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11.- Un encuentro

Roberto se levantó y lo aventó al sillón de nuevo para abrir otra vez su pantalón.

Alexander intentó quitarse, pero la sensación de las manos frías de Roberto le hicieron más difícil el poner resistencia. 

—Si me quedo aquí solo te daré el gusto y sabes que eso no pasará.

—Shhhh. —Bajó y tomó su polla para meterla a su boca como un experto.

Alex jadeó y tomó su cabello rubio entre sus dedos. 

—Ro... ¡Ahhh!

El de ojos azules aumentó el ritmo. Desde ese ángulo, el miembro de Alex entraba hasta su garganta sin que el chico diera una sola arcada. 

—No te quejes y disfruta —jadeó para introducir de nuevo el falo de Alex y chupar rápido, moviendo la lengua.

—Mierda, te odio —dijo el platinado con la lengua arrastrada y echó la cabeza hacia atrás mientras su cadera se movía involuntariamente.

—Ódiame más. —Sonrió lascivo y bajó a la base para lamer y jugar con sus testículos.

Las piernas de Alex comenzaron a tener pequeños espasmos ante el placer que Francisco jamás le había podido dar. El peliplatinado le quitó la camisa al rubio y después se retiró la suya, mostrando sus tatuajes y su espalda llena de cicatrices.

Roberto se paró tambaleante y se quitó las prendas de abajo para subir al regazo de Alexander y besarlo apasionadamente. El hombre se acomodó y tomó la polla del de ojos grises para autopenetrarse sin preparación, dando gemidos bastante altos, ya que Roberto jamás había estado con alguien tan grande.

Alexander apretó la mandíbula y lo tomó de la cintura, admirando su abdomen y su cuerpo lleno de cicatrices. 

—Aprietas... muy... bien —jadeó y se acercó a su pecho para succionar sus pezones.

Roberto estaba dolorosamente duro mientras goteaba. Gimió agitado, maldiciendo a todo pulmón.

El más grande movía la cadera con fuerza para entrar mejor. 

—Que rico —dijo con voz roca, mirándolo sexy. Lo apretó tan fuerte de la cintura que le dejó las grandes manos marcadas.

El rubio lamió sus labios cual perro y comenzó a rebotar cada vez más rápido, apretando cada músculo de su ser.

Alex tomó su nuca y comenzó a susurrarle.

— Eres mi perra ¿entiendes? —Le mordió el lóbulo de la oreja y bajó a su cuello para dejarle algunas marcas.

Roberto jadeó mientras hacía los movimientos de atrás hacia adelante como si fuera impulsado por las olas de mar.

El platinado apretó su espalda y bajó lentamente, sintiendo el calor de todo su cuerpo hasta darle una nalgada fuerte. Se paró y apoyó todo su peso en la pierna buena para no lastimarse. Le dio la vuelta al chico y lo pegó contra el sillón para entrar en él. 

—¿Así te gusta? —dijo jadeante, besando la espalda del rubio.

—Duro, dame como cajón que no cierra —jadeó Roberto, mirándolo por encima del hombro.

Alexander rio y asintió siguiendo sus instrucciones, le dio la vuelta al chico y subió sus tobillos en sus hombros para acomodar su cadera; tomó el descansabrazos y se impulsó para hacer las estocadas más fuertes y rápidas, tanto que el sillón comenzó a avanzar con cada movimiento.

Roberto comenzó a suplicar hasta que estalló en un ronco gemido de placer, manchando un poco su abdomen y el de su compañero.

Alex salió del rubio y comenzó a masturbarse, llenando el rostro y el pecho del chico.

Roberto abrió la boca apenas atrapando un poco del líquido del peliplatinado.

El de ojos grises se dejó caer al suelo, jadeante e ido; jamás en sus vidas habían tenido algo así con alguien más. Pasó la lengua por sus labios para mojarlos un poco.

—Eso fue... putamente increíble —jadeante y excesivamente mareado, sacó un cigarrillo—. Deberías follarme más tarde.

—Tal vez lo haga. —Le quitó el cigarrillo a Alex y sacó su celular para grabar un video para el grupo de amigos en el que estaba Aurelio, Magaly, Drake, Francisco, Sixx, Carlos, James, Alex, Emiliano y Roberto. —A...amigos, creo que no podremos llegar al ensayo. —Sonrió afocando el pecho desnudo de ambos, con todas las botellas y cigarros tirados—. Tengo que... —Hipó—. Follarme a este nene de nuevo. PAZ.

Alexander parecía estar muerto; el sexo, alcohol y las pastillas para el dolor de la pierna, no le hicieron un buen conjunto.

Drake bajó del taxi en la ciudad cuando escuchó su teléfono sonar. Vio el video y apagó su celular ignorándolo. Todos vieron el video, nadie comprendía el estado de Alex; él jamás sacaría un video así y mucho menos tomaría a ese grado, pero no había duda: quien salía en a imagen era el peliplatinado.

[...]

Roberto despertó adolorido en el suelo, cubierto de semen. Miró alrededor notando que el lugar parecía sacado de un documental sobre bandas de los 80's.

—¿En dónde estoy? —Se giró encontrando al peliplatinado roncando—. Oh... nada mal. —Se paró adolorido y exploró la casa para poder darse una ducha. Salió del baño y se vistió notando que su celular estaba lleno de llamadas perdidas de su hermano. —¿Hola? ¡No me grites puto!

Alex despertó con el rayo del sol en la cara.

—Hmmmm —gimió ronco con un dolor espantoso de cabeza y cuerpo.

El rubio se giró y sintió como la piel se le erizó al escuchar el gemido del más grande.

El de ojos grises acarició su pecho, mordiendo sus labios. 

—¿En dónde estoy? —dijo bastante sexy, intentando sentarse.

Roberto alejó el teléfono.

—Estás en tu casa. —Volvió a la llamada para saber qué pasaba para que le llamaran tanto—. ¿Quién volvió al país? ¿Qué video? ¿¡Mamá vio el video?!

Alex abrió grande los ojos y comenzó a vomitar a su lado. Al terminar, pasó las manos por su boca para limpiar todo. 

—Agh, que asco. —Se tocó la cabeza con dolor y tomó su celular para revisar sus mensajes.

📱Francisco: No puedo creer que me hayas hecho esto.

Suspiró fastidiado. 

—¿Ahora qué mierda?

📱Grupo: Video +167 mensajes.

—OH MIERDA... ¡Roberto!

El chico lo miró, intentando asimilar lo que había pasado; no recordaba nada del que probablemente sería el sexo más cotizado. 

—Mierda, te arrojaste a los tiburones solito... es como decir que sales con la puta de la clase.

Alex arrugó la nariz y entró a todas sus redes sociales, notando que el video ya estaba en Instagram y ya tenía más de mil quinientas reproducciones. 

—Mierda. Por eso jamás en mi puta vida me había emborrachado. —Borró todo y se recostó molesto.

—Bueno, al menos no estás en una gasolinera a dos estados de aquí, con quince años. —Rio, evitando el charco de vómito—. ¿Tienes ensayo hoy? porque ando muy mal y tengo que llamarle a mi bro para que te lleve.

—No, no tengo ensayo. —Se paró con trabajos—. ¿Me ayudas?

—Sí. —Lo cargó desnudo al segundo piso para llevarlo a su cuarto.

—Gracias. —Cuando Alex se bajó, se acercó al armario para sacar su ropa limpia y bañarse—. Entonces... ¿Irás a tu casa o te quedarás aquí?

—Iré a casa de Sixx, ricitos de oro está en su casa, vino para algo...

—¡¿Drake está aquí?! Nadie me avisó. —Sacó una bolsa para no mojar su yeso—. En todo caso... ¿Te puedo acompañar?

Roberto asintió y se quedó parado afuera para cuidar al chico. 

—¿Necesitas ayuda?

—No... gracias. —Alex jadeaba enredado con todo. Salió a los minutos vestido con pantalones de cuero, botas pesadas y una playera negra arremangada, con dientes lavados y un chongo que hacía que se le vieran más esos ojos grisáceos, grandes y esa mandíbula marcada de una manera sexy, masculina, con la barba oscura. Se acercó a la mesa de noche y se tomó las pastillas para el dolor, mientras veía a Roberto abrocharse las botas militares sin poder sentarse.

—Ya vámonos; quizás llegamos al ensayo de hoy.

—¿Te duele mucho? —Alex lo miró preocupado.

—Un poco, pero al rato se me quitará.

—¿Quieres algo para el dolor? —Le extendió una pastilla al rubio quien la tomó al instante.

Ambos salieron y se subieron al auto. Roberto prendió el motor y puso algo de música.

—¿Recuerdas algo de ayer? —preguntó Alexander, sacando un cigarrillo.

—Después del whisky... nada, solo que amanecí peor que chica de Hentai en el suelo. —Tomó goma de mascar mientras conducía concentrado en el camino.

—Gemías y gritabas peor que una. —El peliplatinado rio con el codo recargado en la ventana mientras jugaba con su cabello, viendo los árboles y los edificios.

—Bueno, el Bob del pasado debió disfrutar mucho porque siento que me fallan las piernas. —Movió las cejas coqueto—. Y por lo que veo en tu cuello, tampoco la pasaste tan mal.

Alex sacó el humo y le sonrió.

—A ti no te puedo mentir, eres el segundo con el que hago esto y por lo poco que recuerdo... fue impresionante, aunque no debiste tomar ese video, no me imagino lo que dirán en la escuela. —Cuando llegaron, Roberto y Alex bajaron. —Buenos días.

Todos los voltearon a ver sin discreción.

Drake bajó las escaleras y se partió de la risa viendo al rubio. 

—Eres una bestia insaciable mi amigo. —se acercó a Alex y preocupado, acarició su rostro, tanteando las marcas. —¿El borracho te hizo esto?

El corazón de Alexander se detuvo y su rostro se coloró ante el tacto del hombre. 

—Ho-hola. No, tuve un accidente. —Le mostró el amuleto en su cuello—. Si no fuera por esto, estaría muerto. Samantha me hizo un trabajo.

Drake asintió frunciendo el ceño, revisando la cuenta. 

—Sixx tenía razón, si te quiero vivo debo mantenerte protegido. —Le sonrió y se acercó peligrosamente, tocándole la punta de la nariz—. Así que te fuiste de fiesta y no esperaste mis recuerdos del extranjero.

—No fue una fiesta, ni siquiera sé cómo terminé en ese estado. Estoy realmente arrepentido. —Acarició el rostro del chico y le susurró—. Sé que somos amigos, pero cada vez confirmo más que yo no siento solo una amistad. —Se alejó y le sonrió.

Drake le besó la mejilla y le sonrió. 

—Como dicen los mocosos, "por dos". —Se apartó y fue a hacerle "cerillito" a Roberto, quien chilló.

Sixx sirvió el café. 

—Oigan Paris Hilton y Lady Gaga, vengan a desayunar.

Alex se sentó junto a Magaly, le dio un beso en la sien y señaló los pies de Sixx.

—¿Por qué siempre estás descalzo?

El chico de sombrero bajó sus lentes redondos de sol y lo miró fijamente. 

—Porque tengo que estar conectado con la tierra para comprenderla.

Roberto se intentó sentar en la silla, pero le costó trabajo, haciendo que todos se botaran de la risa. Roberto les mostró el dedo medio y se fue a sentar en el regazo de Drake.

—Ustedes qué van a saber lo que es cabalgar un dragón. —Le guiñó el ojo al peliplatinado—. Ni ricitos de oro podría aguantar tanto voltaje.

Magaly vio a Alex sonrojarse y bajar la mirada. 

—Awwww. —Le dio un beso en la mejilla y acarició su espalda con ternura. —Bueno... me alegra que todos estemos aquí reunidos... para celebrar la boda de nuestros chicos de anoche... 

Alex se botó de la risa con lo último y miró a Roberto quien le guiñó el ojo coqueto, haciendo que Drake lo arroje al suelo tan fuerte que la casa retumbó. El músico se paró furioso a la cocina por unas galletas.

—Creo que alguien está celooooso —dijo Alex con una sonrisa traviesa y le gritó a Drake—. ¡Hey, viejo! No soy celoso, por mí quédate con el cara de tonto. —Regresó la vista a Roberto y le sonrió. Se paró tomando las muletas y siguió al músico. —¿Cómo te fue en el viaje?

Drake salió al patio bastante molesto. 

—(Debías olvidarlo, pero lo ves y andas como niña tonta... Ugh, eres un marica Drake. Un marica).

Roberto se levantó y se fue al otro lado del jardín para fumar con su hermano.

Alexander siguió al músico y tiró las muletas para tomarlo de la mano y darle un beso digno de la mejor película de amor.

Drake lo abrazó y cargándolo como pudo lo miró a los ojos.

—Mis sentimientos siguen en pie, de verdad me has prendado con amor.

Alex acarició su rostro.

—Me has cuidado como nadie lo ha hecho. Te dije que mi cuerpo ardía por ti. —Tomó su cabeza y la recargó en su pecho para que el chico escuchara su latido acelerado—. Soy feliz de que cumplas tus sueños, pero a veces me haces falta.

Todos miraron a Drake a través del vidrio.

—Roberto... creo que te están robando el novio —dijo Magaly, viendo a su mejor amigo en los brazos de ese hombre.

—Por mí te llevaría conmigo, pero solo soy un humanista muerto de hambre, mereces solo lo mejor. Te amo como no he amado a ninguna mujer. —Drake se acercó a sus labios y lo besó tierna y sinceramente.

Alexander le siguió el beso hasta quedarse sin aliento. 

—Algún día podremos estar juntos —le susurró.

Roberto apagó el cigarrillo en su propia mano y ardiendo en rabia abrió la puerta; eran los dos hombres que le hacían sentir vivo y ninguno parecía estar a su alcance.

—Muy bonito Drake ¿No que muy macho y que solo coges con viejas?

Drake bajó con cuidado a Alex y se llevó de la oreja a Roberto hasta la cocina en la que el más bajo lo empujó dolido. 

—Te dije que cambiaría por ti si me das una oportunidad, pero prefieres irte con el que se cogía a Francisco.

Drake lo miró en shock.

—¿Él y Francisco...?

Alexander se quedó ahí parado confundido viendo a su mejor amiga. Se encogió de hombros y volvió a la mesa para desayunar, cuando escuchó golpes. Se paró y cojeando casi corrió a la cocina.

— ¡¿Qué mierda les pasa?!

Drake estaba sobre Roberto, aunque estaban discutiendo y yendo a los golpes, estaban en una posición bastante comprometedora. 

—No te preocupes, estamos solucionando esto como hombres.

Roberto jadeó abrazando la cintura de Drake con las piernas.

Alex se recargó en el marco de la puerta de lado con los brazos cruzados. 

—Bueno... creo que me estoy poniendo duro así que, si no se separan, me la terminaré jalando aquí.

Drake ahorcaba a Roberto mientras el otro le tiraba del cabello. 

—No es lo que parece, Alex —jadeó, sintiendo la mordida de Roberto en su brazo y por impulso le soltó un puñetazo que le hizo sangrar la nariz.

—Bien, ustedes lo pidieron. —Alex comenzó a desabrocharse los pantalones.

Ellos estaban ocupados gritándose mil insultos mientras combatían rodando en el suelo, ignorando que Aurelio estaba con un vaso de jugo viendo la escena. El moreno observó Alex y lo señaló como la diva que era.

—¿En serio te la vas a jalar con un ensayo típico de la banda?

—Solo observa. —Se aclaró la garganta a punto de sacar su miembro y habló arrogante. —Sería una lástima que me la empiece a jalar pensando en el enemigo. Drake, tal vez me la jale pensando en Roberto por tu culpa. Roberto, tal vez me la jale pensando en Drake por tu culpa...

