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5 | The rebellion in the Kingdom

N/A: Una pequeña aclaración antes de leer, es que en este cap aparecerán las primeras canciones que verdaderamente son un musical. O sea, que no forman parte de audiciones ni presentaciones, aquellas que funcionan para desarrollo del personaje o la trama. Cada que aparezcan estas canciones voy a poner un banner indicando el nombre de la canción y algún video con la traducción (si wattpad me deja, claro). Pero personalmente recomiendo que antes de leer, te tomes el tiempo de buscar la canción por otro medio (youtube, spotify, o descargarla) y ponerla cuando aparezca el banner, porque de lo contrario y si no te la sabes, solo vas a estar leyendo letras en inglés sin entender nada. Ya me ha pasado, es mera inmersión y si no lo haces como que te corta un poco el rollo y le quita importancia a la escena. También no está de más decir que capaz a algunas canciones que aparezcan se les quite o añadan estrofas, alguna palabra cambie para que vaya más acorde a lo que pasa. Estaría explicando dichos cambios en los comentarios de esa estrofa.

Sin más que decir, espero que disfruten del capítulo y la novela. Les amooo.

Se despide, -lexluthor.



CHAPTHER FIVE !
the rebellion in the kingdom



CUANDO PASARON POR LAS PUERTAS DE EAST HIGH AL DÍA SIGUIENTE, lo primero que hicieron los Montez fue ver la planilla de obras de teatro.

—Aún no han puesto los nombres —dijo Gabriel—. Supongo que lo harán más tarde. Pero lo que es seguro es que tú y Roy tendrán la segunda prueba.

—¿Crees que Troy tenga problemas con sus amigos cuando salga la lista? —preguntó temerosa la chica.

Gabriel negó, pero vaya que sí creía que se formaría un alboroto. No sólo con los amigos de Roy, ¡ya quería ver la cara de Sharpay!

Aquello sin contar que Roy, siendo la pirámide de la escuela, al revelar ese secreto alteraría el ecosistema de la jungla de East High. Eso era así, si el rey hacia algo que indicara un cambio en el modus operandi de las cosas, terminaba en la rebelión del reino o, peor, un golpe de estado.

Y puede que estuviera siendo dramático, pero el chico estuvo en tantos colegio que ya había analizado el funcionamiento de los mismos. Y East High no era diferente.

El timbre sonó, indicando el comienzo de las clases.

—Tengo química —Dijo Gabriella—. ¿Tú?

—Biología, pero la profesora pescó un resfriado así que tengo un tiempo libre. Te acompaño.

Gabo dejó a su hermana en el aula. Luego, sin saber qué hacer, se puso a deambular por los pasillos sin ningún rumbo aparente. Solo le gustaba caminar y ver si encontraba alguna cosa interesante ahí.

—¡Oye, Gabo!

Al mirar por sobre su hombro, el muchacho se sorprendió al ver a Roy caminando hacia él. Tenía las manos metidas en su suéter y la cabeza gacha, como si no quisieran que lo vieran. Gabriel aguantó una risa.

—Aún no han salido los nombres, no te asustes —comentó cuando llegó a su lado.

—Saldrán en cualquier momento —dijo Roy.

—¿No crees que tus amigos acepten que tienes más de una vocación?

—¿Los amigos que tenías en Houston, esos que te acompañaron en las fiestas, lo aceptarían?

Gabo se estaba cansando de que Roy lo contraatacara siempre con la misma pregunta. Jamás aceptaría que, en realidad, eran dos caras de una misma moneda.

—Aceptaron que preparo cupcakes —encogió los hombros—. También que si quería entrenar con los Linces, a ellos no les importaba.

—¿Preparas cupcakes?

—Los mejores, pero no te voy a hacer.

Troy sonrió.

—¿Pero sí vas a entrenar con nosotros?

—Ya dije que no.

—¿Y por qué no? ¡Tus amigos lo aceptan! La mayor parte de mis problemas se resolverían si eso pasa.

Aunque Cobie y Lin aun no sabían del musical, hasta ahora Gabo no tenía dudas de que sus amigos eran los mejores, en todos los sentidos.

El problema era el padre de Bolton.

—¿Por qué estás tan interesado en que me una a los Linces? —contratacó Gabriel—. Si crees que con eso vas a ganar más puntos para que te dé mi aprobación con mi hermana, ve bajándote de esa nube.

—¿Más puntos?

Gabriel ni se molestó en contestar. Apretando la mandíbula para evitar gritarle a Roy, avanzó a pasos apresurados hacia donde sea que se dirigía.

