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Capítulo 5.

Nate

Everett llegó poco después de que Seth se fue. Me asomé con cuidado a la puerta y era él. Lo llegué a ver una o dos veces en la casa cuando Seth le habló, pero nunca entablé una conversación con él. No teníamos nada en común, ni siquiera algo de qué hablar. Su vida y la mía eran completamente diferentes. Yo nací en una cuna de oro, mientras que él tuvo que salir adelante cómo la vida le dio a entender. Empezó a robar a temprana edad, no pasaba de unos cuantos dólares o comida en algún supermercado, pero después ya no era suficiente, tuvo que robar carteras y cuando se dio cuenta de que era la manera más fácil de obtener dinero lo hizo a mano armada. Una vez lo detuvieron, estuvo dos años en prisión, salió antes por buen comportamiento, pero continuó haciendo lo mismo hasta que se dio cuenta de que era bueno con las computadoras y sus amigos le enseñaron a hackear.

Se convirtió en el mejor y estaba en la mira del FBI por todo lo que hacía y sabía. O eso es lo que decía Seth. O tal vez todo lo que dijo era mentira y esa no era su vida. Tal vez mintió y nadie sabía exactamente quién era o si ese era su nombre real.

Se encontraba sentado en el sillón frente a mí. Le ofrecí algo de tomar y me pidió coñac. Llevaba el cabello un poco corto. Ojos azules y una piel pálida como si fuera un vampiro. Tenía los brazos tatuados, pero sorprendentemente las manos no, las tenía limpias por completo.

—¿Tu hermano va a tardar mucho? —preguntó tras darle un sorbo al vaso —. Ya es muy tarde.

—No sé, dijo que tenía algo que hacer.

—Me imagino. Es un hombre ocupado —observó la sala, cada esquina y cada detalle de esta.

—Lo es —fijó su intensa mirada en mí —. ¿Tú te dedicas a algo más además de lo que ya sabemos qué haces? —dejó el vaso en la mesita de la sala.

—Hago esto y aquello, ya sabes —evadió la pregunta y encogió los hombros —. Hago de todo un poco para sobrevivir. La vida no se me dio fácil cómo a ti y tu hermano —me reí.

—No todo fue fácil para Seth y para mí. Lo sabrías si me conocieras, pero cómo no me conoces no hables —hablé serio.

—¿Sabes que podría averiguar todo de ti mientras me masturbo acostado en mi cama? Pero no lo hago porque no quiero.

—No lo haces porque Seth te lo tiene prohibido. Si me investigas o sacas algo de nosotros te delata con ya sabes quién y eso no es bueno para ti. No te gustaría pasar el resto de tu vida dentro de una celda de dos por dos metros, sin poder acceder a una laptop y teniendo cómo única tecnología solo una televisión vieja que se ve en blanco y negro, ¿o sí? —estiró una sonrisa de lado, un poco forzada para ser sincero, pero la disimulaba muy bien.

—Tu hermano te ha hablado bien de mí.

—Dice que eres un patán —le dije.

—Soy eso y más —respondió. Me mostró el vaso y tuve que levantarme y servirle más coñac. Al servirle más alcohol la puerta se abrió y Seth entró. Ya era muy tarde cuando llegó a la casa y se notaba tranquilo, como si nada hubiera pasado. Solo esperaba que no lo hubiera matado y que solo le haya dejado la nariz sangrando y ya. Sería lo mejor que le pudiera suceder al oficial Murphy.

Regresé frente a Everett y Seth tomó asiento a mi lado frente a Everett. Se miraron un par de segundos hasta que mi hermano rompió aquel espeso silencio y habló primero.

—Viniste.

—Me vas a pagar muy bien cómo para negarme —lo miró mientras bebía un poco de coñac —. Dime, ¿qué quieres que haga? ¿A quién quieres que encuentre?

—Vanya Alexandra Zaitseva —Everett alzó una ceja.

