ℛ𝒆𝒆𝓷𝓬𝓾𝒆𝓷𝓽𝓻𝓸
La primavera era una época del año muy estremecedora y relajante. Era esa época del año en dónde podías ir de pícnic con tus amigos, andar en bicicleta u otras actividades a tiempo libre. Lo mejor de todo es que el día más esperado de su vida llego... era como si en un abrir de ojos todo hubiera sucedido como si hubieran sido cuestión de minutos.
Hoy era el día de su graduación, todo parecía ir bien a excepción de que nadie iría a verla. Todos estarían con sus padres. No se deprimía era algo de esperarse cuándo estas a miles de kilómetros de tu familia, amigos y en esta caso hasta de Sana. Se despertó un poco tarde, no tenía más clases y hoy solo tenía que ir a recoger sus papeles. Tendrían una pequeña fiesta de despedida, pero no tenía ánimos de ir. Lo único que pasaba por su cabeza era que pronto volvería a corea.
Revisó su celular y desde la semana pasada no recibía ningún mensaje de Sana. Lo último que hablaron fueron sobre que debería emborracharse, le parecía gracioso que le estuviera diciendo esas cosas cuándo Sana era demasiado celosa. No entendía la razón por la que dejo de mandarle mensajes, le pregunto varias veces a sus amigas la razón pero nunca supieron contestarle o simplemente le evadían las preguntas.
Le llego un mensaje de una de sus amigas de la facultad, tenían que verse en una hora en el salón de belleza en dónde se irían arreglar el cabello para la entrega de sus documentos. Desayuno un poco, unos waffles con café y un poco de fruta. De ahí en fuera se metió a bañar, se tomo su tiempo y cuándo salió usaba su vestimenta normal. Nunca cambiaba su estilo ni sus hábitos por nadie y no lo haría.
Al menos eso creía por el momento.
Salió de su casa, iría caminando por lo que se tomaba su tiempo. Salió un poco antes para que no llevará prisa y luego se desesperara. Tenía sus auriculares puestos, últimamente escuchaba música clásica y baladas.
—Hasta que por fin llegas—Se bufó su amiga de nombre Jessica.
—Llegué a tiempo exagerada—Se defendió Dahyun.
Se saludaron, estuvo ahí 4 años y no se acostumbró a que nadie le saludara de beso en la mejilla. Entraron para poder anunciarse para que estuvieran pendientes de su cita y no se las fueran a cancelar o sería muy difícil encontrar otro lugar por que todos parecían estar llenos.
Estaba muy relajada sentada en aquella silla reclinable que para su buena suerte era muy cómoda. Se ondularía un poco el cabello, aún mantenía su cabellera negra y lacia pero hoy quería algo diferente. Todos envidiaban su cabellera lacia pero no le gustaba tanto, de hecho lo odiaba.
Tardaron aproximadamente unas 4 horas, mientras les arreglaban las uñas, maquillaban por que la menor era pésima para maquillarse de esa manera. Aunque tuvo que pedir especial por que el maquillaje de aquí eran colores muy fuertes. Luego de que terminarán todo un taxi para ir a ponerse su vestido e irse a su universidad. Estaba nerviosa, aún con el vestido puesto no podía creer lo bonita que se veía. Se tomó una pequeña selfie y se la envió a Sana pero no recibió respuesta alguna.
Pidió otro taxi, ya se le estaba empezando a hacer tarde. Todos ya tenían puesto su toga y birrete, se preguntaba por que iban demasiado arreglados si se lo tendrían que poner y nadie vería su hermoso vestido que llevaba abajo. Veía a todas sus amigas llegando con sus familias. Una de ellas se acercó para saludarla, ya no se verían más por lo que la extrañaría.
—¿Nos tomamos una foto Kim? Ya sabes, no te volveremos a ver otra vez—Se rió su amiga de la facultad.
—Los extrañaré—Dijo sincera.
—Y nosotros a ti—Le sonrió la chica.
Hizo una señal para que todo su grupo de amigos fueran para tomarse la última foto. Dahyun no tenía pensado volver más, su tiempo aquí había término y lo dejó claro en su última reunión. Todos sonreían y se abrazaron, era un poco nostálgico. Miro a todos sonreír, pidió un poco de espacio para que fuera al baño antes de que la ceremonia empezará. La razón por la que fue al baño es por que sintió que unas lágrimas querían salir de sus pequeños ojos. Se miró en el enorme espejo y noto que su maquillaje no se arruinó ni un poco. Tomo un poco de aire para poder relajar su cuerpo y dejar de temblar. Cerró un poco los ojos mientras se perdía en sus pensamientos.
—Sabía que te verías muy hermosa hoy, no llegué a pensar que podría morir de solo verte, princesa—Dijo esa voz, esa voz dulce y carismática mientras rodeaba sus caderas.
—¡S-sana!—Abrió sus ojos mientras tartamudeaba.
Sana recostó su cabeza en su espalda sintió su piel. Estaba igual de suave como lo recordaba. Sentía la respiración en su piel, también escuchaba los latidos de su corazón.
—Princesa, no sabes cuánto te extrañe y ansiaba tenerte de nuevo—Decía intentando no quebrarse la japonesa.
—Yo también te extrañe—Susurro Dahyun.
Se tomaron cinco minutos en silencio total, solo se escuchaban sus respiraciones y alguna que otra persona de afuera. Sana se separó un poco mientras sacaba algo de su bolsillo y con mucho cuidado le coloco el collar que Dahyun le había regresado tiempo atrás.
—Dijiste que te lo diera la próxima vez que nos encontráramos—Le susurro en su oído.
Dahyun quedo sorprendida, sujeto aquel collar que ahora colgaba de su cuello. Se dio la media vuelta para quedar de frente a Sana y mirarla directamente a sus ojos quienes brillaban de una manera única al mirarla. También noto que llevaba la pulsera que le obsequio en Jeju, se sentía como en una película romántica con las escenas todas cliché que la volvían loca. Era como si en vez de todo el ruido viniendo de afuera sonará la canción de Ailee – I will go to you like the first snow y era como si hubiera sido escrita para ambas.
Sana bajo un poco su cabeza logrando que sus labios quedaran justo enfrente del otro. Con sus manos sujeto a Dahyun para que estuvieran a esa distancia, ambas se miraban y sus labios pedían a gritos que la besara. Los latidos de sus corazones se podían escuchar por todo el campus. La respiración de la japonesa era agitada a diferencia del de la menor que estaba tranquila, pero eso no quería decir que no estuviera nerviosa.
Dahyun rodeó el cuello de Sana y enredó sus dedos en su cabellera, se mordió los labios como una señal que sana logro entender a la perfección. Cerro esa distancia que las separaba, jugaba con sus labios inferiores mientras de una manera torpe Dahyun intentaba meter su lengua en la boca de Sana. Al no conseguirlo se sonrojo un poco pero Sana no tardo en repetir su acción y exploraba su boca con mucho cuidado. Todas esas sensaciones las extrañaba, el sentir sus manos aferrarse a su cuerpo.
Era su momento de volver a tenerse, nadie podía parar lo que estaban sintiendo. Dahyun jalaba un poco el cabello de Sana cada vez que el beso se intensificó, mordía con mucho cuidado los labios de su mayor y no le importaba la manera descarada en la que la estaban tocando. El aire faltaba, sana no quería parar, realmente se había puesto caliente. Luego de un tiempo sin tener sexo, era normal para cualquiera y más para una persona caliente como lo era ella.
—Cuánto extrañaba esto, no quiero que esto me vuelva a faltar en mi vida o la próxima vez no podre soportarlo—Le susurro sana en su oído— No sabes cuánto quiero tocarte ahora mismo.
—Tenemos tiempo para todo—Le sonrió Dahyun.
Estaban demasiado cerca que una de sus amigas entro a buscarla. Al mirarlas tan cerca hizo una expresión de asco, lo que hizo sentir incomoda a Dahyun quien terminó alejándose de Sana.
—Ya es momento de que vayamos a nuestros lugares—Le dijo su amiga.
—Entonces te veré después, iré a buscar lugar—Le sonrió Sana.
Iba a darle un pequeño beso pero la menor lo esquivo para dárselo en la mejilla, aquel acto hizo que Sana no entendiera qué estaba sucediendo. Cuándo la japonesa salió, Dahyunr recibía miradas acusadoras de su compañera.
—Tu amiga es muy extraña, se te pega demasiado y me pareció ver que te quería dar un beso en la boca ¿No?—Su amiga la estaba interrogando.
—Para nada, Sana es una buena amiga y a veces es un poco cariñosa pero eso es todo—Respondió nerviosa.
—¿Así son todas en corea? Pensé que no.
—¡No todos! Somos más reservados.
—Ya veo, de todos modos vamos o llegaremos tarde.
Se fueron a sus respectivos lugares, las personas aplaudían cada vez que subían. Sana se había sentado cerca, cada vez que la volteaba a ver le daba esas miraditas tiernas y cálidas. No tenía que mirarse a un espejo para saber cuántas veces la hizo sonrojar por aquellos gestos que nadie más que Sana podía hacer.
