O44 | PUNTO DE NO RETORNO
Cuando Megan llegó, sintió una ligera opresión en el pecho. La casa era acogedora, con paredes de colores cálidos y detalles familiares que hacían el espacio íntimo y encantador. Sobre una repisa, había fotografías enmarcadas de Jungkook y su hermano, y unas plantas bien cuidadas junto a la ventana dejaban entrar la luz de la tarde. Todo el lugar irradiaba calidez, reflejo de la familia que era, por lo que sintió una mezcla de nervios y entusiasmo por encontrarse en ese ambiente tan distinto al que estaba acostumbrada.
Justo al cruzar la puerta, Soojin, la madre de Jungkook, la recibió con una sonrisa amplia y sincera, como si hubiese estado esperándola desde hace mucho, hasta la rodeó en un abrazo cálido que la tomó por sorpresa, antes de que pudiera decir algo.
Intentó corresponder al gesto, sin poder evitar sentirse un poco tensa aún, pero la amabilidad de la mujer la fue envolviendo. Al separarse, Megan notó la expresión orgullosa de Jungkook, quien le sonreía con un brillo especial en los ojos.
—¡Megan! Estoy tan feliz de conocerte. Jungkook nos ha hablado mucho de ti.
Se sonrojó ligeramente, intentando ocultar su nerviosismo detrás de una sonrisa educada. Las palabras resonaron en su cabeza, y aunque no sabía con exactitud qué dijo Jungkook sobre ella, podía sentir la calidez y sinceridad en cada palabra de la mujer.
—Gracias, señora Jeon. Yo... también tenía muchas ganas de conocerla.
—Por favor, llámame Soojin —soltó una risa con suavidad, un sonido que parecía llenar de luz la sala—. Aquí no somos tan formales, ¿verdad, hijo?
Jungkook, que observaba la interacción con una mezcla de orgullo y alivio, asintió, aunque no pudo resistir la tentación de hablar.
—Lo dice ahora, pero cuando yo era niño, las reglas eran estrictas.
—¡Y mira en quién te has convertido! —replicó, dándole un ligero golpe en el brazo con afecto.
Luego miró a Megan, su expresión suavizándose aún más, mientras la pelinegra sonreía, sintiendo cómo sus mejillas comenzaban a arder. Fue entonces cuando notó a Junghyuk, observándola con curiosidad y timidez, un poco apartado. Sus ojos bajaban constantemente al suelo, evitando el contacto directo. Al percatarse de la presencia de su hermano, Jungkook se inclinó ligeramente hacia adelante y le sonrió.
—Hey, Junghyuk. Ven aquí, quiero que conozcas a alguien muy especial.
—Hola, soy Junghyuk —Con un poco de timidez, se acercó y extendió su mano.
—Hola, Junghyuk. Es un placer conocerte. Jungkook me ha hablado mucho sobre ti —dijo con una pequeña sonrisa, tomando su mano—. ¿Te gustan los videojuegos?
La mención de los videojuegos hizo que se animara un poco más, dibujándose una pequeña sonrisa en su rostro.
—¡Sí! ¿Quieres jugar conmigo después?
—¡Claro! Me encantaría.
Mientras tanto, Soojin observaba con una sonrisa la interacción entre Megan y sus hijos. No podía evitar notar lo evidente que era el orgullo de Jungkook al presentarla.
El ambiente en la casa era tranquilo, con el suave tictac de un reloj en la pared y el reconfortante aroma de algo recién horneado que llegaba desde la cocina. Jungkook, siempre atento, se acercó a su madre.
—Mamá, ¿necesitas ayuda?
—No te preocupes —negó con la cabeza, para luego dirigirse a Megan y preguntar con suavidad—: ¿Te gustaría ayudarme a poner la mesa?
—Claro —asintió, sonriendo de inmediato, sintiendo que esa pequeña acción le permitía integrarse aún más en el hogar de Jungkook.
Él observaba la escena con atención antes de acercarse a ella, lanzándole una mirada de complicidad, como preguntándole si estaba bien con lo que pasaba. Megan, devolviéndole una mirada firme y tranquila, le transmitió que se sentía cómoda. Antes de alejarse para unirse a su hermano, Jungkook le dio un suave beso en la sien, un gesto que, aunque sencillo, la hizo sentirse aún más segura en medio de sus nervios.
—Gracias —musitó con una sonrisa.
—¿Jugamos ahora? —Junghyuk tomó valor y tiró de la manga de Jungkook, con un tono de entusiasmo inusual en su voz.
—Claro, vamos —sonrió y asintió, poniéndole una mano en el hombro.
Megan observó cómo los hermanos se adentraban más en la sala, dirigiéndose al sofá, mientras ella seguía a Soojin por la cocina, ayudándola a preparar la mesa, no pudo evitar lanzar miradas furtivas hacia ellos. Ver a Jungkook tan relajado y animado junto a su hermano la conmovió profundamente; era una faceta de él que le mostraba cuánto valoraba a las personas que amaba.
Soojin notó la atención hacia su hijo y le dedicó una sonrisa cómplice.
—Jungkook siempre ha sido muy protector con Junghyuk y conmigo. Es...—hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Es nuestro pilar. Nos cuida a ambos como si fuéramos su mundo.
—Es admirable lo cercanos que son —observó cómo Jungkook se inclinaba hacia su hermano, comentando algo que causó la carcajada de Junghyuk, jugando con él en la sala. Su corazón se llenó de calidez al presenciar esa relación tan sólida—. Definitivamente ha crecido en un hogar amoroso. La forma en que habla de su familia es siempre muy especial.
—Siempre hemos intentado ser un buen equipo —sonrió satisfecha con el cumplido, colocando un plato justo en el centro de la mesa—. La familia es lo más importante.
Megan se sentía un poco nerviosa, pero la calidez del hogar y la amabilidad de Soojin la envolvían, haciéndola sentir más cómoda. Decidió aprovechar la oportunidad para establecer una conexión más profunda.
—Se nota que lo ha hecho bien —aseguró mientras se unía a Soojin en la tarea de preparar la mesa—. Jungkook es una persona increíble, y eso habla mucho de usted como madre.
—Gracias. Ha sido un desafío hacerlo sola, pero ver cómo se ha convertido en un joven tan considerado me llena de orgullo —respondió, con un brillo de amor en sus ojos que iluminaba su rostro.
La conexión entre madre e hijo era evidente, y Megan no pudo evitar sentirse inspirada por esa relación. Mientras se dirigían a la cocina, reflexionó sobre el impacto que Jungkook tuvo en su vida y cómo creció a partir de su entorno familiar.
—Es muy bueno. Siempre me hace sentir cómoda.
—Y eso es muy importante. A Jungkook le gusta rodearse de personas que lo hacen sentir bien —asintió con una sonrisa de satisfacción—. He notado un cambio en Jungkook desde que llegaste a su vida. Está más... animado, como si algo dentro de él hubiera despertado. Estoy segura de que es por la forma en que lo haces sentir, y me pone muy contenta.
—Gracias, Soojin. Aprecio que me reciban en su hogar —murmuró con una sonrisa, disfrutando de la calidez que emanaba—. Es agradable conocer a la familia de Jungkook.
—Estamos encantados de tenerte aquí. Jungkook en serio ha hablado demasiado de ti, así que estábamos deseando que llegara este momento.
Megan se sonrojó levemente, sintiéndose halagada, por lo que la mujer observó la reacción y sonrió con ternura antes de girarse hacia la nevera para buscar la bebida. Permaneció de pie, insegura de si debía ofrecer más ayuda o simplemente esperar. Sin embargo, antes de que pudiera decidir, Soojin dejó la bebida en la encimera y, con un gesto suave, le tomó la mano entre las suyas.
—Megan… —comenzó, su tono cálido pero algo vacilante—, sé que Jungkook me pidió que no mencionara esto, pero no puedo evitarlo. Quiero darte las gracias, de corazón.
Parpadeó, confundida, frunciendo de forma ligera el ceño.
—¿Gracias? ¿Por qué?
—Por ayudarnos con la hipoteca de la casa —apretó ligeramente su mano, sus ojos reflejando gratitud—. Si no fuera por ti, la habríamos perdido. No sé cómo agradecerte lo suficiente.
Su rostro enrojeció al instante, y un nudo de vergüenza se formó en su estómago. La revelación la tomó por sorpresa; había aceptado ayudar a Jungkook con el dinero bajo un acuerdo que prefería dejar en el pasado. Ahora, al escuchar a Soojin, sentía una presión que no esperaba.
—Oh, no fue nada… —se esforzó por sonar casual, aunque su voz temblaba un poco—. Jungkook me está devolviendo todo poco a poco. Apenas lo recuerdo.
Sintió una oleada de emociones. No sabía cómo reaccionar ante esas palabras tan sinceras. La imagen de Jungkook entregándole sobres con dinero cada mes pasó por su mente, recordándole cuánto se esforzaba por devolverle cada centavo. Pero también recordó lo que sintió cuando él le contó al grupo, mostrándose desesperado, cómo ella pasó de alguna manera de la situación, hasta que supo que su tío con quien la vio fue con él. Y por eso, de alguna manera, decidió usar esa desesperación de Jungkook a su favor.
—Puede que tú lo veas así, pero para nosotros fue un gran alivio —asintió con su mirada seria, pero llena de aprecio—. Te lo digo como madre: ver a tu hijo luchar por algo y que alguien le tienda una mano… Eso no se olvida, Megan.
—Soojin, yo… —comenzó, buscando las palabras adecuadas—. Solo hice lo que cualquiera haría por alguien que le importa.
—Y eso dice mucho de ti, querida. Jungkook tiene suerte de tenerte a su lado.
En ese momento, los pasos ligeros de Jungkook resonaron en el pasillo, y al entrar en la cocina, sus ojos se posaron en ambas mujeres. La atmósfera entre ellas parecía densa, y Megan tuvo que esforzarse por ocultar sus emociones.
—¿Todo bien por aquí? —preguntó con tono despreocupado, aunque su mirada mostraba un leve atisbo de preocupación, por lo que ella se aclaró la garganta, soltando una leve risa para aliviar la tensión.
—Sí, todo bien.
Alzó una ceja, claramente curioso, pero no presionó. Caminó hacia Soojin y pasó el brazo por sus hombros antes de volverse hacia Megan con una sonrisa.
—Entonces, ¿ya vamos a comer?
Su madre confirmó, mientras Megan le devolvió la sonrisa, aunque aún sentía un leve nudo en el pecho. Cuando Jungkook volvió a la sala con su hermano, ella notó que Soojin le dedicaba una última mirada cálida. Aunque la incomodidad inicial persistía, no podía negar que la honestidad de la mujer tocó una fibra profunda en su corazón.
La familia se reunió alrededor de la mesa, mientras el aroma de la cena llenaba el aire. Megan se sentó junto a Jungkook, nerviosa pero emocionada. La mesa, decorada con platos sencillos pero bien cuidados, reflejaba la atención de Soojin a los detalles. A medida que la conversación fluía, se llenaba de risas y anécdotas familiares.
