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O43 | CONEXIÓN MÁS ALLÁ DEL PLACER

—Tómame, Megan. Mételo dentro de ti —pidió, con los ojos cerrados, con un tono casi suplicante, refiriéndose al acto de tenerla, de perderse dentro de ella. Pero dentro de sí, sentía cómo cada palabra lo hacía perder más el control, como si estuviera invocando su propio tormento—. Déjame sentir cómo me tomas, cómo te llenas de mí. No puedo esperar más.

Megan esbozó una sonrisa lenta, casi victoriosa, mientras lo observaba con una mezcla de deseo y ternura.

—¿No puedes esperar más? —Su voz salió suave, cargada de sensualidad, mientras sus movimientos continuaban provocándolo, jugando con su resistencia—. ¿Y qué pasa si yo quiero disfrutar un poco más de verte así... completamente a mi merced?

Sus dedos acariciaron su glande con un toque más firme, arrancándole un jadeo ahogado. Sentía cómo su cuerpo reaccionaba ante cada palabra, cada toque. Su pelvis se movió de forma involuntaria hacia ella, buscando más de ese contacto que lo estaba volviendo loco. La presión interna lo quemaba, y cada vez que sus caderas se movían, lo hacía con más desesperación.

—Pero está bien, Jungkook... Ya me hiciste esperar demasiado estos días. Ahora te daré todo de mí.

—Dios, Megan... —musitó, su voz entrecortada, apenas logrando mantener el control. Sentía cómo su cuerpo se tensaba, su respiración se volvía más errática. No podía detenerse, no quería detenerse—. Eres... Eres demasiado...

El deseo lo inundó por completo, y sus caderas siguieron moviéndose por instinto, buscando esa conexión, esa sensación de ser consumido por ella. La presión dentro de él se intensificaba con cada movimiento, con cada toque, llevándolo al borde de la locura.

Sin embargo, antes de que pudiera seguir hablando, Megan lo interrumpió, acercándose a él y besándolo con una intensidad que lo tomó por sorpresa. Sus labios se encontraron con fervor, como si ella intentara comunicarle todo lo que sentía en ese momento. Él, con un suspiro contenido, decidió actuar. Antes de seguir con más impaciencia, apartó una de sus manos de su propio cuerpo y la deslizó lento hacia ella, buscando esa sensación tan íntima. El calor de su piel, la humedad en su interior, hizo que él no pudiera evitar una ligera sonrisa de satisfacción. Sentirla tan receptiva, tan húmeda, lo hacía perder la razón.

Sin embargo, se detuvo un instante, evaluando la situación. Aunque eso facilitaría lo siguiente, quería asegurarse de que estuviera lista por completo, que no sintiera incomodidad alguna.

—Megan... —dijo con voz grave, su tono cargado de deseo y preocupación—, necesito que me dejes tocarte antes de... —Hizo una pausa, mirando sus ojos, buscando que lo entendiera. Comenzaba a sentirse nervioso—. Quiero que se sienta bien para ti.

Asintió con un leve temblor.

A pesar de la urgencia en su cuerpo, él movió sus dedos con suavidad, introduciendo primero el dedo medio y luego el anular. La humedad era tal que la entrada de ella lo acogió sin resistencia, y con un movimiento lento, ambos dedos se hundieron, escuchando su respiración agitada y observando cómo su cuerpo comenzaba a relajarse al compás de sus movimientos.

Megan cerró los ojos, su cuerpo tensándose y relajándose mientras él la preparaba. Con cada movimiento de sus dedos, sentía cómo su cuerpo se ajustaba, cómo se preparaba para lo siguiente. No quería apresurarse, no cuando ella estaba tan perfecta en ese momento, tan entregada a él como quiso sentirla hacía unos minutos.

Jungkook no dudó ni un segundo más. Agregó el tercer dedo con un movimiento firme, y el sonido de su cuerpo recibiéndolo, un suave y húmedo desliz, fue tan intenso que resonó en el aire, aumentando la tensión en el cuarto. Megan dejó escapar un chillido de puro placer que se escapó de sus labios sin control, como si su cuerpo ya no pudiera contener lo que sentía.

El sonido del deslizamiento de sus dedos se unió al gemido de ella, un sonido húmedo, profundo, cargado de deseo. Cada movimiento de los dedos dentro de ella producía un eco de placer que llenaba el espacio entre los dos, haciendo que la atmósfera se volviera más densa, más urgente. El ritmo de su respiración se volvió irregular, los gemidos de Megan cada vez más fuertes, cada vez más desesperados, como si el contacto, el placer, lo necesitara todo en ese momento.

Jungkook sintió cómo su propio deseo aumentaba con cada uno de sus movimientos, cómo su control comenzaba a desvanecerse. Había deseado eso minutos atrás, deseado complacerla así, de esa forma. Un suspiro se le escapó, y una sonrisa apenas contenida apareció en su rostro. Recordaba cuando ella tomó el control, cuando no le permitió avanzar más, pero ahora era él quien dominaba el ritmo, el deseo de llevarla al límite lo estaba consumiendo.

—¿Te gusta? —preguntó con voz baja, casi gruñendo, consciente del impacto de cada movimiento, de cómo ese entregaba por completo a él.

Perdida en la sensación, solo pudo soltar un gemido ahogado de respuesta, su cuerpo temblando bajo él. Sus caderas se movían hacia sus dedos, buscando más, buscando la intensidad que sentía construir dentro de ella. El sonido de su humedad aumentó con cada nuevo movimiento, un ruido que lo envolvía, mientras ella seguía liberando gemidos bajos, casi guturales, que demostraban que el control de su cuerpo ya no existía.

Él se inclinó hacia adelante y sus labios se encontraron con la intensidad del momento, el beso profundo y desesperado reflejaba su deseo incontrolable. Megan respondió con el mismo ardor, sus manos aferrándose a su pecho mientras sus caderas se movían contra sus dedos, buscando de forma desesperada más de la exquisita presión que ejercía dentro de ella.

El cuarto estaba lleno de esos sonidos: sus respiraciones entrecortadas, los gemidos de Megan, y el sutil pero innegable sonido de sus movimientos sincronizados. 9bservaba fascinado cómo se retorcía, cómo sus caderas se movían al ritmo de sus dedos, sus gemidos volviéndose más intensos. No pudo evitar esbozar una sonrisa, aunque su propia respiración se volvía más profunda, marcado por el deseo de llevarla aún más cerca de ese abismo de placer. Cada movimiento hacía que ella perdiera más el control. La presión de sus dedos dentro de ella, la forma en que su cuerpo respondía, todo se unía en una sinfonía de placer que parecía volverse cada vez más intensa.

Consciente de su creciente deseo, de cómo sus propios límites estaban a punto de desmoronarse, la observaba con atención, disfrutando del control que tenía sobre ella. Pero entonces, de repente, Megan dejó escapar un grito sofocado, sus caderas se movieron hacia sus dedos, buscando más, y antes de que pudiera reaccionar, su cuerpo se tensó y un estremecimiento la recorrió de pies a cabeza.

En ese instante, sintió cómo apretaba sus dedos, cómo su interior se apretaba a su alrededor, una presión tan intensa que lo hizo jadear de placer al sentir la respuesta de ella, al ver cómo se entregaba por completo. Perdida en la sensación, liberó un gemido ahogado que se convirtió en un suspiro tembloroso, su cuerpo arqueado, rendido a la oleada de placer que la estaba arrasando.

Jungkook, con un leve suspiro de sorpresa, comprendió que fue más allá de lo planeado. Comentó solo con la intención de prepararla, de llevarla al límite antes de lo que realmente quería, pero ahora estaba frente a ella, que temblando sobre él, su cuerpo aún vibrando por el orgasmo que acababa de experimentar. La humedad aún rodeaba sus dedos, y por un instante, quedó absorto en la satisfacción de haberla llevado tan lejos. Pero fue entonces cuando sintió el ardor en su entrepierna. La erección que estaba aguantando, solo parcialmente contenida, se volvió insoportable. Estaba tan duro, presionaba tanto, que el dolor comenzó a mezclarse con el deseo. El calor de su cuerpo, recostada sobre él, lo envolvía por completo. Megan, aún jadeante, no hacía más que aumentar la tensión que lo consumía. El roce de su erección contra su piel desnuda era un tormento dulce, una constante invitación que encendía cada fibra de su ser.

Aunque sus dedos seguían dentro de ella, su necesidad de más contacto era imparable. Jungkook movió ligeramente las caderas, buscando esa fricción, ese alivio momentáneo que le ofrecía el suave roce de su piel contra la suya. Apenas un toque, pero lo suficiente para arrancarle un jadeo cargado de deseo, su cuerpo exigiendo más mientras la cercanía de Megan lo hacía perder cualquier control restante.

Sin poder controlarse más, se inclinó hacia ella, y atrapó sus labios en un beso húmedo, profundo, lleno de deseo y desesperación. La humedad de sus bocas se fundió al instante, como si la intensidad de lo que sentían se desbordara en ese contacto, sus lenguas explorando y chocando con necesidad. El beso era tan húmedo que cada vez que se separaban, sentían el calor de la saliva compartida, el ardor de la cercanía, de la tensión que no podían controlar. La boca de Jungkook se movía sobre la de Megan con una urgencia desbordante, cada beso más frenético, más impaciente, buscando un roce, un contacto, una liberación que los envolviera por completo.

Al separarse, las respiraciones de ambos se entrelazaron, agitados, la miró intensamente, sus ojos oscuros, llenos de deseo y frustración. Con la frente apoyada contra la de ella, jadeó entrecortado, el ardor de su erección aún presionando contra ella.

—Te necesito...—susurró entre jadeos, como si de repente todo su control se hubiera desvanecido. La presión en su cuerpo, la necesidad que sentía por ella, le quemaba por dentro, y no pudo evitar expresarlo, no podía esperar más.

—Estoy lista para sentirte —murmuró contra sus labios, su voz entrecortada por la pasión que los envolvía, por lo que él retiró los dedos humedecidos.

Volvieron a besarse con intensidad, sumidos en un torbellino de emociones y deseo. Podía sentir la desesperación de él en cada movimiento, en la forma en que sus manos se aferraban a su cintura, como si temiera que la perdiera en cualquier momento. Pero de repente, Jungkook se detuvo, rompiendo el beso y alejándose un poco, su expresión llena de frustración.

—Espera, no tengo condón aquí —Su voz traía consigo un aire de desesperación.

—¿Qué?

—Siendo sincero... Me los olvidé en el coche.

