
✧c.-006
N/A: Este es otro de mis capítulos favoritos porque, por fin puedo decir que, ¡¡¡se viene lo bueno je, je!!! Estoy tan emocionada que podría llorar xD
Cap dedicado a LITTLEKIMKTH ♡♡
Hoy os recomiendo 'what's your problem?' de mi artista favorita en el mundo, Tate McRae.
[...]
Había cumplido su promesa a la perfección. Esa que le hizo Kim TaeHyung, aquel hombre al que abordó contra la pared del restaurante y lo aturdió con un beso que todavía no podía sacarse de la cabeza: no dejar que el doctor volviese a ver su cara de nuevo. Pero eso no tenía porqué significar que él tampoco lo vería, pues, de algún modo, durante los nueve meses próximos a la última vez que se vieron, Jungkook se las había arreglado para seguir al doctor cada noche de guardias nocturnas desde el trabajo a casa, queriendo asegurarse de que llegara sano y salvo.
Jungkook se convencía a sí mismo de que sólo quería seguirle el rastro para poder llegar hasta Choi Jangmin, pero no había manera de que abandonase el apartamento del doctor Kim aún si amanecía y no había rastro alguno de su estúpido novio con doble vida.
Todo apuntaba a que Choi Jangmin se pasaba el tiempo entrando y saliendo del país por su trabajo en el banco Nacional, impidiéndole a Taesan seguirle la pista cada vez que llegaba a Corea. Era imposible dar con un canalla como él, que sabía muy bien cómo ocultarse hasta de la persona que lo había acompañado por dos —ahora, casi tres— años de su vida. Haon tampoco había sido de ayuda, permaneciendo en el sótano del lugar donde la manada se hospedaba desde entonces, únicamente saliendo para tomar la luz del Sol durante un par de horas (obviamente custodiado por Mingyu y Leedo) y recibiendo agua y comida cuando era necesario. Algo así como un rehén, sólo que le estaban dando mucho más que la vida que duramente merecía.
De todas formas, todo se resumía en que no tenían noticias por parte del líder de los cazadores Lobogris.
Hasta ese día, un treinta de octubre, a tan sólo dos meses del aniversario por la muerte de Balam y el cumpleaños de Sungho, que las alarmas sonaron en el teléfono de Taesan. Choi Jangmin había sido localizado en la gran ciudad. A tan sólo media hora de donde su refugio se encontraba, alojado en una cabaña cualquiera. Había llegado el momento que Jungkook y su manada tanto habían esperado. Aquel en el que vengarían la muerte de Balam.
Por parte del doctor Kim, pasar seis meses intermitentemente lejos de Jangmin no significaron el infierno que pensó que sería. En especial, si el propio Jangmin a duras penas recordaba que tenía un novio con el que comunicarse cuando tuviera tiempo.
Tal vez, por esa misma razón, es que la expresión de TaeHyung, viéndose a sí mismo rodeado de todos los amigos que Choi Jangmin tenía, riendo a carcajadas y bebiendo la mejor cerveza del mercado, mientras una fuerte música pop sonaba en los altavoces y él se encontraba sentado en una esquina, con la única compañía de Prem en aquella cabaña tan grande, que las cosas empezaban a ponerse cada vez un poco más claras y las decisiones eran más fáciles de tomar.
"¿Estás seguro?" Prem quiso saber, mirándole con una sorpresa que no cabía en sí.
TaeHyung asintió. "Sí, bastante... Es algo que me ha tomado mucho tiempo pensar, pero creo que es lo mejor para ambos, al fin y al cabo... O al menos, para mí." Expresaba, encogiéndose de hombros. "Pensé que te alegraría, pero ya veo que no."
"No, no, de eso nada, me alegra muchísimo que hayas tomado esa decisión, sólo me sorprende que haya sido tan repentina y justo me esté enterando ahora, pero alegrar me alegro como nunca." Aseguraba, viéndose aliviado por primera vez en mucho tiempo. "Sabes mejor que nadie el asco que le tengo a ese imbécil, que quieras librarte de él es música para mis oídos."
El rubio dejó escapar una carcajada.
"Lo veía venir, sí... Pero supongo que esperaré un par de días, hacerlo ahora sería un poco aguafiestas teniendo en cuenta que estamos celebrando su segundo ascenso del año."