Soojin, interesada en conocerla, le hizo preguntas sobre su vida. Sin embargo, cuando mencionó a sus padres, una sombra de incomodidad se apoderó de Megan. Recordó el doloroso rechazo de su madre, aunque su padre siempre estuvo allí para apoyarla. La tensión en su rostro no pasó desapercibida para Jungkook, quien rápidamente desvió la conversación con una anécdota graciosa sobre Junghyuk. La risa aligeró el ambiente, y comenzó a sentirse más relajada.
A lo largo de la cena, disfrutó del cariño que Jungkook le brindaba, asegurándose de que estuviera cómoda, mientras Soojin compartía historias de la infancia de Jungkook. En ese ambiente cálido, comenzó a sentirse parte de una familia que la acogía, agradecida por el presente que, aunque marcado por su pasado, tenía el potencial de sanarla.
Cuando acabaron, Junghyuk, con una sonrisa entusiasta, se acercó a Megan mientras Jungkook se acomodaba en el sofá.
—¿Quieres jugar con nosotros, Megan? —preguntó, llenando su voz de emoción—. ¡Es el mejor juego de todos!
Sonrió, sintiéndose acogida, y se unió a ellos en el sofá. Jungkook, relajado, se acomodó a su lado mientras miraba a su hermano prepararse para la competencia. Pronto, Junghyuk y Megan estaban inmersos en el juego, compitiendo de manera amistosa. Las risas estallaban en cada enfrentamiento, y el tatuado no podía evitar reírse al ver la concentración de ella tratando de seguir el ritmo.
Junghyuk, ágil y rápido, logró ganar varias rondas, su risa resonando con cada victoria.
Después de un rato, Jungkook decidió desafiar a Megan y le pidió a su hermano que lo dejara jugar con ella. Aceptó, y la tensión en el aire se hizo evidente. Él, siendo buen jugador, solía superar algunas veces a su hermano, pero esta vez se dejó llevar por la emoción de jugar con ella. Mientras jugaban, el ambiente se llenó de risas y exclamaciones. Al principio nerviosa, se fue familiarizando más con el juego y, en un giro inesperado, logró vencer a Jungkook, alzando los brazos en señal de triunfo, llena de emoción y risas.
—¡Lo hice! ¡Gané!
Jungkook, con una expresión de falsa tristeza, se llevó las manos a la cabeza como si hubiera sufrido una gran derrota.
—¡No puedo creer que hayas ganado!
—¡Pero si tú eres muy bueno en el juego! —Sin perder oportunidad, el pequeño señaló a su hermano con un dedo acusador, desatando otra ronda de risas.
—No, no, no —Se recompuso con una sonrisa que intentaba esconder—. Megan terminó siendo más buena que yo en este juego.
Disfrutando de la broma, Megan se sintió algo indignada al pensar que Jungkook podría haberla dejado ganar. Sin embargo, su molestia desapareció al ver la mirada de orgullo y admiración en él, lo que la hizo sonreír, sintiendo que había un lugar especial para ella en su mundo. Entre risas y juegos, la calidez de la compañía fortaleció la conexión que estaba formando con Jungkook y su familia.
Al final de la visita, mientras Junghyuk jugaba en la sala, Soojin observó a su hijo riendo junto a Megan. El ambiente cálido de la casa la envolvía, y sintió que era el momento perfecto para hablar con Jungkook a solas. Lo llamó con suavidad, alejándose de la sala, donde el menor le explicaba ese nuevo videojuego a la fémina.
—Mamá, ¿qué pasa?
Lo miró con una mezcla de orgullo y ternura mientras se alejaban. Había algo diferente en él, una luz que no vio antes.
—Solo quería decir que me gusta esta versión de ti —confesó con voz cálida y sincera—. Megan parece una persona maravillosa.
Sonrió, sintiendo un nudo en el estómago. Era como si cada palabra de su madre reforzara la conexión que sentía con ella.
—Gracias. Ella realmente es especial para mí —expresó sonrojado, mirando hacia la sala donde Megan reía con su hermano al no entender.
Soojin asintió, notando cómo la mirada de su hijo se iluminaba al hablar de ella.
—Creo que nunca antes te había visto tan a gusto con alguien —continuó, buscando que entendiera cuán importante era para ella su felicidad—. Es evidente que te importa mucho. Y eso me alegra.
—Me gusta lo que tenemos. Siento que la conexión con ella es diferente a cualquiera que haya tenido antes.
Sonrió, sintiendo que creó un espacio seguro para que su hijo se expresara. Se acercó un poco más, tocando con suavidad su brazo.
—Lo que importa es que siempre seas tú mismo con ella. Eres un buen joven, Jungkook, y mereces ser feliz.
Se sintió aliviado y fortalecido al escucharla. Saber que tenía el apoyo de su madre le daba la confianza necesaria para seguir adelante con su relación, aunque a veces su cabeza le jugara en contra.
Después de ese intercambio significativo, él volvió a la sala, sintiéndose más cerca de Megan, con la certeza de que la aceptación de su madre solo reforzaría el vínculo que comenzaron a construir juntos.
Al final, cuando las risas comenzaron a desvanecerse, Megan experimentó una mezcla de emociones. Disfrutó cada momento, desde los juegos con Junghyuk hasta las conversaciones con Soojin. El ambiente cálido de la casa la hizo sentirse como parte de la familia. Antes de irse, Soojin se acercó con una sonrisa genuina y la abrazó con cariño, transmitiéndole una sensación de aceptación que le llenó el corazón.
—Espero volver a verte pronto, Megan —murmuró con una sinceridad que resonó en cada palabra—. Eres maravillosa.
Sonrió, sintiéndose más segura que nunca de su lugar en la vida de Jungkook. El abrazo y las palabras de Soojin le mostraron que su relación no solo era importante para ella, sino también para la familia de él. Mientras se separaban, él miró a su madre y a Megan con orgullo y felicidad. En su mirada, la fémina vio el brillo de gratitud por cómo fue la visita, como si un lazo invisible se hubiera fortalecido entre ellos, una conexión más allá de las palabras.
—Gracias por todo, mamá.
—No hay de qué, hijo. Estoy feliz de verlos juntos —expresó, acariciándole el brazo, antes de mirar a Megan una vez más—. Cuida de él.
Megan, soltando una ligera risa, asintió, sintiendo la carga y la calidez del deseo de Soojin de que todo saliera bien.
—No se preocupe. Seguiré haciéndolo. Gracias por recibirme.
Jungkook se acercó a Megan, tomando su mano con suavidad. Había una sensación de complicidad entre ellos, un entendimiento silencioso que hablaba de un futuro lleno de posibilidades.
Al comenzar a caminar, ella no pudo evitar mirar hacia atrás y ver a la madre de él sonriendo, una imagen que quedaría grabada en su mente.
—¿Te gustaría venir el próximo fin de semana? —preguntó, su voz llena de entusiasmo.
Sonrió contenta, sintiendo que la relación dio un gran paso adelante.
—Me encantaría.
Mientras se alejaban, la calidez de la visita seguía latente en sus corazones. Megan sintió cómo su conexión con Jungkook se fortalecía con cada momento compartido, y el amor entre ellos solo crecería. Caminando juntos hacia el coche, la miró de reojo, sonriendo ampliamente, y sin pensarlo, la abrazó con ternura. Ella sintió el latido familiar de su corazón, que siempre la tranquilizaba. En ese abrazo había una promesa silenciosa de que su relación se consolidaba con cada día. Al separarse, le dio un suave beso en la mejilla, sorprendiéndola y acelerando su corazón al sentir la calidez de sus labios sobre su piel.
—Estoy muy feliz de que hayas aceptado venir —murmuró, mirándola con esos ojos que parecían brillar con un cariño inquebrantable.
Sonrió, sintiendo que cada parte de su ser se llenaba de alegría. No solo compartió un día memorable con él y su familia, sino que también encontró un sentido de pertenencia. El abrazo y el beso en la mejilla no eran solo gestos; eran símbolos de la confianza y el amor que seguían construyendo juntos.
(...)
Al llegar a "Midnight Lounge" fueron recibidos por un ambiente acogedor. El bar, con sus luces tenues en tonos azules y morados, creaba una atmósfera íntima, mientras la música de jazz suave y algo de indie se mezclaba con las conversaciones. La barra de madera oscura, iluminada por pequeñas luces, mostraba una gran variedad de licores. Megan miró alrededor y vio a Taehyung, Cameron, Jonathan, Sophie y Emily, todos conversando animadamente. Sonrió al reconocerlos, pero luego al sentir una presencia, se giró y vio a Wyatt, quien acababa de llegar. Sin pensarlo, lo abrazó con entusiasmo, y él correspondió con una sonrisa cálida, saludándola con la alegría que siempre lo caracterizaba.
Cuando Megan se separó, Jungkook sonrió al encontrarse cara a cara con él. Ambos se saludaron con un apretón de manos que pronto se convirtió en un abrazo amistoso. Sintió una especie de gratitud en ese momento; aquellos días que pasó con él en Stowe no solo le dieron la oportunidad de relajarse, sino que, sin buscarlo, tejieron un lazo auténtico, construido con la naturalidad de las cosas que no necesitan explicarse.
—Estoy feliz de verte, JK —soltó una risilla, dándole una palmada amistosa en la espalda.
—Es bueno verte otra vez, Wyatt —aseguró, aún con una sonrisa que reflejaba tanto sinceridad como una pequeña chispa de emoción.
Al saludar a los amigos de Megan, el ambiente se volvió relajado. Cameron y Jonathan la recibieron con abrazos amigables, mientras Sophie y Emily se dirigieron a Jungkook con una actitud más abierta. Taehyung, con su sonrisa alegre, abrazó a ambos, haciendo que la atmósfera se volviera más cálida.
Megan charlaba animadamente con Sophie y Cameron, mientras Jungkook observaba en silencio. Aunque rodeado de los amigos de Megan, se sentía un poco fuera de lugar. Sin embargo, al intercambiar algunas palabras con Taehyung y Wyatt, quien le dio una palmada en la espalda, la tensión comenzó a aliviarse.
Cuando llegaron las bebidas, la conversación fluyó con naturalidad y empezó a sentirse más relajado. Los amigos de Megan parecían genuinamente interesados en incluirlo, lo que le dio una sensación de pertenencia. Pero lo que más le sorprendió fue la actitud de Megan. A pesar de que su relación ya era conocida, no mostró reserva como esperó, sino que le dedicaba sonrisas cómplices y gestos de cariño en público. Esto le dio una sensación de libertad, y en esos momentos aprovechaba para rodearla con suavidad o entrelazar sus dedos con los de ella, cada pequeño gesto volviéndose especial, dándole seguridad.
Por primera vez, se permitió disfrutar plenamente de la noche, sintiendo que estaba rodeado de personas que querían a Megan, y aceptando que, con ella a su lado, podía formar parte de ese círculo también.
La conversación fluía con naturalidad, y el ambiente se volvía cada vez más cómodo y distendido. En un momento, Wyatt, que hasta ahora se mantuvo en un tono calmado, lanzó una broma con una sonrisa traviesa.
