Capítulo I

Beatriz

Había escapado de casa, esperando este momento desde hace mucho, cumplir aquella promesa de ensueño con mi novio, lo que la mayoría de personas anhelan "la independencia"; sin embargo salir de casa a los 17 años luego de una pelea con tus padres no es para nada sencillo y agradable.

A pesar de que la lluvia sea protagonista de esta noche, apresurada y podría decirse desesperada corrí hacia los teléfonos públicos, ingrese la moneda correspondiente y marque el numero de quien rezaba contestase, luego de la espera en llamada este contesta.

—hola?— la voz Franck con un tono notablemente confuso y nervioso es o que hace presencia del otro lado del telefono

—ya logre salir de mi casa, donde estas?

—Espérame en el restaurante de comida rápida que esta en la esquina del parque de tu casa— sin tiempo de una respuesta este cuelga el teléfono

...

—Se les ofrece algo de beber?— la mesera del local con una sonrisa simpática se acerca hacia nosotros.

—por ahora no, gracias— ambos sentados en una mesa lejana, no podía evitar el notar su extraño comportamiento desde que nos encontramos, capaz era porque para nuestros padres habíamos desaparecido sin aviso previo, o solamente por algún pensamiento externo.

Pasamos largo rato sentados sin ningún gesto o acción que me de alguna señal de que todo estaría bien, cada vez más angustiada y confundida de lo que estaba pasando.

Hasta lo que yo sabia, Franck ya había alquilado un departamento, él tenía 19 años, lo sé, mucha diferencia de edad, sin embargo eso me da igual, por lo tanto no encontraba el motivo por el cual nos encontrábamos estancados en este lugar.

Luego de unos 10 minuto la mesera nos indica que nos retiremos ya que el restaurante iba a cerrar, Franck sujeta mi mochila y me hace una señal indicando que vaya detrás del él, sin reproche alguno obedezco y ambos salimos, nos adentramos al primer taxi que encontramos y este nos llevo a un callejón oscuro de New York.

Aún con la lluvia cayendo sobre la ciudad y con temor a empaparme, me adentre al edificio poco cuidado que estaba en aquel callejón, Franck iba por mi delante, deteniéndose en la recepción, luego de unos segundo el anciano señor que se encontraba detrás de esta, extiende su mano para darle en su poder unas llaves, subimos las escaleras, hasta el 4to piso, ingresando en el apartamento 46 notando lo descuidado que este se encontraba, hice una mueca de desagrado con la esperanza de que Franck lo notase, pero fue en vano, ya que él se encontraba reposado en la ventana, sin importarle que la lluvia estuviese mojando su pelo y que este resbale en su alargada nariz.

—Hey!! ¿Estas bien?

—Si... si... solo...— suspira sin culminar su frase.

—Sabes que cuentas conmigo para lo que sea— reposando mi cabeza sobre su hombro.

—Tengo cáncer—revela como si se tratase de algo simple, de algún resfriado o algo por el estilo, no es egoísmo pero al parecer no tuvo empatía al momento de decírmelo de una forma tan brusca.

—que... pero... desde cuando?— No quería sonar grosera ni mucho menos agobiante pero mis nervios nublan todo pensamiento.

—ayer fui al medico, y... él dijo que ya estaba avanzado, no podría hacer nada más que disfrutar el tiempo, y decidí hacer eso contigo

Fue algo difícil de digerir, había escapado de casa y no podía volver como si nada hubiese pasado, no tenía conocimiento de cuanto tiempo estaría con Franck, no quería pensar lo peor, pero luego de que él... bueno... ya saben, ¿qué seria de mi? ¿Que haría?.

—acompáñame— Franck sujeta mi mano obligando a seguirlo hasta la azotea del edificio.

—que hacemos aquí?— Cubriendo mi cabeza con mi abrigo para evitar que las gotas toquen mi piel.

—solo haz lo que yo— sentándose en la orilla de la construcción.

No tenía ni la menor idea del porque me había traído hasta acá arriba, y aún peor, BAJO LA LLUVIA!!!... es decir, amo la lluvia, pero no me agradaba la idea de estar empapada y que se me pegue un resfriado.

—Recuerdas el día en que nos conocimos?— Ambos conectamos nuestras miradas, mi mente revive aquellos momentos tan felices y únicos, es curioso, nos encontramos en el típico escenario de un cliché popular.

—Claro... era una noche como esta, tu me atendiste aquel día en la tienda, mientra yo estaba como loca buscando el dinero para pagarte— termino de contar no sin antes soltar una pequeña carcajada —no quiero que te vayas— lo que más quería evitar era una conversación como esta, pero mi pecho no soporto más la presión liberando todos los sentimientos guardados desde aquella noticia, mis ojos se humedecen soltando lagrimas de a pocos.

—No piensen en eso, no ahora... solo deja que nuestro inicio nazca de nuevo bajo lluvia

Aquella noche fue hermosa... pero muy dolorosa, minutos después de nuestra conversación al admirar la escena de la ciudad, él cayó inconsciente de espaldas,mi preocupación se intensifica al no despertar en mis llamados e intentos de reanimarlo, con lagrimas en mis ojos llamo a una ambulancia, viendo como su cuerpo era transportado en una camilla, adentrandolo en la ambulancia...