Las cejas de Prem se elevaron. "¿Estamos...?" Y la mueca de TaeHyung flaqueó, encogiéndose de hombros.
"Está."
Sólo entonces, él asintió, estando de acuerdo aún así. "Ya, bueno... Haz lo que debas hacer cuando quieras y te sientas preparado, seguro. Sabes que cualquier cosa a mí me parecerá estupenda y te apoyaré sea lo que sea." Le hizo saber, esbozando una sonrisa de oreja a oreja cuando TaeHyung se dejó caer sobre él. "Pero déjame darle un pequeño puñetazo en el centro de la cara cuando termines vuestra relación, ¿vale? Para quitarme esa espinita, más que nada... Prácticamente sueño con ello a diario."
TaeHyung dejó escapar un bufido, poniendo los ojos en blanco y riendo más fuerte. "Ni de broma."
Aquel rechazo fue similar a que le rompieran el corazón, por lo que inmediatamente el pelinegro se mostró cabizbajo, desilusionado, suspirando. TaeHyung incluso palmeó su hombro para hacerle sentir mejor. Nunca sería un secreto lo mucho que Prem odiaba a Jangmin y él ya se había cansado de ignorarlo siempre. Su mejor amigo lo odiaba, su madre, sus hermanas... Hasta su padre, que permanecía ajeno a la vida amorosa de sus hijos, había hecho algún que otro comentario al respecto.
"Bueno..."
"¡TaeHyung, cariño, ven!" Desde el otro lado de la cabaña, Jangmin se dirigió a él pro primera vez en toda la noche. Parecía como si se hubiera olvidado que su novio (próximamente ex) estaba allí también.
Él dejó escapar un suspiro, pasándole su botella de zumo a Prem mientras se ponía en pie. "En seguida vuelvo, voy a ver qué es lo que quiere."
"¡TaeHyung, ven!"
"¡Que voy!" Le chilló de vuelta, haciéndose paso entre los invitados tan pronto como dejó a su mejor amigo atrás, llegando al anfitrión que le esperaba con una sonrisa de oreja a oreja y dos vasos de algo azul que parecía licor.
En cuanto llegó, le tendió uno, pasando el brazo libre por su cintura, sin causarle nada en absoluto. Estar cerca de Jangmin ya ni siquiera se sentía emocionante.
"Toma, quiero que pruebes esto."
TaeHyung lo tomó, observando su contenido con el ceño fruncido. "¿Qué es? ¿Es alcohol? Sabes que no bebo."
"Tiene muy poco, bébetelo. Es muy dulce, te va a gustar." Aseguraba, empujándolo más cerca de sí mismo cuando vio que hacía el amago de rechazarlo y señalando a su otro acompañante, alguien a quien él ni siquiera conocía, como cualquier otro de los invitados. "Lo ha preparado Hanbin, un compañero de trabajo, dice que es una delicia."
"Y no miento, es una receta muy exitosa en nuestros eventos familiares. Seguro que te gusta, TaeHyung."
El ceño del rubio se frunció. Aquella bebida ni siquiera se veía apetecible.
"Gracias... Pero no quiero tomar alcohol, Jangmin, sabes que no me gusta."
"Sólo un poco." Insistía él, su ceño comenzando a fruncirse al ver que no cedía. "Hazlo por mí, ¿quieres? Es un día especial, no pasará nada porque te sueltes un poco más."
Escuchándole decir aquello, TaeHyung ni siquiera pudo evitar el modo en que sus cejas se elevaron por sí solas, para que luego su ceño se frunciera en una mueca de absoluta molestia. ¿Acaso estaba llamándolo aburrido descaradamente, delante de alguien que resultaba desconocido para él? ¿Después de prácticamente haberle ignorado durante toda la maldita velada? Debía ser una broma.
De la forma más calmada que pudo, empujó aquel vaso diminuto, lleno, a manos de su dueño, esbozando una sonrisa amable. "No, muchas gracias. No bebo."
Y, por primera vez en los casi tres años que llevaban juntos, Jangmin le observó con desagrado. Como si no soportara su presencia ni un segundo más. Él no pudo creer esa mirada en sus ojos tan grandes como expresivos así de repentinamente.
