Parte Uno
La vida era una maratón de decepción tras otra.
O al menos eso comenzó a pensar Jeon Jungkook hace un par de meses.
Está bien, podía ser algo exagerado. Realmente le estaba yendo bastante bien para ser un estudiante universitario promedio, tenía buenas calificaciones, una buena relación con sus divorciados padres y hacía una semana consiguió una motocicleta. Su vida social también estaba bien, era un alfa algo popular dentro de su universidad así que siempre estaba rodeado por sus amigos o alguna omega intentando coquetearle. Salía a fiestas, se divertía y descansaba bien.
En realidad, era una vida que muchos desearían tener.
Pero Jungkook no era de los que se conformaban.
Había una pequeña espinita ahí que arruinaba su vida perfecta. Un mísero detalle que hacia a todo lo demás perder el valor.
Y eso era...
—Tierra a Jungkook. —La voz cantarina de su amigo en un susurro le sacó de sus pensamientos. Él le estaba mirando con los ojos entrecerrados—. ¿Todavía no te rindes?
—No sé a qué te refieres.
Yugyeom señaló disimuladamente hacia el frente de la clase, precisamente a su profesor que explicaba el tema de ese día con un tono alegre sin saber que tenía a toda la clase embobada, y no precisamente por su excelente forma de enseñar.
—Eso. Has pasado toda la clase viendo al profesor, pero no tomaste ni una mísera nota. ¿Todavía no te rindes?
—No. Cállate. Vete a la mierda.
Yugyeom le pellizcó el brazo y Jungkook le enseñó la lengua en una burla silenciosa, regresando a su ardua tarea de admirar a su profesor.
Uh, sí.
Ese era el único detalle que arruinaba su vida perfecta.
Kim Taehyung.
Un bonito omega dulce y amable que siempre traía el cabello oscuro en ondas despeinadas y usaba cardigans sobre pantalones sobrios. Nadie podía creer que se trataba de un profesor, uno de los más jóvenes dentro de la universidad.
Muchos dijeron que su actitud pasiva no le ayudaría en sus labores, lidiar con un salón repleto de omegas, betas y alfas que con suerte conseguían leer más de dos párrafos no sería fácil para alguien como él, pero, al contrario, todos terminaron siendo atraídos como abejas a la miel.
Jungkook sabía que no era el único pasando por alto la clase solo para mirarle.
Pero él era muy diferente a todos esos idiotas.
Taehyung jamás se preocuparía por ellos más allá de lo académico, no importaba cuanto ilusionara a esos tontos con sus pequeños actos de amabilidad.
— ¿Hay alguna pregunta? —Taehyung preguntó para el salón en general, todos parecieron salir de la ensoñación en la que estaban metidos para negar en voz alta, agregando que su clase fue clara. El omega sonrió—. Bien, eso sería todo por hoy. Les recuerdo que deben entregar su tarea la próxima semana.
Los estudiantes comenzaron a guardar sus cosas en sus mochilas y salieron del salón, pero algunos se acercaron a su profesor para charlar de alguna tontería. Jungkook mordió su lengua para no murmurar alguna grosería sucia.
—Vete sin mí. —Jungkook murmuró hacia Yugyeom, su amigo le hizo una mueca burlona.
— ¡Por supuesto que me voy sin ti! No pienso quedarme para verte humillándote.
Yugyeom se apresuró en salir antes que Jungkook pudiera darle una palmada.
Esperó a que todos salieran del salón antes de acercarse tranquilamente a Taehyung, aunque el alfa bajo su piel se levantó al sentir el aroma que tanto anhelaba profundizarse.
Dulce. Un aroma frutal con notas de fresa más atenuadas que las demás.
—Oh. Hey, Jungkookie. —Taehyung se volteó al sentirlo cerca y sonrió inclinándose levemente hacia el costado, provocando que las ondas desordenadas de su cabello se deslizaran sobre su frente. Jungkook aprovechó para peinarlas fuera de su rostro haciendo a Taehyung reír—. ¿Tienes otra clase hoy? Esta era mi última, puedo darte un aventón si lo necesitas.
