Capítulo 6: ¡Mi pequeña Haley!
El despertador sonó y me lancé precipitadamente hacia el baño, el cansancio me embarga de los pies a la cabeza; los músculos de mis brazos queman, hago ejercicio de vez en cuando, pero, los instrumentos y los sistemas de sonido son pesados, aunque no lo crean.
Me pongo rápidamente ropa de entrenamiento, normalmente, suelo correr en las mañanas.
La casa esta en silencio, es demasiado temprano, aunque me acueste un poco tarde, me gusta levantarme antes de que los primeros rayos del sol iluminen la mañana.
Salgo y corro por el pavimento, llevo un ritmo suave, al igual que el constante golpeteo de mi corazón.
Mis zapatillas de correr golpean la acera mientras avanzo por la poco transitada calle. El silencio de la mañana me tranquiliza.
Algunos días, corro con los audífonos y la música de mi celular retumbando en mis oídos. Diversas canciones en mi lista de reproducción animandome a seguir adelante.
Una sonrisa se asoma en mis labios mientras vislumbro el sol alzándose entre los altos edificios de la ciudad. Me detengo momentáneamente y observo mientras ralentizo mi respiración.
El calor acaricia mi piel, para mi, no hay mejor manera de comenzar el día. Doy media vuelta, dándole la espalda al amanecer, y regreso a la casa de Andrew.
Por alguna razón, todavía no soy capaz de llamarla mi casa, aunque he vivido ahí durante un año.
Subo las escaleras del porche, entro en la casa y enciendo la cafetera, Andrew ama tomar café apenas se despierta, así que, cuando regreso de trotar, lo hago para él.
Me gusta hacer varias cosas en la casa, desde limpiar hasta cocinar, aunque Andrew ayuda, es mi manera de demostrarle lo agradecida que estoy por todo lo que ha hecho por mi.
Entro en mi habitación y me ducho, saco una blusa con un diseño a rayas y un short para estar en la casa.
Escucho a Andrew moverse por toda la casa mientras prepara el desayuno, abro la ventana de mi habitación y dejo que los rayos del sol entren, veo diminutas motas de polvo revoloteando en el aire.
De mi armario saco un pequeño cuadernillo de tapa verde y material grueso, tomo un lápiz y abro la página en la que escribí por última vez.
Una letra que titulé: Only mi paradise.
Había escrito un poco hace un par de días, pero no había encontrado más inspiración, simplemente, me sentía melancólica, así que aparte el cuadernillo de mi, no quería que mis letras estuvieran manchadas por la tristeza.
Sólo hay una persona rondando en mi mente, alguien que no puedo echar de ella, Jace Carter y el brillo celoso en su mirada, la sonrisas que me dedicó, quiero escucharlo cantar.
Es más, quiero cantar con él, pero eso nunca sucederá; nunca he tenido la valentía para cantar frente a alguien, sólo lo hago cuando estoy sola.
Me estiro sobre mi cama, Apoyándome sobre mis codos mientras observo el cuadernillo, recitando una y otra vez la última frase que escribí para continuarla.
En la amanecer todo desapareció...
La canción es sobre los sueños, aquellos que se convierten en realidad y otros que desaparecen cuando despertamos.
En mi paraíso, escuché tu voz,
Observé mi alrededor,
Y no pude verte,
En el atardecer todo desapareció.
Sólo mi paraíso.
Para mi, no había tristeza en ella, sólo realidad.
El sonido de la puerta de entrada cerrándose me sorprendió, también, el que Andrew no se despidiera, sacudí la cabeza y me concentre en terminar.
Cuando sonó la alarma que programe para alistarme para ir a trabajar, no pude retener la sonrisa que se formo en mi rostro y el aleteo de mi corazón.
Ignoré deliberadamente las reacciones de mi cuerpo y el motivo, hoy sus ojos ambarinos no crearían distracción para mi.
Sería un trabajo difícil, pero no imposible.
Me vestí para irme y comí algo antes de salir, caminé hasta el hotel y no me sorprendí cuando vi al mismo chico de ayer sacando la basura.
—Tocas muy bien la batería — expresé en un susurro y sé que me escuchó por la manera en que sus hombros se tensaron. Me ignoró y entró de nuevo en el local, sin mirar siquiera en mi dirección.
Tal vez no le gustaban los halagos y le hacen sentir incómodo, empuje la puerta del personal y subí directamente al décimo piso, ordenes de Kristen.
Cuando el ascensor del servicio se abrió, cubrí mis oídos ante el estridente sonido de una guitarra eléctrica, su improvisada sala de ensayos esta cerrada y el personal esta afuera moviéndose de una habitación a otra.
Veo la melena rojiza de Skyler cuando se precipita fuera de una habitación con una mueca de asco y toma una bolsa oscura de uno de los carritos de mantenimiento.
Ella no tarda en verme.
—¡Caden es un mandril asqueroso! —exclama en mi dirección y mis ojos se abren como platos.
—¡Cállate! Te despedirán si te escuchan — la reprendo mientras espero una explicación por lo que ha dicho.
Ella rueda los ojos.
—¡Con este ruido apenas entiendo lo que dices! — ella se acerca — Habían dos condones usados en el suelo de su habitación.
Hago una mueca, que poco higiénico, por lo menos, hubiera tenido la decencia de arrojarlos a la basura de su baño.
—Debe ser algo común, así debe comportarse siempre — dije aunque comprendía su reacción. Sólo esperaba que cierto chico no se comportara de esta forma.
Sacudí mi cabeza, despejando ese pensamiento, tomé algunos utensilios de limpieza y entre en otra habitación, habían un montón de envoltorios de chicle de frambuesa por todo el suelo.
También pentagramas en blanco y otras hojas arrugadas lanzadas en un rincón.
Tome una respiración profunda y empecé a hacer mi trabajo, teniendo en cuenta lo que había dicho Skyler de ser más rápida. Hoy tarde menos que ayer limpiando la habitación y eso que estaba más sucia que la de ayer.
Parecía que los chicos estaban practicando por aparte, primero oí la guitarra, luego la batería y por último un piano, esperaba con ansias escuchar la voz de Jace, pero su ensayo terminó y ellos salieron del salón, me sentí algo decepcionada.
Había terminado de limpiar tres habitaciones, me sentí orgullosa de ello, y cuando vi a los cinco, encontré al chico del chicle de frambuesa.
Jason esta masticando furiosamente una y otra vez, lo observo mientras saca un envoltorio rosa del bolsillo trasero de sus pantalones y lanza el chicle a su boca, lo fulmino con la mirada cuando el envoltorio cae al suelo.
Jace se percata de mi presencia unos segundos más tarde, su mirada se ilumina y la calidez me atrae como una polilla a la luz.
—¡Mi pequeña Haley!
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