Claro que se vio interrumpido por el castaño, que se puso rápidamente frente a él, apuntándole con los dedos.

—Sígueme —dijo.

—No, ¿por qué? —Gabriel frunció el ceño.

—¡Sólo hazlo! ¡Quiero mostrarte algo!

Roy se fue corriendo. Gabo no iba a hacerlo. ¡Se había vuelto loco! Pero sus pies no le hicieron caso a su cerebro, por lo que terminó corriendo tras el chico castaño sin saber a dónde carajos iba a llevarlo. ¡Podría incluso asesinarlo para sacárselo del camino hacia Gabriella! Y ahí estaba él, yendo rumbo hacia su muerte.

Pero Roy sólo lo llevó hasta el gimnasio.

—No —dijo Gabo, empezando a dar la vuelta.

—¡Espera! —Roy corrió hacia un sitio y luego, al voltearse, lanzó con rapidez un balón en dirección a Gabriel.

El chico lo atrapó en el aire, sacándole a Roy una sonrisa de convicción.



—Mi madre también da buenos consejos, ¿sabes? —dijo. El moreno lo miró con confusión—. "Turn your magic on", to me she'd say. Everything you want's a dream away —Gabriel le lanzó de nuevo el balón, y Troy avanzó hacia él, extendiendo una mano hacia ellos—. We are legends, every day. That's what she told me.

Gabo, muy a su pesar, bajó las escaleras de las gradas hasta donde estaba Roy. Por mucho que tuviera una decisión algo firme, quería escuchar lo que él tenía por decir.

Turn your magic on, to me she'd say. Everything you want's a dream away —continuó el castaño, sin dejar de mirarlo—. Under this pressure, under this weight... We are diamonds —le arrojó el balón. Gabo lo atrapó otra vez y lo observó como si este se hubiera convertido en un diamante de repente—. ¿Qué te hace sentir? —inquirió—. El básquet, me refiero.

Gabriel sintió la textura del balón en sus manos. La sensación de sus tenis contra el suelo. Miró a su alrededor, a las gradas, y casi pudo oír el grito de la multitud, animándolo.

Now I feel my heart beating —Respondió—. I feel my heart beneath my skin. I feel my heart beating. Oh, you make me feel... —observó a Roy y botó el balón hacia él—. Like I'm alive again.

Y empezó el juego.

Alive again! —dijeron ambos.

Oh, you make me feel... —Gabriel pudo sentir de nuevo la adrenalina correr por sus venas, como un recuerdo nostálgico, y le gustó—. Like I'm alive again.

Comenzaron a correr por todo el estadio, pasándose o quitándose el balón mutuamente.

Gabriel sonreía, sin poder creer ahora que había dicho que no quería volver a pisar un estadio de básquetbol en su vida.

Said I can't go on, not in this way —Le dijo a Roy, haciéndole un pase—. I'm a dream that died by light of day. Gonna hold up half the sky and say "Only I own me."

—¡Eso es! —animó Roy.

—¿Y tú? —Gabriel jadeo a su lado—. Tú también tendrías que decir lo mismo.

El castaño se mostró dudoso.

—No lo sé, es que... mis amigos... mi padre...

—¿Cómo te sientes tú al cantar? —contraatacó—. ¿Cómo te sentiste cuando cantaste junto a Gabriella en el escenario?

Troy lo miró.

I can feel my heart beating —respondió—. I feel my heart beneath my skin. Oh, I can feel my heart beating. 'Cause that make me feel... Like I'm alive again.

Alive again!

Oh, you make me feel... —en la mente de Troy, la imagen de Gabriella se formó—. Like I'm alive again —Luego observó al moreno—. Turn your magic on, to me she'd say. Everything you want's a dream away...

Gabriel se acercó.

Under this pressure, under this weight —susurró—. We are diamonds taking shape...

Ambos chicos asintieron, estando, por fin, convencidos.

We are diamonds... taking shape —repitieron al unísono.

Gabriel le quitó el balón y encestó. Roy, riendo, fue a recogerlo y el juego continuó así. Los dos se estaban divirtiendo tanto que ignoraron por completo el timbre que sonaba y la figura de brazos cruzados que los observaba desde la entrada del gimnasio.

If we've only got this life... This adventure, oh then I —cantó Troy, dando un giro sobre sus talones para que Gabriel no le quitara el balón—. And if we've only got this life... you'll get me through, oh.

El moreno por fin consiguió quedarse con la pelota. Se volteó mirando al castaño y le enseñó un paso de baile que Roy imitó. Los dos rieron.

