✧c.-002
N/A: Tengo tantísimas cosas pensadas para este fanfic que me abrumo por momentos, pero a la vez estoy viviendo una experiencia inigualable como escritora xD
Cap dedicado a _Tae_es_omega_ ♡♡
Hoy os recomiendo 'PINATA' de A.C.E (mi gente latino momento...), a quienes echaba muchísimo de menos y los amo demasiado.
[...]
5 de enero, 11:00 (una semana después de lo sucedido...).
El funeral de Balam había sido tan surrealista que Jungkook, mientras sostenía al bebé recién nacido de la mujer a la que estaban enterrando, jamás pensó vivir. Y es que, definitivamente, enterrar a su persona favorita en el mundo, no estaba en su lista de deseos para Navidad, pero sí era una razón más para odiar tal festividad.
Si afirmaba no conocer a la mitad de las personas que asistieron estaría diciendo la verdad, pues probablemente ni siquiera ellos mismos conocían a Balam lo suficiente como para asistir al funeral, aunque tampoco se opuso, limitándose a darles la mano, aceptar el pésame y permitir que pensaran en él como la pareja de Balam y padre de su hijo. Dar explicaciones en un momento como ese sonaba impensable.
"¿De verdad piensas irte, jefe?" Leedo, con vapor saliendo de sus labios por el frío, murmuró.
"Sí, lo cierto es que sí." Asentía él, manteniendo las manos en los bolsillos del abrigo que llevaba. También odiaba la Navidad por el frío. "Creo que en estos momentos no estoy en condiciones de ser vuestro líder, así que Boun tomará mi lugar."
"Pero no quiero, Jungkook. Ser un alfa no me convierte en líder automáticamente y no quiero reemplazarte en la manada." Replicaba el susodicho.
"Exacto, jefe. Tú eres nuestro líder, lo has sido toda la vida."
Los demás asintieron, estando de acuerdo con el rubio y luciendo tan angustiados que Jungkook realmente se planteó su decisión. Sin embargo, ya estaba tomada.
No podía hacerlo.
"Aprecio vuestra lealtad y que confiéis en mí después de lo que pasó, pero ahora mismo tenerme como vuestro líder es lo último que necesitáis." Aseguraba, sosteniendo al bebé que comenzaba a quejarse entre sus brazos. "Y también hay alguien que depende de mí al cien por cien en este momento. Le pedí a Balam que cuidaría de Sungho y no puedo permitir que, como ella, corra el mismo peligro."
El ceño de Soyeon se frunció. "¿Y qué hay de nosotros, Jungkook? ¿Vas a abandonarnos así como si nada?"
"Sí." Respondió, para sorpresa de todos los presentes. Una sonrisita triste apareció en sus labios cuando descubrió que había decepción en los ojos ajenos. "No pude protegeros cuando era necesario, ni siquiera vi el peligro venir y estaba al acecho. No me necesitáis."
Boun apretó los labios, incapaz de ocultar su molestia por más tiempo. No odiaba el hecho de que Jungkook iba a irse, sino la razón de por qué lo hacía.
"Deja de decidir por nosotros, joder, Jungkook."
"Exacto, para ya." Leedo apoyó la moción. "Nadie te culpa por lo que le pasó a Balam, ni siquiera ella misma, de estar aquí, lo haría. No fue tu culpa, jefe, así que no te alejes de nosotros como si eso fuera el camino fácil, porque no lo es."
"O aléjate si quieres, pero no te libraras de ninguno de nosotros." Señalando a todos los presentes, Taesan aseguraba.
Y ellos asintieron, dándole la razón.
"Nunca." Leehan dijo.
El azabache quiso reír, pues estaba conmocionando ante la lealtad de su manada, aquellos con los que había convivido los últimos años de su vida tras ser un lobo solitario y abandonado desde niño, que divagaba por el bosque a altas horas de la madrugada. Solo, sin nadie que resguardara sus espaldas de otros alfas salvajes. Sin embargo, no había vuelta atrás. Era un líder deficiente e inútil que no podía proteger a los suyos.
"Lo siento, pero la decisión está tomada." Dijo, en un tono de voz neutro. "Como líder vuestro que he sido durante los últimos años, os ordeno que me dejéis ir y aceptéis a Boun como vuestro nuevo líder."
Los ojos de Offroad se humedecieron rápidamente. "Pero, jefe..."