—Te agradezco el gesto, pero tengo finanzas dentro de media hora. —Jungkook aguantó la respiración al notar los labios fruncidos del omega, claramente decepcionado—. No me pongas esa cara, me siento un poco culpable de usarte como chofer.
—No te preocupes, sabes que eres especial. —Taehyung sonó como en una de sus estúpidas fantasías, pero remató con un—: Eres como un hermanito para mí.
¡Mierda! ¡Sí, era justo eso!
Jungkook era diferente a todos los otros alumnos que estaban embelesados por Taehyung, muchísimo más diferente. Ambos eran amigos desde siempre, sus madres eran mejores amigas que vivían una al lado de la otra y se encargaron de juntarlos antes de que aprendieran a leer. Dios, tenía fotografías de Taehyung con apenas cuatro años sosteniéndolo cuando él era un bebé rechoncho y llorón.
Estuvieron juntos desde el inicio, desde que tenía memoria Taehyung era una constante para él. Jungkook lo adoraba más que a cualquiera, se sentía extraño si no lo tenía cerca y era mucho peor cuando no lo veía durante un par de días.
Recordaba tenuemente cuando era un niño y sus compañeros de clases comenzaron a parlotear sobre compañeros y amor, una cosa poca con la que jugarían a molestarse los unos a los otros, pero todo lo que podía pensar era que, si tenía que pasar el resto de su vida con alguien, ese alguien debía ser Taehyung.
Aun con el paso de los años no había cambiado de idea.
— ¿Vienes a cenar más tarde? —Jungkook preguntó en un intento de atenuar su orgullo herido.
— ¿Necesitas otra tutoría de nuevo? Eres un chico muy inteligente, no entiendo por qué te cuesta tanto entender mis clases.
Jungkook hizo una mueca.
—Entiendo mucho más cuando me explicas solo a mí, en clases suelo distraerme. Es difícil comprender que el hombre que he visto hacer rabietas por no conseguir el sabor de helado que le gusta me está enseñando ética.
Taehyung le dio un golpecito en el costado.
—Separa las cosas, aquí soy tu profesor y debes respetarme como tal.
—Haré que mamá compre otro sabor de helado.
— ¡Eres un...! —Taehyung frunció sus labios para no reclamar, manteniendo lo poco que quedaba de su faceta de profesor—. Fuera de mi salón, Jeon.
— ¿Vendrás a casa?
—Sabes que sí, ahora chu, chu.
Taehyung le empujó un poquito provocándole una risa corta, obligándolo a salir. Estaba tan jodido por ese omega. No había forma de que saliera de su cabeza si seguía actuando así de lindo para él.
La clase de finanzas pasó a un segundo plano, lo único en lo que pudo pensar fue cómo haría para conseguir un avance con Taehyung esa noche, no importaba si se tratara de algo pequeño. Había pasado los últimos años de su vida —desde que se presentó como un alfa a los dieciocho, para ser exactos— intentando que Taehyung le viera como algo más que un hermanito pequeño al que cuidar.
Era un alfa, por amor de la Diosa Luna.
Todos podían verlo excepto la persona que quería que lo hiciera. Era bastante ridículo, incluso cuando estaba en su época de preparatoria todos rumoreaban que él se presentaría como alfa, era mucho más alto y musculoso que el resto de sus compañeros, pero para Taehyung no pasaba de niño crecido.
Ugh.
Debía existir alguna forma de abrirle los ojos. Era cierto que aun era un estudiante universitario aún, pero estaba en su último año y tenía un buen futuro por delante. Era un buen prospecto de alfa, ideal para formar una familia convencional, no por nada tenía a tantos omegas a sus espaldas.