And if we've only got this life, and this adventure, oh then I... Wanna share it with you. —le confesó Gabo.

No lo admitiría en voz alta, pero a ese punto y luego de lo que hizo, ya lo consideraba un amigo.

With you... —convino Roy.

With you... —Gabo encestó otra vez y se giró hacia el castaño—. Sing it, oh, say yeah!

Woo-hoo!

Woo-hoo!

Woo-hoo!

Los dos chicos pararon cuando Gabriel encestó un tercer tanto. Aunque no les importaba, iban tres a cero.

—Aceptaré audicionar al equipo si tú prometes no echarte hacia atrás, Bolton —dijo Gabriel, arrojándole por ultima vez el balón.

El castaño de ojos saturados asintió.

—Lo prometo, Montez.

Unos aplausos se escucharon al fondo. Los muchachos voltearon y se encontraron con la figura del padre de Troy, avanzando hacia ellos sin dejar de aplaudir.

—Qué partido se montaron ustedes dos —dijo, sonriendo con aquella sonrisa que ponía a Gabo de los nervios—. Pero Troy, creo que te estabas dejando ganar.

—No lo hacía, papá... Digo, entrenador Bolton —corrigió él—. Gabriel es verdaderamente bueno. Creo... creo que deberías considerarlo para que forme parte del equipo.

—¿Quieres unirte al equipo? —el entrenador alzó una ceja hacia él, con expresión sarcástica.

Gabriel mordió su lengua, impidiéndose soltar algún comentario irónico, aunque quisiera. El orgullo le intentaba impulsar hacia adelante, pero por primera vez en su vida y luego de aquel momento con Roy, decidió llevar la fiesta en paz.

—Sí, señor —contestó, con las manos en la espalda—. Quiero ser parte de los Linces.

La sonrisa del entrenador se acentuó. Avanzó unos pasos hacia él, estando tan cerca que Gabriel podía notar a la perfección que el tono de ojos era exactamente el mismo que su hijo. Solo que no tenía ese brillo que los saturaba. ¿Lo habrá perdido tras convertirse en adulto?

—En mi equipo no aceptamos personas con problemas en el control de la ira —dijo el hombre, haciendo que los hombros del pelinegro se tensaran. Había tocado una fibra—. No quiero que nos descalifiquen solo porque saliste a golpear a alguien por mal perdedor.

—No soy un mal perdedor —respondió sin poder evitarlo—. Acepto la derrota que me gano, porque no lo hice bien. Si exploto es porque me provocan.

El entrenador Bolton asintió. Estaba esperando esa respuesta.

—¿Y qué pasa si te provocan en medio de la cancha? —murmuró—. ¿Vas a explotar? ¿Qué pasa si te provoca algún jugador, algún árbitro, el entrenador del equipo contrario... o yo? ¿Vas a explotar? ¿Vas a golpear a alguien como quisiste golpearme a mí la otra vez, Montez?

—Papá... —quiso intervenir Troy. Estaba viendo con creciente alarma como los nudillos de Gabriel se ponían blancos y su rostro rojo, como una bomba.

Una bomba a punto de explotar.

El hombre levantó una mano hacia su hijo, indicando que se quedara quiero. Eso era lo que quería, provocarlo. Era una prueba. Gabriel estaba bajo un examen del entrenador Bolton en donde el mismo se mostraba segurísimo de que reprobaría.

Por suerte, el chico no era solo un troglodita rompe cosas porque sí. Él tenía cerebro. Era astuto y, más que todo, competitivo.

Respiró hondo varias veces. Recordó casi de forma chistosa a su madre y a Gabriella acompañándolo en momentos parecidos a este, en donde tenían prácticamente que obligarlo a calmarse. Aflojó los puños y su rostro progresivamente volvió a ser de su color natural.

—No lo haré —dijo por fin, sin romper el contacto visual. Antes muerto que mostrarle debilidad a ese idiota—. Voy a controlarme. No voy a explotar. Pero déjeme estar en el equipo. No se va a arrepentir.

El hombre se mostró sorprendido. De verdad creía que Montez se le lanzaría encima ante la mera provocación.

—Te voy a creer —dijo—. Pero con pedirlo no es suficiente. Tienes que ganarte el puesto.

—Dígame fecha y hora, y estaré aquí —respondió con completa seguridad.

—Mañana, después de almuerzo. Troy, le darás algún uniforme de suplente y lo pondremos a jugar una práctica. ¿Qué te parece, Montez?

—Estoy a sus órdenes, entrenador —dijo, no sin un poco de ironía.

El entrenador Bolton asintió. —Bien, ahora váyanse al almuerzo o se quedarán sin alitas de pollo.