¿Acaso ese era el mismo hombre con el que había pasado tres años de su vida?
Sutilmente, Jangmil puso una mano alrededor de su muñeca, apretando un poco más de la cuenta. TaeHyung frunció el ceño, mirando al compañero de trabajo que ni siquiera se inmutó, demasiado ocupado girándose para entablar una conversación con otro pequeño grupo de personas agolpadas no muy lejos de donde ellos se encontraban. Entonces, Jangmin comenzó a jalar de él, usando una fuerza contra la que no se pudo resistir.
TaeHyung no supo qué hacer ni cómo actuar al respecto, pues nunca antes se había comportado de esa manera con él.
"¿Jangmin? ¿Qué haces...?"
"Acompáñame un momentito, cielo." Le dijo con un mero intento de voz dulce, aunque sus dientes estaban tan apretados que no sonó dulce en absoluto, sino casi amenazante.
"Pero me estás haciendo daño." Susurró, obligado a seguirle si quería conservar la muñeca. Jangmin no se detuvo, arrastrándolo por toda la cabaña hasta que TaeHyung logró sentirse como un muñeco de trapo usado a su antojo. Entonces, se detuvo. "Jangmin, me haces daño. Para."
Este lo empujó más cerca de sí mismo con un movimiento brusco, logrando acelerarle el corazón. ¿De qué demonios iba todo esto?
"Que me sigas te digo."
"Y yo te digo que me haces daño." Con su voz calmada, negándose a entrar en pánico, el rubio repitió. Y, en lugar de aflojar el agarre, Jangmin simplemente lo apretó, haciéndole sisear antes de ser empujado por segunda vez. "¿Qué...?"
"Me tienes harto, TaeHyung. No te soporto más." Retorciéndole la piel con sus dedos, escupió, lleno de una rabia que nunca había visto en él. "Eres aburrido, repelente, un maldito dolor de cabeza que sólo ha estado poniendo más y más obstáculos a mi alrededor desde el día en que nos conocimos. Y no sabes cuánto odio que hagas eso."
Los ojos de TaeHyung se llenaron de lágrimas.
"Jangmin..."
"No, cállate. Me niego a oír tu voz más tiempo, simplemente cállate antes de que se me agote la paciencia."
La forma tan brusca de dirigirse a él, el modo en que sus dedos le retorcían la piel, como si quisiera romperle los huesos sólo con tocarlo. Sus ojos, llenos de rabia, destacando en una mueca de asco. Odio puro, repugnancia. Un asco que TaeHyung no sabía que habitaba en la persona que tanto amó y, sobre todo, iba dirigido hacia él. desde quién sabía cuándo.
Jangmin miró a su alrededor, encontrando lo que —o a quienes, más bien— buscaba a tan sólo unos metros de distancia. Dos compañeros de trabajo, los cuales se habían pasado toda la fiesta parados en una esquina sin beber ni entablar conversación con nadie más, se acercaron tan pronto como él les hizo una seña.
"Lleváoslo de aquí y haced lo mismo con el inútil del que os hablé antes, su amiguito. Nos vemos fuera."
Ellos asintieron, ni siquiera aún así emitiendo palabra alguna, simplemente limitándose a sostener los hombros de un confundido y asustadizo TaeHyung, que no era capaz de comprender lo que sucedía a su alrededor.
"¿Q-Qué...?" Susurró, siendo empujado en contra de su voluntad, viendo como Jangmin se giraba y le daba la espalda como si nada. Esto no podía ser cierto. No podía estar pasando de verdad. "No, no... ¿Qué hacéis? ¿Quiénes sois vosotros?"
"¡TaeHyung!"
A lo lejos, la voz de Prem sonó, dándoles la espalda a los que se acercaban a él con las mismas intenciones.
"¡Prem, ayuda!" Chilló de vuelta, presa del pánico, con el terror inyectado en sus pupilas al mismo tiempo en que observaba cómo, prácticamente sin saberlo, el pelinegro huía de sus posibles atacantes cuando comenzó a avanzar entre los presentes hacia él. "¡Prem!"
Prem corrió hacia él por segunda vez en su vida, diciéndose a sí mismo que no volvería a pasar. No de nuevo.
"¡TaeHyung!"
