Capítulo 26
Millie leyó la carta en silencio y luego la guardó. Su sonrisa se había extinguido durante muchas horas, sin embargo, consiguió recuperarla para que nadie notara que algo había pasado. Al día siguiente, fue al colegio como si nada, actuó normal y nadie sospechó.
Los días pasaron rápidamente hasta llegar octubre. Faltaba cada vez menos para que el año escolar terminara. Millie había evitado darle muchas vueltas al asunto de la carta, pero sabía que no podría escapar por mucho tiempo más.
—Millie...—Leo la abrazó por la espalda mientras caminaban a casa— ¿Te he dicho que eres hermosa? —preguntó con una sonrisa.
—Un par de veces. —Millie estaba colorada.
—Ahora que lo pienso... Nunca has dicho que yo te gusto. ¿No deberías hacerlo? —soltó con tono burlón.
—No lo haré. —dijo ella cruzándose de brazos.
—Ehhh...—Leo le dio un beso en el cuello, logrando que se estremeciera—Millie, hueles bien.
—¡Leo! —dijo apartándose con una sonrisa.
—Me alegro de que hayas sonreído de verdad. No creas que no me doy cuenta.
Millie se exaltó y lo miró a los ojos. Él lo había notado, pero ella sabía que era posible. Leo siempre la observaba detenidamente, como si no quisiera perderse ningún detalle de ella. Estaba contenta y agradecida de haberse enamorado de él.
—Lo supuse...—suspiró—hay algo que debes ver...
Cuando llegaron a su casa, Millie le dio la carta a Leo. Era una carta de su tía Elizabeth. Él la leyó detenidamente y luego la dejó sobre la mesa.
—Ya veo...—dijo con la vista fija en el pedazo de papel sobre la mesa.
En la carta hablaba sobre los planes a futuro de Millie. Ella había hecho un trato con su tía, para darse tiempo y poder afrontar la realidad. A través de eso, podría quedarse allí solo hasta terminar el colegio y luego se iría a Estados Unidos a vivir con ella y a estudiar una carrera allí.
—Sabías que este día iba a llegar y no dijiste nada...—Leo no tenía ninguna expresión en su rostro.
—Lo había olvidado... No, quise olvidarlo. No quería despedirme de ti y de los demás— dijo con la cabeza gacha—. Lamento no habértelo dicho.
—Millie, ¿Qué es lo que quieres hacer tú? —preguntó mientras se acercaba a ella.
—Yo...—Millie lo miró brevemente.
Millie tenía un sueño y era ser directora de cine. Debido a la costosa matrícula de la universidad y que necesitaba permiso de sus padres para salir del país, había decidido dejarlo atrás. Sin embargo, su tía había conseguido una beca para ella en la universidad y eso la había sorprendido.
—No estoy segura—continuó Millie—, es una gran oportunidad, pero...
Leo la abrazó tiernamente y ella se estremeció. Después de haber renunciado a lo que tanto quería y haber sufrido tanto por ello, era difícil creer que una nueva oportunidad se le estaba presentando. Aun así, todo tenía un costo, y ella lo supo en el momento en que leyó la carta. Para recuperar y cumplir su sueño, tendría que renunciar a sus preciados amigos y a su gran amor. Tendría que alejarse de ellos por mucho tiempo y nada garantizaba que siguieran en contacto.
—Yo te apoyare en lo que decidas—Leo la abrazó con más fuerza—. Aunque realmente no me agrade la idea de estar lejos tuyo... Millie debes cumplir tu sueño, así no tendrás arrepentimientos.
Ella sabía de lo que él hablaba y sabía que le era difícil decirlo.
Esta vez Millie estaba enfrentándose a lo que cambiaría por completo su vida.
En medio de la tormenta que se librara en su interior, se preguntó si sería capaz de elegir correctamente, si podría elegir un camino que la haga feliz. Aunque, en realidad, de todas formas, perdería algo.
Después de una larga plática dónde ella le contaba todo sobre su sueño, Millie se quedó dormida en su cama, abrazada por Leo.
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