Gabriel y Troy empezaron a caminar fuera de ahí, pero el padre del castaño llamó al moreno.

—Gabriel —El mismo volteó—. Ya sabes que te vigilo.

El chico contuvo el impulso de rodar los ojos. Se limitó a decir "sí, profesor" y siguió a Roy rumbo al Comedor.

—Disculpa a mí papá. Él es igual de duro que Darbus —empezó a hablar el ojiazul—. Pero te aseguro que quiere lo mejor para el equipo. Desde que es entrenador, ha sido su misión.

—Y tú la cabecilla, ¿no? —Gabriel contestó—. ¿No te sientes presionado?

—Bueno...

De repente, un grito estruendoso los hizo detenerse en mitad del pasillo. A ellos y a todos a su alrededor.

—¿Qué ha sido eso? —dijo Troy, alarmado.

Eso había sido Sharpay Evans, que se acaba de enterar que tenían una segunda prueba, compitiendo con nadie más ni nadie menos que Troy Bolton y Gabriella Montez.

Pero los dos chicos no tenían forma de saber eso. Ni tampoco que los amigos de Troy también se estaban enterando de lo acontecido. Ellos, y todo East High.

Y así como lo predijo Gabriel, los animales en la jungla empezaron a alborotarse.

—¡¿Cómo se atreven?! —Chilló Sharpay en la mesa designada a los de teatro—. ¡Yo ya escogí los camerinos!

Éire, que jugaba con su comida junto a Kelsi, soltó un suspiro. Era la quinta vez en menos de un minuto que la rubia de rosa lloriqueaba por el tema y estaba alterando la poca paciencia que tenía.

—Y ni siquiera nos pidieron permiso para entrar al club de teatro, Sharpay —dijo Ryan—. Deberían seguir el ejemplo de Gabo. Él sí hizo las cosas como se debe —el rubio sonrió—. Y ahora tiene el papel antagónico. Qué bueno, ¿no?

Éire alzó una ceja hacia él. Gracias a que sufría daltonismo desde bebé, sabia que esas manchas verdes en sus mejillas eran en realidad un sonrojamiento.

Interesante.

—¡¿A quien le importa Gabriel, Ryan?! —exclamó su hermana—. ¡Hay reglas que debemos aclarar!

—¡Perdón, sí! ¡Exacto! —convino Ryan. Luego su rostro se confundió—. ¿Cuáles reglas?

Sharpay gruñó cuán gato y dio media vuelta para admirar desde arriba a los estudiantes que comían abajo.

—¿Se levantó con la menstruación, o qué? —murmuró Éire—. No, esperen, siempre se levanta así. Pero amaneció más dramática de lo normal.

—¡Shhh! —espetó Kelsi.

—No le tengo miedo a...

—¡No, silencio! —pidió—. Algo está pasando. Zeke Baylor está hablando.

Éire agudizó el oído. Conocía a Zeke Baylor porque era otro de los populares de la escuela. No tanto como Troy o Chad, pero como era parte de los Linces, obviamente tenía reconocimiento.

—¡Pues vamos a ver! —Éire tomó la mano de su menor amiga y la arrastró hasta el balcón.



Si, es bastante chismosa, ¿y qué?

You can bet there's nothin' but net, when I am in a zone and on a roll —estaba diciendo. Tenía a todos los deportistas a su alrededor—. But I've got a confession. My own secret obsession. And it's making me lose control.

Everybody gather 'round! —sus amigos llamaron a más personas y se quedaron en silencio para escucharle.

Vaya, por lo menos no era la única chismosa.

—Si Troy puede contar su secreto, yo también —el chico negro sonrió—. Hago postres.

—¡Qué rico! —exclamó Éire, pero fue opacada por los gritos de desaprobación de los amigos del muchacho.

—Cualquier postre. Galletas y pasteles de manzana...

Not another sound! —exclamaron los deportistas.

—¡Algún día haré la perfecta Creme brulee!

NO

NO

NO

NOOOOOOOOOO

¡No, no, no! —recriminaron los deportistas—. Stick to the stuff you know. If you wanna be cool folllow one simple rule: Don't mess with the flow, no no. Stick to the status quo —le entregaron un balón y le obligaron a sentarse en la mesa de los jocks.

Éire se sintió mal por el chico. ¡Sólo quería confesar que le gustaba hacer postres! ¿Qué tenía eso de malo?

Pero, como Gabriel había advertido temprano, él no sería el único en confesar un gusto secreto. La jungla por fin se estaba alborotado. Había rebelión en el reino.