—¿La hija de Víctor Zaitsev? —preguntó con curiosidad —. ¿Tú que tienes que ver con ella? —intercaló la mirada entre Seth y yo, para después formar una peculiar sonrisa en los labios —. Tú la secuestraste y ahora la quieres de regreso —dijo muy convencido de sus palabras —. Es así, ¿no?

—Si ya sabes la respuesta ¿para qué preguntas? Sí, yo la secuestré y la quiero de regreso. No me importa cuando cueste, necesito que le encuentres.

—¿Sabes quién se la pudo llevar? —indagó.

—Valerik Kuznetsov —respondió Seth de inmediato —. Él se la llevó.

—¿Estás seguro? —alzó una ceja.

—Estoy más que seguro, imbécil. Si te estoy diciendo que fue él es porque estoy seguro, por eso necesito que los rastrees y la encuentres. No deben estar muy lejos, no han pasado muchos días desde que se la llevaron —Everett exhaló.

—De acuerdo. Voy a necesitar todas las grabaciones que tienes de ellos. En algún momento se les tuvo que ver el rostro.

—Sí, a la mayoría de ellos sí. El líder de ellos se dejó ver, como si no le importara —le dije.

—Tal vez no le importa, por eso lo hace. Ya no tiene nada que perder. Es un fantasma —bebió más coñac.

Es un fantasma.

—Tienen grabaciones, ¿cierto? No creo que sean tan estúpidos cómo para tener a una mujer cómo ella secuestrada sin tenerla vigilada —nos miró a los dos.

—No lo somos —espetó Seth y le mostró la memoria con las grabaciones que Duncan me entregó y después yo le entregué a mi hermano —. Aquí está todo lo que necesitas ver —antes de entregarle la memoria añadió algo más —. Creo que deberías saber que ellos se conocen. Vanya y el tipo que se la llevó. No sabemos de donde, pero tenemos la ligera sospecha de que estuvieron juntos en un lugar que le dicen "La Fortaleza" —la expresión de Everett no me dio buena espina. Como si él supiera algo que nosotros desconocíamos.

—¿Qué sabes de ese lugar? —pregunté. Seth también notó la expresión en su rostro.

—Hay muy poca información de ese sitio. También lo he investigado y no hay mucho. Solo sé que el hombre que se encarga es un sádico. No hay pruebas de lo que hace ahí dentro.

—¿Y qué se supone que hacen ahí dentro? —indagó mi hermano.

—Muchos dicen que experimentan con los internos. A muchos de ellos se los llevaron a la fuerza, los sacaron de sus casas. A otros los engañaron diciéndoles que los iban a reformar. Funciona cómo una prisión, una clínica que trata problemas mentales y un sitio para entrenar asesinos profesionales —mi mandíbula se desencajó. Estaba sorprendido por todo lo que Everett sabía acerca de ese lugar. Y eso que según él no sabía tanto.

—¿Todo eso en un mismo lugar? —pregunté.

—La propiedad es enorme, tienen varias secciones y edificios. Nadie sospecha que ahí dentro es el mismísimo infierno —nos miró a ambos —. Alguien me dijo que ahí experimentan en las personas para crear un suero que los hace más fuertes, más veloces y resistentes. Se curan más rápido de alguna lesión o herida. Son más fuertes que el humano promedio y son más sádicos, aunque algunos pueden controlar eso más que otros.

Miré a Seth y él también me miró a mí. Ambos estábamos pensando lo mismo. A Vanya le inyectaron ese suero porque todos los síntomas que tenían los pacientes los tenía Vanya. Era más fuerte que los demás y se recuperaba más rápido de alguna herida.

—¿Ustedes saben algo? —nos preguntó y dejamos de mirarnos.

—Nada que tú no sepas. Ni siquiera sabíamos todo lo que ya dijiste —le explicó Seth —. Aquí está todo lo que necesitas saber y hay más información que tal vez te sirva —antes de entregarle la memoria le hizo una advertencia —. No busques más de lo que debes, porque para eso te estoy pagando. No quiero trampas ni juegos sucios o me voy a tener que ver en la penosa necesidad de hablar y delatarte.

