Capítulo 2: Regreso a Midgard
Jemma
El Bifröst se cerró dejándonos a Thor y a mí en alguna ciudad de Midgard.
No sé de qué rayos me había perdido, pero al voltear a ver a mi amigo fortachón lo vi prendado de los labios de Jane. ¿Qué rayos? ¿Ella cuando llego?
Dirigí mi mirada a otro punto del lugar, nunca imagine lo incomodo que podía ser. Y doloroso, susurró una vocecita en mi interior. Aquello era un cruel recordatorio de que yo ya no tenía a alguien que me besará de esa manera.
—Me alegra que al fin llegaras—dijo la científico derramando miel en su voz.
—No he venido solo—contestó el dios del trueno sin apartar la mirada de Jane.
— ¿Qué? —carraspeé para tratar de ser notada por el par de tortolos. Jane volteo a verme—. ¡Oh Jemma! —exclamó sorprendida y la vi sonrojarse al darse cuenta que fui testigo de su acto amoroso—. Que gusto que vinieras.
—Gracias. Extrañaba un poco la tierra—suspiré mirando a mi alrededor con nostalgia.
— ¿Qué es lo que más extrañaste de ella?
Me la pensé por un momento y luego reí.
—Al idiota de Stark, supongo.
Jane rió.
—Oh, pero que grosera soy. Vengan conmigo, estábamos desayunando. Entra Jemma te presentare a los demás.
— ¿A los demás?
¿Quién más estaba aquí?
—Algunos amigos míos.
Entramos al departamento y ahí había tres personas más. De entre ellos reconocí al Doctor Selvig, a quien había tenido la oportunidad de conocer en S.H.I.E.L.D.
—Miren quien llegó.
—Hola, Thor—dijeron el Doctor Selvig y otro muchacho rubio
— ¿Qué hay? —saludó un chica de pelo castaño y lentes levantando la mano.
—Hola, amigos—les contesto Thor.
—Les presento a Jemma—dijo Jane presentándome a sus amigos—. Ella es reina de... ammm... perdón ¿de dónde dijiste que eras reina?
—De Glerheim—le recordé.
—Oh sí.
— ¿Qué onda con tu cabello? —pregunto la castaña de lentes.
— ¿Qué tiene mi cabello? —pregunté extrañada tocándolo.
—Nada— contesto rápidamente Jane y miró con molestia a la de lentes—. Es hermoso y solo esta celosa de no tenerlo igual al tuyo.
—Agente Jemma—dijo el Doctor Selvig al reconocerme inmediatamente.
—Doctor Selvig.
Incliné la cabeza a forma de saludo.
— ¿Agente? —Preguntó confundida la de lentes—. Creí que Jane había dicho reina.
—Así es—contesté yo—, pero estuve viviendo un tiempo aquí en la tierra. Tiempo en el que trabaje para S.H.I.E.L.D y conocí al Doctor Selvig.
—Con que... agente ¿eh? —Dijo la castaña de lentes.
—Así es.
—Bueno, entonces tú me puedes resolver la pregunta del millón. ¿Qué rayos significa S.H.I.E.L.D?
Reí ante la pregunta de la chica. Creí que iba a pregunta algo sobre los secretos, protocolos, etc.
—Significa "Sistema Homologado de Inteligencia, Espionaje, Logística y Defensa"
—Oh bueno, creo que si suena mejor S.H.I.E.L.D.
—Bueno, Jemma. Déjame terminar de presentarte. La preguntona es mi pasante, se llama Darcy.
—Un placer—dijimos ambas estrechando las manos.
—Y él—señaló al chico rubio—es el pasante de mi pasante—, se llama Ian.
—Mucho gusto—dijimos estrechando manos también.
—Vengan a desayunar—nos invitó Selvig.
Nos sentamos con ellos en la mesa, pero yo me quede parada.
—Jane.
Ella se giró para verme.
— ¿Qué sucede?
— ¿Podrías prestarme tu baño? Necesito cambiarme.
—Por supuesto, está por allá—señaló una puerta.
—Gracias.
Entré al pequeño baño y me quité el vestido asgardiano. Abrí la bolsa de cuero donde tenía mis cosas y las saqué. Me puse mi traje negro de S.H.I.E.L.D. y me colgué mi cinturón de armas, el cual traía mi comunicador. Me mordí el labio sintiéndome algo con indecisión. Había perdido comunicación con la organización desde que me alejé de ellos al final de la batalla de Nueva York. ¿Debía avisar de mi llegada? Probablemente sería lo más correcto. Activé el pequeño aparato.