Look at me and what do you see? —habló ahora Martha Cox, una chica del club de álgebra—. Intelligence beyond compare. But inside I am stirring, something strange is occurring. It's a secret I need to share.

Open up, dig way down deep —dijeron los cerebritos.

Éire esperaba que ellos fueran más sensatos.

—El Hip-hop es mi pasión —confesó la chica—. ¡Adoro bailar y sentir el ritmo del break!

Los cerebritos lucían muy asustados. Incluso uno preguntó si era legal. Éire no pudo evitar reír y sentirse mal por la chica al mismo tiempo.

—¡Es solo un baile! —dijo Martha—. Creo que es más genial que las matemáticas.

NO

NO

NO

NOOOOOOOOOO

¡No, no, no! —le recriminaron los sabelotodo. La chica quedó sentada y triste. Éire se preguntó si todo esto era necesario—. Stick to the stuff you know. It is better by far to keep things as they are. Don't mess with the flow, no no. Stick to the status quo.

Otro chico, esta vez de los skaters, fue el valiente en confesar su secreto. Tocaba el chelo. Uno de sus amigos pensó que eso era una sierra. La reacción fue exactamente la misma que la de los otros grupos: quedarse en la situación actual.

Esto era una jerarquía, donde todos debían ejercer el curso de las cosas porque ante la mínima alteración, aparentemente todo se iría al caño.

No le agradaba. ¿Por qué nadie podía tener más de un solo gusto? ¡No era sensato! Las personas tenían múltiples facetas, de eso se trataba ser un humano.

Ella tenía muchas facetas. Muchos secretos. No solo ser la mejor amiga de la compositora del teatro. Y si todos esos chicos habían demostrado su valentía al querer salir del sistema opresor de colegio, ¿por qué ella no?

—¿Puedo confesar yo mi secreto? —gritó.

Todos la miraron, expectantes. Gabriel y Troy acababan de llegar en ese mismo instante, admirando el lugar con confusión.

—¿Qué está pasando? —preguntó Troy.

Gabo analizó la situación. Vio a Éire de pie junto a Sharpay, Kelsi y Ryan, y entonces lo comprendió.

—Creo que ya salieron los nombres de la segunda prueba —Explicó Gabo—. Se ha iniciado la rebelión.

Y Éire estaba a punto de unirse a ella.

—¡Me gustan las...!

Kelsi le tapó la boca por detrás y la arrastró hasta la mesa del club de teatro.

NOOOOOOOOOO

NO

NO

NO

Stick to the stuff you know. It is better by far to keep things as they are. Don't mess with the flow, no no. Stick to the status quo! Ooooh!

Todo alrededor se volvió un caos. Troy miró con horror cómo las personas se subían en las mesas y exponían sus gustos, o simplemente los demostraban con acciones. El chico skater incluso sacó su chelo y se puso a tocarlo. La escuela estaba dividida: aquellos que querían cambiar el sistema y los que no.

—¡Déjame decirlo! —gritó Éire a su amiga cuando logró zafarse, en medio del alboroto.

—¡Eso es más grave que el hip hop o el Creme brulee! —Kelsi dijo en un susurro. Miró por sobre su hombro para asegurarse de que nadie escuchara—. No puedes confesarlo así como así, y arrastrarme a mí en ello. N-no estoy lista.

Éire bajó la cabeza. No había pensado en ello.

—Hey —Kelsi hizo que la observara—. No tienes que gritarlo a los cuatro vientos para que el mundo sepa que eres valiente. Yo sé que lo eres.

La rubia de cabello corto sonrió.

Entre tanto, la rubia de cabello un poco más largo miraba toda la locura que se desataba abajo. Sus ojos mieles localizaron a Gabriel y a Troy por un lado. Los entrecerró, sabiendo que ellos eran los causantes de todo esto. Los Montez y Troy Bolton. No sabía que habían hecho pero estaba segura de que interfirieron adrede en su camino.

This is not what I wanted. This is not what I planned —exclamó—. And I just gotta say I do not understand... Something really...

Something's not right —calló a su hermano con una mano.

No le estaba gustando mucho su nueva amistad con Gabriel Montez.

Really wrong! —dijo. Ryan se unió a ella—. And we gotta get things back where they belong... We can do it!

Gotta play! —exclamó el skater.

Stick with what you know

Kelsi tomó la mano de Éire.

We can do it!

Hip hop hooray! —dijo Martha.

She has got to go

Gabriel sonrió. Había descubierto que le agradaba que todos expresaran lo que les gustaba hacer, aún si los demás se oponían.

We can do it! —exclamaron los Evans.

