27.- La última carta
Roberto sonrió ligeramente al escuchar eso y soltó una pequeña risa.
—No, deja de jugar así... ¡¿Escuchaste eso, Storm?! Tu padre está muerto.
Cyro lo miró fijamente con una expresión seria.
—Deja de jugar así, sé que lo odias, pero no tienes por qué decirme esas cosas hmmm. —El rubio subió las cejas con una sonrisa sarcástica y se levantó para irse a su cuarto tambaleante. —No te voy a creer esta mierda. —Levantó el dedo medio desde lo más alto de la escalera.
[...]
Imran apretó fuerte la mano del peliplatinado mientras jugaba con una pluma.
—Hola, venimos a ver al muerto —dijo uno de los hombres que atacó a Alex.
Imran levantó la cara y soltó al chico para ponerse de pie con un porte amenazante.
—Largo.
—¿Qué? ¿ahora vas a defender a este hijo de papi?
—¿Quieren que les ponga otros diez años de sentencia?
—Ya vámonos, Erick —dijo uno de los chicos, deteniendo al hombre del pecho.
—Y por esto que hicieron se les pondrá cinco años extra.
—Maldito hijo de...
—¿Quince? Ok, quince años y si no se largan de mi vista les pondré cadena perpetua.
Los siete muchachos lo miraron con odio.
—Ya oyeron al jefe, vámonos —replicó uno de ellos.
Imran sonrió satisfecho y volvió a su asiento para tomar de nuevo la mano del platinado.
—¿Cuándo vas a despertar? —susurró el muchacho y se acostó en su abdomen para ver si sus párpados daban señal de vida—. Vamos, ya pasó una semana... Ya veo cuál es el problema... —Bajó la vista a sus manos—. No se sienten como las de Roberto ¿cierto? He intentado llamarle, pero nunca contesta... tal vez está muy ocupado... tal vez solo contesta si eres tú el que llama. —Se encogió de hombros y continuó jugando con la pluma hasta que sintió un ligero apretón.
Alexander comenzó a abrir los ojos lentamente y soltó un pequeño gemido.
—¿E-en dónde estoy? —Miró el techo y giró la cabeza cuando sintió la presencia de una persona. —¿I-Imran? ¿En dónde estoy?
—¡Quintana! —El chico se paró rápidamente y le llamó a la enfermera. —Estás en la cárcel.
El de barba se intentó incorporar rápidamente, pero sintió un tirón en el abdomen que lo regresó a la cama.
—¡¿En dónde está Roberto?!
—Tranquilo, él está bien. Ya viene la enfermera.
La mujer entró tranquilamente y comenzó a revisar al muchacho.
—Yo te veo más vivo que muerto... aún un poco pálido, pero lo suficientemente colorado para que ya te largues de mi enfermería.
—Señorita, con todo respeto, el señor Quintana fue apuñalado y acaba de despertar; es muy imprudente que ya lo quiera correr. Además de que este chico necesita una dosificación de drogas muy específica, y no le han dado el tratamiento.
—¿Y tú quién eres para decirme qué hacer?
—Me quedé haciendo el servicio médico, estaba a punto de terminar la carrera.
—¿Y qué haces aquí adentro? —preguntó la enfermera ignorando a los demás presos que necesitaban ser atendidos.
—Le corté un dedo a mi hermano... tuvimos una pelea.
—Que mal, parece ser que ibas a ser buen doctor.
Imran se puso a coquetear con la enfermera toda la tarde solo para ganarle otra noche más de descanso a Alex.
—¿Entonces, linda? ¿Dejarás que mi amigo y yo nos quedemos aquí una noche más? También necesita lo del tratamiento.
—Claro que sí, pero solo si seguimos hablando; hoy me toca doble turno...
El castaño volteó a ver al de ojos grises y asintió con una sonrisa de satisfacción.
[...]
—¿Sabes por qué Roberto no me ha venido a ver? Tampoco me ha contestado y su hermano no ha sabido nada de él.
Imran tomó sus papeles y negó.
—Yo también intenté llamarle mientras estabas en la enfermería, pero nada.
Alex hizo una mueca.
—Probablemente está enojado conmigo por todo esto; lo decepcioné y... —Ladeó la cabeza—. ¿Por qué empacas? —preguntó el peliplatinado sentado al filo de la cama mientras revisaba sus heridas.
