6.- ¿Qué está pasando?
Alexander entró al departamento seguido por Drake y Storm.
—¿Qué te ofrezco de tomar? Tengo de todo. —Se acercó al sillón y tomó una playera limpia para ponérsela.
Drake observó el techo y sintió una energía bastante mala, haciéndolo recordar las pláticas de Sixx sobre energía y cosas esotéricas.
—Hmmm... agua estaría bien...
Storm subió al segundo piso y comenzó a ladrar como loco.
Alexander miró al rubio, apenado ante el escándalo que estaba haciendo el samoyedo y notó que el foco de la sala estaba parpadeando.
Drake miró el foco unos segundos y volvió la vista al hombre.
—Debe ser la electricidad... —Pasó grueso y finalmente tomó valor. —Alex... quiero hablar contigo.
El peliplatinado le llevó el vaso con agua y se sentó a su lado, sirviéndose un poco de whisky.
—Dime, ¿qué sucede?
El rubio bebió el agua y miro el suelo con las manos temblorosas.
—Me gustas como jamás me ha gustado un hombre.
El de ojos grises asintió y suspiró.
—¿Peeeeero?
—Pero no tengo el valor para saltar al agua sabiendo que me ahogaré. Dios no aprueba nada de esto, es un pecado que no puedo cometer y... —Observó sus ojos unos segundos—. Se nota en tus ojos; solo estamos confundidos, es amistad y apego...
Alexander lo miró serio y negó.
— Creo que realmente no ves los ojos como son. Ves lo que quieres. Si solo quieres amistad, está bien. —Suspiró y sacó un cigarrillo. Lo puso en sus labios y lo prendió, sacando el humo al lado contrario del rubio y regresó la vista a él. —¿Eso es lo que realmente quieres? ¿solo amistad? Dime que esos besos fueron solo de amistad y me alejaré.
—Alguien más ya calienta tu cuerpo, puedo sentirlo. Esos besos me saben a miel y por mí estaría como quinceañera, entregando el alma; pero no creo que sea conveniente para ambos... No puedo permitirme ir al infierno por el deseo carnal; mi familia y mi señor estarían muy decepcionados de mí, más de lo que ya pueden estar...
Alexander tomó la mejilla del rubio y lo besó con suavidad. Tomó su mano y la llevó lentamente al bulto que se marcaba en su pantalón.
—Creo que el que lo calienta eres tú. —Se separó y se levantó de brazos cruzados—. Dejemos los juegos, Drake ¿Amigos o no? Nadie te castigará por estas cosas.
—Amigos. —Se levantó dispuesto a irse—. Tal vez en otra vida tome al toro por los cuernos; pero en esta, despegaré cuál ave tras mis sueños. Alex... me iré al extranjero, ahí podré estudiar para cumplir lo que deseo. No puedo amarrarme a esto, no ahora. —El rubio se acercó y le dio un último beso tan apasionado y sincero que se sintió como un rayo impactándole en cada célula de su ser. Drake se alejó ya sin aliento y se dirigió hacia la puerta. —Adiós Alexander, que tengas una buena vida —le dijo, viéndolo por encima del hombro.
—Suerte... —le contestó Alexander, viendo el suelo. Realmente se sentía triste y decepcionado.
El samoyedo bajó corriendo y le siguió ladrando al foco tintineante.
—¿Qué ocurre Storm? Tú eres callado y juguetón. —El de ojos grises lo abrazó preocupado y se sentó en el sillón para revisar sus trabajos hasta que, los fusibles explotaron. —¡¿ES EN SERIO?! —Suspiró, bastante molesto por todo lo que le estaba ocurriendo. Tomó su celular y le llamó a Magaly. —Hola, hermosa, ¿puedo ir a tu casa? Se fue la luz en la mía y tengo tarea que hacer.
—Claro, mi roomie y yo estamos haciendo el almuerzo. Aquí te esperamos, mi niño —dijo Magaly en un tono dulce.
Mientras tanto, Francisco escuchaba como Drake era regañado por Aurelio tras el teléfono.
—¡Te lo debiste coger, no andar de poético! ¡Que seamos literatos no significa que seamos de caucho!
Alex llegó a casa de Magaly y entró como si nada con Storm (lo habían comprado juntos), el peliplatinado tenía las llaves de la casa de Magaly, así como ella tenía las de él.
—¡Buenas! —Cerró la puerta tras él y fue directo con la chica de cabello azabache. —Hola, princesa. —Le dio un beso en la coronilla—. ¡Hey! Te planchaste el cabello. —Alexander era muy observador y detallista.
Ella sonrió y lo presumió.
—Samantha me lo planchó, ella es una diosa, sabe hacer de todo.
Storm corrió y se abalanzó de tal manera, que hizo caer a la pelirroja que estaba haciendo yoga.
—¡Hola peludito! ¿y esa carita de haber visto demonios? —Rio y mimó al perro.