"Identificación" fue la palabra que apareció en la pantalla de aquel aparato.
—Agente Jemma, nivel 9, clave 0-8-4-G-L-E-R.
"Clave Aceptada" apareció de inmediato en el comunicador y el escucho de la organización bailó en la pequeña pantalla.
—Línea directa con el Director Fury.
"Procesando... Llamando al Director Fury". Esperé unos minutos, después en el comunicador apareció la imagen del Director.
—Agente Jemma—me miró sorprendido el Director de S.H.I.E.L.D—, ¿a qué debo este honor?
—Señor he regresado a la tierra con Thor. Solo me comunicaba con usted para que esté enterado.
—Gracias agente, supongo estaremos en contacto.
—Eso espero.
"Llamada Finalizada", la imagen del Director Fury desapareció y guardé el comunicador en mi cinturón de nuevo. Puse mi vestido dentro de la bolsa de cuero y salí del baño.
— ¡Vaya! Ahora si te creo que eres agente de S.H.I.E.L.D—dijo Darcy.
Me reí del tonto comentario de la castaña. Me senté con todo en la mesa, tomé un plato y me serví la leche además del cereal. Moría de hambre.
— ¿Jane?
Ella apartó la mirada de Thor para fijarla en mí
— ¿Sí?
— ¿Mañana podrías llevarme a la Torre Stark?
—Ammm... claro, solo llamo a la aerolínea y...—la interrumpí.
— ¿Aerolínea? —pregunté extrañada.
No creo que sea necesario un avión para viajar por la ciudad.
—Por supuesto, él está en Nueva York.
— ¿Y nosotros dónde estamos?
—En Londres.
— ¿Inglaterra?
—Así es.
—Oh por... Yggdrasil. ¿Cómo llegaré hasta allá?
—En avión ¡Dah! —dijo Darcy mencionando lo "obvio" para ella.
—No tengo papeles para viajar en avión—suspiré—. Tendré que llamar a S.H.I.E.L.D para pedirles un jet.
—No te dejaré ir sola Jemma—dijo Thor—. Prometí cuidarte y recuerda que estamos juntos en esto.
—Gracias Thor, pero ¿qué pasa con Jane?
—A mí solo me importa estar donde este Thor.
Jane tomó la mano del dios del trueno y la acarició con afecto-
—Bueno, ya está decidido—dijo Thor poniéndole fin a nuestra conversación.
—Oye, Jane—dijo Darcy llamándola mientras aun tenia cereal en su boca—, antes de que te vayas. ¿Vas a ir conmigo a ver Coriolanus?
—Oh, Darcy—dijo decepcionada la aludida—. Lo olvidé por completo, además ya planeaba pasar el día con Thor.
— ¿Cómo puedes olvidar a Tom Hiddleston? Pero claro. Tu novio "dios nórdico y fortachón" aparece y te olvidas de tu amiga que te apoyo cuando él se largó.
—Lo siento Darcy.
—Yo puedo ir contigo—se ofreció Ian.
—No tú no. No te quiero ver cerca cuando tenga de frente a Tom Hiddleston—Darcy recargó su codo en la mesa y puso su barbilla en la mano mientras pensaba quien la podía acompañar. Su mirada cayó sobre mí. Oh no, pensé—. ¡Jemma! ¡Tú vendrás conmigo!
— ¿Yo? ¿Qué? ¿Por qué?
Acabo de llegar y me quiere llevar a quien sabe dónde. Lo único que quiero es tirarme en una cama y llorar por la pérdida de Loki, aun no me he repuesto como para salir con Darcy.
— ¡Sí! ¿Te gusta el teatro?
—Ammm... nunca he ido.
Las únicas veces que fui al teatro fue para ir con Phil a ver a Audrey Nathan, una chelista con la que él solía salir, pero nunca fuimos al teatro a ver una obra.
—Yo tampoco—declaro Darcy—. Solo quiero ir a ver a Tom Hiddleston.
— ¿Y ese quién es?
En la tierra aprendí cosas sobre humanos, pero lo que jamás se me dio fue aprender sobre gente "famosa". Solo me enfoqué en mi vida diaria y en S.H.I.E.L.D.
