Parte/ 31 Propuesta decorosa
A las seis de la tarde se presentó Álvaro, pidiendo hablar conmigo.
-Señorita Leonor, allí en la puerta esta un señor, queriendo hablar con usted.
_ ¿Qué señor, te dijo su nombre?
-Pos no le pregunté, porque el señor es conocido de a usted y sus papacitos, el señor don Álvaro?
- ¡Ay Chavelita, por ahí hubieras empezado, hazlo pasar inmediatamente a la sala!
-Si, Señito, voy volando.
-Qué pena Álvaro, pero tome asiento por favor.
-Después de usted señorita.
Cuando estuvimos, cómodamente sentados, le ofrecí algo de tomar.
-Por favor, si gusta servirse una bebida, sírvase sin pena alguna.
El hombre no se hizo del rogar, enseguida se sirvió un caballito de tequila y se lo tomó de un hilo, como se toma el tequila, enseguida con voz trémula, empezó a hablar.
-Leonor, tengo un asunto muy importante que tratar con usted, podríamos ir a un lugar más privado, donde nadie nos interrumpa.
-Podemos hablar aquí, solo estamos mi madre y yo, ella está ocupada con sus cosas, le aseguro que no nos va a interrumpir. -Bien entonces dígame que es eso tan importante que tiene que decirme.
-No me voy andar por las ramas, yo desde que la vi, me gustó mucho, en estos días que nos hemos tratado me he enamorado de usted, lo que le quiero pedir, es que sea mi esposa.
- ¡Como dice usted! ¿Usted se quiere casar conmigo?
-Si señorita Leonor, le estoy pidiendo con todo respeto que sea mi esposa ¿Qué me contesta? yo comprendo que usted no sienta lo mismo por mí, pero créame que yo la voy a querer por los dos.
Me quedé tan sorprendida por su petición que duré unos momentos sin pronunciar palabra, pero me repuse, le iba a pedir que me diera un tiempo para pensarlo, pero en su lugar le dije.
-Mire Álvaro usted ha sido muy sincero conmigo y mi deber es serlo también yo.
Le conté la misma mentira que le había dicho a mi madre, de la falsa violación que según yo había sufrido en el barco.
-A causa de esa violación estoy esperando un hijo de ese hombre malvado, como usted comprenderá, no puedo atentar contra la vida de un ser que nada culpa tiene, y es por eso que estoy condenada a sufrir la vergüenza y el repudio de las personas...
-No siga por favor, se lo ruego, usted no tiene que sufrir vergüenza alguna, ni el repudio, usted solo fue una victima de ese maldito hombre.
-Pero eso solo lo sé yo y, ahora usted, no sé cómo se lo voy a decir a mis padres quizá piensen en deshacerse de mi hijo y a mi recluirme en un convento, es por eso que estoy pensando seriamente en regresarme a España, en el poco tiempo que he estado aquí me he dado cuenta que mis padres se han ganado el respeto de las personas y no quiero que por mi culpa lo pierdan.
-Usted no tiene que sufrir nada de eso ni mucho menos regresar a España, acepte ser mi esposa, yo le juro que voy a querer a su hijo como si fuera de mi sangre, no les de el dolor a sus padres de saber lo que le sucedió.
-Yo no lo puedo condenar a usted de cargar con un hijo que no es suyo, yo le agradezco su noble gesto, pero no puedo aceptar su ofrecimiento, por otro lado, en el caso de que yo aceptara su proposición nos tendríamos que casar inmediatamente, para que mi hijo pueda pasar por suyo.
-Mire Leonor si usted acepta, nos casaremos inmediatamente, con el pretexto de que yo tengo que presentarme en el cuartel, lo cuál es cierto, no creo que sus padres se opongan, como están los tiempos de revueltos nadie espera para contraer matrimonio, al principio la voy a tener que dejar sola, bueno en casa de sus padres, pero en cuanto termine esta estúpida revolución ya no me moveré de su lado-. ¿Qué dice acepta ser mi esposa? Yo se que usted no me quiere, pero le aseguro que me llegará a querer con el tiempo tanto como yo la quiero, no me tiene que contestar ahora, consúltelo con la almohada, mañana vengo por su respuesta.
Diciendo eso se despidió caballerosamente y pasó a retirarse,
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