—Miren, siempre he tenido claro lo que me gusta —alzó las cejas con un tono dramático—. Pero si hay una persona en este mundo capaz de hacerme dudar, ese sería Taehyung.
Hubo un segundo de silencio antes de que la mesa estallara en carcajadas. Megan soltó una risa tan fuerte que tuvo que cubrirse la boca, mientras Sophie y Emily reían a coro, casi chocando las cabezas de tanto inclinarse. Jonathan le dio un golpecito en el brazo a Wyatt, entre risas, asintiendo como si estuviera de acuerdo.
Lo que más provocó las risas de todos fue la expresión de Taehyung, que quedó atónito, con los ojos bien abiertos y la boca entreabierta. Apenas lograba reaccionar, y sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas, algo que agradecía que no se notara por las luces.
—¿Q-qué...? ¿Yo? —balbuceó, pasándose una mano por el cabello y mirando a Wyatt como si tratara de descifrar si la broma iba en serio o no—. ¿Es en serio?
—Claro que sí, amigo —asintió, guiñándole el ojo—. Uno nunca sabe cuándo podría haber un cambio radical.
—Ajá, como si fuera tu tipo, Wyatt —rodó los ojos, pero sin poder ocultar una pequeña sonrisa, divertida y nerviosa al mismo tiempo.
Wyatt sonrió con picardía y se inclinó un poco más hacia adelante, desafiando su reacción.
—¡Por favor, Taehyung, tú eres justo mi tipo! Alto, atractivo, y cada vez que vengo de visita te ves más irresistible. No puedo evitarlo —hizo un gesto exagerado con la mano sobre su pecho—. Y, sinceramente, no puedo dejar de pensar que, con tu actitud tan relajada, serías un pasivo increíble.
La mesa estalló en risas, pero la reacción de Taehyung fue inmediata. Se sonrojó, sorprendido por la insinuación.
—¡Hey! ¡Nunca sería el pasivo! —exclamó, tratando de mantener su seriedad mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.
—¡Vamos, Wyatt! Sabemos que tú serías ese en una relación —Cameron, entre risas, se unió.
—¡Sí! Es demasiado notable que Taehyung sería el activo —Sophie se unió a la broma, con una sonrisa burlona.
Taehyung miró a Wyatt con incredulidad, aún sintiéndose abrumado por la atención, pero su sonrisa no podía ocultar lo divertido que le resultaba el juego. El rizado, emocionado por la broma, giró su atención hacia Megan, Jonathan, Emily y Jungkook, con una sonrisa traviesa en el rostro.
—¡¿Ustedes qué opinan?! —alzó ambas cejas, como si estuviera presentando una encuesta—. ¿Yo sería el activo o el pasivo? ¿Y por qué el activo?
—Definitivamente, el activo —Emily lo señaló con el dedo, riendo.
—Yo voto por la versatilidad —Jonathan, con una sonrisa astuta, aseguró—. Wyatt tiene el tipo de energía que puede ser tanto activo como pasivo, dependiendo de la situación.
—Sinceramente, creo que ya estás muy ebrio, Wyatt —Megan, divertida pero consciente de que la conversación se estaba volviendo algo comprometida, se encogió de hombros—. No sé si deberías seguir con esto.
Jungkook, sin poder resistir el impulso de participar, soltó una ligera risa, antes de hablar.
—Bueno, considerando que eres primo de Megan, es obvio que tendrías que ser el activo —se encogió de hombros—. ¡No se puede evitar!
La mesa estalló en risas de nuevo, y Wyatt, aunque un poco avergonzado, se unió a las risas, disfrutando del momento. Pero ante el comentario de Jungkook, Cameron no pudo evitar intervenir rápidamente.
—¿Y eso significa que Megan te domina en la cama? —preguntó con una sonrisa burlona, haciendo que Jungkook se tensara.
Su mente se quedó en blanco y no supo cómo responder, temiendo incomodarla. Sin embargo, ella, riendo y relajada por completo, pasó el brazo por sus hombros, acercándolo más a su cuerpo. Le acarició el cabello, despeinándolo ligeramente.
—¿Crees que por estar ahora con un hombre he perdido mi toque? —cuestionó divertida.
Las carcajadas no tardaron en aparecer, y Jungkook, aunque un poco avergonzado, se unió a las risas. A pesar de sentirse expuesto, había algo liberador en ver que Megan no se incomodaba. Sin embargo, los comentarios le hicieron sentir un calor en las mejillas, dejándolo como el sumiso de la situación.
Al darse cuenta de que Megan estaba disfrutando de la broma, se armó de valor y decidió ser más explícito.
—Bueno, depende del momento. Me gusta dominar, pero en otras ocasiones... —hizo una pausa, mirándola con una sonrisa traviesa—. Hay veces en que disfruto dejar que Megan tome el control. Después de todo, ella sabe exactamente lo que quiere, y eso es fascinante.
Las risas aumentaron, pero había un tono de complicidad en su mirada que hizo que la conversación se sintiera más intensa. El grupo intercambió miradas de asombro y diversión, mientras la tensión entre ellos se hacía más evidente.
Mientras la conversación fluía entre risas y bromas, Wyatt y Megan comenzaron a compartir una anécdota de sus días en el instituto en Stowe, donde vivieron aventuras memorables. Era un terreno familiar solo para ellos, y la nostalgia iluminó sus rostros.
—Recuerdo una vez en la que organizamos una pijamada en casa de mis tíos —comenzó Wyatt, sonriendo al mirar a Megan—. Fue la primera vez que decidí unirme a una de las locuras de esta mocosa, pero no estaba sola.
—Heather se pasó toda la noche tratando de convencerlo de que se hiciera un "look" nuevo —Megan continuó con una risa suave.
Mientras Wyatt narraba su anécdota, para Jungkook la mención de Heather hizo que él notara la expresión de Megan radiante mientras hablaba, por lo que no pudo evitar sentir un pequeño tirón en su pecho mientras acababa su vaso de un sorbo. Aunque todos estaban riendo y disfrutando de la conversación, no podía evitar la punzada de celos que lo atravesaba al ver lo feliz que parecía al hablar de ella. Esa inquietud lo mantenía en un estado de alerta mientras los demás continuaban disfrutando del momento.
—Al principio, todo iba bien, pero luego pensó que un poco de tinte no vendría mal...
La risa estalló entre todos, y Megan se unió con fuerza a las carcajadas, pero algo en su mirada brillaba con complicidad.
—Y luego en su "brillante" idea de darle un toque especial, decidió que un corte de pelo también sería genial —continuó con una sonrisa—. Antes de que pudiera decir algo, ¡me rapó un lado de la cabeza!
Jungkook, observando, sintió una punzada de celos. La forma en que Megan sonreía al recordar hacía que su estómago se retorciera. Comenzaba a sentirse seguro de que había algo que él nunca podría alcanzar como lo hizo Heather. Levantó la mano hacia el camarero que pasaba cerca, pidiendo que le llenara el vaso, intentando distraer su mente de la incomodidad que empezaba a instalarse en su pecho.
—¡No puedo creer que te dejaras hacer eso!
—Megan reía con fuerza, su voz musical resonando en la conversación. Jungkook notó cómo su risa se contagiaba a todos, pero él sentía que la atmósfera se volvía más densa a medida que sus pensamientos se agitaban.
Jungkook sintió un nudo en el estómago mientras Wyatt seguía hablando de su cabello. Al recibir el vaso lleno, agradeció con un gesto, tratando de disimular su incomodidad. Se forzó a sonreír y beber, pero la inseguridad lo invadía. Pensaba en los momentos que Megan compartió con Heather, algo que él nunca podría entender por completo, y dudaba de su lugar en su vida. La risa de los demás contrastaba con su melancolía, preguntándose si siempre quedaría atrás en la historia de Megan.
Mientras bebía, sintió que la risa a su alrededor se desvanecía y las palabras de ellos lo envolvían. No podía soportar más la alegría que emanaba de ella al recordar a Heather. Con un nudo en el estómago, decidió que era mejor alejarse. Se levantó de la mesa abruptamente, lo que no pasó desapercibido para Emily, ya que estaba sentada en frente.
—¿A dónde vas? —frunció el ceño, su tono demostrando preocupación.
—Solo voy al baño —respondió, tratando de mantener la calma en su voz mientras forzaba la sonrisa. Pero en su interior, la tormenta de celos y confusión seguía creciendo.
Mientras se alejaba, escuchó las risas que se desvanecían a sus espaldas y la voz de Wyatt discutiendo con Megan. Ella continuaba insistiendo sobre un detalle de la noche en que Heather le arruinó el cabello, y Jungkook sintió que su corazón se hundía aún más con cada palabra que escuchaba.
—Deberíamos cambiar de tema —mencionó después de un rato Wyatt, su voz ahora más seria. De alguna manera, notó cómo la mención de Heather afectó a Jungkook y, aunque intentaba mantener la ligereza, se dio cuenta de que no podía ignorar la tensión en la mesa.
—¿Está todo bien con Jungkook? —frunció el ceño Sophie, por lo que Megan la miró, sin comprender del todo por qué su amiga parecía intrigada.
—Claro, ¿por qué lo preguntas?
—Es que mencionaste a Heather —fue Taehyung quien, con un suspiro, decidió intervenir. Sabía que la situación podía volverse incómoda.
Las palabras de él hicieron que el ambiente se tornara tenso. Megan sintió un escalofrío recorrer su espalda, ya que no quería que sus inseguridades volvieran a salir a la superficie, especialmente después del momento tan hermoso que compartieron con su familia, donde él la hizo sentir tan cómoda.
—Tal vez deberías ir a buscarlo —sugirió su primo, buscando aliviar la tensión.
Dudó, mirando a su alrededor. La idea de interrumpir a Jungkook en el baño le parecía extraña.
—No, en serio, creo que deberías ir —intervino Emily al notar su indecisión—. Jungkook fue al baño hace un rato. Podrías aprovechar para hablar con él.
Al notar que todos estaban de acuerdo, una sensación de urgencia creció dentro de ella. Sintió cómo la tensión se acumulaba en su pecho mientras se levantaba de la mesa. No quería que Jungkook se sintiera mal, ni que su relación se viera afectada por una anécdota del pasado, así que con un leve asentimiento, se dirigió hacia el baño, sintiéndose bastante nerviosa. Cada paso que daba le parecía más pesado que el anterior, mientras se preguntaba cómo se sentiría al ver que lo buscaba. Sabía que necesitaba aclarar las cosas, pero el miedo a incomodarlo la acompañaba en cada instante.
Llegó al baño y tocó la puerta negra con suavidad. Un silencio se cernió en el aire. Esperó un momento, pero nadie salió. Decidida a no rendirse, volvió a tocar, un poco más fuerte esta vez, pero el eco de sus nudillos contra la madera solo le respondió con más silencio. Suspiró apoyándose contra la pared, sintiendo la presión del momento mientras Jungkook salía del baño. Su cabello estaba algo despeinado, pero había una chispa en su mirada que la hizo sentirse nerviosa.
