Capítulo 12.
Cami
Me sentía más tranquila al saber que Vanya estaba de regreso y que a pesar de todo se encontraba "bien". Aun así estaba preocupada por todo lo que tuvo que pasar en ese lugar donde la tuvieron poco más de un mes. Estaba golpeada, deshidratada y con una costilla rota.
No me podía ni imaginar lo que le hicieron y todo lo que tuvo que vivir al lado de ese psicópata. Ojalá que esta vez sí estuviera muerto si no su muerte estaba muy, muy cerca. Víctor se iba a encargar de matarlo por todo lo que le hizo a su hija.
—Deberías ir a dormir —dijo Vera a mi lado.
—Tú también deberías ir a dormir —le sugerí. Ella negó mirando a Víctor que venía caminando con un vaso con café en la mano —. Víctor no quiere irse hasta ver a Vanya.
—Esta noche no la vamos a ver. Ella necesita descansar al igual que ustedes —palmeó mi mano y me regaló una suave sonrisa, pero su mirada tenía un deje de melancolía que era tan notable para quienes la conocíamos a la perfección —. Ya no se va a ir, no la van a alejar de nuestro lado —le aseguré.
—Ellos la quieren mucho, ¿no es así? —por un segundo me sentí confundida ante sus palabras —. La han de querer tanto que no les importó arriesgar su vida con tal de traerla con nosotros. Aun sabiendo que eso implicaba tener que enfrentarse a Víctor.
—No sé qué tanto, pero sí, la quieren demasiado.
Vera soltó una risita irónica y negó con la cabeza.
—Qué ironía —exhaló —. Mi hija enamorada de los dos hijos de nuestro enemigo —me miró —. Quien lo iba a decir.
—El destino puede llegar a ser incierto —apretó mi mano y así se mantuvo por un buen rato. Víctor regresó y se sentó a nuestro lado. Vera se levantó y les pidió a Billy y Alek que fueran a descansar. Ambos se estaban quedando dormidos en las sillas.
A regañadientes, pero hicieron caso y cada uno se fue a descansar. Mi hermano me pidió irme con ellos, pero me negué a dejar a Vera y Víctor solos, aunque ellos también me pedían irme. No quería dejarlos aquí sabiendo lo preocupados que se encontraban por Vanya.
Pasamos toda la noche en el hospital, menos mal que había una sala donde mos quedamos a dormir en unos sofás que no estaban para nada incómodos. Al menos no dormimos en las incómodas sillas. Al despertar Vera y Víctor no estaban. Salí de aquella sala y me dirigí a la sala de espera donde me recibieron con una gran sonrisa.
—Buenos días —los saludé a ambos.
—Buenos días, mi amor —dijo Vera —. No te quisimos despertar —me sonrió.
—¿Por qué no van a desayunar a la casa? Se dan una ducha y regresan. Yo me quedo.
—No estoy seguro —habló Víctor —. Mejor ve tú a descansar —negué.
—Vayan ustedes y si llega a suceder algo les aviso de inmediato —compartieron una mirada y terminaron aceptando.
—De acuerdo, pero no nos vamos a demorar —puse una mano en el hombro de Vera.
—No hay prisa. Me quedo aquí y cuando regresen me voy —les sonreí para verme más convincente.
—De acuerdo —dijo Víctor —. Lo que sea que suceda nos avisas —señaló.
Nos despedimos y bajé con ellos para pasar a la cafetería del hospital y comprar un café. Tenía el estómago vacío, sin embargo, no quería comer nada después de todo lo que vi en ese lugar. Solo me apetecía beber algo para pasar el trago amargo.
Al subir me encontré en la sala con una enfermera que llamaba a la familia de Vanya. Me acerqué de inmediato y quedé frente a ella.
—Soy su hermana —le dije. Me miró dudando de lo que dije —. Soy adoptada —le aclaré.
—La señorita ha despertado. Puede pasar a verla.
—Gracias —la seguí por el pasillo y giramos a manos derecha. Continuamos de largo y nos detuvimos frente a una puerta que abrió y empujó.
—No la altere por favor. Si necesita algo nos avisa —asentí y entré. Vanya se encontraba despierta, pero estaba acostada en la camilla.
—Vanya —mi voz tembló. Ella giró la cabeza y me sonrió al verme.
Vaya. Se veía tan diferente a cómo la vi la última vez. Todo en ella era distinto. Su cabello, su rostro, su mirada. Algo malo le hicieron para que ahora se mirara así.