"Es una orden."
Todos permanecieron en silencio, ya que sus palabras eran eso, una orden. Y las órdenes de un líder debían ser acatadas.
"Bien, pues eso es todo. No hay más que hablar." Asintió para sí mismo, arropando a Sungho con su chaqueta. "Si veis a Haon por algún lado, decidle que me llame. Hay algo de lo que debo hablar con él antes de marcharme. Adiós."
Y, sin decir nada más, tampoco esperar que ellos lo hicieran, Jungkook se giró, ignorando sus reclamos, incluso si con ellos dejaba una gran parte de su vida que nunca más recuperaría. Con cada paso que daba, sentía que un recuerdo tras otro se quedaba atrás.
"¡Jefe, espera!" Taesan gritó, corriendo tras él para alcanzarlo. Sostuvo su chaqueta, obligándole a darse la vuelta. Y así poder entregarle un papel que llevaba consigo. "Se me olvidaba darte esto, toma."
El ceño del azabache se frunció. "¿Qué es?"
"Un número de teléfono y un código. Me pediste que buscara una forma con la que poder mantener vigilado a ese doctor que conociste en el hospital, ¿recuerdas?" Dijo.
Entonces, la imagen de Kim TaeHyung, aquel cirujano en el que no había podido dejar de pensar desde entonces, cada vez que la muerte de Balam no lo torturaba, apareció en su mente, un escalofrío recorriéndole todo el cuerpo.
¿Cómo seria capaz de olvidarlo, siquiera?
Él asintió. "Me acuerdo, sí."
"Bien, pues para usarlo abre el comando «símbolos del sistema» en tu ordenador portátil, inserta este código junto al usuario y conecta tu teléfono. Podrás tener su ubicación a tiempo real sin que lo sepa. El número de teléfono le pertenece a él, en caso de que te sea útil también, claro..." Explicó, haciendo un gesto. "Sólo no uses nada de esto para hacer algo ilegal, jefe."
Un bufido abandonó los labios del azabache, empujando a Taesan por la cabeza y alejándolo, escuchándole reír. Él, por supuesto, mantuvo aquel papel entre sus dedos.
"Serás idiota..."
"Es broma, es broma, jefe..." Suspiraba, cambiando su risa por una sonrisa triste. Jungkook supo lo que vendría a continuación. "Espero que no pienses en dejarnos para siempre, ¿sabes? Me sentiría muy decepcionado."
"Taesan..."
El menor se apresuró a tomar la palabra de nuevo. "Ya, ya, lo entiendo, quieres protegernos y todo eso. Está bien, pero al menos sé consciente de que seguimos siendo tu familia al fin y al cabo." Le recordó. "Puede que tras lo sucedido te cueste creerlo, pero seguimos siéndolo sin importar qué."
Lentamente, Jungkook asintió. Eso lo sabía de antemano, no necesitaba escucharlo para ser consciente de ello.
"Lo sé, Taesan."
"Bien." Él asintió también. "Pues ya no te molesto más, jefe. Volveré con los demás y te avisaré si tengo noticias de Haon o si paradero, ¿de acuerdo? No borres mi número todavía. Adiós."
Otro bufido escapó de los labios de Jungkook, quién vio al más joven comenzar a correr por su vida mientras reía. A solas de nuevo, zarandeó la cabeza, respirando hondo. Echaría de menos a esa manada de imbéciles más que a nada en el mundo.
Tan pronto como Taesan despareció de su vista al igual que los demás, el azabache miró el papel que llevaba consigo, visualizando la imagen del doctor en una esquina, junto con sus datos más simples.
«Dr. Kim TaeHyung. 30/12/1995, Daegu, Corea del Sur. Licenciado en la Universidad Yonsei (Seúl, Corea del Sur). Cirujano jefe, centro médico Asan (Seúl, Corea del Sur).
Grupo sanguíneo: AB.
Contacto: (+82) 684 201 XX [personal]| (+82) 653 990 XX [centro médico Asan]
Código CMD: FX9y1tDMKL»
Mordiéndose los labios, zarandeó la cabeza de un lado a otro. "¿Cómo demonios conseguirá este mocoso todos estos datos...?" Se preguntaba a sí mismo, sin poder apartar sus ojos de aquella imagen.