La sonrisa socarrona de Everett no se borró en ningún momento, es más se ensanchó mucho más y hasta pude sentir un poco de burla en sus labios.

—No te preocupes, Seth, sé bien cuando debo callar. No quiero a un enemigo cómo tú en mi contra —se deslizó y cogió la memoria que Seth sostenía entre los dedos —. ¿Ya me transferiste?

—La mitad hoy y la otra mitad cuando termines el trabajo y ella esté aquí —le advirtió. A Everett no le pareció el trato de mi hermano, pero tampoco es cómo que tenía muchas opciones. Si quería la otra mitad del dinero tendría que hacer su trabajo por completo.

—¿Puedes intervenir un teléfono celular? —le pregunté. Everett regresó a su lugar. Ambas miradas se dirigieron a mí.

—Sí, ¿por qué? —antes de responder miré a mi hermano.

—Tengo la ligera sospecha de que Jared está haciendo las cosas mal —le dije.

—¿Y cuándo Jared ha hecho cosas buenas? —inquirió —. Hazlo —se dirigió a Everett —. Yo también quiero saber si está del lado de los rusos. Murphy me dijo que lo está.

—¿Por qué no me dijiste nada?

—Porque no sabía si debía decirte o no, pero ahora podría creerle a todos, menos a él. Sabemos que es un traidor y que nos odia —le di la razón —. Así que no dudo que tenga algo que ver con Valerik.

Yo tampoco dudaba que Jared estuviera enterado de todo y que conociera a Valerik y que todo este tiempo nos estuviera viendo la cara de estúpidos a todos. Jared nunca fue una buena persona, siempre tuvo pensamientos nocivos y actos violentos con todos, hasta con mi madre. Ella le soportó muchas cosas solo por amor y no entendía cómo es que nunca le puso un alto y aguantó tanto. No lo entendía, hasta que también me enamoré de Vanya y estuve a nada de traicionar a mi hermano por ella. Haría lo que sea que ella me pidiera.

—Si quieren que vigile a su padre les va a costar más —levanté la mirada hacia Everett y lo miré fijamente.

—Vigílalo, no importa lo que cueste —le dije.

—De acuerdo —alzó las manos y se levantó —. Voy a empezar a investigar y en cuanto tenga información les aviso.

—No demores —comentó Seth.

—No es tan fácil cómo piensas —me levanté también y acompañamos a Everett hacia la puerta —. Tengo que investigar mucho.

—Ahora le dices investigar a todo lo que haces —dijo Seth con sarcasmo.

—Es investigación —Everett se detuvo frente a la puerta y alzó un dedo —. Si a ti no te parece así, no es mi problema —sonrió y abrió la puerta —. En cuanto tenga algo les aviso —y así se alejó de la casa y subió a su moto.

Lo vimos alejarse y entramos a la casa. En ese momento Zora bajó y se acercó a nosotros. No quiso bajar porque Everett estaba aquí y tal vez no se sentía cómoda con su presencia.

Al momento de sentarme en el sillón ella lo hizo a mi lado dejando que le acariciara detrás de las orejas.

—Ya te hace falta un buen baño —ladeó la cabeza como si entendiera bien qué le decía —. ¿Crees que la encuentre? —le pregunté a Seth. Sacó su celular y empezó a buscar algo en una de las aplicaciones.

—Lo hará —levantó la mirada hacia mí —. Te lo aseguro.

—¿Y qué va a pasar cuando ella regrese? —alzó una ceja.

—¿A qué te refieres con eso? —indagó y dejó su celular a un lado.

—Ella va a tener que elegir, no entre tú y yo, entre su familia y nosotros. A eso me refiero. Tú la secuestraste, somos los hijos de Jared Beckett. No creo que ella haya olvidado todo lo que ocurrió tan solo días atrás.