—Un actor muy candente.
—Vaya y... ¿de qué es la obra?
—No lo sé—chasqueó la lengua—. Solo sé que es de Shakespeare.
—Conozco sus obras literarias ¿Cómo se llama la obra?
—Coriolanus.
Me quedé pensando por un momento recordando las obras de William Shakespeare que el Profesor Xavier me hizo leer mientras estuve en su escuela.
—Oh, ya recordé, es sobre...—Darcy me interrumpió.
—No importa ¿Vienes o vienes?
—Bueno creo que... voy.
— ¡Sí!
Terminamos de desayunar.
Me pasé la tarde con Darcy quien me mostro la filmografía completa del tal Tom Hiddleston. Debía admitir que el tipo era más guapo que cualquier midgardiano que había visto, pero tampoco sería como para derretirme de amor como al parecer Darcy lo estaba haciendo.
Las horas pasaron tan lentamente hasta que llegó la hora de ir a la dichosa obra. Antes de ir discutí con Darcy por mi guarda ropa y mi cinturón de armas. Terminé accediendo a que me prestara unos jeans y una blusa.
Usamos un pequeño auto, pero Darcy condujo solo una manzana y le quite el vehículo. Dudaba de me inmortalidad cuando ella se había puesto al volante. Manejaba pesimamente por las calles de Londres.
Llegamos al teatro Donmar Warehouse. Había demasiadas personas, pero sobretodo muchas jóvenes y muy gritonas. Estacioné el pequeño auto a unas cuadras del lugar y nos formamos en la fila con los demás.
Las chicas de la fila comenzaron a hablar sobre el tal Tom. Decía que se morían por verlo mojado y desnudo. Me sorprendieron varios de los bajos pensamientos que tenía sobre el tal Tom. Me pregunto si el pobre midgardiano lo sabría o le gustaría provocar aquellos pensamientos en las midgardianas.
Entramos al teatro, según Darcy teníamos asientos envidiables. Estábamos sentadas en primera fila y podríamos ver a Tom Hiddleston en toda su gloria. Palabras de Darcy y no mías.
Pasaron varios minutos para que la obra comenzara. Apagaron las luces y la obra comenzó. La pobre Darcy se veía aburrida, no entendía que rayos estaba pasando. El tal Tom Hiddleston apareció y la verdad era muy diferente verlo en persona. Podrías admirarlo de otra forma. Él desprendía un aire diferente al de cualquier midgardiano que hubiera conocido, casi como el aire que vi para fiarme de Phil. Decidí ignorar aquellos pensamientos y enfocarme solamente en la obra y en la actuación de él, la cual era muy buena.
La obra terminó y salimos del teatro. Había comenzado a caminar en la dirección que habíamos dejado el auto y voltee para buscar a Darcy. Ella se iba del lado contrario.
— ¡Oye Darcy! —Le grité y ella volteo—. ¿A dónde crees que vas?
—Oh, voy con las demás chicas a esperar a Tom para tomarme una foto. ¿No vienes?
—Ammm... no. Yo creo que paso. Te espero en el auto.
—Bien, te lo pierdes.
—Procurare no arrepentirme.
Le guiñe el ojo y cada una se fue por su camino.
La calle, donde había dejado el auto, estaba sola. A la distancia alcancé a divisar aquel pequeño auto midgardiano y un extraño escalofrió recorrió mi columna, así que mejor decidí apresurar mi paso al vehículo fijando mi vista solo en él.
De la nada mi vista fue obstruida y me golpeé fuertemente la cabeza. Termine cayendo de sentón en el suelo.
— ¡Auch!
Me quejé y llevé mi mano a la frente sobando el golpe que me había dado. La cabeza y el trasero me dolían.
— ¡Oh por Dios! ¡Discúlpame no te vi! —dijo una dulce voz masculina con un notable acento inglés.
— ¿Qué rayos?
Estaba algo confundida por el golpe.
—Lamento haberte golpeado con la puerta. Lo siento. De verdad lo siento. Perdóname.
— ¿Podrías dejar de disculparte? —pregunté molesta.
Tantas disculpas de este tipo me marearon.
—Lo siento—volvió a decir apenado.