Al ver cómo pasaba una mano por el cabello, claramente molesto y frustrado consigo mismo, Megan no pudo evitar reírse, una risa ligera que rompió la tensión en el aire.

—Busca en el cajón de la mesita de noche.

Su tono era ligero, como si no hubiera nada de qué preocuparse, por lo que la miró desconcertado, alzando una ceja.

—¿Tienes?

—Tal vez.

Al apartarse, él se estiró hacia el cajón de la mesita de noche, su cuerpo desnudo ligeramente tenso mientras buscaba entre las cosas con una mano. La luz suave iluminaba su rostro mientras sus dedos tocaban varios objetos hasta que encontró la caja de condones. La abrió con una leve sonrisa en sus labios y sacó uno, sus ojos clavados en la pequeña envoltura.

—¡Mira esto! —exclamó, sosteniendo el condón en su mano con una sonrisa de triunfo—. Así que sí que estabas preparada.

—Fue porque estuve pensándolo bien —admitió luego de un rato, su voz baja, mientras un rubor se extendía por su rostro a la vez que evitaba su mirada. Eso hizo que la expresión de él cambiara a una sonrisa amplia y traviesa, como si esa pequeña revelación solo aumentara su deseo.

—Entonces, ¿te parece si hacemos esto de una vez? —preguntó, la sonrisa aún dibujada en su rostro mientras se acercaba de nuevo a ella, dejando a un lado la frustración inicial.

Asintió, sintiendo que la energía entre ellos se renovaba, lista para dar el siguiente paso, aunque los nervios comenzaban a hacer su aparición.

Jungkook, sintiendo el calor de Megan a su lado, estaba listo. Sin embargo, la tensión de la situación, sumada al nerviosismo, hizo que su erección disminuyera ligeramente. No pasó desapercibido para Megan, que lo tomó con calma.

Mientras rompía el paquete del condón, sintió un ligero temblor en su mano, una mezcla de nerviosismo y anticipación que se hacía notable en el aire.

Frustrado, decidió que necesitaba recuperar el control. Se volvió hacia ella, su mirada fija en sus ojos, buscando su reacción.

—¿Te incomoda esto?

Con el rostro teñido de rojo, negó rápidamente, sin poder evitar que una sonrisa juguetona asomara en sus labios.

Al ver su respuesta, sintió que una ola de confianza lo inundaba. Con un movimiento decidido, su mano se deslizó hacia su miembro, acariciando su longitud mientras mantenía su mirada fija en ella. Un gemido se escapó de sus labios, la vergüenza subiendo por su rostro mientras se daba cuenta de lo que estaba haciendo, pero la necesidad de estar bien erecto era más fuerte. Con cada movimiento de su mano, sintió cómo su erección se alzaba más firme, pulsando con una necesidad apremiante. La imagen de Megan, tan deseada y tan cerca de él, lo llenaba de una urgencia que no podía ignorar.

Se acercó aún más, dejando que su cuerpo se acercara al de ella, sintiendo la calidez de su piel. Sus ojos no se separaban de los de ella, mientras la respiración de Jungkook se volvía más entrecortada, entre gemidos que brotaban de sus labios a medida que se dejaba llevar por la sensación. Eso hacía que lo mirase, intrigada, sintiendo cómo el ambiente se cargaba de una electricidad entre ellos.

Él, sintiendo la urgencia y la anticipación en el aire, apartó la mano para tomar el condón del paquete roto. Con la respiración entrecortada y el corazón acelerado, intentó colocárselo.

—¿Qué demonios? —murmuró, frunciendo el ceño mientras intentaba colocarse el condón.

Sus manos, temblorosas y nerviosas, no lograban hacer el movimiento correcto. La goma parecía resistirse, enrollándose de manera errática. El simple acto, que debería ser automático, se estaba volviendo un desafío, con cada intento de colocar el condón como una lucha contra su propio nerviosismo.

Megan no pudo contener una risa suave al verlo, disfrutando de la forma en que la tensión se rompía con su torpeza. La risa de ella resonó en la habitación, ligera y alegre, pero también llena de complicidad.

—No te preocupes, parece que nunca lo has hecho antes —bromeó, dándole un toque juguetón a la situación.

Jungkook, sonrojándose aún más ante su comentario, se detuvo un momento, mirándola con una mezcla de frustración y diversión.

—Es solo que... estoy un poco nervioso —admitió, sin poder ocultar la timidez en su voz, por lo que ella sintiendo la vulnerabilidad de él, sonrió con ternura, sus ojos brillando con complicidad.

—Y también emocionado —agregó, su tono insinuante dejando claro que compartía su entusiasmo. Y él, al escucharla, se sonrojó aún más, como si todo el calor de la habitación hubiera decidido concentrarse en su rostro.

—Bueno, es que no sé si realmente esperaba que esto sucediera esta noche —se defendió, aún un poco avergonzado.

Pero, a pesar de los nervios y la torpeza del momento, había algo mágico en la conexión que compartían. La risa de Megan lo hacía sentir más cómodo, y poco a poco, la tensión en el aire se transformaba en algo mucho más cálido y prometedor.

Finalmente, después de varios intentos torpes y risas compartidas, logró colocarse el condón. Aliviado, pero todavía con un rayo de nerviosismo en su interior, miró a Megan, quien le sonrió con complicidad.

—¿Ves? No es tan difícil, solo tienes que practicar más.

Su tono juguetón y su risa hicieron que Jungkook soltase una pequeña risa nerviosa, sintiéndose un poco más relajado.

Se colocó sobre ella, su cuerpo apoyándose con suavidad en el de Megan. A pesar de la intimidad del momento, los nervios todavía lo invadían. Sus corazones latían rápido, como si compartieran el mismo ritmo acelerado. Jungkook tomó una respiración profunda, intentando calmar su mente mientras la miraba a los ojos.

—Entonces, ¿estás segura? —preguntó, su voz suave pero llena de seriedad. Quería asegurarse de que ella estuviera cómoda por completo y lista para dar ese paso.

—Sí, estoy segura —le devolvió la mirada, sus ojos brillando con determinación y deseo mientras asentía con una sonrisa que irradiaba confianza.

Jungkook sintió un nudo en el estómago, una mezcla de anticipación y emoción. Juntó sus labios, logrando que la intensidad del beso lo hizo olvidar cualquier duda que pudiera haber tenido, y por un momento, todo lo que existía eran ellos, en ese instante compartido, listos para lo que estaba por venir.

Sus corazones latían acelerados mientras se preparaban para el siguiente paso. Jungkook con una suavidad cautelosa, guió su miembro hacia la entrada de Megan, notando una ligera tensión en su cuerpo. Aunque seguía húmeda, el primer contacto fue menos fluido, como si su cuerpo necesitara un momento para acomodarse a la sensación. Cuando finalmente logró penetrarla, una oleada de sensaciones los recorrió, el calor apretado de Megan lo envolvió, y ambos emitieron un gemido entrelazado, una mezcla de placer y una leve incomodidad al enfrentarse a la nueva conexión.

Dejó escapar un suspiro ahogado, sus uñas marcando la espalda de Jungkook, aferrándose, la incomodidad siendo tan intensa como liberadora. Él se detuvo un momento, sintiendo el ajuste gradual. Su aliento era entrecortado mientras trataba de calmarse, deseando que ella también lo hiciera. La presión interna lo tenía al borde de la locura, pero aguantó, sabiendo que la incomodidad eventualmente cedería y se transformaría en algo mucho más placentero para ambos.

—¿Estás bien? —preguntó, su voz entrecortada por la mezcla de deseo y la necesidad de cuidar de ella.

—Me duele un poco... —Su voz tembló con la intensidad de lo que estaba sintiendo. La presión de su cuerpo alrededor de él era tan intensa que Jungkook se sintió al borde de perder el control.

—Tienes que relajarte —murmuró tratando de hablar con calma, aunque su voz salió entrecortada. Su cuerpo respondía a la presión apretada que ella ejercía a su alrededor, y la incomodidad le recordaba lo intensa que era la conexión entre ellos—. A mí también me duele... Siento que por cómo me aprietas me vas a dejar sin pene, Baker.

Intentó bromear para aliviar la tensión, pero ella respiró profundo, intentando calmarse mientras su cuerpo se adaptaba a esa nueva sensación. La forma en que lo apretaba le provocaba un delicioso sufrimiento que lo mantenía al borde de la locura.

—Lo siento —musitó, cerrando los ojos mientras trataba de concentrarse en relajarse—. Solo es que es demasiado...

—Es solo el principio y que ambos estamos nerviosos, pero vamos despacio, ¿de acuerdo?

Se quedaron así por un momento, tratando de sincronizar sus respiraciones mientras Megan procesaba lo que estaba sucediendo. Su mente estaba dividida entre el recuerdo de su adolescencia, donde no sintió nada con Jaeden, y las intensas experiencias que tuvo con mujeres, las únicas que despertaron verdadero placer en ella.

«¿Qué estoy sintiendo ahora?» Se preguntaba. Era diferente, intenso, y por primera vez en esa situación, no tenía las respuestas claras.

El calor del cuerpo de Jungkook, el ritmo pausado de sus movimientos, y la forma en que la miraba—con una ternura que no esperaba en esa situación—, la mantenían en un estado de asombro.

—Eso es, relájate —susurró, interrumpiendo sus pensamientos. Su voz era suave pero ronca, cargada de una mezcla de deseo y paciencia.

Megan lo sintió moverse dentro de ella con más seguridad, pero aún con cuidado. Su cuerpo, inicialmente tenso, comenzó a adaptarse, y con cada movimiento, la incomodidad se disipaba poco a poco, dando paso a algo nuevo.

«¿Esto es placer?»

Una chispa recorrió su columna, y justo cuando su mente empezaba a divagar, sintió cómo Jungkook inclinaba su rostro hacia el de ella, acercándose con una dulzura que la desarmó por completo, besándola con suavidad en la frente, como si quisiera tranquilizarla. Luego, dejó un beso breve en cada una de sus mejillas, sus labios rozando su piel con una ternura que la hizo estremecer. Bajó hasta su mentón, besándolo con delicadeza antes de encontrar sus labios.

La besó profundamente, moviendo sus caderas con un ritmo lento, buscando consolarla y al mismo tiempo perderse en ella. Megan dejó escapar un gemido suave contra su boca, su corazón acelerándose al darse cuenta de que, poco a poco, el placer se apoderaba de su cuerpo.

