Capítulo 28
Octubre terminó con una gran fiesta de halloween hecha en el colegio. Millie se disfrazó de bruja, Lenna se disfrazó de Freddy Cruger versión femenina y Zoe hizo lo mismo con Jason de Viernes 13. Leo se disfrazó de pirata y Chris de vampiro.
El lugar estaba lleno de estudiantes y profesores bailando. Matt y Rose también estaban allí, pero no parecían llevarse muy bien en aquel momento. Jade y Sarah rondaban por allí en busca de parejas para bailar. No había alcohol en la fiesta así que todo estaba tranquilo.
Todos disfrutaban y se divertían lo más que podían. Sabían que luego de aquello se vendría la época de exámenes y ya no habría tiempo para divertirse. La preparatoria estaba terminando para ellos.
Cuando la fiesta terminó, todos regresaron a sus casas. Contentos, eufóricos. Sin preocuparse por nada y quizá ese fue el error de algunos.
Al día siguiente, la noticia se extendió por todo el colegio. Rose había desaparecido, se había ido temprano de la fiesta por discutir con Matt, pero nunca llegó a su casa. Su familia la buscó por todas partes. Ella no respondía su celular y no estaba en casa de ningún amigo. Lo último que habían sabido de ella era un mensaje que recibió su madre, donde le decía que estaba regresando a casa. Al parecer no consiguió hacerlo.
La gente de los alrededores no había visto nada extraño, pues era de noche y todos se encontraban dentro de sus casas cenando o viendo películas en familia.
Matt se sintió culpable de aquello. Se repitió una y otra vez que no debió haberla dejado ir sola, pero ya era tarde para lamentarse.
Millie, por su parte, no parecía tan afectada y eso demostraba lo poco que le importaba Rose en aquel momento. A pesar de que no le deseaba eso a nadie, no iba a mover ni un solo dedo por ella. Ya no.
Pasó una semana antes de que la encontraran en un hospital en las afueras de la ciudad. Estaba viva, pero no en un buen estado físico ni mental. Matt viajó junto a la madre de Rose al hospital donde estaba internada.
Cuando llegaron, una enfermera los condujo a la unidad de cuidados intensivos, donde hablaron con el doctor.
—¿Cómo está ella? ¿Qué le pasó? ¿Cómo está su bebé? ¡Doctor! Dígame como se encuentra mi hija...—la voz se le quebró y tuvo que esforzarse por mantenerse de pie.
—Antes que nada, tiene que saber que lo que diré no es nada lindo—dijo el doctor observando sus reacciones—. Ella ha perdido al bebé.
El silencio se hizo presente, denso y eterno. La madre de Rose no quería creerlo, pero eso era sólo una parte de la historia. Cuando consiguió estabilizarse un poco le pidió que continuara.
—La paciente ingresó al hospital hace dos días, fue encontrada por un residente de un departamento en el callejón contiguo a su edificio. Ésta persona la trajo al hospital de urgencia y gracias a eso pudimos salvarla— Matt tragó saliva costosamente y el doctor prosiguió—. Tenía muchas contusiones por todo el cuerpo y signos de haber estado luchando para zafarse de las ataduras.
—Quiere decir que ella fue...— Matt no pudo terminar la frase.
—Sí, ella ha sido abusada—la madre de Rose se cubrió la boca con ambas manos—y como hubo resistencia la golpearon hasta dejarla en un estado deplorable. Me temo que ha perdido al bebé a causa de eso.
El doctor los guio hasta la puerta y ellos entraron a la habitación. Aunque sólo podían verla detrás del cristal, se notaba el mal estado en el que estaba.
—¿Se va a recuperar? —preguntó Matt.
—Solo el tiempo y su voluntad lo dirán.
El doctor se alejó para hablar con otro doctor y, solo entonces, la mujer se derrumbó dejando salir las lágrimas como cascadas. Ver a su hija en ese estado, había sido el golpe más duro de su vida y también para la de Matt. Él se preguntó qué hubiera pasado si las cosas fueran al revés y Millie estuviera en el lugar de Rose. El tormento lo carcomía por dentro de solo pensarlo. Había sido su culpa, él les había fallado a ambas de una forma en la cual no hay remedio que cure el daño recibido. Por más mala y trepadora que fuera, no lo merecía. No así. No eso.
Matt esperó por horas y horas, hasta que cuando comenzaba el tercer día, ella despertó. Los médicos la dejaron en observación por unos días, para evaluar su recuperación. La joven no presentó daño cerebral ni pérdida de memoria, por el contrario, parecía recordar cada detalle.
Al cabo de otra semana, regresó a su casa. Aún tenía moretones y vendas, pero ya no era tan grave. La Rose que todos conocían se había extinguido. Ésta parecía una cáscara vacía, no hablaba no quería comer y no quería ver a nadie. Aun así, tenía que terminar el colegio para seguir en una universidad el año entrante.
Los rumores corrían por cada pasillo de la escuela, diciendo que Rose se lo había buscado, que ella había consentido todo. Su mala fama se hizo presente y ella parecía no tener intenciones de contradecirlos. Nadie sabía el dolor que había pasado ella, nadie más que sí misma.
Mientras caminaba por el pasillo se cruzó con Millie. Esperó que se burlara de ella, que le dijera cualquier cosa, pero Millie solo se quedó en silencio. Un silencio que parecía eterno.
Rose observó a Millie, tan fuerte y bella, parecía no importarle nada de ella ni de nadie. Se preguntó cuándo se había fortalecido así y cómo lo había logrado. Entonces recordó lo débil que fue esa noche, lo débil que se sintió al no poder defenderse a si misma ni a su bebé, la impotencia, el vacío que había dejado todo aquello en ella.
La cáscara vacía se llenó de rabia, odio y una revolución se sentimientos afloró dándole paso a las lágrimas.
Se derrumbó y, por primera vez en muchos años, lloró.
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