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✧c.-017

N/A: Sé que todos queréis saber el contexto de TaeHyung y no os culpo para nada porque yo estoy deseando que salga todo a la luz, pero paciencia, por favor. No me estoy haciendo de rogar ni mucho menos, pero para llegar al momento en que se sepa, necesitan pasar algunas cositas importantes jiji xD

Cap dedicado a Inahsus ♡♡

Hoy os recomiendo 'When We Kiss' de Olly Alexander (Years & Years), porque cada tema que saca yo necesito escucharlo mil veces.

[...]

"¡Ahí no va esa bola!" La voz de TaeHyung sonó en mitad del salón, supervisando el humilde trabajo de un líder de la manada que, para su defensa, odiaba la Navidad como nadie. "¡Y esa tampoco, Jungkook! ¿No ves que no combinan?"

El azabache se encogió de hombros, incapaz de entender por qué tanto alboroto por dos bolas de colores subidas a un árbol.

"¿Y qué?"

"¡Que tienen que combinar!"

"¿Por qué?" Cuestionó.

TaeHyung no podía creer sus preguntas tan absurdamente ingenuas, como si Jungkook no fuese un hombre adulto, encargado de diseñar por sí mismo y construir aquel complejo de cabañas para más de cincuenta personas, tres perros y un bebé lobo.

"Porque si no, no es un árbol de navidad, sino un bowl de cereales, Jungkook." Le respondió con una obviedad que rebosaba por los bordes. "¿Dónde ha quedado tu sentido de la colorimetría? ¿Leedo te ha contagiado la acromatopsia?"

Y el pobre Leedo, que casualmente pasaba por allí y se detuvo a ver la pequeña disputa entre ambos, frunció el ceño, no pudiendo no sentirse atacado. "¡Oye!"

El doctor Kim le observó, no tardando en arrepentirse de sus palabras.

"Lo siento, Leedo, no quería ofenderte. Apuesto a que incluso tú con tu acromatopsia tienes mucho mejor sentido de la colorimetría que el incompetente de tu jefe." Dijo, siendo rápidamente fulminado por el susodicho. "Y tú no me mires así, pedazo de bruto. Cambia las dichosas bolas esas y ponlas como ya te he dicho antes."

Bufando y con un humor de perros —ninguna novedad tratándose de un hombre lobo que vivía amargado—, Jungkook hizo lo pedido, ante la sorprendida presencia de Leedo, quien recordaba a su jefe con un mayor genio, autoridad y orgullo. Ni siquiera tratándose de las mismísimas Balam o Soyeon, a quienes adoraba como sus hermanas de sangre, Boun que era su mano derecha y Miran que se había comportado como la madre que siempre necesitó, Jungkook permitiría un trato tan brusco hacia su persona. No aceptaba que nadie le alzara la voz.

Por eso mismo, y mientras colocaba una bola de color verde en todo el centro del árbol, se encontró refunfuñando en voz bajita, no encontrándole respuestas algunas —o al menos, de esas que sí quería escuchar—, al hecho de que TaeHyung tuviera tanto poder sobre él.

"No entiendo dónde está lo bonito en llenar un puto pino con bolas de colores, luces y bufandas para repollos. Es ridículo."

"¡Ahí no, bruto!" Chilló, arrebatándosela de las manos. "¿No ves que el orden es rojo, dorado y verde? ¡Te has saltado el dorado!"

Volviendo a fulminarle, aguantó las ganas de tomar su cabeza, abrirle la boca y meterle la bola navideña entre los labios a la fuerza. No era apropiado, probablemente le produciría mucho dolor y su lobo interior le provocaría una dolorosa migraña por más de siete días.

Así que, llenándose los pulmones de aire y esbozando una sonrisita falsa, se calmó. "¿Sabes qué, TaeHyung? Encárgate tú del puñetero arbolito, decóralo como te salga de las santas narices, nunca mejor dicho, y vete mucho a la mierda."

El ceño del rubio se frunció. "Podrías haberme dejado a mí al cargo de todo esto, antes de arruinar mi arbolito, ¿no te parece? Me has hecho quitar catorce bolas."

"A este paso voy a suplicar por que me terminen quitando las bolas a mí, doctor."

Aquello, obviamente, horrorizó a TaeHyung.