—Cami —se intentó sentar, pero le costó hacerlo, así que me apresuré dejando el vaso de café en la mesita y le ayudé a acomodarse. Puse las almohadas más arriba para que se recargara —. Gracias —tenía un catéter conectado al brazo izquierdo.
—¿Cómo estás? ¿Necesitas algo?
—Me siento mejor, gracias por preguntar. Solo quiero agua —cogí la jarra y serví un poco en un vaso. Me senté a su lado para ayudarle a tomar agua. Me hizo una seña y aparté el vaso de sus labios. Vanya soltó una exhalación, como si hubiera estado necesitando de esa agua desesperadamente.
—Tus padres se acaban de ir. Fueron a darse una ducha —cuando iba a sacar el celular me detuvo poniendo una mano en mi brazo.
—Deja que vayan a descansar. Después les llamas —asentí y guardé el celular —. ¿Cómo están las cosas por aquí? ¿Noticias nuevas? —exhalé.
—No ha pasado mucho, pero sí algunas cosas —sonrió.
—Cuenta el chisme.
—Alek se fue a vivir con Eli —abrió los ojos de par en par —. Sí, yo tampoco lo creía.
—Me alegro por él —dijo sincera.
—¿Tú, cómo estás? —puse mi mano encima de la suya con delicadeza —. No me quiero ni imaginar por lo que tuviste que pasar.
—Estar con los hermanos no fue tan malo —confesó —. Al principio lo fue. Estar en esa casa sin ver a nadie, sin poder salir ni siquiera al jardín. Pero después...—hizo una pausa —. Me enamoré.
—¿Te enamoraste de los dos? —asintió —. ¿Qué? —parpadeé.
—No era mi intención, pero sucedió —pasó saliva —. Vivimos muchas cosas estando encerrada. Y no, no es síndrome de Estocolmo —aclaró antes de que abriera la boca. Me conocía perfectamente y sabía lo que iba a decir.
—¿Cómo sabes que no lo es? —pregunté.
—Solo lo sé y ya.
Me removí en mi lugar un poco incómoda por lo que iba a preguntar, pero tenía que hacerlo y saber si ese bastardo la lastimó de alguna manera.
—Seth...—me mojé los labios —. ¿Acaso él te hizo daño? —me miró fijamente.
—No. Nunca me puso una mano encima de ninguna manera que yo no quisiera —aclaró —. Me secuestró, sí, pero de ahí en fuera jamás me lastimó.
—Víctor no está nada contento con eso. No lo ha dicho, pero...—me rasqué la mejilla —. No está feliz con esa "relación" —miró hacia el otro lado y me miró de nuevo —. ¿Qué vas a hacer con eso? ¿Cómo lo vas a sobrellevar?
—No tengo ni idea, pero no quiero pensar en eso en este momento. Sé que en algún momento lo tendrá que entender —apreté su mano.
—¿Crees que algún día lo acepte?
—Tendrá que hacerlo —musitó. Se acomodó de lado y cerró los ojos un momento —. No me siento bien —pasé mis manos por sus piernas.
—Cuando llegaste estabas deshidratada, mal nutrida y con una costilla rota —volvió a cerrar los ojos una vez más, pero esta vez los mantuvo más tiempo cerrados. Creo que estaba recordando algo —. ¿En qué piensas? —no respondió al instante. Se tomó unos minutos para hacerlo.
—Estando encerrada en ese lugar estábamos Noah, Artem y yo. Noah se vengó de mí de algo que no le hice.
—¿Noah y Artem? —asintió.
¿Cuál de los dos sería mi acosador?
—Noah me trató mal todo el tiempo. Me golpeaba, me dejaba sin comer y cuando lo hacía solo me daba una comida al día. Me tuvo sin bañar desde que me llevó a ese sitio hasta el día que me rescataron. En una ocasión me escapé, pero no llegué lejos y me encontraron. Me disparó con una pistola eléctrica y me golpeó hasta el cansancio, ahí me rompió la costilla —pasé saliva —. Artem me cuidó todo ese tiempo y lo hizo ante los regaños de Noah.
—¿Qué sucedió con Artem?
—Murió. La última vez que lo vi tenía una bala en la frente. En otra vida hubiera recapacitado y estuviera vivo —abrió los ojos. Su mirada triste me hizo sentir mal.
—Vanya...—apretó los ojos derramando lágrimas que mojaron sus mejillas.
