01: Un dulce susurro
Salió de la oficina de aquel hombre, teniendo su típica expresión seria. Frente a él, se encontraba aquella chica de cabellos anaranjados con una bonita sonrisa en su rostro.
─¿Te acompaño? ─Preguntó la joven, ya qué su padre le había dicho que lo lleve devuelta a su habitación.
El albino sólo asintio y ambos comenzaron a caminar en silencio, hasta qué la de cabellos cortos decidió hablar para romper el hielo.
─¿Ya visitó algun lugar de la zona? Tenemos muchos. ─Preguntó la chica tratando de ser amistosa.
─No realmente. ─Respondió Norman, relajado. ─Apenas he llegado hoy y mi trabajo es investigar las muertes extrañas qué estuvieron sucediendo por aquí.
─Ya veo. ─Dijo la contraria.
Entre tanto caminar, finalmente, llegaron a aquella habitación.
─Por cierto. ─La joven lo detuvo antes de qué cerrará la puerta. ─Mi nombre es Emma. ─Dijo está con una sonrisa, para luego irse de allí.
Norman cerró la puerta, para luego irse a dar una ducha y cambiarse. De un momento a otro, noto que su teléfono comenzaba a sonar.
─Hola Ray. ─Atendió el de ojos azules, tranquilo.
─¡Hasta qué por fin decides atender de una vez! ─Se quejó el azabache desde la otra línea.
─Lo siento, estaba ocupado.
─¿Ya llegaste al hotel? ─Preguntó el de cabellos negros.
─Si, está bastante bien a decir verdad, aunque no estaré por mucho tiempo, ya qué, tengo qué investigar todos los homicidios ocurridos. ─Suspiró el albino. ─En fin, ¿Como se encuentran tú y Jemina?
─Todo normal, ella aún sigue esperando a qué su mamá regresé como de costumbre. ─Respondió Ray con un tono algo triste.
Jemina era la hija adoptiva de Ray y su esposa Ayshe, sin embargo, está fue asesinada hace un año y medio. Aún así, la pequeña cree qué su madre iba a volver.
─Aún es pequeña. ─Dijo Norman, quien solto un suspiro. ─Te prometo qué encontraré al asesino, Ray.
─Ojala.. quiero qué ese hijo de perra se pudra en el infierno.
─Lo tendré, Ray, te lo juro.
( . . . )
Norman se encontraba revisando los archivos de un crimen qué había sido cometido hace siete años, un asesinato qué no ocurrió en aquel pueblo y qué el albino conocía muy bien.
Porque él había sido un testigo y posible víctima de aquel homicidio.
Miraba las fotos de las víctimas con una expresión vacía y triste, a decir verdad, él creía qué merecía estar ahí también, pero, se salvó gracias a qué tuvo qué salir para buscar algo junto con otra persona qué se encontraba allí.
Pasaron siete años y nadie pudo encontrar al asesino, nisiquiera él, lo cual era algo qué le vivía comiendo la cabeza por varios años.
Pasaron unas horas, todo iba tranquilo hasta qué tocaron la puerta y Norman tuvo qué ir a abrir, al parecer, era el servicio de limpieza. Estos eran un chico pelirrojo y una chica rubia.
─Debe desocupar la habitación por unos momentos, señor. ─Dijo el pelirrojo, quien se veía cansado de tanto trabajo y, aún así, su apariencia se veía impecable.
─De acuerdo. ─Dijo este para luego ir a guardar los archivos en un lugar seguro y salir de la habitación.
─Muchas gracias. ─Agradeció la chica rubia, con un tono amable y una leve sonrisa en su rostro. Luego de eso, está cerró la puerta.
─¡Hola! ─Emma apareció detrás de él, con una alegre sonrisa en su rostro.
El chico la saludo igualmente, pensativo sobre qué podía hacer para matar el tiempo, ya qué comenzaba a trabajar mañana.
─¿Cómo te encuentras? ¿El hotel te está gustando? ─Le preguntó la de cabellos cortos, curiosa.
La pelinaranja adoraba charlar con los recidentes en el hotel y también con los qué se encargaban de la limpieza. Quería ser amistosa y el albino no era la exepcion.
─Si, está bastante bien. ─Respondió el oji-azul tranquilo pero un poco incómodo. ─¿Sabes donde hay alguna cafetería cerca?
─¡Si! ─Respondió alegre. ─Aquí cerca hay una cafetería llamada Grand Valley, todo allí es delicioso.
─De acuerdo, gracias. ─Agradeció Norman para luego darse media vuelta e irse.
─¡Hasta luego! ─Se despidió ella, con una alegre sonrisa.
( . . . )
Norman caminaba en dirección a dicha cafetería, mientras miraba de reojo el cielo nublado qué daba a entender que posiblemente lloverá.
Cuando llegó, entró escuchando una pequeña campanita, asimismo, terminó encontrándose con un lugar bastante agradable y tranquilo.
Pidió su orden y se sentó en una de las mesas ─qué estaba junto a una pequeña ventana─ para luego esperar su orden. Este día al parecer no había mucha gente en la cafetería.
Miraba por la ventana el paisaje, el cual le parecía algo lúgubre en esos momentos, pensativo sobre aquella chica de cabellos anaranjados.
Parece amable, ¿Será así todo el tiempo con los demás?
Fue una pequeña pregunta qué se le pasó por la cabeza, debido a qué tenía algo de curiosidad.
Finalmente, su orden llegó ─la cual constaba de una taza de café y un pequeño pastel de vainilla.─ a lo qué él albino agradeció al joven qué se lo entregó y se dispuso a beber su café.
─Sabe bien. ─Pensó Norman, al probarlo por primera vez.
De un momento a otro, sus ojos azules se dirigieron hacia la ventana, encontrándose con alguno qué otro pájaro qué se encontraba muerto.
Esto no le resultó extraño, sin embargo, tampoco le parecía bonita la escena.
La hora paso y el chico se terminó su café ─junto con el pastel─ dejo una propina y se marchó del lugar.
Llegó al hotel, algo cansado de tanto caminar, se dirigió a su habitación la cual estaba completamente limpia.
Se acercó a sus expedientes y decidió seguir revisando aquel caso qué tanto lo perturbaba durante años. No le deseaba a nadie haber visto lo qué él vio esa horrible noche.
Y sin darse cuenta, derramó alguna lágrimas sobre las hojas tratando de evitar llorar.
─L-lo siento mucho, chicos. ─Fue lo qué murmuró Norman, con la voz quebrada.
Iba a encontrar a su asesino, tarde o temprano lo iba a hacer y lo haría pagar por todo lo qué hizo.
Por Barbara, Cislo, Vincent y Zazie, lo haría pagar por haberlos asesinado.
WRITTEN BY ALICE...
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