Voltee a verlo con molestia y vi que su rostro estaba muy cerca del mío. Estábamos respirando el mismo aire. En se instante reconocí aquel rostro y aquellos penetrantes ojos azules. Cuando ves el rostro de alguien todo el maldito día creo que es muy difícil no poder reconocerlo. Aquellos luceros me miraban fijamente y podía verme reflejada en su mirada llena de calidez. Era como si estuviera desnudando mi alma. Tragué saliva. Él me miraba muy preocupado y con delicadeza apartó mi mano. Al sentir su piel con la piel una descarga eléctrica recorrió mi mano y me llegó hasta la columna y me hizo estremecer. Él comenzó a inspeccionar el golpe de mi frente.
—Lo lamento tanto—acarició con ternura el golpe de mi frente—. Se te está haciendo un horrible chichón.
—No te preocupes.
Aparté su mano con rapidez y baje mi mirada. Estaba sintiendo un terrible calor por todo mi cuerpo, sobretodo ahí donde él no paraba de acariciar.
Él se levantó y me ofreció su mano para levantarme. Le tomé y el calor de su mano envolvió a la mía. Era un calor diferente y me llegó hasta el corazón. Nunca había sentido un calor que me derritiera mis congelados huesos. Ni siquiera Loki me había hecho sentir aquello. Pero este midgardiano me hacía sentir tanto calor por dentro que por primera vez fui consciente del frío que siempre me rodeaba y era parte de mí. Frío y calor se fundieron como dos amantes en mi interior.
Me levantó del suelo y me percate que era demasiado alto, su altura me recordó a la de Loki. Me tomé el tiempo para verlo de arriba abajo con detenimiento. Su cabello de un castaño ligeramente rubio estaba rizado y te entraban ganas de enterrar tus dedos en este. Una incipiente barba de candado le adornaba el rostro y mis dedos cosquillearon por las ganas de acariciarla. Sus labios eran bastante finos. Aun debajo de su chamarra algo holgada podía notar sus músculos. Sus caderas eran estrechas y sus piernas bastante largas y llenas de fortaleza. Mis ojos volvieron a caer en los suyos.
— ¿Qué puedo hacer para enmendar esto? —preguntó viendo con preocupación el golpe en mi frente.
—No tienes que hacer nada, solo olvídalo—dije amablemente—. Solo me pongo algo de hielo en casa y es todo.
—Me siento culpable.
Metió las manos en su pantalón y fue demasiado adorable ver como se sonrojaba.
—Fue culpa mía—admití—. No vi para donde iba.
Veía su verdadera preocupación en sus ojos. Aquello me llamó demasiado la atención, este midgardiano a penas me conocía y se preocupaba por mi bienestar. Solo una vez conocí a alguien así, su nombre era Phil Coulson.
Me tomé el tiempo para verlo de arriba abajo con detenimiento. Era realmente alto, sus ojos era de un azul que... ¿esperen se ven verdes? No, ahora azules y ahora verdes de nuevo. Aquello me llamó la atención la forma en que sus ojos cambiaban de color dependiendo la luz. Su cabello de un castaño ligeramente rubio estaba rizado y te entraban ganas de enterrar tus dedos en este. Una incipiente barba de candado le adornaba el rostro y mis dedos cosquillearon por las ganas de acariciarla. Sus labios eran bastante finos ligeramente resecos por el frío de Londres. Aun debajo de su chamarra algo holgada podía notar sus músculos. Sus caderas eran estrechas y sus piernas bastante largas y llenas de fortaleza. Mis ojos volvieron a caer en los suyos.
— ¡Ahí esta! —gritó alguien detrás del midgardiano.
— ¡Sí, es él!
— ¡Tom Hiddleston!
—Maldición...—murmuró él.
— ¡Tom una foto!
Volvieron a gritar y varios flashes comenzaron a salir disparados en nuestra dirección.
—Sígueme—me dijo el midgardiano tomándome de mi mano.
— ¿A dónde? —pregunté confundida.
—Solo sígueme.
Comenzó a correr y me estiró con él. Ambos corrimos intentado escapar por alguna extraña razón de las personas con cámaras. Sentirme en peligro, por alguna razón, activó mi instintos como agente y comencé a inspeccionar la calle a medida que avanzábamos. Alcancé a ver un callejón a la distancia. Guie a Tom hasta este y con un rápido movimiento entramos. Lo acorralé contra la pared de aquel callejón pegándome lo más que me era posible a él para ser tragados por las sombras. Escuchábamos como se alejaban las personas con cámara y suspiré de alivio. Decidimos esperar a que no se escuchara ningún otro ruido.