No sabía si su corazón se quería salir de su pecho al escuchar su nombre o por que descaradamente Sana le mando un beso que hizo mirar a todos. Subió con muchos nervios, todas la miraban pero no se fijaba en nadie más que en Sana sentada al frente sonriéndole. Hizo una reverencia como agradecimiento y también la felicitaron por ser la alumna más destacada de su generación.
Todos aplaudieron, al final de la ceremonia tendrían una pequeña fiesta pero la menor prefería no ir de todos modos. Camino a dónde Sana para que se pudieran ir a casa y descansar un poco.
—Dahyun—Gritó su amiga Jessica—¿No irás a la fiesta de despedida?
—No, quiero ir a descansar. Aparte iré a otro lado con Sana—La señalo—. Por cierto, te quiero presentar a Sana—Le hizo una señal para que viniera.
—Mucho gusto Amiga de Dahyun ¿No quieres venir a la fiesta? Te podríamos presentar chicos lindos, pero excepto a uno que quiere con esta pequeña traviesa.
Olvidó el pequeño detalle de que tal vez Sana no le entendería.
—No es de mi agrado, pero Dahyun puede ir si quiere. No es asunto mío.
Dahyun quedó sorprendida al darse cuenta que había entendido todo perfectamente.
Sana no quiso seguir hablando, su ceño se había fruncido y la plática le pareció tan estúpida. Más por el simple hecho que la llamo ''Amiga'' Ellas no eran amigas, no le había pedido volver formalmente pero sabía que no eran amigas y eso era muy claro. Lo único que pasó por su cabeza es que debería conseguir un hotel para poder descansar luego de tantas horas de viaje.
Estaba por llegar a la salida de la universidad cuándo sintió que alguien sujetó su mano. Era Dahyun quién había corrido para alcanzarla, tenía su frente ligeramente cubierta con sudor.
—Espera Sana—Jadeaba por el cansancio— ¿Por que te fuiste de esa manera?
—Para que pudieras ir a tu fiesta a despedirte el chico que quiere con la pequeña traviesa—Respondió con sarcasmo—. No deberías preocuparte por tu amiga.
—Sana, no empieces. Entiendo que te moleste pero aquí no ven muy bien este tipo de relaciones.
—Antes eso no te importaba, pero no te preocupes por mi—Iba a continuar caminando pero la detuvo de nuevo Dahyun.
Dahyun la jalaba para que fueran a tomar un taxi y fueran de regreso a su departamento en dónde podrían hablar mejor. No quería al principio pero luego de muchas caritas triste logro subirla para poder irse. No decía nada en todo el camino, solo se dedicaba a mirar las calles de su alrededor. No conocía la ciudad, llevaba puesto su abrigo y sus jeans vaqueros y botas. Nadie le podía quitar ese hábito y nadie lo haría nunca.
Cuándo llegaron observaba el pequeño departamento de Dahyun que estaba en un edificio pequeño, era un edificio familiar y era muy tranquilo. Entraron y pudo notar que no tenía cosas, solo una mesa, su cama y algunas cositas que compró durante 4 años pero no tenían valor alguno.
—Es muy bonito tu departamento. Tiene esa esencia hogareña—Por fin habló la japonesa.
—Eso lo dices por que estoy aquí—Se rió Dahyun—. Sana disculpa por lo de hace unos momentos. Ellas no saben que yo estoy contigo, no lo ven de buena manera y no quería que te ofendieran o algo parecido.
—Esta bien, no debí ponerme a la defensiva. Es solo que pensé que te avergonzabas de mí...—Dijo con disgusto sentándose en el pequeño sofá de Dahyun.
Cuándo observó que se fue a sentar, camino a pasos lentos para sentarse en su regazo quedando de frente. Sana no tardó en rodear sus caderas con sus manos mientras acariciaba parte de su espalda.
Sana acurruco su rostro en el pecho de Dahyun, pegó su oído cerca del corazón y escuchaba como latía, era música para sus oídos. Extrañaba tenerla, tenía demasiadas ganas pero no quería que este momento terminará. Era como si solo quisiera tenerla, sentirla y besarla para saber que todo estaría bien y que así se quedarían. Algunos rayos de sol entraban por su ventana que iluminaba la pequeña habitación.
—Te amo princesa—Le susurró Sana.
—Te amo mi pequeña japonesa celosa—Le susurro pero la abrazó más fuerte—. ¡Quedémonos un poco más así!
No necesitaban tener sexo, besarse o decirse lo mucho que se amaban para saber lo que sentían. Por el simple hecho de estar abrazadas y escuchar cómo sus corazones reaccionaba y como su piel se ponía chinita al tacto de ambas sabían que no mentían respecto a sus sentimientos.
Estaban enamoradas, solo faltaba saber si su amor podría con todo.
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