—Es mi hora de pasar a otro reclusorio... E intenté aplazarlo todo lo posible... Hoy pasarán por ti para llevarte al corredor de la muerte... —El chico pasó grueso—. Quintana... a lo mucho te queda otro mes de vida; si hablas con tu abogado podrían retrasarlo...
—¿Entonces crees que soy culpable y no me vas a sacar a pesar de que puedes?
—Lo siento, tu caso es más difícil de lo que pensé... esa niña, Magaly, pagó una fortuna, por lo tanto, yo no puedo sacarte y no es porque no quiera, es porque ni siquiera puedo tocar tus papeles.
Alexander asintió decepcionado y se levantó.
—Gracias por intentarlo. —Le dio un fuerte apretón de manos y finalmente lo abrazó.
—Quintana, estaré unos días afuera para arreglar unas cosas y disfrutar un poco de la vida... así que... ¿Quieres que haga algo por ti allá?
Alex se alejó y una gran sonrisa se pintó en su rostro. Se movió rápidamente y tomó una hoja y una pluma.
—Necesito que vayas a esta dirección; ahí vive Roberto, es nuestra casa. Solo quiero saber que está bien... y desearía que me perdonara por todo lo que hice. —Le regresó la pluma y la hoja con una libreta.
—Bien, iré la siguiente semana si es que me da tiempo. —El hombre miró las cosas unos segundos y le regresó la pluma y la libreta—. Lo necesitarás más que yo; te impresionará la calma que encontrarás al otro lado.
—Esperaré y haré tiempo, lo prometo. Y gracias por las cosas.
Imran asintió y lo abrazó de nuevo. Habían hecho una gran amistad.
Unos minutos después llegaron cinco policías por los chicos; dos se llevaron a Imran esposado a la salida y los otros tres se llevaron a Alex a una zona alejada y silenciosa. Todo estaba lleno de paz. Alexander caminó por el pasillo sin echar la mirada dentro de las celdas en las que algunos hombres pintaban, otros leían y otros conversaban con pastores para arrepentirse y ganar tiempo o evadir su trágico destino.
—Aquí dormirás. Mañana vendrá tu abogado y una mujer tomará el pedido de tu última cena.
—¿Eso quiere decir que en menos de una semana me matarán?
—Pensaría que... en dos días. Dieron la orden rápido; parece que eres un mocoso peligroso —rio el hombre de azul—. No pareces un hombre peligroso, pero ya sabes... no es bueno juzgar, por algo estás aquí. —El hombre le quitó las esposas, lo empujó un poco y se fue.
Alex se sentó en la cama y soltó un largo suspiro para acostarse y ver el techo. Las horas se hacían cada vez más lentas y la calma de su vida estaba llegando. Miró la libreta y la tomó lentamente para comenzar a anotar todo lo que llegaba a su mente: teorías filosóficas, palabras, letras de canciones, algunas cartas y varios dibujos.
Fecha: realmente no importa; el tiempo no existe, no aquí.
Es increíble la paz que puedes encontrar en este lugar. Siento cómo mi mente se abre cada segundo y cómo los colores en mi corazón explotan. Intento cerrar los ojos y siento mis pensamientos temblar; todo quiere salir, el arte en mi interior busca quedarse entre la humanidad. Todos tenemos sueños cuando somos pequeños, todos deseamos alcanzar algo: algún amor, una estrella, un pincel, un balón, que nos escuchen, escuchar, escribir, pensar... todos buscan algo diferente. Alguna vez deseé ser un general, alguna vez deseé llevar mi arte a todas partes, crear un nuevo mundo, ser esgrimista... y al final, me di cuenta del verdadero sueño que tenía... ver esos ojos azules una vez más, sentirme en mi pequeño hogar, con mi rubio de cabellos de oro y mi pequeño perro... blanco como la nieve.
Es increíble ver a los humanos ser juzgados de esta manera. Todos estamos condenados a muerte ¿Por qué? Todos tenemos un motivo diferente, realmente no podría decir el mío, pues he perdido mi mente y no sé si maté a Samantha por amor a Magaly o por el miedo de que todo lo que dijera fuera verdad. ¿Por qué maté a Owen? ¿Por proteger mi vida o por protegerme del asco de persona que soy?
¿Quién soy realmente? ¡¿QUIÉN ES ALEXANDER?! ¿Quién eres tú?