Yugyeom solía llamarlo tonto por eso. Muchos otros quisieran estar en sus zapatos, pero él se la pasaba intentando atrapar un omega que se escapaba entre sus dedos.
No era como si pensara rendirse pronto tampoco. Jungkook era un cabeza dura de primera que no cambiaría de la noche a la mañana solo porque lo seguían tachando de hermanito menor.
Iba a encontrar la forma de derrumbarlo.
Una vez en casa se encargó de preparar una cena rápida y asegurarse de que aún quedara del helado favorito de Taehyung. Desde el principio supo que su madre no estaría en casa, siempre se encargaba de invitar a Taehyung cuando ella no estuviera porque necesitaba ganarse su corazón y no una humillación gratuita.
Escuchó el chasquido de unas llaves antes que la puerta se abriera. Jungkook no se molestó en alzar la cabeza porque el aroma que llegó débilmente hasta él fue suficiente para calmarlo, solo siguió acomodando los platos de jajangmyeon sobre la mesa.
—Hey, Jungkookie.
— ¿Sabes que hay un timbre?
Taehyung lo ignoró por completo mientras dejaba un par de libros sobre su mesita de café.
—Tu madre me dio las llaves, no creo que me las quite porque aún no dejo de cuidarte. —Taehyung intentó alzarse por toda su altura y cruzó los brazos sobre su pecho en una postura orgullosa—. Hablando de ella, ¿dónde está?
—No está, ella salió. —Jungkook arrastró la silla para él, sonriendo ligeramente cuando el omega se sentó con su mueca orgullosa en sus labios.
—Hmm... una lástima, quería saludarla. ¿Qué hago si se olvida de que existo?
—No exageres, ella te adora.
Lo adoraba... y estaba casi tan metida en eso de convertir al omega en un Jeon como él.
Taehyung se inclinó ligeramente para sentir el aroma de la comida, Jungkook le picó las costillas con dos dedos.
— ¿Qué se supone que haces? Si piensas que te daré algo en mal estado te golpearé.
Taehyung se rio.
— ¿Yo? Yo no estoy haciendo nada, solo me alegro de que uno de los dos pueda cocinar. —Jungkook mordió el interior de su mejilla al verlo llevarse una probadita a la boca, manchándose la comisura de sus labios como siempre hacía. El sentimiento instintivo alfa de proveer para su omega resurgió en él, haciéndolo sentir complacido—. Mamá me regañó el otro día.
— ¿Por qué?
—Quemé la cena. —Jungkook no se inmutó, era algo que solía pasarle al omega muy seguido—. Me dijo que debo aprender a comportarme más omega.
—No es como si ser omega fuera una definición de estética o personalidad, pero ya sabemos cómo es. Solo está preocupada por ti... a su arcaica manera.
—Se preocupa demasiado, desde hace años le dije que podía vivir por mí cuenta, pero no lo permitió. —Taehyung se encogió de hombros y masticó otro bocado como si no le importara lo suficiente—. Sabes que mamá no quiere que me vaya de casa hasta que consiga un alfa, creo que estaré atrapado ahí hasta los cuarenta. Es decepcionante.
Jungkook se contuvo de soltar su plan de vida en una verborrea mal construida. Desde hace unos meses tenía pensado comenzar a vivir por su cuenta mientras trabajaba en la compañía de su padre, lo único que le detuvo a aceptar fue que se alejaría de Taehyung, pero todo sería mucho más sencillo si el omega aceptaba vivir con él y cargar su marca en su cuello.
¿Era el único que veía lo conveniente que la situación podía ser para ambos?
—Me quedo del lado de tu mamá aquí. No me gustaría que consiguieras un alfa pronto.
Uno que no sea yo.
— ¿Y eso por qué?
—Tienes un pésimo gusto. El único alfa con el que saliste era un idiota.
Taehyung se sonrojó por la vergüenza, eso podía ser una situación graciosa de no ser porque el lobo en Jungkook gruñó y rugió al recordar ese fatídico episodio de su vida.