—Lo sé —se pasó las manos por el cabello —. Estoy consciente de eso y sé lo que hice. ¿Me arrepiento? No, claro que no. Si no lo hubiera hecho no hubiera descubierto todo esto que ahora siento. Lo haría una y mil veces. Pero ella no tendrá que elegir, porque ya lo hizo. Nos eligió a nosotros.

—Porque estaba en tu casa y no tenía más opción que nosotros. Pero que no se te olvide que si ella regresa su padre le va a prohibir vernos.

—¿Crees que ella obedece órdenes de alguien? —negué —. No lo hace y no lo hará nunca ni porque su padre se lo pida.

—Pero...—no me dejó hablar.

—Vanya es lo suficientemente inteligente y madura cómo para saber lo que quiere y lo que no. Si ella no hubiera querido esto no hubiera sucedido. Ella lo aceptó y estuvo de acuerdo con que fuera así. ¿Entiendes?

—Sí —su expresión se suavizó.

—Ella nos va a elegir porque está igual de mal que nosotros.

No sabía si eso era bueno o malo. Al parecer a su padre no le gustó la idea de que su hija estuviera al mismo tiempo con dos hombres. Era un poco más conservador y educado a la antigua. Nadie lo veía bien, ni siquiera la sociedad. Aplauden cuando un hombre está con varias mujeres a la vez, pero repudian que una mujer esté con dos o más hombres al mismo tiempo. Lo ven aberrante y un asco. A mí me parece que son hipócritas y doble cara. Una mujer puede hacer con su cuerpo lo que le venga en gana y nadie tiene derecho a meterse en su vida.

—Debes pensar que las cosas van a salir bien. Por más oscuro que esté el túnel, siempre hay una luz al final.

—A veces es tan difícil pensar en positivo —me restregué el rostro. Zora sintió me preocupación y apoyó su cabeza en mi rodilla. Ella no lo sabía y tal vez nunca se lo dije, pero su compañía y estos pequeños gestos me hacían sentir bien.

—No te dejes vencer, Nate. Hay muchas cosas que hacer. El trabajo espera y necesitamos levantarlo a cómo de lugar. No hay tiempo que quedarnos de rodillas y esperar que los problemas se resuelvan solos. Nunca vamos a solucionar nada así. Confío en ti, Nate, en que sabes hacer las cosas. Me lo has demostrado.

—Haré lo posible...—frunció el ceño.

—Te creo —cogió su celular —. En estos días va a llegar el cargamento de armas que mandaron los mexicanos y quiero que me acompañes —asentí.

—No tengo más opción, ¿o sí? —negó y se rio. Fue imposible no reírme con él también.

—No, no tienes más opción —esperé a que respondiera un mensaje para hablar, pero él lo hizo antes que yo —. ¿Quieres comer algo? Me dio hambre la visita —se levantó y caminó hacia la cocina.

Zora y yo fuimos detrás de él y me senté en uno de los bancos de la isla. Abrió la nevera y buscó dentro. Sacó todos los ingredientes para prepararse un emparedado.

—Me voy a dormir —le dije —. ¿Crees que esta noche se pueda quedar Zora conmigo? —miré a Zora y después a Seth. No se veía muy convencido, pero aunque me dijera que no me la iba a llevar a mi habitación.

—No me queda otra opción —dijo.

Se despidió de Zora y juntos subimos a mi habitación. Al cerrar la puerta se quedó a mi lado esperando que le diera permiso de subir a mi cama.

—Sube en lo que me cepillo los dientes —le hice una seña y Zora trepó a la cama, dio algunas vueltas y se echó a dormir.

Cuando salí del baño, Zora estaba profundamente dormida. Me cambié de ropa sin hacer ruido y me metí debajo de los cobertores a su lado. Ocupaba la mitad de la cama y yo tenía que dormir en la orilla.

Miraba el techo mientras pensaba en todo lo que había sucedido, en todo lo bueno y lo malo que nos rodeaba. Quería ver a Vanya y abrazarla. Quería decirle cuanto la amaba y que era lo más hermoso que tenía en esta vida. Quería dormir a su lado y despertar apreciando su hermoso rostro.