Creme Brule! —Zeke mostró su postre a los deportistas.

Keep your voice down low

Not another peep.

No

Not another word.

No

Not another sound.

No

Everybody QUIET! —gritó Sharpay.

La cafetería quedó en silencio. Gabriel tuvo la oportunidad de ver mejor y localizó a su hermana caminando junto con Taylor Mckessie. De hecho, todos la miraban. Se debía a que la princesita del teatro había sentado su atención en ella y ahora estaba bajando las escaleras junto a Ryan. No le gustó mucho eso así que le hizo señas a Roy y ambos se aproximaron hasta allá.

—¿Es por la segunda prueba? —escuchó decir a Gabriella—. ¡No puedo soportar que la gente me mire!

Y de nuevo todo explotó.

NOOOOOOOOOO

NO

NO

NO

Stick to the stuff you know! If you wanna be cool folllow one simple rule. Don't mess with the flow, oh no.

Stick to the status quoooooooOOOOOOOOOO

NO

NO

NO

Stick to the stuff you know! —continuó el colegio entero, mientras Troy y Gabo trataban de hacerse espacio para llegar hacia la chica—. It is better by far to keep things as they are. Don't mess with the flow, no no.

Stick to the status...

Gabriel y Troy estaban cada vez más cerca...

Stick to the status...

Gabriella se resbaló con algo en el suelo...

Stick to the status...

Su almuerzo salió volando por lo aires...

QUO.

Y cayó justo en la blusa de Sharpay Evans.

La misma soltó un grito tal que todos en el lugar se taparon los oídos.

—¡Lo siento mucho! —Gabriella intentó ayudar a Sharpay, pero Taylor la tomó entre brazos y la sacó de ahí.

Gabriel fue tras ella. Roy también lo iba a hacer, pero Chad lo detuvo.

—Ahí no te metas. Demasiado drama.

Roy miró a Gabo. El pelinegro estaba a punto de salir de la cafetería. Sin embargo, la voz de Darbus interviniendo le llamó la atención. Y más aún, la de Sharpay diciendo:

—¡Mire esto! —chilló—. ¡Esa Gabriella me echó el almuerzo encima! ¡A propósito!

Gabriel dio media vuelta sin dejar de caminar. Su hermana intentó llamarlo pero Taylor ya la había sacado por completo de la cafetería. Roy se levantó de nuevo e intentó detenerlo a pesar de los gritos de Chad. El muchacho se zafó el agarre del castaño y llegó hasta donde estaban los Evans y Darbus, y señaló con su dedo a Sharpay.

—¡Eso no es cierto! —gritó—. ¡Fue un accidente y lo sabes!

—¿Estás llamándome mentirosa? —Sharpay se llevó una mano al pecho sucio. Luego se dirigió a la profesora—. ¡Ahí tiene la muestra, Sra. Darbus! ¡Los hermanos Montez tienen un complot contra el musical! ¡Lo vi llegar con Troy ahora! ¡De seguro se ha unido a él y a sus basquetbolistas! ¡Ellos están detrás de eso! ¡¿Por qué cree que audicionó?!

—¡Serás una arpí...! —Troy apretó la mano contra su boca. El mismo se sacudió, pero con ayuda de Chad y Zeke lograron sujetarlo mejor.

Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Darbus, exaltada, se llevó las manos a la cabeza con expresión alarmada.

—¡Señorito Montez! ¡Por todos los cielos! ¡Esas no son formas de dirigirse a una dama! —exclamó—. ¡Está castigado! ¡Luego de clases quiero verlo en el teatro limpiando camerinos!

A sus espaldas, Sharpay sonrió con malicia. Eso hizo enojar tanto a Gabriel que por un segundo estuvo a nada de soltarse de los chicos y vaya a saber Dios que habría hecho.

—Ya ve, Sra. Darbus —continuó la chica, actuando en su mejor papel de víctima—. Se puede ver claramente las intenciones de todos. ¡Después de lo que usted trabajó! ¡Es todo muy injusto!

Dio media vuelta y subió las escaleras. La Sra. Darbus observó un segundo más a Gabriel.

—Llévenlo a que se siente y denle un vaso de agua —espetó hacia los deportistas. Luego pasó de ellos rumbo a quien sabe donde. Pero se veía bastante decidida.

La cafetería había quedado en silencio de nuevo. Gabriel podía sentir las miradas por todos lados. Y aunque a él no le desagradaba ser el centro de atención, tampoco buscaba serlo por verse como un toro a punto de clavarle los cuernos a alguien.