—¿Te sientes bien? —preguntó, su aliento caliente contra su piel. Sus labios rozaron los de ella, capturándolos en un beso lento, húmedo, y profundo que la hizo olvidar cualquier duda que quedara.

Sí, era él. No era como antes, no era vacío. Era Jungkook quien lograba que su cuerpo reaccionara de una manera que nunca pensó posible con un hombre. Sintió cómo la presión en su interior se transformaba en un placer sutil que poco a poco se intensificaba. Sus caderas comenzaron a moverse casi por instinto, buscando acompasar los movimientos de él, y su boca dejó escapar un gemido sobre los labios de él.

—Se siente... muy bien —admitió, sorprendida por la confesión, pero aún más por lo sincera que era.

La mirada de Jungkook se llenó de asombro y algo más, algo más profundo. Aceleró ligeramente el ritmo, siempre atento a sus reacciones. Megan, mientras tanto, estaba perdida en lo que experimentaba: el calor de su cuerpo contra el de él, la intensidad de cada movimiento, y la forma en que todo parecía estar alineándose, no solo físicamente, sino emocionalmente.

Se permitió dejarse llevar por completo aceptando no solo lo que estaba ocurriendo, sino también todo lo que sentía por él.

Era Jungkook, y eso hacía toda la diferencia.

Sintió cómo el placer lo invadía por completo, un fuego cálido que quemaba su interior mientras se perdía en la conexión que compartían. Cada movimiento era más profundo, más intenso, una necesidad de acercarse aún más a ella, de unir sus almas tanto como sus cuerpos.

—No sabes cuánto he deseado esto... —Su voz salió rasposa, cargada de emoción y entre jadeos mientras sus caderas se movían con un ritmo firme, guiado tanto por el deseo como por el amor que sentía en ese momento.

Con una mano entrelazó sus dedos con los de Megan, apretándolos con fuerza, como si quisiera asegurarle que estaba con ella en cada instante. Con la otra mano apoyada en la cama, mantenía su peso, inclinándose hacia su cuerpo, sus ojos buscando los de Megan.

Ella arqueó la espalda al ritmo de sus movimientos, un suspiro tembloroso escapando de sus labios. El placer la envolvía, mezclándose con la sensación de cómo él llenaba cada parte de su ser. Los gemidos de ambos se fundían en el aire, una sinfonía de emociones y deseo que solo ellos podían entender.

La habitación vibraba con la intensidad de su unión, el eco de sus respiraciones pesadas y gemidos llenando el aire. Jungkook se movía dentro de ella con un ritmo firme, su cuerpo buscando ese punto en el que placer y emoción se entrelazaban.

—Esto es increíble —jadeó, inclinándose hacia ella, su aliento cálido acariciando su cuello antes de besar su mandíbula y bajar lentamente hacia su oído—. Sentirte así, tan apretada... Es como si fueras parte de mí.

El calor y la presión alrededor de él eran casi insoportables, pero también lo más maravilloso que experimentó. Megan sintió su corazón acelerarse, una chispa recorriendo todo su cuerpo mientras gemía con suavidad, asombrada por el placer.

Sus palabras, cargadas de placer y deseo, enviaron un escalofrío por su espalda. Arqueó su cuerpo, como si su respuesta instintiva fuera rogarle que continuara.

—Jungkook...—murmuró entrecortada, su voz temblando con cada movimiento profundo de él dentro de ella. Los gemidos escapaban de sus labios antes de poder contenerlos—. No sabía... No sabía que esto podía sentirse así.

—¿Te gusta? —preguntó con una voz ronca, su tono entre la adoración y la lujuria.

Aumentó la intensidad de sus embestidas, profundizando el contacto mientras bajaba para besarla nuevamente, esta vez en sus labios, en un gesto hambriento que hablaba de su necesidad de ella. Megan no pudo responder con palabras. Su cuerpo se apretó alrededor de él, enviando un gemido ahogado contra sus labios. Se dejó llevar por la mezcla de sensaciones que la consumían. Cada vez que Jungkook se adentraba más, cada vez que su cuerpo chocaba contra el de ella con una precisión embriagadora, sentía cómo el placer se extendía por todo su ser, como olas en un océano infinito.

—No pares... —suplicó, su respiración entrecortada, sintiendo cómo la presión dentro de ella se hacía casi insoportable.

Cada movimiento la llevaba más cerca, más cerca de esa explosión que la estaba consumiendo. Sus caderas se movían frenéticamente, encontrando su ritmo perfecto mientras él no dejaba de penetrarla, profundizando el contacto con cada embestida. La miró con intensidad, sus ojos oscuros brillando con deseo. Sin decir una palabra, bajó lentamente hasta su mentón, besándola con fuerza mientras sentía el calor de su cuerpo ardiendo contra el suyo. Sus labios se deslizaron hacia su cuello, y con un gruñido bajo, comenzó a besarla con pasión, subiendo hacia su oreja. La respiración agitada de él se hizo más grave, como si cada roce de su cuerpo aumentara su necesidad de ella.

Gruñó, su voz cargada de deseo mientras sus dientes rozaban suavemente su oreja, haciendo que el cuerpo de Megan temblara bajo él. Atrapada en la ola de sensaciones, no pudo evitarlo. Impulsivamente, cerró sus piernas alrededor de sus caderas, apretándolo aún más, sintiendo cómo cada movimiento de la llevaba al borde. El roce de su cuerpo contra el suyo solo intensificaba el calor que la envolvía, y el deseo la quemaba por dentro. Su cuerpo se movía en sincronía con los movimientos de él, cada vez más rápido, más intenso.

Disfrutando de la cercanía, sabía que debía separarse un poco para profundizar la conexión, pero la dificultad de hacerlo aumentaba debido a que Megan tenía las piernas entrelazadas en su cadera. Con esfuerzo, intentó liberar su mano de la suya, aunque el contacto de sus cuerpos hacía que cada movimiento fuera más complicado. A pesar de la restricción, logró deslizar su mano hacia su cintura, guiándola hacia su feminidad con un toque firme. La sorpresa de Megan al sentir ese roce hizo que su cuerpo se estremeciera, y sus piernas, aún apretadas en su cadera, se aferraron más a él, buscando intensificar la sensación electrizante

El roce de sus cuerpos, el movimiento entrelazado, los temblores de Megan bajo él, todo se fundía en un frenesí de deseo que desbordaba la habitación. Cada embestida parecía intensificarse, haciendo que Megan respondiera con más urgencia, mientras el calor entre ellos se volvía más abrasante, más incontrolable.

Al sentirla moverse tan desesperada, aumentó la velocidad, su cuerpo chocando contra el de ella con un ritmo voraz, casi primal, su mano, que aún estaba en su clítoris, se movió más rápido, ayudándola a acercarse al clímax que ambos sabían que estaba por llegar.

Megan, casi fuera de sí, soltó un gemido entrecortado, mirando a Jungkook con ojos llenos de necesidad.

—No... No pares —su voz temblaba, llena de urgencia, mientras sus caderas se movían en sincronía con él, buscando más, deseando más—. Por favor, no pares.

El súbito ruego hizo que respondiera con más furia, incrementando aún más la intensidad de cada movimiento, alimentado por el deseo compartido y el deseo de complacerla a toda costa.

—Tranquila. Esto es solo el comienzo —aseguró entre jadeos, su voz más grave que nunca. La forma en que respondía a cada caricia, a cada movimiento, lo estaba llevando al límite.

De repente, el punto de quiebre llegó para Megan. Con un grito ahogado, su cuerpo se tensó y se dejó llevar por la ola de placer que la invadió. El orgasmo la recorrió de pies a cabeza, un estallido de sensaciones explosivas que la hizo perderse en el éxtasis. Sus piernas se apretaron alrededor de Jungkook, atrapándolo dentro de ella mientras su cuerpo temblaba, y el grito de su nombre escapó entre sus labios.

La sintió contraerse a su alrededor, el calor de su cuerpo envolviéndolo en una sensación indescriptible. La presión y el placer compartido lo empujaron más allá de sus propios límites. Con un gruñido bajo, sus movimientos se hicieron más erráticos, más salvajes, sintiendo cómo la conexión entre ellos los estaba llevando a la misma culminación. Sin poder contenerse, se acercó a su propio clímax, hasta que el placer estalló dentro de él, mezclándose con el de Megan en una explosión compartida de éxtasis.





















(...)





















Recostados sobre las sábanas deshechas, el aire estaba impregnado de una mezcla de sudor y satisfacción. Jungkook abrazaba a Megan con ternura, su piel desnuda rozando la de ella, y sentía cómo el calor de sus cuerpos aún emanaba un resplandor palpable. A pesar de que pasaron varios minutos desde que alcanzaron el clímax, la electricidad entre ellos no disminuyó. Jungkook se inclinó hacia ella, buscando sus labios con una mirada que revelaba el deseo que seguía ardiendo en su interior.

Lo miró con una sonrisa entrecortada, aún sintiendo la sacudida de su reciente placer. Su cabello desordenado caía suavemente sobre la almohada, y sus mejillas sonrojadas mostraban un brillo de satisfacción. Sin pensarlo, sus labios se encontraron, suaves al principio, como si volvieran a explorar un territorio conocido pero nuevo al mismo tiempo.

—No puedo creer que finalmente sucedió —comentó, su voz un susurro cargado de asombro, mientras sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y deseo.

Megan sonrió, sus mejillas aún sonrojadas, y no pudo evitar reír con suavidad, recordando lo nervioso que había estado al principio.

—Pensé que ibas a desmayarte de los nervios antes de que sucediera —bromeó, mirándolo divertida, por lo que él se sonrojó, sintiéndose expuesto pero divertido.

—¡Oye! No es mi culpa —protestó, rascándose la nuca con una mezcla de vergüenza y risa—. Tú no dejabas de mirarme, y eso me ponía más nervioso.

Lo miró fijamente, su risa se desvaneció mientras sus ojos brillaban con complicidad.

—Pero parece que lo disfrutaste, a pesar de los nervios. ¿Te gustó?

Su pregunta era directa, un destello de desafío en su tono. Jungkook sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras recordaba cada toque, cada beso, cada gemido que compartieron.

—Es... Es más de lo que había imaginado —admitió, su voz un poco más baja. La sinceridad de sus palabras flotó entre ellos, mientras que ella se movió ligeramente, acercándose más, sintiendo cómo la energía entre ellos se transformaba en algo aún más intenso.

—¿Y ahora? ¿Cómo te sientes? —su tono fue mezcla de provocación y ternura, por lo que la miró, sintiendo la conexión arder entre ellos. Era más que deseo; era una chispa que los unía, una atracción que no podía ignorar.

—Como si quisiera hacerlo de nuevo...

Ella se mordió el labio, su mirada se tornó más intensa, y Jungkook sintió que la tensión aumentaba. Sabía que había más por explorar entre ellos, más que solo una noche llena de pasión.

—Tal vez deberías dejar de lado esos nervios y dejarte llevar —sugirió, con una sonrisa provocativa que hacía eco de su deseo, un desafío a la vez.

Con el corazón latiendo más rápido, Jungkook se inclinó hacia ella, dispuesto a dejar atrás esos nervios de la primera vez. La conexión que compartían era demasiado fuerte para ignorarla, y el deseo de explorarla de nuevo, pero esta vez con más intensidad, se apoderó de él, mientras sus labios se encontraban de nuevo en un beso ardiente que prometía más.

La atmósfera en la habitación se tornó eléctrica a medida que se entregaban a la intensidad de sus deseos. Los besos se volvieron más urgentes, llenos de una pasión desenfrenada que parecía consumirlos por completo. Sus labios se unían en un vaivén caliente, deslizándose y chocando, mientras sus cuerpos se buscaban y encontraban, entregándose a un juego de caricias y gemidos que resonaba en el aire como una sinfonía de deseo.

Jungkook, sintiendo la humedad de Megan contra su piel, supo que no podía dejar que el momento se escapara. Se inclinó hacia la mesa de noche, buscando otro condón en el cajón. Su corazón latía desbocado mientras sus dedos temblaban ligeramente al abrir el paquete, la anticipación llenando el aire. La vista de Megan, hermosa y deseosa, lo impulsó a moverse más rápido.

Con un suspiro profundo, tomó el condón y, con un enfoque decidido, se lo colocó. La presión de su deseo y la necesidad de satisfacerla lo consumían, y sentía que la tensión en el aire crecía. La forma en que los ojos de Megan brillaban, llenos de anhelo y expectativa, lo llevó al borde de la locura.

—¿Estás lista?

Megan lo miró con intensidad, sus ojos desbordantes de deseo y vulnerabilidad.

—Más que lista —sonrió con un atisbo de picardía, mientras su cuerpo se movía sutilmente, invitándolo a regresar a ella.

La forma en que su piel brillaba a la luz tenue de la habitación, la forma en que sus labios se entreabrían en una invitación silenciosa, lo hacían perderse aún más en el momento. Se colocó sobre ella, el calor de su cuerpo envolviéndola, mientras su mirada se perdía en la profundidad de los ojos de Megan.

Con un suspiro entrecortado, Jungkook sintió la presión de su erección contra la humedad de ella, y la tensión creció entre ellos. La habitación se llenó de un silencio expectante, interrumpido solo por los latidos de sus corazones y el suave roce de sus cuerpos, listos para fusionarse en una danza de placer y deseo. Sintió el calor de Megan al acercarse más, y cuando finalmente se introdujo, una oleada de placer recorrió su cuerpo. La sensación de estar dentro por completo fue electrizante, un momento que sintió en cada fibra de su ser. Ambos se miraron a los ojos, y en ese instante, se disiparon todas las dudas y nervios; solo quedaba el deseo puro que los envolvía.

Megan dejó escapar un suspiro entrecortado, su cuerpo se ajustó a él de una manera que lo hizo sentir completo. Se movían con confianza, la habitación se llenándose de susurros, gemidos y el suave roce de la piel contra la piel. Los ojos de Jungkook no se apartaban del rostro de ella, observando cómo su expresión cambiaba con cada embestida. La forma en que su boca se entreabría y los gemidos que escapaban de su garganta eran música para sus oídos.

Con cada movimiento, la pasión creció. Las caricias se volvieron más intensas, las manos de Jungkook exploraban cada curva de ella, tocando su piel con ternura pero también con un deseo ardiente. Megan empezó a moverse al unísono, encontrando su ritmo, buscando más de él, más de esa sensación que la hacía sentir viva. Y sintiendo cómo lo recibía, aumentó la fuerza y la profundidad de sus embestidas. Ambos estaban en sintonía, perdiéndose uno en el otro, completamente ajenos al mundo exterior; todo lo que existía era el calor de sus cuerpos y la música de sus gemidos entrelazados.

Ambos estaban listos para experimentar la intensidad del momento, dejando que el placer los llevara a nuevas alturas, sin nada que temer y todo por ganar. Por lo que la pelinegra, sintió una oleada de deseo que la invadía, un impulso que no podía ignorar. Sin poder soportar más las ganas de tomar el control, reunió su confianza y todas sus fuerzas y, en un movimiento rápido y decidido, hizo que ambos giraran. Ahora estaba encima de Jungkook, sus piernas a ambos lados de él, el cual la miró sorprendido, sus ojos oscuros y grandes brillaban con una mezcla de asombro y excitación. La intensidad de su mirada la hizo sentir aún más poderosa y deseada.

—¿Q-qué estás haciendo? —preguntó, su voz cargada de sorpresa y un leve temblor de admiración, que la hizo sonreír, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo.

—Tomando el control.

Se inclinó hacia él mientras sus caderas comenzaban a moverse, por lo que, ambos gimieron al sentir que él estaba aún más profundo dentro de ella. La conexión entre ellos se sentía más intensa y abrumadora.

La sensación de tenerlo bajo su mando la llenó de confianza, y sus movimientos se hicieron más seguros y atrevidos. Jungkook dejó escapar un gemido bajo, su respiración se volvió más pesada al notar cómo ella lo envolvía con su cuerpo.

—Dios, Megan...—jadeó su voz temblando de deseo—. Eres... impresionante así.

Continuó moviéndose con más determinación, sintiendo el calor de su cuerpo. Jungkook estaba fascinado, su aliento entrecortado mientras la observaba. La veía tan hermosa, y su confianza encendía aún más su deseo.

Ambos estaban completamente inmersos en el instante, dejándose llevar. A medida que se movía, él sintió que su energía empezaba a decaer un poco. Aunque disfrutaba de la experiencia, se dio cuenta de que parecía un poco torpe en sus movimientos, como si aún estuviera tratando de encontrar su ritmo. Con un gesto suave, la guió con sus manos, mostrando cómo podía moverse de una manera que los hiciera sentir aún mejor.

—Así, Megan, déjame mostrarte...

Sin embargo, ella sintió una punzada de frustración. Quería ser quien dirigiera todo, no ser solo una espectadora de su propio placer. Con determinación, tomó las muñecas de Jungkook y las llevó hacia la cabecera de la cama, inmovilizándolo con una fuerza inesperada. La miró atónito, sus ojos grandes y oscuros parpadeando en sorpresa.

—Quédate quieto —ordenó, su voz firme pero cargada de excitación.

Tragó saliva, sintiendo la mezcla de asombro y deseo que la dominación de Megan desató en él otra vez. Lo observó con una chispa de desafío en sus ojos, disfrutando del poder que tenía de muevo en sus manos. Aunque sorprendido, no podía evitar sentirse atraído por esa confianza que emanaba de ella.

—¿Estás segura de que quieres esto? —preguntó, intentando mantener la voz firme mientras la excitación zumbaba a su alrededor.

—Sí. Solo relájate y deja que yo me encargue.

Con esa declaración, comenzó a moverse de nuevo, ajustando su ritmo y sintiendo cómo cada embestida la hacía sentir más poderosa. La intensidad aumentó, y Jungkook se dejó llevar, disfrutando de la sensación de estar por completo a merced de Megan, que sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo, comenzó a encontrar el ritmo perfecto. Cada movimiento que hacía se volvía más seguro y fluido. La forma en que gemía bajo ella era una música que la motivaba a seguir adelante, a intensificar cada movimiento.

—Así, Jungkook...—sonrió, disfrutando del control que tenía—. Dime cómo te sientes.

Apenas podía contener sus gemidos, su cuerpo reaccionando a cada movimiento de ella. La desesperación se apoderaba de él; era un cóctel de placer y frustración, deseando que ella no se detuviera. Su respiración se tornaba cada vez más entrecortada.

—No puedo... Me fascina tenerte así.

Sonrió, encantada con la forma en que sus acciones lo afectaban. Lo veía morderse el labio, luchando por contener el placer. Eso solo la animó a ser más audaz, a moverse con más determinación, mientras sus caderas encontraban ese ángulo que hacía que él temblara bajo su control.

—¿Te gusta así? —preguntó, aumentando la velocidad y la presión, sintiendo cómo su cuerpo respondía con cada movimiento.

Jungkook, sintiendo una mezcla de placer abrumador, apenas podía articular palabras. Su cuerpo no solo reaccionaba a cada movimiento de ella, sino que también comenzaba a embestir hacia arriba, deseando unirse a su ritmo y empujar más profundo. La desesperación crecía en él, y no podía evitar gemir más fuerte, cada sonido un eco de la fascinación que sentía por la confianza que ella exhibía.

Se sintió empoderada por su respuesta, disfrutando de cada momento mientras sus movimientos se volvían más intensos, más apasionados. Con cada embestida de Jungkook, sentía cómo él buscaba moverse junto a ella, empujando sus caderas en un vaivén perfecto. La habitación se llenó de sus gemidos y susurros, creando un ambiente cargado de electricidad y deseo. Pero pronto, comenzó a desesperarse, sintiendo cómo la fuerza de ella lo mantenía sujeto, y aunque luchaba por liberarse, se dio cuenta de que era en vano. Su cuerpo estaba completamente expuesto a la ola de placer que ella provocaba, y cada vez que intentaba liberarse, el impulso solo intensificaba su deseo.

—Megan, suéltame —gimió, su voz cargada de frustración.

Lo miró con una mezcla de desafío y deseo, disfrutando de la lucha entre ellos. A pesar de la resistencia que él mostraba, la forma en que gemía cada vez que ella ajustaba su agarre la motivaba a seguir adelante, a no ceder. Jungkook se dio cuenta de que su intento de escapar solo le proporcionaba más excitación, y eso lo volvía loco.

—Vas a perder el control si sigues así... Te encanta verme luchar, ¿verdad?

Sonrió, disfrutando del poder que tenía sobre él. Lo mantenía firmemente sujeto, pero en el fondo, también sabía que estaba llevándolo a un clímax inminente. La tensión entre ellos creció, y ella intensificó sus movimientos, aumentando la presión en cada embestida de él, lo que lo llevó a una espiral de placer y desesperación.

—No pares. Me vuelves loco cada vez que te mueves así sobre mí, Baker —expresó, sintiendo cómo la mezcla de placer y frustración lo impulsaba al borde de la locura.

Mientras lo sostenía con fuerza, él se dio cuenta de que no quería rendirse, quería disfrutar de ese momento, de la conexión que compartían. La lucha se convirtió en algo más, en una danza de placer y entrega, y cada vez que Megan apretaba su agarre, Jungkook sentía que su clímax se acercaba.

Sintiendo que estaba alcanzando su propio clímax, continuó con cada movimiento, disfrutando de la forma en que él gemía, de cómo su cuerpo respondía al ritmo que ella imponía. La desesperación en su voz la motivaba aún más, llevándola a un punto donde la necesidad de liberar esa tensión acumulada se volvió abrumadora.

—No te sueltes, Jungkook.

Sintió cómo el placer la envolvía, cada fibra de su ser vibrando con una intensidad que la llevó a un clímax explosivo. Sus movimientos se volvieron erráticos mientras la ola de éxtasis la golpeaba, y con un último gemido ahogado, se desplomó sobre Jungkook. Su cuerpo temblaba, exhausto y sacudido por la intensidad del momento.

Al caer sobre su cuerpo, él sintió cómo la presión y el calor de su cuerpo lo envolvían, su propia necesidad alcanzando un punto culminante. La forma en que su respiración se tornaba irregular y cómo su cuerpo se relajaba, lo llevó a un nuevo nivel de deseo.

—Megan...

Se dejó caer a un lado, agotada, tratando de recuperar el aliento. Sin embargo, cuando buscaba acomodarse y miró a Jungkook, su sorpresa fue evidente. Sus ojos oscuros brillaban con deseo, y una chispa de frustración se dibujaba en su rostro.

—¿A dónde piensas huir? —preguntó, su voz baja y cargada de un tono juguetón pero intenso.

Antes de que pudiera responder, sintió sus manos fuertes tomarla de la cadera, atrayéndola de vuelta hacia él. Se encontraba boca abajo, su piel aún caliente por el momento compartido, pero el fuego en Jungkook no se había extinguido. Con un movimiento decidido, la embistió de nuevo, uniendo sus cuerpos con una pasión renovada, por lo que ella no pudo contener un grito de sorpresa y placer mientras se dejaba llevar por la intensidad de su deseo.

Cada embestida de Jungkook la hacía chillar de excitación, y sus gemidos eran la respuesta perfecta a su insistente ritmo. La habitación se llenó de sonidos de deseo, con Jungkook gimiendo en el proceso, su voz profunda resonando en el aire, mientras Megan se perdía en el momento, cada vez más entregada a la conexión que compartían.

Sumergido en el placer, el deseo lo consumía por completo. Con un movimiento firme, la levantó, apegando su espalda contra su torso sudado. El calor de su piel se mezcló, y la sensación de estar tan cerca de ella lo llevó al borde de la locura.

—No te vayas —susurró en su oído, su voz un ronco susurro que la hizo estremecer.

Megan pudo sentir su respiración caliente sobre su cuello, lo que aumentó la intensidad de su deseo. Su cuerpo se arqueó involuntariamente, empujándose hacia él mientras sus gemidos se entrelazaban. La cercanía de su cuerpo la hacía sentir vulnerable, pero también increíblemente viva.

Cada embestida era más intensa que la anterior, su ritmo aumentado por la energía compartida entre ellos. El sonido de los testículos de Jungkook chocando contra la feminidad de Megan se hacía más marcado con cada movimiento, intensificando la atmósfera entre ellos. La sostenía con un brazo rodeando su abdomen con firmeza, guiando cada movimiento, asegurándose de que no se escapara. Ella cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación abrumadora, sintiendo cómo el placer se intensificaba al unísono con sus gemidos, el roce de su espalda contra su torso húmedo amplificando el calor entre ellos.

—Siente todo —gruñó, mientras su cuerpo se movía en perfecta sincronía con el de ella, llevándola a un nuevo nivel de éxtasis.

La intensidad de su deseo crecía a cada momento, y mientras Megan se entregaba por completo a la experiencia, decidió llevarla aún más lejos. La mano descendió sobre su vientre, sintiendo la calidez de su piel. Lentamente la bajó, explorando cada curva de su cuerpo con una habilidad que la hizo estremecer. Perdida en la mezcla de sensaciones, sintió que su aliento se aceleraba cuando su mano llegó a su feminidad. Un chillido involuntario escapó de sus labios al sentir sus dedos rozar su clítoris. La presión de sus caricias la envolvió en una ola de placer.

Jungkook aumentó la intensidad, sus dedos moviéndose con precisión, acariciando y sobreestimulando. Cada toque era electrizante, y ella se arqueó, incapaz de contener los gemidos que escapaban de su boca.

—Eso es... —gimió, observándola con una mezcla de deseo y adoración mientras continuaba con su juego, intensificando la sensación que la envolvía.

La conexión entre ellos se volvió intensa, una mezcla de pasión y deseo incontrolable. Con cada movimiento, la llevó a un abismo de sensaciones, haciendo que chillara de placer. Megan podía sentir cómo se acercaba de nuevo al clímax, la tensión acumulándose en su vientre, deseando liberar esa energía desbordante.

Sus dedos continuaban su travesía, provocando que se sumergiera aún más en el torbellino de sensaciones que solo él podía brindarle. Se sintió al borde de la explosión, y con cada toque preciso, la línea entre el placer y el éxtasis se desdibujó, llevándola a un lugar donde el tiempo se detuvo y solo existía el calor de sus cuerpos.

—¡No pares! —rogó, entre suspiros y chillidos—. ¡Sigue así, por favor!

Absorto en el momento, se inclinó hacia Megan, su aliento caliente acariciando su piel. Los gemidos y chillidos resonaban en la habitación, llenos de placer y sorpresa. El golpeteo de los testículos contra su feminidad se mezclaba con el ritmo frenético de sus movimientos, mientras sus dedos tocaban con destreza su clítoris, haciendo que la humedad entre ellos aumentara. El contraste entre los movimientos de su cuerpo y la presión de su toque hacían que la sensación fuera aún más intensa, sin que ninguno de los dos se detuviera. Cada embestida, cada roce, contribuía a esa creciente ola de placer que se desbordaba en el aire.

—¡Estoy tan cerca! —exclamó, su voz temblando de emoción.

Sus palabras resonaron en el aire, encendiendo aún más el fuego dentro de él al escucharla. Al mismo tiempo, aumentó sus movimientos, combinando las embestidas con la presión de los dedos en su punto clítoris. El ritmo se volvió frenético, una danza apasionada que los llevó a ambos al borde del clímax.

—¡Espera! ¡Detente, Jungkook!

—Dame todo tu placer, mi amor —ordenó en un susurro en su oído, con voz profunda y cargada de deseo.

Megan sintió que la presión se acumulaba, el calor extendiéndose por todo su cuerpo. De repente, una oleada de placer la invadió con tal fuerza que no pudo contenerse. Con un grito ahogado, su cuerpo reaccionó de manera inesperada, liberando un torrente cálido y abundante que brotó de ella con una intensidad que la sorprendió. La cama se manchó de inmediato, las sábanas blancas siendo empapadas por el líquido, creando un pequeño charco que se expandía rápidamente.

—Esto es increíble... —Jungkook gimió, sintiendo cómo la humedad se esparcía entre ellos.

La sensación fue electrizante, como si cada fibra de su ser estallara en un clímax desbordante. La cálida cascada que brotó la envolvió, y ella sintió que el placer la consumía por completo, llevándola a una nueva dimensión de éxtasis. Jungkook, sintiendo su cuerpo contra el suyo, quedó asombrado por la fuerza de su liberación. La humedad que liberó intensificó su deseo, provocando un estremecimiento a través de su propio cuerpo y que él impulso de Jungkook explotara con una intensidad abrumadora.

El calor en su interior se extendió como fuego, provocando que su cuerpo se tensara con violencia. Con un rugido de placer, su orgasmo lo arrastró en un torbellino de sensaciones. Sus caderas empujaron más fuerte, el sonido de sus cuerpos chocando se intensificaba, y la presión de la liberación lo hizo perder el control por completo. La sensación de estar tan lleno, tan completamente conectado con ella, lo llevó al borde de la locura. Con un último empuje tembloroso, su orgasmo se desbordó, su cuerpo convulsionó mientras el condón contenía la explosión de su deseo, impregnando la sensación de su liberación en la humedad de su encuentro.

En ese instante, todo lo que existía era la conexión entre ellos. Ambos alcanzaron un clímax compartido, un momento suspendido en el tiempo donde el mundo exterior desapareció. Con el corazón acelerado y el aliento entrecortado, se aferró al cuerpo de ella, sintiendo cómo ella se aferraba a sus brazos, disfrutando de la calma que siguió a la tormenta de placer que los había envuelto.

—No puedo creer lo hermosa que te ves así —expresó con la voz entrecortada por el placer.

Mientras el eco de su clímax se desvanecía, Megan sintió cómo la realidad la golpeaba con fuerza. La oleada de placer que experimentó comenzaba a disiparse, y la vergüenza la envolvía como una manta pesada. Se apartó de Jungkook, sus mejillas ardiendo mientras miraba hacia otro lado, sintiéndose vulnerable y expuesta.

—Oh, Dios... —murmuró, cubriendo su rostro con las manos mientras se reía histérica—. No puedo creer que eso haya pasado.

Jungkook, todavía recuperándose, quitándose el condón usado, con una sonrisa traviesa en su rostro.

—¿Qué? ¿No disfrutaste? —alzó una ceja, divertido por su reacción.

—¡No es eso! —exclamó todavía avergonzada—. Es solo que... Sí sabía que era posible, porque lo he provocado en otras mujeres, pero nunca imaginé que un hombre pudiera provocarme eso a mí por primera vez.

Al escuchar sus palabras, Jungkook sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo. La idea de que Megan, con su experiencia, hizo sentir ese placer a otras mujeres y que, a pesar de ello, él fue el primero en lograrlo con ella, le provocó una mezcla de orgullo y deseo. Su corazón latía con fuerza, sintiendo que cruzó una barrera significativa entre ellos.

—Te ves hermosa cuando te sonrojas así —murmuró acercándose, buscando su mirada—. No hay nada de qué avergonzarse. Fue increíble.

Megan no pudo evitar soltar una risilla nerviosa, sintiéndose algo más relajada ante su halago. Sin embargo, la confusión y el sonrojo en sus mejillas no desaparecían.

—Pero... ¿Y la cama? —se preocupó, mirando las sábanas manchadas, sintiéndose aún más expuesta.

Jungkook soltó una carcajada, sacudiendo la cabeza en un gesto de incredulidad.

—La cama sobrevivirá —Se inclinó hacia ella, su voz baja y seductora, ella se giró hacia él, su mirada llena de sorpresa y gratitud al escucharlo—. Lo importante es que nos disfrutamos.

—No sé si puedo volver a mirarte a los ojos después de esto.

—¿Por qué no? —cuestionó, desafiándola con una sonrisa—. Eres increíblemente apasionada. Me encanta eso de ti.

A medida que las palabras se asentaban en su mente, se sintió un poco más tranquila. A pesar de la vergüenza, una chispa de orgullo comenzaba a florecer dentro de ella.

—Quizás... Quizás no debería sentirme tan avergonzada.

—Nunca lo estés. Esa fue solo una parte de lo que podemos explorar juntos.

La confianza en su tono y cómo la miraba con ternura, le hizo sonreír tímida. Aunque aún sintió la calidez de la vergüenza, el deseo de volver a acercarse a él era innegable. Jungkook, por su parte, no podía evitar sentirse emocionado por el hecho de que, en medio de toda su experiencia previa, él fue quien despertó esa reacción en ella.

















(...)



















Megan se movía en silencio por el departamento, llevando la camiseta grande de Jungkook que le caía holgada sobre el cuerpo, mientras preparaba el desayuno. Estaba impregnada de su aroma, la envolvía en una calidez extraña pero familiar. Apenas pasó unas horas desde que se entregó a él por primera vez, y aún estaba asombrada de lo que Jungkook despertó en ella. Le sorprendía cómo fue capaz de llevarla a un placer tan intenso y desconocido, una sensación que antes ella solo logró provocar en otras mujeres, y ahora él lo provocó en ella.

El espacio se llenaba de los sonidos tranquilos de la mañana, la cocina se llenaba de aromas mientras el desayuno tomaba forma, y ella, aunque rodeada de paz, sentía una ligera tormenta en su interior. No sabía qué pensar, qué sentir, y, sin embargo, no quería alejarse de Jungkook. Él le daba algo que siempre anheló: un amor seguro, una presencia que se sentía como el hogar que jamás encontró. Y en lo profundo de su ser, más que nada, deseaba que pudiera ocupar cada rincón de su corazón.

Continuaba sumida en sus pensamientos, reflexionando sobre la complejidad de sus sentimientos por Jungkook. Mientras el aroma del desayuno comenzaba a llenar el aire, su mente divagaba entre el deseo y la incertidumbre. Sin embargo, su concentración se vio interrumpida de repente por el sonido del celular que vibraba sobre la encimera. Rápidamente, se acercó y lo tomó en sus manos, mirando hacia la puerta de la habitación con la esperanza de que Jungkook no hubiera despertado. Sabía que él necesitaba descansar; la intensidad de la noche anterior lo había dejado exhausto.

Aquella conexión fue tan visceral que aún podía escuchar los gemidos y los gruñidos de Jungkook resonando en su oído, sus susurros llenos de deseo, aferrándose a su cuerpo con una necesidad que la consumió por completo. Él fue un torrente de emociones, y aún podía sentir la intensidad de su deseo en el aire, una energía que la mantenía al borde de la euforia y la confusión.

Al ver la pantalla, se sorprendió al notar que era una llamada de Wyatt, su primo. Recordó las palabras de Jungkook, quien mencionó cuánto lo echaba de menos, porque durante esas dos semanas en Stowe, cuando fingió ser su novio, hicieron que se encariñara con aquel castaño.

Megan respiró hondo y deslizó el dedo por la pantalla, respondiendo a la llamada. La voz familiar de su primo resonó al otro lado, llena de energía y despreocupación.

—¡Hey, mocosa! —saludó con su característico tono alegre—. ¿Cómo va todo?

—Hola, Wyatt. Todo tranquilo, ¿y tú?

—¡Genial! Estoy en Filadelfia, en casa de mis padres...

La sorpresa iluminó el rostro de Megan, una sonrisa involuntaria brotando de su boca. Sintió una oleada de emoción al escuchar que estaba en Filadelfia.

—¡Eso suena increíble! —exclamó, incapaz de ocultar su entusiasmo—. No puedo esperar para verte.

Wyatt soltó una risilla del otro lado de la línea.

—Necesito que estés disponible esta noche como lo demás, así nos vemos en algún bar. ¡Una noche de reencuentro!

—Suena genial, pero...

Megan se mordió el labio, sintiendo un ligero nerviosismo.

Ajá, y por cierto... incluye a Jungkook —continuó con un tono juguetón—. He visto que has estado publicando muchas fotos de él en tus redes, así como él contigo. ¿Qué está pasando ahí, eh?

Megan sintió que el calor se le subía a las mejillas. Estuvo evitando mencionar a Jungkook a su familia, especialmente tras el reciente descubrimiento de su orientación. No sabía cómo abordar el tema, y mucho menos cómo explicar que, a pesar de haber sido lesbiana durante tanto tiempo, encontró a un hombre que la dejó desarmada. Sintió que la presión la ahogaba, como si un peso inmenso se instalara en su pecho. La voz de Wyatt resonaba en el teléfono, y cada pregunta la hacía sentir más atrapada.

—Oh, solo... —tartamudeó, tratando de organizar sus pensamientos mientras el nerviosismo le aceleraba el pulso—. Es que... Jungkook y yo... nos dimos otra oportunidad.

Las palabras se sintieron como un gran alivio, pero la inquietud por la reacción de su primo la mantenía tensa, esperando su respuesta al otro lado de la línea.

—¡Lo sabía! —exclamó, su voz resonando con incredulidad al otro lado de la línea—. Y no puedo creer que hayas dejado pasar esto y no me hayas contado. Me gustaba para ti y no es justo que me dejes fuera de esta parte de tu vida.

El reproche de su primo la hizo sonreír un poco, aunque su corazón latía con fuerza por el hecho de haberlo decepcionado.

—Lo sé, y lamento no haberte dicho nada antes.

—¡No importa! —Su tono cambió, pasando de la indignación a la emoción—. Lo importante es que están juntos otra vez. Eso es genial.

Megan sintió una oleada de alivio al escuchar su apoyo.

—Gracias, Wyatt.

—Pero más te vale que lo lleves contigo al bar esta noche. Quiero saludarlo —dijo con firmeza, un tono juguetón regresando a su voz—. No puedo perderme la oportunidad de verlo otra vez.

—Lo haré.

—Perfecto. Y asegúrate de mandarle mis saludos.

—Claro, se los enviaré.

—¡Genial! Nos vemos esta noche, Megan. ¡Cuídense!

Y con eso, Wyatt colgó, dejándola con una sonrisa en el rostro y una mezcla de emoción y nerviosismo en el estómago al pensar en lo que le esperaba esa noche.

La emoción de su primo era contagiosa, y no pudo evitar sonreír al imaginarlo al ver a Jungkook de nuevo.

Mientras pensaba en la noche que se avecinaba, una oleada de calidez la envolvió al recordar la intensidad de su conexión con Jungkook. La forma en que él la miró, cómo se aferraron el uno al otro... Era un recordatorio de que, a pesar de las complicaciones de su situación, había algo real y profundo entre ellos.

Volvió a concentrarse en el desayuno, encendiendo el fuego y organizando los ingredientes. Sin embargo, un sonido de pasos suaves la distrajo, llevándola a levantar la mirada. La imagen que se presentó ante ella la dejó momentáneamente sin aliento. Jungkook se acercaba, su cabello desordenado enmarcando su rostro todavía adormilado. Llevaba solo unos bóxers negros que abrazaban su figura, revelando un torso musculoso que se alzaba con cada paso. Sus piernas robustas, con muslos gruesos que hablaban de la fuerza que poseía. Cada músculo de su cuerpo parecía estar en perfecta armonía, una obra de arte esculpida en la piel.

Él refregó uno de sus ojos, tratando de despejarse del sueño, a pesar de haber pasado al baño, y en ese momento, ella pudo ver la mezcla de vulnerabilidad y atractivo que siempre la cautivó.

Con una sonrisa involuntaria en su rostro, Megan sintió que el ambiente se cargaba de una calidez especial, una conexión que iba más allá de las palabras. Jungkook parecía irreal, y la combinación de su presencia masculina y la intimidad de la mañana llenaron el espacio de un magnetismo que la envolvía.

—Buenos días —Su voz profunda resonó con suavidad. Su tono era cálido, había una nota que dejaba notar tanto lo pensativo que estaba, que no pasó desapercibida.

—Buenos días. Siéntate —giró hacia él, con una sonrisa que iluminaba su rostro, señalando el lugar junto a la barra.

Obedeció, su mirada fija en ella mientras se acomodaba.

Mientras continuaba con el desayuno, no pudo evitar notar que parecía distraído. Su expresión era un tanto ausente, como si sus pensamientos vagaran lejos de la calidez de la mañana y la intimidad que compartían. A diferencia de otras mañanas, él no se acercó para saludarla con un beso, algo que le pareció extraño y que le hizo sentir un pequeño atisbo de inquietud.

—¿Todo bien?

Sin embargo, Jungkook se limitó a asentir, aunque el ligero fruncimiento de su ceño le decía que había más en su mente de lo que él estaba dispuesto a compartir en ese momento. Ella notó la tensión en el aire y decidió insistir, acercándose a él con el plato de desayuno en las manos.

—¿Seguro que estás bien? Pareces distante...

Tomó un profundo respiro, luchando con la ansiedad que a veces lo envolvía. Recordaba que debía ser honesto, especialmente ahora. Cuando ella dejó el plato frente a él, su mirada se suavizó un poco.

—Escuché tu llamada con Wyatt —confesó de repente, el peso de sus palabras cayendo entre ellos como una sombra. Su tono era serio. Y ella se detuvo en seco, sorprendida. Sus ojos se abrieron con incredulidad y un ligero rubor se extendió por sus mejillas.

—¿Qué? ¿Estabas despierto?

—Sí... No quise interrumpir —asintió, sin poder evitar que la frustración se filtrara en su voz—. Pero me molestó saber que no le habías contado a Wyatt que estamos juntos.

Ella sintió un nudo en el estómago, el peso de su silencio ahora abrumador.

—Lo siento, no quise que escucharas... Fue una conversación privada.

—Wyatt siempre nos ha apoyado, y no entiendo por qué no le dijiste nada—explicó, su voz cargada de emociones—. Es como si todavía estuvieras ocultándome.

Megan sintió que el remordimiento la invadía. Sabía que evitó el tema, pero no quería que él pensara que lo ocultaba por desconfianza.

—Es que no sé cómo decirlo. Mis padres aún están adaptándose a que soy lesbiana, y no estoy lista para hablar de esto. Siento que...—su voz se quebró, luchando por encontrar las palabras adecuadas—. No quiero complicar más las cosas entre mis padres.

Jungkook soltó un suspiro lento, claramente luchando con lo que quería decir. Se cruzó de brazos, sus músculos tensos, y aunque su expresión no era dura, había algo vulnerable en su mirada.

—Megan, no estoy enojado contigo, pero... no puedo negar que me duele —Hizo una pausa, pasándose una mano por el cabello mientras miraba al suelo. Parecía buscar las palabras adecuadas para expresar algo que llevaba tiempo guardando—. Llevamos meses juntos, conocí a tus amigos, me has dejado entrar en tu vida de muchas formas, pero luego escucho esto y... No sé, siento que todavía estoy en una especie de zona gris.

Megan, notando su tono más vulnerable, se acercó un poco más, tocó su brazo con suavidad, intentando ofrecerle el espacio necesario para que continuara. Sabía que, aunque su confesión podía ser difícil de escuchar, él estaba buscando su apoyo, no una confrontación.

—Está bien, sigue... —susurró, su voz tranquilizadora, sin presionarlo, solo mostrándole que podía hablar.

Asintió, y aunque su ansiedad seguía presente, el apoyo de ella parecía disiparla poco a poco. Recordó los ejercicios en los que le habían enseñado que compartir sus sentimientos no tenía que ser un enfrentamiento. Que, aunque temiera el rechazo o el malentendido, ella demostró estar dispuesta a escuchar.

—Mira, no estoy pidiendo que le grites al mundo que estamos juntos, pero es Wyatt —se detuvo, presionando los labios por un momento antes de continuar—. Es como si estuvieras protegiendo algo, como si... Como si en el fondo no estuvieras lista para que nuestra relación sea completamente real para los demás —Levantó la vista hacia ella, sus ojos oscuros reflejando un torbellino de emociones—. Y eso me hace preguntarme si soy yo el problema, si hay algo que estoy haciendo mal, algo que te hace dudar.

Megan no dijo nada de inmediato, pero él sentía como su respiración se aceleraba, cada palabra que salía de su boca lo dejaba más expuesto. El miedo a perderla, a que pensara que no era lo que necesitaba, lo estaba ahogando. Sin embargo, la necesidad de compartir lo que sentía, de sacar todo eso de su pecho, lo superó. Cerró los ojos por un momento, tratando de controlar la ansiedad, de no dejar que sus miedos lo dominaran por completo. Sabía que debía mantener la calma, que no había razón para crear más distancia entre ellos. Pero no podía evitar preguntarse si realmente estaba preparado para enfrentar todo lo que se estaba acumulando entre ellos.

Megan lo observó en silencio por un momento, sus propios sentimientos entrelazados con los de él, y la comprensión comenzó a inundar su mente. Notaba cada una de las emociones que se reflejaban en sus ojos, la ansiedad, la vulnerabilidad, el miedo al rechazo. Sintió cómo su pecho se apretaba al escuchar las dudas de Jungkook, como si la relación estuviera en una cuerda floja, y aunque sabía que la situación era complicada, no quería que él sintiera que era su culpa.

Se acercó más, su mano buscando la de él, tocándola con suavidad en un intento de transmitirle que no estaba solo, que la conversación no tenía que ser algo que los separara.

—Jungkook...— empezó con voz tranquila, pero llena de la sinceridad que había estado guardando—, sé que esto no es fácil, y yo también siento todo eso... pero no te imaginas cuánto me duele saber que piensas que el problema eres tú —Suspiró profundo, mirando sus manos entrelazadas antes de mirarlo a los ojos—. No, no se trata de ti. Es que yo aún estoy lidiando con mis propios miedos, con lo que mis padres no entienden y con el miedo de que al hablar de esto, las cosas entre ellos se compliquen más.

Megan apretó un poco su mano, buscando sus ojos de nuevo, esta vez con una expresión más decidida.

—No quiero que creas que te estoy ocultando o que no estoy lista, porque eso no es lo que siento —apretó un poco más la mano de él, buscando transmitirle calma—. Sé que para ti debe ser frustrante no saber cómo encajas con mi familia, pero no es algo personal contra ti —sus ojos se suavizaron mientras lo miraba, con un gesto reconociendo la tensión en él—. Y no quiero que dudes de eso, porque no es una cuestión de que no seas lo que quiero, que estés haciendo algo mal, o algo así —Con un movimiento tranquilo, le acarició el dorso de la mano con los dedos de su otra mano, como si quisiera aliviar su ansiedad—. Es solo que quiero hacer esto bien para todos, para que no tengamos que enfrentarnos a más complicaciones de las que ya tenemos.

La observó, reconociendo el conflicto interno que enfrentaba. Su deseo y su ansiedad coexistían en un espacio delicado, donde ambos sabían que lo que compartían era especial, pero también complejo.

—Está bien —suspiró, apretando ligeramente la mano de Megan, buscando transmitir su frustración contenida—. Solo... no quiero que sientas que debes ocultar lo que somos —humedeció sus labios, visiblemente conflictuado—. He tenido paciencia durante meses, pero me duele saber que sigues guardando esto en secreto —Le dio un leve apretón en la mano, sus ojos buscando los de ella, mostrando vulnerabilidad en su mirada—. No quiero ser un secreto.

Megan sonrió débilmente, sintiendo el apoyo que él le ofrecía.

—Te lo prometo, no eres un secreto para mí —Su voz se tornó aún más suave y firme, como un susurro lleno de confianza—. Eres tan importante... que quiero hacer todo lo posible para que ellos te vean como yo te veo.

Jungkook asintió, su expresión más tranquila ahora, comprendiendo que la paciencia sería parte del camino que debían recorrer juntos, pero no podía evitar que la frustración y el deseo se acumularan dentro de él. Se pasó una mano por el cabello, mostrando su nerviosismo mientras la miraba fijamente.

—Megan... entiendo que aún no quieras hablarles a tus padres sobre nosotros. Pero yo ya les he hablado de ti a mi familia —comenzó, su voz un poco temblorosa. Ella levantó la mirada, sorprendida por su confesión—. Y realmente me gustaría que pudieras considerar conocer a mi madre y a mi hermano. Sé que esto puede sonar un poco apresurado para ti, pero con el tiempo que llevamos, siento que es importante para mí que los conozcas —expresó, sus palabras fluyendo con sinceridad, pero la ansiedad burbujeaba debajo de su tono—. Me gustaría que fueran parte de tu vida, así como tú te has vuelto parte de la mía.

Megan se quedó en silencio por un momento, digiriendo lo que acababa de escuchar. Sabía que conocer a la familia de alguien era un paso significativo, un indicativo del nivel de compromiso que Jungkook deseaba alcanzar.

—E-eso es... bastante importante —respondió, sintiendo cómo la presión del momento aumentaba—. No sé si...

—Lo sé. Pero, por favor, piénsalo. He pasado tanto tiempo esperando a que esto suceda. Y no quiero que nuestros mundos se sientan tan separados —frunció el ceño, su nerviosismo transformándose en preocupación—. Además, mi madre es increíblemente cariñosa, y mi hermano... Él simplemente adoraría conocerte. Es un niño genial —su voz iba aumentando de entusiasmo al pensar en su familia, pero también reflejando el miedo de ser rechazado—. Te prometo que van a agradarte.

Sintió un nudo en el estómago. La idea de conocer a la familia de Jungkook era emocionante y aterradora a la vez. Sabía que, si iba a dar ese paso, debía enfrentarse a sus propios miedos y sentimientos sobre la aceptación y la conexión.

—No es que no quiera, es solo que... tengo tantas cosas en mi mente. No quiero ponerme en una situación incómoda.

—Te prometo que será lo más natural del mundo —insistió, sus ojos fijos en ella, llenos de una mezcla de esperanza y vulnerabilidad—. No quiero presionarte, solo... Quiero que sepas cuánto significas para mí.

Su corazón latía más rápido, asimilando el deseo y la inquietud que estaban a punto de entrelazarse. ¿Podría arriesgarse a cruzar esa frontera y aceptar la invitación de Jungkook? Observó cómo la ilusión brillaba en los ojos de él, y su corazón comenzó a ablandarse. La sinceridad en su voz la conmovía, y no podía ignorar la conexión que compartían. Después de todo lo que pasaron, él demostró ser alguien que realmente se preocupaba por ella.

—Está bien, Jungkook. Quiero conocer a tu familia —asintió, su voz un poco temblorosa, pero con una determinación que la sorprendió a sí misma.

Ver la emoción desbordar en su rostro la llenó de una extraña mezcla de alegría y miedo. El rostro de Jungkook se iluminó al instante, como si una tormenta de nubes grises se hubiera disipado, dejando un cielo despejado.

—¡¿De verdad?! ¡Gracias, Megan! —exclamó, su voz llena de alegría.

Era como si todo su esfuerzo, todo el tiempo que esperó, hubiera valido la pena en ese momento. Ella sonrió, sintiendo un poco de calor en su pecho ante su felicidad, aunque la idea de conocer a su familia la llenaba de nervios.

—Pero... ¿Cuándo estaría bien para ti?

—¿Qué te parece si lo hacemos esta misma tarde? —sonrió, sus ojos brillando con emoción, como si ya hubiera planeado todo, por lo que se quedó atónita, un leve escalofrío recorriendo su espalda ante la idea.

La tarde parecía tan cercana, tan abrupta.

—¿Esta misma tarde? ¿No sería muy apresurado? —preguntó, una mezcla de temor y emoción en su voz. La idea de enfrentar a su madre en tan poco tiempo era abrumadora.

—Sé que puede parecerlo, pero confía en mí —se acercó un poco más, su expresión llena de confianza, su tono cálido y alentador—. Quiero que esto funcione entre nosotros, y creo que es el momento perfecto.

Lo miró, su corazón latiendo con fuerza. La insistencia en su voz, su deseo genuino de que ella formara parte de su mundo, hicieron que Megan sintiera un tirón en su interior.

—Está bien, haré el esfuerzo... pero estoy asustada, Jungkook —admitió, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de ella, pero también una chispa de emoción ante lo que estaba por venir.

—Lo sé, y eso está bien. Pero te prometo que todo saldrá bien —su sonrisa se amplió mientras la miraba con ternura.

Con un suspiro profundo, Megan asintió. Aunque el miedo persistía, la conexión que compartía con Jungkook le daba la fuerza para seguir adelante, aunque temblando.

Él se levantó de un salto, una sonrisa radiante iluminando su rostro, como si la alegría le brotara desde lo más profundo.

—¡Voy a avisarle a mi madre! —exclamó, su entusiasmo contagioso llenando el aire del departamento. La emoción en su voz hacía que todo pareciera posible, y Megan no pudo evitar sonreír, aunque una parte de ella aún se sentía insegura.

Mientras él se movía en la habitación donde suponía que le escribía a su madre, el corazón de Megan latía con fuerza, sintiendo una mezcla de nervios y alegría. Sin embargo, antes de que pudiera procesar todos sus pensamientos, cuando él regresó, se detuvo frente a ella, su mirada intensa y llena de afecto. Se acercó lentamente, y en un instante, tomó su rostro entre sus manos.

La calidez de sus palmas la tranquilizó de inmediato. Megan sintió cómo la incertidumbre se desvanecía por un momento mientras sus ojos se encontraban. Jungkook se inclinó hacia ella y, con suavidad, sus labios se encontraron con los de ella en un beso tierno y lleno de promesas.

—Gracias por hacer esto por mí —murmuró, su voz profunda y sincera, mientras se separaba un poco para mirarla a los ojos.

El beso, aunque breve, dejó una chispa en su interior, como si cada preocupación se desvaneciera en el aire. Megan se sonrojó, sus ojos brillando de sorpresa y felicidad, mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas.

—No. Gracias a ti por entenderme.

La inseguridad aún la acompañaba, pero la ternura del pelinegro la envolvía, y sabía que estaban avanzando juntos, paso a paso. Sonrió, y pudo ver en su expresión cuánto significaba para él ese momento. Con el corazón palpitando, se dio cuenta de que, a pesar de todos los temores que la rodeaban, el deseo de estar junto a Jungkook era más fuerte.

Mientras la calidez del beso aún le recorría los labios, permaneció cerca, su mirada fija en Megan con una mezcla de ternura y algo más. La tranquilidad momentánea se quebró cuando, de repente, un pensamiento cruzó su mente, haciendo que un leve nerviosismo lo invadiera. Se apartó lento, mirando hacia el suelo por un momento, como si intentara ordenar sus pensamientos antes de hablar. Luego levantó los ojos hacia ella, su expresión ligeramente más seria.

—Megan... Hay algo más que quiero pedirte, pero tampoco quiero... cargarte tanto. No lo sé.

Megan, observando cómo su rostro mostraba esa tensión poco común, no pudo evitar sonreír, sabiendo que su inseguridad, por pequeña que fuera, lo hacía más adorable. Siempre admiró cómo, incluso siendo tan seguro y decidido en muchos aspectos, podía ser tan vulnerable cuando se trataba de sus propios sentimientos.

—Cargarme... ¿Tú? —Soltó una risilla, intentando aligerar el ambiente—. Vamos, Jungkook, pídeme lo que sea.

La miró con sus ojos oscuros, ligeramente confundido, pero también agradecido por su actitud tan abierta. Sin embargo, las palabras seguían atoradas en su garganta, como si estuviera luchando con su propio deseo y el miedo de ser rechazado. Su pulso se aceleró al pensar en lo que quería pedirle. La risa de Megan, suave y sincera, lo alentó, pero el nerviosismo no desaparecía. No estaba acostumbrado a pedir cosas que lo hicieran sentir vulnerable, mucho menos algo tan importante para él.

Megan observó cómo se mantenía en silencio, casi demasiado preocupado como para dejar salir lo que pensaba. Sintió una ligera punzada en el pecho, comprendiendo que, por alguna razón, algo tan sencillo para ella resultaba tan pesado para él. Entonces, con una sonrisa tranquilizadora, extendió las manos hacia su rostro, tomándolo con suavidad, como si quisiera compartirle su confianza de la forma más clara posible.

—Jungkook... —sus ojos se encontraron con los suyos, profundos y cálidos, como un océano que siempre parecía tener algo nuevo para mostrar. Ella lo miraba fijamente, sin miedo, sin reservas—. Pídeme lo que sea, en serio. No hay nada que no haría por ti.

La suavidad de su voz, el toque gentil de sus manos sobre su rostro, hizo que Jungkook se quedara congelado, como si la calidez de su toque lo envolviera por completo. No podía apartar la vista de ella. Por un segundo, sintió que todo lo que quería, todo lo que temía perder, estaba allí, frente a él. Su corazón latía con fuerza, casi dolorosamente, y mientras la miraba, se dio cuenta de algo que lo sacudió con más intensidad de lo que esperaba.

«¿Es posible que me haya ganado su corazón por completo?» Pensó con una mezcla de incredulidad y esperanza. La idea lo desbordaba, porque, aunque él mismo estaba tan atrapado en el amor que sentía por ella, la visión de sus ojos oceánicos, brillando con una dulzura tan pura, lo hacía dudar de todo lo que pensaba antes.

«¿Es realmente posible que sienta lo mismo que yo por ella?»

Su mirada no se apartaba de ella, como si, al mirarla fijamente, pudiera encontrar la respuesta a todas sus preguntas. Y cuando la vio sonreír nuevamente, tan genuina, tan segura, algo en él hizo clic.

«Tal vez... Tal vez esté siendo tonto» Pensó, con una leve sonrisa que se asomó en su rostro «Pero prefiero creer que sí, que estoy ocupando por completo su corazón. Y si ese es el caso, entonces debo seguir adelante con todo esto»

Miró a Megan con una mezcla de esperanza y emoción, casi incapaz de creer en la posibilidad de lo que sentía, pero demasiado enamorado como para dejarlo ir. Respiró profundo, como si estuviera armándose de valor, antes de mirar a Megan directo a los ojos. Su mirada, cargada de nervios y una determinación casi tímida, le hizo fruncir ligeramente el ceño con curiosidad. Parecía luchar contra algo dentro de sí mismo, apretando los puños como si eso le diera el coraje necesario.

—Megan, ¿crees que... podrías acompañarme a una sesión de terapia este lunes?

Parpadeó, sorprendida. Por un momento, creyó no haber escuchado bien.

—¿Terapia? —repitió, su voz cargada de desconcierto. Luego, como tratando de asegurarse de que lo entendió correctamente, agregó—: ¿Estás hablando en serio? ¿Empezarás terapia?

Jungkook bajó la mirada, su rostro enrojeciendo visiblemente. Rascándose la nuca, soltó un suspiro que parecía llevar consigo una mezcla de vergüenza y alivio.

—Sí... Bueno, esta sería mi tercera sesión —admitió, aún sin mirarla directamente—. No te lo conté antes porque... —hizo una pausa, mordiendo ligeramente su labio inferior mientras buscaba las palabras—. Porque me sentía un poco avergonzado.

Megan lo observó detenidamente, percibiendo lo mucho que le costaba abrirse. Aunque la revelación le tomó por sorpresa, no pudo evitar sentir una oleada de ternura hacia él. Jungkook levantó la mirada con timidez, y en sus ojos había una sinceridad desarmante que la dejó sin palabras.

—Fue un consejo de James. Después de aquella discusión que tuvimos, en la que no fui capaz de reaccionar como debía... me hizo darme cuenta de que tenía que hacer algo —continuó con nerviosismo—. Me dijo que hablar con alguien podría ayudarme a manejar mejor mis emociones, a entenderme y, sobre todo, a comunicarme contigo de una forma que realmente funcione.

Megan sintió su pecho apretarse. Era extraño y, al mismo tiempo, conmovedor ver a Jungkook tan vulnerable. No pensó que se abriría de esa manera, pero ahí estaba, dándole una parte de sí que pocas veces mostraba.

—Solo he tenido dos sesiones hasta ahora. Y siento que... De alguna forma, ayuda —añadió, con un leve encogimiento de hombros—. No quiero que volver a quedarme en silencio cuando tengamos problemas y llegues a hacerte ideas equivocadas de mí —Al escucharlo, Megan sintió que algo se rompía y se reconstruía dentro de ella al mismo tiempo, pero lo dejó continuar—. Quiero aprender a expresarme y a arreglar las cosas como se debe, porque... tú eres lo más importante para mí, más de lo que sé poner en palabras.

Sin pensarlo mucho, se acercó más, tomando de nuevo el rostro de Jungkook entre sus manos. Sus ojos se encontraron en un instante que parecía eterno, y en ellos vio toda la vulnerabilidad y la esperanza que él estaba depositando en ella.

—Jungkook, claro que te acompañaré —susurró, acariciando con suavidad sus mejillas con los pulgares—. Si esto es importante para ti, entonces también lo es para mí. Estoy contigo, ¿sí?

La miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar. Sus labios formaron una sonrisa lenta y cálida, y antes de que ella pudiera reaccionar, inclinó la cabeza y la besó con una ternura que hizo que todo lo demás desapareciera. Era un beso lleno de agradecimiento, amor y promesas no dichas, pero profundamente sentidas.

Cuando se separaron, apenas unos centímetros, él sonrió con timidez, todavía con las manos de Megan sobre su rostro.

—Entonces... hoy me acompañas a ver a mi familia, y el lunes, me acompañas a mi sesión con el terapeuta —dijo en voz baja, sus ojos brillando con una mezcla de gratitud y afecto.

Megan soltó una risilla suave, asintiendo con un gesto que lo llenó de paz.

—Y a donde más quieras llevarme —agregó, mirándolo con una calidez que hizo que Jungkook sintiera que el mundo era un poco más ligero, por lo que la abrazó, esta vez con fuerza, como si quisiera asegurarse de que ella no se iría de su lado. Y mientras sus corazones latían al unísono, ambos supieron que estaban dando pasos importantes para construir algo que valía la pena cuidar.

¡Hola!

¿Qué les pareció el capítulo? Después de tanta espera, ¿logró cumplir con sus expectativas el smut? Espero que sí. ¿Les va gustando los avances entre ellos? ¿Cómo creen que salga lo de conocer a la familia de Jungkook? ¿Alguien extrañó a Wyatt? Vamos a seguir con la intensidad en estos capítulos jujuu 

Espero que les haya gustado, si es así no se olviden de votar y comentar

¡Nos leemos pronto!

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