Inclino mi cabeza, cabizbajo, soñoliento; y sin embargo, ¡No duermo!

Cabeceó, deambuló entre pensamientos, caigo preso de la pesadez del sueño; y sin embargo, ¡No duermo!

¿Que influye ésto, y que será de mi?

¿Que son estas cadenas que sostiene mis pestañas y no me permiten dormir?

¿Es que acaso la frialdad del viento ha perturbado mis sentidos, o es que, por el contrario, la brillante luna insiste en manteneme despierto?

¿Un embrujo, tal vez, un hechizo, puede ser; acaso he perdido todo juicio por verla, teniéndola cada noche como una amante que se que me espera, como aquel hilarante amor torpe?

A ti va esta pregunta, brillante esfera luminosa, tan lejos de mi, como yo de ti: ¿A donde van mis sueños cuando apareces aquí? ¿Como es que desaparece mi cansancio cuando tan solo brillas para mí?

No encuentro respuestas, ¡Y pienso aún más!

El tiempo avanza, ¡Y en vano siento que terminara mi pensar!

Y me detengo, cual caballero asustado, sin espadas y sin armaduras,

Inclino mi cabeza, cabizbajo, soñoliento; y sin embargo, ¡No duermo!

Cabeceó, deambuló entre pensamientos, caigo preso de la pesadez del sueño; y sin embargo, ¡No duermo!

¿Que influye ésto, y que será de mi?

¿Que son estas cadenas que sostiene mis pestañas y no me permiten dormir?

Escucha mis plegarias, como el dios más atento, de lejanía perceptible para mis ojos, y permíteme dormir;

Pues dormiré bajo la promesa de no pensar más en ti.