Cuando él se acercó, la tensión en el aire apareció, ella trató de leer su expresión, sintiendo que había algo más profundo en su fachada.
—¿Estás bien?
—Sí, estoy bien —asintió, pero su tono sonaba diferente, más intenso. Había un fuego en su mirada que la sorprendió. No era solo el alcohol; era algo más profundo, más visceral.
—No pareces bien —insistió, pero su voz se desvaneció cuando Jungkook, al pasar la lengua por el interior de su mejilla, la miró fijo, como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos.
—¿Quieres que sea sincero contigo? —alzó una ceja mientras su voz resonó con una seriedad que hizo que el corazón de Megan se acelerara.
Asintió, sintiendo que la atmósfera se volvía más densa. Jungkook dio un paso más cerca, acortando la distancia entre ellos, y la calidez de su cuerpo parecía envolverla.
—Estoy celoso. Estoy aquí, Megan, y parece que siempre hay algo o alguien que me quita tu atención.
—No quise hacerte sentir así...
—No se trata solo de cómo me haces sentir. Se trata de que quiero ser tu única prioridad —expresó, su voz grave resonando en el aire, y ese tono posesivo la tomó por sorpresa. Se sintió expuesta y vulnerable, pero también había algo excitante en su declaración—. Estoy cansado de sentir que estoy en segundo lugar. Si realmente quieres que esto funcione, entonces necesito que dejes claro que soy yo el que importa.
Las palabras la hicieron estremecer, sintiendo cómo su corazón latía más rápido. Su declaración era directa y posesiva, provocándole tanto tensión como un cosquilleo en el estómago. Sin embargo, algo en su tono le hizo pensar que el alcohol ya comenzaba a hacer efecto, dándole un coraje que no tenía cuando estaba sobrio. Se sintió atrapada, con la espalda contra la pared fría mientras él la acorralaba con una intensidad que la dejaba sin aliento. La cercanía de sus cuerpos aumentaba la temperatura entre ellos. En sus ojos, veía la lucha interna, una mezcla de deseo y frustración.
—No puedo seguir compitiendo con un fantasma. Me duele escucharte hablar de Heather como si fuera algo que no has dejado ir en cinco meses.
Sintió que su corazón se encogía al escucharlo. La forma en que la miraba, con ese fuego en sus ojos, le provocó un escalofrío. El roce de su cuerpo hacía que la tensión sexual aumentara cada vez más.
—¿Realmente quieres que siga siendo sincero contigo?
—Es lo que llevo pidiéndote...
—Entonces escúchame bien —se acercó más, y ella podía sentir su aliento caliente a alcohol golpeando sus labios, provocando que sus sentidos se agudizaran—. No quiero ser solo una opción para ti. No quiero que sigas aferrándote a lo que ya no existe entre tú y Heather.
—Jungkook, yo...
—No, déjame terminar —interrumpió, su voz profunda y casi amenazante mientras sus ojos la mantenían cautiva—. No puedo soportarlo más. Te quiero a ti, y quiero que tú me quieras a mí de la misma manera.
Se tensó, pero al mismo tiempo algo dentro de ella se encendió. La forma en que la miraba, la forma en que sus manos buscaban su rostro, acariciándole con suavidad las mejillas, provocaban ondas de calor en su interior.
—¿Qué quieres que haga? —frunció el ceño, sintiéndose atrapada entre su deseo por él y el peso del pasado que aún llevaba.
—Dímelo —ordenó, acercándose aún más hasta que sus labios casi se rozaban—. ¿Vas a seguir pensando en ella o vas a dejarme ser lo que realmente mereces de una jodida vez?
Su cercanía y la forma en que la acariciaba estaban cargadas de una tensión que la hacía sentir viva y vulnerable a la vez. Se encontró atrapada entre su propio deseo y la presión de sus palabras. La cercanía de sus cuerpos, el latido acelerado de sus corazones, la abrumaban.
—Megan... —gruñó, ya que el deseo se mezclaba con la frustración al no saber qué pensar por su silencio—, necesito saber qué estás pensando.
Ella era un caos en ese momento. El corazón le latía con fuerza, y el abrumador deseo se mezclaba con la confusión. Abrir su corazón era más difícil de lo que imaginó.
—¡Hey! ¿Qué están haciendo aquí? —Cameron apareció, su expresión divertida iluminando su rostro. Al verlos contra la pared, su sonrisa se amplió—. ¿Están teniendo un momento íntimo o algo así?
Ambos se separaron al instante, la incomodidad llenando el espacio que antes estuvo cargado de tensión. Jungkook frunció el ceño, molesto por la interrupción, mientras que Megan soltó un suspiro de alivio. Necesitaba un respiro, y la aparición de su amigo le ofreció un escape.
Cameron notó la tensión en el ambiente y decidió cambiar de tema. Se cruzó de brazos, mirando a Megan con curiosidad.
—Mientras ustedes dos estaban… "charlando", Wyatt bailó con una chica —comenzó, tratando de que la situación se aligerara—. Lo besó y ahora no deja de buscarlo. Está al borde de enloquecer.
Megan se sintió aliviada por la distracción, y su mente empezó a alejarse de la intensidad del momento anterior.
—¿En serio?
—Sí. Al parecer, la chica se volvió un poco… insistente. Es una locura.
Jungkook, todavía con un leve rencor en su mirada, se cruzó de brazos, intentando calmar su irritación mientras la conversación seguía. Bromeaban sobre la situación de Wyatt, Megan no podía evitar lanzar furtivas miradas a Jungkook. La chispa entre ellos todavía estaba viva, pero había una barrera que ahora se sentía más sólida que nunca. Sabía que tendrían que abordar la tensión que había entre ellos más tarde, pero en ese momento, prefería distraerse con la diversión de sus amigos.
Al regresar al grupo, se encontraron con miradas curiosas y un tanto preocupadas. Sus amigos intercambiaron murmullos y sonrisas incómodas, como si hubieran adivinado que pasó algo más entre ellos. Jungkook, frustrado por la situación y todavía con el eco de su conversación reciente en su mente, decidió que necesitaba otro trago. Se acercó a la barra y pidió un vaso de tequila, sintiendo que el alcohol podría ayudar a ahogar sus pensamientos.
Al volver a la mesa, tomó asiento a un lado de Megan, que le lanzó una mirada preocupada.
—No creo que deberías seguir bebiendo, Jungkook.
Siguió bebiendo en silencio, con la mirada fija en el grupo, ignorando por completo su comentario, por lo que, frustrada por su obstinación, dejó escapar un suspiro y se centró en Wyatt, que narraba la historia con entusiasmo. Compartió una mirada cómplice con Emily y Sophie, disfrutando del drama que siempre rodeaba a su primo. Sin embargo, mientras intentaba concentrarse en las palabras de él, no podía evitar sentirse inquieta. La tensión entre ella y Jungkook era innegable, y aunque se esforzaba por distraerse, la sensación de incomodidad permanecía, como un recordatorio constante de que algo no estaba bien.
La música del bar creaba un ambiente animado mientras Megan conversaba con Sophie y Emily, sin poder evitar sentir la cercanía de Jungkook. Él, sumido en sus pensamientos, luchaba con la frustración y el deseo, mientras el recuerdo de Heather lo atormentaba. A pesar de la risa a su alrededor, se sentía aislado, atrapado entre su anhelo por Megan y el dolor de no ser quien ocupaba su corazón.
La atmósfera del bar se llenó de energía cuando una joven alta y esbelta apareció en la entrada. Su cabello rizado caía sobre sus hombros, y el vestido ajustado resaltaba su figura. Con una actitud segura, sus ojos recorrieron la multitud hasta posarse en Wyatt.
—¡Ahí estás, Wyatt! —exclamó, acercándose con una sonrisa que mezclaba confianza y un toque de locura.
Él, al verla, pareció colapsar un poco, su expresión se volvió nerviosa y su cuerpo se tensó. Era evidente que no estaba preparado para el encuentro. Cameron y Jonathan, al notar la escena, se acercaron con curiosidad, divertidos por la situación.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Cameron, con una sonrisa traviesa en el rostro.
—Vamos, Wyatt, ¿por qué no vamos a bailar otra vez? Podemos divertirnos juntos.
—No, no puedo.
—¿Acaso tienes novia y no me lo dijiste? —alzó una ceja, claramente sorprendida por la negativa.
—N-no... No es eso. Estoy en un momento muy confuso de mi vida...
—¿Confuso? ¿Con qué cosas?
—Con todo, incluso mi orientación sexual.
Un silencio atónito se apoderó de la mesa. Todos se quedaron mirándolo, sorprendidos por sus palabras, mientras que la joven soltó una risita escéptica, como si no pudiera creer lo que escuchaba.
—¿De verdad? ¿Con quién? —indagó cruzando los brazos.
Sin pensarlo, y con la intención de mostrar su sinceridad, Wyatt miró a Taehyung, quien estaba sentado a su lado, y, sin previo aviso, lo tomó del rostro y le robó un beso rápido. La acción dejó a todos sorprendidos. El castaño, con los ojos abiertos de par en par, no supo cómo reaccionar, mientras la joven permanecía boquiabierta, incapaz de procesar lo que acababa de suceder.
—¡Wyatt! —exclamaron varios a la vez, sus rostros reflejando una mezcla de sorpresa y diversión.
—¡Qué asco! —gritó, retrocediendo, su expresión se tornó de sorpresa a indignación—. ¿Así que eras gay y no me lo dijiste? ¡Qué asco! ¡Creí que tenías buen gusto!
—¡¿Acaso no viste su cara de modelo?!
La pregunta sorprendió a todos, provocando que las risas se intensificaran. La joven se detuvo un instante, como si intentara procesar lo que dijo, antes de girar sobre sus talones, aún más indignada.
—¡Idiota! —gritó mientras se alejaba, dejando un rastro de carcajadas detrás de ella.
Taehyung, aún en estado de shock por el beso robado, terminó uniéndose a las risas, sacudiendo la cabeza en incredulidad. Wyatt, aliviado y divertido, se dio cuenta de que enfrentó una situación incómoda y la convirtió en una anécdota memorable.
—Pobre chica, ahora se va a casa con el ego destrozado —bromeó Emily, mientras todos compartían carcajadas sobre el inusual giro de los acontecimientos.
Wyatt, aún un poco sonrojado pero aliviado, se unió a las risas, sintiendo que, de alguna manera, ahora podría estar tranquilo lo que restaba de la noche.
Las risas resonaban en el bar, llenando el aire con una energía festiva mientras los amigos de Megan comentaban lo sucedido. La tensión que estuvo presente antes se desvanecía entre las bromas y los comentarios ingeniosos. Ella no pudo evitar reírse mientras miraba a su primo. Y Jungkook se mantuvo un poco más reservado, pero sin poder evitar reír por momentos. Sin embargo, a pesar de su humor, había algo en su interior que seguía inquieto. La idea de que ella se divirtiera tanto le provocaba una punzada de molestia, pero decidió dejarlo pasar, al menos por ahora.
