O34 | INTIMIDAD A FUEGO LENTO
—¿Por qué te sonrojas tanto, Baker? Es solo una cita —Su tono juguetón y su sonrisa brillante hicieron que Megan se sintiera a la vez avergonzada y emocionada. La idea de pasar la noche con él se mezclaba con sus dudas, creando un torbellino de emociones dentro de ella.
—No sé… —musitó, pero su voz ya carecía de firmeza, repleta de anhelos ocultos y de miedos que apenas comenzaba a enfrentar. Jungkook, consciente de la batalla interna que ella libraba, mantuvo la mirada fija en sus ojos. Quería que supiera que estaba ahí para ella, sin importar las dudas que pudieran asomarse.
—Vamos, —insistió, acercándose un poco más—. Solo tú y yo. Podríamos hacer algo divertido, como ver una película o simplemente hablar. Estoy seguro de que nos lo pasaremos bien.
Sus palabras eran sinceras y había un brillo en su mirada que hacía que Megan se sintiera especial. Sin embargo, el eco de sus inseguridades resonaba en su mente, recordándole las complicaciones de sus sentimientos.
—Me gustaría… —confesó, finalmente, cediendo un poco ante su insistencia, aunque aún titubeante—. Pero…
—¿Pero qué? —indagó, inclinándose más hacia ella, haciendo que la cercanía se volviera eléctrica.
—Pero… no sé si estoy lista para esto.
Se sentía vulnerable, atrapada entre el deseo de estar con él y el miedo de lo que eso significaría. Jungkook sonrió suavemente, su rostro tan cerca que pudo ver cómo sus ojos brillaban. Con un gesto tierno, tomó su mano y la acarició con el pulgar. Era un movimiento simple, pero le hizo sentir una conexión que deseaba explorar.
—Megan, solo quiero que estemos juntos —expresó con voz suave, casi un susurro—. No hay presión. Solo una noche para nosotros. Quiero hacerte reír, quiero que estés cómoda.
La sinceridad en sus palabras la conmovió. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, y por un momento, todos sus miedos se desvanecieron. Era como si solo existieran ellos dos en el mundo.
—¿Sabes? —continuó—. Me encanta pasar tiempo contigo. Eres increíble y, honestamente, me haces sentir bien.
Megan sintió que su corazón se aceleraba. Se estaba acercando más, y podía sentir la tensión en el aire. Cuando finalmente se inclinó hacia ella, robándole un pequeño beso en la mejilla, un torrente de calidez la envolvió, haciéndola reír.
—Eso es solo un adelanto —Sonrió con picardía—. Imagínate lo que podría pasar si decides aceptar.
La risa se le escapó entre los labios, y el rubor volvió a surgir en sus mejillas. La idea de estar a solas con él en su departamento, compartiendo risas y confidencias, se volvía más tentadora cada segundo.
—Está bien… —aceptó finalmente, sintiendo cómo su corazón palpitaba con una mezcla de ansiedad y emoción—. Me gustaría ir a tu departamento.
—¿Ves? Eso no fue tan difícil —bromeó, sus ojos brillando con alegría—. Te prometo que no vas a arrepentirte. Solo deja que te haga sentir bien y disfruta cada momento.
Mientras la tensión entre ellos se intensificaba, Jungkook acercó aún más su rostro al de ella. Con una mirada llena de deseo y ternura, sus labios se encontraron en un beso suave pero electrizante, un momento en el que el mundo a su alrededor parecía desvanecerse.
Sentía que cada roce de sus labios encendía algo en él, una chispa que había estado latente desde que se dio cuenta de sus sentimientos. La dulzura de ese beso lo envolvía, y se permitió perderse en la calidez de Megan, sin pensar en nada más.
Sin embargo, en medio de la intimidad que compartían, un sonido familiar interrumpió su burbuja de felicidad. Risas conocidas resonaron desde la entrada de la cafetería, como un eco que se hacía más fuerte a medida que se acercaban. Megan, con el corazón en la garganta, abrió los ojos de golpe, sintiendo que la calma del momento se desvanecía. Su mirada se desvió hacia la puerta y, de repente, su mundo se volvió en blanco y negro: allí estaban Sophie y su novia, Emily, despreocupadas y riendo, ajenas a la tormenta que se desataba en su interior.
El pánico la envolvió como un torrente. Sin pensarlo, llevó la mano al rostro de Jungkook y lo apartó bruscamente, sintiendo una mezcla de miedo y vergüenza. La acción fue tan repentina que él apenas tuvo tiempo de reaccionar, su cuerpo tambaleándose levemente, pero logró mantener el equilibrio. Su expresión pasó de la sorpresa a la confusión, sus ojos reflejando la incredulidad mientras ella se levantaba rápidamente de la silla.
—¡Lo siento! —exclamó Megan, la voz temblando con la urgencia de su pánico. El calor de su rostro se intensificó, y su mente se inundó de pensamientos de lo que podría significar que Sophie los viera juntos de esa manera.
—¿Megan? —su voz era un susurro, cargado de incertidumbre, tratando de comprender lo que acababa de suceder. Estaba aturdido por el abrupto final del beso, la miró con una mezcla de preocupación y desconcierto.
No se detuvo a responder. Todo su ser quería correr, alejarse de la escena que podía arruinar todo lo que estaban construyendo. Con cada paso que daba, sentía que la conexión que habían compartido se desvanecía, atrapada entre la confusión de sus propios sentimientos y el temor al juicio de quienes la conocían.
La risa de Sophie resonaba en sus oídos mientras se alejaba, y aunque Jungkook la seguía con la mirada, un nudo de preocupación se formaba en su pecho. Sabía que algo había cambiado en el aire, y la pregunta que lo atormentaba era si, a pesar de los momentos que habían compartido, ella estaba dispuesta a dejarlo ir tan fácilmente.
Megan tomó aire, intentando recuperar la compostura mientras se acercaba a Sophie y a su novia.
—¡Hola, chicas! —saludó con una sonrisa que apenas ocultaba su nerviosismo—. ¿Cómo están?
—¡Hola, Megan! —habló Sophie, moviendo la mano en un saludo entusiasta. Su novia, Emily, sonrió amablemente, su cabello castaño ondeando suavemente con el movimiento—. Disculpa por llegar tarde. Tuvimos que esperar un poco en el tráfico.
Megan asintió, sintiendo que su corazón latía desbocado. Mientras intentaba actuar con normalidad, notó que Jungkook se acercaba, y sin poder evitarlo, su pulso se aceleró aún más. La presencia de él, después de lo que había pasado, le provocaba una mezcla de emoción y ansiedad.
—¿Quién es él? —preguntó Emily, observando a Jungkook con curiosidad.
Megan, sintiendo que tenía que presentarlo, pero sin tener idea de cómo hacerlo, se encontró atrapada en un momento incómodo. No quería que ellas sospecharan de la conexión que había entre ellos.
—Eh… Este es Jungkook...—respondió, su voz un poco temblorosa—, un amigo.
A medida que las palabras salían de su boca, sintió un nudo en el estómago. La expresión de Jungkook cambió sutilmente, como si estuviera decepcionado por la forma en que lo había presentado. Se encontró con su mirada, que parecía buscar respuestas en ella, pero Megan se sintió incapaz de ofrecerlas.
—Un placer conocerlas —dijo Jungkook, extendiendo la mano hacia Emily, quien la estrechó, sonriendo.
—Igualmente. Es genial conocer a los amigos de Megan —comentó Emily, mientras ahora Sophie estrechaba la mano con Jungkook.
—¿Por qué no nos sentamos? —sugirió Sophie, señalando la mesa donde habían estado Megan y Jungkook antes de la llegada de ellas. Emily asintió, sonriendo, acercándose, y Sophie se giró hacia Megan, esperando que la acompañara.
La pelinegra observó cómo la pareja se acomodaba en la mesa, una parte de ella deseando unirse a sus amigas, pero no podía ignorar la incomodidad que irradiaba Jungkook a su lado. Su mente giraba entre la necesidad de ser amable con sus amigas y la tensión que había quedado tras el beso que casi les costó un momento incómodo.