Jungkook sintió que murió por dentro durante todo el año en que Taehyung salió con ese alfa. Apenas estaba entrando en la universidad cuando sucedió y no pudo hacer nada para impedirlo. Su madre le hizo un par de chistes sobre perder sus fantasías de la niñez de sopetón, pero se preocupó de verdad cuando Jungkook perdió hasta las ganas de responder. Ella llamó a su exesposo y entre ambos buscaron ayuda médica, descubriendo que el "encaprichamiento" de su único hijo por el omega de los Kim era mucho más que un primer amor, su lobo lo escogió en cuanto se presentó y amenazó con matarlo de su corazón roto al perderlo.
Sip. Estaba jodido en todo sentido.
—Oh, vamos. No era tan malo.
— ¿No? Ese idiota no sabía nada sobre ti. Insistía en comprarte té herbal siendo que mueres por dentro si no bebes algo dulce en el día, te llevó a un restaurante de mariscos para tu cumpleaños, aunque los odias y te prohibió usar tu patineta incluso si es lo único que te desestresa.
Taehyung lo miró un par de largos segundos antes de asentir.
—Sí... fue bastante malo, pero por eso ya no está aquí. ¿No?
Y era mejor que no lo estuviera.
Ese estúpido alfa se encargó de arruinar a Taehyung mientras que Jungkook estaba intentando lidiar con el síndrome del corazón roto, juntándose con otros omegas para que su lobo no se adormeciera.
No se dio cuenta de eso hasta que una noche de invierno decidió usar otro camino a casa, encontrándose con el omega de sus sueños hecho una bolita en una de las bancas del parque cercano, temblando mientras intentaba abrazarse a sí mismo más por la angustia que por el frío.
Jungkook no necesitó decirle nada al acercarse, el omega reconoció su aroma mucho antes de que pudiera abrir la boca. Ahí, en el frío clima de invierno, él le habló lleno de angustia:
"No me gusta. Lo odio. No me gusta."
Seguramente fue el lado más animal de Taehyung hablando por él, los sollozos de un lobo que estaba siendo obligado a quedarse con alguien que no le complacía.
Jungkook solo recordaba cubrirlo con su chaqueta y llevarlo devuelta a casa. Esa noche durmieron en la misma cama justo como hacían cuando eran niños, pero por esa vez fue Taehyung quien se acurrucó en su pecho e inhaló profundo, alejando el malestar que se aferró a su corazón.
No hablaron esa noche, pero si lo hicieron la mañana siguiente. Taehyung detalló durante más de una hora todo lo que le disgustaba del alfa con el que salía, y aunque Jungkook quería ser totalmente atento con él no pudo dejar de sentirse enfadado. Un alfa arrogante y vil se atrevió a robar lo que era suyo y maltratarlo. Jungkook quería golpearlo.
Se contuvo. En su lugar pasó el resto del día cuidándolo y recordándole lo valioso que era, complaciéndose poque Taehyung regresó a él al final de tanto sufrimiento.
—Oye, deja de desviar el tema. Se supone que estoy aquí porque apestas en mi clase. ¡Creí que eras inteligente!
— ¿insinúas que no lo soy?
—N-No, pero tenía más expectativas en cuanto tus habilidades.
Oh, él tenía otras habilidades que podrían gustarle si las probara.
—Vuelve a decirme idiota y te morderé la garganta.
Taehyung se sonrojó.
—No te llame idiota.
—Ajá.
Su omega bonito.
Taehyung pensó que era una persona sencilla durante toda su vida.
No le gustaban las complicaciones, los problemas le daban dolor de cabeza y siempre intentó que toda su vida se dirigiera en una línea recta hacia sus metas.
Era tímido, callado y mantenía un círculo social reducido. Nunca hizo algo atrevido... o más bien, nunca quiso hacer algo atrevido, lastimosamente no importaba qué tanto intentara mantenerse a salvo siempre habría algo que arruinaría su paz.
