14.- "It's a boy"
[+++]
Alex terminó de escribir el mensaje para Drake y apagó su celular.
—¿Vas a comer aquí? —le preguntó Magaly desde la cocina.
—Sí, tenemos que hablar. Magaly... ¿Extrañas a Samantha? —le dijo desde el sillón, mirando el suelo y jugando con sus manos, nervioso.
—Bueno... no, ella es una mala persona que nos hizo mucho daño, aunque... es una pena que la hayan encontrado así en ese callejón, nadie sabe lo que le pasó con exactitud, pero los policías asumieron que fue un asalto o un intento de violación.
—Sí... fue algo muy feo... —Se quedó perdido, viendo la pared en la que había asesinado a la mujer.
—¿Alex? Tierra llamando a Alex.
—¿Ugh?
—Que vengas a comer. —La chica hizo una mueca—. ¿Estás bien?
—S-sí. —Se levantó y se acercó a la mesa para sentarse frente a ella. Tomó su mano con cariño y le sonrió preocupado.
—¿Qué sucede? Sabes que puedes contarme lo que sea ¿verdad?
El chico asintió y suspiró para empezar a comer.
—Magaly... eres mi mejor amiga y no dejaría que alguien te hiciera daño; haría cualquier cosa por ti ¿lo sabes?
Ella asintió con ternura mientras masticaba.
—Entonces necesito que sepas algo... —Señaló la pared sin quitarle la vista de encima a la chica. — Samantha... era una mujer horrible que quería dañarte más de lo que ya lo había hecho y yo no podía permitirlo.
La mujer pasó su bocado, desconcertada.
—¿De qué hablas, Alex?
Volteó a ver a la pared y cerró los ojos con miedo; temía que la única mujer de su vida le diera la espalda. Se mordió los labios y decidió soltarlo sin más rodeos.
—Yo maté a Samantha. —Agachó la cabeza para no ver la expresión de Magaly. Simplemente estaba aterrado.
La chica bajó su tenedor lentamente y los ojos se le llenaron de lágrimas.
—¿Esto es una broma? —susurró con una voz tranquila y dulce.
El peliplatinado negó y soltó el agarre de su mano, pero Magaly lo apretó aún más fuerte, impidiendo que se soltaran y haciendo que este levantara la cabeza y la mirara con angustia.
—Por favor... háblame. —Tomó ambas manos de la mujer y las puso en su frente pálida—. Por favor, no me dejes —dijo con la voz entrecortada.
La mujer de azabache intentó decir palabra, pero simplemente no pudo; no sabía cómo reaccionar ante tal confesión. Soltó sus manos y se levantó para acercarse a él.
Alexander recargó su frente en el abdomen de Magaly y la abrazó fuerte. Ella acarició sus cabellos plateados.
—Bueno... supongo que fue solo para protegerme así que... está bien, no te dejaré por eso —susurró. La chica puso las manos en sus mejillas y se puso en cuclillas para ver los ojos del hombre. —Todo estará bien, no estoy molesta contigo. Quiero ir a visitarla.
—Podemos ir mañana si quieres...
Ella asintió y se levantó para alejarse y volver a su comida. Tomó el tenedor y continuó comiendo con la mano temblorosa.
Alex la miró de reojo y siguió comiendo en silencio, entendiendo lo fuerte que esa confesión podía llegar a ser para ella y que podría tardar en procesarlo, así que no le extrañó su reacción tan tranquila ante la situación.
[+++]
Alex se levantó del sillón en cuanto el primer rayo de sol entró por la ventana y dio un suspiro ante los recuerdos que inundaban su mente. Se dirigió al cuarto de Magaly y, al verla tan dormida, se fue a la cocina para preparar el desayuno cuando su celular sonó.
📱Roberto: ¿A qué hora llegas a casa? Vi que no viniste anoche.
📱Alexander: No sé. Me quedé con Magaly. ¿Necesitas algo?
📱Roberto: Ya no hay cerveza.
📱Alexander: Ok. Paso a comprar antes de llegar. Tal vez vuelva hasta la noche.
📱Roberto: ¿Estás seguro de que no quedaré embarazado?
📱Alexander: ???
📱Roberto: Chat equivocado 😅😅
📱Alexander: Ni siquiera me sorprende que tengas ese tipo de conversaciones...
Roberto, al ser lunes de no trabajar, sacó a pasear a Storm y volvió unas horas más tarde. El chico se sentía solo, así que tomó su celular y le llamó a su ex, para ir al bar a tomar y platicar.
[...]
Roberto gemía como loco debajo del gran hombre.
—Cyro... para, me estás lastimando.
—¡Cállate y disfruta! —gritó el gran hombre, sometiendo al rubio.
Alexander llegó a la casa cuando escuchó a Storm llorando escondido debajo del sillón y los gritos de Roberto arriba.
—¡Cyro, por favor! —gimió apretando las cobijas—. ¡Me duele!
—¡¿Qué mierda?! —Alex subió corriendo y abrió la puerta para ver a ambos hombres desnudos. La sangre se le heló como si le hubiesen echado un balde de hielos al ver al rubio bajo la dominancia de alguien que no era él.
—¡Cállate, maldita zorra! No sirves para nada —le gritó Cyro furioso y le dio la vuelta a Roberto para darle una cachetada.
El platinado miró a Cyro.
—¡Que lo sueltes maldito! ¡¿No estás escuchando?! —Lo tomó del brazo y lo jaló para darle un puñetazo que dejó al gran hombre en el suelo.
—Ugh ¿Quién mierda es este... cornudo? —Cyro se levantó y tocó su labio del que brotaba sangre. Le susurró algo a Roberto y lo besó posesivo.
Alexander se mordió el labio furioso y gritó.
—¡No lo toques, maldito viejo asqueroso, o te haré algo que ni siquiera se pueda comprobar en una corte!
Cyro gruñó furioso y le regresó el puñetazo a Alex en el ojo.
Ambos hombres se comenzaron a pelear a golpes en el suelo hasta que Roberto los separó. Alex se levantó con la nariz llena de sangre y le aventó su ropa al mayor.
—¡Lárgate de mi casa! ¿Cuántos años tienes? ¿cuarenta? —jadeó adolorido.
Roberto tomó la chamarra de cuero con cadenas y se la entregó a Cyro quien la tomó furioso.
—¿Este es tu nuevo novio? ¿Tan fácil eres? Siempre es lo mismo contigo, Bob —dijo tambaleante por todo el alcohol que habían tomado en el bar. Le arrebató la chamarra y salió mientras se vestía.
Roberto se quedó en silencio hasta que escuchó que Cyro cerró la puerta con fuerza, haciendo un estruendo en la casa. Se dio la vuelta y miró a Alex con una sonrisa apenada.
—Supongo que es muy tarde para sugerir un trío...
El peliplatinado lo miró furioso mientras intentaba parar el sangrado de su nariz.
—¡¿Un día que me voy, y ya traes a tus tipejos a mi cama?!
—En realidad fueron dos días... —dijo el rubio, poniéndose los bóxers.
—Largo de mi cuarto.
Roberto asintió apenado.
—Yo lavo todo —dijo tomando las sábanas.
Alex suspiró calmándose.
—Lo siento... no pude controlar mi furia al ver que el tipo te estaba haciendo daño... Sé que no debo meterme en tu vida; solo no los traigas a mi casa o mínimo ten el respeto de no meterlos a mi cama.
Roberto asintió.
—Lo siento, han pasado muchos días y cuando bebo tomo malas decisiones. —Salió del cuarto para bajar con todo.
Alex fue al baño a enjuagarse. Se echó agua y subió la vista para verse fijamente en el espejo unos segundos.
—(Eres un imbécil, no tenías por qué meterte... tal vez él lo estaba disfrutando). —Salió del baño y se fue a encerrar a su recámara.
Roberto echó las sábanas a la lavadora y se fue a bañar. El chico lloraba suavemente bajo el agua.
—(¿Por qué eres así?)
El peliplatinado jugaba con una pluma, viendo el techo, pensativo en su cama. Le había salido un sentimiento de protección que solo había llegado a sentir con Magaly, y eso después de ser amigos por más de 18 años. Se paró y suspiró para ir al baño y tocar a la puerta.
—¿Roberto?
—Ya voy, estoy ocupado. —Se terminó de secar mientras intentaba disimular el llanto y se vestía para calmarse. Dispuesto a irse a dormir sin hablar, se hizo a la idea de que su padre estaba al otro lado con un cinturón en mano, esperando a darle una paliza. —Voy. —Abrió la puerta y salió, sin despegar la mirada del suelo.
Alex lo atrapó en sus grandes brazos y se quedó ahí, sintiendo el calor del rubio.
—Lamento todo lo que hice. Lamento haberme desaparecido estos días y llegar a meterme en tu vida de esta manera.
Roberto se alejó mirando el labial en su camisa blanca.
—No te preocupes, solo soy un inquilino y no debo meter hombres, lo respeto.
Lo soltó desconcertado ante la actitud de Roberto y metió las manos en el bolsillo de su pantalón. Miró el suelo y asintió tronando la lengua para volver a fijarse en esos ojos azules, con el ceño fruncido.
—Solo era tu capricho sexual ¿verdad? Ese hombre que estaba aquí... tú lo amas ¿cierto? —Rodó los ojos y acarició su barba ante el silencio.
—Buenas noches. —Roberto pasó a su lado y se bajó al sofá en el que se hizo bolita bajo las cobijas, escuchando que Alex lo seguía. —Mañana preséntame a la chica para no asustarme cuando la traigas.
El peliplatinado se detuvo en seco.
—¿De qué hablas?
—Soy marica, pero no me maquillo. El labial en ese ángulo es todo menos casualidad.
Alex se revisó como loco hasta notar una mancha ligeramente rosa.
—Ah, esto es de Magaly. —Rodó los ojos—. Esa mujer siempre termina manchando mi ropa con todo tipo de cosas. —Rio y se quitó la camisa—. Ya la conoces; ella solo es mi mejor amiga y jamás la podría ver como algo más. —Se sentó en el suelo junto al sillón—. Sabes... sé lo que te hizo tu padre y créeme que siempre te cuidaré de quien sea y jamás sería mi intención dañarte porque... en este casi año que nos llevamos tratando... te he tomado mucho aprecio.
Roberto salió de entre las cobijas y miró el techo.
—Alexander Quintana... he sufrido suficientes infidelidades para saberme ese cuento de memoria. Sé que solo estamos a mano, no tienes que fingir; yo veré si apago mis sentimientos por ti para que seas feliz. —Negó y suspiró—. Todos dicen que me cuidarán, que me amarán y solo me terminan tratando peor que mi padre.
Suspiró fastidiado y escondió la cabeza entre sus piernas.
—Mira... yo sé que tengo mucha gente atrás y blah, blah, blah, pero quiero ser sincero contigo... sé que pasó lo de Drake y lo de Francisco, pero no te estoy mintiendo. —Se paró—. Está bien si no quieres creerme, pero creo que tenerte en mi casa demuestra mucho y he estado intentando abrirme contigo...
—Gracias, eres el único que no me ha lastimado o gritado después de hablarme por más de dos días. —Sonrió con los ojos llorosos—. En verdad, muchas gracias —dijo en un susurro apenas audible; se le había ido la voz de la tristeza.
El de ojos grises se subió a su cuarto y se la pasó acostado sin poder dormir; solo podía discutir con él mismo.
—(No cree en mis palabras... no cree en mis palabras... mis palabras... ¡Las palabras! Eso es, no hay que decirle palabras). —Tomó sus llaves y salió rápido de la casa, antes del amanecer. A las 7 a.m. ya estaba preparando el desayuno, fingiendo que no había ni un solo regalo en la mesita de centro.
Roberto se despertó con el olor a tocino y se sentó para ver los regalos. Levantó las cejas y miró a Alex.
—¿La embarazaste? —Miró el peluche que decía "Mejórate pronto", el globo que decía "It's a boy" y la caja de chocolates—. Estoy muy confundido... —Se rascó la cabeza y volteó a ver al platinado—. Creo que acabo de sufrir un derrame cerebral. —Se tocó el vientre con una ceja levantada y después la cara con preocupación—. ¿Acaso yo estoy embarazado? Un amigo me dijo que los hombres se podían embarazar...
El de ojos grises se botó de la risa.
—No, no puedes quedar embarazado. Lo siento, quería comprarte más, pero solo estaba la farmacia abierta y solo tenían ese globo y ese peluche. —Se sonrojó y le llevó el desayuno.
Suspiró más tranquilo.
—Que alivio. No soy alguien apropiado para criar un bebé, aunque el argumento de mi amigo se escuchaba bastante interesante. —Abrió la caja de chocolates y le ofreció unos cuantos a Alex—. Toma, para no comerlo solito.
Pasó grueso y tomó el chocolate mientras veía al rubio con una sonrisa boba.
—Gracias, está muy rico. Espero que esto te alegre un poco el día... solo quería que te sintieras mejor... y bueno... decirte las cosas sin palabras.
Roberto asintió, dio un bocado y después le extendió el tenedor para que él comiera.
—¡Oye! Ese es mi trabajo, señorito. —Alex rio y le quitó el tenedor para darle de comer al rubio—. ¿A qué hora vuelves del trabajo?
—Ya voy tarde. Meh, salgo más tarde y listo, no importa la hora. —Roberto se encogió de hombros y lo miró coqueto para escudar sus sentimientos como siempre.
—¿Verás a ese hombre? —preguntó, jugueteando nervioso con los piercings en su labio.
—Obvio no; me odia porque esta era mi tercera oportunidad. —Negó cual niño chiquito.
—Bien. —Se paró a la cocina y fue por una bolsa para entregársela—. Lunch, para el trabajo —Se dio la vuelta y se encaminó a su cuarto.
—Si sigues siendo tan dulce, me será imposible dejar de enamorarme de ti. —Tomó el lunch y se despidió de Storm—. Vuelvo en la noche.
Alex sonrió travieso de espaldas.
—Que tengas un buen día.
Toda la tarde se la pasó haciendo ejercicio para fortalecer su pierna y estar listo para la gran competencia de esgrima. A la hora de la comida el platinado le llamó a Magaly.
—Hola, bonita, tengo que contarte algo...
—Hola, espera, antes... revisa el grupo de la banda. Nos quedamos sin guitarrista...
📱Roberto: ¡Adivinen quién se sale de la banda! Sí, yo 😄
—¡¿Qué?! Debes estar bromeando; Roberto es el dueño de la banda —dijo Alex, alterado.
—Pues ya dijo y hasta sugirió que tú la manejaras. Dice que él anda ocupado en otras cosas y que ya está harto del asunto —ella explicaba citando lo que él le había dicho la noche anterior, encerrado en el baño.
—Bien, cuando llegue hablaré con él. Ahora... para lo que te hablaba... creo que me enamoré...
Ella suspiró ocultando sus celos.
—¿De quién?
—Esta vez no hagas nada, niñita. Si te lo cuento es porque confío en ti y asumo que ya aprendiste demasiado de lo que pasó —dijo con un tono amenazante—. Es... de Roberto. —Suspiró con el corazón acelerado. Era la primera vez que se atrevía a decir "Me enamoré", abiertamente.
—¡Oh, Dios! ¡¿Roberto?! Ok, cuéntame todo y sin rodeos porque Roberto solo sabe atraer monstruos.
—Pues... nos presentaste... En el teatro estaba ahí, mirándome, haciéndome caras. —Rio con ternura como niño pequeño, viendo el techo completamente perdido. Era la primera vez que Magaly no lo escuchaba como ese hombre grande y seguro; por primera vez se le escuchaba hablar con los sentimientos a flor de piel—... Y yo estuve en su casa... y su papá... sus sentimientos... —habló un rato con ella para explicar cómo se habían dado las cosas.
—Escucha, es mejor que lo dejes fuera de la banda, eso solo nos podría traer problemas, ya sabes... relaciones dentro de la banda, eso no terminaría muy bien.
—Está bien, aun así, tengo que hablar con él. —El timbre sonó—. Bueno, ya me tengo que ir, ya llegó. Te quiero, nos vemos... sí... bye. —Colgó y bajó corriendo para abrir con una gran sonrisa.
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