Wyatt, aún algo nervioso, se giró hacia Taehyung, con una expresión de súplica en su rostro.
—¡Por favor, no te ilusiones por el beso! —exclamó, agitando las manos como si estuviera tratando de alejar un fantasma. Su voz tenía un tono de desesperación que hacía que el grupo se riera aún más.
Taehyung, que estuvo disfrutando del momento, no pudo evitar reír también, aunque su rostro estaba un poco sonrojado por la sorpresa.
—Tranquilo, Wyatt. No te preocupes, estoy conociendo a una mujer.
A pesar de la risa, Wyatt parecía más aliviado que divertido, aunque todavía mantenía un aire de incomodidad.
—Pero, Taehyung...—intervino Megan con un tono travieso, inclinándose un poco hacia él—, si no funciona lo de Serena, siempre puedes ir por mi primo.
—¡No! ¡De ninguna manera! —gritaron histéricos al unísono, con los rostros enrojecidos de vergüenza. Las risas del grupo eran contagiosas, y la atmósfera se volvió aún más ligera, como si todos se hubieran olvidado de las tensiones anteriores.
—Ambos somos heterosexuales, ¿verdad? —agregó Wyatt, tratando de reafirmar su punto mientras miraba a Taehyung, quien asentía con una sonrisa tensa que traicionaba su serenidad. Sin embargo, el brillo en sus ojos sugería que ambos estaban disfrutando más de la absurda situación de lo que admitirían.
(...)
La música seguía resonando en el bar, y la risa de los amigos de Megan se mezclaba con el murmullo de las conversaciones. A pesar de la atmósfera alegre, Jungkook no podía dejar de sentir un torbellino de emociones. Se sentía atrapado entre la diversión de la noche y la confusión que lo invadía respecto a Megan.
Finalmente, al acabar su vaso, incapaz de soportar más la presión, se levantó de su asiento.
—Voy a tomar algo de aire fresco —informó, y aunque intentaron convencerlo de que se quedara, él solo sonrió y se alejó.
Afuera, apoyado contra la fría pared del bar, intentaba encontrar algo de calma. La brisa nocturna acariciaba su piel, pero no lograba disipar la frustración que lo devoraba. El alcohol comenzaba a hacer efecto, nublando su mente y profundizando sus pensamientos oscuros. Los celos y el deseo hacia Megan lo consumían; la idea de que no pudiera soltar a Heather le provocaba un dolor insoportable. Sumido en su lucha interna, escuchó pasos acercándose. Al girar, vio a Taehyung, con su cabello ligeramente ondulado cayendo sobre la frente y su atuendo casual que destacaba su físico atlético, proyectando confianza.
Con movimientos elegantes, sacó un cigarrillo de su paquete y lo encendió mientras se acercaba. El humo se elevó en la noche, creando una especie de burbuja entre ellos.
—¿Todo bien?
Jungkook se pasó una mano por el cabello, sintiendo la tensión en su pecho. La pregunta era simple, pero la carga de sus emociones lo hacía complicado.
—No estoy seguro. Las cosas se están complicando otra vez.
—¿La celas? —preguntó, directo y sin rodeos, como era típico de él, por lo que se quedó en silencio por un momento. No podía negar la verdad, así que simplemente asintió, sintiendo la frustración resurgir dentro de él.
—Es un lío, Taehyung. Ella... No sé si realmente le importo o si sigue confundida.
—¿Y tú qué sientes?
—No sé cómo explicarlo. Todo lo que sé es que quiero que sea solo mía —admitió, su voz temblando ligeramente.
Alzó una ceja, sorprendido por la intensidad de la confesión de Jungkook. La posesividad que acababa de expresar no era lo que esperaba escuchar de su amigo, y una parte de él se preocupó por lo que eso podría significar.
—Wow... Eso suena… intenso —intentó mantener un tono ligero a pesar de la gravedad de la situación. Miró a Jungkook de reojo, evaluando su reacción—. Pero no sé si eso es lo más saludable, hermano. No deberías sentirte así, como si tuvieras que poseer a alguien.
Sintió una punzada de irritación. No era lo que quería escuchar, pero también sabía que Taehyung tenía razón. La ansiedad lo consumía, y en ese momento, la última cosa que necesitaba era que le hiciera reflexionar sobre su comportamiento posesivo.
—Es que no puedo evitarlo —murmuró, su voz tensa. Su mirada se desvió hacia el suelo, como si eso pudiera evitar que Taehyung lo viera tan expuesto—. Cada vez que recuerdo a Heather, siento que se me revuelve el estómago.
—Toma, fúmalo —percibiendo la tensión en el aire, ofreció el cigarrillo que tenía entre sus dedos, ya encendido—. Quizás te ayude a calmarte.
Jungkook miró el cigarrillo, indeciso. En ese momento, se sentía tan agobiado y ansioso que la idea de hacer algo tan sencillo como aceptar un cigarrillo le pareció como una forma de escapar.
—Está bien.
Decidió tomar el cigarrillo. Con un movimiento ágil, se lo llevó a los labios y dio una calada profunda. El humo llenó su pecho, y sintió cómo la nicotina se deslizaba por su garganta, dejando un rastro cálido que lo envolvía. Su mirada se encontró con los ojos de Taehyung, quien lo observaba con curiosidad.
Exhaló lento, dejando que el humo se desvaneciera en el aire, formando un fino vaho que parecía reflejar la confusión en su mente. Había algo casi seductor en la forma en que el humo se movía, y en ese instante, se sintió un poco más ligero, aunque solo fuera por un momento.
—¿Y si le digo cómo me siento y vuelve a no decirme nada? Ya estoy cansado de Heather y de sentir que no sé nada sobre lo que quiere realmente.
Asintió, comprensivo al escucharlo. Había visto a su amigo luchar con eso, siempre atrapado entre el miedo de perder a Megan y la necesidad de aferrarse a algo real. Pero no quería que se hundiera más en su propia ansiedad.
—Lo sé, pero no puedes dejar que eso te consuma. Hablar con ella podría cambiar todo, y si no lo intentas, siempre te quedará la duda.
Suspiró, sintiéndose abrumado. Sabía que tenía razón, pero el temor a perder a Megan era paralizante. Además, sabía que abrirse era lo que más le costaba y hacerlo sobrio era aún más aterrador.
—Lo sé. Siento que estoy perdiendo el control —confesó, sintiendo el peso de su frustración—. Estoy cansado de todo esto.
Mientras el aire fresco envolvía a ambos, Jungkook comenzó a sentir un leve alivio, como si sus pensamientos turbulentos se calmaran momentáneamente. Quizá encontraría el valor para enfrentar sus emociones y hablar con Megan, buscando algo de paz. Por ahora, se permitió disfrutar de ese instante de tranquilidad junto a Taehyung, dejando que la noche siguiera su curso. Mientras que él, observando en silencio a su amigo, no pudo evitar sentir inquietud, ya que percibía la mezcla de frustración y anhelo que emanaba, y se preguntaba si él mismo era consciente de lo delicada que era su situación con Megan. Aunque estaba convencido de que Jungkook la amaba profundamente, la duda persistía en su mente: a veces, el amor simplemente no bastaba.
En eso, el aire fresco envolvía a todos cuando finalmente salieron del bar. La música y las risas se desvanecieron a sus espaldas, dejando solo el murmullo del viento. Al estar afuera, Megan notó a Jungkook con un cigarrillo entre sus dedos largos y finos, con una elegancia casi artística al sostenerlo, ahora casi consumido por completo, se iluminaba tenuemente en la oscuridad, y el humo se desvanecía en el aire. No pudo evitar fijarse en cómo la luz del farol iluminaba su rostro, acentuando sus rasgos afilados y su mirada intensa. Tenía un aura magnética que atraía la atención.
Sintió una punzada de desaprobación. No le gustaba verlo fumando, y su expresión se tornó en un leve fruncido de ceño mientras él la ignoraba por completo, centrado en hablar con su amigo.
Cameron, Jonathan, Sophie, Emily y Wyatt se acercaron para despedirse. Wyatt fue el primero en abrazar a Jungkook, apretándolo con fuerza.
—Me alegró haber vuelto a verte —expresó Jungkook, una sonrisa genuina iluminando su rostro.
—¡Igualmente! Espero volver a verte pronto, JK.
Asintió, sintiendo una calidez en su pecho al escuchar esas palabras.
—Por supuesto.
Mientras tanto, Megan se quedó con Taehyung, observando cómo el grupo comenzaba a dispersarse. Cameron y Jonathan se acercaron para dar sus despedidas, riéndose de algún comentario interno que solo ellos entendían. Sophie y Emily intercambiaron palabras rápidas y sonrisas antes de unirse al resto, dejando a Megan, Taehyung y Jungkook al margen.
El castaño, luego de despedirse de Jungkook, se volvió hacia Megan, tomándola de la nuca con suavidad y dejándole un beso en la frente. Ella le sonrió con dulzura, un brillo en sus ojos que hacía que Jungkook sintiera que una corriente eléctrica pasaba entre ellos. Esa sonrisa, cálida y auténtica, no le gustaba. Una oleada de celos surgiendo dentro de él, por lo que con un movimiento decidido, tiró el cigarrillo al suelo y con su bota militar lo aplastó con fuerza.
«¿Por qué demonios me importa tanto esto? Se trata de nuestro mejor amigo» pensó, sintiendo la frustración crecer en su interior. Era como si la noche lo estuviera consumiendo con cada mirada que Megan le dirigía.
Mientras la observaba, se preguntaba qué le estaba pasando esa noche. Las palabras de Taehyung sobre su posesividad lo hicieron reflexionar, dándose cuenta de que tenía toda la razón. Sin embargo, no podía evitarlo; su corazón insistía en proteger lo que sentía por Megan. Respiró hondo, intentando calmarse. Sabía que debía controlar esos sentimientos antes de que se volvieran más complicados.
Con Taehyung marchándose, el ambiente se volvió tenso y silencioso. Ambos se quedaron en un incómodo silencio, con emociones no expresadas. Megan, algo nerviosa, estiró su mano, desconcertando a Jungkook.
—¿Me das las llaves del auto? —preguntó, su voz tranquila, aunque había una ligera tensión en el aire.
Sin pensarlo dos veces, metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó las llaves, entregándoselas sin entender por qué quería conducir. Su mirada se volvió inquisitiva mientras observaba cómo comenzaba a caminar hacia el auto, que estaba a una cuadra.
—¿Por qué quieres conducir?
La incredulidad estuvo marcada en su tono, por lo que ella se detuvo por un momento, girándose para mirarlo a los ojos.
—Porque bebiste, y no creo que estés en condiciones de manejar.
Frunció el ceño ante su respuesta. La molestia se apoderó de él, pero sabía que tenía razón. A pesar de su frustración, no podía negar que su juicio estaba nublado. Se sintió atrapado entre la necesidad de mantener su imagen y la realidad de que perdió un poco el control esa noche.
—No necesito que me cuides, Megan.
—No se trata de eso. Solo... no quiero que te metas en problemas.