Al final del día, todos nos tenemos que llevar una enseñanza de vida, o eso es lo que todos han dicho. He decidido llevar la confianza que me he tenido porque a pesar de todo, siempre me he levantado y no pienso arrodillarme ni un segundo más. No confíes en la gente, confía en ti porque al final del día... TODOS ESTAMOS SOLOS... ¿O NO?
Alex le dio un vistazo a lo último que escribió y dejó todo a un lado para abrazar sus piernas y recostarse de lado, en esa posición que solo te indica que deseas protegerte.
—Una semana más —susurró, rezando a cualquier divinidad que controlara el universo.
[...]
Alex despertó temprano y se tiró al suelo para hacer lagartijas como loco.
—¡Hey! ¿Puedo tener mi llamada? —le gritó el platinado a uno de los policías mientras el sudor caía por su rostro sonrojado.
El policía miró a los lados, asintió y se acercó a la reja para abrirla y ponerle las esposas.
—Vamos, esta será la última —contestó el hombre de azul y lo llevó hasta las cabinas.
Alexander dio un suspiro y tomó el teléfono con fuerza.
—Por favor, solo déjame escuchar tu voz una última vez, por favor, mi amor, solo una —susurró y marcó el teléfono de su casa. Se escuchaba un pequeño tono, indicando que la llamada había entrado con éxito.
"Una llamada entrante de la Prisión de Oblivos. Presione uno para aceptarla."
Una gran sonrisa se pintó en el rostro del de barba y sintió un nudo en la garganta, por fin había contestado su llamada.
—¿Hola?
—Ugh... ¿Hola?
—Hola, Alexander. ¿Qué se te ofrece?
—Tú... —El peliplatinado entrecerró los ojos al reconocer la voz—. ¿Qué haces en mi casa? ¡¿En dónde está Roberto?!
—Está jugando con tu perro sarnoso.
—¡Pásamelo!
—No, lo siento, pero él no quiere ni verte, por eso no ha contestado tus llamadas. Eres una mierda, le hiciste demasiado daño.
—¡Pásame a Roberto, maldito hijo de perra!
—Ya te dije que él no quiere hablarte, pero está bien. Espera. —Cyro se alejó del teléfono—. ¡Amor, alguien quiere hablarte!
Todo se quedó en silencio unos minutos.
—¿Hola?
—¡¿Roberto?! ¡Mi amor! ¡Soy yo, Alex!
—¿Qué quieres?
—Yo... ¿Por qué no me habías contestado? No he hablado contigo desde el juicio...
—Aléjate de mí.
—¿Q-qué?
—Aléjate de mí, no quiero escucharte.
—¿Pero por qué? Mi amor si es por lo que hice yo... yo estoy muy arrepentido... yo... yo... p-prometo salir lo antes posible de aquí.
—Aléjate de mí.
—No, Roberto por favor, tú eres mi vida, por favor no me hagas esto. —Las lágrimas de dolor comenzaron a brotar—. Por favor, haré lo que me pidas, moriría por ti, escaparía por ti, solo... por favor dame una oportunidad, sé que fui un estúpido. ¡TE AMO! Juro que en cuanto salga de aquí i-iremos a ver el atardecer con Storm y cantaremos juntos, y-y pasearemos en moto, pero por favor dame una oportunidad.
—Adiós. —Colgó.
—¿Roberto? ¡¿Roberto?! —Alex soltó el teléfono y comenzó a golpear la máquina.
—¿A-Alex? —susurró Roberto, levantando las manos—. Mi... Alex. A-aquí estoy.
—¡Cállate, maldita sea! —Cyro le dio una patada en las costillas, haciendo que el rubio escupiera más sangre.
El de azabache había golpeado hasta el cansancio al menor. La sala estaba llena de sangre y Roberto yacía en el suelo, luchando por tomar aire. Su rostro estaba completamente morado, su nariz rota y estaba lleno de una mezcla de lágrimas y sangre, sosteniendo con fuerza una foto de su amante.
—Alex... E-estás vivo. —Sonrió con trabajo y otra lágrima rodó, llevándose consigo un poco del líquido carmesí. El chico hizo un esfuerzo por pararse y tomar el teléfono; estaba tan cerca y tan lejos de Alex, pero cada movimiento solo hacía que se le encajaran más las costillas rotas. —(V-vamos, maldito hijo de perra Ramírez, tú puedes) —pensó. Todo se veía tan borroso... apenas percibía la sombra del teléfono con el ojo que aún le servía.
[...]
—¿Qué va a querer de cenar?
—Nada.
—Es su última cena...