Antes de llegar a él, dos pares de brazos lo sostuvieron desde atrás, inmovilizándolo con una rapidez apabullante, pero no la suficiente como para pillarle desprevenido, pues de inmediato sacudió las piernas y la cabeza, echándola hacia atrás hasta impactar de lleno contra la nariz de aquel que tenía a sus espaldas. Por supuesto, ese hombre también era lo suficientemente fuerte como para no inmutarse siquiera ante tal golpe.
"¡Prem, ayúdame! ¡¿Qué es esto?!" TaeHyung gritaba. "¡Soltadme! ¡Prem!"
Y entonces, todo sucedió demasiado deprisa como para poder verlo venir siquiera. La puerta delantera, por donde aquellos dos hombres corpulentos pretendían sacar al doctor, a la fuerza, quedó reducida a un montón de astillas y polvo tras un fuerte golpe que resonó por toda la cabaña. Una figura imponente se abalanzó sobre aquellos que lo retenían, seguido de otra que no tardó en hacer lo mismo. Toda la habitación se resumió en gritos, jadeos de horror y personas corriendo por sus vidas.
TaeHyung cayó al suelo torpemente, de rodillas. Y, de esa forma, mirando al frente sin tener ni idea de lo que sucedía a su alrededor, él se vio a sí mismo cara a cara con los miembros restantes de una manada de lobos grandes. Quiso chillar, presa del pánico repentino que caló en él, mas nada salió de su boca. Jadeó mientras torpemente se arrastraba por el suelo hacia atrás, sus ojos llenándose de lágrimas. Agachó la cabeza, hipando.
Un rugido sonó, poniéndole los vellos de punta antes de sentir que algo se le acercaba muy lentamente. Luego, algo peludo se situó bajo su barbilla. Una cabeza animal, que con suavidad y gentileza empujó hacia arriba, obligándole a mirar al frente. Temblando, sólo entonces TaeHyung pudo ver a aquel lobo grande que tenía delante. Negro, de ojos oscuros y brillantes que le observaban con intensidad. El animal jadeaba a tan sólo unos centímetros de su petrificado rostro.
Todo su mundo se paralizó en ese momento.
"¡TaeHyung!" La voz de Prem sonó con eco, entrando y saliendo de su conducto auditivo con facilidad, como si no estuvieran en la misma habitación aún si el pelinegro corría hacia él.
Una parte del doctor sabía, estaba convencida, de que no era la primera vez que había visto esos ojos antes. Quizás en sus sueños e incluso en las pesadillas menos traumáticas, en recuerdos a los que no era capaz de acceder. Pero no era la primera vez. Por ello mismo, aún si su miedo errático a los lobos —cuya razón desconocía— hacía que el corazón le latiese con rapidez al verse rodeado de todos ellos, él ni siquiera tembló cuando aquel grande, probablemente líder de la manada, acortó la distancia aún mas con lentitud y olisqueó el aire a su alrededor.
Hasta que Prem se interpuso.
"¡No!" Gritó, jalando de su amigo hacia atrás para alejarlo de aquel lobo. "¡No te acerques! ¡No os acerquéis, fuera! ¡Largo!"
El hecho de que su mejor amigo no luciese aterrado en absoluto, especialmente cuando dos lobos grises y gigantes rozaron su cuerpo de manera superficial al pasar junto a ellos, siguiendo el rastro que Jangmin había dejado a su paso, tras recibir la orden del líder, no pudo pasar desapercibido para TaeHyung, incluso si su atención se veía opacada por aquel animal que tenia en frente, quien, de igual manera, permanecía atento a él.
"TaeHyung, vamos, levanta." Le decía Prem, empujándolo hacia arriba cuando sus piernas le impidieron moverse. "Tenemos que irnos de aquí, rápido."
A duras penas, TaeHyung logró ponerse en pie, siendo empujado hacia la puerta abierta y dejando atrás a la manada de lobos, quienes se encargaron de inmovilizar a aquellos que quisieron llevárselos un tiempo atrás. Jadeaba, la extraña sensación de vacío en su pecho acentuándose cuando fueron a cruzar el portón.
Entonces, aquella voz sonó.
«Quieto» Ordenó. Una voz fuerte, poderosa, demandante, que le hizo quedar petrificado en su lugar.
