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Es el final.


Los cuerpos destruidos por una misma persona, un secreto que poco a poco se fue desencadenando para dar con la verdad y todas las mascaras se tiraron a un lado para dar a conocer la realidad. Esa chica no mentiría más, ese hombre no volvería a hacerles daño porque ahora no lo permitirían nunca más. 

Todos los días trascurrieron normal, no le llegó ni un solo mensaje de el y ni señales de Minjoo en ninguna parte. Investigo un poco la japonesa, pero el hogar que solía ser suyo ahora no lo era más, porque ahora se encontraba en venta.

Desde hace días pensaban en que deberían mudarse a otro edificio, porque ahora este tendría recuerdos amargos que no quería recordar cada día al despertar. Intento convencer a Dahyun pero esta se negaba porque pensaba que el departamento era algo especial por el simple hecho de ser ambas. 

Estaban recostadas en la enorme cama de su habitación, Sana era quién la abrazaba por detrás mientras recostaba su rostro en la espalda descubierta de Dahyun.

—¿Ya no te duele?—Susurro muy despacio la japonesa.

Dahyun se movió solo un poco para acomodar su rostro a la almohada.

—Solo un poco, pero estaré bien mientras tu también te encuentres bien, Sana—Dahyun sonrió para si misma al sentir la respiración de Sana en su espalda logrando que le diera un cosquilleó en todo el cuerpo—¡Me haces cosquillas!—Rió.

Sana se levanto y con ambas manos empezaron a tocar sus partes sensibles en los que no podría parar de tanto reír. Era muy sensible y la japonesa conocía cada parte de su cuerpo, y eso era un poco peligroso a veces.

—Sana, te dije que no...—Decía entre risas la más bajita.

—Necesitaba escuchar tu risa—Respondió sincera la japonesa.

Cerro los ojos y hundió más su rostro en esa suave almohada.

—Me gustaría estar todos los días de esta manera contigo—Su rostro estaba rojo luego de terminar de hablar y tuvo que ocultarse entre las almohadas.

Los brazos de Sana la abrazaron aún más fuerte pero evitando lastimarla, ya que aún en algunas zonas de su cuerpo le dolía ser tocada. 

—Debo irme a entrenar.

Sana se levanto de la cama, aun lado de ella estaba una maleta que contenía sus cosas de entrenamiento. Aun estaba un poco adolorida pero sentía que no debía perder el ritmo y que debía mantenerse fuerte, esa era su meta. 

Entro a la bañera y se recostó un poco para poder relajar sus músculos que estaban un poco tensos por todos esos pensamientos que la agobiaban. El agua contenía un poco de hielo, estaba muy fría pero no encontraba nada más relajado que el hielo en su baño. Cerro los ojos para dormitar unos minutos, rasco un poco su cabeza y acomodo sus manos a un costado de su pierna.

Dahyun entró sin tocar la puerta para observar a la japonesa darse un pequeño baño antes de salir para ir a entrenar. En su cabeza no entendía como luego de todas esas heridas se mantenía de pie e intentaba continuar mientras ella se encontraba echa mil pedazos. 

—¿Te preocupaba algo princesa?

Se sentó en el suelo recostando su espalda en la bañera. 

—¿Puedo ir contigo? Quiero decir, quiero entrenar contigo...

—No creo que sea buena idea, debes recuperarte primero para eso—Sana saco una de sus manos del agua y acarició con lentitud el cabello de Dahyun dejando unas pequeñas gotas sobre ella.

—Me siento muy bien, al igual que tu. Te lo demostrare—Dahyun sostuvo la mano de Sana que acariciaba su cabello—Quiero ser igual de fuerte que tú.

Esas ultimas palabras hicieron que el rostro de Sana quedará en un tonó carmesí al igual que un tomate totalmente sonrojada. 

—Entonces cámbiate y ven conmigo.

Esas eran las únicas palabras que quería escuchar salir de su boca. No respondió e inmediatamente fue directo a su closet para poder cambiarse adecuadamente para ir a entrenar. No tenía mucha ropa deportiva pero gracias a su antiguo instituto se vio obligada a comprar varios y ahora lo agradecía. Espero muy ansiosa en el sofá esperando a que Sana también estuviera lista para que se fueran. Cuándo escucho el sonido de las llaves parecía un cachorro emocionado que estaba esperando a su dueño para poder brincarle y que fuera acariciado. 

Escucho el sonido de las llaves, Sana le pidió su mano para guiarla a la puerta y se la cedió junto con una sonrisa. 

—Seré buena entrenadora para ti—Dijo Sana con una voz seductora y esa mirada en la que parecía querer comersela. 

—Se que lo serás—Le sonrió con sus mejillas sonrojadas de la propuesta. 

Se fueron en la motocicleta, en todo el camino Dahyun no dejo de sujetar su cintura recostando su mejilla en la espalda de la japonesa. Se acomodo para poder ver los alrededores y hoy en particular la ciudad parecía demasiado silenciosa comparada con otros días en los que el sonido de los autos no dejaban de escucharse ningún segundo.  En dónde entrenaba Sana no quedaba muy lejos, llegaron en poco tiempo y se estaciono al frente. Entraron sin hacer mucho ruido y con sus manos agarradas para ir a cambiarse y empezar.

—Si me sigues mirando de esa manera no podré concentrarme, Sana—Dijo bajito para que nadie más pudiera escucharlas ya que desde que se empezó a quitar la camisa la japonesa no dejaba de mirarla.

Sana rió y se acerco quedando a sus espalda desnuda de Dahyun. Con su dedo indice recorría su cuerpo manteniendo la calma y sintiendo como su cuerpo reaccionaba. Habían partes en dónde temblaba más que en otras.

—Tu cuerpo es muy perfecto—Dijo Sana alejándose de Dahyun—Empecemos—Sonrió. 

Primero la puso a dar vueltas por todo el lugar, Dahyun acepto de inmediato y comenzó a correr duro pero termino cansándose en la segunda vuelta. Tomó un montón de agua y aunque su cuerpo doliera no se rendiría porque también quería ser una persona fuerte.

Se sentó en el suelo y observaba a Sana golpear el saco de box. Lo que le pareció un poco curioso es que la expresión de la japonesa era sería y demandante como si en verdad estuviera golpeando a alguien por tal fuerza con la que daba cada golpe.

No pudo evitar reírse.

—Sana—Dijo despacio, pero Sana la ignoro completamente— Sana—Se levanto para tocar su espalda y llamar su atención. 

Esta vez si consiguió su atención y solo se le quedo mirando un poco enojada por haberla interrumpido.

—¿Que pasa?—Pregunto la japonesa quitándose los guantes.

—¿Puedo intentarlo?—Pregunto un poco tímida haciéndole ojitos para convencerla.

La japonesa sonrió y asintió. 

Le puso vendas a sus manos para que no se hiciera daño y luego le puso aquellos guantes que ella estaba utilizando antes. Detrás de ella se puso para poder mostrarle como debería golpear paso a paso. Sujeto sus manos y primero la guió y así fue con el segundo. 

—No lo hagas muy duro. Comienza despacio—Sugirió la japonesa. 

Dahyun lo estaba intentando pero cada vez que golpeaba el saco de boxeo era un dolor inexplicable lo que sentía en su cabeza y sus cotillas. No quería hacer gestos pero desde la primera vuelta mientras corría en verdad se sentía demasiado mal, pero eso solo demostraría lo débil que era.

—Uno, dos, uno dos—Repetía sincronizando por cada golpe que daba.

Su frente empezaba a sudar más de lo normal. Cuándo estaba por dar otro, Sana la detuvo agarrando su muñeca para evitar que tocara el saco de boxeo.

—Esta bien por hoy, no te encuentras bien... fue mala idea que vinieras—Dijo Sana.

—Aún puedo, me encuentro bien—Respondió a la defensiva la menor. 

—No lo estas, deja de ser una niña terca. 

Dahyun ignoro las palabras de la japonesa y continuó golpeándolo pero ahora de una manera más fuerte en un intento de sacar toda esa frustración que tenía dentro debido a los pensamientos negativos que invadían su cabeza a cada segundo.

—Tu no lo entiendes, ya no quiero continuar de esta manera. Ese día lo entendí, me di cuenta de lo débil que soy y esa es la razón por la que termine en este estado...—Se quedo parada al frente viendo aquel saco de box—Si tan solo yo, me supiera defender entonces nadie me habría echo daño, ni tampoco te lo harían a ti. 

La primera lágrima recorría su mejilla, no quería llorar pero era inevitable no sentirse de tal manera. 

—No eres débil, eres una persona fuerte—Sana la abrazó y escondió el rostro de la menor en sus brazos y la pegó a su pecho—No te sientas de esa manera, buscaremos una solución a todo esto en dónde ninguna de las dos salga herida.

—Quiero que nos dejen en paz de una maldita vez.

Esas palabras llenas de rencor.

—Yo también deseo eso. Desde que te conocí es lo que más he deseado.