Suspiró, su enojo desvaneciéndose lentamente ante su lógica, aunque aún se resistía a que alguien más se preocupara por él. Al verla alejarse hacia el coche, sintió una extraña mezcla de alivio y orgullo, que aún se interponía entre ellos.
El silencio en el coche solo era interrumpido por el ronroneo del motor y el crujir de las llantas. Megan, atenta a la carretera, y Jungkook, reclinado y perdido en el paisaje, compartían un espacio cargado de tensiones no expresadas. De vez en cuando, la observaba, cautivado por su concentración, mientras luchaba con la frustración y el deseo que ella despertaba en él, sin entender por qué lo afectaba tanto.
(...)
Cuando Megan abrió la puerta de su departamento, el aire entre ellos se sentía pesado. Al encender las luces, sus ojos se encontraron con los de Jungkook, que permanecía justo detrás de ella. Cerró la puerta con una fuerza contenida que resonó en el silencio que los rodeaba. Lo miró de reojo, notando la dureza en sus rasgos, la mandíbula tensa y la mirada profunda que reflejaba una intensidad desconocida, algo que no notó en él antes.
Con una risa nerviosa, intentó relajar el momento mientras se dirigían a la habitación, quitándose la chaqueta.
—Bueno, al menos estuvo divertido en el bar, ¿no crees?
—¿Divertido? ¿Eso piensas de verdad, Megan? —soltó una risa seca, cargada de sarcasmo, que no contenía ni una pizca de humor—. ¿O solo fue divertido para ti, mientras estabas demasiado ocupada hablando de Heather para darte cuenta de que yo también estaba ahí?
Parpadeó, sorprendida, casi en shock. La intensidad de sus palabras la dejó momentáneamente sin habla. Era como si estuviera dejando salir una furia contenida que ella nunca imaginó que existiera.
—¿Qué… Qué estás diciendo? ¿Por qué te estás comportando así? ¿Es en serio que te enojaste tanto solo porque mencioné a Heather?
—¿Nunca hablo de esta forma? ¿Es tan increíble que tenga algo que decirte, que te diga lo que realmente me molesta? —soltó otra risa seca, dando un paso hacia ella, con una mirada que parecía perforarla—. ¿O es que solo puedes entenderme cuando estoy callado, temblando y sin atreverme a abrir la boca porque siento que no soy suficiente para ti, que puedes dejarme en cualquier momento?
Sintió un escalofrío recorriéndole el cuerpo. Nunca lo vio así, tan vulnerable y, al mismo tiempo, tan enojado. La intensidad en sus ojos, la rabia mezclada con algo más profundo, más real, la hacía darse cuenta de cuánto bebió para atreverse a decirle todo eso.
—Jungkook, ¿qué estás diciendo? No entiendo…
—¿No entiendes? Claro, no entiendes nada —la miró, cada palabra goteando frustración—. ¿Sabes qué pasa cada vez que mencionas a Heather? —frunció el ceño—. ¡Me haces sentir como un estúpido! Como si solo estuviera aquí para llenar un vacío que ella dejó. Como si siempre fuera una segunda opción para ti.
—¡Eso no es cierto! ¡Tú no estás ni cerca de ser eso para mí! ¡Estoy aquí contigo! —exclamó, sintiendo cómo la desesperación y el dolor de sus palabras la atravesaban—. ¡Nunca me sentí así por un hombre! Y estoy intentando… De verdad lo estoy intentando, aunque siga siendo nuevo para mí, pero tú... ya no pareces entenderlo.
—¡¿Y qué?! ¡¿Se supone que debo sentirme agradecido por eso?! —cuestionó, sus palabras saliendo llenas de rencor y celos acumulados mientras se acercaba más a ella—. ¡Como si fuera un premio de consolación que me toca por casualidad!
—¡¿Y qué esperas de mí?! ¡No puedo borrar a Heather de mi pasado! —recalcó extendiendo los brazos—. ¡Pero estoy aquí contigo, y aun así no es suficiente para ti!
—¿Y qué significa eso, entonces? ¿Que yo debería conformarme con ser solo un intento? —replicó frunciendo el ceño—. ¿Que mis sentimientos son menos importantes que los tuyos solo porque es la primera vez que te sientes así por un hombre?
—¡Si tanto te molesta, entonces vete! ¡No puedo soportar tus celos!
—¡Ah, claro! Eso te encantaría, ¿no? —soltó una risa cínica—. Así podrías quedarte con el maldito recuerdo de ella sin que nadie te lo arruine —la ira en su voz era tan notable que a Megan le dolió escucharla—. ¿Por qué no lo dices de una vez? Que me necesitas solo para llenar el vacío, ¿verdad?
—No es eso… Es solo que… ¡No sabes lo que significa para mí estar aquí, intentando esto contigo! —sintió el nudo en su garganta hacerse más grande—. Escuchar que me hablas así, como pareces celoso y posesivo, solo me haces sentir que no estoy dando lo suficiente —expresó con la voz quebrada—. ¿Qué más quieres de mí?
Jungkook dio un paso más, y en un movimiento que la sorprendió, le sujetó la muñeca, sus dedos presionando con fuerza, pero sin llegar a lastimarla.
—Quiero… Quiero que me veas, Megan. Quiero que seas capaz de mirarme sin pensar en ella —la miró a los ojos, su respiración agitada, y en ese momento, ella pudo ver el peso de su dolor, la inseguridad y la posesividad que lo estaba consumiendo—. Porque yo… te quiero más de lo que podría expresar, ¿entiendes? No quiero compartirte con nadie, ni siquiera con su recuerdo.
El silencio se volvió espeso. Ambos respiraban con dificultad, los ojos fijos el uno en el otro. Megan sintió cómo su propia respiración se entrecortaba, el pecho subiendo y bajando mientras procesaba lo que él acababa de decir. No había duda de que el alcohol estaba ayudándolo a decir todo eso, a soltar algo que estuvo reprimiendo desde el inicio, escondido detrás de sus miedos y ansiedad. La sorpresa y la emoción hicieron que las palabras se le quedaran atoradas en la garganta.
—Jungkook, yo… no sabía que te sentías de esta forma.
Él cerró los ojos, respirando hondo como si intentara calmarse, pero cuando los abrió, su mirada era más intensa, más decidida.
—Estoy aquí, Megan, y cada vez que dices su nombre, siento que desaparezco para ti.
La vulnerabilidad en su voz la desarmó, y sin pensarlo, levantó una mano y acarició su mejilla, sintiendo la calidez de su piel. Jungkook cerró los ojos al contacto y, sin dudarlo, se inclinó hacia ella, uniéndose en un beso lleno de emociones contenidas: rabia, deseo, frustración y amor no expresado. Fue un beso intenso, desesperado, como si intentaran decir todo lo que no se atrevieron a compartir antes.
El beso se convirtió en una mezcla de silencios y necesidades reprimidas, con el corazón de Megan latiendo acelerado y sus manos temblando mientras rodeaba el cuello de Jungkook. Él, sin soltarla, la atrajo más cerca, asegurándose de que no se apartara. Cuando se separaron, ambos respiraban agitados, y sus miradas se encontraron, llenas de una intensidad que ni las palabras podían capturar. Ella se perdió en sus ojos oscuros, sintiendo miedo y deseo a la vez, una sensación que la dejaba viva y aterrada.
—¿Entiendes ahora? Esto es lo que siento… —rompió el silencio, su voz ronca y susurrante, cargada de una vulnerabilidad que no intentaba esconder—. Esto es lo que me mata cada vez que pienso en que podría perderte por ella.
Lo miró en silencio, sus palabras resonando en su mente. No podía negar la conexión entre ellos, la atracción que la impulsaba a querer más, a acercarse aún más a él. Pero también sabía que su corazón perteneció por años a Heather, y eso la llenaba de dudas, de un miedo que no sabía cómo enfrentar.
—No sabes cuánto significas para mí, cuánto intento que esto funcione —comenzó, intentando encontrar las palabras—. Pero es tan nuevo para mí, tan extraño… Y tú me haces sentir tantas cosas a la vez que me asusta.
—Eso es todo lo que quería escuchar —asintió con suavidad, como si sus palabras le dieran algo de paz—. No necesito que me prometas nada… Solo necesito saber que sientes algo real por mí, que no soy un maldito reemplazo.
—Nunca has sido un reemplazo, Jungkook.
—sonrió leve, con una mezcla de ternura y vulnerabilidad, acariciando su mejilla una vez más, con una suavidad que contrastaba con la intensidad de sus palabras y sus emociones—. Eres alguien que me ha cambiado, que me ha hecho ver cosas que nunca pensé que vería en mí.
Sonrió ligeramente antes de atraerla hacia él de nuevo, besándola con una ternura que iba más allá de la pasión. Era un beso lleno de comprensión y aceptación, como si ambos desearan sanar las heridas compartidas. Sus manos se deslizaban hacia su cintura, tirando de ella con suavidad, pero con firmeza. La cercanía entre ellos llenó la habitación de una tensión acumulada a lo largo de la noche. Mientras sus dedos exploraban la curva de su cintura, Megan cerró los ojos, dejándose envolver por el momento.
—Megan... —susurró, su voz grave, cargada de lujuria contenida—, cada vez que te toco, siento como si todo mi cuerpo ardiera por dentro.
Megan abrió los ojos, y en ese momento, sus miradas se encontraron de nuevo. Ella alzó una mano, acariciando con suavidad su rostro, pasando sus dedos por su mandíbula. Sus labios se curvaron en una sonrisa apenas perceptible, como si la intensidad de Jungkook fuera algo que no lograba entender del todo, pero que al mismo tiempo la hacía sentir viva.
—¿Y no piensas hacer nada al respecto?
Jungkook la atrajo hacia sí y la besó con una pasión contenida, un beso que revelaba todo lo no dicho, las inseguridades, los celos y el deseo reprimido. Megan correspondió con la misma intensidad, dejándose llevar por la electricidad en su piel. Sus manos exploraban el contorno de la espalda de ella, acercándola más, sin dejar espacio entre ellos. Cada roce avivaba el fuego que ambos intentaban ignorar. Sin palabras, se tumbaron en la cama, sus respiraciones se entrelazaban, sus corazones latiendo al unísono. La miraba con una intensidad inesperada, mostrando una vulnerabilidad que ella nunca había visto antes.
—No sabes cuánto te necesito, Megan.
Tragó saliva, atrapada por su mirada, sintiendo el peso de esas palabras y del deseo en su voz. La respiración de él era profunda, casi temblorosa, pero esta vez no había rastro de la ansiedad que normalmente lo contenía, del miedo que siempre le hacía retroceder. Esta noche, bajo el efecto de ese alcohol y la tensión de las emociones acumuladas, estaba decidido a no esconder nada.
—No puedo soportar la idea de que estés cerca de alguien más. Que me mires con desaprobación… y a ellos con dulzura —agregó, con una franqueza que le arrancó una punzada en el pecho—. Me destroza, ¿entiendes?
