero sí que haya cambiado. Sé que debe haber una razón, aunque nunca la sabré. Y será mejor no saberla.
Soy consciente que lo he juzgado cuando no se debería y esas cosas, pero a ver, estaba metiéndose con mi familia. No iba a tomarme bien las cosas a pesar de ser pequeña. Haber tenido la edad que tenía no me convertía en una estúpida o en una ignorante. Hasta un niño del preescolar podría decirte hasta con dibujitos que lo que Oliver hacía estaba mal.
Hubo una vez que vi que mi hermana tenía un moretón en el brazo. Compartíamos habitación, así que no ha sido muy difícil descubrirlo. Le pregunté qué le había pasado, pero era algo lógico: antes de ir a dormir la noche anterior a la casa del novio, eso no lo tenía. ¿Es que acaso, por arte de magia, había aparecido ese golpe ahí? Por supuesto que no.
También es algo obvio que Tahnee no me contestó con la verdad.
Estuve a dos pasos de contarles a mis padres, pero no lo hice. Tenía que hacerlo ella. No debía ir y abrir mi bocota. Después de todo, pensé, ese era el obstáculo que ella debía superar. Sin embargo, que después de haber caído y ver sus cicatrices, se daría cuenta que estaba fallando y tenía que esforzarse más.
Aunque bueno... tanto como yo no abrí la boca, ella no abrió los ojos. Las dificultades terminaron consumiéndola, y ella no se daba cuenta porque el supuesto amor que le tenía a ese estúpido la cegaron por completo. Y, ese "destino extraordinario" que le tenía preparado, resultó siendo uno feo y escalofriante.
Supongo que la historia de mi hermana es un buen ejemplo para demostrar que no todo lo que creemos que vemos es lo que estamos viendo exactamente. Si tú no aceptas que te estás equivocando, estás cometiendo un error más. Así que, mientras más errores cometas y no te dispongas a repararlos, tu meta o final feliz que tanto esperas y has anhelado, cada vez se tornará más y más fuera de tu alcance.
Las dificultades nos forman como personas, de la misma manera que pueden hacer que caigamos. Si tú no te levantas... no pongas como excusa que las dificultades te han empujado como harías de pequeño.
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«Sábado. 15 de agosto; 2015».
Kenner de a poco comenzó a abrir los ojos. Gruñó contra las mantas al oír los gritos de sus hermanos menores, y con la almohada se cubrió los oídos.
«Qué manera de despertar un día sábado», se dijo para sí.
Intentó volver a dormirse en lo que fue de los próximos minutos, aunque le resultó imposible. Completamente imposible.
Entre quejas se levantó de la cama, e ignorando todo lo que estaba en el piso, comenzó a caminar hacia la puerta. Sin embargo, no llegó a destino. Su pie izquierdo se enredó con la correa de su mochila provocando que él se cayera e hiciese un estruendo que a cualquiera preocuparía al tocar el suelo.
Gruñó una vez más, y de a poco se incorporó hasta sentarse. Se frotó los codos y las rodillas con las palmas de su mano, haciendo algunas muecas, y guió su mirada hacia lo que causó que se haya dado un buen golpe. Se encontró con su mochila abierta, y vio que de allí se asomaba una libreta color celeste. Instantáneamente pensó en Savannah Hart.
Sin dudarlo ni por un segundo tomó aquella agenda, y se dijo que sería buena idea olvidarse de lo que acababa de ocurrir mientras leía la frase y reflexión del día. La abrió donde correspondía, e invitó a sus ojos aún algo cansados a recorrer aquellas letras redondeadas que tanto le gustaban.
Tras haber leído el último reglón, una extraña sensación lo envolvió y se adueñó de su interior. El corazón le dio un vuelco, y sintió un nudo en la garganta que amenazaba con asfixiarlo. No podía creer lo que acababa de tener bajo sus ojos. ¿Savannah había perdido a su hermana? Sí, como bien leyó, eso ha sucedido. De un momento a otro, un accidente automovilístico se la arrebató de las manos. Le quitó de su vida lo que más apreciaba. Porque eso era: su hermana, su mejor amiga, su familia. Tahnee Hart era una mujer a la que adoraba, a la que admiraba con el alma. Era la versión opuesta de ella misma. Era todo lo que ella deseaba ser, quitándole el hecho de no querer admitir en voz alta la derrota aceptando que ha cometido errores mientras era advertida por gente que la quería y quería lo mejor para ella. Tahnee Hart era un ser humano como los demás, que cometió errores, pero que tenía muchísimas ganas de vivir. Y Savannah se prometió que viviría por las dos. Volcar sus sentimientos en un trozo de papel le ha ayudado a vivir más vidas que la propia, de la misma manera que también lo hizo al contemplar con su mirada lo que los libros contenían. Leyendo y escribiendo escapaba de la realidad que la atormentaba, y en su mente vivía lo que los seres que la abandonaron jamás pudieron experimentar.
