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Capítulo 23 - El Final

Capítulo XXIII

Gustav

Era de madrugada, decidí salir un momento a despejar mi mente, a olvidarme de todo lo sucedido, de todo lo vivido, y de todo lo ocasionado, ¿estaba bien lo que hacía? No lo sé, y ya no me importa, era más que tarde para arrepentimientos, más que tarde para pensar todo lo que hice.

Aveces la vida es así, cada uno decide como vivirla, decide como formar su destino, y decide su propio futuro, si es bueno o malo depende de cada quien, si nos llevara a la victoria o a la desgracias, también depende de cada quien.

El destino que yo cree, sabía que no me llevaría a la victoria, sabía que no me haría millonario o famoso, pero si me daría la venganza que tanto anhelaba, la venganza que tanto juraba, aquella que prometía tener ese aliento de victoria y de paz, no era uno común, no era uno solicitado, pero si uno decidido, se podría decir que lo que estoy diciendo es una carta del pasado, solo que no lo sabía, mis pensamientos estaban bailando en aquella noche lluviosa, caminando por la banqueta mientras las hojas de los árboles caían, el frío penetraba mi chaqueta, ocasionando que mi piel se escarapele, mis cabellos negros vuelen, y mi abrigo vaya con dirección trasera por la fuerza del aire.

Había llegado a un parque, tomé asiento en una de las bancas, pensando en mi siguiente acción, mi siguiente deseo, y el futuro que me esperaba, el asesinado de Alexandre Bernard seria la decisiva, aquella que me daría paz y tranquilidad, esa misma que tanto espere, el asesinato de mi padre fue hecha por las manos de aquel hombre, y ahora el asesinato del sicario será hecha por las manos del hijo.

...

Valentina

—Segura que es acá?— cuestiono Mikela.

—Si... eso creo

—y si no es así... nos habrás traído por gusto— Ignace agregó.

—Él no me mentiría, él mismo fue quien me dijo donde lo podría encontrar

Toqué la puerta y esta se abrió, la silueta de Gustav se asomó.

—Valen?

—Si... eso creo

—Somos alienígenas y venimos a robarte el cerebro— Mikela empezó a reír y nosotros nos unimos a ella.

—¡Pasen rápido!

Los tres nos adentramos y no evitamos notar las pésimas condiciones.

—Esto no es digno para la realeza— exclamó Ignace

—También me alegra verlos— Gustav se acercó y nos abrazó, él no era tan afectivo, nunca lo fue, pero aquel abrazo se sentía tan bien, de hecho, cada momento con Gustav me hacía sentir bien.

—Ahora que piensas hacer?— cuestione alejándome de Gustav, sentía que si me quedaba un segundo más me iba a poner roja, y no quería eso.

—Acabar con la vida de Alexandre...

—¡¿Vas a matar otra vez?! Estas loco— interrumpí.

—Cómo le dijo Alicia al Sombrerero Loco, las mejores personas lo son— aquella referencia a Disney era tan cute, nono... se supone que soy la ruda, olviden lo que dije.

Gustav

Aury me pegó demasiado lo fanática a Disney, pero no podía negar que era algo único, en fin, fui hasta la computadora, mis tres compañeros se acercaron para observar mis acciones, la cuales eran investigar sobre Alexandre, al entrar a google me di con la sorpresa de que se encontraba preso, obviamente no se podía quedar así, obviamente no iba a ser la única justicia, tenía que entrar de algún modo, ¿cómo? No lo sé.

—¿Cómo puedo entrar a un penal?— cuestione.

—¿Explotando la puerta? No lo sé, no soy criminal— Valentina menciono burlona.

—Podemos crear distracciones, disfrazarnos, e infiltrarnos— Mikela menciono, y para ser sincero era una muy buena idea, tal vez los libros si servían de algo.

—Es...

—Una idea maravillosa— interrumpí a Valentina.

...

Las ordenes ya estaban dadas, cada quien sabía que hacer, Valentina y yo estábamos disfrazados de policías, Mikela estaba oculta cerca a la entrada e Ignace preparado para su misión, era un poco extraño que solo dos policías se encuentren vigilando la puerta.

Ignace se acercó a estos dos, hablando de la realeza y cosas así, Mikela les quitó cautelosamente las tarjetas de seguridad a ambos, era hora, Valen y yo nos acercamos ambos nos miraron y nos dejaron pasar, Mikela nos entrego las tarjetas a través de unas pequeñas rejas cercanas, todo estaba listo, Valentina y yo nos separamos, ella en búsqueda de la celda en la que se encontraba y yo de un arma, al encontrar el cuarto de estas mismas, sujete una pistola, estaba fría y liviana, miles de imágenes pasaron por mi mente, miles de momentos de mi vida, no era la primera vez, pero en esta ocasión sentí cada momento, el ruido de la radio interrumpió todo momento, era Valentina, indicandome que la celda de Alexandre era la 273, no estaba lejos, guarde el arma en donde iba del uniforme, mis pensamientos se nublaron, ya nos sentía nada, mis pasos eran firmes y seguros, nada me iba a detener.

Hasta que mi teléfono celular empezó a sonar, al observar era Aurora, de nuevo, esta vez decidí contestar.

—¿Aury?

—GUS! No sabes todo lo que te extrañe y pasamos, tengo que decirte algo...

—Yo también...

—Si pero...

—Estoy en el penal, voy a matar a Alexandre

—¿Qué? No lo hagas, no eres así

—No sabes como soy...

—NO LO HAGAS PORFAVOR! tu madre te necesita

—Solo soy un problema el cual ya no esta más en sus vidas

El ruido de la radio con Valen avisando que nos habían descubierto interrumpió la llamada.

—Me tengo que ir...

—Porfavor Gus... hazlo por tu madre

—Tendrá un peso menos

—Tiene leucemia...

Aquellas palabras me dejaron congelado, me dejaron atónito, tenía ganas de llorar, aquel ser humano que era regreso, Valentina llego corriendo, mis ojos se humedecieron, volví a la realidad, estaba frente a la celda de Alexandre, llegaron policías los cuales nos rodearon, quizás pude haber escapado, pero ninguna reacción podía manifestarse, era como si mi alma hubiese abandonado mi cuerpo, sentí como aquellos policías me tumbaron al suelo al igual que a Valentina, fue cuando vi sus ojos de impotencia y desesperación, pensando en ella, mi madre, Aurora y en mi mismo tomé conciencia nuevamente, me levante y empecé a golpear a quien se atravesaba en mi camino, no era lo más prudente pero era lo primero que deseaba, nuevamente todas las imágenes de mi vida corrieron por mi mente, fue en aquel momento en el que sentí como una bala penetraba mi pecho, y así era, sabia que era mi final, los gritos de Valentina invadieron mis odios, y las voces de quienes amaba me llamaban, todo lo que había hecho, se había derrumbado, no cumplí lo que quería, y no termine mi venganza, estaba tan cerca pero... aveces lo que parece ser real, no es más que un sueño o ilusión de lo ue queremos, y lo aprendí de la peor manera, la muerte, fue algo repentino, pero no doloroso, algo inesperado, pero, no me inquietaba la idea de irme, solo debemos de saber trazar nuestro destino, y el mío no fue el mejor, entendí que la vida era como un juego de azar, una partida de poker, tenía que elegir bien tus movimientos.

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