TaeHyung se dio la vuelta en busca del dueño de dicha voz, no encontrando a ningún humano presente capaz hablar. Un escalofrío recorrió su cuerpo inmediatamente, jadeando, con piernas temblorosas que le dificultaban avanzar.
Sin embargo, Prem siguió jalando de él, negándose a obedecer. "No te detengas, vamos, no escuches lo que dice. Sigue caminando, TaeHyung."
El rubio hizo lo pedido, asintiendo con la cabeza mientras seguía a Prem.
No sabía lo que sucedía, llevaba sin saberlo probablemente desde que Jangmin comenzó a comportarse de manera brusca con él, como si su presencia le repugnase. Ahora actuaba en automático, dejando su mente en blanco mientras todo a su alrededor era categorizado como un absoluto caos. Aturdido, con el sonido de su corazón latiéndole fuertemente en los oídos y si respiración pesada, cierre y errática, impidiéndole oír algo más. No entendía nada.
Tal vez nunca lo haría, porque, ¿quién comprendería el hecho de que una manada de lobos irrumpió en la cabaña, abalanzándose sobre cuatro hombres corpulentos vestidos de negro que quisieron atacarles a él y su mejor amigo? Era impensable.
«He dicho quieto»
Y, de nuevo, TaeHyung se quedó quieto como si de algo automático se tratase, como si sólo con darle tales órdenes tocara ciertos botones en su cerebro que le hicieran obedecer al instante. Helado, perplejo, sintiéndose pequeño frente a aquella voz tan profunda que volvió a colocar todos sus vellos de punta. Mas, esta vez, no sé giro, dándole la espalda al lobo que se dirigía a él. Prem apretó su mano suavemente.
"TaeHyung..."
Con lentitud, negó, viéndose horrorizado por lo que le causaba. "No puedo moverme." Susurró, comenzando a respirar de manera irregular.
Exactamente tan atemorizado como él lo estaba, Prem le observó, angustiado.
"¿No puedes...?"
TaeHyung volvió a negar, hiperventilando.
La sensación de alguien a sus espaldas se intensificó, sabiendo que el lobo estaba detrás suyo sin necesidad de girarse, pues podía notar su respiración chocándole en la parte trasera.
«Date la vuelta y mírame»
Pidió, logrando que cada terminación nerviosa en el cuerpo del rubio se sacudiera violentamente. TaeHyung buscó la mirada de Prem, queriendo saber si él escuchaba lo mismo. Prem sacudió la cabeza con lentitud, indicándole que no hiciera nada de lo que se le ordenaba.
«Date la vuelta y mírame, doctor Kim» Repetía aquella voz, sonando más fuerte en su cabeza. Tanto, que tuvo que cerrar los ojos y zarandear la cabeza para que dejase de sonar.
Tal vez, el modo en que fue llamado nubló una parte concreta de su cerebro, sintiéndose agitado, con el corazón latiéndole a mil por segundo.
"Prem..."
"No, TaeHyung, no lo hagas."
Él apretó los labios, asintiendo. El lobo permaneció en silencio entonces, rodeando el cuerpo del doctor, quién cerró los ojos con fuerza, muy lentamente, hasta quedar cara a cara otra vez. TaeHyung tembló de pies a cabeza, jadeando ante la cercanía y aventurándose a mirarle.
Su pelaje negro azabache era mucho más brillante de cerca, al igual que su posición imponente. TaeHyung no pudo dejar de observar aquella bestia frente a él, ni siquiera cuando esta acortó la distancia, acercando el hocico a su cuello y olisqueando allí, estremeciéndole por completo. Fue incapaz de moverse, respirar o siquiera parpadear, mucho menos decir algo. Tan cerca, tan imponente que su cerebro se bloqueó por sí solo, aguantando la respiración como si eso fuese a alejar al animal. Claramente no fue así.
«Tranquilízate, doctor, hueles a miedo que apesta»
Esta vez, aquella voz le susurró al oído, incluso si sonaba en su cabeza. TaeHyung no supo si disculparse por ello o sentirse insultado, tragando saliva tan pronto como el pelaje ajeno causó cosquillas al frotarse suavemente contra su cuello. De algún modo, ese acto le tranquilizó, llenándose los pulmones de aire.
