Capítulo 6
Cojo mi chaqueta de cuero y salgo de mi habitación, pero demasiado rápido.
-¡Lo siento, mamá! -digo y rápidamente me agacho cogiendo las tostadas y la taza de té rota.
Mi madre se agacha y pone sus manos encima de las mías.
-Para, no te preocupes. Te cortarás -en ese momento aparto rápidamente la mano.
-Mierda -me quejo. Me llevo el dedo a la boca y miro a mi madre.
-Te lo dije. Debo de recoger yo sola esto.
-No, no. ¿Cómo que tú sola?
-Zayn, mira lo que te ha pasado -coge mi mano y ve como mi dedo sangra. Niego y aparto mi mano.
-No es nada. Yo recojo esto.
Recojo todo lo antes posible en la bandeja para que mi madre no se corte ni recoja lo que he tirado.
Suspira y me ve.
-Qué crío eres. No haces caso nunca -me dice con dulzura con una sonrisa en su bonito rostro.
Sonrío y le doy un beso en la mejilla. Cojo la bandeja y me levanto.
-Por eso soy único -digo feliz y voy a la cocina.
No se me ocurre ir fuera de casa sin solucionar esto. Así que me encierro en la cocina y tiro todo lo que hay en la bandeja. Escucho como mi madre toca la puerta y sonrío.
-Zayn, déjame entrar. Te puedes ir a donde ibas.
-Me he castigado a mí mismo -me río. Escucho como suspira y sonrío.
-Mira que eres tonto.
Sonrío y me pongo manos a la obra. Preparo unas tostadas con mermelada y un té. Cojo una hoja y escribo "Lo siento por lo que he hecho. Ya sabes como es tu hijo. Un desastre. Pero aquí tienes de nuevo lo que tenías en la bandeja. Te lo he preparado con cariño. Espero que te guste. Es un pequeño detalle. Al fin y al cabo tengo una parte dulce en este cuerpo cabrón. Te quiero". Dibujo un pequeño corazón y doblo la hoja. La pongo en la bandeja con las demás cosas y salgo de la cocina. Deposito la bandeja en la pequeña mesa del salón y allí está, sentada en el sofá con una cara extraña. No me entiende.
Sonrío.
-¡Sorpresa!
-Qué dulce que eres, hijo. Muchas gracias.
Como un niño pequeño, cojo la hoja y se la entrego. La desdobla y comienza a leer. Me llevo el dedo a la boca y espero que pare de sangrar pronto.
-Zayn, muchas gracias -dice sonriendo.
Le doy un beso en la mejilla y me voy de casa.
-Tío, aparca ahí -me dice David.
-¿Ahora te gustan las motos?
-Tengo amigos ahí. Venga. Aparca.
Suspiro y dejo el coche en doble fila. Pongo los cuatro intermitentes y miro a mi amigo.
-Aquí te espero.
Suspira poniendo los ojos en blanco y sale de mi coche. Miro como va con los moteros y cojo mi móvil. Tengo una llamada de alguien, pero no tengo ese número añadido. Llamo y espero a que alguien responda.
Al poco escucho una voz animada.
-¡Hola! -dice, es una chica.
-¿Hola? -digo confuso-. ¿Quién eres tú?
-Pues alguien que te ha visto desnudo hace unos días -me río y toco el volante de mi coche.
-¿Cómo tienes mi número, loca?
-Tu hermana que deja su móvil solo y...
-Espera, espera -la interrumpo-. ¿Le coges el móvil a mi hermana?
-¿Sí? -dice tímida y sonrío.
-No paras nunca quieta. ¿Me echas ya de menos?
-Puede ser que sí. Me gustaría verte de nuevo y hacerte rabiar.
Me río y veo como una chica que lleva ropa negra se acerca mucho a mi amigo de manera coqueta. No puedo ver la cara de mi amigo, pero la acerca más a él poniendo una mano en su cintura y acaricia su mejilla. Ella le dice algo, pero no soy capaz de escucharla, solo escucho como los coches pasan por mi izquierda.
-¿Zayn? -dice Olivia.
-Ah, estás ahí.
-¿Sí? -se ríe-. Te invito a mi casa. ¿Hoy tal vez?
-¿Podría ser ahora?
-¿Ahora? Pero si estoy horrible -me río y niego pensando que acaba de decir una tontería.
-Paso por allí ahora. Solo dime tu dirección.
Al poco me dice donde vive y cuelgo. Quito el freno de mano y muevo el coche hacia delante, pero solo un poco. Mi amigo se sobresalta cuando se da cuenta y me mira de una manera extraña, no entiende por qué he movido el coche. Bajo el cristal del copiloto y me agacho un poco para que me pueda ver y yo verlo bien.
-Me voy. Te dejo con la chica motera -digo y sonrío de forma pícara.
-¿Qué? ¡Espera!
Demasiado tarde.
-¡Señor gruñón! -dice al verme y me río.
-Hola. Qué forma de dar la bienvenida.
-Soy así -dice con una sonrisa.
Me coge de la camiseta y me empuja para dentro, para que pase a su casa. En ese momento veo un perro negro que empieza a ladrar al verme.
-¿Hola? -digo al verlo y sonrío un poco.
-No te va a comer. Solo si eres un ladrón, ¿lo eres? -niego con una sonrisa y escucho una niña pequeña, sonidos típicos de los bebés.
Veo una niña pequeña sentada en una alfombra jugando con unos juguetes. ¿Acaso es la hija de Olivia? No espero y pregunto.
-¿Es tu hija? -me mira sorprendida y niega rápidamente.
-No, no. No es mi hija. Soy canguro. Su madre la ha traído aquí. Prefiere dejarla conmigo antes de llevarla a una guardería.
-Pensaba que eso de ser canguro ya no existía por la aparición de tantas guarderías -asiente y se agacha donde está la niña. Acaricia su pequeña cabeza y la niña comienza a hacer ruidos de bebé.
-Por lo menos yo trabajo en esto, ¿y tú?
-De perrero -digo al ver aquel perro. Algo que se me ha pasado por la cabeza, no tiene sentido, ya lo sé. Se ríe y le entrega un juguete a la niña.
-Muy gracioso.
-Ese soy yo siempre -digo cuando me siento en el sofá.
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