—No le hice nada. Yo lo amaba y él me rompió. Ni siquiera Seth se atrevió a tanto —se llevó una mano al vientre —. Mató a nuestro bebé —abrí los ojos de golpe.
¿Qué?
—Él lo mató sin compasión y no le importó que le suplicara que no lo hiciera. Mató a nuestro bebé y espero que esta vez sí esté muerto porque si no lo está yo misma voy a acabar con él —su mirada era dura y cargada de ira.
—Ese sujeto estuvo acosándome mientras tú estabas con los Beckett. Es un maldito enfermo —asintió y se limpió las mejillas.
—Más le vale estar muerto —masculló —. Porque el día que lo tenga en mis manos lo haré sufrir cómo él lo hizo conmigo.
—Cuando Seth lo sepa —se hizo un ovillo y empezó a llorar desconsolada.
—Va a querer matarlo.
—Y bien que lo tiene merecido —le dije.
—Lo odio. Lo odio tanto —sollozó —. Necesito un abrazo —no dudé en acostarme a su lado y abrazarla para hacerla sentir mejor.
—Lo siento tanto —musité —. No merecías nada de lo que él te hizo —sus hombros temblaban y sollozaba con dolor.
—Solo abrázame —pidió.
Me partía el alma verla en ese estado. No soportaba verla así y no poder hacer nada. Solo podía consolarla y estar con ella en este momento en el que más me necesitaba. Me quedé con ella a su lado abrazándola mientras ella lloraba y sacaba todo el dolor y la rabia que la consumía. Tenía que sacarlo todo para poder estar en paz, aunque sea por un momento.
Vanya
El llanto estaba limpiando mi alma y se llevaba todo lo malo que sentía en ese momento. Juré que no volvería a llorar por culpa de ese estúpido que no lo merecía y lo iba a cumplir. Noah no merecía nada más que mi odio y mi sed de venganza. Si no estaba muerto pagaría con sangre lo que me hizo y desearía no haber nacido.
Al despertar Cami ya no se encontraba a mi lado, sin embargo, mis padres no estaban en la habitación. No quería que me vieran en ese estado tan deplorable del que me sentía avergonzada. Estaba rota y débil. No pensaba en nada más que no fuera mi venganza y cómo la llevaría a cabo. Todos pagarían y nadie se salvaría de mi implacable venganza.
Me levanté de la camilla y fui al baño. Al regresar me quedé mirando a través de la ventanilla. Estaba de regreso en la ciudad. Mi ciudad. Me apoderaría de todo sin importar a quién tenía que matar para conseguirlo. Valerik y la perra de su hija se iban a arrepentir por meterse conmigo.
—¡Vanya! —escuché a mi madre y giré a verla. Detrás de ella se encontraba mi padre, pero fue mi madre quien se acercó rápidamente a abrazarme. Correspondí a su abrazo y nos fundimos juntas en un reconfortante abrazo que me derritió y me hizo sentir un poco mejor —. Mi niña hermosa —pasaba las manos por mi cabello.
—Mama —sollocé.
—Estás aquí —asentí.
—Estoy aquí —musité. Mi madre se soltó a llorar —. Papa —se acercó y nos abrazó a las dos juntas.
—Mi princesa —dijo mi padre —. Han pasado meses desde que nos vimos. Ya tienes veinticuatro años —en ese momento ni siquiera recordaba que en algún momento cumplí veinticuatro años.
—Feliz cumpleaños —murmuró mi madre.
—Feliz cumpleaños, printsessa —me felicitó mi padre.
—Gracias —les dije a ambos.
Nos separamos lentamente y me miraron por interminables segundos.
—Estoy bien —les dije —. Tal vez no lo parezca, pero estoy mejor que ayer.
—Valerik va a pagar por lo que te hicieron —cogió un mechón de mi cabello y lo pasó detrás de mi oreja —. Esto no se va a quedar así.
—Yo también quiero mi venganza —los miré a ambos —. Quiero que Noah pague por lo que me hizo.
Aún me sentía cansada y adolorida, así que me acosté de nuevo en la camilla mientras mis padres se sentaron a mi lado.
—¿Quién es Noah? —preguntó mi madre.
