
Capítulo 4
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El enfrentamiento se había dirigido al bosque, pues aquellos hombres nos habían encontrado y ya no era seguro dirigirse por el camino planeado.
Tenía que buscar una alternativa para poder llegar al palacio.
Intentábamos escabullirnos entre la naturaleza y encontrar a toda costa un lugar para protegernos, pero para nuestra mala suerte habíamos sido vistos y la única opción que quedaba era huir de la muerte.
Mientras más nos adentrábamos en el bosque, mayor era la posibilidad de perdernos, puesto que la oscuridad no ayudaba mucho en el camino y la adrenalina no dejaba para nada pensar con cierta claridad. El temor de ser atrapados era evidente, cada que pasaban los segundos aquellos hombres se aproximaban más hacia nosotros, tanto que creía sentir que estaban a pocos metros de alcanzarnos.
Las flechas volaban en el aire a nuestra dirección y caían en diversos lugares, algunas las llegué a sentir tan cerca que rozaron mi piel. Hacía lo posible para predecir su dirección utilizando mis sentidos como lo había practicado con el Rey, en una de nuestras tantas clases de defensa personal, y poder esquivarlas con éxito o al menos sin que me causaran mayor daño.
Cada que podía, buscaba la oportunidad para responder al ataque, al igual que mi acompañante, pero la suerte no estaba de nuestra parte. Obligadamente tuvimos que detenernos en el camino debido a que los hombres de Restba, a quienes habíamos enfrentado en todo el trayecto nos habían acorralado.
Convirtiéndose así, un árbol como el único escudo que se interpusieran entre nosotros y la muerte.
— Su Alteza — susurraba el muchacho dirigiéndose con respeto — nos ganan en número — decía con preocupación — le imploro que pase de mí y se ponga a buen resguardo — continuaba mientras terminaba de lanzar una flecha que caía directo a uno de los hombres de Restba.
"En el blanco" pensé victoriosa al escuchar como alguien caía contra el suelo.
Procurábamos hacer lo más factible para retenerlos por mucho que insistiéramos, cosa que la situación se había agravado y no encontraba alguna alternativa con la capacidad de implicar que ambos saliéramos con vida. Lo miré con preocupación entendiendo claramente lo que el muchacho acababa de mencionar.
Ofrecía su vida a cambio de la mía.
Estaba claro de que aquel enfrentamiento iba a poderle dar el tiempo suficiente para que me permitiera escapar, pero sabía muy bien de que aquella decisión no finalizaría con una aclamante victoria.
Intenté rehusar su petición, deseando atraer todas mis ideas a la cabeza con la esperanza de que alguna pudiera funcionar y salvar aquél muchacho de cometer una locura. Pero volvió a insistir y el tiempo apremiaba en nuestra contra. Con la intención de negarme por tercera vez lo volví a escuchar entre susurros — ambos moriremos — resoplando y frustrada con la situación, no me quedó de otra que aceptar la propuesta de aquel muchacho.
A regañadientes detuve mi contrataque para hacer el esfuerzo de escabullirme entre la malesa y la oscuridad de aquel campo de batalla que se había generado, no sin antes agradecerle al caballero por todos sus servicios hacia la familia real.
Después de arrastrarme por unos minutos, asegurando quedar fuera del campo de visión para los hombres de Restba, me incorporé de forma casi inmediata y obligué a mi cuerpo avanzar lo más rápido posible con la intención de alejarme por completo y en menos tiempo donde me había encontrado minutos a tras.
No sabía hacia donde me dirigía, pero estaba segura de que si más rápido iba había un alta posibilidad de encontrara un lugar para resguardarme hasta que vuelva a ver la luz del sol.
Esta vez no importaron los peligros que asechaban en el bosque, no importaban las ramas y todo lo que me golpeara en el camino, no importaba si por el apuro tropezaba con algo y caía, daba igual si me perdía. No estaba pensando en lo absoluto, en aquel momento la adrenalina se apoderó de mi ser y el miedo pasó a tomar control de todos mis sentidos, estaba corriendo por impulso, para sobrevivir.
Por dentro padecía como aquellos animales indefensos que vagaban por el bosque, haciendo todo entre sus patas para llegar a vivir un día más. Mis sentidos se nublaron y solo avanzaba percibiendo un desequilibrio cada vez con más profundidad llegando a generar un mareo.
Minutos después de correr me encontraba exhausta y sin poder respirar, mis piernas flaqueaban y sentía vívidamente al corazón palpitar a un millón por horas.
Aminoré el paso sin dejar de avanzar, cada segundo contaba y sabía muy bien de que aquellos hombres después de terminar con el caballero, iban a notar mi ausencia y no dudarían en buscarme.
"No puedo más" solté de pronto.
Quería encontrar un lugar donde pudiera recobrar el aliento, pero mis sentidos estaban al mil, tanto que era inaccesible agudizar el oído a mi alrededor y solo lograba escuchar el sonar de mis latidos de una manera tan palpable que aducían todo ruido fuera de estos.
♔
En el palacio, se había dado aviso a la guardia real para buscar en los alrededores del castillo, sabían muy bien que el trabajo se les dificultaría siendo de noche, pero el Rey quería tener toda posibilidad a disposición por si la Princesa Heredera aparecía.
La menor, le había comentado entre lágrimas todo los acontecimientos que habían suscitado mientras intentaban salir del poblado. Le había indicado cada detalle a exigencias del Rey y por último, este había ordenado ponerla bajo custodia de la Reina hasta que vuelva a estar en calma.
Tras los acontecimientos dados, el Rey decidió volver a enviar a Sir. Aqueron al pueblo, para verificar si la Princesa Heredera habría conseguido regresar.
Por otro lado, la situación con el pueblo respecto a los ataques había sido controlada hasta el momento, dejando de poner a sus habitantes bajo amenaza en lo que quedaba de la noche.
Dentro de unas horas de haber sido enviado, Sir. Aqueron regresó con la lamentable noticia que anunciaba de que su Alteza no se encontraba en ningún lugar de la cuidad.
—No voy a esperar a que amanezca — dictaminó el Rey con preocupación — reúne a la División Cero — le ordenó a Sir. Aqueron con decisión — lidera la búsqueda.
— Sí, Majestad — contestó el caballero líder de la "División Cero" con una reverencia dispuesto para salir a cumplir la orden de su Rey.
—Encuentra a mi hija — se escuchaba la súplica del Rey en forma de susurro —por favor.
El caballero avanzó cerrando la puerta del despacho para dirigirse a cumplir su labor, aún que quisiera haber respondido dándole esperanzas a su soberano, tenía en claro dada las circunstancias que había una probabilidad de encontrar a la Princesa Hereda con vida, como el mismo nivel de que sea todo lo contrario.
Dejando a un lado la imprudencia de querer ir contra todo para buscar a su primogénita, al Rey no le quedó de otra que tratar de estabilizar sus sentidos, poner al margen sus deseos y aceptar a regañadientes de que aquella idea generaría un efecto contrario a lo que quería lograr.
Fue así como salió de su despacho, ya más calmado en dirección a sus aposentos. No había nada más que se pudiera hacer por el momento, debía poner toda su fe y confianza en las personas que tenía bajo su dirección. Lo habían demostrado, eran los mejores, por eso estaban a cargo de proteger exclusivamente a la familia real, ahora lo único que quedaba era esperar.
—Ella deja de moverte me estás mareando — advirtió la Reina, viendo como su hija se paseaba intranquila de un lugar a otro en sus aposentos.
—Lo siento Madre — comentó con tono bajo, tratando de calmar sus nervios que en aquel momento se encontraban a flor de piel.
— Vas a hacer un hueco al pie de la ventana si sigues así — sentenció la Reina algo molesta — mantén la compostura y tranquilízate, que me estás poniendo nerviosa a mí también — dijo removiéndose en el filo de la cama donde se encontraba sentada.
Se escuchó abrir la puerta de la habitación principal y ambas salieron para encontrarse con el Rey.
— Oh Marcus — la Reina angustiada, se acercó a su amado para recibirlo en un cálido abrazo.
— No podemos hacer más que esperar — susurró el Rey para su amada.
— Lo sé, cariño — contestó la Reina con tristeza en sus ojos, separando el abrazo para poder ver su cara — ya has hecho demasiado, confía en ellos la traerán de regreso — animó.
— Se que no me van a decepcionar, además ella es muy fuerte — añadió el soberano con aires de esperanza.
— E inteligente — comentó la Princesa acercándose a sus padres con lágrimas en los ojos. Su padre al verla la envolvió en un cálido abrazo.
— Y muy muy valiente — finalizó la Reina Clarissa uniéndose al abrazo.
♔
No sabía que horas eran o en dónde me encontraba, había corrido sin rumbo fijo hasta que no pude resistir por el cansancio. No sabía que tanto me había alejado o si aún me encontraba cerca de su alcance, sin duda no me quedaría para averiguarlo.
Aun que intentaba avanzar mis piernas me gritaban desesperadamente descansar. Tuve que obligarme a detener el paso y minutos más tarde, me encontraba detrás de un árbol, recargando todo mi cuerpo en este y a la vez utilizándolo para cubrirme hasta recuperar el aliento.
Desconocía en qué lugar me situaba, por ende no sabía que había bajo mis pies y si acaso era seguro sentarme para recobrar la compostura. Mi cabeza no estaba para pensar en aquel momento y necesitaba recuperar el control de mis sentidos lo antes posible.
"Calma, tu puedes concentrarte" decía para mis adentros con algo de nerviosismo.
Pasaron algunos minutos hasta que pude estabilizarme por completo y recobrar el aliento. De forma precavida comencé a analizar en donde me situaba y pude notar que entre los claros del bosque, el cielo emanaba señales a penas de luz dando a entender que el amanecer estaba próximo en aparecer.
Con la esperanza de encontrar algún sendero con un claro totalmente despejado, me aventuré en avanzar hacia donde mis instintos me decían. Aún así mantuve en cuenta que por donde me dirigía iba a ser en dirección opuesta al palacio, no me quería arriesgar a volver a poner mi vida en peligro, peor sabiendo que carecía de fuerzas y energía en aquel momento.
A los pocos metros de haber continuado, me fue posible escuchar el resonar de un arroyo. El alivio llegó hasta mi ser al saber que después de tanto ajetreo, por fin iba a tener la posibilidad de hidratarme para recuperar fuerzas. Me encontraba en dirección al arroyo cuando escuché que algo tras de mí se acercaba, sin dudarlo alcancé con cautela la daga que tenía cerca de mi cintura y volteé para enfrentarme a un hombre que se encontraba a metros de mí.
Aquel hombre se me abalanzó encima intentando quitarme lo que traía en mis manos, aproveché la fuerza que ejercía y el echo que me ganaba en tamaño para usarlo a mi favor logando esquivarlo. Pero desgraciadamente no era el único en el lugar, pude sentir un agarre fuerte hacía mis brazos sorprendiéndome, otro hombre había remetido contra mí e intentaba usar todo mi conocimiento en defensa personal para que no lograran derribarme.
A pesar de lo exhausta que me encontrara no iba a dejar de pelear por mi vida. Ambos hombres me tenían acorralada, aún así pensaba luchar hasta el final, no iba a dejar que ellos me tengan como su rehén, aun más sin pensar en todo lo que podrían hacerme si tan solo llegase a perder la pelea. Nuevamente la adrenalina fue una de mis aliadas para mayor supervivencia, entre golpes, cortes, raspones y sangre me veía envuelta en el suelo procurando soltarme del agarre de uno de los hombres que se encontraban en el lugar.
Habían logrado quitarme la daga y a la vez había logrado herir a uno de ellos para recuperar ventaja. En aquel instante recordé el repuesto que solía llevar conmigo en las botas, de forma casi inmediata arremetí contra el hombre que se encontraba encima mío, haciendo mil maniobras logré alcanzar la otra daga y sin pensarlo se la enterré en la primera parte del cuerpo que pude alcanzar, dando como resultado un grito desgarrador que provenía de aquel hombre.
A penas soltándome, conseguí sujetar la cuchilla que él tenía para propinársela en un corte limpio hacia el cuello y así dejarlo sin vida. Al incorporarme, pude notar como el otro muchacho venía a mi ataque, pero teniendo la cuchilla aún en mis manos, logré lastimarlo lanzándosela directamente a la pierna. No esperé ni medio segundo y para salir de aquel lugar, pero una flecha es lanzada a mi dirección volviendo a rozar mi piel.
La luz había invadido en el lugar y el amanecer dejaba ver como tres hombres daban paso entre el bosque hacia nuestra dirección. No me quedó otra alternativa que correr en dirección al arroyo, cada vez que iba avanzando las flechas iban llegando cada vez aumentando su cercanía hacia a mí. Ingresé en el arroyo, el cual se daba paso al río, para poder esquivar cada una de las flechas y estando en lo profundo me sumergí siguiendo la corriente.
Volví a subir a la superficie para inhalar una gran bocanada de aire, pero una de las flechas lanzadas logró rasgar mi hombro haciéndome jadear del dolor. Con mis pocas fuerzas volví a sumergirme en el agua y nadar hasta el fondo para dejarme llevar por la corriente. El caudal me había llevado con rapidez al río dejando a tras al enemigo, al subir a la superficie pretendí nadar hacía una de las orillas, pero desafortunadamente la corriente era demasiado fuerte y mi energía se estaba agotando de a poco.
Después de varios intentos por querer salir y de haber ingerido varios litros de agua, me era imposible nadar o volver a realizar alguna fuerza física, a penas estaba consiente para saber que habían herido durante la pelea y aquello producía que perdiera sangre con lo que logre pasar del tiempo. A penas podía luchar para mantenerme a flote, mi cuerpo se iba haciendo cada vez más pesado, hasta que de a poco iba perdiendo conciencia y dejando que el agua me envolviera por completo.
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