"Eres tan desagradable..."

Dejando escapar una risita, Leedo decidió intervenir por el bien de su jefe y el doctor Kim, acercándose a ellos. "Vete tranquilo a seguir con tus obligaciones, Jungkook, yo puedo encargarme de ayudar al doctor con los demás adornos. Sabes que me encanta la Navidad."

Esa decisión, contra todo pronóstico, sonó como música para los oídos del rubio.

"Oh, sí, por favor, Leedo. Ven y ayúdame, te lo suplico." Decía este, sus ojos brillantes mirándole de una forma que hizo al jefe sisear, notando como algo dentro de él crecía y crecía.

Un sentimiento de recelo y molestia que, definitivamente, no podía estar sintiendo por alguien tan imprescindible y querido para él como lo era Leedo. Jamás se permitiría mirar de esa forma a cualquiera de los miembros de su manada, mucho menos a esos que consideraba amigos. Familia.

"Lo haré encantado, señor Kim."

La sonrisa que TaeHyung le dedicó fue brillante. "Tutéame, por favor."

Leedo le devolvió la sonrisa con la misma intensidad, asintiendo, aunque lucía un poco confundido.

"No sé qué es eso."

Y, en respuesta, él dejó escapar una carcajada. "Que no es necesario tratarme de «usted» o «señor Kim», con llamarme TaeHyung es más que suficiente."

"Oh, claro. TaeHyung."

Satisfecho entonces, asintió. "Exacto, eso es. Gracias."

"Bueno... Si tú ayudas con la decoración, yo volveré a lo que estaba haciendo antes de verme envuelto en toda e-esta parafernalia navideña en la que ni siquiera quería estar en primer lugar." Mascullaba el azabache, su ceño fruncido al ver los cercanos que parecían haberse vuelto TaeHyung y Leedo de la noche a la mañana, como si tuvieran una conexión mágica.

"Sí, mejor... Aquí sólo estorbas." Se burló el rubio otra vez, recibiendo una mala mirada por su parte y sonriendo.

Jungkook bufó. La sonrisita de Leedo fue algo tensa, a la espera de que en cualquier momento su jefe sacara los colmillos y las garras —de forma literal, de hecho— para defenderse y hacerse respetar. Cosa que, sorprendentemente, no pasó.

"Qué cruel, doctor..." Señaló, viendo al azabache salir por la puerta.

"Es broma, pero su falta de implicación y de buen gusto me marea." Dijo en defensa propia. "Oye, ¿y qué acabamos de decir? Tutéame, Leedo."

"Claro, claro, lo siento, TaeHyung." Avergonzado, rio, asintiendo de nuevo. "Y con respecto a los adornos, el jefe tiene muy buen gusto y estilo, te lo prometo... Es sólo que no es un gran fan de la Navidad. La odia, de hecho."

Los labios de TaeHyung se estiraron en una mueca. No hacía falta que nadie lo señalara, podía decirlo por sí mismo.

"¿Y se puede saber por qué o...?"

"El hombre que nos crio a casi todos los miembros de la manada, Aaron Liu, fue asesinado por su propio hermano el día de Navidad. Hasta ese momento, era la festividad favorita de Jungkook, la única que celebrábamos todos los años sin excepción, incluso por encima de su cumpleaños..." Murmuraba la suave voz de Leedo, agachando la cabeza mientras colocaba un adorno rojizo en el árbol. TaeHyung volvió a hacer una pequeña mueca triste. "Después de eso, la ilusión para él se acabó y terminó de esfumarse cuando Balam murió en la misma fecha... Lo único bueno que nos ha traído desde entonces, la Navidad, ha sido a Sungho."

Sintiendo un gran peso en su pecho, el doctor Kim dejó escapar un suspiro, meneando la cabeza en señal de asentimiento. Ni siquiera se había parado a pensar en las razones que podría tener alguien como Jungkook para odiar una festividad como esa. Sin embargo, ahora podía entenderlo.

"Comprendo, sí... Uno no debe ver con los mismos ojos una época del año que tanto adora, después de vivir todo eso."

Leedo estuvo de acuerdo. "Fue muy duro para todos, no te voy a mentir. Pero aún más para él... El señor Liu fue su mentor y Balam su hermana mayor, dos pérdidas así le arruinan la vida a cualquiera. Jungkook cambió demasiado tras eso."