Sana muy pocas veces lloraba pero esta vez parecía que su barrera se rompería junto con su querida novia. 

—Vayamos a casa—Volvió hablar la japonesa. 

Dahyun asintió. Se fueron a cambiar de nuevo para poder volver a su hogar que las esperaba para que pudieran descansar. 

Se recostaron en la cama, Sana estaba leyendo mientras que Dahyun dormía recostada a su pecho y con sus brazos al rededor para no soltarla y que no se le escapara. Eso lo parecía disfrutar demasiado la japonesa que no ponía resistencia cuando su pequeña novia se ponía un poco posesiva con ella de una manera linda, claro. 

Leía un libro que Mina le recomendó para que se distrajera y también para que reflexionara sobre algunas actitudes inquietantes que solía tener de vez en cuándo. Luego de una hora, dejo el libro aún lado y se acomodo para poder descansar un poco también. 

Su celular empezó a sonar por un pequeño mensaje que le llegó. Al principió prefería no abrirlo, pero al ver el número del que se trataba simplemente no lo reconocía.

''Necesito que hablemos de algo que tal vez te puede interesar. Eres la única persona a la que puedo contactar en este momento y que me puede ser de ayuda''

La respiración de Dahyun acariciaba su cuerpo y se recostaba más a su pecho. No quería acabar con el momento pero tenía curiosidad de saber que era lo que querían y si esa información les ayudaría más adelante. 

—Dahyun—Susurraba.

La sacudió con cuidado para despertarla, pero la acción era inútil no parecía querer despertarse ni mucho menos moverse de su pecho. Estaba demasiado cómoda recostada durmiendo y parecía un poco cansada. La frente le sudaba un poco, no lo notó si no hasta después que al tocar un poco su frente sintió lo caliente que estaba. 

Tenía fiebre y hasta ahora lo notaba. 

Se levantó y la acomodó en la cama cubriendo su cuerpo con las sábanas. Dahyun se quejaba un poco pero no se movía demasiado como para levantarse. Aprovecho ese momento para ir por un poco de agua y unos trapos para ponerle, y cuidarla.

—Sana, me siento un poco mal—Reacciono Dahyun cubriendo su rostro con las sabanas—Mi cuerpo duele—Intentaba moverse pero le era imposible por el dolor que sentía justo detrás de su espalda. 

Sana escucho las palabras de su novia y fue corriendo hasta la habitación de nuevo. Se acercó, acarició su mejilla y en la parte en dónde le mostró que le dolía la toco, causando que Dahyun gimiera de dolor. 

—Parece que es esta parte... ¿Podría quitarte la pijama?—Pregunto Sana con el rostro rojo por la propuesta indecente a su imaginación. 

Dahyun asintió. 

Le fue quitando lento, no quería lastimarla porque sabía que su cuerpo no estaba bien. No era como el de ella, que se podía recuperar de cosas peores, era más resistente a diferencia del de Dahyun quién era muy enfermiza.

En efecto, una de las heridas de su espalda se abrió. Tenía una pequeña costura justo en la parte inferior de su costilla. Se veía mal, estaba infectándose y no se veía nada bien, esa era la causa de su fiebre.

—¿Esta todo bien?—Pregunto Dahyun. 

—Debemos ir al hospital a que te lo curen, solo se ha abierto un poco—Respondió la japonesa—No podemos ir en la motocicleta, pediré un taxi mientras te pones de nuevo la pijama. 

Dicho y hecho, eso fue hacer. Pidió un taxi con urgencia y estaba por entrar hasta que se escucho que alguien tocaba a su puerta. Primero fue uno, enseguida se volvieron tres hasta que fueron 10 repetitivamente. 

No estaba segura de abrir la puerta, fue por un arma a uno de sus cajones y la escondió debajo de su abrigo. Abrió la puerta y la persona que estaba enfrente a ella era nada menos que Eunwoo con una cara preocupaba intentando recuperar el aire.

—¿Que pasa?—Preguntó Sana asustada.

Eunwoo intentaba recuperar su aliento, estaba intentando calmarse un poco y respirar. 

—Minjoo esta muerta—Soltó de repente y sacando su celular para mostrarle un par de fotos—Apareció su cuerpo hoy en la tarde junto a un terreno baldío.

El chico aún no terminaba de hablar. Mordía sus labios y sus manos los metió en sus bolsillos de aquellos pantalones azules que tenía puestos.

—Es Tzuyu...—Mordió sus labios al terminar de hablar—Ella... también esta desaparecida. 


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