
Set 10
— Bueno, me voy —dije de pronto levantándome del sillón. Habíamos comido donas hasta reventar y teníamos todos los temas de conversación posibles agotados. No era habitual juntarme con ellos dos, y al parecer tenían muchas dudas sobre mi trabajo y mi vida, cosas de las que claramente nunca habíamos hablado, aunque sospechaba que YongHoon sólo quería esa información para impresionar a mi secretaria. Tenía que admitir que había sido una buena tarde después de todo, pero no quería que se me pegara el narcisismo de esos dos así que mejor me despegaba de una vez.
— ¡Esperá! —dijo YongHoon abrazándose a mi pierna para detenerme. Parecía un nene de 5 años, pero en tamaño gigante.
— No lo toques, a menos que te llames Kim GeonHak —le advritió YoungJo junto a una risa burlona. Él le hizo caso, por suerte, y nos dedicó unas miradas extrañas a ambos.
— ¿Qué? —pregunté en referencia a su repentina reacción.
— Sólo una última cosa sobre mi cita...
— Nada, nada YongHoon, sólo sé vos mismo, porque si no, se va a dar cuenta, es muy inteligente. Si se da cuenta de que sos falso por gustarle, te va a meter una patada en el culo, y no es en sentido figurado. Le enseñé defensa personal. La usa, creeme.
YongHoon me miró con los ojos enormes y asintió algo pensativo. Yo quise seguir mi camino a la puerta, pero antes miré mi celular y el mensaje de mi mamá en pantalla me hizo quedar a medias en la mini escalerita que separaba la entrada del living y la cocina.
— ¿Pasa algo? Si es por tu ropa, después te la doy —dijo YoungJo, pero no, yo ni siquiera me había acordado de que estaba usando ropa prestada.
— Mi... Mamá... —. Me di vuelta imaginando que tendría sus ojos sobre mí—. Dice que no vuelva a casa.
— ¿Te echó? —preguntó YongHoon, y yo me estaba preguntando lo mismo, así que abrí el chat para ver qué carajo pasaba.
— Hm, no. Parece que discutió con mi papá y que todo está tenso —dije volviendo a sentarme, esta vez en el posabrazos del sillón ya que YoungJo había aprovechado para estirarse todo sobre mi antiguo lugar y ya no tenía espacio.
— Uh ¿para tanto?
— Sí... Cuando pelean es así. No es que peleen siempre, pero cuando pasa... Normalmente me voy a dormir con GeonHak, así que...
— Si vas a quedarte otra vez, al menos pagás la cena.
— Bueno —asentí sin muchas ganas.
— Esperen, ¿qué pasó con GeonHak? —preguntó YongHoon que seguía sin entender casi nada— ¿Se pelearon? No los imagino peleados.
— En realidad no. Pero no quiere verme por ahora.
— Hmm bueno... si van a seguir con sus cosas, mejor me voy yo.
— Hoon, no hace falta —dijo YoungJo. En realidad no teníamos nada con que "seguir", pero dejarnos solos sólo nos daría ideas.
— No, no, en serio. Tampoco me quiero ir tan tarde.
YongHoon se fue mientras yo pensaba en qué carajo habría hecho mi papá para pelear con mi mamá, y si eso tendría algo que ver con lo que fuera que estaba planeando en la empresa. Pero no quería seguir dándole vueltas a ese asunto cuando mis emociones ya estaban bastante pisoteadas. Prendí la tele que estaba colgada en la pared frente a mí y busqué algún partido de fútbol, después de todo era sábado. YoungJo volvió de quién sabe dónde con su iPad en las manos y se sentó a hacer algo ahí, en silencio. Yo me concentré en el partido y hasta olvidaba que había alguien más conmigo.
YoungJo guardó su iPad cuando estaba por terminar el segundo tiempo y abrió dos botellas de soju para nosotros junto con un platito con maní. Entonces recordé que me tocaba pagar la cena y le dí mi celular desbloqueado para que pidiera algo para comer, de preferencia pizza, y así lo hizo.
.
— ¿Alguna vez lo hiciste con una mujer? —preguntó tan de la nada que tuve que mirarlo un rato para asimilar la pregunta mientras tragaba la pizza en mi boca.
— No, ¿por?