Ambos se separaron como agua y aceite al escuchar eso.

—Sí, eso pensé. —Se acomodó el bulto y subió la cremallera con autoridad—. ¿Ya podemos desayunar como gente decente?

Aurelio aplaudió y chilló feliz.

—Eso es perra, aplacando a ese par de perros rabiosos. —vio como se enderezaron con dolor—. Dejen de gastar energía en pelear y solucionen eso con buen sexo de revancha.

Alexander se botó de la risa y se lavó las manos mientras el par iba a la mesa como perros regañados. 

—No ayudas, Aurelio. —Le dio un toque en la nariz, coqueto y cojeando volvió a la mesa.

Aurelio se partió de la risa y los siguió, sentándose entre ambos rubios. El par se vieron con odio y el moreno chasqueó los dedos. 

—Ah, ah, o follan o se ignoran.

Roberto rio.

—Yo quería sexo, él solo quiere pelea... Por eso huyó apenas vio la Alexconda.

El peliplatinado miró a Drake y rio coqueto, asintiendo.

—Probablemente fue eso. —Suspiró mientras Magaly acariciaba su mano.

Drake observó a Magaly avergonzado; aún no entendía como terminó así. Se giró y vio a Roberto sonriendo.

—Creí que lo que pasaba en los conciertos de Black Sabbath era suficiente para quitarte de encima.

Roberto aplastó a Aurelio acercándose al rubio. 

—Sabes que no es suficiente cuando es conmigo... Me lo debes.

Alex observaba al par de reojo mientras comía.

—Drake, ¿no quieres quitarme de encima también? —Levantó las cejas coqueto, mirando de reojo a Roberto.

Drake le sonrió.

—A ti te quiero rondando siempre. —Se giró y por error se besó con Roberto, quien lo atrapó y sujetando su cabello, le dio un beso profundo, lleno de lujuria.

Aurelio fue aplastado por el par y apenas pudo estirar la mano para chocar los cinco con Magaly quien siempre bromeaba con que eso sucedería.

Alex puso cara de pocos amigos y para fingir se escudó en el desayuno. 

—Bueno, yo digo que un trío —dijo con la boca llena de fruta.

Drake se liberó jadeando y vio sorprendido a Alex.

—¿No que muy puro y santo?

—Estoy jugando —le dijo con una sonrisa sarcástica—. Arriba hay un cuarto por si quieren coger.

Roberto sonrió.

—Si me lo prestas... —Se llevó arrastrando al rubio de los pies para volver a pelear en juego. Drake solo gritaba desde la escalera muerto de risa.

—¡Me vendiste, Alex!

—Yo no te vendí, tú andas de zorra arrastrada con Roberto. —Sacó un cigarrillo y se levantó con trabajos para salir de la casa, azotando la puerta.

Los chicos peleaban en juego cuando oyeron el estruendo que la puerta hizo. Todos se quedaron bastante serios, no esperaban una reacción tan "explosiva" por parte del de ojos grises.

Drake sabía que Alexander era un posible así que solo regresó a desayunar en silencio mientras que Roberto salió corriendo detrás del hombre de barba.

Alex ignoró al rubio mientras fumaba recargado en las muletas y observaba la calle con el ceño fruncido.

Roberto paró y lo miró decepcionado. 

—Mierda, de verdad lo amas... —Estiró la mano en señal de paz—.  Amamos al mismo hombre y parece que nos dejó igual de solos.

—Yo no amo a nadie —le dijo serio sin mirarlo, dejándolo con la mano extendida.

Roberto metió la mano en su bolsillo, muerto de risa. 

—Repítelo hasta que lo creas... Se ve cómo lo miras. "Mi corazón arde por ti" —le arremedó, viendo el suelo con los ojos aguados.

Alexander apretó la mandíbula furioso y se dio la vuelta para tomar al chico del cuello de la camiseta y besarlo.

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