—N-A-D-A.
—¿Profesa alguna religión?
—No.
—¿Tiene alguna petición antes de la condena?
—No.
—Bien. —La mujer se levantó y salió de la celda.
—¡Alexander Quintana! —gritó el abogado alegremente, abriendo los brazos y acercándose a la celda.
—¡Sebastian! —contestó Alex con el mismo entusiasmo—. Cuánto tiempo. Oye, Seb, quería comentarte algo...
—Dígame, muchacho.
—Verás... mañana me van a ejecutar. —Sonrió sarcásticamente y añadió—: y me enteré de algo... Tú puedes sacarme de aquí...
—Pues... en teoría... No...
—Llevas mucho tiempo trabajando con mi padre y lo conoces muy bien ¿no?
—Así es, casi toda la vida.
Alex sonrió como nunca y se dio la vuelta para quitarse la playera, develando sus cicatrices y sus tatuajes.
—¿Ves eso?
—¿Qué cosa? —preguntó Sebastian.
—Las marcas.
—Sí, ¿qué hay con ellas?
Alex se dio la vuelta y lo tomó del cuello de la camisa para pegar al hombre contra la pared con una furia inmensurable.
—¡¿VES ESO?! ¡Más te vale que le digas a mi padre que le exijo que pague cada centavo que tenga para sacarme de aquí o hablaré y diré todas las malditas porquerías que hacen con sus amigos! —Se acercó aún más al rostro del abogado—. ¡Y déjame adivinar! Magaly y su padre hicieron todo esto para que no hable de la maldita red de pederastia de los Laurf y los Quintana ¡¿NO?! ¡Maldita zorra traicionera! Ahora, lárgate y quiero que a más tardar mañana me saquen de aquí o comenzaré a dar nombres de cada hombre que me marcó ¡¿ENTENDIDO?!
El hombre asintió asustado y pasó grueso.
—Bien. —Alex sonrió y le dio unas palmadas fuertes en la mejilla tras acomodarle el traje—. Gracias por venir, Seb. — el chico tomó su camisa con furia y se la puso de nuevo.
Fecha: una noche antes de mi muerte o una noche antes de mi libertad.
Roberto ha decidido darme la espalda. ¿Quién queda? Mi mente se ha dividido en dos: Deseo morir al saber que todos los sueños se han derrumbado, siento que no hay esperanza en nada. Deseo vivir, deseo vivir para que me digas todo a la cara, deseo vivir para ver el brillo de tus ojos, aunque esté lleno de odio; deseo vivir para que me mates de frente. Lucharé, lucharé porque llevo tatuados tus besos en mi alma, llevo el olor de tu cabello dorado en mi corazón. Me siento débil, porque sé que estoy muerto por dentro, pero juro que lucharé y daré hasta mi último aliento por ti.
Mi mente está rota, me siento solo, aunque este lugar esté lleno de almas, soy un desquiciado que busca el consuelo en la imaginación.
Conocí a un buen amigo, Imran; ese hombre me hace sentir como un loco, recuerdo que estaba acostado en la enfermería, sentía su calor en mi mano, sentía sus latidos, sentía cada pensamiento, era como si estuviéramos conectados hasta que volvía a mirar y la silla estaba vacía. Imran es mi mejor amigo porque le he abierto cada pensamiento y cada sentimiento y jamás me juzgó. En una semana recibirás su visita, o la recibiremos... Roberto, realmente espero que lo conozcas porque conforme hablamos lo fui reconociendo y supe que ya lo había visto. Ese chico... estaba conmigo en el cuartel, solo se acercaba cuando Francisco se alejaba. Espero que le caigas bien y se lleven de maravilla...
Roberto, si todo saliera mal, solo quiero que sepas que lo último que haré será decir tu nombre porque yo sé que Roberto significa vida porque solo con él la siento, solo con él me puedo declarar un amante de este mundo tan execrable. Solo deseo ver ese precioso anillo en tus manos perfectas y ese traje blanco que sé que nadie se verá tan hermoso en él como tú.
No me importa tu pasado, la gente podrá decir mil cosas, pero para mí, no existe nadie más, nadie tan perfectamente imperfecto.
P. D. TE AMO
Alex Quintanilla ❤️
El hombre cerró los ojos y derramó una pequeña lágrima de esperanza. Dejó el diario a un lado y miró el techo.
https://youtu.be/qbGZDEFHBmc
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Roberto miró al chico que le doblaba la estatura, de pies a cabeza como si lo analizara lentamente.