—Si notas que él está enamorado de ti. ¿Verdad?
Taehyung marcó una bonita equis en una respuesta mal formulada antes de fijarse en su compañero de trabajo y actual mejor amigo, Park Jimin. El omega tenía los ojos entrecerrados hacia él como si intentara ver detrás de su rostro impasible, Taehyung solo lo miró como si estuviera loco.
— ¿De qué hablas?
—Jeon. Jungkookie para ti. Escupe la sopa.
Taehyung gimoteó.
—Claro que no. Jungkook es un niño, solo actúa raro porque está en crecimiento.
—Es un hombre adulto alfa, último año de universidad, el otro día lo enfadé y me arrojó sobre su hombro como si fuera un saco de patatas solo porque le di la confianza. ¿Dices que eso es un niño en crecimiento?
Taehyung sonrió suavemente. Sí, eso sonaba como algo muy Jungkook.
—Uhm... siempre fue algo atrevido. Me propuso matrimonio cuando apenas tenía cinco, se comportaba así desde pequeñito.
—Te recuerdo que aceptaste esa propuesta de matrimonio.
Taehyung rodó los ojos.
—Apenas tenía nueve años, no podía decirle que no a la cara que hacía cuando realmente quiere algo. Creo que aún no logro hacerlo del todo, lo adoro como un hermanito.
Jimin se acercó para arrebatarle los trabajos que estaba evaluando, llamando la atención de un par de maestros que también estaban en el salón. Taehyung se esforzó por hacerle una mueca para que fuera más discreto.
—Está caliente. ¿No te inmutas por eso?
Discretas sus pantuflas.
Taehyung se sonrojó como una esfera de navidad, apresurándose en mirar a los otros maestros —mucho más mayores y, por ende, más juzgones— para asegurarse de que no le estaban mirando. ¡Jungkook era su estudiante, por amor a la Diosa Luna!
No importaba que el tiempo y la genética le hubiera dado el cuerpo fuerte de un alfa, mucho menos que su rostro suavecito quedara atrás para darle paso a un rostro apuesto. No, no, no.
— ¿Qué estás diciendo? ¿Justo aquí? —Taehyung intentó guardar la calma, jalando la mano de Jimin para que se sentara a su lado—. Me van a despedir, no puedes preguntar algo como eso.
— ¡Tengo curiosidad!
—Y yo una reputación que debo cuidar. —Jimin iba a decir algo otra vez, pero Taehyung contestó antes de que otra cosa loca saliera de su boca—. Deja de meter en mi cabeza ideas que podrían arruinar nuestra relación. Conozco a Jungkook desde antes que aprendiera a abrocharse los zapatos, es como un hermanito para mí y estoy seguro de que él me ve como un hermano mayor.
—No tiene caso discutir contigo.
—No, y te recomiendo que dejes de mirar a los estudiantes con esos ojos.
Jimin le gruñó por lo bajo.
—Entonces no lo vas a tomar, pero tampoco vas a dejar que alguien más lo tome.
—No tú. Jungkook necesita un buen omega que pueda llenar los estándares de su familia, y mucho más importante, que le haga feliz.
Taehyung comprendió que no le creyó nada por la cara que Jimin puso. No le importó seguir discutiendo, en su lugar recuperó sus trabajos sin revisar y trató de entender la letra ilegible de uno de sus estudiantes. Uh.
—Si sigues así te va a explotar en la cara.
— ¿Qué me va a explotar en la cara?
—Lo que estás reprimiendo.
Taehyung le frunció el ceño, el omega en su interior se removió inquieto al sentirse al descubierto, pero algo... aliviado.
No, no, no.
Iba a abrir la boca para negar una vez más, pero el sonido de su alarma le detuvo. El fondo de pantalla se iluminó, era la fotografía que Jungkook tomó hacia algunas semanas en un café que decidieron visitar. Era una foto demasiado linda. Taehyung se había encogido en el cuerpo del alfa mientras levantaba orgullosamente su limonada rosa, Jungkook lo abrazó por la espalda baja y sonrió un poco hacia la cámara.
Cierto. No podía dejar que las tonterías de Jimin se metieran en su cabeza, él ya tenía un lazo con Jungkook, un lazo que no debía ser interrumpido por cosas tan burdas como un supuesto romance.
¿Alfa y omega? Ellos eran más que eso, eran familia. No se dejaría llevar por las habladurías de los demás, aquellas que decían que su amistad no era más que el disfraz para un sentimiento profundo que compartían y se negaban a declarar en voz alta.
Taehyung metió todas sus cosas en su bolso de cuero, levantándose para marcharse.
—Deja todo hasta ahí, no uses tu tiempo para pensar en Jungkook y yo. —Taehyung lo acusó con un puchero caprichoso—. Mucho menos digas cosas como esas delante de él. Ahora me voy, le dije que lo llevaría a casa.
—Uy.
—Nada de uy. Te veré mañana.
Taehyung se apresuró en marcharse del salón de maestros y dirigirse hacia el estacionamiento. La figura del alfa frente a su auto le hizo cosquillear por dentro, su corazón se sintió cálido.
Tragó duramente en un intento de recordar las palabras que le dijo a Jimin momentos atrás, Jungkook solo era un hermano pequeño para él, casi familia. No pensaba en él como un alfa.
¿Verdad?
Oh.
Si tan solo su lado racional siguiera el camino recto, si tan solo fuera más fuerte y pudiera seguir su propia filosofía de vida: no arruinar, no entrometer y no luchar, todo sería más sencillo.
Pero no.
Taehyung sabía —infiernos, lo sabía— que no importaba cuantos años pasaran su lobo seguiría clamando una sola cosa: el alfa que escogió.
Un escalofrío de horror escaló por su espalda. Taehyung deseó recuperar el valor que tenía al dedicarse a negar lo evidente.
Cuando era pequeño las confesiones y propuestas de Jungkook le daban gracia, pero fue un momento en el verano de su cumpleaños numero de dieciocho que todo se derrumbó, justo al presentarse como un omega. No le sorprendió, era algo que supuso de antemano, así como sabía que llegado el momento Jungkook se presentaría como un alfa.
Él pensó que nada cambiaría, ambos se conocían desde niños y algo tan burdo como una clasificación no les perturbaría.
Se equivocó.
Las acciones de Jungkook que antes consideraba como tonterías ya no pudo tacharlas como tal. Su coqueteo torpe, los pequeños regalitos y la forma en que le sostenía cerca hicieron a su cabeza girar.
Los instintos que creyó controlar se desparramaron al llegar su celo. Apenas recordaba recibir a Jungkook durante la tarde para ver alguna serie que su menor insistió que debía ver, pero su mente ya estaba hecha un lío. Más temprano que tarde se mareó, su cuerpo reaccionó diferente ante el mero aire y el suave, casi inexistente, aroma de madera de cedro y lirio hizo cosquillas en su nariz.
Jungkook lo miró con preocupación, acercándose para sostenerlo por las muñecas y provocando que toda su piel se erizara. Lo demás fue un borrón, recordaba que le ayudó a llegar a su habitación y durante el resto de su primer celo se la pasó encerrado, recibiendo la visita habitual de su madre para deslizar bandejas de comida, botellas de agua y medicamentos junto a su puerta.
Al recuperar la conciencia sintió que quería morir.
Jungkook era tan solo un chico de catorce lejos de su presentación y no debía poseer un aroma como tal, pero Taehyung si podía sentirlo. Todos sus instintos reconocieron a su adorado chico de ojos brillantes como alfa.
Taehyung se derrumbó. Era una locura, Jungkook era como su familia, menor que él, se suponía que Taehyung gastaría el resto de sus vidas cuidándolo desde su lugar.
Se sintió sucio, inmoral e incorrecto. Tembló y vomitó por ello.
Durante los siguientes años hizo lo que pudo para mentirse a sí mismo, creer que el paso del tiempo silenciaría a su lobo y que tarde o temprano cambiaría de parecer por su propio bien.
En algún punto después que Jungkook se presentara como un alfa decidió que no podía seguir esperando, así que cometió un error.
Salió con un alfa en un desesperado intento por amortiguar a su lobo. Jungkook apenas estaba entrando a la universidad y tenía todo un camino por delante, en algún momento esa mirada de adoración pertenecería a otro omega y Taehyung no estaba dispuesto a esperar a que eso sucediera. Necesitaba detener las fantasías, pero se equivocó al escoger.
Su primer alfa fue un desastre, aplastó su orgullo y le hizo sentir que nada de lo que quisiera importaba. Su lobo lloró cada día porque no dejaba de comparar cada acto ruin de ese alfa con Jungkook.
Su Jungkook jamás le trataría de esa manera, él siempre se preocupó incluso si no decía nada, le hacía sentir que valía mucho más que algo, le hacía sentir valioso.
Pero no era correcto. Había una diferencia de edad significativa ahí, una historia donde Taehyung se proclamó a sí mismo como protector del niño que creció en una familia rota que no conseguía darle la paz que necesitaba.
Para su desgracia —o fortuna, aún con el paso de los años no entendía si fue para mejor o peor— el final de ese trágico episodio de su vida llegó más temprano que tarde.
Pensó que era fuerte para soportar un alfa ruin, pero no lo fue para ver a Jungkook darle su atención a alguien más.
Todo control se perdió una tarde que miró por más de la cuenta hacia la casa de enfrente, la casa de Jungkook solo para verlo un poquito. Le vio salir acompañado de una omega joven y bonita que se arrojó a los brazos de su alfa para reposar ahí en una despedida demasiado larga. No la escuchó, pero la vio reír alto y campante como si estuviera regodeándose a costas de Taehyung, reclamando al alfa que quería para ella.
Lo hizo sentir destrozado el resto de la tarde y al encontrarse con el alfa que escogió como un escape no pudo hacer más que hablarle con lengua mordaz, soltando todas y cada una de las cosas que le molestaban de él para después huir, intentando ahogar el deseo de ver a Jungkook.
El presente lo trajo devuelta con una brisa fría.
Su cuerpo tembló, por ese instante deseó girar sobre sus talones y regresar a la universidad con una excusa barata, pero Jungkook pareció sentirlo y regresó hacia el con una sonrisa brillante, esa que le hacía apretar los labios para no sonreír bobamente de vuelta.
—Hey, Taehyung. —Jungkook se acercó y robó su bolso para llevarlo por él—. Te tardaste mucho.
—Perdón.
—Nop. No hay perdón, tendrás que comprarme algo por hacerme esperar. —Jungkook abrió la puerta para él, aunque usó esa tonta voz que hacía cuando fingía estar enfadado—. Espero que sea algo bonito.
—Eres un malcriado.
Taehyung le mostró la punta de la lengua en un intento de seguir la broma, pero su corazón se aplastó al verlo reír.
¿Cuánto más tiempo podría seguir con esa farsa?
Taehyung apretó con más fuerza de la necesaria el volante de su auto.
"Déjame mentirme a mí mismo." Rogó, no sabía si a Jungkook o a sí mismo. "Por favor, hazme mentir."
Hey (?)
Es mi primera vez por estos lados. No permito adaptaciones en mis fics, pero me preguntaron por una adaptación para BTS y la verdad prefería hacerlo yo para mi shipp favorita, además cuando escribía esto me debatí en subirlo como KookV también, fue un ganar-ganar.
Espero que esto resulte porque me pican los dedos para escribir de ellos.
Y eso, saluditos.
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