«Así es, respira hondo, cálmate. No voy a hacerte daño» Volvía a susurrar. Inconscientemente, TaeHyung miró a los hombres inconscientes en el suelo, a "manos" de dos pares de lobos. «Ignora eso, doctor»
"¿C-Cómo sabes que soy doctor?"
Prem le empujó hacia atrás, separándolo del animal. "No. No le hables, TaeHyung, mantente alejado."
De inmediato, aquel lobo gigante gruñó, mostrándole los colmillos afilados a alguien que ni siquiera se inmutó, manteniéndole la mirada con la misma intensidad y frunciendo el ceño antes de tomarle la mano al rubio. Prem sabía que desafiar a un líder de la manada no era la mejor idea, pero poco le importó, incluso si eso desató un sinfín de gruñidos y rugidos, colmillos apuntando en dirección a ellos. Aquello hizo que el corazón de TaeHyung latiera más rápido, la adrenalina corriendo a través de su sangre.
"Prem, ¿q-qué...?"
"Vámonos. Rápido." Le dijo, jalando de él hasta rodear al lobo y su manada, huyendo por la puerta a toda prisa. "¡Corre, TaeHyung!"
TaeHyung comenzó a correr aún si sus piernas, temblorosas, no le respondían como debería. Los rugidos tras él se intensificaron, volviéndose más audibles conforme avanzaban. Por supuesto, no podían dejarles ir, siguiéndoles tan pronto como cruzaron la puerta. Sus vellos se pusieron de punta, comenzando a sudar frío.
«Detente ahora mismo, doctor. No huyas» Tan pronto como aquella voz se dirigió a él, sufrió un escalofrío.
"¡Prem!"
"¡Corre, no mires atrás! ¡No los mires!"
Las pisadas de los lobos, sus respiraciones ajetreadas, las suyas propias junto al sonido de su errática respiración se mezclaron, jadeando.
Avanzó como pudo, una gota de sudor frío recorriéndole las sienes mientras dejaba aquella cabaña atrás y corría por su vida, adentrándose entre la maleza y los árboles que parecían rozar el cielo con sus copas redondas. Casi podría jurar que estaba dentro de un sueño lúcido, por lo que no era plenamente consciente de si debía estar preocupado o tan sólo podía limitarse a vivir la experiencia.
Sin embargo, tan pronto como Prem fue lanzado lejos por un lobo gris, el mismo que anteriormente se abalanzó sobre uno de esos hombres, TaeHyung chilló, deteniéndose en seco al ver a su amigo ser atacado por él.
"¡Prem!" Chilló, queriendo acudir al rescate cuando una fuerza externa le empujó al suelo, cayendo sobre su propia espalda.
El gran lobo negro se posicionó sobre TaeHyung, arrinconándolo entre sus patas y el suelo húmedo por el barro, obligando a sus manos a resbalarse estrepitosamente cuando quiso arrastrarse hacia atrás, sin éxito alguno. Tragando saliva, el doctor miró aquellos ojos grandes, negros y brillantes, de nuevo atentos a él, arrinconándolo sólo con su presencia. Un jadeo sonó, temblando de pies a cabeza.
"No, no, no..." Negó, casi suplicante, temiendo por lo que sucedería. "Por favor..."
«Te dije que no te haría daño y soy un hombre de palabra» Esa voz la que prácticamente se había acostumbrado sonó, acariciando una parte de su cerebro de tal manera que quedó reducido a una marioneta con emociones flotantes. «A excepción de esa vez, cuando te prometí que no volvería a cruzarme en tu camino. Me temo que no ha podido ser, doctor...»
Y entonces, sólo con escuchar al animal decir aquello, en apenas un murmullo, fue que todo cobró sentido (si es que lo que estaba viviendo ahora mismo lo tenía, siquiera), sus ojos ensanchándose cuando supo la identidad oculta tras aquella bestia.
"¿Us... usted?" Pronunció.
Al lobo le desaparecieron las orejas, las garras y el hocico, transformándose gradualmente en un humano de carne, hueso y ojos penetrantes. Esos que TaeHyung pensó no volver a ver.
Jeon Jungkook estaba frente a él. Mirándole fijamente y desnudo. "Hola de nuevo, doctor Kim... Cuánto tiempo."
Acto seguido, TaeHyung se desplomó frente a sus narices.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro