〈1〉
-Mami, ¿A dónde vamos?- Preguntó de la nada el pequeño pelinegro de ojos razgados, de solo 8 años de edad, a una joven alta y de cabellos ondulados color chocolate, llamada Tzuyu. Ambos iban caminando a paso tranquilo por la vereda de su pequeño vecindario, con las manos unidas y hablando sobre temas al azár, cada quien con una pequeña maleta en mano.
-Nos quedaremos en casa de la abuela unos días ¡¿No estas emocionado?!- Dijo con una cálida sonrisa y dando un leve brinco, así intentando ponerle entusiasmo. El menor asintió con una sonrisa parecida, esperando ocultar el hecho de que ultimamente la veía muy agotada e incluso apagada. No quería mencionar las veces donde encontraba mechones de cabello tirados en el bote de basura,"¿Mami estará enferma?" Se preguntaba frecuentemente para sus adentros.
A pesar de ser un niño pequeño aún, solía ser bastante observador y su curiosidad muchas veces lo había llevado a cometer algunas travesuras, aunque su madre siempre terminaba perdonandolo con facilidad con solo darle una sonrisa de blancos dientes. Quería preguntar, pero a lo mejor ella tampoco querría hablar de eso ya que "Eran cosas de adultos".
Luego de unos pasos más se vieron frente a una gran casa hecha de madera de roble, se veía bastante antigua y acogedora, el patio estaba decorado con un cesped bien cuidado y acompañado de varios rosales de muchos colores. Por lo alto se veía una chimenea de ladrillos oscuros, que a pesar de no ser un día frio, expulsaba desde su interior un oscuro humo que acababa perdiendose entre las altas nubes del cielo.
-¡Bienvenidos!- Saludó una mujer algo bajita y canosa desde el interior de la vivienda -Hija, cariño, y tu debes ser Jeongin, ¿Verdad? ¡Mira cuanto has crecido!- Exclamaba mientras se les acercaba con una gran sonrisa, terminando por amasar las mejillas de ambos -Pasen, vamos- Les indicó.
Al adentrarse lo primero que pudieron notar era la inmensidad de cuadros que se encontraban colgados en las paredes, los cuales tanto madre e hijo sabían que al preguntar, cada uno de estos tendría una historia detrás. Jeongin amaba visitar la casa de la abuela, aunque la razón sea totalmente básica como recibír un constante amor y muchos abrazos, se sentía muy feliz con eso.
De pronto una fugura extraña se les presentó, al final del pasillo había un joven de largos cabellos marrónes, cuerpo bien proporcionado y labios rosados, ¿Quién era él? La abuela no les había mencionado de algún pariente y mucho menos con tal aspecto tan envidiable.
-¡Señora Yang, ya acabe- Sus palabras se atascaron en su garganta una vez sus orbes chocaron con los nuevos invitados -Discúlpeme- Dijo haciendo una leve reberencia -Usted es la hija de la señora Yang, ¿Verdad?- Tzuyu asintió con una sonrisa ladina, debía admitir que el muchacho a simple vista parecía ser alguien bastante agradable y respetuoso -¿Es su hijo?- Preguntó con ojos grandes.
-Así es- Afirmó, sobandole los cabellos al menor mientras la expresion del joven se iluminaba -Saluda, Jeonginnie-
-Mi nombre es Yang Jeongin y tengo 8 años, espero que nos llevemos bien- Respondió con una expresion seria, como si fuese un pequeño soldado, estirando su mano en señal de saludo hacía el mayor. Este con una sonrisa ladina se arrodillo, quedando así a su misma altura y estrechó la pequeña manita con gusto.
-Hwang Hyunjin, un placer tesoro- Mientras sus palmas rozaban, sus ojos no podían apartar la mirada el uno del otro, a Jeongin lo habían atrapado aquellos oscuros orbes y parpados razgados, con un pequeño lunar en el inferior derecho; a su vez, Hyunjin disfrutaba del suave tacto que le era proporcionado.
Pronto la pequeña escena terminó, siendo cortada por la madre del más pequeño, quien lo aparto para así ir a la cocina, donde ya se encontraba la abuela haciendo de comer. La expresión del pelilargo no pudo ser de mayor diversión al ver como las mejillas del menor se habían tintado de un lindo color coral.
Las fuertes voces de madre e hija retumbaban desde hace media hora por toda la casa, Jeongin, quien había intentado dormir desde esa misma cantidad de tiempo, con el pobre el intento de cubir su cabeza con una almohada, forrada con dibujos de pequeños tigres animados. Los ruidos fuertes era algo que lo hacían poner muy sensible, incluso ya sentía las ganas de llorar.
Actualmente eran casi dos meses que llevaba quedandose en casa de su abuela, teniendo una ligera idea de la razón. El último día que vio a su padre, junto a su madre estos dos habían tenido una bastante fuerte discusión que llegó hasta sus oidos.
"Te van a abandonar, no eres más que una molestía para ellos" Le repetía una voz en el fondo de su cabeza.
Unos toques en la puerta se hicieron presentes, logrando sacarlo de aquellos malos pensamientos que a veces su mente le hacía recordar, dejando a la vista a un Hyunjin en pijama y con una mueca, tal parecía que a él tambien le afectaban los ruidos fuertes, o al menos Jeongin lo tomaba así. Cerró la puerta tras sí, logrando acallar un poco las voces del primer piso.
-¿Necesitas compañía, tesoro?- Le preguntó, tomando asiento en el borde de la cama y con delicadeza quitando algunos mechones de cabello que se encontraban pegados a su frente, logrando así notar que sus ojos estaban rojos y llorosos -Bebé, ¿Por qué lloras? La abuela y mami ahora tienen opiniones distintas y alzan un poco la voz, pero ellas se quien mucho, mucho, ¿Lo sabes?- Intentó animar.
-¿Mami y papi me van a abandonar?- Murmuró, haciendo que el corazón de Hyunjin se oprimiera un poco dentro de su pecho.
Hyunjin era mayor que Jeongin por una notable diferencia de 12 años, le faltaba poco para poder cumplir la mayoría de edad en Corea, pero eso no limitaba a que no pudiese comprender lo que este sentía.
Había tenido, a diferencia del menor, una infancia bastante ordinaria dentro de todo, había finalizado la escuela con notas pasables y apenas esto ocurrio decidio independizarse, yendo a vivir con la señora Yang mas especificamente. En sus días se escolaridad, solía pasar frecuentemente por frente a la vivienda y al regresar de sus clases siempre se quedaba un poco más de tiempo para ayudarla en cualquier tarea que tuviese pendiente. No había ningun tipo de relacion entre Hyunjin y la abuela de Jeongin, pero al escuchar repetidas veces la infinidad historias que la mayor tenía que decir sobre su familia, sin darse cuenta, se sentía especial. Le gustaba hacer feliz a la pobrecilla anciana que vivia sola y alejada de cualquier pariente.
Fue en una de esas tantas veces que conocidó que la señora tenía una hija, llamada Yang Tzuyu, quien debido a que había quedado embarazada con tan solo 17 años, decidió huir de casa para evitar ser una carga para su madre. No fue hasta luego de dos años después, cuando el pequeño Jeongin tenía dos años, que apareció nuevamente y totalmente arrepentida de sus acciones, claro que al ser la única hija que tenía, nunca le guardó reencor y termino acogiendole como la primera vez.
También solía hablar de como era el hombre con el que la joven se había casado, Wang Richards, el cual provenía de una familia bastante adinerada y poseedora de muchas edificaciones a nivel pais y sus alrededores, pero eso no era lo que le preocupaba a la mayor, sino la personalidad peculiar que este tenía. Era firme y serio, incluso un tanto agresivo a veces, tenía miedo de que en un futuro pudiese dañar al pequeño, era por eso que de vez en cuando le pedia pasar algunos días con ella sabiendo que nunca se le era negado. En su cabeza solía decirse a si misma que, al menos así, lograría alejarlo un poco de aquella realidad.
Al parecer no la visitaban ya hace 5 años.
-¿Por que dices eso? - Jeongin se sentó en su cama, con delicadeza mientras que con una de sus pequeñas manos frotaba su ojo.
-Antes de que vinieramos, papá siempre decía que yo era un error- Murmuró entre sollozos -Peleaba con mami porque se casaron por mi culpa y que debieron deshacerse de mi hace tiempo- Hyunjin optó por abrazar el pequeño cuerpo del menor, sujetandolo y haciendolo sentar en sus propias piernas, simplemente dejando que llore en su hombro mientras le daba palmaditas en la espalda.
