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Capítulo 31

Millie pasó todo el día buscando un regalo para Leo. Recorrió todas las tiendas, pero nada le convencía. Nada parecía lo suficientemente especial. Leo no necesitaba muchas de esas cosas.

Entonces escribió una carta, en la que puso todos sus sentimientos de agradecimiento y buenos deseos para su futuro.

Ella quería que aquello fuera algo motivador para aquellos momentos en los que no se sintiera bien. Aunque no pudiera estar físicamente a su lado, quería apoyarlo como pudiera.

Leo hizo un pequeño festejo entre amigos. Nada vistoso, las fiestas grandes no eran lo suyo. Chris fue el primero en llegar y había ayudado con los preparativos. Lenna y Zoe llegaron con comida y unos paquetes adornados de moños que insinuaban ser regalos. Millie llegó última, con la carta en su bolso y una sonrisa en el rostro.

El ambiente era cálido a pesar de que hacía frío. La parejita se mostraba muy amorosa, entre ellos y con sus amigos también.

La mamá de Leo los observaba, veía cuanto había cambiado Millie en tan poco tiempo y todo gracias a Leo. Al final, había cumplido con su palabra. Sin embargo, pronto todo iba a terminar.

Hablaron de todo tipo de cosas, desde pequeñeces hasta temas como ir a despedir a Millie al aeropuerto. Cosa que a ella no le agradaba mucho, tener que dejarlos atrás e irse lejos cuando ya había perdido tanto, era muy difícil. Ellos significaban mucho para Millie y esperaba poder compensarlos de alguna forma.

Es por eso que les iba a dar el empujón que les faltaba.

Mientras todos estaban entretenidos, ella le hizo señas a Chris para que fuera a hablar afuera y éste fue de mala gana, pues tenía que dejar su asiento al lado de Lenna.

—¿Qué ocurre? —preguntó algo molesto.

—¿Le dirás a Lenna? —Millie puso una sonrisa pícara en su rostro.

—¿De qué hablas? —dijo intentando evadir el tema.

—No te hagas, se todo al respecto—Millie se cruzó de brazos—. Debes decirle. Ella es una buena chica, nada te asegura que no aparezca alguien y se la lleve lejos...

—Lo sé—Chris miró hacia adentro dónde podía ver a Lenna riéndose junto a Zoe—. ¿Crees que es fácil? —su vista seguía fija en la chica—Cuando ella es...

—No dejes que te venzan los obstáculos, eso es lo que valdrá más al final del camino—Millie sonrió y le dio una palmadita en el hombro en gesto de apoyo—. Anda, ve a por ella.

Millie se devolvió a la casa y Chris se quedó pensativo. Unas pocas palabras le habían dado ánimo para dar un paso adelante y eso era lo que ella deseaba.

La celebración duró hasta la noche tarde, se habían divertido muchísimo. Jugaron todo tipos de juegos, vieron películas y comieron pastel.

Antes de que se hiciera más tarde, Chris acompañó a Lenna y a Zoe a su casa, dejando solos a Leo y a Millie por primera vez en todo el día.

—¿Te acompaño hasta tu casa? —preguntó Leo.

—Aún no—dijo Millie mientras sacaba la carta de su bolso—. Quiero darte mi regalo. No es algo costoso y no sé si te llegara a ser útil, pero lo hice con amor para ti.

—Esto es...—preguntó algo confundido, mientras tomaba el sobre en sus manos.

—Es para cuando no te sientas bien. Quiero animarte, aún si no estoy aquí...—Millie se había sonrojado.

—¿Puedo leerla ahora? —preguntó con una sonrisa.

—¡No! —exclamó nerviosa—. Sería muy vergonzoso...

—Gracias Millie...—Leo la abrazó suavemente—eres muy linda, es difícil no quererte.

Leo la miró a los ojos solo para encontrarse con ese brillo intenso de color avellana, que transmitía cada emoción sin necesidad de que ella lo dijera. Le costaba ocultar sus sentimientos y a veces se desbordaban por su mirada. Esa sinceridad le gustaba. Amaba a Millie con todo su ser, pero sólo verla no era suficiente para expresarlo.

Presionó sus labios contra los de ella, perdiéndose en el frenesí de emociones que había estallado entre ambos con solo rozar sus labios.

Millie sentía la calidez de sus propios sentimientos mezclándose con los de Leo. Ella lo amaba, la hacía sentirse feliz y contenta. El vacío que había en su interior, la tristeza, la negación, todo eso había sido olvidado. Ella se sentía segura a su lado, sabía que él siempre la querría. Entonces le confió todo a él, su corazón, su cuerpo y su alma; y Leo le correspondió.

Esa noche se amaron como nunca antes. Dejaron de ser dos personas para ser un solo ser, feliz, completo. Se olvidaron de todo por una noche. Una que quedaría grabada en sus corazones para siempre.

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