Si tan solo las cosas fueran distintas...

Walker sabía que esa frase podría traer incontables de recuerdos, no solo aquella vez que había tenido la oportunidad de besar a Rick, cuando ambos habían estado tan borrachos que apenas podían deletrear sus nombres, si no las muchas y tantas más en las que podría haberle declarado su amor.

No para que sea correspondido, no, Walker no era tan idiota como para creer eso, si no para que Rick no se tan inconscientemente cruel al contarle cada detalle de su romantica vida con Lori.

No eran cosas que Walker quería escuchar, gracias. Pero siempre Shane insistía, y como Walker no podía apartarse siempre debía quedarse escuchando hasta el último detalle que un sonrojado Rick les narraba.

Walker habría deseado la vida que Lori tenía, la envidiaba por tener lo que él siempre quiso. La odiaba por tratar a Rick de la forma tan fría en que a veces lo hacía.

Y solo deseaba tener a Rick para él.

Pero nunca sucedería una cosa así, Rick ahora estaba casado con la mujer perfecta, viviendo en los suburbios de Georgia y fingiendo ser la familia perfecta que no eran, con las perfectas vallas pintadas de blanco, Walker sabía eso, él mismo le había ofrecido ayuda a Rick para pintarlas.

Observó con curiosidad como Carl se encontraba jugando en el gran pelotero con un par de amigos, sentía la mirada de algunas madres en su espalda pero simplemente las ignoró.

Recargado en la pared observó todo el panorama, era una gran fiesta la que Lori había preparado, Walker se dijo a si mismo que se mantenga feliz por Carl y por Rick, incluso aunque quería comenzar a buscar algún tipo de falla para poder burlarse de ella en su mente.

Pero no lo haría, compórtate hoy, es el día de Carl.

Walker frunció el ceño volviendo a la realidad y dándose cuenta que Carl en ningún momento había salido del pelotero.

Ya habían pasado casi veinte minutos y el niño seguía allí.

¿Cómo era posible que se entretengan tanto con un par de pelotas y un tobogán? Walker no lo entendía.

Buscó con la mirada a sus dos mejores amigos y vio como Shane seguía parado en el mismo lugar donde lo dejó, solo que ahora se encontraba hablando con una madre de alguno de los niños.

Walker sonrió al ver como su amigo le guiñaba un ojo a la mujer y entrecerró los ojos cuando Shane dirigió su mirada a él.

Este último puso ambos brazos por detrás de su espalda, siendo así imposible que la mujer vea las señas que Shane estaba haciendo con sus manos en dirección a Walker, bastante sujestivas, haciendo soltar una carcajada a Walker quién intentó cubrir su boca con una de sus manos para no verse como un loco riéndose solo.

El pensamiento recurrente de que Walker ya sabía en dónde se encontraría Shane si en algún momento desaparecía de la fiesta llegó a él rápidamente.

—¡Padrino Walker! —escuchó detrás de él, volteo a ver de que se trataba, aún cuando reconoció perfectamente esa tierna voz y se encontró a Carl saliendo del pelotero por otro lado.

¿Había más de una salida? Mierda, Walker había subestimando por completo a ese pelotero.