—¿Estás bien? —preguntó con un toque de preocupación en su voz mientras lo miraba a los ojos. Notó que Jungkook mantenía una expresión seria, como si estuviera sopesando sus opciones.
—Pensaba que podríamos irnos —mencionó, manteniendo la mirada fija en ella, claramente incómodo con la situación. Megan pudo ver cómo su cuerpo se tensaba ligeramente, y eso solo aumentó su propia ansiedad.
—Ya no puedo cancelarles —recalcó, sintiendo que la ansiedad la invadía nuevamente—. Ya han llegado.
Presionó los labios, claramente descontento con la situación, pero su expresión se mantuvo serena. Era como si estuviera luchando por mantener la calma en medio de la tormenta de emociones que había entre ellos. A pesar de sus reservas, no quería que se sintiera presionada.
—¿Quieres marcharte ya? —indagó, sintiendo la presión de la decisión. Era ella la que había quedado con sus amigas, no él. Podía ver que no quería estar allí, y la idea de arrastrarlo a una situación que no disfrutaba la incomodaba.
—No, no es eso… —aclaró rápidamente, pero su tono sonó un poco desanimado—. Solo… Se siente un poco extraño.
Megan asintió, comprendiendo que la incomodidad no provenía solo de ella.
—Podemos vernos después para nuestra cita —sugirió, deseando aliviar la tensión entre ellos—. No hay problema.
La idea de separarse momentáneamente la hacía sentir mejor, pero Jungkook pareció dudar.
—Estaré bien —insistió, aunque ella podía leer entre líneas que no lo creía del todo—. Solo no quiero que esto sea incómodo para ti.
Sonrió, agradecida por su preocupación, y sin pensarlo, le tomó la mano, buscando un pequeño consuelo en ese gesto.
—En serio, Jungkook. Si no quieres estar aquí, no hay problema —aseguró dándole un pequeño apretón—. Solo quiero que te sientas cómodo.
Jungkook pareció pensarlo, pero su expresión no cambió.
—Ya dije que no quiero que esto sea incómodo para ti.
Megan sintió una punzada de incomodidad, soltando su mano. No podía tocarlo por demasiado tiempo; no podían mostrarse afecto en público, y esa realidad la hacía sentir atrapada entre dos mundos.
—Lo sé, pero… —miró hacia la mesa de sus amigas—. Ellas no saben lo que hay entre nosotros. Tal vez deberíamos… No sé, solo ser amigos por ahora.
Con un suspiro resignado, Jungkook asintió.
—Está bien, vamos a la mesa —respondió, pero su tono era más pesado de lo que debería.
Megan sintió una mezcla de alivio y tristeza, mientras se acercaban a la mesa donde estaban Sophie y Emily. La tensión entre ellos era palpable, pero ella sabía que tenía que intentar actuar con normalidad.
Ambos se acomodaron en la mesa, ella al lado de él, aunque la proximidad entre ambos, que debería haber sido un gesto natural, ahora se sentía tensa debido a lo sucedido momentos antes. El ambiente en la cafetería estaba lleno de risas y murmullos, pero entre ellos había un silencio que no podían ignorar.
El camarero se acercó para tomar la orden, levantando lo usado por Jungkook y Taehyung. Megan, intentando calmar sus nervios, lanzó una mirada rápida al pelinegro, quien permanecía en silencio, su rostro imperturbable, pero sus ojos revelando una mezcla de incomodidad y frustración. El beso interrumpido seguía fresco en la memoria de ambos, pero ella trataba de apartarlo de su mente.
—¿Han visto las nuevas exposiciones en el museo? —preguntó Emily rompiendo el silencio.
—¡Sí! —respondió entusiasmada, Megan. Su voz sonaba más animada de lo que se sentía, mientras intentaba llevar la conversación hacia temas ligeros—. Vi unas fotos en línea. La instalación de luces parece impresionante. Deberíamos ir este fin de semana.
Emily asintió, sonriendo.
—He escuchado que es increíble, y podríamos hacer un picnic después —sugirió emocionada, Sophie—. Siempre quise hacer algo así.
Megan sonrió, pero su atención estaba dividida entre la conversación y la presencia de Jungkook a su lado. Sentía su cercanía, el calor de su cuerpo, y cada vez que él movía el brazo o cambiaba de postura, su nerviosismo crecía. Sabía que no estaba siendo justa con él, pero también sabía que no podía controlar sus reacciones.
Jungkook, por su parte, trataba de mantenerse tranquilo. Había decidido quedarse, sabiendo que ella no podía simplemente ignorar a sus amigas, pero aún sentía una punzada de frustración. El hecho de que lo hubiese presentado como su amigo, cuando claramente no lo era, le seguía rondando en la cabeza. Sin embargo, entendía que no estaba lista para que su círculo lo supiera, y, aunque lo aceptaba, no podía evitar sentirse un poco dolido.
Las risas de las chicas resonaban en el aire, pero él apenas prestaba atención. En su mente, repasaba el momento en que Megan lo apartó bruscamente. No se había caído, pero la forma en que lo empujó había sido tan repentina y desconcertante que casi perdió el equilibrio. El pánico en los ojos de Megan fue evidente, y aunque lo comprendía, no podía evitar sentir que había una barrera invisible entre ellos, una que ella aún no estaba lista para derribar, por lo que esperaba poder ser lo suficientemente paciente.
—¿Jungkook? —La voz de Emily lo sacó de sus pensamientos. Levantó la vista, notando que ella lo estaba mirando con curiosidad—. ¿Te gusta el arte?
—¿Huh? Sí... Supongo. No voy tanto al museo, pero suena interesante —balbuceó, forzando una sonrisa. Megan le lanzó una mirada rápida, nerviosa, como si temiera que algo más pudiera salir mal.
El camarero regresó con las bebidas, y ella aprovechó para sumergirse más en la conversación con la pareja, hablando sobre sus planes para el fin de semana. Pero mientras hablaba, no podía evitar sentir la tensión en el aire, sabiendo que Jungkook la estaba observando en silencio.
Con cada palabra que Megan compartía con sus amigas, la distancia emocional entre ellos parecía hacerse más notable. Ella podía sentirlo. Sabía que Jungkook no estaba contento, pero no sabía cómo manejar la situación sin hacerla aún más incómoda. A pesar de estar rodeados de gente, ambos estaban atrapados en una burbuja de tensión no resuelta.
(...)
Para Jungkook, compartir la mesa con Emily y Sophie fue una mezcla de incomodidad y frustración. Mientras ellas charlaban y reían, mostrándose cariñosas entre sí sin reservas, él no podía dejar de pensar en cómo Megan lo había presentado solo como su "amigo". Las manos de la pareja se rozaban con una naturalidad que él no podía replicar con Megan. Cada vez que Megan le dirigía la palabra, la sentía distante, manteniendo una fachada para no revelar lo que realmente sentía.
Ver a la pareja de novias ser tan abiertas y felices entre ellas solo hacía que el resentimiento de Jungkook creciera. Deseaba estar en la misma posición con Megan, poder tocarla y expresarle su afecto sin preocupaciones, pero sabía que aún no podía hacerlo. Seguía atrapada en sus dudas, en su conflicto de identidad, mientras él estaba claramente decidido a estar con ella. Su frustración aumentaba cada vez que Sophie y Emily se reían juntas, como si su relación fuera fácil, mientras que la suya con Megan parecía rodeada de obstáculos.
Cuando el tiempo pasó, y Emily y Sophie se levantaron para despedirse, Jungkook también se puso de pie, listo para marcharse. Megan intentó suavizar la situación, sonriendo nerviosa mientras saludaba a sus amigas con un gesto casual. Tras intercambiar un par de bromas y despedidas rápidas, las dos chicas finalmente se fueron, dejándolos solos.
—Bueno... —habló Megan, intentando romper la creciente tensión que sentía—. ¿Te parece si damos una vuelta por el parque? Podríamos empezar la cita con algo relajado.