— Ah... Le respondiste a YongHoon que no sos bisexual y quería saber si... Si era que no te interesa o...
— No sé. Nunca intenté. Pero no me provocan nada ¿Vos sí?
— Mi papá insistió muchas veces, y lo intenté sólo por contentarlo, pero no. No puedo.
— ¿Y por qué tenías que contentarlo?
— Ya sabés cómo eran las cosas. Era eso o aguantar que me maltratara. Además vos...
— ¿Yo qué?
— ¿Vas a decirme que nunca intentaste contentar a tu papá? Justo el que trabaja con papi~
— Hm... No exactamente. No a él.
— ¿Uhm?
— Es verdad que mi papá siempre insistió en que tenía que heredar su empresa. Yo quería ser futbolista como mi primo... Pero cuando conocí a GeonHak...
— Ay... No me digas...
— Sí. Él me dijo que le parecían interesantes los empresarios. En realidad tenía ganas de estudiar psicología porque mis compañeros me molestaban mucho en la escuela, y quería aprender a entender a la gente para que no me volviera a pasar. Así que busqué lo más parecido posible en el mundo empresarial.
— ¿Y también te metiste en el Club?
— GeonHak dijo que así podía defenderme si me molestaban, así que lo intenté, me gustó y chau fútbol.
— ¿GeonHak o el judo?
— Las dos cosas, baboso.
— ¿Si GeonHak te pide que hagas ballet, vas corriendo a anotarte?
— Lo dice el que se cambió de club porque habían cambiado de categoría.
— Jaja, sí, ya sé. De hecho estuve por dejar todo y seguí por él. Mi papá era el que me insistía en hacer un deporte. Quería que fuera boxeador pero yo odiaba ver lo violento que era, así que elegí un deporte de defensa personal. Al menos no se opuso a eso.
— ¿Por qué querías dejar?
— Porque siempre quise ser artista... Pero no marcial.
— ¿Artista? Ah, ¿por eso los cuadritos?¿Son tuyos?
— Sí.
— Oh.
— Hm.
Me quedé callado, pero no porque no quisiera decir nada, sino porque me empecé a dar cuenta de que, aunque me había contado muchas cosas que a otros no en el pasado, en realidad nunca habíamos hablado de verdad. En esos años, yo estaba demasiado desesperado por tener a alguien que entendiera mi sexualidad, y él necesitaba a alguien con quién descargarse de la basura que vivía en su casa. No hablábamos realmente, nuestro trato era frío y seco como si tuviéramos miedo de que el otro nos juzgara como los demás lo hacían, por eso era mejor no ser cercanos. No podíamos ser amigos porque sabíamos demasiado el uno del otro como para sentirnos cómodos con ese lado culposo que conocíamos mutuamente. Todo lo que nunca había podido expresar con mi mejor amigo, lo había hecho con él. Ni siquiera podía explicar cómo me sentía al respecto, pero en ese momento era como estar dentro de una epifanía y, a juzgar por lo que dijo después, creo que él también.
— ¿Qué pensás de esto? —dijo simplemente, pero era muy claro, estábamos sentados tan cerca; yo tenía mi botella en la mano, usando su ropa; él seguía sin remera, sólo en shorts. El programa deportivo después del partido sonando de fondo y la caja de pizza en la mesita de café. Demasiado doméstico, tanto que daba miedo.
— ¿Q-qué pienso? Qué pienso... Pienso que...
— ¿Qué estamos haciendo?
— ¿Acompañarnos? Si GeonHak se entera alguna vez... Se va a enojar igual si fue una sola vez antes de declararme, o si fueron muchas más. Es igual, ya lo hicimos.
No importa quién fue, en realidad no tengo conciencia de quién se movió primero. Quedamos estáticos por unos segundos eternos hasta que nos juntamos en el medio del sillón en un beso con sabor a pizza. Sentía sus manos por todos lados y yo sostenía en su espalda mi botella de soju. Su pecho me rozaba demasiado fuerte y quería deshacerme de mi remera para tener el contacto directo, pero la forma en que nos estábamos devorando no pronosticaba una separación rápida.