—Ha estado muy alterado, no sé qué le sucede... —le dijo a Samantha y se acercó para darle un beso en la mejilla—. Hola, ¿cómo estás?
—De maravilla, la mudanza fue algo fácil porque nunca tengo nada. —Se dio la vuelta y zangoloteó su cabello rojizo.
—¡Te lo rizaste! Me gusta cómo se te ve. —Puso las manos en su cadera y vio a ambas mujeres—. ¡Vaya! Una lacia y otra rizada, que contraste... —Rio y sacó su computadora para trabajar. —Por cierto... Te ahorré mucho, Maga. Resulta que Drake se irá del país a seguir sus sueños de músico. Ahora solo somos "amiguitos" —dijo levantando las cejas ante lo último, sin quitarle la vista a la laptop.
Ella rio y compartió miradas de complicidad con la pelirroja. Ellas iniciaron algo sin etiquetas y era bastante secreto.
—Bien, de todos modos, la banda se separó. Drake y otro del grupo, llamado Roberto, solo saben pelear.
Samantha miró fijamente a Alex.
—No se quiso poner en cuatro ¿cierto?
Alex se botó de la risa.
—Ni siquiera llegamos a una tomada de mano. —Negó sonriente. —Muy bien chicas, algo está raro. ¿Qué me están escondiendo? —Miró a la de azabache con los brazos cruzados—. Te conozco como la palma de mi mano, puedo notar algo raro.
—Nada, el misticismo ancestral de las mujeres unidas en armas —bromeó Samantha, imitando el acento poético de los muchachos.
El de barba asintió y se paró para acercarse a ambas.
—Quiero la verdad. —Miró a Magaly directo los ojos, sabiendo que ella nunca le podría mentir.
—Bueno, es que armamos una sociedad, no te metas. —Se cruzó de brazos—. Estoy cobrándote por robarme la aventura con el músico.
—Que vengativa, creí que éramos amigos —le dijo indignado—. Lo que sí, es que... me quedé con ganas de ver sus películas.
—No te pierdes de nada. Las películas de Drake son como si Scorsese y Tarantino hubieran tenido sexo salvaje con un guion de Kubrick —dijo la pelirroja mientras acariciaba a Storm.
Alex la miró unos segundos en silencio, analizando lo que la mujer acababa de decir.
—Eso debe ser una película porno muy sanguinaria e intrigante. —Se encogió de hombros—. Lástima, ya fue. Seguiré concentrado en la escuela, que por ahora tengo que hacer tareas. Cuando terminó, le enseñó su tarea de filosofía a Samantha. Ella le explicaba algunos conceptos cuando alguien tocó a la puerta.
Un chico con jeans deslavados, rotos, cabello rubio al hombro y de baja estatura saludó a Magaly.
—Hola, preciosa, como ricitos de oro se nos va del país, decidimos rearmar la banda así que...tendrás que soportarnos esta noche.
—Gracias por ayudarme —le dijo Alex a Samantha, ignorando a las visitas.
—De nada. Oh, mira eso. —La pelirroja señaló un chupetón que Francisco le había dejado en la noche del callejón. —Creo que tampoco te interesaba tanto el romance...
Magaly dejó entrar a la banda y llamó la atención de ambos.
Alexander miró serio a la pelirroja, se cubrió y se levantó para ver a los muchachos.
—Hola, mucho gusto.
—Mira: él es Sam Sixx, le decimos "Sixx". Él es James, le decimos "cosa preciosa" y él es Roberto, le decimos Bob o "el hijo de perra". Este último se lo ha ganado a pulso y hasta parece que lo disfruta; jamás lo verás sin rasguños, moretones o huesos rotos. —Magaly sonrió y notó que los muchachos se quedaron congelados frente a Alex. —No caigan, este es el hombre que espantó a ricitos de oro.
El peliplatinado sonrió y negó.
—De verdad ¿jamás lo vas a superar? Ya conocía a Sixx. —Sonrió y saludó al otro par.
Roberto miró al chico que le doblaba la estatura, de pies a cabeza como si lo analizara lentamente.
—Pero mira que bombón ocultaba Magaly. —Se mordió los labios.
—No empieces, Roberto. Cyro no deja de ser un problema en el bar, vive de insoportable —dijo la de azabache, rodando los ojos con fastidio.
Todos se sentaron mientras Magaly les llevaba el almuerzo y hablaban de música. Alex los miró con curiosidad mientras jugaba con los aros en su labio.
—¿De casualidad no tienen espacios libres en su banda?
Roberto le sonrió y asintió.
—Necesitamos a alguien para la batería, ya que Drake se nos va...
Sixx observó fijamente al peliplatinado, con la mirada muerta.
—Deberías revisar debajo de tu cama... debes quemar esa cosa.
—¿Ugh? Ok... —Alex lo miró extrañado y se paró para despedirse. —Que disfruten su reunión, chicos.
Roberto lo miró y le sonrió mientras sacaba "La maría", levantando el mentón en señal de despedida.
—Nos vemos, niño bonito.