Una pérdida puede significar más que no tener aquello junto a ti. Hay que analizar todo lo que conlleva. Mientras esa persona descansa soñando con lo que no pasó, tú podrías salir del sueño volviéndolo realidad. Savannah cree que ver lo que es capaz de ver y escribir lo que escribe, la harán capaz para que en un futuro no tan lejano, pueda afrontar la vida que se le avecina con la cabeza en alto y los pies sobre la tierra. De la misma manera que su hermana mayor había deseado. De la misma manera que su hermana le había pedido, pero que aquella solicitud estaba escondida detrás de la frase que había salido de sus labios años atrás: las dificultades preparan a las personas comunes para destinos extraordinarios. Tahnee le había hecho una advertencia, para que no se diera por vencida antes de tiempo.
Todos afrontamos cosas que, tal vez, no teníamos en mente. No obstante, inconscientemente, estamos en cierta parte agradecidos de que ocurriera. Sabemos que eso nos ayudará. Pudo habernos tirado abajo, y sabemos que no todo lo que nos empuja nos levanta, pero sí nos hace cabrear y como somos seres orgullosos que no se dejan vencer por un simple obstáculo de porquería, nos levantamos con una sonrisa en el rostro haciéndole ver que golpea como niña; que nosotros somos más fuertes de lo que podemos aparentar.
Kenner miro a su alrededor, pero con la mirada perdida. Miraba pero no observaba. No sabía dónde sus ojos se posaban. Sólo podía oír los susurros de su mente, y los murmuros de su corazón que le decían que no supo aprovechar lo que la vida le brindaba.
A Savannah le quitaron algo sin esperárselo siquiera, sacudiéndola, de manera tosca; y él... él podría haber pasado por lo mismo. ¿Tanto le costaba acaso dedicarle más tiempo a sus seres queridos en lugar de estar quejándose todo el tiempo con que era un adolescente que lo único que quería al estar en casa era privacidad? ¿Tanto le costaba demostrarle cariño a esas personas que tanto quería, pero que tanto lo desesperaban al mismo tiempo? La respuesta es que sí. No obstante, supo que resultaría muchísimo más difícil si las dejaba ir.
Los mellizos, sus hermanos, no se la pasaban correteando por la casa, gritaban y jugaban haciendo ruido sólo para molestarlo. Lo hacen porque eso los hace felices, de la misma manera que a un Kenner silencio les hace feliz saber que se encuentran bien. Oír sus voces le aseguran que todavía no los ha perdido. Ciertamente es que jamás los perderá, de la misma manera que Savannah no ha perdido a Tahnee: nunca nadie se va completamente de nuestra vida, a no ser que nosotros se lo permitamos. Y ellos no lo permitirán nunca, porque son personas por las cuales lucharían con tal de darles un abrazo una vez después de que se hayan marchado.
Cuando alguien se va, no muere el recuerdo. Y tampoco la presencia. Porque estará con nosotros, nos encontremos donde nos encontremos. Vive en el recuerdo. Y el recuerdo no morirá a no ser que nosotros así lo quisiéramos.
Muchos consideran todas aquellas imágenes guardadas en nuestra memoria como un obstáculo más que debemos esquivar para ser felices, sin que los recuerdos de lo ocurrido alguna vez nos atormenten. Sin embargo, están completamente equivocados. Un recuerdo puede ser más que suficiente para que podamos ponernos de pie y así seguir luchando. Un gran ejemplo, es el de las hermanas Hart: una se ha ido, y la otra añora su regreso cuando sabe que jamás llegará. Sin embargo, su memoria es lo que la hace recordar que no la ha abandonado, y que juntas alcanzarán lo que ambas alguna vez han llegado a desear.
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