Buscó su mirada, aturdida por la sinceridad con la que le hablaba. Ese hombre que a veces se quedaba callado, consumido por la ansiedad, ahora se desbordaba sin barreras, como si al fin le fuera imposible contenerse. Una parte de ella no podía creer lo que escuchaba; la otra sentía cómo esas palabras la atravesaban, encendiendo algo que nunca sintió antes.
—Jungkook… —intentó decir, pero las palabras se le atoraron en la garganta. Él le acarició el rostro, sus dedos trazando una línea suave por su piel.
—No digas nada —murmuró, bajando la voz, su rostro tan cerca que podía sentir su aliento—. Solo… quiero estar contigo esta noche.
No hubo más palabras. Se besaron con una urgencia y pasión que la envolvieron en un torbellino de emociones. Megan respondió, aferrándose a él, mientras sus manos recorrían su espalda. No se separó ni un segundo, recorriéndola con labios y manos. Entre besos, sus dedos comenzaron a levantar su camiseta, y ella, deseosa, la dejó caer al suelo. Los roces provocaron escalofríos. Jungkook se detuvo, la miró intensamente, y ella, sintiendo el calor, desabrochó su chaqueta y luego su camisa, revelando su torso. Cada movimiento encendía la electricidad entre ellos, intensificando la cercanía y la entrega al momento al quedar desnudos.
Atrapado en la intensidad del momento, se acercó más, dejando que su erección la rozara suavemente mientras se besaban profundamente. La dureza contra su cuerpo la hizo temblar de deseo. Al principio, los besos fueron lentos, pero cada roce avivaba el fuego en su interior. Con un movimiento deliberado, presionó su cadera contra la de ella, dejando que su erección se deslizara a lo largo de su entrepierna. El contacto le provocó un gemido ahogado, atrapada entre el deseo y la necesidad de más. Sus manos comenzaron a explorar su cuerpo, deslizando sus dedos por su pecho y abdomen, sintiendo la tensión de cada músculo.
—Jungkook, por favor...—murmuró, su voz impregnada de deseo mientras buscaba más contacto, arqueando su cuerpo hacia él.
Sintiendo la urgencia, intensificaron el roce, moviéndose con círculos lentos y cada vez más insistentes. Ella lo empujó, buscando más de lo que él le daba. La desesperación los envolvía, y el juego sensual se transformó en un acto de necesidad. Se restregó contra ella con más fuerza, su erección presionando contra su centro. La fricción abrumaba, y sus cuerpos respondían al ritmo primal que los guiaba. Sus gemidos aumentaron, urgentes, rogando por más. La presión y el roce constante la hacían sentir viva, temblando de anticipación
—¡Por favor, Jungkook, métemelo ya!
Su desesperación era evidente, cada palabra cargada de deseo, por lo que él no pudo evitar soltar una risilla de satisfacción.
—¿Quién diría que algún día serías tú la que me rogaría así? —su voz tembló por la necesidad, pero manteniendo una sonrisa—. Espera. Debo ponerme el condón.
Aunque el deseo lo envolvía, una parte de él sabía que tenía que actuar con responsabilidad. La mezcla de la urgencia en su cuerpo y la necesidad de protegerla lo mantenía en un delicado equilibrio entre el placer y el deber.
Se estiró, buscando el condón en la mesa de noche de Megan. Su corazón latía con fuerza mientras sus dedos temblaban, finalmente encontrando el paquete. Con una mezcla de urgencia y deseo, lo abrió y, con movimientos rápidos, se lo colocó, sintiendo el roce del látex contra su piel.
Cuando terminó, se acercó a ella, la cual, incapaz de contenerse, se abalanzó hacia él. En un movimiento decidido, se colocó a horcajadas.
—No puedo esperar más.
Tomó su erección con una mano, sintiendo el calor y la firmeza que emanaban de él, cada toque encendiendo aún más su deseo. Con un suspiro profundo, comenzó a introducirlo lento en su interior. La sensación era indescriptible; sentía cómo su cuerpo se abría para recibirlo, llenándola de una oleada de placer.
Megan se movía con suavidad, su cuerpo respondiendo a la necesidad de Jungkook y al mismo tiempo al deseo ardiente que la consumía. La profundidad de cada penetración la hacía gemir, un sonido que vibraba en el aire, mezclándose con el jadeo de él. Lo miró a los ojos; la conexión entre ellos era tan intensa que podía sentir su aliento entrecortado. La satisfacción de sentirlo tan profundo en ella la llevaba al borde del éxtasis.
Ambos comenzaron a moverse al unísono, encontrando un ritmo que les permitía liberar toda la tensión acumulada. Los gemidos de Megan eran liberadores, un reflejo de la pasión que ardía entre ellos. Cada movimiento se sentía como una promesa, un compromiso de explorar el deseo que los envolvía.
—Así, Jungkook… Más profundo…—susurró, sintiendo cómo su cuerpo respondía a cada embestida.
Los sonidos de placer crecían, llenando la habitación con sus gemidos, un eco de deseo compartido que los unía más. Absorbiéndose en el momento, cada golpe de cadera los llevaba más cerca del abismo del placer, cada empuje, una liberación. Megan, sobre Jungkook, aferrándose con fuerza, se movía con necesidad, como si la unión fuera insuficiente mientras sus gemidos resonaban en el aire.
—Mírame —ordenó, su voz grave cargada de deseo—. Siente lo que compartimos.
Megan se sumergía en su mirada, incapaz de resistir la intensidad de su conexión. En medio de sus besos apasionados, sus labios se encontraban y se separaban, creando una danza que intensificaba la electricidad entre ellos. Y con un movimiento decidido, Jungkook empezó a guiarla.
—Haz movimientos circulares —sus manos se posaron en las caderas de ella, controlando su ritmo—. Más, así... Siente cómo te tomo, cómo cada movimiento te hace perder el control.
Aumentó el ritmo mientras la guiaba con firmeza, cada movimiento volviéndose más intenso. La fricción entre sus cuerpos los envolvía en una ola de placer. Megan, siguiendo su instinto, empezó a moverse con un suave vaivén, dejando que sus cuerpos se sincronizaran con cada empuje. Jungkook la acompañaba con fuerza, empujando hacia arriba mientras ella respondía con cada giro, elevando el nivel de deseo entre los dos.
La fricción los incendiaba, cada embestida enviando una corriente eléctrica de placer a través de ellos. La manera en que se movía sobre él, tan hipnotizante y envolvente, lo hacía perder el control, sintiendo cómo su calor y la humedad de su cuerpo lo consumían por completo, llevándolos a un punto de no retorno.
Jungkook aumentaba la presión, guiándola a un ritmo más intenso. Sus manos se aferraban con fuerza a sus caderas, ayudándola a encontrar el ángulo perfecto.
—Muévete así... Arquea las caderas hacia atrás, siente cómo te tomo más profundo —jadeó, su voz grave, cargada de deseo—. Si lo haces bien, vas a sentir todo lo que quiero darte, cada centímetro de mí dentro de ti, mi amor.
Empujó hacia arriba con fuerza, dejándola sentir la profundidad de cada movimiento. Sus manos se apoderaron de sus caderas, guiándola con firmeza, marcando el ritmo mientras él la dominaba. Cada arqueo de sus caderas hacía que se unieran con una intensidad arrolladora, llenándola por completo, cada embestida causando una explosión de placer que los consumía. Los gemidos de Megan se mezclaban con los suyos, un canto de deseo en cada respiración entrecortada.
—¡Jungkook, esto se siente tan bien! —exclamó, sintiendo cómo el placer crecía en su interior.
Podía sentirla envolviéndolo, apretándose a su alrededor con cada movimiento, y eso solo avivaba su deseo. Con una mezcla de control y necesidad, guió su cuerpo, mostrándole el ritmo que quería. Sus caderas se movían con mayor firmeza, haciendo que el calor y la humedad entre ellos aumentaran. Cada empuje suyo y cada movimiento de Megan le hacían sentirla más profunda, más cercana, como si se fundieran en una sola entidad.
—Siéntelo todo. Deja que el placer te envuelva.
Obedecía, sintiendo cómo su cuerpo se llenaba de sensaciones abrumadoras. La desesperación de ambos los llevaba a un clímax inevitable, donde cada empuje y cada giro los acercaba más al éxtasis.
—No te detengas... Siento cómo me envuelves por completo —jadeó, sus manos deslizándose hacia sus pechos, tocándolos con una mezcla de devoción y deseo. Su voz, profunda y cargada de pasión, tembló al pronunciar—: Lo haces tan bien, Baker.
Cautivado por ella, continuó acariciando sus pechos con una devoción casi desesperada. Sus manos eran firmes, explorando cada curva, cada rincón, mientras sus dedos rozaban sus pezones, pellizcándolos con suavidad. La reacción de Megan fue inmediata: su cuerpo se arqueó hacia él, un gemido escapando de sus labios al sentir la presión sobre su piel sensible.
Ella se inclinó hacia adelante, atrapando sus labios en un beso ardiente, su lengua buscando la suya con la misma urgencia que sentía en su cuerpo. La humedad entre ellos aumentaba, la fricción volviéndose más intensa, cada movimiento marcado por la desesperación de querer más, de no poder separarse.
—Jungkook… Me haces sentir tan... llena —jadeó, su voz rota, llena de desesperación—. No puedo detenerme...
Con cada embestida, Jungkook podía sentir cómo el placer se acumulaba en ellos, llevándolos a un clímax que los desbordaría, un momento en el que finalmente podrían liberar toda la tensión acumulada y entregarse por completo a la pasión que los envolvía.
—Eso es… —gruñó, su voz rasposa, como si las palabras estuvieran a punto de desbordarse. Sus manos no dejaban de explorar, pellizcando nuevamente sus pezones, forzándola a arquearse más, a gemir más fuerte. La miraba con adoración y deseo. Cada gemido que escapaba de sus labios resonaba en su pecho, empujándolo al límite—. Cada vez que te toco, siento que no puedo más.
Con un impulso repentino, comenzó a moverse con una rapidez desesperada, el sonido de sus cuerpos chocando resonando en la habitación. Cada embestida era intensa, llena de urgencia, y Megan se aferraba a él, sintiendo cómo la presión en su interior aumentaba con cada movimiento.
—Sí… así —murmuró, sintiendo cómo su cuerpo se llenaba de él—. No pares.
La desesperación crecía entre ellos, el placer acumulándose en una ola que amenazaba con desbordarse. Jungkook la miró, sus labios curvándose en una sonrisa traviesa mientras intensificaba el ritmo, cada golpe resonando en el aire. Cerró los ojos, dejándose llevar por la intensidad del momento, su cuerpo temblando mientras la empujaba más profundo. La desesperación se apoderó de ellos, y cada movimiento se sentía como una mezcla de pasión y anhelo.
El placer la envolvía con cada embestida, su cuerpo temblando, apretándose a él como si no pudiera separarse. Sus uñas se hundían en su espalda mientras lo sentía profundo; cada movimiento la empujaba más allá de su límite. Jadeaba, ahogando gemidos mientras la presión interna crecía imparable. Un grito de satisfacción escapó de sus labios cuando finalmente alcanzó el clímax, su cuerpo convulsionando y liberándose en una ola de placer que la arrastró sin control.
Jungkook, sintiendo cómo se apretaba a su alrededor, no pudo contenerse más. Su respiración se volvió más errática y, con un gruñido bajo, se hundió en ella con más fuerza, empujándose hasta el último rincón de su ser. La intensidad de su propio orgasmo lo atravesó, su cuerpo temblando mientras se derramaba dentro del condón, cada sacudida un recordatorio de lo que compartieron.
Se quedaron allí, juntos, sumidos en el éxtasis compartido, sus cuerpos aún entrelazados, el calor de sus pieles pegadas creando una sensación de cercanía que solo aumentaba el lazo entre ellos. Ambos respiraban con dificultad, sus corazones aún palpitando con fuerza, mientras se tomaban un momento para absorber la quietud que quedó tras la tormenta.
Levantó su mano, acariciando con suavidad el rostro de Megan, admirando la expresión de satisfacción y ternura en sus ojos. Ella le sonrió, esa sonrisa que lo derretía cada vez, por lo que no pudo evitar inclinarse hacia ella, fundiéndose en un beso suave y profundo. Un beso que era tan lleno de amor como de pasión, como si el mundo alrededor de ellos ya no existiera.
Megan correspondió con la misma intensidad, sus dedos deslizándose por su cabello, explorando su rostro mientras el beso se volvía más lento, más tierno. En ese instante, todo lo que importaba era ese vínculo único entre ellos, esa conexión que los unía de una manera que ni siquiera palabras podían describir.
(...)
El domingo amaneció con una atmósfera de calma, como si la pasión de la noche anterior hubiera disipado todas las tensiones. Ambos se despertaron abrazados, compartiendo miradas cargadas de ternura y sonrisas tímidas. Luego de bañarse, se la pasaron cocinando juntos, riendo y robándose besos entre las pequeñas tareas. Luego, decidieron salir a caminar por un parque cercano, disfrutando de la tranquilidad del día mientras hablaban de temas ligeros, sintiéndose más conectados que nunca.
Por la tarde, regresaron al departamento de Megan, donde se acomodaron en el sofá con una manta y vieron una película. Aunque no hablaban demasiado, los pequeños gestos—como Jungkook acariciando distraídamente su cabello o Megan tomando su mano entrelazada con la suya—decían todo lo que necesitaban. Era como si la discusión de la noche anterior hubiese dejado un espacio para un amor más profundo, más auténtico.
Al caer la noche, estaban en la puerta del departamento de ella. La luz cálida del pasillo iluminaba sus rostros mientras se quedaban ahí, a un paso de la despedida. Jungkook no quería irse, pero sabía que el día siguiente traería consigo más retos, más pasos en su relación.
—Megan... —tomó con suavidad su mano—. Mañana, después del trabajo, pasaré por ti para que me acompañes a mi sesión con el terapeuta. ¿Estás segura de que...?
Antes de que pudiera terminar, lo interrumpió. Sonrió con ternura, dándole un pequeño apretón en la mano.
—Sí, claro que sí. Estaré esperándote —aseguró con calidez—. Me gustaría acompañarte.
La respuesta fue un bálsamo para sus inseguridades. La manera en que lo miraba, con total certeza y afecto, deshizo por completo la ansiedad que sintió la noche anterior. En ese momento, la tensión que quedó en su pecho, las dudas sobre Heather y su lugar en su vida, se desvanecieron. Megan estaba allí, ahora, eligiéndolo, acompañándolo en lo que fuera necesario.
Dejó escapar un suspiro, una sonrisa suave curvó sus labios mientras se acercaba a ella. Sin palabras, se inclinó hacia adelante y la besó, un beso lleno de promesas, de amor y de confianza. Fue un beso profundo y dulce, que les decía todo lo que ya no necesitaban decirse con palabras.
Cuando se separaron, sus frentes se rozaron y permanecieron en silencio, disfrutando de la cercanía. El mundo alrededor parecía detenerse.
—Gracias.
—No tienes que darme las gracias por eso, Jungkook —sonrió, acariciando su mejilla con suavidad—. Estoy a tu lado porque quiero estarlo.
La miró, sus ojos brillando con una gratitud inmensa. Sentía que todo lo que pasó, todo el caos y las inseguridades, ahora parecían pequeñas e insignificantes. Porque al final, tenía a Megan a su lado, con él, en un futuro incierto pero lleno de amor.
Sintió cómo su corazón latía con fuerza en su pecho, y un impulso repentino lo invadió. El deseo de ser honesto, de abrir su corazón, lo llenó de coraje.
—Megan…—comenzó, su voz temblando ligeramente, atrapando su mirada. La curiosidad en sus ojos claros brilló de forma intensa, animándolo a continuar, a decirle lo que en realidad sentía.
Lo miraba con atención, su ceño ligeramente fruncido, como si estuviera lista para cualquier cosa que él pudiera decir. Fue en ese instante, mientras sus miradas se mantenían, que el impulso se volvió casi abrumador.
«Te amo» esas palabras danzaban en su mente, llenándolo de esperanza y terror, temeroso de que pronunciarlas cambiara todo. Recordó que ella nunca respondió a sus "te quiero" con la misma profundidad. Su corazón se encogió, llenándose de dudas, sintiendo que Heather seguía ocupando el corazón de Megan, mientras él se mantenía en un pequeño rincón.
La angustia lo llenó mientras se debatía entre el deseo de confesar su amor y el miedo a ser rechazado. ¿Acaso podría arriesgarse a escuchar que no era correspondido?
—Te escribiré cuando llegue —terminó diciendo, sintiéndose como un cobarde al no haber podido dejar salir sus verdaderos sentimientos.
—¿Eso es todo? —frunció el ceño, desconcertada por su repentina falta de valentía, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y confusión.
La confusión lo envolvía, preguntándose por qué se detuvo. La incertidumbre lo oprimía, y al verla entre la esperanza y la desilusión, sintió el peso en su pecho. El impulso de decir "te amo" lo consumía, pero las palabras se atoraban en su garganta. Cada segundo aumentaba el dolor de no poder expresarlo, sabiendo que su amor por ella iba más allá de cualquier barrera que pudiera existir entre ellos.
Sin embargo, a pesar de su confusión, una sonrisa finalmente iluminó su rostro. Era una sonrisa genuina, pero Jungkook no podía evitar sentir que no reflejaba la realidad de lo que sucedía.
—Está bien, Jungkook —asintió con la cabeza y se despidio con una mano que movió lento.
Su sonrisa parecía auténtica, pero Jungkook sabía que había una fragilidad detrás de esa fachada, un abismo que aún los separaba. Se sintió culpable por no haberle ofrecido más en ese momento, por haber dejado que sus propias inseguridades se interpusieran en su camino.
Sentía que todo de él le pertenecía, que era suyo por completo. Esa convicción lo envolvió y un remolino de emociones giraba en su interior. No había parte de él que no estuviera dispuesto a entregarle. Estaba seguro de que si ella pudiera ver dentro de su ser, vería que su nombre estaba escrito en cada pared. Y así, mientras se alejaba, un remolino de emociones giraba en su interior.
«¿Por qué no le dije lo que realmente siento?» Era una pregunta que no tenía respuesta, y al mismo tiempo, sentía que las palabras nunca serían suficientes para expresar todo lo que su alma quería decir.
«¿Cómo puede ser tan fácil amarla sin ser capaz de decirlo?»
En su pecho, un vacío crecía con lentitud. No era un vacío cualquiera, sino uno de incertidumbre y de duda, uno que no encontraba consuelo en las palabras. Sus pensamientos giraban en torno a ella, a Megan, a lo que fue y a lo que podría ser. El amor que sentía por ella era tan profundo que le dolía pensar que quizás nunca podría tenerla por completo. Porque, en su corazón, él sabía que el pasado de Megan seguía siendo una sombra inquebrantable. Heather, esa figura etérea que aún vivía en su corazón, seguía a la deriva en su memoria, siempre a un paso de ella, marcando cada rincón de su alma. Jungkook la veía en sus ojos, en sus gestos, en cada risa compartida. Podía sentir que su corazón aún no sanó del todo, que no podía ofrecerle a Megan lo que él deseaba ofrecerle, sin tener que competir con el eco de alguien que, aunque ausente, no dejaba de ocupar un rincón profundo de su ser.
Las palabras se ahogaban en su pecho, y su respiración se volvía pesada mientras avanzaba. El amor que sentía por ella era tan feroz, tan intenso, que casi podía saborearlo, pero había algo más en él que lo contenía, algo que no lograba traspasar. No sabía cómo pedirle más sin parecer desesperado, sin mostrarle cuán vulnerable realmente era.
«Quizás si me demuestra que estoy en su corazón, podré abrirle el mío sin miedo, sin miedo de que lo rompa»
«Me prometí no tener miedo» se recalcó, pero el miedo seguía ahí, desbordando cada rincón de su pecho.
Y en lo más profundo, en lo más silencioso de su alma, entendió que, aunque el amor le quemaba, no podía forzarla a sanar tan rápido. Quizás su tiempo llegaría, quizás no. Pero la esperanza seguía viva, aunque débil, como una flor que crece entre las grietas de un camino que aún no conoce su destino.
Al estar en el estacionamiento, su mente seguía atrapada en lo sucedido con Megan, reflexionando sobre sus momentos juntos y la conexión que parecían estar formando. Deseaba con todo su ser que, tras la noche anterior, ella pudiera abrirle su corazón por completo, que pudiera dejar atrás las sombras del pasado y permitirle ser la persona en quien pudiera confiar. Pero en medio de sus reflexiones, algo lo hizo detenerse en seco.
Al levantar la mirada, se encontró con una figura familiar que lo paralizó. A unos metros de distancia, allí estaba ella. Sintió que el corazón le daba un vuelco, un frío recorriendo su cuerpo al reconocer la realidad de la situación.
La rubia lo miraba fijamente, sus ojos cafés brillando con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Jungkook sintió cómo el peso de su presencia lo abrumaba. En ese instante, todas sus inseguridades volvieron a aflorar, recordándole que Heather ocupaba casi todo el corazón de Megan, dejándolo a él con solo un pequeño rincón en el que intentar construir algo significativo. Se quedó ahí, parado, sintiendo cómo el tiempo se detenía. «¿Qué significaba este encuentro?» La pregunta giraba en su mente, una tormenta de emociones y pensamientos. Mientras sus ojos se encontraban, se dio cuenta de que las esperanzas que construyó con Megan se tambaleaban, amenazadas por el peso del pasado que Heather, que ahora estaba frente a él, traía consigo.
¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Se esperaban todo lo que sucedió? ¿Les gustó leer a un Jungkook confrontativo y hasta algo posesivo? ¿Piensan que tiene razón él al creer que todavía no pudo hacer a un lado a Heather del corazón de Megan? ¿Qué creen que pase ahora con la llegada de Heather?
Espero que les haya gustado el nuevo capítulo, si es así no se olviden de votar y comentar
¡Nos leemos pronto!
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