Él mismo alcanzó la botella de mi mano y me soltó unos segundos para dejarla en la mesita, lo que aproveché para quitarme la remera y luego tirar del elástico de su short para devolverlo al sillón de golpe. No me detuve a ver su cara de bobo ni a escuchar su queja; me senté sobre sus muslos y me tomé un ratito para acomodar mi torso contra el suyo, por algún motivo quería sentir que cada uno de sus músculos acariciara los míos. Sus manos hacían el recorrido lógico entre mi cintura, mi culo y el nacimiento de mis muslos mientras yo besaba su cuello, es que era tan grande que se veía como una invitación a chupar y morder.
Me estaba divirtiendo, en especial con su nuez. Sus sonidos o movimientos nerviosos cuando le hacía cosquillas con mi boca eran tan graciosos. Estaba bien no pensar en nada por un rato, de eso se trataba escapar con "otros" de esa manera, pero, aunque estaba acostumbrado a hacerlo, algo falló en ese instante y mi pecho volvió a anudarse. Yo sabía que mis sentimientos seguían confusos. Había llorado bastante ese día, y ahí, en ese momento tan inapropiado, me rompí de nuevo. Quizás la posición me recordaba a la madrugada anterior abrazado al torso de GeonHak en ese sillón, aún con su sabor en mi boca y todo el cuerpo hormigueando por él. YoungJo subió su una de sus manos y tomó mi nuca para alejarme un poco de su cuello.
— ¿Qué pasa? —. Se veía preocupado, pero más que nada irritado. Sí, era un momento de mierda para largarme a llorar.
— Perdón, es que... Lo quiero... Lo quiero de verdad.
— Te hubieras acordado antes de... De ponerme así —dijo intentando moverme a un costado.
— Hey, no dije que quería parar... —, si él pensaba que me sentía culpable, estaba equivocado, así que me mantuve sobre él aferrado con mis piernas a las suyas.
— ¿No te importa? —preguntó secando mi cara con sus dos manos— ¿Vas a seguir llorando?
— Si hacés bien tu trabajo, no. O sí pero por otros motivos.
.
.
Nos despertamos en la alfombra del living con algunos almohadones alrededor y nuestra ropa por encima. Hacía calor por todo el sol que entraba de la ventana y me dolía la cabeza en un punto específico que seguía masajeando con mis dedos.
— ¿Te duele? Perdón, no me di cuenta que no había movido la mesita lo suficiente —dijo YoungJo acomodando su cabeza en su mano.
— Sí, me duele. Voy a parecer un unicornio.
— No exageres ¿Querés hielo?
— No, ya fue. Quiero jugo de naranja exprimido.
— Jaja, ¿y yo te lo voy a hacer?
— Podrías, ya que me dejaste un chichón en la cabeza.
— Ya te compensé eso anoche. No soy tu secretaria.
— Si fueras mi secretaria tendrías una cita con YongHoon —dije imaginando a YoungJo como BeHi, era absurdo, pero ya estaba en mi cabeza y era imposible detener la imagen.
— Que miedo.
— ¿En serio? O sea, sé que él es hétero, pero... No me olvido de lo que vi esa vez en los vestuarios.
— ... SeoHo, eso fue una estupidez. No me lo recuerdes.
— ¿No se reforzó la amistad? —dije burlándome de él.
— No. Nos sentimos raros por varios días.
— ¿Pero nunca te gustó él?¿Nunca lo miraste con otros ojos?
— No todos nos enamoramos de nuestro mejor amigo, SeoHo. Ese es tu drama, no el mío.
— Que aburrido. Entonces... ¿Tenés naranjas?
— Ni idea, fijate.
— ¿Dónde están mis calzones?
— No sé.
Tampoco hice mucho esfuerzo por encontrarlos. Seguíamos ahí tirados sin movernos. Para haber dormido en una alfombra, mi espalda estaba bastante decente, y aunque sentía mi cuerpo cansado, estaba relajado y no tenía apuro por nada. Mi teléfono sonó y no pude evitar pensar que podría ser GeonHak. YoungJo y yo nos miramos al mismo tiempo como si hubiéramos sido descubiertos ahí mismo. Yo dejé de imaginar cosas y me estiré hasta la mesita a buscar mi celular para atender. No, no era GeonHak.