Yo la amaba y la amaba de verdad. Lo que sentía era real y me enamoré cómo un idiota porque me aseguré que no lo haría, que no me iba a enamorar de ella. Y no porque no lo mereciera sino porque esto empezó cómo un juego y así debía terminar, pero se nos salió de las manos y todo se fue al carajo. Terminé más enamorado de lo que alguna vez me pude imaginar.

Vanya

Despertaba a ratos y volvía a quedarme dormida. Los pocos minutos al día que podía mantenerme despierta me sentía más lenta de lo normal, siendo que yo siempre he tenido una excelente salud física. Al despertar me dolía la cabeza, cansada a pesar de haber dormido tanto y mareada y esto ya no era normal. No estaba cumpliendo con mi horario de sueño, me estaba excediendo al dormir como lo hacía, pero no era mi culpa. Noah y los dos que lo acompañaban me tenían sedada todo el tiempo. No permitían que estuviera despierta un par de horas al día.

No quería saber cómo le hacían cuando tenía que ir al baño porque tampoco tomaba agua o comía algo. Ese estúpido no me quería tener despierta porque sabía que si lo estaba podía escapar de ahí y no lo iba a permitir.

Aquel día desperté y me encontré sola en la habitación cómo todos los días. Noah no venía a verme, no sabía si era porque me odiaba tanto o porque si me veía iba a querer matarme y no se lo podía permitir.

Cómo pude me senté en la orilla de aquel colchón que para ser sincera se sentía cómodo. Miré a mi alrededor y de inmediato me sentí mareada. Jalé el brazo y la bolsa con suero cayó al suelo.

—Tengo que salir de aquí —dije para mí misma.

Me levanté, pero caí sentada. No podía mantenerme en pie por mucho tiempo. Miraba la puerta, pero todo se movía debajo de mis pies. El suelo se sentía como si fuera de agua y en cualquier momento me fuera a hundir. De nuevo me levanté y arrastrando los pies avancé hacia la puerta. Cogí la manija y con las pocas fuerzas que tenía tiré hacia abajo, pero mis dedos solo se quedaron aferrados a la manija, no podía moverla.

Las piernas me fallaron y caí al suelo de rodillas. Ni siquiera los golpes me dolían, solo quería salir de ahí. Intenté impulsarme con las rodillas, pero me sentía como si mi cuerpo no quisiera reaccionar, como si me encontrara en modo suspendido. Mi mano resbaló de la manilla y quise llorar porque no podía hacer nada. Nunca podría levantarme de la cama si me mantenían sedada de esa manera.

La puerta se abrió y sentí el golpe en mi cuerpo, pero no me moví de mi lugar, no quería y no podía hacerlo. La persona que se encontraba detrás de la puerta empujó la madera con más fuerza. Me moví y caí al suelo.

—Eres estúpida —su voz era inconfundible. Parecía que estuviera enojado.

—Ya no me drogues —le pedí. No le importó, me levantó y me llevó arrastrando hacia la cama donde me acostó de nuevo —. Noah —le llamé, sin embargo, no obtuve respuesta —. Sabes que si no estuviera así te rompía la cara —se rio de mi comentario.

—¿Eso crees? ¿Que si no estuvieras drogada me rompías la cara? —me miró de reojo —. Ya no soy el mismo de antes —recogió el suero que había caído al suelo y lo colocó en su lugar en lo alto.

—Yo tampoco soy la misa y estoy segura de que si estuviera en mis cinco sentidos podría romperte cada hueso de tu asqueroso y podrido cuerpo.

No tomaba en serio mis palabras, como si en lugar de estar hablando con él, estuviera hablando con la pared. No me miraba a la cara porque estaba ms concentrado en asegurarse de que la gotita del suero estuviera cayendo. Jaló el cobertor que usaba para cubrirme del frío y me lo arrojó en la cara.

