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𝓔𝓷 𝒆𝓵 𝓵𝓲𝓶𝓫𝓸 [𝟐/𝟐]

Sana miraba a Dahyun por unos segundos para no perder de vista al chico del enfrente. Este parecía muy seguro de que no perdería contra Sana en una pelea. Eso hizo enojar más a la japonesa quién se quitaba su abrigo para no ensuciarlo en dado caso de que quisiera armar una pelea. 

Llevaba una playera transparente que dejaba ver los tatuajes que tenía en las costillas que eran los únicos que tenía hasta el momento. Esté pareció reconocer el tatuaje más grande que Sana llevaba consigo y eso lo hizo retroceder. 

—Ya veo que no eres alguien normal—Rió el chico.

Dahyun observaba como ese chico miraba de manera morbosa a Sana. 

Esa persona retrocedió y se perdió entre la oscuridad de la noche, y entre los múltiples arboles que habían. Sana no perdía de vista esa dirección por si quisiera regresar y hacer algo por sorpresa, pero parecía que si se había retirado de manera fácil. 

—Ve al frente, yo estaré detrás de ti—Le susurro Sana a Dahyun. 

Dahyun asintió y continuo caminando hacía la dirección a la que se dirigía. Pasaron cinco minutos y continuaban de la misma forma. Ninguna de las dos decía nada, solo se miraban de reojo y suspiraban. 

Era una situación demasiado incomoda, porque estaban tan cerca pero a la vez tan lejos de si mismas y cada día se iban perdiendo más.

—¿Te arrepientes de haberme dejado entrar a tu vida?—Dijo Sana a sus espaldas. 

Nunca se arrepentiría de haberla dejando entrar, tampoco de todos los momentos que tuvieron y la espera de 4 años es algo que volvería hacer sin importar las veces que tuviera que repetirlo. 

—No, nunca podría arrepentirme de ello. Eres alguien especial en mi vida, la única forma de poder olvidarme de ti es que perdiera la memoria, pero eso solo pasa en las películas—Suspiro un poco Dahyun—Estuvimos destinadas todo el tiempo a encontrarnos. Ya sea de buena manera o mala, ninguna de las dos lo sabremos. Pero, lo agradezco, porque me diste fuerzas y me hiciste sentir amor por primera vez, gracias. Y perdón, de parte de mi padre quiero disculparme por lo que hizo.

Sana se quedo sorprendida por las palabras que salían de los labios de su ex novia Dahyun. Era como si sus manos temblaran o simplemente no se lo estaba imaginando y realmente estaba temblando. Por primera vez tenía miedo.

Siempre eres tu la que termina cuidando de mi. Eres tú la que me protege ¿Será que mi manera de protegerte es rompiendo tu corazón?—Volvió a decir Dahyun—¿Debo romperte el corazón para que esto te duela menos? 

Dahyun apretaba sus manos mientras caminaba y decía todas esas palabras que tenía guardada por dentro. Una parte de sus pensamientos la hacían sentir responsable por lo de su padre y otra simplemente le decía que debería olvidarlo, que no era su culpa.

—No tienes la culpa de acciones del pasado—Respondió Sana a sus palabras—Pero, entiende que es algo que me causo dolor y no puedo tomarlo a la ligera. Eres hija de el, llevas su sangre en todo tu cuerpo.

—Lo sé, el era mi padre y aunque me duela, yo lo amo. Lo siento, Sana—Dijo Dahyun intentando no llorar con sus propias palabras—En tu lugar habría hecho lo mismo, por eso quise facilitarte las cosas y empece a tontear con Eunwoo. Era muy obvio que sabía que nos estabas observando, pensé que de verme de esa manera eso te haría enojar—Dahyun se detuvo mirando a Sana entre lágrimas—Soy una tonta por querer a una persona que quiso hacerte daño. Mi madre me contó, esa fue la razón por la que se divorciaron y el se fue de casa.

Sana se acercó a Dahyun y le seco las lágrimas que caían de sus mejillas. No dejaba de mirarla, tampoco hacía algún gesto alguno en su rostro.

—No eres tonta, solo eres una niña que nunca dejara de querer a su padre. Es normal que lo quieras sin importar que. No debes sentirte mal por eso—Expresó Sana con sinceridad—No llores, princesa... 

—¿Puedes darme un abrazo?—Pregunto Dahyun mirando a los ojos de Sana.

—Claro que puedo darte uno, princesa—Respondió Sana.

Envolvió con ambos brazos el cuerpo de Dahyun. Para poder acurrucara entre sus brazos y que pudiera recostar su rostro en su cuello. Era la primera vez en todo el día en el que sentía verdadera felicidad y paz. 

Dahyun se aferraba a Sana sujetando con sus brazos su cadera para que no la soltara. Al menos quería disfrutarlo por varios minutos porque no sabía cuando esto se repetiría de nuevo. Tal vez nunca o tal vez pronto. El futuro era algo que no se podía controlar y siempre era incierto dependiendo de las decisiones que vayas tomando a lo largo de tu vida.

—Gracias—Susurro Dahyun.

Sana acariciaba su cabello de su ex novia. También la sujetaba de manera fuerte y la consolaba de una manera tierna. 

Estaban paradas debajo de un enorme poste de luz enfrente de un edificio que tenía una tienda de libros. 

—No quiero perder esto—Susurro Sana para si misma esperando que no lo escuchara Dahyun.

Dahyun se separo del abrazo, limpio un poco sus lágrimas y volteó a ver a Sana de nuevo. Bostezo porque no podía aguantar más el mantenerse despierta y con sus pies ya un poco adoloridos de tanto caminar.  Sana paro un taxi mientras esta esperaba sentada y subieron. Primero se subió Dahyun ya que le abrió la puerta para que entrara y luego ella. Dieron su dirección y miraban por la ventana. Recostó su rostro en los hombros de Sana. Se sentía tranquila, porque sabía que nadie le haría daño mientras estuviera a su lado. Era el lugar más seguro para ella y nunca cambiaría eso.

En todo el camino Sana no dejaba de mirarla de reojo porque el rostro de Dahyun dormido era arte para su vista. Era algo del que no se cansaría de ver. Su respiración se escuchaba tranquila y no parecía que se levantaría. No se equivocaba ya que al llegar a su departamento por muchos intentos que hizo solo logro despertarla un poco para acomodarla a su espalda para poder subirla y llevarla hasta la cama.

Ahí se encontraba llevando a Dahyun en su espalda entrando al edificio y buscando el elevador. Esta solo se aferraba más al cuerpo de la japonesa. Abrió la puerta, miró su alrededor y todo estaba limpio y acomodado. 

—Me siento en casa—Susurro Sana. 

—Aquí siempre será tu hogar—Respondió Dahyun entre sueños. 

—Mi hogar eres tú...

Sana la llevo a su habitación y la acomodo en la enorme cama. La recostó, la tapo y le acarició un poco sus cabellos. Le dio un pequeño beso en la frente y sonrió. 

—Yo tampoco me arrepiento de dejarte entrar en mi vida. Eres lo más preciado que tengo en la vida—Dijo Sana para salir por aquella puerta que solía ser su hogar.

El dejar dormida a Dahyun en la cama en la que solían conciliar el sueño cada día, era aún un poco frustrante por no poder adentrarse y sujetarla con sus manos, siendo una manera de hacerla sentir protegida. 

Al menos, tuvo un poco de tiempo de caminar junto a ella aunque sea una hora o dos. Aún recordaba las palabras que Dahyun le confeso referente a Eunwoo y en como esta ya sabía la verdad de todo. Eso la hacía sentir avergonzada y no tenía porque estarlo.

No llevo su motocicleta por lo que se tendría que ir en taxi para llegar a casa de Minjoo y poder descansar al menos unas cuantas horas. No tardaba mucho y darían las 6 de la mañana. Era un poco complicado conseguir transporte y eso la estampa haciendo sentir irritada. 

Luego de unos minutos un carro se paro enfrente de Sana. Se abrió la ventana y era Minjoo quién estaba dentro con un cigarrillo entre sus manos y una cerveza.

—Sabía que estarías aquí. Llevó esperando aquí unos 20 minutos—Dijo luego de sacar un poco del humo del cigarrillo de su boca.