— Buenos días Señora Kim. No, No está conmigo. No sé, no podría decirle. Ah, gracias, usted es tan amable. Es que... no quiere hablarme, pero supongo que está bien ¿Yo?¿De verdad? Si me lo pide así... No, deje, yo voy a golpearlo cuando lo vea, lo prometo, pero no es sólo su culpa. En realidad es mi culpa... Ajá, porque mi mamá no quiere que vaya a casa. Gracias, en serio.
— ... ¿Y eso?
— La madre de GeonHak me invitó a almorzar porque su hijo no le contesta.
— Oh... Que suerte, no vas a pasar por el momento traumático de conocer a los suegros.
— Jeje, no. Ellos son muy buenos conmigo.
— ¿No te asusta en qué pueda andar GeonHak?
— Hm, un poco. Pero allá él —dije acomodando mi codo sobre la mesita para sentarme cómodo.
— Si te da curiosidad podría hablarle, total, no sabe que estás acá.
— Hmm... Por ahora no. Mejor no manipulemos las cosas.
— Muy maduro para venir de vos.
— Callate.
No hubo jugo de naranja ni nada. Me levanté del piso como un muñeco viejo, me lavé un poco el cuerpo y me puse mi ropa de del viernes, el jean y la camisa gris cerrada, sin nada abajo. La polera me la llevaría otro día. Estaba de muy buen humor después de dos días de emociones tan intensas. Tenía mucho de que preocuparme, sí, pero pensaría en eso al día siguiente. La señora Kim siempre me había tratado como a un hijo más y sabía que me sentiría bien con ella, ya que el ambiente no era agradable en mi casa.
Cuando volví del cuarto YoungJo no estaba en el living pero ya estaba todo ordenado. No quería irme sin saludar, en realidad tampoco sabía bien qué decirle. No sabía cómo tratarlo y me ponía nervioso. Vi a través de la ventana que estaba en el patio así que busqué la puerta y salí.
— ¿Te vas? —preguntó él dejando de regar las plantas.
— Sip.
— Chau —dijo simplemente, y me sentí raro. Quería decir algo más, pero tampoco quería decir mucho.
— Eh, gracias.
— A vos también, nos vemos.
.
.
— ¿Cómo estás? ¡Hace un montón que no te veo! Estás flaco, ¿estás comiendo bien?
— Sí, sí. Estoy bien. Anduve un poco estresado estas semanas.
— Demasiado trabajo. Yo le digo a GeonHak que te cuide que hacés muchas cosas.
Sonreí ante sus palabras amables, pero quería pedirle por favor que no lo mencionara tanto. Estaba en la casa de sus padres, comiendo carne deliciosa con ellos, se sentía como si él estuviera por todos lados, mencionarlo ya era demasiado. No podía decirle que justamente su hijo era el causante del 60% de mis bajones anímicos.
— ¿Cómo va el negocio? —preguntó el señor Kim. Por suerte tenía mucho que contar y pasamos el resto del almuerzo distraídos con eso. El negocio iba muy bien, a excepción del caos que generaba el CEO entre los empleados siendo tan enigmático, pero podía ahorrarle ese detalle y enfocarme en las ganancias y demás.
La señora Kim trajo el postre y yo sabía que saldría de ahí hecho una ardilla rechoncha. Era lindo sentirme cuidado por ellos, incluso más que por mis propios padres.
— Espero que lo de tus papás no sea serio —dijo ella rompiendo el silencio de nuestras bocas llenas de budín de pan con crema.
— Hm, mi papá anda muy tenso, no me sorprende. No debe ser nada.
— Vos tendrías que irte de tu casa ya, te podés alquilar algo. Cuando quieras decime —se ofreció el señor Kim, era razonable y yo también lo pensaba, pero no tenía ganas ni tiempo de ocuparme de tareas domésticas.
— Sí, ya sé. En cualquier momento...
— ¿Dónde fuiste?¿A lo de algún compañero? Qué habrás hecho para que mi hijo no te quiera ver... Si serás travieso —dijo la Señora golpeando mi brazo con el cucharón.
— Ah~ si le contara... Me quedé con YoungJo.
— Ay pobrecito ese chico, lo del papá...
— No se crea...
— No si, yo sé que no era buena persona, pero debe ser difícil para él —, claro, yo olvidaba que ella sabía tanto como yo, si nos encantaba chismear sobre él y su evidente intentes en GeonHak.