—Cierra la boca y no seas estúpida. Te conviene no hacerme enojar porque soy capaz de hacer lo que sea —en ese momento su celular timbró, lo sacó del bolsillo de su pantalón de cargo. Me quité el cobertor y me cubrí el cuerpo. Sin mirar la pantalla respondió, como si ya supiera quién le iba a llamar —. Hola —cerré los ojos, fingiendo que estaba dormida para escuchar todo lo que decía.

¡Hermanito! —un saludo en forma de chillido se escuchó del otro lado.

—Hermanita —dijo Noah con voz apagada y más serio.

¿Hermanita?

¿Dónde está ella? —estaba tan cerca y yo tenía el sentido del oído tan desarrollado que podía escuchar a la mujer del otro lado de la línea.

—Aquí está. En este momento duerme.

¿No te ha dado problemas?

—No, por eso está sedada, para que no me dé problemas.

Tú la conoces mejor que yo —hizo una pausa —. Debes tenerla preparada para cuando nos llamen y nos digan que todo está listo. Vas a tener que dejar de drogarla. Puedes con ella, ¿no? Solo no maltrates el producto.

¿El producto?

Hablaban de mí como si no estuviera presente y como si solo fuera un pedazo de carne sin opinión, derechos ni sentimientos. Hasta el pedazo de carne tenía más derechos que yo.

—¿Crees que esto tarde mucho? Me quiero ir de aquí.

Va a tardar unas semanas más. Sabes que para que los documentos salgan con otro nombre tardan mucho.

Iban a sacar documentos nuevos con otro nombre para poder sacarme de aquí. Querían llevarme a otro sitio donde nadie me pudiera encontrar, pero ¿para qué? ¿Qué iban a hacer conmigo?

—De acuerdo —exhaló Noah resignado —. Pero dile a tus hombres que se apuren, no quiero estar más aquí.

Están alejados de todo. No hay civilización donde se encuentran. Nadie sabe donde está.

—Los hermanos Beckett no van a tardar en venir por ella. Entre más tiempo la tengamos aquí más riesgo corremos de que la encuentren —hizo una pausa —. Nina, por favor, dense prisa.

Hacemos lo que podemos, hermanito. No me apresures. Te tengo que dejar. Me avisas si necesitan algo.

—Nos vemos pronto.

Noah colgó y giró hacia mí. Mientras hablaba me daba la espalda.

—Sé que estabas escuchando —abrí los ojos y lo detallé. Me arrepentía por haber confiado en él y enamorarme de la manera en que lo hice. Me sentía tan estúpida por esperar por alguien a quien claramente no le importaba, nunca le importé.

—¿Qué van a hacer conmigo? —le pregunté sabiendo bien que no me iba a decir.

—Es una sorpresa —se acercó para revisar el suero.

—Dime —le exigí.

—No estás en posición de pedir nada. No te voy a decir por más que me lo pidas. Ya lo sabrás a su tiempo —guardó el celular y se alejó para salir.

—No me puedes tener drogada todo el tiempo. Cuando esté bien voy a escapar —se detuvo frente a la puerta y me miró.

—Inténtalo y no me va a importar matarte.

—Te meterías en problemas.

—¿Crees que eso me importa? No, no me importa meterme en problemas si te conviertes en uno. Más que te vale que ni siquiera pienses en la posibilidad de intentar escapar, no vas a encontrar nada más que árboles y mucha nieve. Aquí no hay nada —sentenció y salió sin permitirme hablar.

—Maldito bastardo —mascullé.

Me acomodé para descansar y acostumbrar a mi cuerpo a las altas dosis de sedantes que me administraban día con día. No podían mantenerme así todo el tiempo, en algún momento iban a tener que quitarme los sedantes y cuando lo hicieran me darían de comer, recuperaría fuerzas y escaparía de este horrible lugar. Pero antes de eso, le arrancaría los dedos a esa perra. Nadie tocaba a Nate sin mi consentimiento y se salía con la suya.

Me quedé profundamente dormida una vez más. Los párpados me pesaban y mi cuerpo no tardó en ceder al fuerte sedante. Esta vez se aseguraron de que la dosis fuera más fuerte que las anteriores.