Silencio.
Mi corazón latía a toda velocidad y una respiración agitada me acariciaba la mejilla haciendo que mi piel se erizara. Volteé a ver al midgardiano y la punta de mi nariz rozaba su mentón. Mi pecho y el suyo estaban demasiado unidos que sentía como subía y bajaba rápidamente. Aspiré con fuerza y el olor de Tom golpeó mi nariz. Un exquisito aroma a perfume y su sudor mezclados le daban un toque más varonil.
Calor.
Mucho calor.
Tragué saliva al ver que él se inclinaba para estar un poco más cerca de mí. Sus labios estaban aún más cerca y por la forma en que se entreabrían parecía que me invitara a probarlos. Aparte rápidamente aquellos pensamientos de mí y me alejé de él.
—Lamento haberte arrastrado a esto—dijo él con su respiración volviendo casi a la normalidad.
—No te preocupes—reí—. Fue divertido.
—Me alegro que te allá parecido divertido—él carraspeó un poco—. Que grosero soy, te he golpeado y te he arrastrado por casi toda la ciudad y no me presente. Me llamo Tom Hiddleston.
Extendió su mano y la estreché con la mía. Me estremecí al volver a sentir aquella electricidad que me recorría la columna. El calor de Tom volvió a envolverme.
—Ya lo sabía—me sonrojé al darme cuenta de mis palabras—. Ammm... quiero decir, es que a una amiga le gustas y no deja de repetir tu nombre.
—Oh.
Se sonrojó.
—Mi nombre es Jemma.
—Un placer conocerte, Jemma.
—Lo mismo digo, Tom.
Nuestras manos seguían estrechadas y ambos nos sonreíamos. Aquel midgardiano tenía una sonrisa que...
Un rayo retumbó en la ciudad y comenzó a llover a cantaros.
— ¿Qué? Esto no puede ser—exclamó Tom—. Toma—me dio su chamarra para protegerme de la lluvia—. Busquemos un lugar para refugiarnos de la lluvia.
Salimos del callejón y volteamos para todos lados buscando un lugar para refugiarnos de la lluvia.
— ¡Allí! —dijo Tom mientras apuntaba a una cafetería.
Él tomo mi mano nuevamente y corrimos en la lluvia hasta llegar a aquel lugar. Al entrar el calor del lugar nos abrazó y nos sentamos en una mesa al fondo del lugar.
—Vaya—suspiró Tom con pesar—, creo que este no ha sido mi día.
— ¿Por qué lo dices? —pregunté con una sonrisa.
Para mí había sido un día divertido a pesar de lo mal que me sentía y la había pasado hace unas horas atrás.
—Primero te golpeo, luego los paparazzis me persiguen y por último la lluvia. Lamento arrastrarte a esto, lo único bueno que me pasó fue encontrarme contigo.
Me sonrojé ante su último comentario, pero me hice como que no lo oí.
—Por mí no te preocupes, esto es lo más divertido que me ha pasado desde que llegue a la tier... Londres.
— ¿Qué es lo que van a ordenar? —preguntó una señora regordeta con un delantal manchado de grasa amarrado a su cintura y libreta en mano.
— ¿Gustas algo Jemma? —preguntó caballerosamente Tom.
—Un Earl Grey, por favor—dije y la señora apuntó en su libreta.
—A mi tráigame un café, por favor.
La señora terminó de escribir y se fue.
Tom no dejaba de verme, era como si nunca hubiera visto a alguien como yo, bueno supongo que en Midgard no hay demasiadas chicas con cabello blanco natural. Por mi parte luchaba por evadir esa mirada, aquella mirada era como si inspeccionara mi alma, como si me desnudara por completo, me sentí tan expuesta y él estaba penetrando algo que en mi interior que nunca nadie había podido. Era incomodo que me siguiera viendo así. A mi mente vino el recuerdo del día que conocí a Loki de niños.
Loki, mi mente susurró su nombre y el hueco en mi pecho se hizo más grande.
— ¿Te estoy incomodando? —preguntó Tom y los recuerdos me abrumaron.
Por un momento creí haber escuchado y visto a Loki.
— ¿Loki? —pregunté confundida.
—Soy Tom.
Sacudí mi cabeza para apartar los recuerdos.
—Lo...lo siento, yo ammm... Descuida no me incomodaste.
—Realmente lamento haberte arrastrado a esto.
Tomo mi mano con ternura y delicadeza, pero yo la aparte.
—De verdad, no te preocupes.
— ¿Y qué hacías en la calle?
—Iba a subir a mi auto. Acababa de salir de la obra.
— ¿De verdad? —Asentí—. ¿Qué te pareció?
—No creo tener derecho a criticar algo que desconozco como al arte de la actuación, en cuanto a la obra solamente la leí no me puse a meditar en ella a fondo.
— ¿Leíste Coriolanus? ¿Te gusta Shakespeare?
Sus ojos centellaron de emoción.
—Solo he leído algunas de sus obras o unos cuantos sonetos. A veces es algo confuso.
—Sí al principio lo es...
Tom estuvo hablándome de las obras de Shakespeare, me hablo de por qué le gustaban, también me contó sobre su pasión por el teatro. Era impresionante ver como su rostro se iluminaba al hablar con tal pasión sobre lo que le gustaba.
La camarera llegó con nuestra orden.
— ¿Y tú qué haces Jemma?
Tom le dio un sorbo a su café.
— ¿Disculpa?
No había entendido muy bien la pregunta.
—Sí—dijo con una sonrisa— ¿A qué te dedicas?
"Oh pues veras, Tom. Soy una reina de un mundo desconocido, pero he venido a la tierra a visitar a mis amigos los Vengadores. ¿Los conoces? Salvaron a la tierra de mi novio muerto y bueno yo fui parte de los Vengadores porque tengo poderes de hielo y S.H.I.E.L.D me entrenó para ser una asesina". Claro, ya parece que le iba a decir aquello. Tuve que pensar con cuidado mis palabras.
—Pues... trabajo en una agencia.
Le di un sorbo a mi te.
— ¿Agencia? ¿De qué clase? ¿De autos, de viajes?
Reí.
—No, ammm... es como de ammm... el gobierno.
— ¿El gobierno?
—Así es, trabajo para el gobierno de los Estados Unidos.
—Ah, eres americana.
—Sí.
Mentirosa, susurró una vocecita.
—Bueno, yo soy de Londres.
—Así que estas en casa.
—Sí—sonrío, su sonrisa era muy bonita, muy...sincera—. Oh, mira—volteamos a ver a la ventana del local—. Ha parado de llover.
Nos levantamos de la mesa y Tom se ofreció a pagar. Salimos de la cafetería y él amablemente se ofreció a acompañarme a mi auto.
Caminábamos en silencio por las calles de Londres y él caminaba a mi lado con sus manos metidas en los bolsillos de su chamarra. Me encantaba respirar el aroma a lluvia sobre el pavimento mojado.
—Este es mi auto.
Me detuve a un lado del coche.
—Bueno... entonces... ¿nos vemos otro día?
—No lo creo.
— ¿Por qué no?
Frunció el ceño, pero pude ver su decepción.
—Mañana me voy a Nueva York.
—Bueno... ammm... ¿podrías darme tu número de celular y...? —lo interrumpí.
—Tom, no quiero sonar grosera, pero no me interesa tener alguna relación contigo.
Vi la sorpresa en su rostro, pero se relajó y sonrió amablemente.
— ¿Crees en el destino?
—Por supuesto.
—Entonces dejemos todo en manos del destino—lo miré extrañada, pero él se veía bastante divertido—. Si el destino nos juntó esta noche dejémoslo que nos vuelva a juntar, ¿te parece?
—Yo no creo que...—me interrumpió poniendo uno de sus largos dedos sobre mis labios.
—No digas nada. Hagamos una apuesta.
— ¿Una apuesta? —me reí.
—Sí, si nos volvemos a encontrar aceptaras tener una cita conmigo y me besaras.
Aquello me tomó por sorpresa, pero entendí que él quería besarme. ¿Por qué no solo lo hacía y ya? Era muy improbable que nos volviéramos a juntar por el resto de nuestras vidas. Teníamos ritmos y estilos de vida muy diferentes. Yo soy una vengadora y él es un actor.
— ¿Por qué si solo quieres un beso no lo haces y ya?
—Podría—se acercó peligrosamente a mí y nuestras narices rozaron. Lo tenía sobre mí. El corazón me latió en la boca y podía sentir como respirábamos el mismo aire. Estaba paralizada, pero algo dentro de mí tiraba hacia él—, pero soy un caballero y no lo haría de esa manera—me sonrió y acarició mi mejilla de manera tierna, haciendo que los vellos de mi mejilla se erizaran por la electricidad—. Entonces, ¿qué dices? ¿Aceptas la apuesta?
Me reí sabiendo que él llevaba todas las de perder.
—Acepto—sonreí.
Él se apartó de mí y ambos estrechamos las manos.
—Trato hecho—se rió.
Él tenía una peculiar risa. Era un ruido tierno que jamás había oído, pero era divertido y te cosquilleaba el pecho.
—Adiós, Tom.
—No—tomó mi mano y la besó con la misma caballerosidad de un príncipe—. Hasta que el destino nos vuelva a unir.
Sonreí y entré al auto. Lo vi alejarse del lugar y algo muy dentro de mí estaba deseando que yo perdiera la puesta, pero era algo improbable.
Al perderlo de vista iba a arrancar el auto, pero vi una nota en el parabrisas. Abrí la ventana y tomé la nota. Era de Darcy:
No sé dónde rayos te metiste, pedí un taxi y me fui.
Darcy.
Arranqué el auto y vi la hora en el radio del auto. Eran las 3:00 am ¡Por Yggdrasil! Demasiado tarde, probablemente mis amigos estarían muy preocupados por mí. Conduje por la ciudad de Londres hasta llegar a la casa de Jane.
Al entrar solo estaban Thor, Jane y Darcy despiertos y preocupados.
— ¡Jemma! —exclamó Thor al verme y corrió a abrazarme—. Gracias a Odín que estas bien. ¿Dónde te habías metido? —Dejó de abrazarme y me agarró por los hombros—. ¡Por la barba de Odín! ¿Quién te ha golpeado?
—Fue un accidente, Thor—le explique.
— ¿Dónde estabas? —escuché la voz de Darcy detrás de Thor.
—Nunca creerás con quien me encontré—le dije a Darcy mientras Thor se hacía a un lado para verla.
— ¿A quién?
—Vengan a sentarse—dijo Jane y así lo hicimos—. Voy a traerte algo de hielo.
— ¿Con quién te encontraste, Jemma? —preguntó Darcy.
—Con tu amado Tom Hiddleston.
— ¿Qué? ¡El maldito se fue por otra puerta!
—Sí, fue él quien me golpeo con la puerta.
— ¿Qué? —gruñó Thor y llamó a Mjölnir.
—Tranquilo, grandulón—palmeé su fornido brazo—. Fue un accidente, él no me vio.
—Mmmm... más le vale. Juré por mi honor protegerte.
—Y haces un excelente trabajo—dije con sarcasmo, pero Thor no lo entendió creyendo que realmente alababa su labor como mi protector y bajó a Mjölnir—. Bueno...—continúe con mi relato—después huimos de unos hombres que nos atosigaban con sus cámaras.
—Paparazzis—dijo Darcy.
—Nos escondimos de ellos en un callejón y comenzó a llover. Nos refugiamos en una cafetería. Él me invito un té y estuvimos hablando.
— ¿Cómo es? —pregunto Darcy.
—Amable, caballeroso...
—No, dame detalles sucios.
—Darcy él no me interesa para nada, solo lo trate como una persona normal.
—Bueno...—dijo molesta— ¿Y cómo fue?
—Ya te lo dije amable, caballeroso y atento.
—Aquí tienes
Jane me entregó una bolsita de hielo y me la puse en el golpe de la frente.
— ¡Agh! —me quejé y después di un suspiré de alivio—. Que bien se siente. Creo que es hora de que nos vayamos a dormir. Mañana temprano hablaré a S.H.I.E.L.D.
Darcy se despidió y se fue a su casa, Thor y Jane se durmieron en la habitación de Jane y yo me dormí en la habitación de huéspedes.
En la noche el recuerdo de Loki me atacó y aquel vacío que por un momento había creído extinto volvió a aparecer.
Lloré en silencio.
Lloré por Loki.
Lloré por mí.
Lloré porque creí que ya jamás iba a ser amaba.
Ojos verdes me miraban en la oscuridad llenos de amargura y de odio, después el brillo intenso de unos ojos azules me salvó de la oscuridad de mi alma.
Los ojos azules de Tom me consolaron esa noche.
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