—Lo conocí en La Fortaleza. Nos hicimos amigos en ese lugar y compartimos muchas cosas juntos. Él salió antes que yo y cuando salí lo busqué, pero nunca encontré una pista que me llevara a su paradero. Creí que estaba muerto, pero no fue así —solté una risita irónica —. Claro que no —observé mis desgastadas y maltratadas uñas —. Solo estaba huyendo de mí para que no lo encontrara. Valerik le ordenó encontrarme y llevarme a ese lugar para después sacarme del continente. Me iban a vender para prostituirme —los miré. Mi madre se encontraba impactada y mi padre molesto.
—¿Iban a hacer qué? —preguntó él, perplejo.
—Me iban a vender y si no es por los hermanos, lo hubieran hecho y hubiese sido más difícil para mí poder escapar. Ustedes lo saben —solté una exhalación —. Una vez intenté escapar y me golpeó hasta que se cansó. Es una bestia.
Dudé mucho en decirles que estuve embarazada y que el hijo era de Seth. Ellos no estaban de acuerdo con eso, no querían que yo tuviera algo que ver con los hermanos Beckett, pero no podían evitar que yo sintiera lo que sentía. Los amaba y nada podía cambiarlo.
—Estoy de acuerdo en que hicieron algo bueno, pero no los quiero cerca —aclaró mi padre —. Te secuestraron.
—No. Seth me secuestró.
—¿Y eso cambia algo? —preguntó mi padre —. Te secuestró y su hermano estuvo de acuerdo con eso. Pudo decirnos que su hermano te tenía en su casa, pero no lo hizo.
—Solo fue leal con su hermano —el rostro de mi padre se descompuso con cada palabra.
—Vanya...—mi madre intervino antes de que las cosas se salieran de control.
—Cariño —cogió su mano —. No es momento de discutir. Ya habrá tiempo para eso, pero ahora no —mi padre asintió.
La puerta se abrió y una enfermera entró con una bandeja en las manos.
—Es hora del almuerzo —jaló la mesita y la acomodó a mi lado dejando la bandeja con los alimentos —. Procura comer todo, lo necesitas —me regaló una bonita sonrisa y se retiró cerrando la puerta.
—¿Saben cuando salgo del hospital? —les pregunté.
—No nos han dicho, pero me imagino que pronto —respondió mi padre. Se levantó y sacó su celular —. Mientras comes voy a asegurarme que todo esté bien —asentí, pero no entendí a qué se refería.
Cuando salió se lo pregunté a mi madre.
—¿A qué se refiere?
—Ordenó mantener vigilado el hospital mientras estás aquí. No quiere que te lleven de nuevo. Hay que entenderlo —asentí y me dispuse a comer.
La verdad es que la comida no se veía apetecible, pero tenía que alimentarme bien si quería salir del hospital lo más pronto posible y no quedarme aquí más días por no obedecer.
—Lo que dije...—mi madre me detuvo.
—No tienes que darme explicaciones. Intento entenderte y lo hago. Quiero hacerlo. Es difícil, pero lo intento.
—Lo sé.
—Tu padre va a terminar aceptándolo si es que esto es lo que quieres en verdad —probé un poco de la sopa de verduras con pollo y no estaba tan mal, aunque le hacía falta un poquito de sal.
—¿Eso crees? —bebí un poco de té.
—Estoy segura. Te ama —sonrió —. Eres su hija. Le está costando aceptarlo, pero hace el intento aunque le duela.
—No quería esto —le dije.
Tal vez ya lo había dicho al decirle a Cami, pero tenía que aclarárselo a mi madre. Nunca quise esto. Nunca me hubiera imaginado que esto me pudiera suceder a mí.
—Te lo aseguro —la miré fijamente a los ojos. Los suyos eran tan claros, con una mirada expresiva. Se veía confundida, y quien no lo estaría ante una situación así, yo lo estaba —. Solo sucedió.
—¿Cómo? —preguntó trémula. Seguí comiendo, aunque mi estómago lo resentía.
—La convivencia y los tratos —musité.
—¿Él te llegó a golpear?
—No —respondí de inmediato —. Nunca me puso una mano encima —me limpié los labios con la servilleta.
—¿Su hermano? —negué rápidamente.
—Nate es un ángel.
—¿Por qué no denunció? Fue cómplice de su hermano.
—Tenía miedo y yo...
¿Cómo le decía que al principio jugué con él para salirme con la mía, pero que todo se complicó cuando me enamoré? ¿Lo iba a entender siquiera?
—No lo culpes a él, quien tiene la culpa de todo es Seth y ya lo perdoné —abrió los ojos de par en par, sorprendida por lo que dije —. Mama —cogí su mano y no la apartó, dejó que la tocara —. Me enamoré y sé que mi padre no lo va a aceptar y que tal vez me odie por sentir lo que siento, pero...
