Capítulo 10
-¡Feliz Navidad! -escucho a Waliyha gritar.
-¡Feliz Navidad, cariño! -dice mi madre al poco.
Y allí me encuentro yo encerrado en mi habitación. Sé lo que pasará. Vendrá el novio imbécil de mi madre con sus malditos regalos para pasar una súper Navidad todos juntos. No, no. Yo no me quedo aquí. Tendré que hacer algún plan con algún amigo o pasar la Navidad yo solo en algún sitio o simplemente encerrado en mi habitación.
Miro por la ventana. Está nevando. Nieva y nieva. Me gusta la nieve, pero me trae muchos recuerdos. Sonrío al recordarlos.
Qué bonito era todo antes. Qué bonito era todo con papá.
Escucho una notificación de mi móvil. ¿Quién será? ¿No se supone que todo el mundo está ocupado en estas fechas?
Cojo mi móvil y no sé porqué, pero estoy sonriendo cuando leo su nombre. Olivia.
"Hola, Zayn. No sé qué estarás haciendo hoy, pero, por si no estás haciendo nada, ¿puedes salir conmigo a tomar chocolate caliente o algo calentito que te apetezca? Hoy no tengo planes, así que, por raro que suene, pensé en pasar el día o la tarde contigo. ¿Qué te parece? ¡Ah, y feliz Navidad!"
Sonrío al leer su mensaje y respondo rápidamente, no vaya a ser que otra persona acepte esto.
"Hola. Tienes suerte (y yo también) de que no tenga planes hoy. Puedo ir contigo. Hace mucho que no te veo. La última vez fue con aquel perro que me comía la cara y todo. Estaría bien que quedásemos, te echo de menos"
Me llega un mensaje de ella rápidamente. Parece que estaba esperando mi mensaje.
"Me alegro mucho de que puedas quedar conmigo. Yo también te echo de menos, y mi perro también, bueno, supongo. Nos vemos cuando tú digas"
Sigo sonriendo mientras hablo con ella.
-¡Feliz Navidad! - dice riendo Olivia cuando me abraza. Me río con ella. Se aleja un poco de mí y me mira sonriendo-. Te he visto entrar enfadado, ¿o no es así?
No le puedo contar la verdad, pensará que tengo una situación de mierda en la familia por culpa del gilipollas novio de mi madre.
Cuando salí de mi habitación listo para irme, el imbécil se acerca a mí con una sonrisa, quería abrazarme, pero me alejé de él bruscamente, como si me diese asco, cosa que es verdad. Me preguntó qué me pasaba y yo con cara de asco sin responder. Mi madre vio la escena y no le gustó nada. Me escapé de casa mientras escuchaba al imbécil este decir algo sobre mí.
He conducido rápido hacia aquí con ganas de partirle la cara a ese imbécil. No me ha gustado que Olivia me viese con esa cara de enfadado que llevaba cuando entré en la cafetería. Estoy seguro de que muchas personas me han visto entrar así y ahora estoy abrazando a esta chica como si nada.
-No, no. No estaba enfadado -miento mientras nos sentamos.
Me mira con una cara rara y se ríe.
-Claro, claro. Pero bueno, no hace falta que me lo cuentes. Solo espero que esté todo bien.
No, no está todo bien, Olivia.
Sonrío un poco.
-No tiene importancia -miento-. Además, es Navidad, fecha del año para ser muy feliz -digo falsamente y ella me sigue mirando de manera extraña.
-Sarcasmo -dice mirando la carta, viendo lo que hay en esta cafetería. Me ha pillado.
Cojo la carta y me pongo a mirar lo que hay. Me gustaría tomar alcohol, hundirme en él, pero dejaría a Olivia en el mundo real y yo me iría al mundo de los borrachos. Paso.
Suspiro y ella me escucha. Coge una de mis manos, cosa que me sorprende y me mira.
-Zayn, me tienes preocupada -me dice mirándome-. Si hay algo en lo que te pueda ayudar, dime.
-¿Por qué tan amable? -sonrío un poco.
-Porque soy así con las personas que quiero.
-¿Desde cuándo me quieres?
Pone los ojos en blanco, cosa que me hace gracia.
La camarera viene con una bandeja en la cual hay tazas usadas y algunos platos pequeños, también hay un móvil. Lo coge y nos saluda.
-Buenos días. ¿Qué os gustaría tomar? -nos pregunta amablemente.
Aquí tenemos la escena, dos chicas amables y yo soy un mierda. Perfecto. Por lo menos ellas son distintas a mí.
-Hola. Un chocolate caliente, por favor. ¿Hay dulces? -dice mi amiga.
-Sí. Acompáñame y los verás -dice la camarera mirándola. Me mira a mí y quedo en ridículo, no sé qué pedir-. ¿Y usted? -ambas me miran y no respondo. Olivia se ríe un poco.
-Creo que todavía no sabe qué pedir -dice mirándome.
Sí que sé lo que pedir, pero te dejaría sola en este mundo, Olivia.
-Bueno, puedes venir conmigo y ver los dulces si quieres -dice amablemente la camarera.
Ambas se van donde se encuentran los dulces y yo me quedo ahí. La camarera deja la bandeja en la barra y ambas miran los dulces. Veo como mi amiga habla con ella sonriendo. Se gira para volver conmigo y yo me levanto.
Camino rápido hacia el baño, casi corriendo. Entro en el baño de los hombres y me apoyo en el lavabo, miro hacia abajo y luego miro el espejo.
Estoy temblando y mi respiración cambia rápidamente, es agitada. Me va a dar algo.
Veo como la puerta se abre y aparecen unas manos, después puedo ver su rostro.