Jungkook, aún con una expresión seria, asintió, pero la incomodidad seguía presente en sus ojos. No había caído ni una sonrisa en sus labios. Ambos salieron del café, caminando en silencio. Megan pudo sentir cómo la energía entre ellos había cambiado. Comenzaron a caminar hacia el parque cercano. Las calles empezaban a teñirse de un suave tono dorado mientras el sol descendía en el horizonte, creando una atmósfera que normalmente habría resultado reconfortante. Sin embargo, ella no podía ignorar la tensión que los rodeaba.
El parque estaba lleno de vida, con niños jugando, parejas paseando y algunos corredores disfrutando del atardecer. El aire fresco traía consigo el aroma de las flores y el crujido de las hojas secas bajo sus pies. Megan intentó centrarse en todo eso, buscando en el entorno una distracción que aliviara el peso que sentía. Miraba de reojo a Jungkook, que caminaba a su lado, pero había algo en su postura que la inquietaba. Sus manos seguían en los bolsillos, y su rostro, normalmente relajado, mostraba una seriedad que la hacía sentir más culpable.
Cada paso que daban parecía alargar el silencio entre ellos. Megan sabía que tenía que decir algo, pero las palabras se le escapaban, atrapadas por la incomodidad que se había instalado desde la cafetería. Finalmente, cuando llegaron a un rincón más tranquilo del parque, con menos personas alrededor, decidió romper el hielo.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja, con cuidado, temiendo cuál sería la respuesta.
Jungkook no respondió de inmediato. Se detuvo por un momento, mirando hacia el cielo. Luego, exhaló un suspiro y se giró hacia ella, sus ojos reflejando una mezcla de molestia y tristeza.
—Sí, estoy bien —respondió, pero su tono distante desmentía sus palabras.
Lo observó con una mezcla de culpa e incertidumbre. Sabía que lo había incomodado al apartarlo bruscamente en la cafetería, y presentarlo como un simple "amigo" tampoco ayudó. El eco de ese gesto resonaba entre ambos, y aunque sabía que él entendía sus razones, también era consciente de que lo había herido.
Intentando suavizar el ambiente, dio un paso más cerca de él, su expresión ahora llena de disculpa.
—Lo siento por lo de antes —murmuró algo angustiada—. No quería que las cosas fueran así…
Jungkook permaneció en silencio por un momento más, mirando el suelo como si buscara las palabras adecuadas para decir lo que sentía. La brisa suave movía las hojas de los árboles y el sonido de la vida del parque se sentía tan distante en comparación con la tensión entre ellos.
Exhaló con frustración y alzó la mirada para encontrarse con los ojos de Megan. Sabía que no podía quedarse callado más tiempo, especialmente después de todo lo que había pasado. Resolvieron la distancia entre ellos antes, y él mismo se había prometido que hablaría siempre que algo lo afectara.
—No puedo mentirte, Megan —comenzó con la voz algo tensa—. Me molestó cómo me apartaste antes, en la cafetería. Sé que no lo hiciste con mala intención, pero me sentí... desplazado. Como si estuvieras avergonzada de mí o de lo que tenemos.
Megan bajó la cabeza, sintiendo cómo una sensación de culpa comenzaba a crecer en su pecho. Sabía que había actuado impulsivamente por su beso mientras Sophie y Emily entraban. Pero no había sido su intención lastimarlo de esa manera.
—Lo sé, lo siento de verdad. No fue justo para ti, pero... también quiero que entiendas algo —dijo con sinceridad, conectando sus miradas—. Sophie fue quien me ayudó a aceptarme como soy. Estuvo ahí desde el principio cuando me sentía perdida, cuando no sabía si sería capaz de vivir abiertamente como lesbiana —explicó haciendo una mueca—. No fue fácil. Sophie pasó por algo similar en su adolescencia, y me apoyó. Es por eso que… no pude presentarte como algo más que un amigo. No estoy acostumbrada a esta parte de mí, la que está contigo.
Jungkook frunció el ceño mientras escuchaba, tratando de procesar sus palabras. Entendía lo difícil que había sido para Megan todo el proceso de aceptación, y ahora sabía que Sophie jugaba un papel importante en su vida. Pero eso no borraba lo que sentía.
—Entiendo lo que dices, y no quiero presionarte para que hagas algo que no estás lista para hacer —aseguró, su tono más suave, pero aún cargado de emoción—. Pero eso no cambia el hecho de que me duele. Cuando me presentaste como tu amigo, sentí que todo lo que estamos empezando a construir, todo lo que estamos compartiendo… simplemente no significaba lo mismo para ti.
Megan asintió, comprendiendo la magnitud de lo que él le estaba diciendo. Sentía cómo su pecho se comprimía al ver la honestidad y la vulnerabilidad en sus ojos. Jungkook siempre había sido más de lo que ella había esperado, y se daba cuenta de cuánto lo había herido con su reacción.
—Te prometo que no fue porque no significas lo suficiente para mí —aseguró, dando un paso más hacia él, queriendo que entendiera—. No estaba preparada para que ellas supieran que estoy contigo. Sigo lidiando con todo esto, con cómo encajo yo en todo esto. Pero no quiero que pienses ni por un segundo que no valoro lo que tenemos.
La miró con intensidad, sintiendo cómo la tensión comenzaba a desvanecerse. Las palabras de ella parecían sinceras, y aunque aún sentía algo de dolor, sabía que parte de esto no era su culpa.
—Lo sé, es solo que... —hizo una pausa, respirando profundo—. Prometimos ser honestos el uno con el otro, y aunque entiendo tus razones, no puedo evitar sentirme frustrado ahora.
—Quiero que sepas que estoy trabajando en esto, en nosotros. Y sé que soy un desastre, pero quiero hacer las cosas bien contigo, de verdad.
El silencio volvió a caer entre ambos, pero esta vez era diferente, más tranquilo. Jungkook asintió lentamente, aceptando sus palabras y el esfuerzo que ella estaba dispuesta a hacer.
—Gracias por decírmelo —respondió finalmente, su tono más suave—. No voy a presionarte. Solo… quiero que me hables cuando te sientas así. Si estás nerviosa o no sabes qué hacer, dímelo, ¿sí?
Megan sonrió débilmente, asintiendo.
—Lo haré, lo prometo.
Con el conflicto resuelto, ambos se sintieron un poco más ligeros. Aunque aún había un camino por recorrer, el hecho de que ambos estuvieran dispuestos a hablar y entenderse marcaba una gran diferencia.
Con la brisa fresca del atardecer acariciando sus rostros, Megan y Jungkook continuaron caminando, sintiéndose más cómodos el uno con el otro después de haber hablado sobre lo que los había estado molestando. La atmósfera se aligeró, y ambos comenzaron a disfrutar de la compañía del otro.
Jungkook, con una media sonrisa en el rostro, estiró su mano hacia Megan, esperando que ella la tomara. Sin embargo, para su sorpresa, Megan no solo tomó su mano; en cambio, pasó su brazo por los anchos hombros de él, acercándolo con una confianza que lo dejó boquiabierto. La acción hizo que él se inclinara hacia adelante, mirando el suelo, sintiéndose un poco abrumado por la cercanía, pero también encantado.
—¿Qué te parece, amigo? —preguntó con un tono juguetón, inclinándose hacia adelante también, creando una especie de momento cómplice entre ellos.
Jungkook soltó una risotada, disfrutando del instante. Nunca había imaginado que Megan podría ser así, y la calidez de su cercanía le hizo sentir un cosquilleo en el estómago.
—Tienes que parar de hacer eso —dijo entre risas—. Casi me derribas.
Megan, con una sonrisa traviesa, desacomodó su cabello con la otra mano, jugando con un mechón que caía sobre su frente. Su mirada se tornó juguetona, y se inclinó más para mirar su rostro.
—Si vuelves a actuar tan frío conmigo, te prometo que voy a golpearte, —amenazó de manera divertida, disfrutando de la ligereza del momento.
Jungkook se echó a reír de nuevo, sintiéndose más alegre que nunca. No podía resistirse a su energía, y eso solo hacía que se sintiera más atraído hacia ella.
—Está bien, está bien —levantó ambas manos en señal de rendición—. Prometo que no volveré a hacerlo. Solo quiero que estemos bien, ¿sí?
Asintió dejando de hacer presión, permitiendo que se reincorporara, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía a medida que compartían estas pequeñas interacciones. Se sentía aliviada de haber resuelto sus diferencias y, al mismo tiempo, emocionada por lo que podía venir a continuación.
—Y yo quiero que estés feliz —confesó bajando un poco la mirada y su voz suave, pero sincera—. Estoy feliz de que estemos bien.
Jungkook sonrió, sintiendo que esas palabras resonaban profundamente en su corazón. Se detuvo por un momento, mirándola a los ojos.
—Yo también lo estoy. Eres increíble, Baker.
Con esa declaración, ambos siguieron caminando, en el ambiente cálido y amistoso a su alrededor. La conexión que habían comenzado a construir ahora parecía más sólida, y mientras avanzaban hacia el parque, la tensión y la incomodidad se desvanecieron, dejando solo espacio para la complicidad y el disfrute mutuo.
Megan, disfrutando del momento, decidió liberar a Jungkook de su abrazo, dejando caer su brazo y dándole un pequeño empujón juguetón. La acción sorprendió a Jungkook, quien, en un arranque de juego y emoción, se abalanzó hacia ella con una sonrisa traviesa en su rostro.
La pelinegra soltó una risilla, sintiendo el calor de su cercanía. La miró a los ojos, y el ambiente entre ellos se tornó más íntimo. Sin poder resistirse, Jungkook se inclinó un poco más, juntando sus labios en un beso que destilaba complicidad y alegría.
Fue un momento dulce y ligero, un reflejo de todo lo que habían compartido hasta ahora, por lo que Megan respondió al beso con una sonrisa, sintiendo que la conexión entre ellos se profundizaba en ese instante. Se olvidó de las inseguridades y simplemente se dejó llevar, disfrutando de la calidez y la emoción que traía a su vida.
Cuando se separaron, ambos se miraron, riendo por la sorpresa y la alegría de lo que acababa de suceder. Todavía la sostenía de la cintura, y Megan sintió una oleada de felicidad recorrerla. En ese instante, todo parecía perfecto, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente a gusto consigo misma y con Jungkook.
A medida que caminaban por el parque, el ambiente se tornaba cada vez más tranquilo y relajante.
—¿Te has dado cuenta de lo bonito que se ve todo cuando el sol empieza a ponerse? —comentó Megan, mirando hacia el horizonte donde los colores del atardecer pintaban el cielo.
—Es verdad —respondió mirándola mientras caminaban—. Pero creo que lo que hace que sea especial es con quién lo compartes.
Ella sonrió, sintiendo que su corazón latía un poco más rápido. No muy lejos, vieron un pequeño puesto de souvenirs decorado con colores vivos y una variedad de artículos que captaron su atención. El lugar parecía lleno de cosas curiosas que invitarían a ser exploradas.
—¿Vamos a mirar? —sugirió Megan, su voz llena de entusiasmo.
Asintió y se acercaron al puesto, donde había una gran variedad de recuerdos: imanes, pulseras y llaveros, entre otros. Mientras ella examinaba algunas cosas, Jungkook se sintió atraído por un estante que exhibía una colección de llaveros. Uno en particular llamó su atención: un delicado llavero en forma de gato negro.
—Mira esto —habló, sosteniendo el llavero entre sus dedos—. Este me recuerda a ti.
—¿Un gato? ¿En serio? —Frunció el ceño de manera juguetona, cruzando los brazos—. ¿Te parezco tan arisca que me ves como un gato negro?
—Bueno, no es que seas la persona más cariñosa del mundo —soltó una risilla, disfrutando de su reacción que demostraba su indignación—. También a veces eres imposible de leer para mí, y admito que es un poco encantador.
—¡Ay, no seas dramático! Simplemente a veces la gente tiene que ganarse ese lado mío, ¿sabes? —bromeó intentando esconder el sonrojo, encogiéndose de hombros como si no fuera gran cosa.
—Ah, así que soy "la gente" que tiene que ganarse tu lado, ¿eh? —fingió ofenderse mientras alzaba una ceja—. Tal vez debería trabajar más en eso, ¿no?
Megan soltó una risa ligera, divertida por la forma en que Jungkook la miraba, y le dio un pequeño toque en el brazo con el suyo.
—No creo que te sea tan fácil ganarte todo de mí.
La miró fijamente, sin quitarle la sonrisa confiada que había estado escondiendo. Estaba seguro de que podía conseguirlo, por lo que se acercó un poco más, casi desafiándola con su mirada.
—Oh, yo sé que puedo —aseguró, manteniendo los ojos fijos en ella—. No me subestimes, Baker.
El tono de su voz era tan tranquilo y seguro que ella no pudo evitar sonrojarse un poco nuevamente, aunque no dejó de sonreír. Jungkook la observó embobado, como si estuviera disfrutando del momento, convencido de que, tarde o temprano, se ganaría todo de ella.
—Sigue sin convencerme que me compares con uno.
—Es solo que tienes esa naturaleza arisca y juguetona —Se encogió de hombros—. Además, a veces pareces como si quisieras que te dejen en paz, pero cuando menos me lo espero, buscas cariño. Como un gato.
—Bueno, tal vez eso sea cierto —aceptó riendo.
Observó con atención la estantería de llaveros y, entre la variedad de figuras, un llavero de perro llamó su atención. Era uno de aspecto travieso con una lengua que sobresalía de su hocico. Lo miró unos segundos antes de girarse hacia Jungkook con una sonrisa burlona.
—Este me recuerda a ti —comentó, levantando el llavero entre sus dedos con un toque juguetón—. Siempre tan… ¿entusiasta? No puedes quedarte quieto, como un perro corriendo tras su propia cola.
La miró, sin comprender del todo la comparación, y frunció el ceño.
—¿Un perro?
—Sí, claro. Eres igual de terco y siempre inquieto —aseguró asintiendo—. También leal y nunca dejando que me aleje demasiado.
—No estoy tan seguro de que eso sea un cumplido.
—Pero lo eres. Eres intenso, hasta algo protector.
—Sí, eso es cierto. Espero que no me compares con un chihuahua o algo así —bromeó, arqueando una ceja.
—¡Definitivamente no! —exclamó riéndose—. Eres más como un labrador o golden: leal y siempre buscando atención y cariño.
Jungkook sonrió, disfrutando de la complicidad entre ellos.
—Está decidido. Este es perfecto para ti.
—Está bien, lo acepto. Pero solo si tú te quedas con el gato.
Asintió, sintiéndose satisfecha con su elección. Mientras el vendedor empaquetaba los llaveros y ellos discutían un poco sobre quién pagaba, hasta que Megan lo convenció de que la dejara hacerlo ella, se lanzaron miradas cómplices, sintiéndose cada vez más conectados.
—¿Sabes? —habló con una sonrisa, Jungkook—. Creo que deberías quedarte con el del perro.
—¿Qué? Pero este es el tuyo, Jungkook —después de una pausa al ver que no cambiaría de opinión, asintió, dejando de lado su resistencia—. Está bien. Me quedo con el perro y tú con el gato.
—Perfecto —sonrió satisfecho. Tomó el llavero de gato y lo sostuvo con ternura entre sus dedos—. De esta manera, siempre habrá una parte de nosotros en lo que llevemos.
Ambos se miraron durante un momento, sonriendo, y sintieron que ese pequeño gesto simbolizaba mucho más que simples llaveros. Era una promesa, un recordatorio de que estaban dispuestos a explorar lo que había entre ellos, un paso a la vez. Con un ligero toque de sus manos, se hicieron una promesa silenciosa, mientras continuaban su paseo por el parque, sintiendo que el futuro estaba lleno de posibilidades.
(...)
El coche de Jungkook avanzaba por las calles iluminadas, los colores vibrantes de las luces de la ciudad danzando a través de las ventanas. La suave melodía que sonaba de fondo parecía envolverlos en una burbuja de intimidad, creando un ambiente donde solo existían ellos dos.
Megan miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos. La idea de pasar la noche con Jungkook la llenaba de una mezcla de emoción y nerviosismo.
Había algo en la forma en que él la miraba, algo que la hacía sentir valorada y especial. Pero también la asustaba un poco. Sabía que había un montón de emociones no resueltas entre ellos y no quería arruinar lo que habían comenzado a construir.
—¿Y qué te gustaría que prepare de cenar? —preguntó, su voz impregnada de calidez.
Megan, sentada a su lado, se perdió en sus pensamientos por un instante, mordiendo el labio inferior mientras contemplaba las posibilidades.
—Huh… ¿Qué tal un salteado de carne con verduras? —sugirió al fin, sonriendo al imaginar una cena fresca y colorida.
—¡Eso suena genial! Haré un salteado de ternera con verduras que te va a encantar —Su entusiasmo iluminando su rostro. Había algo contagioso en su energía, algo que hacía que Megan se sintiera en casa.
—No sabía que cocinabas tan bien.
—Es una de mis especialidades —contestó con una sonrisa confiada—. ¿Sabes? Siempre he querido encontrar a alguien con quien compartir mis habilidades culinarias —confesó, rompiendo el silencio mientras se detenía en un semáforo en rojo. Su tono era ligero, casi juguetón, como si quisiera animarla y disipar cualquier tensión que pudiera estar sintiendo.
—¿Y qué te hace pensar que yo voy a ser esa persona? Tal vez soy una crítica muy dura de la cocina.
—Entonces tendré que dar lo mejor de mí para impresionarte —respondió, una chispa de diversión en sus ojos. La forma en que se inclinó un poco hacia ella, con esa sonrisa genuina, hizo que sus nervios se calmaran.
Jungkook tomó su mano que tenía apoyada en el muslo. Su toque era firme y seguro, y el simple hecho de que su piel se encontrara con la de él le dio un pequeño cosquilleo en el estómago. Cuando él besó el dorso de su mano, ella sintió que el tiempo se detenía. Era un gesto tan tierno que la hizo sonreír, sus mejillas ruborizándose ante la dulzura del momento.
—Estoy muy emocionado por esta noche —expresó, su mirada fija en la carretera, pero su voz llena de entusiasmo—. Creo que será especial.
El corazón de ella se aceleró, y sintió que una mezcla de ansiedad y anticipación burbujeaba en su interior.
—Yo también estoy emocionada, pero... —su voz se tornó más suave—, la verdad es que también estoy un poco nerviosa.
La miró de reojo. Su expresión se tornó seria, mostrando que entendía su vulnerabilidad.
—No tienes que sentirte nerviosa por nada, Megan —dijo con sinceridad—. Quiero que sepas que esta noche no tiene que pasar nada que no quieras. Solo quiero disfrutar de tu compañía.
Las palabras fluyeron entre ellos como un río tranquilo, llenando el espacio con una calidez reconfortante. Megan sintió que su tensión se disipaba poco a poco, y su corazón latía más ligero.
—Eso… Eso suena bien —murmuró con una sonrisa tímida apareciendo en su rostro.
Jungkook giró su cabeza para mirarla con más intensidad, como si cada palabra que decía fuera una promesa de su intención. Mientras continuaban el trayecto, él se esforzó por mantener la conversación ligera y divertida, hablando sobre anécdotas de la universidad, recuerdos divertidos. Megan se dio cuenta de que podía ser ella misma a su lado, riendo y compartiendo historias sin la presión de tener que encajar en un molde.
(...)
Megan y Jungkook llegaron al departamento de él, riendo suavemente mientras recordaban algunos de los momentos divertidos que compartieron en el parque. Al abrir la puerta del departamento, ella sintió una mezcla de emoción y curiosidad. Era la primera vez que entraba, y su corazón latía con anticipación. El espacio era acogedor y lleno de carácter, con una decoración sencilla que reflejaba la personalidad de Jungkook. Las paredes estaban pintadas en un tono suave y cálido, y las ventanas dejaban entrar la luz natural, iluminando el lugar de una manera cálida.
El salón contaba con un sofá de un tono gris oscuro, que parecía cómodo y acogedor, adornado con un par de cojines de colores que invitaban a relajarse. Frente a él, una mesa de centro de madera clara mostraba algunos libros apilados, una taza de café olvidada, todo en un orden casual que sugería la vida cotidiana de Jungkook.
La cocina era compacta, pero práctica, con muebles de madera clara y utensilios de cocina visibles que dejaban entrever que a Jungkook le gustaba cocinar. Un par de imanes decoraban la nevera, que contenía una selección de fotos de recuerdos de momentos compartidos con amigos y familia.
La luz cálida de una lámpara de pie en la esquina del salón creaba un ambiente acogedor, y un par de plantas verdes en las ventanas aportaban un toque de vida al espacio. Todo en el lugar tenía un aire de calidez y sencillez que hacía que Megan se sintiera cómoda.
—Así que este es tu mundo —comentó sonriendo mientras miraba a su alrededor.
Jungkook le lanzó una sonrisa mientras se quitaba la chaqueta.
—Sí, no es mucho, pero es acogedor.
Megan observó cómo se movía por el departamento con familiaridad, disfrutando de la forma en que el lugar reflejaba su personalidad: cálido, divertido y auténtico. En ese momento, sintió que este lugar era un refugio, un espacio donde podían ser ellos mismos. Era un hogar que, aunque simple, tenía un ambiente vibrante y lleno de vida.
Después de un rato, Jungkook decidió que era hora de empezar la cena. Con una sonrisa emocionada, se dirigió a la cocina, mientras Megan lo seguía, disfrutando del ambiente. La idea de cocinar juntos parecía emocionante, y aunque la cocina no era muy grande, el ambiente acogedor del departamento hacía que todo se sintiera cómodo y familiar.
—Entonces, ¿qué tal si comenzamos con el salteado de carne con verduras? —sugirió, moviéndose hacia la cocina mientras Megan se acercaba curiosa.
—¡Me encanta esa idea! —respondió, sintiéndose emocionada al ver cómo él se movía con seguridad.
Jungkook comenzó a sacar los ingredientes: trozos de carne, pimientos, brócoli, zanahorias y un par de especias que prometían dar un toque especial al platillo. Mientras él preparaba la carne, el aroma comenzó a llenar el aire, mezclándose con el olor fresco de las verduras. Megan se quedó observándolo, admirando la manera en que cortaba los ingredientes con precisión y rapidez. La forma en que se concentraba en cada movimiento lo hacía lucir atractivo, y ella no pudo evitar sonreír ante el espectáculo.
—¿Te gustaría ayudarme a cortar algunas verduras? —preguntó, dándole una mirada juguetona.
—Claro —respondió, dirigiéndose hacia la mesa donde él había colocado un cuchillo y una tabla de cortar.
Megan tomó una zanahoria y comenzó a cortarla en rodajas, sin poder evitar observar por momentos cómo Jungkook se movía en la cocina con confianza, la forma en que picaba la carne y preparaba los ingredientes.
—Esto huele increíble —comentó disfrutando del aroma que llenaba el espacio.
—Eso es solo el comienzo —comentó mientras añadía un poco de salsa a la mezcla en la sartén. El olor se volvía más intenso y tentador.
A medida que continuaban cocinando, Jungkook se acercó a Megan y le pidió que le pasara el pimiento rojo que estaba en la tabla de cortar. Mientras ella se lo entregaba, sus manos se rozaron brevemente, lo que hizo que ambos se sonrieran. Fue un momento simple, pero lleno de una complicidad que solo ellos compartían.
A medida que la cena avanzaba, la cocina se llenó de risas y pequeños juegos. Jungkook le pasó más ingredientes a Megan, pero no pudo resistir la tentación de robar un par de pedazos de carne, lo que la llevó a fingir indignación.
—¿No se supone que estás cocinando para mí? —preguntó con una sonrisa juguetona en su rostro—. Porque, hasta ahora, parece que solo te estás alimentando a ti mismo.
Jungkook se giró hacia ella con una sonrisa traviesa, sosteniendo un trozo de carne en un tenedor.
—Esto es parte del proceso, ¡debo asegurarme de que esté perfecto para ti!
Ambos continuaron cocinando entre risas, disfrutando del momento mientras Jungkook lograba preparar un plato delicioso que prometía ser perfecto para su cena juntos. Finalmente, después de un rato de charlas y risas, él sirvió la cena en la mesa. El salteado de carne con verduras no solo lucía delicioso, sino que el ambiente que habían creado en la cocina era uno de calidez y complicidad. Ambos se sentaron a la mesa, y Megan no pudo evitar pensar en lo perfecto que era compartir esos momentos con él. La conexión entre ellos se sentía tan natural, y la idea de disfrutar de una cena juntos la hacía sentir emocionada y feliz.
(...)
Después de un rato de conversaciones y risas durante la cena, Jungkook decidió que era hora de darse una ducha, especialmente después del pequeño desastre que había creado. Megan, con una sonrisa burlona, le insistió que era lo mejor que podía hacer, recordándole lo mucho que había salpicado mientras cocinaba. Así que, mientras él se metía al baño, ella comenzó a recoger un poco la cocina, riendo al recordar sus intercambios previos.
La música suave de fondo y el sonido del agua corriendo la mantenían entretenida, pero su concentración se vio interrumpida cuando, de repente, escuchó la puerta del baño abrirse. Al voltear por sentir una presencia, se quedó atónita.
Jungkook apareció envuelto en una toalla que colgaba de sus caderas de manera perfecta, acentuando su figura esculpida. Su torso desnudo y definido quedaba al descubierto, mostrando un pecho amplio y firme, con pectorales marcados que resaltaban bajo la luz suave de la cocina. Cada respiración hacía que sus músculos se movieran apenas, como si su piel clara fuera una obra perfectamente esculpida.
Sus hombros eran anchos y bien trabajados, conectando con brazos fuertes adornados de tatuajes coloridos que contrastaban de forma vibrante contra su piel, destacando cada diseño. Las gotas de agua se deslizaban lentamente desde sus hombros, recorriendo el contorno de sus pectorales y bajando por su abdomen marcado. Cada uno de sus abdominales se veía definido, y las líneas de sus músculos laterales guiaban la vista hasta donde la toalla se ajustaba en sus caderas, enmarcando una silueta poderosa y cautivadora.
Su cabello oscuro y húmedo caía desordenado, algunas hebras pegándose en su frente, dándole un aire intensamente atractivo. Los dos piercings en su labio inferior brillaban bajo la luz, añadiendo un toque atrevido y sensual a su expresión, mientras sus ojos oscuros mantenían una mirada fija, cargada de seguridad y confianza. En ese momento, la respiración de Megan se volvió más superficial, y por un momento, el aire en la cocina se sintió pesado.
A pesar de que se repetía a sí misma que no sentía atracción sexual hacia el cuerpo de Jungkook, su corazón latía con fuerza en su pecho, y su mente se llenaba de confusión. La intimidad del momento la envolvía, y no podía evitar sentirse un poco nerviosa bajo su mirada, que parecía divertida y segura.
Megan intentó disimular su sorpresa, pero la verdad era que Jungkook tenía una presencia que intimidaba. La toalla que llevaba no hacía más que acentuar su figura, y se preguntó brevemente cómo podía un simple atuendo causar tanto revuelo en su interior. Sabía que tenía que actuar con naturalidad, pero sus pensamientos corrían en direcciones contradictorias.
—¿Te olvidaste de vestirte? —preguntó, tratando de mantener la compostura mientras su voz traicionaba un ligero temblor. Su tono intentaba ser juguetón, pero le costaba no balbucear.
Jungkook sonrió con picardía, disfrutando visiblemente de su reacción.
—¿Acaso esto no es suficiente? —replicó, alzando una ceja y moviendo un poco la toalla de forma casual, como si no le importara en absoluto. La burla en su voz era inconfundible, y su mirada juguetona la hizo sentir aún más expuesta.
Megan se sintió sonrojarse. Las mejillas ardían mientras giraba rápidamente hacia el fregadero, intentando ocultar su nerviosismo. El latido acelerado de su corazón era una mezcla de vergüenza y una sensación incómoda que nunca antes había experimentado. El calor que invadía su rostro no se iba, y sabía que Jungkook lo había notado.
—Vaya, parece que alguien no puede manejar un poco de piel —bromeó, acercándose un paso mientras ella se esforzaba por seguir con la tarea de lavar los platos.
—Muy gracioso —comentó, intentando sonar desinteresada, pero el ligero temblor en su voz delataba su estado. Se recordó que estaba allí para disfrutar de su compañía, pero en ese momento, era difícil pensar con claridad.
—¿De verdad te incomoda? —indagó, cruzando los brazos con una sonrisa burlona, como si disfrutara del poder que tenía sobre ella en ese instante. Había algo en su mirada que era tanto provocador como cálido, y eso solo hacía que la tensión aumentara.
—No, no… —balbuceó, aunque no estaba segura de su propia respuesta. No quería que él pensara que estaba asustada, pero había algo en su presencia que la hacía dudar de sí misma.
Mientras seguía fracasando en su intento de concentrarse en los platos, Jungkook se acercó un poco más, todavía con esa sonrisa juguetona en su rostro. Era como si supiera exactamente el efecto que tenía en ella, y la forma en que la miraba solo intensificaba el momento.
Con un suspiro profundo, Megan trató de calmarse. Había más en su relación que lo físico, y a pesar de las mariposas en su estómago, sabía que eso era lo que más le importaba. Pero, en ese instante, su mente estaba completamente atrapada en la imagen de Jungkook, y no podía evitar sentirse completamente abrumada.
Mientras la tensión en la cocina se hacía más intensa, Jungkook sintió un leve tirón de conciencia. No quería que su juego de coqueteo se convirtiera en algo incómodo para Megan. Había notado cómo sus mejillas se habían sonrojado y la forma en que había evitado su mirada. Quizás se había pasado un poco de la raya.
—Oye, Megan —comenzó, su tono cambiando ligeramente—. Si quieres, puedes ir a bañarte. Te prestaré algo de ropa.
La propuesta lo sorprendió a él mismo, pero sabía que era lo correcto. Parecía tan nerviosa que casi podía sentir la energía inquieta que la rodeaba.
Megan, sorprendida, se sonrojó aún más, pero asintió con la cabeza, aceptando la oferta.
—Sí, creo que lo haré… —murmuró, sintiéndose aliviada por la oportunidad de refrescarse y recomponerse.
Jungkook se sintió un poco inquieto después de haber visto la expresión de sorpresa en el rostro de Megan, así que decidió buscar rápidamente su ropa para ella. Se adentró en su habitación, donde la luz tenue revelaba un espacio acogedor y bien organizado. Las paredes estaban adornadas con algunas fotografías de él con sus amigos y familia.
Se dirigió hacia su armario, abriendo la puerta con un ligero chirrido. Mientras revisaba sus cosas, pensó en lo importante que era que Megan se sintiera cómoda. Sacó una camiseta de algodón suave, un par de pantalones de chándal y, tras un momento de reflexión, decidió incluir un bóxer sin uso. Quería que ella tuviera todo lo necesario para relajarse completamente.
Con la ropa en la mano, también tomó una toalla, asegurándose de que estuviera limpia y fresca. Al salir de la habitación, con un ligero suspiro, se dirigió hacia el baño donde Megan lo estaba esperando.
—Megan, aquí está tu ropa.
—¡Gracias! —exclamó, tomando la ropa de sus manos. Pero al ver el bóxer, su rostro se iluminó con sorpresa.