—¿Porque viniste hasta acá?—Pregunto Sana.

—Dejaste tu motocicleta en el club. Le pedí a un amigo que lo llevará a casa y luego vine hasta aquí—Dijo Minjoo suspirando un poco mientras rascaba un poco su cabeza—Luego de ver como esa niña estúpida se fue, supuse que no dejarías que anduviera sola en las oscuras calles de seúl y no me equivoque.

Sana se abrió la puerta del vehículo sin contestarle. Tampoco le dirigía la palabra en todo el camino, porque su cabeza dolía y lo único que quería era cerrar los ojos para descansar un poco. Recostó su cabeza en la silla del vehículo, puso un poco de música para calmar sus ansias y se mantenía con la mente en blanco. Así permaneció hasta que llegaron al hogar de la chica alta.

Afuera de la casa de Minjoo estaba una persona completamente vestida de negro parada en frente alado de una motocicleta que claramente no era la de Sana. Al abrir los ojos, lo primero que noto es que era la figura de una mujer, pero al tener una sudadera que cubría su rostro no lograba ver del todo bien su rostro. Se bajo con cuidado, no dejaba de observar el alrededor para asegurarse de que no hubieran más personas y estuvieran en peligro. 

—¡Sana, cuanto tiempo!—Dijo esa mujer que aún mantenía oculto su rostro—Pensé que no llegarían y empezaba a aburrirme...

—¿Quien eres? ¿Que buscas de mi?—Respondió seria Sana quién permanecía en alerta siguiendo cada movimiento que hiciera la persona al frente de ella.

Escucho una risa y enseguida se destapo dejando ver su rostro. Sana quedo perpleja por reconocer de inmediato de quién se trataba. 

—¿No me recuerdas?—Rió la chica—Yo soy la niña a la que quemaste con cera por diversión

—Claro que te recuerdo. Eras la niña arrogante que se creía superior a todos... por algo te expulsaron de ahí. 

Volvió a reír la chica de una manera aterradora que parecía sacada de una película de terror. 

—No vengo a pelear, solo vengo a darte un mensaje de Irene y entregarte algo—La mujer saco un sobre para entregárselo a Sana— Cuida muy bien a la chica de piel pálida...

Sana sostenía el sobre que parecía contener no solo un pedazo de papel si no fotografías y un USB que debería contener algo importante. Lo que más le sorprendía era que Bae se lo envió ¿Con que propósito? Se preguntaba también si tendría algo que ver con los mensajes que recibía algunas veces. 

Entraron a la casa. El sol empezaba a salir y Sana no podía conciliar el sueño por todas las preguntas que estaban en su mente, pero tampoco tenía el valor de abrir aquel sobre encima de la mesa. Tampoco podía olvidar esas palabras ''Cuida muy bien a la chica de piel pálida'' . Si esto era referente a los mensajes, entonces esas personas tenían planeado hacerle hago a Dahyun.

—¿No abrirás el sobre?—Preguntó Minjoo curiosa. 

Sana negó con la cabeza.

—Siento que no es tiempo de hacerlo. Fue una noche larga y necesito descansar un poco—Dijo Sana un poco exaltada.

—Tienes razón. Debes descansar, porque siento que partir de aquí no tendrás días tranquilos—Susurro Minjoo para luego irse a dormir a su habitación.

No podía dormir, cada vez que cerraba los ojos veía la silueta de Dahyun bailando con cualquier persona que no fuera ella. En vez de que fuera un sueño, se estaba volviendo una pesadilla completamente oscura a sus ojos e imaginación. Ya no solo se trataba de unos simples mensajes que le llegaban ahora el involucrar a Dahyun en problemas ajenos a su entorno, era lo que más odiaba de su antigua vida y era algo que no podría cambiar. 

Tenía que buscar una manera de que no corriera peligro, tanto ella como su madre. Pero, primero tendría que buscar al autor de todo. Primero daría con su primer problema y luego iría con el siguiente. Una ola de misterios y verdades estaban por salir a la luz con la intención de ahogar a todo aquel que se pusiera en el camino.

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