En realidad, ni siquiera le importaba. Es más, estaba mucho mejor sin saberlo.
Definitivamente no tenía ni idea de qué era lo que pasaba por su cabeza al mostrar tan repentino interés en aquel doctor, sólo sabía que aquello que sintió nada más verlo no era algo casual. No en un momento como en el que estaba.
Pasando un dedo por el rostro impreso del susodicho, se relamió los labios de nuevo. "Kim TaeHyung..." Suspiró, releyendo su nombre en un susurro.
Sólo su nombre causaba en él cosas que ni de broma querría describir, mucho menos encontrar un significado.
Estaba, en definitiva, muy jodido. Y la historia no hacía más que comenzar.
Algunas horas más tarde, en la misma ciudad, pero en un lugar aún más alejado, TaeHyung salía de su turno nocturno en el hospital cuando el reloj marcaba las cuatro en punto de la mañana, sintiéndose agotado y con ganas de nada más que echarse a dormir. Era de noche y todavía lo sería por bastante tiempo. Afortunadamente, no volvía a su puesto hasta pasado el fin de semana, por lo que podría descansar largo y tendido.
Por eso mismo, nada más entrar en el coche y que su teléfono que recientemente se había rebelado en su contra, sonara, suspiró, atendiendo la llamada de Prem Warut.
"Hola, ¿ya has salido?" Su mejor amigo saludó.
Cómo cada día después de un largo turno de veinticuatro horas, Prem le llamaba para hacerle compañía de camino a casa, queriendo asegurarse de que llegaba bien.
"Acabo de hacerlo, de hecho. Voy de camino a casa. Estoy tan agotado que podría dormirme si este coche tuviera conducción automática..."
Una risita abandonó los labios de Prem. "Ya te he dicho que aceptes las vacaciones que te ofrece el sindicato, TaeHyung, las mereces más que nadie." Le repetía, probablemente, por décima vez en lo que llevaba del mes. "Y más aún después de lo que pasó la semana pasada. Temo que no hayas levantado cabeza desde entonces..."
Ante la mención de lo sucedido, el rubio apretó los labios. Ni siquiera podía quitarse de la cabeza la angustia en los ojos de aquel marido destrozado tras haber perdido a su mujer, a la madre de su primer hijo. Era demoledor.
"Lo sé, lo sé, lo he intentado, pero de algún modo siempre vuelvo al trabajo." Suspiraba, deteniéndose en un semáforo.
"Pues no deberías, no es sano para ti. Debes descan...sar y-y-y cuidar mejor de-e-e..." La voz de Prem entrecortándose repentinamente le hizo fruncir el ceño.
"¿Prem?"
Su pantalla comenzó a parpadear, encendiéndose y apagándose una y otra vez, haciéndole sentir aturdido. No era la primera vez que pasaba en el día de hoy.
El bufó, exasperado. "Joder, ya empezamos... ¿Prem? ¿Me oyes?"
Prem dijo algo que no pudo entender.
"Maldito teléfono de mierda." Siseaba, toqueteando toda la pantalla como si eso fuese a hacer algo, tras aparcar frente al complejo de apartamentos donde vivía. No estaba de humor para fallos técnicos. "¿Prem? ¿Sigues ahí? ¿Me escuchas?"
"¿TaeHyung?" Finalmente, su voz sonó clara. "¿Me oyes?"
"Te escucho bien, sí, ¿y tú a mí?"
"Ahora sí, menos mal..." Riendo, suspiró. "¿Qué ha pasado? Se ha empezado a cortar la llamada de repente y no escuchaba nada."
"No lo sé, este teléfono del demonio lleva dándome problemas desde temprano... No ha parado en todo el día. Se enciende, se apaga, las llamadas se cortan, entra en aplicaciones que no sabía ni que tenía instaladas porque sí..." Escuchando al otro reír aún más mientras él resoplaba, agarró su bolsa del trabajo y salió del coche.
Necesitando unos segundos para recuperarse de la risa tonta, Prem llenó sus pulmones de aire. "Ay, pobre... Todo te pasa a ti."
"¿Has visto? Me persiguen la desgracias."
"Bueno, ¿y qué tal? ¿Te falta mucho para llegar a casa?"
"No, estoy entrando, de hecho." Buscando sus llaves tras cerrar el coche, respondió. "¿Por qué? ¿Quieres colgar?"