—Es uno nuevo.
Miró el bóxer, y aunque se sintió algo sonrojada, intentó suavizar el ambiente.
—¿Y si es tan cómodo que no voy a devolvértelo? —bromeó, riendo levemente.
Jungkook se echó a reír también, disfrutando de la ligereza de la conversación.
—Lo más importante es que te sientas a gusto. Eso es lo que quiero.
—Gracias, Jungkook. Aprecio que estés pensando en eso —dijo sintiendo un leve cosquilleo de gratitud.
Con eso, ella se metió al baño para prepararse, mientras Jungkook se dirigió a su habitación para vestirse, sintiendo que había logrado mantener un ambiente ligero a pesar de la tensión del momento. El sonido del agua corriendo le dio una sensación de calma, y mientras esperaba a que Megan terminara, se sintió emocionado por la noche que ambos iban a compartir.
Jungkook, ahora vestido con una camiseta ajustada y unos pantalones cómodos, se movía por la cocina, terminando de limpiar los últimos restos de la cena. La melodía suave de una canción sonaba de fondo, creando un ambiente relajado en el departamento. Mientras organizaba los utensilios, no podía evitar sonreír al pensar en lo bien que había ido la noche hasta ahora.
Cuando finalmente terminó de limpiar, se dirigió hacia la sala, justo en el momento en que Megan salió del baño. La visión de ella le hizo detenerse un momento. Llevaba puesta la camiseta de él que le caía un poco larga, dándole un aspecto desenfadado y adorable. Los pantalones de chándal estaban un poco holgados, pero eso no hacía más que resaltar su figura de manera encantadora.
—Wow... esa camiseta te queda increíble —comentó con un tono juguetón mientras se acercaba más a ella, sus ojos brillando con complicidad.
Megan se sonrojó levemente, pero mantuvo una sonrisa coqueta en su rostro.
—Gracias, creo que me la voy a quedar... junto con este bóxer, que también es muy cómodo —respondió, moviendo un poco su cadera de manera juguetona, como si estuviera modelando. Jungkook soltó una risa genuina, encantado con su respuesta.
—Oh, así que no tienes intención de devolverme el bóxer, ¿eh? —bromeó, fingiendo estar ofendido—. Me parece que estoy siendo despojado de mi ropa, y eso no es justo.
—Lo siento, pero ya no hay marcha atrás —Sonrió, jugueteando con la camiseta, sintiéndose cómoda en la compañía de Jungkook.
Ambos se miraron, disfrutando de la complicidad que había surgido entre ellos. Con una sonrisa, Jungkook decidió romper la tensión.
—Bueno, ahora es hora del verdadero plan: película y palomitas —anunció con entusiasmo, una sonrisa amplia dibujándose en su rostro.
Megan iluminó su mirada, claramente emocionada.
—¡Me encanta! ¿Qué película vamos a ver?
—Tú eliges. Ve a Netflix y busca algo que te llame la atención. —dijo, haciéndola sentir que tenía el control de la noche.
Asintió rápidamente y se dirigió al sofá, conectándose a la televisión. Jungkook, por su parte, se dirigió a la cocina para comenzar a preparar las palomitas. Mientras el sonido de los granos estallando llenaba el aire, no podía evitar sonreír al escuchar a Megan murmurar emocionada mientras revisaba las opciones.
Después de unos minutos, decidió acercarse a ella, moviéndose con sigilo hasta que se colocó detrás del sofá. Desde allí, podía ver la pantalla y la expresión concentrada de Megan. Parecía tan absorta en su búsqueda de la película perfecta que no notó su presencia.
Jungkook se inclinó hacia adelante, abrazándola por detrás. El gesto la hizo sobresaltar, girándose un poco para mirarlo con sorpresa. Él soltó una risa suave, disfrutando de su reacción.
—Perdón, no quería asustarte. Solo quería ver qué elegías.
—No te preocupes —soltó una risa suave, mientras se acomodaba de nuevo—. Estoy tratando de encontrar algo de terror.
—¿De terror? Eres más valiente de lo que pensé —comentó, inclinándose un poco más, su mentón descansando suavemente en su hombro. Con un movimiento despreocupado, le dio un beso en la mejilla. El roce de sus labios hizo que el corazón de Megan se acelerara.
Mientras Jungkook se mantenía cerca, el cabello de ella caía hacia atrás, y él no pudo evitar que la humedad se escapara de sus mechones y mojara su rostro. Le dio una sensación de cercanía, como si el mundo exterior no existiera en ese momento. Se sintió bien estar ahí, rodeado de risas, aroma de palomitas y la suave calidez de Megan a su lado.
(...)
Mientras la película de terror avanzaba, Megan y Jungkook se acomodaron en el sofá, cubiertos con una suave manta que les proporcionaba una sensación de calidez y cercanía. La luz de la pantalla proyectaba sombras danzantes alrededor de ellos, creando un ambiente íntimo en el que cada sonido y cada susurro se amplificaba. Las palomitas iban desapareciendo rápidamente, y el aire estaba impregnado de un aroma salado que acompañaba a la tensión del filme.
Jungkook se sorprendió al notar lo que le estaba gustando la película. En su mente, había anticipado que Megan podría asustarse, pero en cambio, parecía disfrutar cada momento, riendo de las situaciones ridículas y señalando los clichés que aparecían. A medida que avanzaba la trama, él sintió una conexión más profunda con ella. Sin pensarlo, se acercó un poco más y rodeó sus hombros con su brazo, atrayéndola hacia él, disfrutando de que no se incomodara.
—¿Sabes? El shampoo que usas es increíble —comentó acariciando su propio cabello mientras estaba arropada contra él—. Mi cabello nunca había estado tan suave. No se me esponja como siempre.
Sorprendido por la repentina mención del shampoo, la miró con atención, intentando no reírse al darse cuenta de que, a pesar de su entusiasmo, su cabello seguía siendo igual de rebelde. Sin embargo, la ilusión en sus ojos lo hizo sentir un cosquilleo en el pecho.
—¿En serio? —preguntó, haciendo un esfuerzo por contener la risa—. Debe ser un buen shampoo entonces.
—Es que realmente lo es. —insistió, con una seriedad cómica—. ¡Lo necesito!
Y en ese momento, él soltó una suave risa, incapaz de contenerse. Megan, indignada por su reacción, lo miró con ceño fruncido.
—¿De qué te ríes?
—De lo preciosa que luces hablando de shampoo —respondió con un tono suave y sincero.
Se sonrojó, sorprendida por el cumplido. Pero antes de que pudiera articular una respuesta, Jungkook se inclinó hacia ella y, con suavidad, juntó sus labios en un beso. Fue un roce tierno, pero lleno de significado, uno que eliminó la distancia que aún existía entre ellos.
Ella, sintiendo que el corazón se le aceleraba, se sumergió en el momento. La película pasó a un segundo plano, y todo lo que importaba era esa conexión entre ellos.
A medida que el beso se intensificaba, el mundo a su alrededor parecía desvanecerse. Jungkook sintió cómo su corazón latía con fuerza mientras sus labios se movían suavemente contra los de Megan. Era un momento lleno de dulzura, una conexión que ambos habían estado esperando, y no querían que terminara.
Con un gesto cuidadoso, Jungkook bajó una de sus manos hacia la mesa de centro, para acomodar el cuenco con las palomitas de maíz, asegurándose de que no se volcaran en su afán de acercarse más a ella. No quería que un desastre interrumpiera este instante tan especial. Su otro brazo, que rodeaba los hombros de Megan, la atrajo aún más hacia él.
Ella sintió cómo la calidez de su cuerpo la envolvía, y un escalofrío recorrió su espalda. La intensidad de la conexión que compartían la hizo olvidar por completo la trama de la película, así como cualquier duda o inseguridad que pudiera haber sentido antes. Jungkook, por su parte, disfrutaba de la suavidad de sus labios y el dulce aroma que emanaba. Cada beso se sentía como un descubrimiento, una exploración de emociones que ambos habían mantenido guardadas por un tiempo.