[...]
Alex se recostó en su cama mientras el sol le iluminaba el rostro. Cerró los ojos y susurró.
—Solo amigos...
Storm comenzó a ladrar de nuevo como loco, asomándose debajo de la cama.
El peliplatinado se sentó viendo al perro blanco.
—Hey, Storm, tranquilo. —Frunció el ceño, recordando las palabras de Sixx. —¿Qué hay ahí abajo, Storm? —El hombre se asomó y vio una figura extraña. Se estiró lentamente y la tomó: era un periódico que envolvía algo. —¿Qué es esto? —Se sentó de nuevo en la cama y comenzó a quitar los cachos de papel, dejando ver algunos animales muertos, un mechón de cabello plateado y una foto de Alexander en el ejército. —¡¿Qué mierda es esto?!
[...]
Francisco estaba en su departamento preparando su tesis mientras hablaba con Aurelio sobre un contrato que el moreno tenía con una editorial.
—Que buena suerte, Aurelio. Espero que vendas muchos ejemplares...
El timbre sonó, seguido de varios golpes en la puerta. El castaño y el moreno se miraron entre sí.
—¡Ya voy! —Francisco se paró y abrió la puerta.
Alexander entró furioso y lo pegó contra la pared, levantándolo de la camisa.
—¡¿ME PUEDES EXPLICAR QUÉ MIERDA ES ESTO Y CÓMO DIABLOS ENTRASTE A MI CASA?! —Le mostró la foto con el mechón y una de las ratas muertas.
—¿Cuándo demonios he estado en tu casa? Ni siquiera sé en dónde vives —le dijo mirando los objetos con asco.
—¡No te hagas el estúpido, Francisco! —Apretó la mandíbula, lleno de furia—. Eres el único raro que conozco que sería capaz de hacer estas cosas —Se acercó a su rostro y susurró—. Solo Magaly y tú, saben que fui soldado ¿De dónde sacaste la foto?
—Jamás haría eso, al contrario, quiero olvidarme de ti para siempre, no amarrarte a mí. —Empujó furioso a Alexander—. Lárgate de mi casa o llamaré a la policía.
—Llama a quien quieras ¿Quién hizo esto? —Alex se acercó de nuevo a él—. Tú conoces a todos los raritos ¿Quién fue?
—No sé de qué hablas. Tú eres el que anda metiendo a la cama a mis amigos y hasta a mi exnovia. —Se acercó a su rostro aún más y señaló la puerta—. Lárgate.
—No he metido a nadie a mi cama, solo a ti. —Lo miró con asco—. ¿Puedes correrme de tu casa, pero no de tu vida? ¡Qué patético eres! —Salió de la casa azotando la puerta sin siquiera notar que el moreno estaba sentado en la mesa.
Aurelio había escuchado todo, quedando anonadado. Nadie sabía de la relación entre el peliplatinado y el castaño; era un secreto que habían jurado llevarse a la tumba.
[...]
Alexander tocó la puerta de Magaly con la esperanza de que Sixx siguiera ahí.
Roberto estaba sentado comiendo galletas mientas les explicaba a las chicas sobre un libro de magia negra que había leído.
James abrió la puerta y Alex miró a todos sentados en la alfombra.
Roberto lo observó y sonrió.
—Hola, guapo ¿Ya nos extrañabas?
Alex asintió.
—Definitivamente. —Miró alrededor, jadeante—. ¿Ya se fue Sixx?
—Desde hace rato. Debe estar ayudando a Drake a empacar sus cosas. —Le guiñó el ojo—. Pero quédate, no mordemos.
Alex se acercó y mostró el objeto.
—Encontré esto debajo de mi cama, tal como lo había dicho Sixx...
—Oh, eso... —Roberto rio y se paró para quitarle el "amarre" de las manos—. Es brujería de primera. Nunca he creído en esas cosas, pero ¡hey! las risas nunca faltan cuando las dejas en la casa del puto que te robó a la novia.
—Sí... bueno ¿Y cómo deshago esa cosa? —le dijo Alexander con cara de asco.
—Eso es fácil. —Se giró y tomó su chamarra de mezclilla y una hoja de papel de la mesa. —Niñas, ya vuelvo. —Tomó la mano de Alex y salieron del departamento para ir a un callejón cercano. —¿Tienes fuego?
Alexander sacó su encendedor y se lo entregó, con una ceja levantada, intrigado.
Roberto encendió la hoja y la aventó a un contenedor junto con el "amarre".
—Listo —dijo con una voz mítica—. Estás liberado. —Suspiró viendo alrededor con las manos en la cintura. —Me gustan estos lugares, mi ex siempre me arrastraba para... Olvídalo niño bonito.
—Gracias. —Se dio la vuelta casi ignorándolo.
Roberto se giró y bufó ofendido: era raro que alguien lo ignorara, ya que la mayoría se moría por el rubio, en pocas palabras, era la "zorra" de la escuela.
—De nada, teñido engreído.
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