Prem emitió un sonidito afirmativo que resultó bastante ofensivo para él. "Tengo un poco de sueño, en realidad, pero no quería decirlo para no ser grosero. Sabes que me gusta hablar contigo después de tus turnos largos para saber que llegas bien a casa y quedarme tranquilo."
"Lo sé, lo sé, pero con enviarte un mensaje debería ser suficiente, no necesitas trasnochar."
"Bueno, esa es mi decisión, de todos modos." Respondía. TaeHyung se lo imaginó encogiéndose de hombros como si nada, bufando ante aquella imagen. "No me bufes, maleducado."
Otra risita abandonó sus labios, negando "Ya, ya, lo siento... En fin, ahora que he llegado a casa puedes volverte a dormir, ¿vale? Ya mañana hablamos cuando despierte. Tendré que salir a hacer algunas compras antes del mediodía, he quedado con Jangmin para almorzar por nuestro aniversario."
Esta vez, fue Prem quién bufó, haciéndole reír. No era un secreto que Jangmin era cualquier cosa menos su persona favorito en el mundo. En los seis años que conocía a Prem y los dos que llevaba saliendo con Jangmin, nunca le había visto tan descontento como con su presencia.
"No me bufes tú ahora, maleducado."
"Lo siento, lo siento..." Riendo, se llenó los pulmones de aire. "Me voy a dormir ya, ¿vale? Luego hablamos, que descanses."
"Claro, descansa. Hasta dentro de unas horas."
Todavía con la sonrisa en los labios, separó el teléfono de su oreja, colgando finalmente mientras jugueteaba con las llaves entre sus dedos. Por supuesto, estas no dudaron en deslizarse fuera de ellos, cayendo al suelo y robándole un suspiro de puro cansancio. Masculló una maldición breve para posteriormente agacharse, atrapándolas de vuelta.
"Dios santo, este día se me está haciendo eterno..." Murmuraba, incorporándose. Al instante, la sensación de algo filoso presionándose contra su espalda baja le produjo un escalofrío. "¿Qué...?"
Quiso girarse, pero la presión aumentó, la hoja filosa de lo que probablemente sería una navaja atravesando su jersey. Lo que le faltaba.
"No." Habló alguien tras él. Una voz ronca, pesada y firme sonando contra su oído, indicándole que no lo hiciese tras hacer el amago. "Dame todo lo que tengas ahora mismo. El móvil, dinero, relojes... Todo lo que lleves encima. Ya."
TaeHyung quiso echarse a llorar ahí mismo. ¿En serio tenía que pasarle algo así justo ahora? Él solo deseaba entrar a casa y dormir hasta el medio día, no ser atracado tras un turno doble. ¿Es que acaso pedía demasiado? Era un hombre trabajador, por el amor de Dios. Responsable, amable, un buen jefe y un mejor compañero. No merecía eso.
"Esto debe ser una broma..." Masculló, alargando el brazo hacia los bolsillos de sus pantalones vaqueros. El tipo que tenía atrás le sostuvo la muñeca.
"No te muevas."
"¿Y-y cómo saco el móvil y la cartera?"
"¿Eh?" Notar confusión en su tono de voz no era algo que esperase, pero lo dejó estar. No todos tenían la capacidad de ser unos perfectos ladrones, sería principiante. "Yo- yo lo haré, sólo dime dónde está todo."
TaeHyung puso los ojos en blanco. Al menos no tendría que hacer demasiado. "Bueno... El teléfono está en el bolsillo izquierdo y la cartera en el derecho."
Lo siguiente que notó, fueron un par de dedos deslizándose dentro de sus bolsillos traseros, por encima del culo. Se puso recto, aguantando la respiración. Solo rezaba porque no intentase nada más con él, esperando tan pacientemente como su corazón acelerado se lo permitía, a que se alejase. Y, para su sorpresa, ocurrió antes de lo requerido.
El sonido de algo metálico cayendo al suelo sonó y la presión en su espalda dejó se notarse, desapareciendo por completo.
"¿Q-Qué demonios?" La persona que tenía atrás susurró, sonando horrorizado que no supo si girarse o mantener la misma posición. "¿De quién es esa voz? ¿Quién- quién me habla?"
Dejando caer todas las pertenencias del rubio, aquel hombre se tapó los oídos mientras caminaba de espaldas. TaeHyung instintivamente se giró para mirarlo, viendo su mueca horrorizada y el modo errático en que negaba con la cabeza.