—Pero mira que bombón ocultaba Magaly. —Se mordió los labios.
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Alexander se sonrojó y miró de reojo a Roberto.
—Lo siento, a veces hablo de más. —Le dio un trago a su malteada.
El rubio intentó calmarse y tomar aire.
—Oye... pero no es cuánto aprieta, es "cómo lo aprieta". —Movió las cejas, haciendo gestos obscenos con las manos—. De seguro entre amargados son felices: negativo por negativo da positivo.
Alex se botó de la risa.
—Es aún más gracioso cuando metes tus cosas científicas. —Movió su vaso viendo el espeso líquido rosado—. ¿Quieres una malteada?
—Nah. Lo único que quiero es cogerte en el baño de hombres. —Bromeó a medias mientras lo miraba fijamente y se metía más papas a la boca.
—Lo siento, no tengo suficiente dinero para comprar eso. —Negó sonriente—. ¿Un helado? ¿Más papas? ¿Algo "normal"?
—No gracias, muchas calorías que deben ser quemadas. —Movió las cejas coqueto antes de partirse de risa—. Es broma hombre, no pude ni cogerme a Drake ¿Cómo me voy a follar al chico popular moja bragas?
—¡Arriba las esperanzas abuelita! —gritó Alex con entusiasmo, intentando aguantar la risa.
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El rubio puso las manos en su nuca y subió los pies a la barra mientras masticaba un chicle. Cuando ambos hombres cruzaron miradas, Roberto le guiñó el ojo al peliplatinado con una gran sonrisa.
Alexander se sonrojó sin darse cuenta y en ese momento perdió el hilo de lo que estaba diciendo.
Roberto se recostó en el barandal del palco y coqueteándole a Alex, comenzó a hacerle caras graciosas.
—Yo... vendré a tu tumba... Oh Dios... —Se cubrió el rostro enrojecido cual tomate—. Lo siento ¿puedo tomar el libreto? El accidente me hizo olvidar algunas partes...
El profesor asintió mientras Alex veía a Roberto a lo lejos. Discreto, le pintó el dedo medio al menor con una sonrisa coqueta
El rubio se paró y comenzó a arremedarlo en silencio, exagerando los movimientos del de ojos grises. No lo dejó ensayar bien en toda la tarde.
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—Yo también te amo —soltó un ligero gemido y tomó al chico de las caderas para darse la vuelta y que el rubio quedara arriba. Lo atrapó entre sus brazos sin dejar de moverse, acariciando su espalda y sus piernas. —Te prometo que lucharé por ti —susurró jadeante—. No me importa tu pasado, te amo tal cual eres. Roberto...
—Siento... siento maripositas... —jadeó, acariciando el suave cabello y aspirando el aroma varonil de Alexander.
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Puedes golpearme; sé que quieres, ya no importa —dijo con la voz completamente rota y lúgubre—. En verdad no te mereces esto. Te fallé, no pude repararte; solo te destrocé más —suspiró y cerró los ojos.
Roberto se levantó y estiró las manos como si fuese a estrangularlo. Se detuvo en seco y volvió a la silla; en verdad estaba intentando controlar sus instintos asesinos.
—Agradece que me tienes enculado, en serio no sabes las ganas que tengo de aplicarte todas las que me aplicaron. —Se cruzó de brazos—. Vamos a trabajar en esto. No lo veo tan mal.
Alex dio un suspiro, temblando de nuevo como si estuviese en medio del Himalaya.
—No quiero arrastrarte a esta mierda, sé por lo que has pasado muchas veces...
—Viejo, vivo en la mierda; un poco de estrés no es nada... Si supieras mi pasado ni siquiera me hablarías. —Se levantó y se acercó para sujetarlo del mentón con tanta fuerza y rabia ciega, que lo lastimó—. Vamos a sobrevivir te guste o no, perra —susurró entre dientes, apretando su mandíbula furioso.
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—No tengo nada, solo no quiero más problemas contigo y que, al final, me calles —dijo casi susurrando, aún escondido.
—En realidad, estaba esperando a que hablaras para callarte así... —Lo separó y tomó su barbilla para darle un beso largo.
Roberto jadeó sorprendido y se alejó. —¿Esa es tu forma de callarme?
—Sí... ¿Qué otra esperabas?
—Hombre, la última vez que me callaron terminé con cuatro puntadas en el brazo. —Le mostró la cicatriz.
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Lo abrazó fuerte, acariciando su cabello dorado y aspirando su aroma.
—Gracias por quedarte conmigo. Gracias por hacerme olvidar mis demonios —le comenzó a susurrar cosas de amor.
—Para mí es un placer —Levantó la vista y sonrió perdidamente enamorado, escuchando las cosas más tiernas que solo Alex sabía decirle. Amaba escuchar esa voz ronca y encantadora; esa voz solo para él.
—Te amo ¿sabes? Te amo como jamás he amado a nadie. El incidente en el hospital... me hizo pensar que tengo tanto que decirte, que deseo hacer tantas cosas a tu lado... Te amo y jamás me cansaría de decírtelo, pero mucho menos de demostrártelo.
Roberto sonrió.
—No sabes el susto que me llevé de verte ahí... no quería perderte, porque me has cambiado y me has hecho más fuerte. Lo que dijiste hace rato... He aprendido a amar tus demonios y me has hecho dejar de sufrir por los míos, porque cuando estoy contigo, ya no temo por mi vida, ya no temo por los golpes.
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—Roberto Ramírez... —Sonrió y suspiró poniendo la caja sobre la arena y sobre esta el oso con las rosas para tomar la mano de su amante. —Este año ha sido uno de los más difíciles que he tenido, pero ha sido el mejor por ti. Eres tan diferente y a la vez eres tan parecido a mí... Te conocí en casa de Maga y creo que ese momento fue lo mejor que me pudo haber pasado. La vida es difícil, pero contigo todo es más feliz. Amo cuando te enojas, cuando eres celoso, amo que seas protector conmigo, amo que me mires de esa forma... —Acarició su mejilla, completamente perdido en su mirada—. Amo que contigo puedo ser quien realmente soy sin miedo. Amo tu sonrisa, escucharte reír es lo mejor de la vida. Eres tan... pasional, tan único. —Sus manos comenzaron a temblar y sus ojos se llenaron de lágrimas—. Contigo me he dejado de sentir solo... porque tu calor descongela mi corazón. Recuerdo cuando te conocí; quería negarme a este sentimiento, pero te vi en el teatro... vi ese hermoso cabello dorado a lo lejos... eres tan maldito y tan hermoso a la vez. Siempre sabes cómo tenerme al filo de la locura, sabes cómo crear el mejor solo de batería en mi corazón. Desde que llegaste, el arte ha adquirido un nuevo sentido en mi vida; ahora las canciones de amor tienen sentido.
—Roberto Ramírez, ¿te quieres casar conmigo?
El chico se tapó la boca y asintió.
—Creí que lo de la vez pasada era juego... —Rio entre las lágrimas y todos los amigos gritaron como locos.
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Alexander apretó fuerte la almohada y comenzó a sollozar, rogando que todos los hermosos momentos volvieran, que su corazón dejara de sentirse tan vacío.
—Roberto... —susurró y levantó la mano, intentando alcanzar ese sueño, intentando alcanzar todos los planes que se habían hecho.
https://youtu.be/NRWUoDpo2fo
[...]
Soltó un largo suspiro al escuchar su nombre.
El policía abrió la reja y mostró las esposas.
Alexander sonrió y extendió las manos.
—¿Estás listo, muchacho? —preguntó el hombre y el peliplatinado asintió.
Ambos salieron de la celda y comenzaron a caminar por el pasillo. Cada paso se hacía más lento, las cadenas retumbaban, dejando en claro que Alexander Quintana sería imparable en donde sea que estuviera. El chico sonrió con arrogancia y le levantó el dedo medio a los policías que se encontraban a lo largo del corredor de la muerte.
¿Alex habrá caminado hacia la puerta que lo regresaría a los brazos de su ser amado?
¡Amigos! Espero que les haya gustado esta historia 😌❤️ Muchas gracias a todos los que han votado a lo largo de este trayecto. Espero que los haya hecho sentir y que le hayan agarrado mucho amor a los personajes. LOS AMO.
Esperen el siguiente libro: Banished. Alexverse: Futuristic 😉 Tal vez ahi encuentren pistas de lo que pasó con Roberto.
Si les gustaron las canciones, pueden encontrar la playlist en Spotify como "Let's forget our demons".
No olviden seguirme en Instagram como
@sophia_cossio_escritora
Cuéntenme como se sientieron, qué personajes odiaron, qué personajes amaron, con quién se sientieron identificados, etc.
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