Miró a Ryan, que aún estaba de pie frente suyo. El chico se notaba asustado. Tenía en manos los macarrones que habían caído sobre su hermana.

—Sabes que está mintiendo —le dijo, cuando Troy por fin le permitió hablar—. Sabes que está actuando, ¿no? ¡Di algo!

Ryan dio un brinquito y se le cayeron los macarrones. Salió prácticamente corriendo de ahí, tras Sharpay.

Ante aquello, Gabriel pudo respirar con más calma. No porque se le haya pasado el enojo con Sharpay, si no porque esos ojos brillantes le mostraron miedo. Miedo de él. Se sentía un monstruo en ese momento.

—¿Estás bien? —preguntó Troy.

El zumbido que se había formado en sus orejas se disipó y sintió cómo los basquetbolistas lo llevaban a la mesa. El chico de tez negra, que creía que se llamaba Zeke, le trajo un vaso de agua.

—Hermano, estás mal —dijo Chad. Como Cobie, él tampoco era bueno eligiendo las palabras—. Relájate, sé que Sharpay es una arpía pero no le puedes llamar así públicamente frente a un profesor.

—Dijo mentiras sobre mi hermana —el vaso de agua que sostenía se derramó un poco debido al temblor en sus manos—. Ahora Darbus cree que estamos conspirando contra el musical.

—Tú también estás en el musical, ¿no? —Dijo Zeke—. ¡Como Troy! ¡Tú eres el villano!

—Te creo el papel —dijo un chico de tez clara, asintiendo. Gabriel lo recordaba porque era el idiota que le había preguntado a Darbus sobre las vacaciones el primer día de clases.

—Cállense ambos —regañó Chad. Luego, se giró hacia Troy—. ¿Ves lo que pasa cuando alteras el ecosistema?

—¿De qué hablas? —se extraño el ojiazul—. ¿Qué pasa?

—Ja, te diré lo que pasa. Faltaste a la práctica ayer para presentarte a un horrendo musical. Sin ofender —se dirigió a Gabo un segundo—. Y ahora, de pronto, la gente se está confesando. Si, y Zeke —sostuvo al muchacho por la camiseta—. Zeke hace postres. ¡Creme brulee!

—¿De veras? —Troy se asombró—. ¡Gabriel hace cupcakes!

—¿En serio? —dijo Zeke—. ¡Siempre he querido hacer cupcakes de Red Velvet! ¿Sabes cómo se preparan?

Gabo se permitió sonreír y asintió. Le agradaba la energía del chico.

—Y yo creme brulee. Nunca se me termina de cuajar al final, me queda todo aguado...

—¡Tengo el secreto! Mira, es...

—¡Silencio! —exclamó Chad.

Gabriel lo observó de mala manera. Zeke se fue, pero le dejó saber al pelinegro que podía pasarle la respuesta cuando quisiera. El chico de rulos se enfocó principalmente en Troy.

—¿Ves lo que está pasando aquí? ¡Nuestro equipo se separa porque tú quieres cantar!

En realidad, si se separaba era porque cualquiera se alejaría si le hablan como Chad a ellos. Pero Gabo ya se había metido en muchas cosas hoy como para sumarle el responderle mal al mejor amigo de Roy.

—¡Oye! Hasta los actores y los sabelotodo creen que pueden... hablarnos -continuó-. ¡Los de las patinetas nos saludan!

—¿Qué tiene eso de malo? —preguntó Gabriel, pero claro que ya sabía la respuesta.

En East High la pirámide estaba muy establecida.

—¿De pronto la gente cree que puede hacer otras cosas? —le preguntó Chad al pelinegro—. ¡No! Son cosas que no. pueden. hacer.

—Bueno, pues yo hice la audición, tengo papel, hago cupcakes y también planeo unirme al equipo de básquetbol —contraatacó él.

Chad lo miró y luego a Roy, quien señaló al hermano de Gabriella como si este fuera un claro ejemplo de que efectivamente, era posible. No obstante, si había alguien más terco que Gabriel Montez, era Chad Danforth.

—¿Quieres unirte a los Linces? ¿Luego de audicionar para la obra de teatro? —espetó—. Estás loco, hermano.

—Bueno, en ese caso los dos estamos locos —Gabriel señaló a Roy.

Chad soltó un bufido.

—A eso me refiero —le dio un golpe con la palma a Troy en el pecho—. ¡Tú pensando en una absurda obra cuando tenemos una eliminatoria en solo una semana!

Se levantó de ahí con brusquedad y se fue. Roy se quedó mirando su almuerzo y Gabriel no tuvo que preguntar para saber que estaba teniendo un colapso de pensamientos. Le puso una mano en el hombro, poniéndose de pie también.