Al separarse un poco para tomar aliento, él sonrió con complicidad.
—Creo que no vamos a poder ver otra película esta noche —bromeó, sus ojos brillando con diversión.
Megan soltó una risa suave, sintiendo cómo su corazón latía más rápido. Jungkook se inclinó hacia ella nuevamente, sus labios rozándose en un beso suave.
Ambos se miraron a los ojos, reconociendo la conexión emocional que habían construido, sintiéndose cómodos en esa intimidad compartida.
Así, mientras la película continuaba, olvidada en el fondo, se permitieron explorar esa nueva etapa de su relación, disfrutando del momento y del ambiente relajado que los rodeaba.
A medida que el beso se intensificaba, sus labios se movían en perfecta sincronía, explorando cada rincón con una dulzura que ambos habían anhelado. Sin embargo, mientras la pasión crecía, Jungkook comenzó a recostarse sobre ella, sintiendo la calidez de su cuerpo bajo el suyo.
Pero al hacerlo, notó que ella se tensaba. Una mano se posó en su pecho, como si intentara detenerlo, y en ese instante, el corazón de Jungkook dio un vuelco. Con una mirada comprensiva, se separó un poco, manteniendo su frente apoyada contra la de Megan.
—Hey, tranquila —susurró, su voz suave y reconfortante—. No vamos a hacer nada que no quieras. Solo quiero disfrutar de tus besos y de este momento.
Sintiendo la sinceridad en sus palabras, se relajó poco a poco. El roce de su piel contra la de él la envolvió en una sensación de calma, y sus ojos se encontraron en una búsqueda silenciosa de entendimiento. La tensión que había sentido se desvaneció, reemplazada por una confianza que había crecido entre ellos.
Con una sonrisa tímida, Megan inclinó su cabeza, permitiendo que sus labios se encontraran nuevamente. Fue un beso que transmitió tanto deseo como ternura, una promesa de lo que podría venir. Con un leve suspiro, Jungkook sintió cómo cedía a la intimidad, permitiendo que se recostara completamente sobre ella.
Los cuerpos de ambos se ajustaron de manera natural, con él apoyando su peso sobre uno de sus brazos, mientras los de ella ahora lo rodeaban suavemente. La conexión era más que física; era un intercambio de emociones, de vulnerabilidad y de promesas silenciosas.
—Esto es perfecto —murmuró Jungkook, mientras comenzaba a perderse en el calor que irradiaba de ella. Se sentía como si estuvieran en su propio mundo, un refugio alejado de las expectativas y presiones externas.
Megan sonrió entre los besos, sintiendo que en esos instantes todo lo demás se desvanecía. Aquel momento, con Jungkook a su lado, era exactamente lo que había estado buscando. Se dejaron llevar por el instante, sintiendo la calidez del sofá y el roce de sus cuerpos, creando un espacio íntimo que solo pertenecía a ellos. El resto del mundo podía esperar; lo único que importaba era la conexión que estaban compartiendo en ese preciso instante.
Mientras los besos se profundizaban, Jungkook se sintió completamente inmerso en la conexión entre ellos. La química era notable; sus cuerpos se rozaban con un deseo palpable, como si cada roce encendiera una chispa entre ellos. Megan se sintió atrapada entre el deseo y la incertidumbre. La calidez de su cuerpo contra el de él era embriagadora, pero también desestabilizadora.
Sintiendo la intensidad del momento, comenzó a bajar su atención hacia el cuello de Megan. Sus labios se deslizaron suavemente por su piel, dejando un rastro de besos que la hicieron jadear. Su respiración se volvió entrecortada. Cada beso era un toque de fuego en su piel, y ella se sintió perdida en la mezcla de sensaciones. Sin embargo, a medida que la otra mano de Jungkook comenzó a explorar su cintura, la camiseta de ella se subió involuntariamente, revelando una pequeña porción de su piel.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, y el nerviosismo se apoderó de Megan. De repente, se dio cuenta de lo vulnerable que se sentía en ese instante. Con una mano temblorosa, se aferró a los brazos de él, mirándolo a los ojos, donde la emoción y el deseo luchaban contra la inseguridad.
—Es... Es demasiado —logró decir, su voz, apenas un susurro, pero cargada de significado—. No me siento preparada.
Se detuvo en seco, sus ojos fijos en los de ella, tratando de leer su expresión. La última cosa que quería era que se sintiera incómoda. Se quedó en silencio un momento, sintiendo cómo la tensión se transformaba en preocupación.
—Megan... No quiero que te sientas presionada —dijo suavemente—. Solo quiero que estemos bien, que disfrutemos de este momento juntos. Si no estás lista, podemos ir más despacio.
Ella respiró hondo, aliviada por su comprensión. Aunque la atracción era intensa, había algo reconfortante en su disposición a detenerse. Mientras su corazón latía con fuerza, sintió que podía relajarse un poco, confiando en que Jungkook no la forzaría a ir más allá de sus límites.
—Gracias —respondió, con una ligera sonrisa. Era un agradecimiento por su respeto, por su cuidado, y por estar dispuesto a tomarse su tiempo.
Ambos se quedaron así por un momento, sintiendo el peso de sus emociones y la calidez de su cercanía, el deseo aún presente, pero ahora más suave, más manejable. La conexión entre ellos seguía siendo fuerte, y aunque la intimidad física podía esperar, el lazo emocional se había vuelto más profundo que nunca.
Después de unos momentos de tranquilidad, el deseo entre ellos se reavivó de forma inevitable. Jungkook, sintiendo la calidez de Megan a su lado y recordando lo que había sentido momentos antes, volvió a inclinarse hacia ella, aumentando la intensidad del beso. Estaba cargado de anhelo y promesas no dichas, que lo llevó a un estado de excitación que comenzó a frustrarlo. A pesar de su deseo de ir despacio, su cuerpo parecía tener mente propia, respondiendo al impulso que sentía por ella.
Megan, sintiendo la intensidad del momento, intentó despejar su mente de los pensamientos que la atormentaban. Cerró los ojos por un instante, tratando de encontrar una forma de controlar sus nervios. Aunque sabía que aún no estaba lista para dar ese paso final, se dio cuenta de que había algo liberador en la idea de permitir que su conexión evolucionara. Tal vez, si iban despacio, podría acostumbrarse a la intimidad.
—Quizás si seguimos así, despacio, algún día podría estar lista —musitó, sus ojos fijos en los de Jungkook, buscando su aprobación.
Él se detuvo, sorprendido por su respuesta. La posibilidad de que ella considerara avanzar, incluso de una manera más íntima, lo hizo sentir una mezcla de emoción y anhelo. Pero, al mismo tiempo, quería asegurarse de que ella se sintiera completamente cómoda.
—¿Y si…? —comenzó, un poco titubeante—. ¿Y si esta noche solo nos masturbamos juntos? Para que puedas ir acostumbrándote a la intimidad —propuso bastante nervioso. Megan lo miró, sorprendida por la sugerencia. Su rostro se sonrojó instantáneamente, pero no pudo evitar pensar en la idea. La intimidad en un ambiente más controlado podría ser una forma de explorar sus sentimientos sin presionarse demasiado.
¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les va gustando cómo va desarrollándose la relación entre ellos? Si bien muchas creyeron que ya podría haber un buen smut, lamento decepcionar, pero la verdad esa idea cuando escribí este capitulo la tomé bastante forzada, sobretodo porque hace dos capítulos Megan mencionó no sentirse atraída sexualmente hacia el cuerpo de Jungkook, por lo que además de forzado, sentí feo pensar en escribir algo así jajsjs él merece un smut mejor, donde ella ya se sienta atraída sexualmente, así que tengan paciencia. No quiero forzar nada acá porque me gustan mucho estos personajes y merecen un buen desarrollo jujuu
Prometo que a partir de ahora ya se vienen mejores capítulos, y si quieren actualización doble como el fin de semana anterior, ya saben que tienen que votar y comentar mucho jujuu
¡Nos leemos pronto!
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