No sabía que decirle, intentar explicarle la realidad de las cosas no era tarea fácil, incluso si ya tenía 8 años, ¿Como le explicaba los actos de sus progenitores? Ellos probablemente habían tenido un descuido cuando jovenes y se lamentaban en lo haber sido precavidos, pero no era razón para echarle la culpa a un niño pequeño como Jeongin. Entonces solo se limitó a dejar que se aferrara y no descargara sus lagrimas en soledad.
Al cabo de unos minutos, los cuales no fueron incomodos en lo absoluto, se calmó, limitandose a disfrutar de la calidez que el pecho del mayor le proporcionaba y haciendo dibujos imaginarios con sus dedos en la piel de su brazo.
-Hyun...-Dijo en un susurro con la voz un poco entre cortada, sin separarse considerablemente, pero lo suficiente para que Hyunjin pudiera admirar sus mejillas y ojos tintados de un color rosado -¿Puedo llamarte Jinnie? La abuela siempre lo hace y...-Se detuvo, como pensando sus palabras-...Es lindo-
-Aw, claro que puedes, tesoro- Sonrió en grande, mostrando su blanca dentadura y haciendo que sus razgados ojos se vieran como dos media lunas. Con sus grandes manos solo atinó a acuñar sus mejillas de una manera juguetona, haciendo así un roce de narices que logró sacarle una risita a Jeongin -¿Listo para dormir?- Preguntó, las voces ya se habían calmado en la planta baja, entonces ahora sería más facil conciliar el sueño.
Jeongin asintió con inocencia, bajando del regazo del mayor y acostandose como antes estaba, solo que sin la almohada tapando su cabeza. Hyunjin así se dio el tiempo de admirarlo con una tierna sonrisa, cada cosa que hacía tenía una delicadeza única, con su pequeño pijama color celeste y una piel pálida que constrastaba totalmente, el pequeño parecía tal como un angelito de azabaches cabellos.
Una vez ya acostando y arropado como era debido, ambos pares de ojos brillaban ante el otro. Claramente no eran nada, pero podían sentir una clase de conexion entre sus dos personalidades. Jeongin en sus adentros solo podía pensar si la diferencia de edad haría que esa "conexion" tuviese diferentes significados.
El mayor dejó un tierno beso en su frente blanquesina, haciendo que sonriera, hace tanto tiempo parecía que sus padres no lo arropaban con cariño, había veces incluso que solo lo mandaban a dormir sin siquiera decir "Buenas noches" y Hyunjin parecía haberlo notado.
-Gracias por estar conmigo- Le susurró antes de que se terminara de alejar, logrando que detuviera sus movimientos y le dedicara una linda sonrisa de ojos ilusionados y brillantes. Aunque lo que menos esperaba era que el menor se acercaría más y plantaría un inocente beso en la mejilla de este.
Luego de unos minutos Hyunjin ya se encontraba afuera de la habitación caminando hacía la propia, una sonrisa se apoderaba de sus labios y un sentimiento extraño crecía en su pecho, era curioso como al poco tiempo de conocer al pequeño, se comenzó a sentir así con cada acto que este le daba. Llegó hasta el baño, cerrando la puerta tras sí y apoyando sus palmas a los costados del lavatorio, recargando su peso al frente y así mirando su reflejo en el espejo de tamaño mediano.
Sus ojos brillantes, su cabello semidespeinado y crecido, acompañado de su piel ligeramente bronceada y con un color rosado en sus mejillas. Mordió así sus labios con fuerza, haciendo que estos se tornen de un color rojo fuerte, había algo más en ese sentimiento que comenzaba a crecer en su interior.
¿Qué podía ser?
-Estas enfermo Hwang Hyunjin- Recordó las palabras de su padre hace ya tanto tiempo, cuando apenas tenía la misma edad que Jeongin, logrando que su expresión cayera y ahora se sintiera un poco culpable. Aunque la razón en ese tiempo haya sido un tanto extraña, ya que lo había atrapado ojeando una de las revistas de chicos adolescentes que le pertenecía a una de sus amigas, la sensación...¿Era diferente?
(Actualizaciones lentas)
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