—Tienes razón —dijo—. Tus problemas se resolverían por completo si tus amigos fueran igual de buenos que los míos. Y no estoy presumiendo. Sólo... deberías pensar en eso.

A pesar de que con eso pretendía ayudarlo, en realidad no hizo más que añadir otro pensamiento en la ya muy atareada cabeza de Troy Bolton.

Se topó con Gabriella y Taylor en las mesas fuera de la cafetería. Su hermana apenas verlo, se levantó para abrazarlo.

—¿Qué ocurrió, Gabs? Te devolviste y no pude regresar. No me dejaron.

—Tranquila, Gabs. Solo... me castigaron por llamar arpía a Sharpay —murmuró rascándose la nuca.

Taylor se llevó las manos a la boca, quizás asombrada o quizás ocultando una sonrisa, y Gabriella lo miró como su madre lo hacía cuando se metía en problemas. ¡Justo como ahora!

—¡No me veas de esa forma! ¡Te estaba calumniando! ¡A ti, a Roy y a mí! ¿Qué querías que hiciera?

—Ignorarla y seguir caminando. ¡Ya te dije que no me gusta que te metas en problemas por mi culpa!

—¡No es tu culpa! —el chico le puso las manos en los hombros—. Tú sólo cantaste y Darbus aceptó darte una segunda oportunidad. ¡Es Sharpay quien quiere sabotearte para que no la tengas!

—¡Te lo dije! —chistó Taylor—. Te dije que no le importa nada. Si pudiera sacaría a su propio hermano de la obra. Sí es una arpía.

Gabriel señaló a la chica de tez oscura con ambas manos. Al menos tenía apoyo. Pero Gabriella no se dejó influir.

—Puedo defenderme sola, Gabriel —comenzó. Su hermano rodó los ojos y quiso replicar, pero cuando Gabriella se ponía firme, había que quedarse quieto—. No se discute más. No quiero que sigas recibiendo castigos por cosas que me incumben a mí, ¿entendido?

Gabriel se cruzó de brazos y apretó los labios. Su pie estaba zapateando tanto contra el suelo que pensó que le haría un agujero.

—¿Entendido? —repitió la chica.

Bufó.

—Sí.

—Promételo —pidió.

—No me obligues a...

—¡Promételo!

Gabriella levantó una mano. Gabriel, algo apenado por la presencia de Taylor, levantó la contraria. Luego la chica dibujó con su otra mano una equis en su corazón y él hizo lo mismo. Taylor observaba ese gesto con una sonrisa en los labios, totalmente enternecida y divertida por cómo Gaby podía manejar a su hermano, dos cabezas más grande que ella, de esa forma.

—Lo prometo —dijo por fin.

La pelinegra asintió y lo abrazó una última vez antes de que la campana sonara.

—Tengo que ir a clases.

—Yo también, tengo Historia —Gabriel se separó. Taylor y su hermana comenzaron a alejarse—. Por cierto, mañana tendré una prueba para unirme a los Linces.

El rostro de la chica se iluminó.

—¡Eso es genial, Gabs! —exclamó—. Le diré a Troy que tenga un ojo puesto en ti.

—Que no lo ponga tan cerca porque se lo dejo morado —bromeó el chico, causando que su hermana rodara los ojos sin dejar de sonreír.

Se perdieron al cruzar el pasillo. Gabriel se acomodó las mangas de su camiseta y comenzó a caminar rumbo al aula de historia, notando que varios alumnos se le quedaban mirando y susurrando. No dudaba en que ya se había hecho famoso y por desgracia, no fue debido a su valentía al audicionar y querer ser basquetbolista, si no por ser el violento que casi se le arroja encima a una chica.

No le importaba o, al menos, eso quería hacerse creer.

En realidad, lo que ahora rondaba su mente eran aquellos ojos azul brillante que lo vieron con temor. Se estaba recriminando por tratarlo así. No se lo merecía. La arpía había sido su hermana, no él.

—Perdón.

Gabriel levantó la cabeza y se topó con esos ojitos lindos.

—No hay problema —Gabo suspiró—. Ryan... yo...

—Tengo que irme —balbuceó rápidamente el rubio.

Desapareció al girar la esquina casi corriendo, dejando a Gabriel con la palabra en la boca. De nuevo su impulsividad le había jugado una mala pasada y estaba sufriendo las consecuencias.

¿Será que alguna día cambiaría?

Tal vez, pero ese día estaba muy lejano. Todavía le quedaban cosas por aprender.

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