En tus ojos verdes veo con claridad como Dios trazo con pequeños pinceles líneas perfectas, bordes que toman como pasajero a la mirada y contornos que separan la realidad de la imaginación.

En ti, en tus ojos,  plasmo el albor de la naturaleza, el surgir de las primeras raíces y el nacimiento de las primeras e inocentes flores:

Viven en ti, en tu mirada, en tu pupila que danza emocionada y en esos espacios verdes, reluciente cual esmeralda.

Donde aquella tan peculiar mariposa negra revolotea hasta posarse debajo de tus pestañas, que le sirven de descanso;

Morada donde yacerá hasta culminar su acto y legue la hora de bajar el telón, lentamente, cual alas negras de un ángel desterrado, y cubrirla, como la luna por las nubes.

Y esperare con ansias el momento donde se abrirán las compuertas que contienen ese tan maravilloso paraíso: tu hermosa mirada:

Edén que la mujer entrega y el hombre tristemente ignora.

Sin embargo, yo esperaré.

Y volveré a ver ese espacio donde juraría ver camelias nacientes del arbusto, posando primitivas ante mis ojos, que las ven en tus ojos verdes, brillantes y relucientes, cual esmeralda.