Me quedo allí con la nota en mis manos.

Realmente siento que estoy en un sueño. No me he despertado, ¿verdad?

Tengo un hijo. Joder. Tengo un hijo y me acabo de enterar. ¿Cómo es esto posible? No recuerdo nada. No recuerdo haberme acostado con Olivia. Esto tiene que ser una locura. Sigo en un sueño. Sé que sí.

Me giro un poco y alzo la vista. Allí está. Olivia y el carrito. Ese bebé es mi hijo.

-Zayn -me llama. No contesto ni reacciono.

Se acerca a mí y siento que me voy a caer. No siento las piernas.

Olivia se da cuenta y me sujeta por debajo de los brazos. Me sienta en una silla y me quedo allí sin habla.

-¿Zayn? -no hay respuesta-. Zayn, ¿necesitas algo? -no respondo.

Da vueltas por la habitación y pone una mano en su frente mientras suspira.

-Olivia -la llamo unos segundos después y viene rápidamente hacia mí. Se agacha delante de mí y coge una de mis manos.

-Estoy aquí, Zayn -me dice preocupada al verme en este estado. Solo estoy un poco en shock. Un poco mucho.

-Has desaparecido porque ocultabas tu embarazo, ¿verdad? -la miro y asiente decepcionada-. ¿Por qué?

-No es fácil decirte que estoy esperando un bebé y que además es tuyo. No quise aparecer porque sino tendrías más problemas. Sé que tu familia no está bien desde lo ocurrido. Y, decirte esto... No era el momento -se detiene-. Y tampoco es el momento -dice muy bajo, pero puedo escucharla.

-Mis hermanas saben esto, ¿verdad? -no responde-. He preguntado muchas veces por ti y ellas tienen información, pero nunca me han dicho nada.

-Tus hermanas saben que son tías desde que me enteré de que estaba embarazada.

Estoy decepcionado. Me lo ha ocultado todo. Solo a mí. Mis hermanas saben absolutamente todo desde hace muchos meses. Y estoy seguro de que mi madre ya lo sabe porque Olivia le habrá contado algo o ha escuchado a su pequeño nieto llorar o hacer algún ruido cuando ambos están en la habitación todos los días.

Pongo las manos en mi cabeza y cierro los ojos.

-Lo siento, Zayn -dice casi entre lágrimas-. Lo siento por desaparecer. Lo siento por no contarte nada. Lo siento.

Silencio. Solo se escucha silencio cuando dice esto. Pero yo no me voy a callar.

-Lo siento, Olivia -me mira muy sorprendida-. Lo siento por ser borde contigo el último día que nos vimos. Lo siento mucho.

Sonríe un poco y escuchamos el llanto del bebé.

Nuestro bebé.

-Me encantan sus pestañas -dice Waliyha mientras coge un cupcake que ha preparado hace un par de horas.

Estamos todos juntos en nuestra casa, también está Olivia y Amin, mi pequeño hijo.

A Olivia se le ocurrió ponerle un nombre árabe a nuestro hijo porque sabe que, de algún modo, mi familia es musulmana y quería que el pequeño tuviera un nombre sacado de la lista de los tantos nombres árabes.

No sabía nada de esto, pero al parecer mis hermanas le han contado muchas cosas sobre nuestra familia. Incluso Olivia sabía de mí antes de que nos conociéramos.

Mis hermanas empiezan a describirme y yo las escucho mientras miro la mesa. Dicen que soy un chico muy guapo y realmente protector, pero también que tengo un lado malo.

Al escuchar esto, me muevo un poco en la silla. Me avergüenza que sea malo, una persona mala. Sé que todo el mundo lo sabe, pero, por primera vez, me avergüenzo de cómo soy.

Así que aparto la mirada de las cuatro chicas y la centro en mi pequeño hijo. Es muy parecido a mí. Es muy adorable. Va a cumplir los 6 meses y es muy listo. Juega siempre con sus manos y coge cualquier objeto, llevándoselo a la boca.

-Amin, no -dice Olivia cuando el pequeño intenta coger un vaso de la mesa.

El pequeño hace un puchero, va a llorar. Así que, me levanto y cojo a mi hijo. Todas me miran.

-¿Feliz de tener a Amin? -me pregunta Doniya con una sonrisa.

Asiento y sonrío un poco.

-Vamos a dar un paseo por aquí. Le enseñaré la casa -digo feliz.

Subo las escaleras sosteniendo la espalda de Amin procurando que no se caiga para atrás.

Abro mi habitación y mi cara cambia.

Esto está demasiado oscuro. Es una habitación oscura con varios graffitis de distintos colores en la pared.

Me giro, pero Amin se queja un poco. No entiendo qué le pasa. Así que vuelvo a mi habitación y el pequeño se queda callado viendo mi habitación. No es una habitación muy grande. Solo tiene una pequeña cama con sábanas azules, un escritorio con una silla, un armario y poco más. Es oscura por los colores de los objetos y de las paredes.

Me acerco a la cama y me acuesto en ella. A mi lado acuesto a Amin y me mira, pero luego vuelve a mirar las paredes de mi habitación.

-Amin, no hagas como tu padre, por favor. No hagas estas cosas horribles. No quiero que seas así. Tienes que ser un niño bueno -le digo mientras veo su rechoncha cara. Luego miro mi habitación-. Pero no te culpo, estás mirando todo porque no estás acostumbrado a esto. Las paredes aquí son horribles, ¿verdad?

Lo miro y me encuentro con sus grandes ojos y sus largas pestañas. Acerca sus manos hacia mí y toca mi rostro. Nunca he sentido las manos de un bebé en mi rostro, solo cuando era un niño y mis hermanas eran muy pequeñas.

Suspira un poco y esto me hace reír. Un bebé suspirando.

Me acerco todavía más a él y le doy un beso en la mejilla. Lo miro y su rostro cambia rápidamente. Tiene cara de asco. Comienza a llorar.

Me asusto al verlo así. ¿Qué ha pasado?

Al poco aparece Olivia y mis hermanas. El pequeño sigue llorando.

Su madre lo coge en brazos y da pequeños saltos que relajan al bebé mientras está pegado a su pecho y su rostro está en el cuello de Olivia.

Me siento en la cama decepcionado.

Sus tías comienzan a animarlo y yo comienzo a estar triste.

¿Soy un mal padre?