-¿Zayn? ¿Estás bien? -me pregunta mientras entra despacio mirándome desde el espejo.
Me giro un poco.
Pasa el pestillo a la puerta y me mira. Una mirada muy preocupada.
Dejo descansar la parte baja de mi espalda en el lavabo. Miro hacia arriba deseando llenar mis pulmones con suficiente oxígeno. Pero también deseando que ella no estuviera aquí, mirándome mientras estoy teniendo este ataque de ansiedad.
-¿Qué te pasa? No estás bien. ¿Quieres ir a casa? -me pregunta acariciando mis mejillas.
Comienzo a llorar. Sí. A llorar delante de ella. Me he derrumbado.
-Oye, ven aquí -me dice tiernamente y me abraza. Me escondo en su cuello mientras lloro y tiemblo sin parar.
No me deja de abrazar, cosa que agradezco. Me siento mejor así, cuando una persona me abraza.
Sus dedos se mueven por mi espalda y comienzo a tranquilizarme lentamente.
Mi corazón late muy deprisa. Siento que me va a dar un infarto dentro de poco, pero su abrazo me tranquiliza.
Joder. Me alegro de que esté aquí conmigo. De lo contrario, tal vez estaría en el suelo, tal vez sentado y casi sin respirar.
Detengo el abrazo.
Me voy tranquilizando hasta que puedo hablar, pero las lágrimas siguen corriendo por mis mejillas. Sigo temblando, pero su cálida mano sostiene la mía mientras la acaricia con su pulgar.
-Me quiero emborrachar -digo muy bajo.
-¿Emborrachar? ¿Por qué? -niego, no quiero contar nada.
-Si lo hago, te dejaré sola en este mundo -me mira confusa-. Me refiero a que me emborracharé tanto que tendrás que aguantarme -sonríe un poco mientras toca mi pelo.
-Escucha, te puedo cuidar. Sé que algo está pasando, pero tú no me quieres contar nada. Respeto eso. Pero que sepas que emborracharse no es la solución.
-En mi día a día sí. Pasa algo y me emborracho hasta no poder más. Parece que no me conoces -se queda en silencio mirándome-. No quiero ser un imbécil contigo. No quiero eso -asiente un poco.
-Te llevaré a mi casa, allí podrás beber. Tengo mucho alcohol que me han dado mis amigos, pero está abandonado en mi casa.
-No sé porqué me alegro de que me dejes beber -se ríe un poco y me da un beso en la mejilla.
-Ven. Te daré un poco de mi napolitana si quieres. Me tengo que tomar el chocolate caliente, me está esperando.
Sonrío un poco y ella sonríe conmigo.
-¿Te acuerdas de donde está mi casa? -me pregunta mientras conduce.
No, no estoy conduciendo. Hemos dejado mi coche delante de la cafetería, donde yo lo he aparcado antes.
Después de nuestra conversación en el baño, me prohibió conducir hacia su casa porque sabe que luego estaré muy borracho y no quiere que conduzca. Me siento como si fuera un niño pequeño. Me está prohibiendo algo, nadie me ha prohibido nada, bueno, mi madre sí, pero nadie más. ¿Le importo o algo?
-Sí -respondo-, pero es mejor que no me pidas que te diga donde está -escucho su risa y me hace sonreír.
-De acuerdo.
El viaje se hace un poco largo por culpa del silencio. Realmente no sé qué decir, entonces esto es lo que pasa. No ha puesto música ni ha abierto la boca. ¿Estará bien?
Salimos de su coche cuando llegamos. La miro y me mira de forma extraña.
-¿Estás bien? -decimos a la vez, cosa que nos hace reír como unos tontos.
-Responde tú primero -me pide.
-No, no. Tú.
-Estoy bien.
-Preguntaba porque estabas muy callada.
-No quiero molestarte, así que he estado en silencio -pongo una cara extraña. Eso no tiene sentido-. Ahora responde tú.
-Estoy mejor.
Cuando estamos dentro de su casa, una ola de calor choca contra mi piel, me hace quitar la chaqueta que llevo puesta, quedándome en manga corta.
-¿Estás en manga corta con este frío que hace? -me pregunta mientras me estoy sentando en el sofá.
-Supongo -muevo mis hombros y sonríe-. Tienes la calefacción a tope.
-Es que hace frío -dice desde la pequeña cocina. Puedo escuchar varias botellas.
-Pues yo tengo calor.
Se ríe y miro alrededor. No está aquel perro que me atacaba. No está aquella pequeña niña.
Se sienta a mi lado mientras sostiene en las dos manos una botella de whisky y un vaso pequeño.
-¿Vaso pequeño? Necesito una copa -me quejo. Veo su expresión al escucharme, está muy sorprendida.
-¿Qué? Esto no se bebe así.
-Pero me da igual cómo se beba.
Rueda los ojos.
Llena el pequeño vaso con la bebida y me lo da.
He bebido hasta que vemos la botella medio vacía. Me siento algo mareado, la borrachera ya viene o, mejor dicho, ya vino.
-¿No vas a beber? -le pregunto.
-No, no. Todo tuyo -sonríe, pero esa sonrisa esconde algo.
-¿Estás embarazada? -pregunto luego de dar un sorbo.
-No -dice casi gritando.
Me muevo un poco hacia atrás por cómo ha respondido.
-Lo siento -me dice.
-No. No lo sientas. Das miedo -me río un poco y ella sonríe sin enseñar los dientes-. Oye, no te pongas así.
La acerco a mí y le doy un beso en la cabeza.
-No me dejes solo -hago una pausa mirándola a los ojos-. Por favor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro