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O42 | VULNERABILIDAD Y PLACER

Jungkook, aún sorprendido, comenzó a corresponder a su beso, dejando atrás sus dudas mientras el agua les envolvía. Era un momento lleno de deseo y vulnerabilidad. La intensidad del beso crecía, llevándolos a un lugar donde las palabras eran innecesarias y todo lo que importaba era la conexión entre ellos.

El beso continuó, lleno de esa chispa que encendió sus corazones. Él mientras se perdía en el momento, se separó un poco para mirarla a los ojos, sus labios aún rozando los de ella.

—¿Qué haces aquí? —preguntó entre besos, la confusión y el deseo entrelazados en su voz. Y ella con una sonrisa traviesa en el rostro, lo miró fijamente.

—Esta vez no me preguntaste si quería ducharme contigo —bromeó, disfrutando del brillo en sus ojos y más de cómo se sonrojó levemente, dejando escapar una risa suave.

—No quiero que pienses que te presiono. Además, esta vez estabas durmiendo —aclaró, su tono más serio, pero con una chispa de diversión.

—Por eso decidí unirme...

Jungkook no pudo resistir el impulso de acercarse de nuevo, sus labios tocando los de ella mientras se apretaban más el uno contra el otro. La conexión era electrizante, cada caricia intensificaba el deseo que se arremolinaba entre ellos. Pero en ese juego de besos y caricias, la erección de Jungkook rozó el vientre de Megan, llevándolo a un estado de vulnerabilidad, por lo que se separó un poco, avergonzado.

—No puedo evitarlo si te pegas así —susurró, su voz apenas audible entre la caída del agua—. Te deseo demasiado.

La intensidad de su confesión llenó el aire, haciendo que el corazón de Megan latiera más rápido. Las palabras de Jungkook, combinadas con la cercanía de sus cuerpos, provocaron que sintiera una mezcla de excitación y nerviosismo al darse cuenta de lo que realmente significaba ese deseo. Y él, aún atrapado en su propia confusión, la miró a los ojos, buscando en ella una respuesta, un camino hacia lo que ambos deseaban.

—¿Qué podríamos hacer esta vez?

Sin dejar de mirarlo a los ojos, Megan sintió cómo la adrenalina corría por sus venas. Llevó lentamente la mano hacia el miembro erecto de Jungkook, sintiendo su calor contra su piel. La reacción fue instantánea; un gruñido bajo escapó de sus labios, revelando la intensidad de su deseo. Se tensó por un momento, la sorpresa y la excitación combatiendo dentro de él. Sus ojos se abrieron, buscando el de ella, y aunque un ligero rubor se apoderó de sus mejillas, no podía negar la necesidad que la caricia despertaba en su interior.

—Megan... —murmuró, su voz entrecortada mientras la miraba con intensidad, sin poder apartar la vista de ella y de su mano que lo exploraba con una mezcla de timidez y confianza.

Megan, sintiendo cómo la excitación la envolvía, se acercó más a él, restregándose contra su cuerpo, dejando que su piel desnuda se deslizará sobre la de él. El calor de su contacto hizo que Jungkook jadease, sus ojos cerrándose brevemente mientras disfrutaba de la sensación de su piel contra la suya. La intimidad entre ellos se volvía cada vez más intensa, como si el mundo exterior se desvaneciera, dejándolos solos en su burbuja de deseo.

—Esta vez, como no hay condones... —murmuró, sus labios apenas separados de los de Jungkook—, quiero que lo hagamos así.

Sintió una oleada de calor recorrer su cuerpo, un temblor de anticipación recorriendo su espina dorsal. La forma en que ella se movía, su confianza y la forma en que se restregaban lo hacían perderse en el momento, y el deseo se intensificaba.
Jadeó mientras sus manos buscaban su cintura, aferrándose a ella como si fuera su única ancla en un mar de pasión. Cada movimiento lo hacía sentir más vivo, más deseoso.

Jungkook se dejó llevar por la excitación, apretando un poco más su cuerpo contra el de ella. Cada movimiento era deliberado, lento y sensual, como si buscara explorar cada rincón de su piel con su propio cuerpo. Podía sentir la firmeza de su musculatura, su abdomen marcado contra el suyo, y cómo su trasero se apretaba al acercarse más. Con cada roce, podía sentir su miembro empujando contra su cuerpo, y eso solo aumentaba su deseo. El contacto directo despertaba en ella una oleada de sensaciones. Cada fricción hacía que sus sentidos se agudizaran, su piel se erizara y su corazón latiera con fuerza. Sintiendo el deseo crecer en él, comenzó a mover sus caderas en círculos, restregándose contra ella con una mezcla de ansia y necesidad. La piel de ambos brillaba bajo el agua, y el sonido del agua corriendo apenas ahogaba sus jadeos compartidos.

Perdida en la sensación, llevó la pierna alrededor de su cadera, atrayéndolo aún más hacia ella, deseando sentirlo más cerca, dentro de su ser. La conexión entre ellos era electrizante, y cada roce de su miembro contra su feminidad hacía que la necesidad de ser uno se intensificara. Él no pudo evitar gemir en alto ante las sensaciones que estaba experimentando.

—Me encanta sentirte... Me encanta como te mueves contra mí, como te mueves por mí...—susurró, con los labios presionados contra su cuello, besando y mordiendo suavemente su piel.

Su miembro estaba tan duro y palpitante, empujándose contra su feminidad, desesperado por más fricción. Gimió en alto ante la sensación, deslizando una mano por su espalda hasta su trasero, acariciando y apretando la carne mientras continuaba moviéndose contra ella, desesperado por más.

Megan, sintiendo cómo la excitación la invadía, podía sentir su propio deseo aumentando, su cuerpo respondiendo a cada movimiento. La humedad la hacía sentir vulnerable y, al mismo tiempo, llena de deseo. Arqueó la espalda, empujándose hacia él, deseando más de esa conexión. Él empujaba contra ella por debajo del agua, mientras que sus labios buscaban los suyos entre gemidos. Sus lenguas se movían con urgencia y desesperación, cada vez que él empujaba, apretaba su pierna contra él, atrapándola aún más cerca, anhelando sentir cada centímetro de su cuerpo contra el suyo. Ella rompió el beso y echó su cabeza atrás, por lo que él dejó un beso húmedo en su mentón, dejando un rastro de su lengua a lo largo de su cuello y su mandíbula, provocando que ella arqueara su cuerpo aún más hacia él y dejara escapar un gemido ahogado. Siguió empujándose entre sus piernas, mientras ella se restregaba contra él.

Por momentos lo escuchaba murmurar contra su piel como, "Eres tan preciosa", "Te necesito tanto", "Apenas puedo contenerme", entre besos, palabras deshechas y gemidos a la vez que con una mano acariciaba sus pezones, mientras la otra en su trasero, agarraba firmemente su piel, empujándola hacia él, empujando aún más entre sus piernas. Estaba completamente perdido en ella, adorándola con sus palabras y caricias, mientras gimoteaba con cada empujón, su cuerpo ansioso por más de ella.

Megan cerró los ojos, dejándose llevar por el calor que emanaba de su piel. Cuando él empujaba contra ella, no podía evitar gemir y jadear de placer. Nunca sintió nada igual antes, y con cada empujón su deseo y excitación crecía más y más. Su mente y cuerpo estaban abrumados por completo por la sensación de él contra ella, su cuerpo ansiaba aún más de él, necesitaba aún más de él.

—Por favor, no te detengas... Necesito más de ti...—Su voz estaba llena de gemidos y jadeos, su mente nublada por el deseo y el anhelo de él. Cada palabra que salía de Megan solo hacía que se excitase aún más, aumentando su urgencia y anhelo por ella.

—Pero... tenemos que ir a la universidad...—trató de recordar, aunque la idea se sentía distante, perdida en medio del torbellino de sensaciones que la envolvían. El eco de su deber se desvanecía ante el embriagador placer que compartían.

—¿Y qué importa eso ahora? Me importa un carajo la universidad. Solo puedo pensar en lo imbécil que fui al no cargar condones, porque necesito estar dentro de ti —Su voz salió llena de desesperación y urgencia—. Quiero fundirme en ti, sentirte alrededor de mí...

Ella soltó un gemido, el sonido ahogado por el vapor, una mezcla de sorpresa y deleite que hacía eco en el aire. La desesperación comenzó a consumirla, cada movimiento cada vez más frenético, como si estuvieran atrapados en una danza prohibida.

—Dios... Jungkook —jadeó, sintiendo cómo el placer la envolvía, llevándola al borde de la locura. Cada roce de su piel, cada contacto de sus cuerpos era un rayo de electricidad que la impulsaba a un abismo de sensaciones inexploradas. No podía pensar en nada más que en él, en lo que sentía al tenerlo tan cerca.

—Así... sigue, bonita —murmuró, su voz rasposa y cargada de deseo, guiando su cuerpo con el suyo. La tensión entre ellos crecía, el calor se acumulaba en sus pieles, y cada roce se volvía más urgente, más intenso. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y el mundo exterior ya no importara.

—No puedo creer cuánto me excitas, Jungkook —expresó contra su oído, aún sorprendida por la inesperada respuesta de su cuerpo ante él, y con una voz llena de excitación y anhelo, agregó—: Nunca lo sentí tan intenso. No quiero que esto termine.

Él no podía contenerse ante las palabras de ella, su cuerpo estaba lleno de urgencia y anhelo, pero al mismo tiempo, sintió una mezcla de sorpresa y frustración por los condones.

—Maldita sea, ¿por qué me dices esto ahora cuando no estoy preparado? —gruñó contra su cuello, con la voz llena de frustración y urgencia—. Es como si disfrutaras de hacerme sufrir...

Soltó una risilla mientras él mordía suavemente su cuello, vengándose, haciéndola jadear de dolor y placer.

—Tal vez te estoy motivando para nuestra primera vez —bromeó, mientras con la mano acariciaba su espalda, acercándole aún más el cuerpo para buscar más contacto, para sentirlo aún más cerca y aumentar la urgencia dentro de ambos. Pero, para su sorpresa, se apartó ligeramente de ella, lo suficiente para poder mirarla a los ojos, su cuerpo aún estaba cerca del de ella.

—Te juro que cuando por fin pueda estar dentro de ti, no te soltaré hasta saciarme por completo —Su voz salió en un gemido desesperado y urgente. Su mano acarició su mejilla, y luego buscó aún más contacto entre ellos, su cuerpo lleno de urgencia y anhelo—. Necesito sentirte más que cualquier otra cosa en este momento.

La desesperación por alcanzar el clímax se apoderó de ellos, un torbellino de placer que prometía ser inolvidable. Al volver a apegarse, los gemidos de ambos resonaban en la ducha, un coro de deseo y entrega, mientras sus cuerpos se restregaban en un frenesí que desafiaba toda lógica. Sus cuerpos se presionaban el uno contra el otro, la piel caliente y húmeda, cada roce provocando una tormenta de sensaciones que los consumía por completo. Megan se perdió en la intensidad de su contacto, sintiendo cómo el agua caliente caía sobre ellos, resbalando por su piel mientras sus cuerpos se movían en una danza frenética.

—Megan, necesito enterrarme en ti —confesó, su voz grave resonando con urgencia. Las palabras golpearon a Megan como un eco, encendiendo un fuego en su vientre. Su mente luchaba contra la oleada de emociones, un torbellino de dudas inundaba su mente.

«¿Estoy lista para esto?» La idea de entregarse completamente a él y sin protección era algo aterradora, pero al mismo tiempo, el deseo la arrastraba, invitándola a dejarse llevar.

Jungkook, sintiendo la tensión creciente entre ellos, comenzó a moverse más rápido, con una desesperación insaciable. La punta de su miembro presionaba contra la entrada de Megan, golpeando suavemente, cada contacto enviando ondas de placer a través de su cuerpo. Con cada movimiento, la presión aumentaba, y él parecía querer abrir esa puerta que ardía por ser cruzada.

—¿Te gusta esto? ¿Te gusta lo que te hago?
—Su voz salía entrecortada por el deseo, mientras sus caderas se movían con fervor, rozando la entrada de Megan, intensificando el ardor que crecía en su interior.

—Sí... sí...— jadeó, aunque el debate interno continuaba. La necesidad se convertía en una corriente que recorría su piel, elevándola a nuevas alturas de deseo. La presión de su miembro contra ella la estaba volviendo loca.

—Quiero perderme en ti...

Jungkook golpeaba su entrada con el glande, cada contacto húmedo y resbaladizo una provocación exquisita que dejaba su cuerpo temblando. Su control era feroz y cruel, calculando cada movimiento con precisión para mantenerlos al borde del colapso. Ajustaba el ángulo con un gesto deliberado, deteniéndose justo antes de que la presión cediera al impulso inevitable, avivando un deseo que parecía incendiar el aire entre ellos.

Consumida por la tensión, arqueaba su cuerpo hacia él, un gemido sofocado escapando de sus labios mientras su piel ardía con cada roce. Sus caderas se movían de forma casi imperceptible, buscando más, como si su cuerpo le suplicara ceder a la tentación. Él, con una sonrisa ladeada y oscura, volvía a golpear suavemente su entrada, el contacto húmedo dejando un rastro abrasador, mientras ella se perdía en el placer que ambos retenían con una intensidad casi insoportable. La presión en su interior crecía a cada instante, cada roce acercándola más al clímax.

—Jungkook...—apenas pudo murmurar, el deseo y la duda chocando en su mente. Pero antes de que pudiera expresar su deseo, el clímax la sorprendió, llevándola a un abismo de placer que la dejó sin aliento. Su cuerpo se contrajo, el mundo se desvaneció a su alrededor, y todo lo que existía era el instante de pura entrega.

Jungkook estaba al borde del control, cada roce de su glande contra su entrada era un tormento delicioso que solo avivaba su necesidad. Sus caderas se movían con urgencia, buscando un alivio imposible, mientras el calor de Megan lo envolvía, la sensación encendiendo cada nervio de su cuerpo. Ella estaba completamente vulnerable, aún temblando por las ondas de su orgasmo, pero no retrocedía, su respiración errática y su cuerpo entregado al momento lo empujaban aún más cerca del borde.

El tiempo pareció detenerse cuando, con un movimiento más fuerte e impulsivo, sintió cómo su glande finalmente se deslizó dentro de ella. Ambos se quedaron inmóviles, una mezcla de sorpresa y éxtasis golpeándolos como una descarga eléctrica. Megan jadeó, su cuerpo arqueándose al sentirlo llenar ese pequeño espacio. La intensidad de la intrusión era casi insoportable, una mezcla de placer inesperado y una sensación de ser completamente invadida. Sus manos se aferraron a los hombros de Jungkook, buscando equilibrio en medio del torbellino de emociones que la atravesaban.

Él, por su parte, sintió cómo la calidez de su interior lo envolvía por completo, apretando con una fuerza que le quitó el aliento. Era un placer crudo, visceral, que lo atravesó como un rayo. Un gemido ronco escapó de sus labios, su cuerpo tensándose al máximo mientras trataba de controlar el impulso de hundirse más profundo. Pero los movimientos anteriores lo llevaron al límite, por lo que, el contacto, aunque mínimo, fue demasiado. Una ola de placer lo recorrió, quemándole cada nervio, cada músculo, hasta que lo sintió explotar dentro de él.

—Megan... —jadeó su nombre, su voz rota y cargada de emoción mientras se retiraba con prisa, sintiendo cómo su cuerpo ardía por dentro.

La presión interna lo explotó de repente, liberándose en un torrente caliente, ardiente. La sensación fue pura y cruda, como una oleada de fuego que recorrió cada fibra de su ser. Cada estremecimiento lo atravesó, haciéndolo jadear entrecortadamente, como si su cuerpo estuviera al borde de desmoronarse. Se aferró a ella con desesperación, apretando su cuerpo contra el de Megan, cada jadeo escapando de sus labios con fuerza. Estaba tan perdido en la necesidad de ella que sentía como si no pudiera vivir sin ese último toque, sin esa conexión que lo arrastraba más allá de los límites de la razón. Su cuerpo temblaba incontrolablemente, y el mundo entero parecía desvanecerse, dejando solo la explosión de sensaciones que lo consumía por completo.

Megan también sintió ese momento de vulnerabilidad, su piel aún ardiendo, su mente nublada por la mezcla de deseo y satisfacción. Su pierna se aflojó, pero sus manos no lo dejaron ir, sosteniéndolo como si pudiera anclarse en él. La intensidad del momento los dejó a ambos sin palabras, su respiración pesada llenando el espacio mientras intentaban procesar lo que acababa de ocurrir. Eran un caos de emociones. La desesperación, el deseo insaciable, el placer abrumador y la conexión que los unía como un hilo invisible los dejó exhaustos, pero con una necesidad que aún no se apagaba del todo.

Jungkook seguía jadeando, sus hombros subiendo y bajando con cada respiración mientras intentaba recuperar el control. La intensidad de lo que acababa de suceder lo mantenía en el borde, como si su cuerpo aún estuviera atrapado en ese instante. El recuerdo de la sensación, el calor apretado de ella envolviéndolo, lo hacía estremecerse de nuevo. Pero no era solo su cuerpo el que reaccionaba; la culpa se arrastraba lentamente dentro de él, como una sombra que no podía ignorar.

Tomó una respiración profunda y finalmente levantó la mirada hacia Megan. Sus ojos brillaban, todavía cargados de deseo, pero también de algo más: inseguridad, tal vez duda. Tragó saliva, sintiendo la necesidad de decir algo, de reparar lo que sentía como un paso en falso.

—Megan... —Su voz era apenas un susurro, ronca y temblorosa—. Lo siento... No debí...

Pero no pudo terminar la frase. Megan no respondió de inmediato; su mente estaba atrapada en un torbellino. Esa sensación persistente, ese ardor que la recorría, era demasiado para ignorar. Su cuerpo seguía latiendo, pidiendo más, rogando por algo que no podía expresar en palabras.
Lo miró, sus labios entreabiertos mientras respiraba con dificultad. El deseo en su interior se mezclaba con una decisión silenciosa. Antes de que Jungkook pudiera seguir hablando, lo tomó de la nuca con decisión, acercándolo a ella. Sus labios chocaron en un beso feroz, apasionado, cargado de todo lo que no se atrevían a decir.

El beso lo tomó por sorpresa, pero no se apartó. En cambio, respondió con la misma intensidad, dejando que la desesperación de ambos se mezclara en ese contacto. Sus manos se deslizaron hasta su cintura, aferrándose a ella como si fuera lo único que lo mantenía firme. El mundo parecía desaparecer, dejando solo el calor de sus bocas, la conexión que los unía y el deseo latente que aún no se saciaba.

Cuando Megan se apartó, apenas unos centímetros, sus labios rozaron los de él.

—Espero que suceda pronto...

Sus palabras lo dejaron inmóvil por un momento, sus ojos oscuros buscando en los de ella alguna confirmación de lo que acababa de escuchar. Megan no dijo nada más, pero por dentro, su mente era un caos. Rogaba, con cada parte de su ser, que Jungkook entendiera lo que realmente quería. Que la próxima vez no hubiera límites, que la hiciera suya por completo.

Se quedó mirándola, sus labios todavía temblando por el beso, pero no dijo nada. El silencio entre ellos estaba cargado, no de incomodidad, sino de expectativa. Ambos sabían que esa tensión que persistía prometía que, cuando volviesen a encontrarse, nada sería igual.


















(...)
















En el departamento, Jungkook y James se sentaron en el sofá, las luces tenues y el ambiente tranquilo después del día agitado. El sonido leve del tráfico de la calle entraba a través de la ventana entreabierta, mezclándose con el silencio entre ellos. Ambos habían salido de la empresa hacía poco, donde realizaban sus prácticas gracias a un convenio entre su universidad y la compañía, lo que los llevó a trabajar juntos en proyectos que muchas veces extendían sus horarios más allá de lo previsto.

Jungkook se abrió la camisa blanca, dejando al descubierto parte de su pecho mientras intentaba relajarse, con los botones desabrochados y su respiración ligeramente agitada por el cansancio. La botella de cerveza fría en sus manos apenas se movía mientras jugaba con la etiqueta, despegándola poco a poco, como si eso pudiera desviar su atención de la inquietud que lo carcomía por dentro. A su lado, James bebía lento, observando la pantalla de su celular, y a veces, a su amigo con una mezcla de paciencia y curiosidad, esperando a que rompiera el silencio.

Finalmente, levantó la vista, sus ojos reflejando una mezcla de agotamiento y confusión.

—No puedo más, James —comenzó, con voz algo temblorosa—. Toda esta cosa de... enfrentarme a las personas... me cuesta tanto.

Hizo una pausa, exhalando, como si intentara soltar un peso invisible. Giraba la botella de cerveza entre sus manos, en silencio. Aunque la noche anterior con Megan terminó en una reconciliación más que esperada, la inquietud no lo dejaba en paz. A su lado, James tomaba su cerveza, observándolo con curiosidad, esperando que dijera algo más. Y la presión de los pensamientos en su mente se hizo insostenible, por lo que Jungkook decidió abrirse más.

—Anoche fue un cúmulo de cosas —empezó, su voz más baja, casi como si las palabras le costaran—. Megan y yo estábamos... bien, pero siempre hay algo, ¿sabes?

Sus ojos se perdían en la etiqueta de la cerveza, como si eso pudiera ayudarlo a ordenar sus pensamientos, mientras su amigo lo miraba atento, esperando que continuara.

—Siempre hay algo que no decimos, algo que no se resuelve —Con el pulgar, comenzó a frotar lentamente la superficie de la botella, como buscando alguna respuesta en el movimiento repetitivo—. No sé cómo, pero de repente todo explotó. Y cuando me gritó dando a entender que pude engañarla con Keira, me congelé. No supe qué hacer.

Hizo una pequeña pausa, dejando escapar un suspiro ahogado. Su mirada se desvió hacia el suelo por un momento, y luego volvió a la botella, como si lo único que pudiera sostener en ese instante fuera la cerveza en su mano.

—Sabía que no era verdad, pero no pude defenderme —presionó los labios—. Es como si toda mi ansiedad se apoderara de mí en ese momento. Quería hablar, pero las palabras no salían.

James lo miraba con el ceño fruncido, visiblemente preocupado.

—Pero ¿de dónde viene todo eso, Jungkook? —indagó tratando de entender—. ¿Por qué te quedas paralizado? No es la primera vez que me dices que te pasa algo así.

Se encogió de hombros, incómodo con la conversación. Miró hacia el suelo, como si las respuestas estuvieran allí, escondidas entre las sombras de la habitación.

—Es algo que he arrastrado desde siempre —confesó con voz baja—. Cuando me enfrentan... me siento... pequeño —musitó avergonzado, pero manteniendo sus ojos fijos en los de su amigo—. Como si todo lo que tengo pudiera desmoronarse con una sola palabra equivocada.

Con la mano libre, Jungkook comenzó a juguetear con el borde de su camisa, como si la tela entre sus dedos pudiera distraerlo, protegerlo de lo que sentía.

—Y luego está Megan. No soportaría perderla. Con lo explosiva que es, siento que ayer fue un milagro que me escuchara y me creyera —sus palabras salieron entrecortadas, como si la angustia de todo lo que no dijo se acumulara en su pecho—. Pero... sigo pensando en lo que pasó antes. Siento que, aunque estamos bien ahora, todo lo demás se está desmoronando a mi alrededor.

Dejó la cerveza a un lado, pasando una mano por su rostro, el cansancio y la frustración marcándose en cada gesto. Se frotó los ojos, sintiendo el peso de su propia vulnerabilidad.
James bebió un trago de su cerveza, reflexionando por un momento. El silencio se instaló, pero la incomodidad no desapareció. Jungkook podía sentir la presión de la mirada de su amigo, como si buscara en su rostro alguna pista que lo ayudara a entender.

—Mira, hermano —Con una expresión seria, mientras dejaba la cerveza a un lado, observándolo con una mirada de comprensión—. Entiendo que quieras proteger lo que tienes con Megan. Y es cierto que lo resolviste, pero no puedes dejar que esa ansiedad te consuma.

Se recostó en el respaldo del sofá, con los brazos cruzados, evaluando la situación, antes de continuar.

—Si no fue cierto lo que dijo, ¿por qué no se lo dijiste de inmediato? —sus palabras fueron suaves, pero directas.

Sabía que estaba tocando un punto sensible, pero también entendía que la evasión solo lo haría más vulnerable.
El pelinegro tragó saliva, intentando encontrar una respuesta. La confusión en su mente era abrumadora. Quería ser fuerte, quería defenderse, pero las imágenes golpeándolo lo seguía persiguiendo.

—No sé. Mi mente se bloquea y me lleno de dudas, por eso cuando Megan, que tú sabes que me importa tanto, me miró con esa rabia... —sus ojos se desviaron, mirando al vacío, como si reviviera el momento—. Simplemente, me rendí. Pensé que, incluso si trataba de explicarle, ya había decidido que yo era culpable..

—Eso no está bien. No puedes seguir viviendo con ese miedo de perderlo todo cada vez que algo sale mal —se inclinó hacia adelante, entrecerrando los ojos—. Entiendo que fue una situación de mierda, pero no puedes dejar que eso te domine. Megan te creyó, confió en ti, y anoche te lo demostró, ¿verdad?

Asintió lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y vergüenza.

—Sí... Me creyó. Pasamos la noche y parte de la mañana juntos. Y todo fue... increíble —asintió lento, sintiendo una mezcla de alivio y vergüenza—. Pero todavía tengo esa sensación de lo que pasó. Que podría dudar de mí otra vez más y volveré a quedarme en silencio, incapaz de defenderme. No puedo permitir eso.

—Esto no es solo sobre ella, ¿verdad? Hay algo más que te está afectando —Lo miraba fijamente, sin apartar la vista de él—. Esa ansiedad de la que hablas... parece que viene de mucho más atrás. ¿De dónde crees que viene todo esto?

Desvió la mirada, inquieto. Era una pregunta que evitó por mucho tiempo, por más que la noche anterior pudo abrirse bastante con Megan, y en ese momento, con James mirándolo intensamente, supo que no podría escapar. Y que quizás tenía que soltar mucho más para poder liberarse.

—Tal vez sea algo de lo que nunca me he ocupado —hizo una pausa, como si las palabras le costaran—. Siempre he sido el que se guarda esas cosas malas para sí mismo. Y ahora todo eso está volviendo para joderme

—Hermano, tienes que empezar a buscar respuestas para todo eso. No puedes seguir cargando con todo tú solo, buscando reprimirlo como si no existiera.

La sala se sumió en un silencio reflexivo, donde las palabras de James resonaban en el aire, invitando a Jungkook a abrirse aún más y enfrentar sus propios miedos. Sintió cómo el peso de sus recuerdos se deslizaba lentamente de su pecho, pero la lucha interna aún persistía. Era extraño abrirse así, un acto de vulnerabilidad que no más que anoche con Megan permitió que alguien más viera. Se sentó más erguido, un gesto casi involuntario que le daba una pequeña sensación de control.

—Todo esto... viene de la niñez —comenzó, respirando profundo para calmar la ansiedad que comenzaba a burbujear en su interior—. Siempre cuidaba de mi hermano menor. Él lloraba mucho, y mientras lo sostenía, escuchaba la violencia que se desataba entre mis padres.

Lo miraba atento, sus ojos reflejando empatía. Sabía que este era un momento significativo, y se estaba permitiendo abrir la puerta a su pasado, aunque las sombras de ese tiempo seguían acechando en su mente.

—Mi padre regresaba a casa ebrio casi todos los días —continuó, sintiendo cómo las palabras se convertían en un torrente que estuvo reprimiendo por tanto tiempo—. Era como una rutina horrible: la puerta se abría, y el caos comenzaba. Escuchar cómo gritaban era un tormento. Y yo... no sabía qué hacer.

La necesidad de ser escuchado superaba el miedo de revivir esos momentos oscuros. Sus dedos comenzaron a jugar otra vez con la camisa, un gesto inconsciente que delataba su frustración interna. Sus ojos no se levantaban del suelo, mirando el vacío frente a él, como si esperara encontrar respuestas allí.

—Recuerdo una noche en particular... Estaba en el sofá con mi hermano, y todo lo que podía hacer era cubrirle los oídos, rogando que no llorara —Sus ojos se nublaron por un momento, y por un segundo pareció como si estuviera mirando a través de la habitación, transportado al pasado—. Escuché a mi padre gritarle a mi madre, pero no solo gritar... le decía cosas horribles. La llamaba inútil, le gritaba que no servía para nada, que todo lo que hacía lo arruinaba, y más cosas horribles que ni siquiera repetir —suspiró, su voz baja y tensa, como si cada palabra estuviera impregnada de dolor—. Y luego... la empujó contra la pared. La vi caer, y yo... —Su respiración se hizo más pesada, casi audible, mientras continuaba—. Me planté frente a ella, gritando para que se detuviera, pero él me empujó, y cuando intenté defenderla... me golpeó —Su voz se hizo más baja, sus manos ahora completamente cerradas en un puño, como si estuviera reviviendo el golpe. Su rostro se tensó, y los recuerdos parecían abrumarlo, como si la violencia aún estuviera muy cerca de él—. Tenía trece años, no entendía por qué tenía que pasar por eso. Pero no fue la única vez...

Los recuerdos inundaron la mente de Jungkook. Su padre, furioso y violento. La confusión y el miedo lo acompañaron durante un tiempo, y cada vez que su padre llegaba a casa, sentía que la amenaza se cernía sobre él como una sombra ineludible.

—Las veces que traté de intervenir solo hicieron que las cosas empeoraran —suspiró, su mirada fija en el vacío, como si estuviera reviviendo cada momento. Sus dedos se entrelazaron nerviosamente sobre su rodilla mientras bajaba la cabeza, buscando algo en el suelo, cualquier cosa que lo anclara a la realidad—. Mi padre siempre encontraba la manera de acorralarme, de hacerme sentir pequeño, incapaz de salir de esa situación. Cada vez que pensaba que podría defender a mi madre, él me lo impedía, me dejaba sin opciones —Hizo una pausa, inhalando profundo antes de continuar, sus hombros encogidos por la tensión—. Es por eso que cada vez que hay una confrontación, me cuesta tanto reaccionar. Ese miedo a quedarme sin salida... es algo que nunca se me ha ido.

Las lágrimas comenzaron a asomarse a los ojos de Jungkook, pero las contuvo con un esfuerzo sobrehumano. No quería mostrar debilidad, pero cada palabra que decía parecía liberar un poco más de esa presión que estuvo sintiendo durante tanto tiempo.

—Y luego, una noche, simplemente desapareció. Nunca regresó —presionó los labios, como si cada palabra le costara más de lo que debería—. Mi madre quedó devastada, y yo... —Hizo una pausa, mirando sus manos, como si la memoria del dolor lo invadiera nuevamente—. Yo me sentí aliviado y aterrorizado al mismo tiempo. Era como si toda la tormenta que había estado azotando nuestro hogar se hubiera llevado a mi padre y, con él, parte de lo que era —Sus hombros se hundieron levemente, y una sombra cruzó su rostro mientras se pasaba una mano por el cabello—. Desde entonces, siento que no tengo control sobre lo que pasa a mi alrededor, por eso me cuesta tanto enfrentar las cosas, porque tengo miedo de perderlo todo de nuevo.

—No estás solo en esto, Jungkook. Estoy aquí para ti —se inclinó hacia su lado, colocando una mano en el hombro de Jungkook, un gesto simple pero cargado de significado—. Te entiendo más de lo que crees. Todos cargamos con nuestras propias batallas, pero no tienes que pelear esta solo.

Las palabras de su amigo resonaron en su interior. Sintió una mezcla de alivio y gratitud, permitiéndose confiar en alguien más. Era un pequeño paso, pero uno que se sentía monumental.

—Me guardé todo esto por tanto tiempo —tomó aire, sintiendo que sus muros comenzaban a desmoronarse—. No sé por qué me cuesta tanto hablar de ello.

James lo miró con seriedad, y luego asintió, comprendiendo la profundidad del dolor que Jungkook llevó a cuestas.

—Tienes que dejar de cargar con ese peso, hermano. No puedes seguir así, por eso quizás deberías pensar en ir a terapia —lo miró con seriedad, comprendiendo la profundidad del dolor que llevó a cuestas—. Hablar con alguien podría ayudarte a procesar todo esto, a liberarte de esos fantasmas. Es normal buscar ayuda.

Se sintió abrumado por la sugerencia. La idea de abrirse a un extraño lo asustaba, pero al mismo tiempo, la posibilidad de encontrar paz lo tentaba.

—No sé, James. Es complicado.

—Mira, te entiendo. Pero ten en cuenta que no eres el mismo niño que vivió esa violencia —aseguró, mientras que Jungkook pensaba en sus palabras—. Has crecido, has cambiado, y ahora tienes la oportunidad de sanar. Te apoyo en lo que decidas.

La idea de abrirse a un extraño lo asustaba, pero al mismo tiempo, la posibilidad de encontrar paz lo tentaba. Sintió una calidez en el pecho, una conexión genuina que estuvo buscando. El silencio entre ellos no era incómodo; era un refugio.
Se quedó mirando su cerveza, la espuma burbujeante pareciéndose a los recuerdos que se agolpaban en su mente. Se dio cuenta de que fue un tanto egoísta al mantener todo eso guardado, incluso de James, su mejor amigo. Un suspiro se escapó de sus labios.

—Es solo que... —comenzó, dejando que sus pensamientos fluyeran—, a veces siento que hablar de todo esto me hará parecer más débil.

—Ser fuerte no significa ocultar lo que sientes. Esos recuerdos no te definen —lo miró con comprensión, asintiendo suavemente—. Esos momentos de dolor son parte de tu historia, pero no son lo que eres.

Sintió que las palabras resonaban en lo más profundo de su ser. Era difícil aceptar que estuvo viviendo en la sombra de esos recuerdos tanto tiempo. Pensó en su relación con Megan, y cómo, a veces, su ansiedad lo paralizaba. La confrontación, la idea de perderla, lo llenaban de un terror que lo hacía retroceder, recordándole las noches oscuras de su infancia.

—Ya no quiero sentirme así de tenso en esos momentos, especialmente si son con Megan. Aunque dijo que me entendería, quiero que note mi esfuerzo por cambiar.

—Eso es normal. Esos traumas marcan a cualquiera, y es comprensible que eso vuelva a ti en momentos de tensión —asintió con el ceño fruncido—. Pero puedes aprender a enfrentar esos miedos y a dejar de lado el peso de tu pasado.

Frunció el ceño, pensativo. Había algo en la idea de la terapia que le parecía aterrador, pero a la vez, sentía que tal vez, solo tal vez, podría ser el primer paso hacia la libertad. Hablar con alguien que no tuviera un vínculo emocional podría ser lo que necesitaba para desahogar esos fantasmas que lo atormentaban.

—A veces me pregunto si realmente estoy hecho para estar con alguien como Megan. Siento que ella es fuerte y yo... No sé, siento que arrastro un lastre.

—No seas idiota. Probablemente valora que puedas ser vulnerable contigo mismo.

Las palabras de su amigo resonaron con fuerza, y sintió que su corazón se aceleraba. No quería perder a Megan, y a pesar de su miedo, había una parte de él que deseaba ardientemente dejar atrás su pasado. Tal vez era hora de confrontar esos miedos, no solo por él, sino también por ella.

—Tienes razón. Tal vez debería intentarlo, aunque sea un par de sesiones. No puedo seguir así —murmuró, sintiéndose un poco más ligero. Había dado un paso hacia lo desconocido, pero era un paso que necesitaba dar.

—Ese es el espíritu —sonrió, la expresión de orgullo iluminando su rostro—. De hecho te pasaré el número del terapeuta al que iba. Es muy bueno.

Mientras la noche avanzaba y las cervezas se vaciaban, Jungkook sintió que una carga pesada comenzaba a levantarse. Había comenzado un camino que prometía ser difícil, pero la posibilidad de encontrar paz y dejar atrás esos fantasmas lo llenaba de esperanza. Y por primera vez en mucho tiempo, sentía que, tal vez, estaba listo para enfrentarse a sus demonios.

















(...)





















Megan se encontraba en su departamento, la luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor. Sobre la encimera de la cocina, su computadora portátil permanecía abierta, pero su atención estaba lejos de la pantalla. Su mente estaba llena de pensamientos sobre Jungkook. Recordaba la vez que se metió a bañar con él; la manera en que sus cuerpos se restregaron con excitación, la intimidad que surgió, donde sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Sabía que fue intenso, y había un deseo latente que la empujaba a avanzar.

Inspiró hondo, llenándose de determinación.

«Quiero avanzar» pensó. Las imágenes de su tiempo juntos la llenaban de calidez, y una chispa de esperanza iluminaba su corazón. No podía seguir posponiendo lo que sentía; había un anhelo en su interior que la instaba a dar un paso hacia lo desconocido, a explorar lo que podría ser una hermosa relación con Jungkook.

«Quizás esta sea la oportunidad de construir algo significativo» La idea de dejar atrás las dudas y abrazar por completo lo que había entre ellos la emocionaba. Así que se decidió: hablaría con él, le expresaría sus sentimientos y le diría que estaba lista para avanzar en su relación.

Estaba sentada en el taburete de la cocina, con la laptop frente a ella, sobre la encimera. La luz del atardecer se filtraba a través de la ventana, creando un ambiente cálido y acogedor. Sin embargo, su mente estaba en otro lugar, centrada en Jungkook y en el deseo de avanzar en su relación, así que, decidida a encontrar formas de acercarse a él, comenzó a navegar por la red. "'Consejos para mejorar la intimidad y complacer a un hombre", escribió, y así en la pantalla mientras entraba a algunas páginas, leyendo los consejos, terminó apareciendo un video de una mujer que estaba sobre un hombre, moviéndose con sensualidad y confianza. En la escena había intensidad, los susurros y gemidos llenaban el aire, mientras la mujer se arqueaba y contorsionaba su cuerpo, mostrando una destreza que hacía que el hombre bajo su cuerpo se retorciera de placer.

Megan observó, hipnotizada al principio, cómo la mujer parecía disfrutar de cada movimiento, una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras sus caderas se movían con ritmo. Pero a medida que la escena avanzaba, la representación comenzó a sentirse demasiado artificial y algo violenta, como si estuviera construida solo para la cámara. Las posiciones y movimientos parecían poco naturales y le quitaron la calidez que ella anhelaba. La presión de querer aprender a darle placer a Jungkook la llevó a una incomodidad creciente. No era así como quería que fuera su primera experiencia con él. La idea de que todo se redujera a esos movimientos mecánicos la desanimó.

¿Era eso realmente lo que Jungkook quería?

Con el rostro caliente de vergüenza, cerró la laptop de golpe, sintiendo una oleada de incomodidad. La escena y los sonidos aún resonaban en su mente, y se sintió incapaz de reconciliar lo que vio con la conexión genuina que tenía con Jungkook. No podía aprender algo tan íntimo a través de un video.

Pasándose una mano por el cabello, se sintió aliviada al dejar atrás esa búsqueda superficial. Sabía que lo que en realidad quería no se podía aprender a través de una pantalla, sino a través de la conexión auténtica que ya compartían. Con una pequeña sonrisa en su rostro, se dio cuenta de que estaba dispuesta a explorar su relación a su manera.

Después de un rato, se movía de un lado a otro en el departamento, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción mientras se preparaba para la llegada de Jungkook. Había estado estudiando sin parar durante días, y aunque la idea de salir a comer la tentó, la idea de tenerlo a él allí, cocinando para ella, la llenaba de una calidez especial. Se puso una camiseta cómoda y unos pantalones cortos que realzaban su figura, dejando que su cabello cayera suelto sobre sus hombros. La luz suave de la tarde iluminaba su piel, haciéndola sentir más segura mientras se miraba en el espejo. A pesar de su preparación, la incertidumbre sobre cómo abordar el tema de su relación la inquietaba.

¿Cómo le diría que estaba lista para dar ese paso si Jungkook parecía no haberlo entendido esa mañana en la ducha?

Se sentó en el sofá, esperando ansiosamente. El sonido de los toques la sacó de sus pensamientos y su corazón dio un vuelco. Con un suspiro profundo, se levantó y abrió la puerta.

Jungkook estaba de pie en el umbral, con una sonrisa cálida que iluminaba su rostro. Antes de que ella pudiera decir algo, él se inclinó hacia adelante para tomarla del rostro y besarla con suavidad.

—Hola, bonita —saludó con una pequeña sonrisa—. ¿Estás lista para una cena especial?

Megan asintió, sintiendo el rubor subir por sus mejillas.

—He estado pensando en lo que podríamos preparar...—continuó mientras entraba al departamento, llevando consigo una bolsa llena de ingredientes—. Pero creo que deberíamos comenzar con algo dulce: un postre de chocolate.

Lo miró, entusiasmada, mientras él se quitaba el abrigo para dejarlo sobre el sofá. Sabía que tenía un talento especial para la cocina, y la idea de disfrutar de algo que él le preparó le hacía sentir mariposas en el estómago. Mientras Jungkook comenzaba a sacar los ingredientes, la atmósfera se llenó de una energía especial, como si cada momento que compartían se volviera más significativo.

Se acercó, observando cómo se movía con confianza y facilidad en la cocina. Quería abrirse a él, expresar su deseo de avanzar en su relación, pero las palabras aún no parecían salir de su boca. El deseo de compartir esa intimidad crecía dentro de ella, y sabía que la noche que tenían por delante era la oportunidad perfecta para descubrir juntos lo que significaba dar ese siguiente paso.

Jungkook se movía con una agilidad que era tan natural como un baile, cada paso calculado mientras sacaba los ingredientes para el postre de chocolate. La camiseta negra, aunque holgada, dejaba entrever la definición de su cuerpo. Su brazo derecho, cubierto por tatuajes, se movía con fuerza y gracia al mezclar los ingredientes, haciendo que los músculos se tensaran bajo la tela, mientras su otro brazo, libre de tinta, destacaba aún más. Las venas se marcaban con intensidad, recorriendo su piel como ríos que acentuaban cada movimiento. Cada vez que tomaba el bol o la cuchara, las venas de sus manos también se hacían más prominentes, logrando que Megan no pudiera evitar observar con fascinación cómo esos detalles tan sutiles le daban un toque de sensualidad inesperada, el aroma del chocolate en el aire solo intensificando la atmósfera.

—¿Sabías que el chocolate tiene propiedades afrodisíacas? —comentó divertida.

—¿Ah, sí? —sonrió con picardía—. Bueno, tal vez deberíamos asegurarnos de usar mucho entonces.

Mientras seguían conversando, Jungkook, con una chispa de diversión en los ojos, tomó un poco de chocolate derretido con la cuchara. Al verla pensativa, se acercó como si fuera a besarla. Notó cómo ella, ligeramente sonrojada, parecía esperar ese gesto, lo que le dio una sensación de ternura. Sin embargo, en lugar de besarla, con un gesto rápido y juguetón, él simplemente pasó su dedo untado de chocolate sobre su labio inferior, haciéndola indignar.

—¡Jungkook...!

—¿Qué? Solo quiero que pruebes el chocolate

Fue en ese momento que, con un movimiento suave pero decidido, la besó. Sus labios se encontraron en un contacto tierno y dulce, y él saboreó su labio inferior, dejando que el chocolate se mezclara con el sabor de sus besos. Pero luego, con una leve presión, Jungkook comenzó a succionar su labio inferior, y un jadeo involuntario escapó de los labios de Megan ante la sorpresa y la intensidad de la sensación.

Sonrió contra sus labios, disfrutando de la reacción de ella. La tensión entre ellos creció, y por un instante, el mundo a su alrededor desapareció, dejando solo el suave roce de sus labios y la dulzura del chocolate que los unía. Mientras sus corazones latían con fuerza, ambos sabían que esta noche estaba destinada a ser más especial.

Dejó el postre de chocolate enfriando en la encimera y se giró hacia Megan, el entusiasmo brillando en sus ojos.

—Bien, el postre está en marcha. Ahora es hora de la cena, pero honestamente no recuerdo muy bien la receta de lo que quiero preparar —anunció, frotándose las manos con energía—. ¿Te importa si busco en tu laptop? Quiero hacer algo delicioso y no puedo fallar.

Sonrió mientras asentía, todavía atrapada en el cálido recuerdo del beso que compartieron. Pero un escalofrío de nerviosismo la recorrió al recordar el video que dejó.

—¡Espera, no! —gritó histérica, levantándose de un salto.

Pero ya era demasiado tarde. Jungkook, al abrir la laptop, se encontró de repente con la pantalla que mostraba una escena intensa: una mujer sobre un hombre, con movimientos fluidos y sensuales, sus cuerpos entrelazados. La expresión de sorpresa en el rostro de él se transformó al instante en una mezcla de asombro y una extraña curiosidad. El video era audaz, lleno de una energía cruda y primitiva que hizo que sus sentidos se agudizaran. El sonido de sus respiraciones entrecortadas, los azotes y gritos cargados de deseo llenó el aire, creando una atmósfera electrizante que lo envolvió.

—¿Qué...? —Su voz se quedó atrapada en su garganta, incapaz de procesar lo que estaba viendo. Cada movimiento que la mujer hacía sobre el hombre parecía llevar consigo un peso que resonaba en su propio cuerpo, cada roce, cada gemido.

—¡Quita eso! —exigió, sus mejillas enrojeciendo mientras su corazón se aceleraba de vergüenza.

—¿Estabas viendo porno? —preguntó, la incredulidad mezclándose con una risa contenida, aunque una parte de él no podía evitar sentirse intrigada y algo excitada por la situación.

—Yo... N-no era lo que parecía —balbuceó, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Se sonrojó más, sintiéndose expuesta y vulnerable—. Solo estaba... buscando... información.

Sintió una oleada de confusión y sorpresa mezclada con una creciente fascinación ante sus palabras. La intensidad del video lo afectaba de maneras que no esperaba. La idea de que Megan estuviera buscando aprender sobre la intimidad y el placer lo excitaba, pero al mismo tiempo, la idea de verla en ese contexto lo hizo dudar.

—¿Así que tienes más planes para esta noche? —bromeó, intentando aliviar la tensión en el aire, pero el comentario solo hizo que la incomodidad se intensificara. Pues, ella sintió como si el mundo se desmoronara a su alrededor, incapaz de mantener la mirada en él.

—No... No, solo la cena.

—¿Solo la cena? ¿No pensabas en algo más?

Megan sintió que su rostro se incendiaba, y la incomodidad se instaló entre ellos. Aunque Jungkook intentaba bromear, ella no podía evitar sentir la presión en el aire. Cerró el video, incapaz de soportar más el sonido de los gritos de placer y los azotes que llenaban el aire. Sentía cómo esa atmósfera intensa despertaba algo en él, algo que sabía que no era el momento adecuado para explorar. La tensión entre ellos era notable, y aunque la idea de profundizar en ese deseo era tentadora, comprendió que necesitaban claridad antes de seguir adelante.

Con una rápida decisión, se acercó a Megan, cuya cara estaba completamente sonrojada. Con suavidad, la tomó de la mano y la condujo hacia la encimera de la cocina. La animó a sentarse en el borde, ayudándola a acomodarse sobre la superficie fría y lisa. Sus piernas quedaron colgando a los lados, y Jungkook se posicionó en medio de ellas, creando un espacio íntimo entre ellos.

—Megan...—comenzó, su voz suave y tranquilizadora—, quiero que hablemos. Sin vergüenza, sin distracciones.

Lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de inseguridad y curiosidad. La cercanía de Jungkook y la posición en la que se encontraban provocaban una chispa entre ellos, y ella podía sentir la tensión creciente en el aire.

—Está bien.

—Dime...—se inclinó ligeramente hacia adelante, buscando su mirada, su expresión seria pero amable—, ¿por qué estabas viendo eso?

—Bueno... ¿No es obvio? —dudó, mirando hacia abajo mientras el rubor de su rostro se hizo más intenso—. Recuerda que a ti no te gustó cuando le pregunté a Taehyung sobre cómo hacerle un oral a un hombre, así que pensé que no debería preguntarle sobre esto y decidí investigar por mi cuenta.

Alzó una ceja, sorprendido pero divertido por su sinceridad. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras negaba con la cabeza.

—¿Así que decidiste investigar en Internet? —repitió con una risa suave. Él la estaba observando como si estuviera reclamando su atención, como si la idea de que mirara a otro hombre lo hiciera sentir un nudo en el estómago—. Megan, sabes que no tienes que buscar en ningún otro lado. Todo lo que quieras, todas esas dudas... yo estoy aquí para ayudarte a descubrirlas. No tienes que mirar a nadie más.

Megan sintió su pecho latir más rápido, esa calidez en su rostro ahora se extendía por su cuerpo. La forma en que lo decía, con esa cercanía, hacía que las palabras sonaran más personales, más significativas. Jungkook se acercó aún más, rozando casi sus labios con los de ella, la distancia entre los dos tan corta que podía sentir el calor de su cuerpo.

—No me gusta que busques en otro lado —susurró, esta vez con un tono más bajo, pero sin perder esa ternura—. Porque quiero ser el único que te haga sentir así, el único que te excite.

—¿Te sientes celoso? —preguntó, con una sonrisa juguetona.

—Celoso... —repitió, como si estuviera saboreando la palabra en su boca—. No sé si lo llamaría celos. Es más bien... algo que me haces sentir y nunca sentí antes.

Su tono, aunque calmado, escondía tensión, un deseo latente de que ella entendiera que, de alguna manera, él quería ser su único centro, el único al que perteneciera de esa forma tan intensa.

—Pero... si eso significa que quiero ser el único que te haga sentir así... El único que esté en tu mente, el único que te excite... —su voz se deslizó por su oído, más profunda ahora, más cargada—, entonces sí, podría decir que sí.

Megan sintió una oleada de calor recorrer su cuerpo ante sus palabras, su respiración entrecortada mientras se mordía el labio inferior, sin saber bien si debía reaccionar o quedarse quieta. La intensidad de lo que Jungkook acababa de decir, la forma en que habló, todo en él mostraba que lo que sentía por ella no era solo deseo, sino algo mucho más fuerte, más posesivo de una manera protectora y profundamente romántica.

Sintió que una calidez la envolvía. La conexión entre ellos crecía más fuerte con cada palabra, y la tensión que hubo antes se convertía en una promesa de lo que estaba por venir. Se dio cuenta de que estaba lista para dar ese paso, y en ese momento, todo parecía alinearse.

Jungkook se inclinó ligeramente hacia adelante, buscando su mirada, su expresión seria pero amable.

—Sé que esto de alguna manera es nuevo para los dos y que hay muchas cosas en nuestras cabezas —continuó, manteniendo su mirada fija en la de ella—. No quiero que te sientas presionada. Si hay algo que quieras compartir o preguntar, estoy aquí para escucharte.

Megan respiró hondo, sintiendo que la situación la envolvía. Quería dar el paso, estaba lista para avanzar, aunque todavía conservaba sensaciones extrañas ante lo desconocido.

—He estado pensando mucho en nosotros —confesó, su voz temblando ligeramente, por lo que él sintió que su corazón latía más rápido, la anticipación llenando el espacio entre ellos—. En lo que ha pasado, en cómo me siento.

—Y... ¿Qué es lo que sientes?

La tensión aún vibraba entre ellos, pero esta vez, en lugar de incomodidad, era una expectativa de lo que vendría. Megan, sintiendo el fuego en su interior, se acercó con determinación. Sus labios se encontraron en un beso intenso y ansioso, como si estuvieran rompiendo un cerco de deseo que ambos mantuvieron a raya por demasiado tiempo.

Sorprendido al principio por la ferviente entrega de Megan, se entregó al momento. Sus manos se deslizaron por la cintura de ella, apagándose a su cuerpo, como si la atracción fuera una fuerza incontrolable. La calidez de sus cuerpos se mezcló, y en un instante, todo lo que existía era el sabor dulce de sus labios.
Sintiéndose más segura y deseosa, abrió su boca, invitando a Jungkook a compartir ese momento. Su lengua se deslizó dentro de la boca de él, provocando un escalofrío que recorrió su espina dorsal. No pudo evitar gemir al sentirla invadir su boca, la calidez y la suavidad de su lengua llenándolo de sensaciones electrizantes.

La intensidad del beso se intensificó a medida que sus lenguas danzaban, explorándose mutuamente con una mezcla de deseo y pasión. Jungkook, sintiendo cómo el aire se volvía escaso, respondió al beso con fervor, su mente en blanco mientras se perdía en el momento. Sus manos comenzaron a explorar la espalda de Megan, hundiéndose en su cabello, disfrutando de la suavidad de su piel. Todo su ser estaba enfocado en ella, en el calor que compartían, en la conexión que se estaba formando entre ellos.

El mundo exterior se desvaneció, y todo lo que quedaba era el calor y la electricidad que surgían de sus labios entrelazados. Se sintió poderosa, como si cada beso la acercara más a su objetivo, y él no podía hacer más que dejarse llevar, dispuesto a explorar cada rincón de esa nueva realidad que estaban creando juntos. La forma en que se movía Megan sobre la encimera, la cadencia de sus caderas y la presión de su cuerpo contra el de Jungkook, dejaban claro lo que deseaba. Sus movimientos eran suaves pero llenos de intención, y él podía sentir cómo cada roce de su piel encendía aún más la chispa de deseo entre ellos.

Sintiendo esa llamada irresistible, la sostuvo con firmeza mientras sus labios continuaban fusionándose en un abrazo ardiente. Con un súbito impulso de deseo y ternura, la cargó en sus brazos, sorprendiéndola. Megan soltó una risilla entre el beso, una mezcla de sorpresa y emoción, mientras él comenzaba a caminar hacia la habitación. Sus corazones latían al unísono, y el calor del momento lo envolvía todo. Jungkook sintió una mezcla de protección y deseo al tener a Megan tan cerca de él. Mientras atravesaba el umbral hacia su habitación, la luz tenue que se filtraba por las ventanas creaba un ambiente íntimo, perfecto para lo que estaban a punto de compartir.

La puerta se cerró suavemente detrás de ellos, y la colocó con cuidado sobre la cama, sin romper el contacto visual.
Megan, aún sintiendo la calidez de su abrazo, sonrió con picardía, disfrutando de cómo lo llevó a ese momento.
Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, Jungkook, con un movimiento rápido pero suave, tiró a Kook, dejándolo caer a un lado de la cama. Ella, al verlo, no pudo evitar fruncir el ceño. A pesar de que él mismo le regaló el peluche, siempre lo maltrataba, y aunque le divertía verlo hacerlo, había algo en su gesto que no podía evitarle el deseo de protestar.

—¡Oye...! —exclamó, pero no pudo terminar la frase. Jungkook se inclinó hacia ella, sus labios cubriendo los suyos en un beso profundo y envolvente, sellando cualquier intento de que pudiera hablar. La besó con una mezcla de ternura y posesividad, sus manos moviéndose con naturalidad a su alrededor, mientras la mantenía bajo su control de forma sutil pero evidente.

Intentó protestar una vez más, pero en el momento en que él la besó, cualquier palabra se desvaneció en el aire. Los dos se sonrieron en medio del beso, como si el simple acto de estar juntos lo dijera todo, y Megan olvidó por completo lo del peluche, dejándose llevar por la sensación de su cercanía y el calor de su cuerpo. Y él, sin dejar de besarla, la abrazó con firmeza, como si la protección y el deseo de mantenerla a su lado fueran lo único que importara en ese instante.

Sintiéndose valiente y decidida, levantó las manos y, con suavidad, comenzó a tirar de la camiseta de Jungkook hacia arriba. A medida que la tela se deslizaba por su piel, un escalofrío recorrió el cuerpo de él, y un jadeo escapó de sus labios al sentir la frescura del aire acariciando su torso desnudo. Ella se quedó sin aliento por un momento, admirando su cuerpo musculoso. Sus pectorales definidos, los abdominales marcados y su piel la hicieron sentir una emoción que todavía le resultaba extraña. Acarició su torso con las yemas de los dedos, explorando la suavidad de su piel contrastada con la firmeza de sus músculos.

Para él, la sensación de ser deseado por Megan era abrumadora. Creyó que jamás tendría esa oportunidad, ya que siempre recordó sus palabras, diciendo que no se sentía atraída sexualmente por su cuerpo masculino. Pero ahora, al sentir sus manos recorriendo su cuerpo, cada roce la hacía ver a través de un nuevo prisma. Sus ojos brillaban con un deseo que lo dejaba aturdido y a la vez emocionado.

—Megan...—susurró, su voz cargada de una mezcla de sorpresa y deseo, sintiendo cómo cada caricia la acercaba más a él—. Por favor, no te detengas... Nunca nadie me ha hecho sentir tan deseado como tú ahora mismo

La vulnerabilidad de ese momento los envolvía, y la incertidumbre de lo que vendría a continuación solo aumentaba la intensidad de sus emociones. Ella, sintiendo que estaba tocando algo profundo y esencial en Jungkook, al escucharlo sonrió mientras continuaba acariciando su torso. La atracción que compartían era intensa y auténtica, y se sintió más viva que nunca en su presencia.

Con cada beso y caricia, la tensión entre ellos se transformó en un torbellino l de deseo. Jungkook, sintiéndose más audaz, comenzó a desvestir a Megan con manos temblorosas, mientras sus labios nunca se separaban de los de ella. La sensación de su piel desnuda bajo sus dedos lo embriagaba y lo llenaba de ansias. Ella, con una mezcla de impaciencia y deseo, dejó que su cuerpo se moviera de manera natural contra el de él, creando una sinfonía de gemidos entre ellos. Al sentir cómo sus manos recorrían su cadera, lo animó a seguir, dejando caer sus pantalones al suelo, revelando su figura desnuda. El calor que emanaba de sus cuerpos se mezclaba con la electricidad en el aire, y Jungkook se detuvo un momento, embelesado por la visión de su piel brillante y suave, en contraste con su propio torso musculoso.

Sonrió y lo atrajo hacia ella, guiándolo con la mirada. Jungkook entendió la invitación y continuó. Solo quedaba en bóxers blancos, la tela estirándose sobre su prominente erección, haciendo que una oleada de vergüenza y excitación recorriera su cuerpo. El instante en que sus miradas se encontraron fue electrizante; una conexión que los envolvía en una burbuja de deseo y vulnerabilidad.

Mientras sus labios se fundían, sus manos recorrieron su abdomen, deslizándose hacia el elástico de su bóxer. En un solo movimiento, lo deshizo, liberando su erección que se alzó con fuerza, haciendo que un suspiro escapara de su boca al sentir la dureza de su piel. Ambos quedaron desnudos, el aire caliente entre ellos aumentando la tensión. Cuando Jungkook intentó posicionarse sobre ella, ansioso por complacerla, lo detuvo con una fuerza inesperada, girando de manera que ahora estaba sobre él. Lo miró con ojos brillantes de desafío y deseo.

—Pensaste que nunca me excitarías así, que mi cuerpo no reaccionaría al tuyo... pero mira lo que has hecho, Jungkook — Su voz era suave, casi un susurro, pero cargada de deseo. Sus dedos trazaban círculos sobre su abdomen, disfrutando de cada rincón de su piel—. No sabía lo que era desear tanto el cuerpo de alguien... hasta ahora.

Jungkook cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba ante cada palabra, ante cada toque. Estaba completamente perdido en ella, en lo que sus palabras y su cuerpo le hacían sentir. La sensación de tenerla sobre él, acariciando su piel con una devoción que nunca imaginó, lo consumía. Cada movimiento suyo sobre él lo hacía perder la noción de sí mismo, la excitación que sentía era tan intensa que temió no poder soportarlo.

—¿Tanto? —Su voz salió en un susurro ronco, casi un gruñido, mientras sus dedos se apretaban contra su piel, un toque lleno de urgencia y anhelo—. Mierda, Megan...—murmuró, su voz quebrada, incapaz de ocultar lo que ella le provocaba.

Nunca imaginó que la vería de esta manera, deseosa de él, con una pasión que lo hacía arder por dentro. Pero lo que más lo sorprendía era lo que veía en sus ojos: no solo deseo, sino una certeza absoluta de lo que quería, y de que ella era la que ahora tenía el control.

—Ahora quiero sentir todo lo que sientes... quiero que me lo demuestres, porque lo que acabas de decir me tiene al borde —se inclinó hacia ella, su rostro tan cerca que casi podía saborear su aliento—. ¿Sabes lo que has hecho conmigo, Megan?

Desnuda sobre él, lo miraba con intensidad, su respiración rápida y entrecortada. Con una sonrisa atrevida, se inclinó hacia él, sus labios acercándose con una pasión que lo hizo estremecerse. Cuando sus bocas se encontraron, la suavidad y la presión de sus labios sobre los de Jungkook lo hicieron jadear, su deseo creciendo a cada segundo.
Con un leve empujón, la presión de su cuerpo sobre el de él aumentó, y mientras sus lenguas se entrelazaban, las manos de Megan se deslizaban por su torso musculoso, explorando cada rincón de su piel. Sus caricias eran profundas, buscando cada centímetro de su cuerpo, y cada roce lo dejaba más ansioso, más excitado.

Al separar sus labios, Megan bajó lento, dejando un rastro de besos ardientes por su mandíbula, recorriendo esa línea definida con devoción. La calidez de su boca sobre su piel lo hizo estremecerse, pero lo que en realidad lo sorprendió fue el suave roce de su lengua trazando círculos a lo largo de su mandíbula, esa área tan sensible que ni él notó cuán placentera podía ser. No pudo evitar un suspiro bajo cuando la lengua pasó lentamente sobre la marca de su mandíbula, como si explorara un territorio nuevo.

Luego, sin previo aviso, ella mordió con suavidad esa misma zona, dejando una pequeña marca, lo que hizo que Jungkook gruñera en respuesta. La sensación de sus dientes sobre su piel lo sacudió, despertando algo en él que no esperaba. Había algo en ese gesto tan inesperado, en esa pequeña mordida, que hizo que su cuerpo reaccionara de una forma intensa, fuera de su control. No sabía por qué, pero algo en ese momento lo hizo sentirse más vulnerable, más expuesto.

—Carajo... Vas a volverme loco — Su voz era grave, ronca, perdida en el deseo que le provocaba.

Megan, notando cómo su cuerpo reaccionaba ante cada caricia, sonrió con satisfacción. Bajó lentamente por su cuello, sus labios sellándose sobre su piel caliente, pasando la lengua con suavidad, saboreando cada rincón de su cuello. Sus movimientos eran lentos y calculados, dejando pequeñas mordidas en su piel, lo que provocaba que Jungkook cerrara los ojos y dejara escapar un jadeo tembloroso. La intensidad de sus besos lo desarmaba, su respiración acelerada, casi fuera de control.

Cuando sus labios continuaron su descenso, se detuvieron brevemente sobre su pecho, recorriéndolo con la lengua, disfrutando de cada contorno, cada músculo definido. Los pectorales de Jungkook eran firmes, y Megan, al sentirlos debajo de su boca, no pudo evitar acariciarlos con una mano, deslizándola por su piel suave y caliente. Él, sintiendo su cuerpo desnudo bajo el de ella, reaccionó de inmediato, sus manos recorriendo su espalda con suavidad, trazando líneas a lo largo de su piel desnuda. Cuando su mano llegó a su cintura, apretó levemente, acercándola aún más, sintiendo cómo su cuerpo respondía al contacto. Sus dedos, ansiosos, comenzaron a acariciar su piel, explorando cada curva, cada rincón de su figura. La suavidad de su piel lo estaba volviendo loco, y con cada toque, su deseo crecía aún más.

Megan, con una sonrisa traviesa, sin previo aviso, besó uno de sus pezones mientras acariciaba con suavidad el otro con sus dedos. Jungkook se tensó de inmediato, su respiración se volvió más errática, y un estremecimiento recorrió su cuerpo. Nunca le habían hecho algo así, nunca sintió esa sensación tan intensa en una zona tan vulnerable de su cuerpo. Era como si toda su piel se encendiera, provocándole una mezcla de placer y vergüenza.

—¿Qué...? ¿Qué estás haciendo?" —preguntó, tratando de mantener el control, pero su voz traicionó la creciente excitación. No entendía cómo algo tan simple podía hacer que su cuerpo reaccionara de esa manera, tan inesperada, tan profunda.

Se sintió un poco avergonzado por lo intenso de la sensación, sus mejillas ligeramente sonrojadas. Nunca imaginó que un gesto tan simple, un toque tan suave, pudiera desarmarlo de esta manera. A ver su reacción, levantó la mirada hacia él, un brillo en sus ojos que le hacía saber que disfrutaba viendo cómo se entregaba a cada caricia. Pero, se apartó ligeramente, levantando una ceja mientras lo observaba con una sonrisa juguetona.

—Estoy besando todo tu cuerpo. ¿No te gusta? —respondió con voz suave pero cargada de diversión, observando cómo su rostro se teñía de un ligero rubor.

Avergonzado por su reacción, no supo qué responder, su cuerpo aún estremeciéndose por la intensidad de lo que acababa de experimentar.

—No es eso... Es solo... raro.

Megan no pudo evitar reírse ante su torpeza, disfrutando de cómo su reacción lo desbordaba. Decidió acercarse a él, subiendo lentamente hasta quedar frente a su rostro, y sin previo aviso, lo besó suavemente, buscando calmarlo.

Al separarse, sus ojos brillaban con complicidad.

—¿En serio? ¿No te gusta?

Aún ruborizado, suspiró, incapaz de evitar la verdad que se le escapaba de los labios.

—Todo lo que me hagas... me gusta —admitió en voz baja, como si esas palabras lo dejaran más vulnerable de lo que estuvo antes.

Megan, satisfecha por su respuesta, sonrió y lo besó una vez más, esta vez con más suavidad, sabiendo que, aunque se sintiera inseguro, encontró una forma de hacerlo ceder por completo.

—¿Puedo continuar? —preguntó con una voz suave, casi susurrante, mientras recorría su abdomen con la punta de los dedos, dejándolos deslizarse lentamente hacia su pecho.

Jungkook, sintiendo que su deseo se intensificaba con cada movimiento suyo, cerró los ojos por un momento, buscando encontrar las palabras adecuadas. Su cuerpo reaccionaba sin poder evitarlo, y su vergüenza parecía desvanecerse con cada beso que Megan le daba. Finalmente, alzó la mirada hacia ella, lleno de una necesidad que lo dominaba por completo.

—Quiero que me tomes todo —su voz salió profunda, cargada de deseo, dejando de lado cualquier pudor, entregándose por completo al momento—. Hazme tuyo completamente, Megan.

Al escuchar sus palabras, sonrió satisfecha. No perdió tiempo y comenzó a recorrer su cuerpo con besos, deteniéndose otra vez en sus pectorales, besándolos con suavidad y trazando círculos con la lengua. Cada caricia de sus labios parecía quemar su piel, despertando en él una reacción inmediata. Jungkook, aunque todavía algo avergonzado, intentó dejar eso de lado. Lo único que quería ahora era disfrutar de la sensación de su cuerpo bajo el suyo.

Acarició su espalda con manos temblorosas, recorriéndola con suavidad, perdiéndose en la calidez de su piel. Con cada toque de Megan, cada beso que ella dejaba, sus defensas se desmoronaban más, y por fin se permitió rendirse a la pasión que desató en él.

Sentía cómo el cuerpo de Megan se presionaba contra el suyo, cada roce de su piel contra la suya enviando una descarga eléctrica directa a sus nervios. Sus movimientos eran lentos, deliberados, como si estuviera jugando con él, pero cada gesto lo hacía perder el control, abriéndole paso a una necesidad insostenible. La humedad de su cuerpo, rozando la pelvis de él, deslizándose de manera tan tentadora, lo hacía desearla aún más. Cada toque solo alimentaba su desesperación, dejándolo vulnerable.

Un deseo abrasador se desató en su pecho, su cuerpo reaccionando sin freno, pero antes de que pudiera ceder por completo, bajó las manos, con la intención de tocarla, de complacerla. Sin embargo, ella lo detuvo con un gesto firme, apartando sus manos sin vacilar.

—¿Por qué? —preguntó, la frustración surgiendo en su voz, entrecortada, su respiración pesada. La necesidad lo devoraba, pero no lograba entender lo que la retenía.

Megan lo miró con intensidad, fría y controlada, sin hablar al principio. Solo lo observó fijamente, como si quisiera que comprendiera algo que él no podía alcanzar a ver.

—Porque yo tengo el control —aclaró finalmente, su voz baja, tan firme como un mandato, dejando claro que eso bastaba para resolver la situación.

Mientras ella volvía a lo suyo, él perdido en el deseo, la observó moverse una vez más restregándose contra su pelvis, de manera lenta pero tan provocadora que casi lo desbordaba. Un suspiro le escapó de los labios, la lucha interna dibujándose en su rostro. En ese instante, la desesperación lo invadió completamente, y no pudo soportarlo más.

—Megan, déjame tocarte... Por favor —su voz temblaba de necesidad—. Lo siento... Lo que me haces... Estás tan húmeda...

Las palabras salieron de su boca como un susurro cargado de desesperación y deseo. No podía pensar con claridad, solo sentía cómo ella se restregaba contra su pelvis, humedeciéndolo, mientras su cuerpo ardía de necesidad. Lo único que deseaba en ese momento era hundir sus dedos en su interior, sentirla apretada, explorarla de manera tan profunda que él pudiera complacerla por completo. Cada movimiento de ella lo volvía loco, lo arrastraba a un deseo casi irracional, ansioso por tomarla, poseerla por completo.

Tenía la intención de insistir, pero antes de que pudiera decir algo más, Megan se inclinó rápidamente y lo besó, callándolo por completo. El beso fue feroz y urgente, con la misma intensidad que la desesperación que ambos compartían, pero al mismo tiempo, el control de ella lo dejaba aún más enloquecido. Sentía su respiración entrecortada, la frustración acumulándose en su pecho, mientras sus manos intentaban moverse hacia ella, acariciarla, buscar ese contacto que lo desbordaba, pero ella apartó su mano con firmeza.

Jungkook no pudo evitar emitir un suave suspiro de frustración, casi como un quejido, mientras su cuerpo temblaba bajo el calor del beso. Cuando ella rompió el contacto, la miró, el deseo evidente en su rostro, pero también la frustración, que se reflejaba en la tensión de sus facciones.

—Megan... —murmuró su nombre, el sonido de su voz cargado de impaciencia y deseo, los ojos oscuros implorando sin palabras, queriendo convencerla, tratando de llegar a ella con una mirada.

Con un leve temblor, acarició su labio inferior con la yema de los dedos, un gesto suave que lo desarmó. Y cautivado por la delicadeza del movimiento, se sintió atraído hacia esos dedos, y sin poder resistirlo, asomó la punta de su lengua, rozando lentamente la suave piel de sus dedos, un gesto lleno de deseo contenido.

Pero para su sorpresa, Megan no se detuvo ahí. En un movimiento rápido, sin previo aviso, metió sus dedos en su boca, obligándolo a cerrarla alrededor de ellos. Se quedó inmóvil por un momento, sintiendo el calor de sus dedos sobre su lengua, su respiración acelerándose. Esa acción lo dejó sin palabras, un atisbo de control que nunca esperó de ella.

—Chúpalos —ordenó, su tono suave pero firme, como si estuviera dándole una orden irrefutable.

Jungkook, quien siempre fue el que dominaba en cada encuentro, quien siempre en el pasado tuvo el control con las personas con las que estuvo, se sorprendió de inmediato. Aquella era la primera vez que sentía que alguien lo desbordaba de tal manera, alguien que lo miraba con una mezcla de deseo y poder, sin ceder un ápice. Ella lo estaba controlando de una manera que nunca experimentó.

A pesar de todo su orgullo, su cuerpo reaccionó de inmediato. No pudo evitar obedecer. La intensidad en su mirada, la forma en que presionaba su lengua con los dedos, era casi hipnótica. Cada movimiento suyo le dejaba sin aliento, y por primera vez, fue él quien cedió, dejándose llevar por lo que ella le pedía.

Lentamente, su lengua comenzó a moverse con los dedos dentro de su boca, rozándolos y absorbiéndolos, su respiración entrecortada. Al pasar la lengua por sus dedos, un suave gemido escapó de sus labios, una mezcla de deseo y frustración. No podía evitarlo, la necesidad que sentía por ella era tan intensa que su cuerpo se rendía, aún en contra de su voluntad. Cada gesto, cada movimiento, lo hacía perder el control, mientras Megan lo observaba, dueña de la situación.

Megan apartó los dedos lentamente, dejando un hilillo de saliva colgando entre ellos, que se rompió en el aire antes de caer. Él no pudo evitarlo: un jadeo escapó de sus labios, un sonido suave pero cargado de frustración y deseo. Era como si el vacío que quedaba tras el gesto de ella lo dejara suspendido en un limbo de anhelo, incapaz de resistir el poder que Megan ejercía sobre él. Sus ojos se entrecerraron, buscando algo que lo anclara a la realidad, pero todo lo que encontró fue su mirada, profunda y dominante, que lo arrastraba hacia un lugar oscuro, lleno de lujuria. Cada fibra de su ser gritaba por algo que no podía tener, y aún así, no podía apartarse.

El aire entre ellos se volvió denso, y el silencio solo lo hacía sentir más vulnerable, más expuesto ante ella, mientras su cuerpo seguía su propio ritmo, imparable y condenadamente necesitado.
El calor entre ellos se intensificó con cada segundo que pasaba. Megan, sin prisa, se movió lentamente sobre él, su cuerpo desnudo presionando contra el suyo, una sensación de cercanía que lo hizo jadear con dificultad. Su piel ardía por el roce, y sus manos, inquietas, no sabían dónde descansar, deseando acariciar, pero sabiendo que cualquier movimiento en falso podría llevarlo a perder el control por completo.

De repente, Megan comenzó a alejarse, apartándose lentamente de su cuerpo. Él, desconcertado, alzó la cabeza, sin poder comprender qué estaba pasando. Su respiración se aceleró aún más.

—¿Qué haces?

No respondió de inmediato. En lugar de eso, dejó que el silencio fuera la respuesta. Con una calma que lo desbordaba, sus dedos recorrieron su torso, bajando lentamente hacia su entrepierna. Él contuvo el aliento, el deseo volviendo a arrastrarlo hacia ella, pero no podía entender por qué se alejaba. Con un gesto que rozaba lo cruel, Megan acarició su erección con suavidad, el roce de sus dedos le provocó un estremecimiento que le recorrió toda la columna vertebral. La sorpresa lo paralizó por un instante, incapaz de reaccionar ante la mezcla de placer y desconcierto. La mirada de ella era fija, casi burlona, como si estuviera disfrutando de tenerlo por completo a su merced.

El jadeo de Jungkook fue más intenso esta vez, un sonido casi ahogado que escapó de su garganta mientras Megan jugaba con la punta de su erección. Los dedos, aún húmedos por su saliva, se deslizaban con un toque sutil sobre el glande, haciéndolo retorcerse de placer y desesperación. Cada caricia, cada roce en su piel sensible lo dejaba sin aliento, llevándolo al límite, pero Megan no parecía tener prisa. Disfrutaba viendo cómo se quebraba, como si el control que siempre tuvo sobre sí mismo se desvaneciera con cada movimiento.

Cerró los ojos, su respiración acelerada, luchando contra la creciente oleada de placer. Su cuerpo reaccionaba involuntariamente, temblando bajo su toque. La sensación lo estaba desbordando, y aunque sabía que aún no había alcanzado su punto máximo, no podía evitar el deseo de perderse por completo en esa sensación.

—Maldición... —su voz salió en un susurro, entrecortada—. ¿Qué me estás haciendo?

Jungkook, con las manos temblorosas, intentó tocarla, sus dedos extendiéndose hacia ella en un intento desesperado de recuperar algo de control, de sentirse menos vulnerable. Pero antes de que pudiera alcanzarla, Megan lo detuvo con una mano firme en su pecho, empujándolo con suavidad hacia atrás.

—No... No me toques.

Sus palabras fueron como un comando, y su cuerpo, a pesar de la necesidad creciente, no tuvo más opción que obedecer. Megan continuó con sus dedos, jugando con él, ahora presionando con más fuerza sobre el glande, disfrutando de cómo su respiración se volvía más errática, de cómo su cuerpo reaccionaba al toque.
El deseo de Jungkook era incontrolable, y aún así, se encontraba atrapado en su propio cuerpo, incapaz de hacer nada mientras ella mantenía el poder. Sus manos quedaron a su lado, empuñando la manta mientras la frustración lo consumía. Cada movimiento de Megan lo acercaba más al borde, y él no podía evitar el deseo de perderse en la sensación. Pero ella no se lo permitió.

—Megan, por favor... —su voz salió quebrada, llena de desesperación—. No puedo soportarlo más...

Su cuerpo temblaba de placer, el sudor resbalando por su frente mientras luchaba contra el deseo de tomarla de una vez. Estaba al límite, las sensaciones lo arrastraban sin piedad.

—No me hagas esto...

—¿Qué quieres, Jungkook?

Sus ojos brillaban con diversión mientras lo observaba, disfrutando de cómo se desmoronaba bajo su control. Jungkook, con el cuerpo tenso, intentó formular las palabras, pero la desesperación lo ahogaba. Cada caricia de Megan sobre él lo estaba volviendo loco, empujándolo más allá de sus límites.

—Déjame... tocarte... —musitó, su voz llena de una súplica que no intentaba ocultar, su cuerpo arqueándose hacia ella, como si le rogara que le permitiera al menos tener algo de control. Eso hizo que lo observara en silencio por un momento, su sonrisa juguetona no desapareció, pero su mirada se volvió más penetrante, evaluando sus palabras.

—¿Solo eso? —cuestionó con un tono burlón, sabiendo que no era solo eso lo que deseaba, pero disfrutando de verlo vulnerable, de sentir el poder que tenía sobre él.

Jungkook apretó los dientes, sintiendo que el control se desvanecía por completo. La frustración y el placer lo envolvían de tal manera que no sabía si podía seguir resistiendo. Su respiración se volvía más errática, su mente nublada por el deseo y la impotencia.

—No... Me estás matando —jadeó, la voz quebrada, su tono desesperado. Sus caderas se movieron instintivamente contra ella—. Quiero que me hagas sentir que soy tuyo por completo... porque no aguanto ni un segundo más sin saber cómo se siente ser parte de ti.

El deseo de tenerla, de perderse en ella, era tan fuerte que casi lo arrastraba. Pero la sensación de ser manipulado, de ser dominado, lo estaba llevando a una mezcla de frustración y éxtasis que no sabía cómo manejar.

—Entonces, ¿qué estás esperando? ¿Por qué no me pides que lo hagamos de una vez?

Jungkook se quedó sin aliento por un instante, el peso de sus palabras cayendo sobre él como una pesada carga. Sus ojos se entrecerraron en un intento de no ceder por completo, pero la verdad era que estaba al borde del colapso, y su cuerpo no le respondía como quería.

—Te... Te lo pido... —su voz tembló, cada palabra una lucha, una mezcla de desesperación y necesidad. El placer lo estaba consumiendo lentamente, y su control se desvanecía a cada segundo.

Su cuerpo lo traicionaba, y él lo sabía. Pero aun así, su orgullo no le permitía rendirse por completo. A pesar de que deseaba que Megan lo tocara como nunca antes, la idea de pedirlo tan directamente lo mortificaba.

—Tómame, Megan. Mételo dentro de ti —pidió, con los ojos cerrados, con un tono casi suplicante, refiriéndose al acto de tenerla, de perderse dentro de ella. Pero dentro de sí, sentía cómo cada palabra lo hacía perder más el control, como si estuviera invocando su propio tormento—. Déjame sentir cómo me tomas, cómo te llenas de mí. No puedo esperar más.

¡Buenas!

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué les parece la idea de que Jungkook vaya a terapia? ¿Les gusta cómo Jungkook es deseado por Megan? ¿Ya quieren leer al fin smut que se viene?

Espero que les haya gustado el nuevo capítulo, voten y comenten mucho así se vienen esos smuts tan intensos que han estado esperando jujuu

¡Nos leemos pronto!

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