Busqué en mi cabeza entre todos los recuerdos que tenía con Noah. Recordaba que alguna vez habló de su familia, aunque no dio muchos detalles, pero dijo que tenía una hermana. No decía su nombre, pero se expresaba muy bien de ella. Decía que era muy inteligente y que tenía problemas con su padre, no se llevaban bien. Al parecer había algo muy turbio en esa familia.

—¿Tienes hermanos? —me preguntó Noah. Era uno de esos días en los que nos escapamos fuera de La Fortaleza. Noah había encontrado un pequeño hueco en una de las paredes, así que aprovechamos para escapar de vez en cuando. Los edificios eran tan grandes y había tanto espacio que no siempre tenían bien vigilado.

—Tengo un hermano de sangre, Misha —mordí el chocolate que Noah se había robado de una de las guardias —. Y dos hermanos adoptivos —lo miré —. ¿Tú tienes hermanos? —asintió.

—Una hermana —una sonrisa se dibujó al hablar.

—¿Te llevas bien con ella?

—Sí, somos muy unidos y nos llevamos bien. ¿Cómo te llevas con tus hermanos?

—Bien —miré mis dedos y la barra de chocolate —. También somos muy unidos y nos queremos mucho.

—Yo también quiero a mi hermana. Hemos pasado por mucho —musitó. Pude detectar una nota de nostalgia en su voz.

—Te entiendo. Las familias no son perfectas —por primera vez me miró a los ojos.

—Tu familia lo es —dibujó una tímida sonrisa en los labios —. Tus padres te quieren, te cuidan y te aceptan.

—No lo somos, cómo todas las familias también tenemos problemas y discutimos.

—Pero están juntos —le sonreí con tristeza. Cada una de sus palabras eran el reflejo de su alma, de cómo la vida había sido muy injusta con él y que su padre no era nada compasivo con ellos —. V —levanté la mirada de la barra de chocolate a sus intensos ojos.

—Dime —cogió mi mano y dejó una suave caricia en el dorso.

—¿Me quieres? —me atraganté con mi saliva.

Nunca había pensado en lo que sentía o no por Noah, aunque cuando estábamos juntos me hacía sentir diferente. Algo revoloteaba dentro de mí. Como si tuviera mariposas en el estómago.

—Yo...—me mojé los labios —. Te quiero —evité mirarlo un par de segundos —. ¿Tú me quieres? —asintió. Esa fue la única respuesta que obtuve de su parte.

—Creo que debemos regresar —habló. Se terminó el chocolate y guardó la envoltura dentro del bolsillo de su pantalón —. Se van a dar cuenta de que no estamos y cuando regresemos nos va a ir muy mal —me quise levantar, pero Noah no dejó que lo hiciera. Cogió mi mano y por el movimiento tan brusco mi pecho chocó contra su pecho. Agaché la mirada y evité mirarlo porque me delataría de lo que estaba sintiendo. Mi estómago parecía un nido de aves, todo revoloteaba dentro de mí —. V...—cogió mi barbilla poniendo dos dedos debajo.

—Sí —levantó mi barbilla y con ello la mirada hacia su rostro.

—¿Por qué no me miras?

—Lo hago —musité. Ni siquiera podía pensar con claridad. Todo era confuso y aterrador.

—Me evitas.

—No lo hago —frunció el ceño.

—Lo haces, ¿por qué? —me aparté para estar lo más lejos que se pudiera.

—Me gustas mucho y te quiero. Me siento diferente cuando estoy a tu lado y eso no me gusta. Y no me preguntes por qué, ni siquiera yo lo sé. No sé cuando te empecé a querer porque eso está prohibido aquí y si lo saben nos puede ir muy mal. Pero no pude evitarlo —hablaba tan rápido que no entendía cómo no se me trababan las palabras al decirlas —. No quiero que sientas lástima por mí ni nada de eso. No la necesito. Ya te dije lo que siento y tú sabrás lo que haces con lo que ahora sabes.