"No, no, para... Para, por favor..." Suplicaba, comenzando a lloriquear. Él ni siquiera supo qué hacer, mucho menos cuando el llanto se volvió desesperado, al igual que su comportamiento. "¡Para! ¡Que pares!"
"¿Qué está pasando...?"
"¡No, por favor!" Le escuchó gritar.
Y, cuando quiso darse cuenta, el chico estaba caminando de espaldas en dirección a unos cuantos arboles que rodeaban la urbanización, temeroso mientras avanzaba. Tan pronto como llegó allí, dio un par de vueltas sobre su eje y acto seguido echó la cabeza hacia atrás, luego hacia delante, de tal modo que su cara impactó con el grueso tronco de un árbol, quedando inconsciente inmediatamente tras el impacto.
Los ojos del rubio se abrieron de par en par, soltando un chillido mientras retrocedía. "¡Dios mío!"
La sensación de que había alguien más allí, aparte de él mismo y ese hombre, era tan abrumadora que decidido ignorarla, no teniendo ni idea de qué acababa de suceder ni cómo debía él sentirse al respecto. Miró a su alrededor en busca de alguien, de algo que pudiera haber provocado aquello, no encontrando nada en absoluto.
Sin embargo, un leve movimiento entre los matorrales que separaban el edificio de la carretera, le hizo fruncir el ceño, su cuerpo tensándose de inmediato.
"¡¿Hola? ¡¿Hay... hay alguien ahí?!" Habló, atemorizado, dudando entre sí acercarse o no. Cómo era de esperar, no obtuvo respuesta, más que el frío viento chocando contra su rostro, helándole la piel y estremeciéndole por completo. "¡¿Hola?!"
Tal vez sólo estaba alucinando por la falta de sueño. Quizás debía tomar notas de los consejos que Prem le daba y retomar sus merecidas vacaciones. Las necesitaba.
"¡Señor, señor!" Girándose ante aquella voz, vio al guardia de seguridad de su urbanización, Doyum, acercarse a él a toda prisa con una linterna que alumbraba hasta el otro lado de la calle. Tan fuerte que TaeHyung chilló cuando apuntó hacia él.
"¡Ay, joder!"
Doyum llegó hacia él corriendo torpemente cuesta abajo, con la linterna apuntando al rubio, que se cubría el rostro.
"¡Señor Kim, señor Kim! ¿Está usted bien? ¿Está herido? ¿Le ha hecho daño?"
"¡La linterna, Doyum!"
"¡¿Qué, señor Kim?!" Queriendo ver su rostro mientras correteaba hacia él casi como un bebé —de cincuenta años, todo sea dicho—, le apuntó con la dicha, que tenia el mismo grosor que una esterilla de hacer yoga y fácilmente podía dejarle ciego.
TaeHyung ya no sabía cómo taparse los ojos para que no se le derritieran los globos oculares. "¡Que apagues la linterna!"
Una vez llegó frente a él, jadeando y sudoroso tras la carrera, Doyum entendió el mensaje (¡aleluya!). "Oh, l-lo siento, señor..." Dijo, finalmente apagando la linterna, visiblemente sonrojado por su torpeza.
El rubio se sintió mareado y fuera de lugar por unos buenos cinco segundos, recuperándose a la oscuridad inicial, frotándose los ojos de una forma en la que, codeándose con los mejores oftalmólogos a diario, sabía de antemano que no debía hacer. Ese no era su día, ya lo había dejado muy claro el dichoso destino, no necesitaba más pruebas.
"¿E-Está usted bien, se- señor Kim? ¿Le... Le ha hecho algo ese individuo? ¿E-Está herido?"
"Todo bien, Doyum, no te preocupes. Afortunadamente no ha podido hacerme nada, ni tampoco se lo ha llevado..." Acercándose tan sólo un poco a aquel que aún estaba en el suelo tendido, aparentemente sin consciencia alguna, murmuró. "Deberíamos llamar a una ambulancia... Y a una patrulla de policía, también."
"Ya lo he hecho. E-Estaba en el baño cuando salí y alcancé a ver cómo le apuntaba con una navaja, a-así que llamé inmediatamente a los oficiales." Explicaba, temblando de pies a cabeza, su gesto torcido al ver el estado del individuo. Luego, miró al doctor Kim. "¿Seguro que no le ha hecho nada?"