— ¿Le contó su hijo lo que hizo el día del velatorio?
— ¿No...? —. De pronto sus ojos brillaban de curiosidad. El señor Kim se sumergió en su iPad y dejó de seguirnos el hilo.
— Le rompió el corazón. Lo dejó llorando al lado de un limonero.
— ¿En serio? Que desgraciado...
— Ya me encargué. Le pidió disculpas frente a todos en el entrenamiento.
— Se fue mi yerno perfecto —. Yo levanté la vista de mi platito y le dediqué una mirada dolida. Sabía que ella idealizaba a YoungJo como su yerno ideal, y la verdad, tenía razón en pensarlo, pero...
— Ah, no dolió eh.
— ¿SeoHo? —dijo de pronto tomando mi mentón con su mano. Ni yo entendía por qué me metía en esos dramas solito.
— Nada, nada.
— Lee SeoHo, te conozco como si te hubiera parido ¿Mi hijo sabe esto?
— Sí, por eso no quiere verme.
— Ay, chiquito —, y se acercó a abrazarme—. Ya lo conocés, no sabe lidiar con esas cosas. Ya se le va a pasar.
— Ya sé, eso espero.
— ¿Vos no te estarás portando mal, no?
— ¿Eh? No... —dije con mi mejor cara de inocencia. No sabía a qué se refería exactamente, pero si estaba entendiendo bien... ¡Por Dios señora Kim!
— Hhmm, que no me entere.
Mientras yo tarareaba la versión de Oasis de Lemon Tree, nos movimos al sillón, y el señor Kim prendió la tele. Después de hacer un rato de zapping, dejó algún partido de fútbol Inglés, ni siquiera me interesé demasiado, quería tener la mente en blanco por un rato. El clima en esa casa era tan agradable y el olor a dulce todavía en el aire me hacía sentir bien. No sabía si estaba metiendo la pata en contarle tantas cosas a su madre, pero ella era todo lo viva que su hijo muchas veces no era y me daba confianza, además era casi imposible mentirle.
Estaba a punto de dormirme con la cabeza en el posabrazos cuando el ruido de llaves en la puerta de entrada hizo que la señora Kim se levantara de golpe y sacudiera la superficie que compartíamos. Me senté nuevamente y me desperecé.
— ¡Hijo! No me contestaste el teléfono, pensé que no venías. Encima ayer que me bloqueaste, me tenías asustada.
"Fuck".
— Perdón, tenía planes para el almuerzo... ¿Qué hacés acá?
Giré levemente mi torso cuando me di cuenta que eso último iba para mí. Él estaba abrazado a su madre con la cara en su hombro como si estuviera a punto de desplomarse, antes de verme y subir nuevamente su defensa.
— Yo lo invité. No vas a maltratar a mi invitado, GeonHak.
— No sabía que ibas a venir, si querés me voy —dije rápidamente. No quería incomodarlo si quería llorar en el hombro de mami. Tenía que admitir que me ponía de buen humor imaginar que sus "planes para el almuerzo", probablemente con la milf, habían salido mal.
— Está bien. No importa, quedate —dijo desviando su vista a cualquier punto de la casa. Soltó a su mamá y se acercó a sentarse en uno de los sillones individuales.
— De verdad me dijo que no venías —insisití. No quería que sintiera que no estaba respetando su pedido de distancia.
— Ya está —respondió seco, y seguía sin mirarme. Podía imaginar a la señora Kim gritando por dentro, pero se fue a la cocina a preparar café.
— ¿Qué les pasa? Si quieren pelear, corremos los sillones ¿Cómo van con el marcador personal? —dijo el señor Kim saliendo de su mundo. Él siempre disfrutaba ver combates "amistosos" entre nosotros y hasta sabía que llevábamos nuestro propia cuenta.
— En Busán lo empatamos, creo —respondí, imaginando que GeonHak no se uniría a la conversación. Es más, pude ver su nariz fruncirse con la sola mención de esa ciudad.
— No tengo ganas, papá. Otro día.
El hombre volvió a meterse en el partido en la pantalla, pobre, era incómodo estar entre nosotros en ese momento. Me daba demasiada bronca ¿Por qué tenía que ser así? Me dolía tanto que mis sentimientos terminaran causando una sensación tan horrible entre nosotros.