—V...—intentó hablar, pero no le di oportunidad para que lo hiciera. No quería escuchar cómo me rechazaba y tampoco quería que me rompiera el corazón.

—Vámonos, nos van a buscar —pasé a su lado, pero me agarró del brazo tan fuerte que detuvo mi andar. Me jaló a su lado y fue ahí cuando apretó sus labios a los míos.

Era mi primer beso y mi primera reacción fue abrir los ojos de par en par. Incrédula a lo que sucedía. Noah movió sus labios sobre los míos. Nunca había besado a nadie y tenía miedo de no saber cómo hacerlo. Vi muchas películas donde los protagonistas se besaban, pero una cosa era la teoría y otra la práctica y yo no tenía nada de práctica en esto. No quería que Noah pensara que era una perdedora por no saber besar, pero al ser el primero era lógico no saber hacerlo.

Temerosa moví los labios al mismo ritmo que los suyos. Su lengua se deslizó entre mis labios abriéndolos a su paso para después introducirla por completo dentro de mi boca. Cerré los ojos al sentir su cálida lengua rozar la mía, pero me dejé llevar al sentirlo por completo. Llevó sus manos a mi cintura y sus dedos se hundieron en la tela de mi ropa. Sentí un cosquilleo en todo mi cuerpo, como si algo se hubiera encendido en mi interior.

Mis manos se posaron en su pecho y las suyas subieron a esa altura para tomarlas. Lo besé intensamente, con todo mi ser y con todo lo que sentía por él. Estaba tan enamorada que hubiera dado la vida por él para que jamás tuviera que pasar dolor o sufrimiento. Hubiera hecho lo que sea para que estuviera bien. Lo amaba tanto que lo puse en un altar sin darme cuenta de que tenía al enemigo frente a mí y que me estaba condenando por estos sentimientos.

Fue mi primer amor y mi primer beso. Ahora lo odiaba tanto que me sentía una estúpida por lo que un día llegué a sentir por él. Me detestaba a tal punto de arrepentirme de todo lo que vivimos y todo lo que hice por él. Más de una vez me castigaron por ayudarlo y por vernos hablar. Ahora me arrepentía de las estúpidas decisiones que tomé al creer que estaba enamorada. No lo estaba. Solo fue un estúpido enamoramiento. El verdadero amor lo sentí cuando me enamoré de Nate y de Seth. Lo que yo sentía por ellos sí era amor, intenso, verdadero, mutuo, egoísta y cruel. Lo sentía en cada parte de mi cuerpo. En cada respiración y cada vez que cerraba los ojos y pensaba en ellos.

El amor por ellos y mi venganza me mantenían en pie y me gritaban no desistir y continuar luchando hasta el último día. Un día saldría de aquí y cuando lo hiciera los que ocasionaron esto pagarían con su vida por el daño que me estaban provocando. No tendría piedad de ellos, ni siquiera de Noah. Cualquier migaja de lo que un día llegué a sentir por él había muerto. Sería letal y sin piedad. Le haría pagar sin dudarlo. 


💣💣

¡Hola!

Espero que les haya gustado el capítulo

Solo quiero decirles que Irina tendrá mucho protagonismo en este libro y que después de terminar con esta trilogía tengo pensado escribir su libro, pero no estará disponible aquí por los temas a tratar. Me está gustando la idea de escribir un libro de Everett, pero sería muy crudo y tal vez no les guste por lo que voy a escribir en él.

Este es el último capítulo que subo por aquí. Quiero tomar la oportunidad de vender este libro y los que siguen en otra plataforma donde puedo obtener dinero de lo que me gusta hacer.

Espero que me vayan a seguir por allá para seguir leyendo la historia de estos tres loquitos.

Si alguien está interesada en saber donde lo pueden leer escríbanme a mi Instagram, porque aquí no puedo decirles.

Muchas gracias por todo.

Para avisos y adelantos mi Instagram:

elena_santos.92

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