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17




En el pueblo, la gente miraba el cielo con suma sorpresa. Los días de lluvia y tormenta se habían terminado de un segundo a otro y el sol comenzaba a cubrir el territorio de Cratos. Era un fenómeno natural que no se veía en décadas pero tampoco se quejaban. El mar se tranquilizó también y el tenue calor que traía consigo la luz dorada comenzaba a hacerse notar.



Era eso o el tacto de Luffy lo que brindaba cada vez más calidez al pecho de Phoebe quien hasta se había olvidado que tenía un acompañante. Luffy aún la sostenía y tenía una expresión nada amigable en el rostro, entre confusión y disgusto. No se veía para nada como un guardia, estaba vestido lo opuesto a él, tan elegante, tan fuera de lugar. Tan presumido.


—Ah...es Jacob. Es con quien debo casarme.


Era—le interrumpió Luffy preparando su puño. Phoebe puso una mano encima de la suya deteniendo el amenazante golpe que estaba por soltar. Él la miró igual de confundido—¿qué? Puedo deshacerme de una vez de él. Uno menos.


La de cabello negro soltó una risita negando.


—Dije que debía casarme no que lo haría—la expresión de Luffy se relajó y aún más cuando Phoebe le abrazó de nuevo con fuerza—de verdad te extrañé como no tienes idea.


—Creo que si la tengo—respondió abrazándola de vuelta, cerrando los ojos ante su toque por unos segundos solo para abrirlos ligeramente y ver a Jacob con las cejas juntas vigilándolo—bueno, el resto nos está esperando en el puerto.


—¿El resto?—se separó para verlo con los ojos brillantes de la curiosidad.


—Ahora tenemos un espadachín, una navegante y un tirador—sus manos se posaron en los hombros de Phoebe con emoción—¡el espadachín usa tres katanas!


Phoebe desvió la mirada pensando. Comenzó a contar con sus dedos imaginando como sostendría cada katana sin que le terminase de cuadrar.


—Si, yo tampoco lo entendía pero que mejor te lo enseñe. Apuesto a que te caerá bien, su cabello es de tu color favorito.


Ella asintió con una gran sonrisa. Luffy tomó su mano dejándose llevar por la emoción para comenzar a caminar cuesta abajo.


—¿Princesa?


Ambos se detuvieron al mismo tiempo y con la misma sincronía giraron la cabeza lentamente hacia atrás, hacia Jacob.


—Ah....tú vuelve al castillo. Si sabes regresar ¿no? Solo camina para allá—le dijo señalando la estructura que se veía desde esa altura—¡bye!


La pelinegra sonrió ampliamente mirando a Luffy. Él le respondió con la misma expresión. Entonces ambos comenzaron a correr al mismo tiempo adentrándose a los árboles.


—¡Oye! ¡No tan rápido!—exclamó Luffy quedándose atrás.


—¡Vas a perder!—le respondió ella sin intención de detenerse ya saliendo de la zona boscosa.


El pasto verde y bajada la colina fueron el espacio perfecto para que Luffy estirara sus brazos hasta sostenerla y así intentar impulsarse pero en vez de eso los dos terminaron chocando a medio camino y cayendo al suelo rodando. Las risas eran ruidosas pero de alguna manera hacían armonía con los pájaros y el agua corriendo a unos metros de distancia.


—¡Tonto!—dijo Phoebe acostada con las manos en el abdomen de tanta carcajada una vez que dejaron de rodar, llegando a la parte plana.


Luffy se detuvo a su lado boca abajo pero él no reía. Sin darse cuenta una sonrisa tonta se dibujó en su rostro con los ojos en Phoebe, disfrutando de la manera en que sus ojos se cerraban al reír. De su cabello cayendo por ningún lado sobre su cara con una que otra basura de pasto. De las pecas tan bien distribuidas. De las pequeñas lágrimas amenazando en salir. De sus labios brillosos. Finalmente suspiró dejando las manos a sus costados y giró la cabeza en su dirección.


—¿Qué?


—Solo pienso en la cantidad de gobiernos que derrocaría con tal de ver esa sonrisa—respondió tan tranquilo, con el sombrero mal puesto. Ella solo le observaba—¿no me crees?


—Al contrario, de hecho te veo muy capaz.


Luffy se levantó de un brinco con una expresión confundida, casi de sospecha. Phoebe se sentó levantando la cabeza para verlo a los ojos.


—¿Entonces?


—No creo que valga la molestia.


El rostro de Luffy lo decía todo. Una seriedad se apoderó de su semblante cuando Phoebe levantó la cabeza para verle.


—No seas tonta. ¿Porqué no lo valdría?—ella apartó la mirada encogiéndose de hombros. Era una princesa y ese era su único valor realmente—bueno, yo me voy a encargar de que cambies de opinión. No te preocupes, déjamelo a mí.


Cuando le devolvió la mirada ahora sonreía. El sol dorado a sus espaldas caía sobre ambos cobijándolos y la mano que le ofrecía era como si le rogara abrirle la puerta para que entrase a encender la luz. Phoebe no estaba muy convencida, había aceptado hace tiempo ya que estaba condenada. Pero quizá, solo quizá, encontrar a Luffy le daba el ánimo para intentar vivir una vez más.


Tomó su mano para levantarse, sellando el trato finalmente.

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