TaeHyung zarandeó la cabeza. "No le ha dado tiempo... Debió sufrir un brote psicótico justo antes de conseguirlo siquiera."
"Vaya por Dios..."
Los ojos del rubio viajaron de forma fugaz, casi automática, de vuelta entre los matorrales, aún pudiendo sentir una presencia tras ellos, incluso si ya no se movían. Era extraño, pero no del tipo de rareza que le hacía sentir miedo, sólo inquietud. Escalofríos.
Al cabo de unos minutos, cuando Doyum se tranquilizó (sí, Doyum, no él, quién había sido atracado), una patrulla de policía y una ambulancia apareció por la esquina, varios oficiales y compañeros de trabajo a los que TaeHyung conocía, bajándose de sus respectivos coches y saludándole tras reconocerlo. No tardaron demasiado en interrogar al rubio, quien explicó todo lo sucedido con todo lujo de detalles, mientras los enfermeros atendían al –todavía– hombre inconsciente.
"Entonces sacó una navaja y se la puso en la espalda, ¿verdad?" Cuestionaba el policía, anotando todo lo que TaeHyung decía en una libreta pequeña.
"Me dijo que no me moviera cuando fui a darle mis pertenencias, que las tomaría él mismo. Luego metió sus manos en mis bolsillos y sacó todo lo que tenía. El teléfono, la cartera... pero no alcanzó a llevárselos, los dejó caer al suelo, junto a su navaja." Señaló sus pertenencias y el arma tirados en el suelo, a tan sólo unos metros de distancia. "De un momento a otro empezó a gritar, a cubrirse la cabeza y llorar. Le decía a alguien que parase, pero no había nadie más con nosotros..."
"Ya veo... ¿y no le hizo nada?"
Él negó. "No, nada de nada. Después de eso caminó de espaldas hacia los árboles y se abalanzó voluntariamente sobre ellos hasta golpearse en la cabeza."
Las cejas de ambos policías se alzaron al mismo tiempo, incluso si ninguno de ellos parecía sorprendido por lo que el doctor relataba. Doyum, que había permanecido junto a TaeHyung, confirmando la pequeña parte de su versión que él mismo había visto por las cámaras, asintió.
"E-Está todo grabado, por si quieren verlo... Las cámaras están en el cuartito donde me hospedo." Propuso él, viéndolos asentir. "Pues vengan conmigo."
"De acuerdo." Ambos miraron a TaeHyung. "Acompáñenos también, señor."
Y él claramente no tuvo ningún problema en aceptar. "Por supuesto."
"Volveremos en seguida, no dejéis que se marche si llega a recuperar la consciencia, ¿de acuerdo? Tendremos que llevárnoslo a comisaria con nosotros." Uno de ellos se dirigió a los dos enfermeros que aún atendían al herido, ahora situado en la camilla.
Sin esperar más tiempo, TaeHyung y los agentes de policía siguieron a Doyum todo recto hacia el interior de aquella urbanización inmensa, el cuartito donde él descansaba y se ubicaban las cámaras de seguridad encontrándose a la izquierda, nada más cruzar las rejas altas y los más de ciento cincuenta buzones que le pertenecían a los propietarios. Se adentraron en dicho cuarto, viéndose repentinamente rodeado de cámaras. Doyum tomó asiento en su silla.
"Veamos... Esperen un momento que retroceda las grabaciones, no tomará demasiado, solo..." Golpeando una tecla en concreto varias veces, efectuó un sonidito victorioso. "Bingo, justo aquí. Cuatro cuarenta y siete de la mañana, miren esto." Señaló la pantalla. Los agentes y TaeHyung se acercaron para verla de cerca. El rubio aparcaba su coche y se disponía a salir, teléfono y llaves en mano. "Este de aquí es el señor Kim, sale de su coche, saca las llaves para abrir el portón principal y..."
El agente de policía más corpulento señaló algo. "Por la derecha aparece nuestro sospechoso, tiene una navaja en la mano." Tal y como lo relataba, el susodicho que atracó a TaeHyung aparecía en escena, caminando de un lado a otro sin saber muy bien dónde dirigirse. Hasta que divisó al rubio allí de pie, apunto de agacharse para recoger sus llaves. "Se le acerca cautelosamente y le pone la navaja en la espalda."