—Tu padre nunca podría odiarte por lo que sientes. Él te ama, al igual que ama a tus hermanos —sentí un nudo en la garganta —. Solo dale tiempo para que lo entienda y terminará aceptándolo.
—¿Y si nunca lo acepta? —apretó mi mano para darme más seguridad.
—Lo hará, yo sé que lo que te digo.
Terminé de comer y mi mare quitó la bandeja para que pudiera recostarme a gusto.
Sentí un ligero mareo y mejor me acosté para descansar. Apoyé la cabeza en la almohada mirando a mi hermosa madre.
—Tú lo conoces mejor que nadie.
—Llevamos muchos años de casados, cariño. Nunca terminas de conocer a las personas, pero tu padre es cómo un libro abierto para mí.
—¿Lo conociste cuando eran adolescentes? —asintió.
—Era un chico rebelde, hijo del mayor mafioso en Rusia. Me atrajo, pero sabía que no me podía acercar a él porque nuestros padres tuvieron sus rencillas y no se llevaban bien.
Siempre me gustaba escuchar la historia de cómo mi madre se enamoró de mi padre.
—Antes de saber que era hijo de tu abuelo ya me gustaba, pero cuando él se encargó de informarles a todos de que tu padre era su heredero todo cambió. Mi padre me prohibió dirigirle la palabra y estar cerca de él.
—Pero el abuelo también pertenecía a la mafia.
—Lo sé. Pero tenía sus ideas.
Lo mismo que me estaba sucediendo a mí en ese momento le sucedió a mi madre cuando ella era adolescente.
—Decía que de seguro Víctor era cómo su padre. Tuvo muchas mujeres y a ninguna le fue fiel, por eso tu padre e Iván son hijos de diferentes mujeres, porque no podía mantenerse fiel a nadie. Era un ojo alegre —le sonreí —. Pero se hizo cargo de sus dos hijos y los educó cómo a él le hubiera gustado ser educado. Tu abuelo podía ser un mujeriego, sin embargo, fue un buen padre.
—Eso habla bien de él —asintió.
—Era un patán. Pero fue un buen padre que siempre le dio todo a sus hijos hasta el día de su muerte.
Eso me hizo cuestionarme si Seth sería así cómo mi abuelo que era un imbécil con los demás, pero con sus hijos fue el padre más amoroso, tierno y comprensivo que existía. Se desvivió por ellos y aunque nunca tuvo una excelente relación con las madres de sus hijos hacía de todo para llevarse bien con ellas y que ellos crecieran con ambos padres presentes.
Por inercia me llevé una mano a la altura del vientre y solté una exhalación. Nunca lo iba a saber, perdí a ese bebé por culpa de Noah.
Miré a mi madre y aparté la mano. No tenía ni idea si ella sabía que estuve embarazada, si es que el doctor se los dijo, aunque no lo creía porque de ser así mi madre me lo hubiera dicho. Ella no se iba a quedar callada.
—Te ves cansada —habló mi madre tras un largo silencio que inundó la habitación.
—Aún me duele el costado —me toqué la zona donde me dolía y no es que fuera un dolor insoportable, pero me molestaba.
—Deberás estar unos días en el hospital para que te recuperes.
—Quiero recuperarme en mi casa, con mis perros —me quejé.
—Mi amor, debes obedecer —llevó la otra mano a mi mejilla para apartar mi cabello de mis mejillas —. Tienes que estar aquí unos días más. Estás débil por no alimentarte cómo es debido. No sé qué te hicieron en ese lugar.
—No quieres saberlo, mama.
—Pero ya estás aquí —sonrió —. Y ahora te vamos a cuidar cómo es debido —exhalé.
—Mi padre no va a dejar que los vea, cierto —asintió muy a mi pesar.
—No los quiere ver aquí —sentí un dolorcito en el pecho.
Me dolía no poder verlos estando en el hospital, pero tenía que ser paciente y saber esperar. Un día iba a salir de aquí y mi padre no me iba a tener encerrada en la casa todo el tiempo.
Mi padre tenía que entender que esto que sentía era real y que no podía hacer nada en contra de ello. Un día simplemente iba a suceder lo inevitable y quería que estuviera ahí para cuando diera ese gran paso. No me gustaría que se alejara por esto. Solo que lo entendiera.
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