Su madre volvió con el café y todos hundimos el sentimiento de incomodidad en el acto de ponerle azúcar a la taza, aunque GeonHak y yo intentamos agarrar la cuchara al mismo tiempo, y sólo fue otro episodio de tensión entre nuestras manos acercándose y alejándose de forma idéntica. Al final la tomé yo y puse tres cucharaditas en el mío antes de poner las dos que él le ponía al suyo, en su taza. Dejó un corto "gracias" en el aire entre nosotros y volvió a su lugar.
Prácticamente nadie habló de nada. Su madre no iba a preguntar cómo había ido su cita delante mío después de lo que yo le había contado, y le agradecía por eso. GeonHak se veía bastante nervioso, yo me sentía mal por estar ahí en ese momento, cuando él claramente había llegado buscando consuelo con su madre. Irme sólo haría más obvio que las cosas no estaban bien entre nosotros y me negaba asumir algo así cuando no teníamos nada por lo que estar mal. Así que tragué mi café, e intenté mostrarme neutral.
— ¿Le gustó el regalo que le trajimos de Busán? —pregunté a la señora Kim rompiendo el silencio.
— ¡Me encantó! Estoy esperando a que el clima se ponga lindo para estrenarlo —dijo muy contenta. Era lo único que se me había ocurrido para decirle, no iba a intentar hablar con GeonHak porque sabía que sería inútil. Dándome la razón, él se levantó de su asiento, dejó la taza vacía en la mesa y pasó por nuestro costado en dirección a la escalera. Subió con pasos pesados, como de película de suspenso. Yo bufé en mi lugar, su manía de huir de todo me estaba cansando. La señora Kim empezó a dirigirme gestos que mi mente distraía no captaba.
— ¡Andá huevón!¡Dale!
Abrí los ojos lo más grande posible, ni siquiera lo había pensado, él quería espacio... Pero sí, ella tenía razón. Él no quería espacio realmente, quería distancia para no sentirse confundido y yo no se lo iba a dar. Le dejé un besote en la frente a ella y corrí a la escalera.
— Hak... —dije bajito entrando a su cuarto. Él estaba apoyado en su escritorio con la cabeza tirada hacia atrás y los ojos cerrados. Podría haber entrado en silencio y meter mi cabeza debajo de su remera, lamerle los abdominales y hacerle cosquillas hasta que confesara que me ama... Pero preferí ser más decente.
— ¿Hm?
— ¿T-todavia tenés la photocard de Suga que te regalé? —dije por decir cualquier cosa. Hacía años que no entraba a su cuarto de chico.
— Debe estar por algún lado ¿Éste es tu concepto de distancia, Hyung? —dijo moviendo sus hombros como si quisiera aflojar sus músculos. Podía ver su cara de "sé que tenemos que hablar, pero que no sea ahora".
— Bueno, te fuiste de repente, quería ver cómo estabas.
— Estoy hecho un desastre, no necesitás verme para saberlo —dijo aflojando sus brazos y cruzándolos sobre su pecho.
— ¿Tan mal te fue con la milf? —pregunté sin poder contener mi cara de disgusto mientras me paraba en el lugar entre él y la cama.
— No. No me fue mal. Fue un almuerzo muy agradable. Todo perfecto, te diría —. Aunque era algo "positivo", su voz sonaba bastante desanimada.
— ¿Y por qué ese ánimo?
— Por eso mismo. Quería que fuera horrible, sentirme incómodo, no tener de qué hablar...
— ¿Querías que saliera mal? La hubieras llevado a un lugar horrible. O directamente cancelarle.
— No entendés. Fue una cita linda y debería estar contento y emocionado por volver a verla. Pero en vez de eso estoy pensando en cómo decirle que no quiero... —se detuvo para respirar pesadamente—. Si hubiera salido mal sería más fácil —continuó sacudiendo su cabeza como si negara algo y abrazó sus propios brazos.
— Pollo malo, es muy feo ilusionar a la gente —dije con todo el resentimiento que sentía.
— ¿Sabés qué es malo, ardilla? Esconder tus nueces en los arbolitos.
— ¿De qué hablás? —dije entre risas. Él me estaba acusando de ocultarle cosas, pero, ¿por qué lo hacía de forma tan tierna? Me estaba muriendo por comerle su piquito, no podía ser tan lindo en un momento tan tenso. No pude evitar reírme con mi sonrisa más grande, pero sólo fue hasta que noté los sutiles restos de labial rojo en sus labios, entonces la sonrisa se borró.
— Tenés la misma ropa que el viernes. No fuiste a tu casa en todo el fin de semana —explicó tomando el cuello de mi camisa como si me la quisiera arrancar, no es que me fuera a oponer.
— Correcto, inspector Kim. Las cosas no estaban bien en casa.
— Ah, que mal —, y bajó su mirada hacia mi cuello justo antes de soltar mi ropa—. Tomá, quedate en mi departamento —terminó sacando de su bolsillo el llavero de su casa junto al del auto. Yo las agarré sin saber qué decir, era muy generoso de su parte.
— ¿Y vos?
— Voy a quedarme acá.
— ¿Vas a dormir en tu camita de nene?
— Sí.
— Ok... Gracias. Me voy a ir ya entonces —dije sin alejarme. Quería irme, sí, pero también necesitaba mucho más. Mi pecho latía con mucha fuerza. La situación era rara, sin llegar a ser incómoda. Me sentía libre de ese peso de ocultarle mis sentimientos constantemente. Sin embargo, también sentía algo completamente roto entre los dos y esperaba que fuera como los huesos, que después de romperse se sueldan más fuertes. Pero eso dependía de lo que hiciéramos con esa quebradura.
— ¿Qué te pasó? —dijo tocando el punto en mi frente que aún dolía, después de unos segundos de silencio.
— Me golpeé —dije sin dar más detalles. Yo sabía que iba a tener un chichón horrible. El contacto de sus dedos era como un montón de espinas clavándose, no sólo porque realmente dolía el golpe; me dolía su actitud, si quería rechazarme era más fácil hacerlo de una vez, si no, ¿por qué entonces pedirme distancia?
Me alejé finalmente. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, me sentía mareado otra vez. Tenía que irme. Estaba dudando sobre ir a su casa o ir a la mía; no sabía si era buena idea, o la peor del mundo, lo mejor era averiguarlo por mi cuenta. Salí del cuarto, pero antes de dirigirme a la escalera me di vuelta frente a la puerta abierta de la habitación.
— GeonHak —, esperé a tener su atención—. Quedarte en casa de tus papis en tu habitación de nene no va a eximir tus responsabilidades de adulto —dije antes de finalmente caminar hacia la escalera. No me quedé a esperar una respuesta que sabía que no iba a tener, sólo quería que me escuchara como su Hyung.
Me fui un poco vacío por dentro, no podía esperar una decisión tan rápida de su parte, yo sabía bien lo que era estar tan confundido, pero me costaba imaginar que nuestra relación sería así de rara por lo que tardaran en acomodarse sus ideas. Tenía días complicados por delante y pocas ganas de afrontar todo eso. Saludé a sus padres y me fui en el coche de GeonHak a su departamento.
Tirado en su cama rodeado de sus cosas, me preguntaba cómo podía costarle tanto entender sus sentimientos por mí cuando no había dudado ni un minuto en darme todo lo que tenía, sólo para que me sintiera protegido cuando él no podía estar al lado mío. Tal vez sólo era una forma de asegurarse de que no iría a otra parte.
Quería dejar de pensar en que en cualquier momento volvería y aparecería ahí conmigo; que lo que le había dicho antes de irme haría algún efecto, pero seguía en mi mente como si intentara atraerlo y hacerlo realidad.
"Si me querés para vos,
idiota,
agarrame".
.
.
Actualización corta¡!
pero necesaria jeje.
Como sabrán, Let's Fight! llegó a 10K de lecturas y se viene un especial en agradecimiento a ustedes ☺️
Espero que lo lean también porque tendrá una sorpresa 😲✨
.
Estaba escuchando leftover y me di cuenta que la letra es muy para YoungJo y SeoHo de este fic, y encima ellos dos la compusieron, ¿Casualidad? No lo creo(?) Ahre.
Ahora escucho Leftover, Polarity y Yes or no en plan SeoJo, hELP
En fin, nos vemos en Let's Fight!
Este Finde 😘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro