Leo regresó a ver porque Millie se tardaba tanto y en el camino se lo cruzó a Matt. Notó que venía de la dirección en la que estaba Millie.

—Yo... Le conté a Millie. —dijo Matt.

Leo se frenó y lo miró. Matt había visto a Leo entrar en el edificio mientras él hablaba con Rose. Sabía que Leo lo había escuchado todo.

—Quizá deberías ir a verla. —Matt se veía dolido.

—Millie, estaba en el edificio y a pesar de haber escuchado todo, sonrió. Es más fuerte de lo que crees—soltó con una sonrisa altanera—. Dicho eso, iré a ver a mi princesa.

Matt se quedó viéndolo con el ceño fruncido mientras se acercaba al aula. Sintió una punzada en el pecho. Se había dado cuenta de todo el daño que había hecho y sabía que no podría repararlo.

Se dirigió a la salida dónde estaba Rose esperándolo. Ahora tenía que ser responsable de sus actos.

Cuando Leo llegó al aula, se encontró con Millie parada frente a la ventana. El viento mecía suavemente su cabello, mientras ella veía el cielo.

—¿Qué ves? —Leo abrazó a Millie por la espalda y ella se sobresaltó.

—¿Qué haces? —Millie estaba nerviosa, su corazón estaba acelerado—Oye...

Leo notó el rubor de Millie y se apartó de ella. Él también estaba algo nervioso. Observó la mirada de Millie. Estaba algo pérdida en el horizonte, pero no parecía tan afectada.

—Él me contó sobre Rose, me pidió disculpas y dijo que se haría responsable.

—¿Y qué le dijiste? —pregunto curioso.

—Perdonarlo... aún no puedo hacer algo como eso. Quizá cuando lo vea cuidando bien de su familia con Rose pueda. Así que esperaba que fuera fiel de ahora en adelante... Eso le dije.

—Ya veo, tienes un buen corazón... Eso me gusta—Leo sonrió—. Aunque realmente no merece ni que le hables...—masculló algo molesto.

Millie sonrió al ver la cara de Leo. Ella era importante para él. Esa fue la sensación que obtuvo en aquel momento. Aunque de solo pensar en ello se puso nerviosa.

Todo lo que había vivido en ese tiempo estaba siendo dejado en el pasado. Al menos por ahora.

Al cabo de unas semanas llegó la época de exámenes. Millie y Leo se juntaban en la biblioteca a estudiar. Cada vez hacia más calor, aun así, el tiempo que pasaban juntos hacia más apacible todo. Tan bien se sentía, que no creían que algo malo pudiera pasar.

Cuando salieron del colegio, platicando como siempre, sin prestar atención a su entorno, se llevaron una sorpresa. En la puerta había un amontonamiento de gente. Todos susurraban y algunos gritaban.

—¡Jade! ¡Jade! ¡Responde! Por favor...—la voz quebrada de Sarah se oyó entre la multitud.

Millie se abrió paso entre el tumulto hasta llegar al centro, donde se encontró con Jade en el suelo, cubierta de sangre y Sarah arrodillada a su lado, llorando mientras la llamaba.