TaeHyung señaló. "En ese momento me dijo que no me moviese y le diera todo lo que llevaba encima, pero a los segundos cambió de parecer y decidió que los agarraría él mismo..." Mirando en pantalla el momento exacto en que eso sucedería, apuntó. "¿Ven? Justo ahí, me sostiene el brazo para impedir que agarre mis cosas que estaban en los bolsillos de atrás y empieza a sacarlos él mismo. Le noté un poco nervioso."
"Debía ser un atracador novato, esa sería su primera vez."
"No, de hecho no es ningún novato. No es la primera vez que recibimos el aviso de que ha habido un atraco y él se encuentra por los alrededores, sólo busca dinero para comprar droga. Es un adicto."
"Pues para tener experiencia, le salió fatal. Casi se mata." Masculló el rubio, viendo por las cámaras la repetición —que él mismo vivió en sus propia piel— del momento en que comenzaba a gritar y taparse los oídos, dejando todo lo que le había arrebatado caer al suelo. "¿Ven? Ahí debió sufrir un brote psicótico y comenzó a gritar, lanzarlo todo y retroceder. Luego se golpeará contra el árbol."
Efectivamente, quince segundos después, eso fue justo lo que ocurrió. El tipo se impulsó hacia delante y su cabeza se estrelló de manera brusca contra un árbol. Cayó hacia atrás con un golpe seco. Doyum siseó, cubriéndose los ojos.
"Madre del amor hermoso, vaya golpe..."
"Va a tener una buena contusión, sí." Asentía el policía, torciendo el gesto mientras apuntaba algo. "Lo más probable es que en sus análisis encontremos algún tipo de droga alucinógena que le haya provocado eso. No es la primera vez, según tengo entendido ha sido detenido varias veces por posesión de droga."
"¿Y sigue en libertad?"
De nuevo, ambos se encogieron de hombros al mismo tiempo. Claramente no tenían una respuesta convincente para darle y, en realidad, él tampoco la buscaba. Sabía cómo funcionaba la justicia de primera mano.
"¡Eh, eh!" La voz de guardia sonó, impidiendo que los agentes pudieran siquiera decir algo. Se giraron de vuelta, al igual que TaeHyung, viendo como Doyum señalaba algo en pantalla. "Ahí, entre los matorrales, veo algo."
Los policías se agacharon junto a él. "¿Puedes hacerle zoom la imagen?"
Asintiendo, eso fue justo lo que Doyum hizo, pausando la grabación y agrandando la imagen, alcanzando a enfocar lo que parecían ser un par de ojos oscuros y brillantes asomarse. TaeHyung sufrió un escalofrío, siguiendo aquellos ojos hasta descubrir un pelaje negro azabache que se camuflaba con la noche.
"Oh, es un perro." Determinó uno de ellos, suspirando antes de volver a su postura inicial.
"Eso parece, sí..."
"En fin, nosotros no podemos hacer gran cosa. Nos llevaremos al sospechoso a comisaria y probablemente sólo pasará la noche. Si quiere poner una denuncia está en todo su derecho, señor, pero desde ya le aviso que no va a servir de mucho. No ha llegado a producirse un robo como tal, tampoco existe agresión física o verbal que comprometa al sospechoso... El juez desestimará el caso antes de que su abogado pueda ponerle una tarifa sobre la mesa." La honestidad del policía más corpulento hizo a TaeHyung resoplar, sacudiendo la cabeza de un lado a otro.
"Está bien, no pensaba poner una denuncia de todos modos."
Ellos asintieron. "De acuerdo, pues eso es todo. Nos marchamos."
"Hasta pronto y buenas noches."
"Buenas noches, agentes. Gracias." TaeHyung se despidió con desgana, pues realmente sólo estaba siendo educado. No habían sido de ayuda en absoluto.
Suspirando una vez se marcharon, devolvió vagamente su atención a la pantalla, donde el par de ojos grandes, brillantes y oscuros se encontraban, completamente fijos en él y sus movimientos, como si no quisiera perder nada de vista. Sólo con volver a mirarlos se le ponía la piel de gallina, teniendo la sensación de que lo tenía frente a frente. Estaba convencido de que había visto esos ojos con anterioridad y por nada del mundo le pertenecían a ningún animal.
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