"Ya lo imagino..."

"Es un muy buen tipo, pero aún así, siempre ha vivido un poco amargado." Bromeó, haciéndole reír y volviendo el ambiente más liviano.

"Se nota, se nota."

Ambos rieron, sus carcajadas mezclándose y resonando por todo el pasillo hasta llegar a la planta superior donde Jungkook, inquieto y malhumorado sin saber por qué, se encontraba, sus labios apretados al ser incapaz de concentrarse en lo que mostraba su ordenador.

"Por cierto, no me he olvidado de lo que te prometí la última vez que tu amigo y tú estuvisteis aquí, ¿eh? Ese jajangmyeong con tocino fresco sigue en pie y más en mente que nunca. Esta misma mañana compré junto con Soyeon todos los ingredientes necesarios para hacer la cena perfecta esta noche." Le dijo, ocasionando que los ojos del doctor brillaran con intensidad. "Van a gustarte tanto, que le suplicarás al jefe por que te deje quedarte aquí de por vida."

Su sonrisa se torció levemente. "Eh, bueno... Yo no sé si llegaré algún momento a ese punto, pero sí que tengo muchas ganas de probar tu jajangmyeong."

"Créeme, TaeHyung, lo suplicarás, lo suplicarás..." Aseguraba, asintiendo con la cabeza, mientras agarraba una bola dorada. "¿Este qué color es? ¿Verde o rojo?"

"Dorado."

"Oh, entonces aquí no va." Dejándola a un lado otra vez, casi se mostró avergonzado, hasta que su genuina torpeza hizo al doctor volver a reír y simplemente sonrió. "Todavía me cuesta diferenciar algunos colores, pero poco a poco voy mejorando. Los azules y morados los capto a la primera."

TaeHyung asintió, no sintiendo nada más que ternura por aquel chico. "Tú lo has dicho, poco a poco vas mejorando. De eso se trata."

"Lo sé... Gracias."

"A veces te sientes impotente por tener que batallar con esa dificultad, ¿no?"

Leedo sacudió la cabeza con timidez, asintiendo. "Bastante. Al principio no me preocupaba mucho porque era algo temporal, pero después dejó de serlo. Se convirtió en algo que iba y venía constantemente. Los colores se volvían grises y negros, no podía distinguirlos aun cuando los conocía de memoria. O creía hacerlo, al menos."

TaeHyung frotó su mano de manera amistosa, dándole un apoyo que, incluso si no verbalizaba, sabía que necesitaba y apreciaba.

"El jefe, los demás miembros de la banda e incluso nuestro antiguo compañero que era terapeuta, Sung Hanbin, siempre me han dicho que lo tome con calma, que cuanto más me agobie, peor será. Pero a veces siento que no puedo evitarlo, quiero cambiar algo que probablemente no tenga cura y, bueno... Es exasperante, supongo. Bastante, de hecho. Muy exasperante."

"Claro que lo es. No poder cambiar algo que odias siempre va a serlo; pero mírate aquí." Lo señaló, seguidamente al árbol. "Estás colgando adornos navideños, siguiendo un patrón de colores que no puedes ver, y aún así lo haces mejor que el tonto de tu jefe, por ejemplo." Dijo, robándole una risita. Él sonrió.

"Ya, bueno..."

"Lo que trato de decir, Leedo, es que por muy injustas y desagradables que sean las circunstancias, casi siempre habrá un modo de superarlas. Aunque las cosas nunca vuelvan a la normalidad."

Con su sonrisa apenas flaqueando, Leedo volvió a asentir. "Lo sé, doctor."

TaeHyung lo señaló inmediatamente.

"Eh."

"Perdón, perdón. Lo sé, TaeHyung." Se corrigió al instante, riendo por su propia torpeza y contagiando al rubio de nuevo antes de palmearle el hombro. "Y gracias... Ya sabes, por escucharme y aconsejarme."

"No hay nada que agradecer, descuida."

El sonido de alguien aclarándose la garganta sobresaltó a ambos, quienes se giraron con rapidez para visualizar a Jungkook adentrándose en el salón con un aura sospechosa.

TaeHyung se llevó una mano al pecho, suspirando. "Joder..."

"Hola." Masculló con voz pequeña aquel saludo.

"¿Jefe? ¿Qué haces aquí?"

Él, por supuesto, no tenía ninguna respuesta válida para darle, así que actuar a la defensiva era su mejor modus operandi como si con aquella pregunta, su hombre estuviera juzgándolo directamente. Algo que no estaba sucediendo ni de lejos.

"¿Y a ti qué te importa?" Respondió de manera brusca, confundiendo a un pobre Leedo que sólo sentía curiosidad por su repentina aparición. "Estoy en mi complejo, puedo estar donde me de la gana cuando me de la gana. ¿O es que acaso interrumpo algo entre vosotros dos?"

Confundidos, los susodichos en cuestión se miraron como si no pudieran entender de qué iba todo eso.

"No..."

"Ah, pensaba."

Jungkook levantó la barbilla muy dignamente, actuando indiferente mientras era observado con curiosidad y extrañeza. Sólo se había dejado guiar por sus instintos, por aquella voz insoportable que sonaba en su cabeza todo el tiempo desde que había conocido al doctor Kim, y terminó allí de nuevo, manteniendo la atención fija en Leedo, los ojos entrecerrados mientras cruzaba la habitación y llegaba hacia el sofá, tomando asiento allí. Su postura estaba lejos de ser relajada. Tensa, alerta, como si hubiera algo que le hiciera estar intranquilo.

Entonces, comenzó a sentir la incomodidad del ambiente, cuando TaeHyung y Leedo dejaron de decorar aquel dichoso árbol para mirarle.

"Podéis seguir, ¿eh?" Señalándolo, dijo.

Al poco tiempo, por suerte, ambos hicieron lo pedido, todavía sintiéndose un poco fuera de lugar mientras lo hacía, comentando en voz bajita qué tan raro había sido eso, por supuesto, bajo el agudo oído del hombre lobo que yacía sentado a menos de cinco metros. Jungkook apretó los labios. No se reconocía a sí mismo.

"¿Crees que puedas pasarme la estrella, Leedo? Está en esa cajita roja de ahí, por favor."

"¿La pequeña?"

"Sí, justo." Asintió, terminando de añadir algunas guirnaldas donde posteriormente colocarían las flores. Leedo le pasó la estrella mencionada. "Muchas gracias."

"No es nada. ¿Vas a colgarla?"

De nuevo, el rubio asintió. "Claro, ¿por qué? ¿Quieres hacerlo tú?"

"Oh, no, no, descuida, lo decía para mirar de lejos cómo queda y guiarte. Ponerla yo me da escalofríos, siempre siento que va a quedar torcida y no lo soporto." Sufriendo justo eso, escalofríos, sólo con pensarlo, hizo a TaeHyung reír por décima vez en la mañana, viéndole asentir.

Jungkook dejó escapar un bufido que, afortunadamente para él, nadie escuchó.

"Perfecto, entonces. Hazte a un lado y dime si queda torcida, ¿vale?"

Leedo así lo hizo, echándose hacia atrás mientras TaeHyung se preparaba para colocar aquella estrella brillante en lo alto del árbol, poniéndose de puntillas. No es que el doctor fuera pequeño en absoluto, es que el puñetero arbolito medía casi tres metros de largo. Leedo no le quitó la vista de encima en ningún momento. Jungkook, mucho menos.

"A ver..." Estirándose hasta que parte de su jersey se elevó, mostrando tan sólo dos centímetros de su piel, TaeHyung luchó por alcanzar la cima sin demasiado éxito. "No llego, mierda. Leedo, ¿crees que puedas cargarme un momento, a ver sí...?"

El azabache se puso en pie tan rápido que, antes de que Leedo diese un paso en dirección a TaeHyung, este casi se había lanzado sobre ambos.

"Ni se te ocurra." Estuvo a punto de gruñirle a uno de sus mejores hombres, sólo permitiéndole a él escucharle. De inmediato, Leedo retrocedió, bajo la confusa mirada de TaeHyung. "Yo me encargo, doctor. Leedo tiene que cuidarse esa lesión tan grave del hombro que lleva acarreando durante meses."

"Ow."

"Pero si se curó hace dos años..." Balbuceó, arrepintiéndose en cuanto los ojos del jefe se posaron sobre él, fulminantes. Entonces, se llevó una mano torpemente al hombro. "Quiero- quiero decir... Auch..."

Satisfecho con la pobre actuación del otro, Jungkook elevó el cuerpo de TaeHyung hasta que este alcanzó a colocar la estrella en lo alto del árbol.

"Listo."

"¿Ya?"

"Sí, gracias." Asentía, siendo devuelto al suelo con sutileza. De pronto, quedó cara a cara con el azabache, tal vez más cerca de lo que debería. Él se aclaró la garganta, incómodo, tenso y con el corazón repentinamente acelerado, antes de separarse con rapidez y enfocarse en su obra de arte. "Ha... Ha quedado bonito, ¿verdad?"

"Eh... Sí, muy bonito para ser un pino con pelotas de tenis."

TaeHyung fulminó a Jungkook, ni siquiera teniendo tiempo de entrar en una nueva discusión cuando su teléfono, situado sobre una de las mesas, le notificó de un nuevo mensaje. Por ello mismo y decidiendo que no perdería el tiempo con él, se acercó a recoger dicho teléfono. En efectivo, tenía un mensaje reciente de su superior en el sindicato. El corazón se le detuvo, hasta recordar que él mismo había enviado una petición para que le concedieran algunos días de descanso y sólo así pudo respirar, viendo que estos habían sido concedidos.

"Me han aceptado los días de descanso que pedí para ir a buscar a Jangmin a Incheon." Le dijo a Jungkook, quien no tardó en mostrarse fastidiado. Ahí, sí que lo fulminó. "No pongas esa cara y mejor emplea el tiempo en organizar el viaje, que sólo tengo tres días. A ver si te piensas que a mí me encanta la idea de ir contigo..."

"Para no encantarte, insistes mucho."

Un bufido abandonó sus labios.

"Porque quiero tenerlo cara a cara, pensaba que era más que obvio."

"Ya, claro... Como tú digas, doctor. De todos modos, eres tú quien debe prepararse, porque mañana mismo saldremos de aquí rumbo a Incheon, así que ve reuniendo todo lo necesario para no atrasarnos, ¿de acuerdo?"

"Necesitaré pasar antes por el hospital a recoger una cosa. Es importante."

"Muy bien." Accedió, zarandeando la cabeza en señal de asentimiento.

Leedo se aclaró la garganta. "En ese caso, me daré prisa yo también en preparar la cena para esta noche. ¿Quieres acompañarme a ver cómo hago mi famoso jajangmyeong, TaeHyung? Si eres rápido incluso puedes memorizar la receta y recrearla tú mismo cuando quieras. No me molesta."

Los ojos del rubio brillaron con intensidad, aceptando sin pensarlo.

"Por supuesto que quiero. Te sigo." Dijo, aferrándose a su brazo. "Vamos, vamos."

Viéndolos abandonar el salón sin poder decir nada en absoluto, Jungkook vació sus pulmones y se frotó el rostro de manera brusca. Odiaba cómo se sentía al respecto. Cuando el doctor merodeaba alrededor de alguien más y su lobo interior tenía esa necesidad imperiosa de marcar territorio, como si TaeHyung fuese algún tipo de objeto del que pudiera adueñarse.

"Si te frotas más la cara, igual te salen arrugas, jefe."

Notando su frustración a kilómetros y habiendo observado aquella discreta escena desde la lejanía, Boun se acercó a su amigo con una sonrisa. El azabache puso los ojos en blanco.

"¿Cuál es el problema, Jungkook? Pareces tenso, intranquilo... ¿Hay algo que te perturbe o te inquiete?"

"Mira, Boun, si vas a darme el mismo monólogo que esa señora que aparece en la tele dando el tarot de madrugada, haz el favor de ahorrártelo y callarte un rato, ¿de acuerdo? Porque no estoy de humor para tus comentarios de mierda."

Una risita se le escapó. "No hace falta que lo jures..."

Y, tal y como esperaba, Jeon lo fulminó al instante.

"¿Qué? Es la verdad, jefe. Desconozco qué te sucede con ese pobre doctor, pero pareces una persona completamente distinta cuando estás cerca de él y eso es algo que cualquiera podría notar. Hasta Leedo." Señaló el lugar por el que tanto este como TaeHyung se habían marchado. "¿Has visto cómo se ha quedado cuando casi te lanzas sobre él para impedir que ayude a TaeHyung con esa estrella? Casi le produces tal infarto que terminaría viendo negro para toda la vida. Literalmente."

Jungkook bufó. "Exageras."

"No exagero, sólo te observo más de la cuenta y digo lo que veo."

"Que no, Boun, que te calles."

"No es para tanto, en realidad, simplemente digo que-"

TaeHyung apareció por el marco de la puerta con rapidez, adentrándose en el salón para recuperar su teléfono, saludar a Boun con una pequeña sonrisa y volver a marcharse. Jungkook contuvo la respiración todo es tiempo, bajo la atenta mirada de su mejor amigo que, gracias a eso, pudo confirmar lo que acababa de decir.

Sin embargo, no le permitió abrir la boca y señalarlo, fulminándole antes de que lo hiciera.

"Que te calles, he dicho."

Boun apretó los labios, obedeciendo.

Al día siguiente, cuando la luna menguante se situó sobre el amplio cielo, Sungho cayó profundamente dormido abrazando otra prenda al azar de TaeHyung y Prem entendió que, incluso insistiendo con todas sus fuerzas, este no reconsideraría su decisión, Jungkook y TaeHyung salieron del complejo de cabañas, rumbo al hospital.

"Sigo sin entender para qué necesitas venir aquí si tienes vacaciones." Decía el azabache, estacionando su coche justo donde TaeHyung había indicado, en su propia plaza de parking.

"Porque necesito agarrar algo importante, ya te lo he dicho."

"Bueno..."

TaeHyung fue el primero en bajarse, ignorando absolutamente todas las indicaciones que Jungkook le había dado. Este, de inmediato, le siguió.

"¿Tú no escuchas, doctor?"

"¿Qué? ¿Por qué?"

"Quedamos en que, por tu seguridad y en caso de que algo sucediera de imprevisto, yo saldría primero de estacionamiento, vehículos, habitaciones y edificios. Y tú lo harías después de mí." Le recordó.

"Oh, sí, lo siento. Lo he hecho inconscientemente." Se disculpó, avanzando junto a él hacia el ascensor. Jungkook le detuvo con una rapidez que le sobresaltó. "¿Eh...?"

"Nada de ascensores."

Aquello le confundió. "¿Por qué?"

"Considero que no son tan prácticos como nos lo quieren vender." Guiándole en su lugar hacia las escaleras, explicó. Los ojos del rubio le observaron con interés.

"¿Tienes miedo a quedarte encerrado?"

"Pues sí. No me gustan los espacios reducidos y mucho menos controlados por un montón de mecanismos que podrían dejar de funcionar en cualquier momento." Asintió, para la sorpresa de alguien que pensaba en él como un persona que no le temía a nada. "¿Crees que los hombres lobo no tenemos miedo?"

TaeHyung negó. "No, sólo pensé que tú no lo tendrías."

"Pues resulta que sí. Sufro de claustrofobia desde que tengo uso de razón, no me avergüenza decirlo. Como líder, sé que no podría controlar la situación en un momento así y necesito que alguien de confianza lo haga por mí. Todos los que me conocen saben eso." Todavía sorprendiendo al doctor, le dijo. "Liderar también es permitir que otros lo hagan en tu lugar cuando la situación te supera, por el bien de todos."

"Estoy de acuerdo en eso."

Tan pronto como llegaron a la primera planta, TaeHyung lo guio hacia el mismo lugar donde estuvieron la última vez, aquella sala de descanso para el personal. Esta se encontraba vacía, a excepción de dos compañeros que estaban saliendo, saludando al rubio antes de hacerlo. Jungkook le observó.

"¿Tú tienes algún otro miedo incontrolable a parte de los lobos?"

Pensativo, se dirigió hacia su taquilla en silencio, abriéndola mientras se hacía a la idea de lo que diría. "Solía tenerlo, sí, aunque ya no. Me aterraba viajar en coche hasta hace unos cuantos años."

"¿Y eso?" Quiso saber, apreciando el modo en que sus labios se apretaron y arrepintiéndose. "No tienes que decirlo si es demasiado para ti."

El doctor meneó la cabeza.

"Está bien, no pasa nada. Mi familia y yo nos vimos involucrados en un accidente automovilístico cuando viajábamos a la Isla Jeju, era el cumpleaños de mi hermana mayor. Yo tenía diecisiete por ese entonces... Un conductor borracho se saltó un stop y arrolló nuestra camioneta con su descapotable a toda velocidad.

"Joder..."

"Me rompí el brazo, tres costillas y la clavícula, pero afortunadamente fui uno de los menos afectados, junto con mis hermanas y mi madre. Mi padre falleció." Añadió aquello último, agachando la cabeza, su corazón en un puño. "Lo hizo en el hospital, después de que el cirujano que debió atenderle no llegase a tiempo por ir conduciendo borracho."

Jungkook tragó saliva con dificultad, apretando la mandíbula y negando. "Menudo hijo de puta..." Masculló entre dientes. "¿Por eso te convertiste en uno?"

Él volvió a asentir, eliminando una lágrima solitaria.

"Quise formarme para ser el profesional que mereció tener mi padre ese día. Cuando lo conseguí, decidí que también quería hacerlo por los demás pacientes, esos que raras veces eligen entrar en mi zona de trabajo y terminan haciéndolo porque no les queda de otra. Para hacerles sentir seguros a ellos y a los suyos, ya sabes..."

Eliminando una lágrima ajena por sí mismo, Jungkook respiró hondo. "Lo haces muy bien, doctor."

Sus palabras, de algún modo, hicieron a TaeHyung reír.

"Gracias, muchas gracias... Eso intento."

"¿Y sabes qué le sucedió a ese otro cirujano? Fue quién provocó vuestro accidente, imagino."

De nuevo, asintió. "No le pasó nada. Sólo un par de fracturas leves y la luna del coche destrozada. Por lo demás, intacto."

"Vaya..."

"Ya, eso dije también cuando lo supe. Me avergüenza decir que esperé un peor destino para él, quizás similar al de mi padre, pero tampoco me culpo por pensar así." Dijo. "Pasé mucho tiempo haciéndolo, luego investigué un poco su ficha profesional, queriendo encontrarle sentido al hecho de que uno de los mejores cirujanos de toda Corea del Sur, matara a mi padre tras conducir borracho. Ahí supe que su único hijo, Jason, de apenas catorce años, se había quitado la vida esa misma mañana."

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Jungkook al instante, suspirando. "Mierda..."

"Saber eso no me hizo odiarle menos, ni quitarle un ápice de culpa, pero... pero sí me ayudó a entender que no eliges en qué te conviertes cuando tu vida se va a la mierda de repente. Sólo lo haces cuando te toca escoger qué rumbo darle después de eso."

Eliminando otra de sus lágrimas, Jungkook apretó los labios, permitiéndose el lujo de acariciar su mejilla superficialmente con el pulgar. TaeHyung le observó, sus ojos encontrándose y provocándole un escalofrío que le recorrió de pies a cabeza.

"Al menos tú supiste redirigir tu vida a un destino en el que pudieras ayudar a los demás, doctor."

"Lo sé. Me enorgullezco bastante de eso."

"Deberías."

Asintiendo y sorbiendo sus propias lágrimas, el rubio respiró hondo, decidiendo que seguir enfrentando la mirada suave y cálida del azabache era demasiado para él en ese preciso instante y apartándola, con el corazón acelerado. Devolvió la atención a su taquilla abierta, sacando justo lo que buscaba, tragándose en nudo en la garganta. No le gustaba lo que Jungkook producía en él, era aterrador.

Notando aquello, este se preocupó.

"¿Estás...?"

Pero la voz de TaeHyung lo interrumpió antes de poder abrir la boca siquiera.

"Ya tengo lo que necesito, podemos volver." Girándose hacia Jungkook, dijo, cerrando la taquilla.

"¿Ya?"

"Sí. Venía a por mi kit de emergencia, siempre llevo uno conmigo y este es mucho más completo. Me sentiré más seguro llevándolo."

Jungkook asintió. "De acuerdo..."

"Bien, pues detrás de ti." Señalando el pasillo como invitación silenciosa a que se marcharan de allí, dijo.

Un poco confundido, así lo hizo, abandonando aquella sala con TaeHyung a sus espaldas, no teniendo ni idea, por primera vez desde que lo conoció, de qué le sucedía. Mucho menos su relación directa con el problema.

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