Parte/25 Revolucionarios
Llegamos media antes de que el tren partiera, mi padre ayudado por un muchacho subió el baúl en el tren, yo subí tras ellos, nos sentamos a esperar la hora de la salida, el tren se lleno de gente y no solo de gente, también animalitos, pollos, cerdos, y borregos, por fin el tren empezó a caminar, yo abrí la ventanilla para tomar aire, el tren olía horrible, duré tiempo para habituarme al olor, mi padre me dijo, espero en Dios que no tengamos un mal encuentro.
-A que se refiere cuando dice mal encuentro.
-Me refiero a los revolucionarios, se dice que paran los trenes y asaltan a la gente y, a los hombres jóvenes los reclutan para obligarlos a luchar y también secuestran mujeres, es por eso que, si por algún motivo nos paran, tu agachas la cabeza y te cubres la cara con el rebozo, yo de venida no tuve ningún contratiempo, esperemos en Dios que así sea nuestro regreso.
Al oír las palabras de mi padre, me arrepentí una y otra vez de no haberme quedado en el barco con Diego, hubiera preferido ser su amante, que terminar de amante de un asqueroso revolucionario, pero ya nada había que hacer, mi suerte estaba echada, cuando el tren empezó a caminar dos mujeres vestidas de negro ya entradas en años, se pusieron de pie y nos dijeron.
-Señoras y señores también ustedes niños, los invitamos a rezar un rosario a la virgencita de Guadalupe, pa que nos libre de un mal encuentro.
Todos empezamos a rezar, cuando terminamos de rezar, las mujeres volvieron a sus asientos, por increíble que parezca después del rezo, yo sentí menos miedo, le pregunté a mi padre.
- ¿Papá en qué país estamos? Yo creí que ya estaba en México, pero resulta que en este momento viajamos a México.
-Si hija, si estás en el país, nosotros vamos a la capital, que lleva el mismo nombre, la ciudad de México.
-Oh, ahora entiendo. ¿Cuántas horas son de aquí a la ciudad?
-Son de doce a quince horas, si no es que más.
En el transcurso del camino, le conté a mi padre todo lo referente a la muerte de mi abuela.
- ¿Si tu abuela murió en febrero, porqué no te viniste inmediatamente?
-Mi abuela en su lecho de muerte me hizo prometerle que iría a visitar a una gran amiga en Madrid, ella me dio una carta para ella, yo cumplí su ultima voluntad con la ayuda del padre Leandro, ya que esa amiga es prima del sacerdote.
-Ah, si la recuerdo, la señora Elisa.
-Si padre ella, yo estuve hospedada en su casa, no vine antes porque en el barco que salía de España no había cupo, con decirle que la buena mujer, me llevó a Venecia, solo en ese barco hubo un lugar para mí, al parecer más personas, tienen miedo de que sea un hecho lo de la guerra y están saliendo en estampida, no solo a América si no a otros países.
-Mi padre quedó conforme con la explicación que le di, nadie tenía que saber todo lo que hice, en los casi dos meses que fui dueña de mi vida e hice lo que en realidad quería hacer, aunque eso me costó la perdida de mi virginidad, pero como se dice vulgarmente, lo paseado y lo vivido, ni quién me lo iba a quitar.
-Padre hay sanitarios en el tren.
-Pero hija que pregunta es esa, no, no hay, solo el tren particular del expresidente Porfirio Diaz ha de contar con servicios, no me lo imagino haciendo sus necesidades atrás de unas ramitas.
-Oiga padre- ¿si el conflicto de la revolución era porque el señor Porfirio Díaz no quería dejar el poder, porque sigue el conflicto?
Esto es algo complicado, francisco I Madero ocupo la silla presidencial, pero fue asesinado y ocupó el cargo Victoriano Huerta, mismo que fue derrocado por Venustiano Carranza, ocupando su lugar el pasado 28 de julio, según los periódicos el señor Victoriano Huerta fue expatriado a Barcelona, en España.
-Se va a encontrar con una guerra si es que estalla.
-La guerra ya empezó, leí en el periódico que el 28 de junio, mataron al archiduque de Austria, en Sarajevo, y la guerra empezó un mes después el 28 de Julio, el mismo día que Victoriano Huerta fue expatriado.
- ¿Quiere decir que Europa ya está en guerra?
-Según los periódicos sí.
El viaje transcurría sin contratiempos, el tren paraba en cada estación, las personas aprovechábamos para bajar del tren, para hacer alguna necesidad del cuerpo, mi padre y yo íbamos enfrascados en nuestra charla cuando de pronto el tren paro bruscamente, los pasajeros nos asustamos enormemente.
- ¿Qué pasa padre?
-No lo sé, esperemos que nada malo.
En esos momentos apareció en nuestro vagón un hombre alto, bien parecido, con carrileras en el pecho y un rifle en la mano, diciendo
-Señores pasajeros, no les va a pasar nada, nuestras mujeres y niños están cansados, van a subir al tren, mientras, descansan un poco, no hay nada de qué preocuparse.
Cuando el hombre bajo del tren, empezaron a subir mujeres y niños, se apretujaron en el espacio que había libre, algunas mujeres eran hermosas, aunque daban un poco de miedo ya que traían en el pecho sendas carrilleras y un rifle en la mano, algunas de ellas cargaban a sus bebes en la espalda, mi padre me susurro al oído.
-Son soldaderas, les llaman así, porque son las mujeres de los soldados.
Mi padre se puso de pie y le cedió el lugar a una joven mujer, que cargaba a un bebe.
-Señora tome asiento por favor.
-Gracias señor, pronto le voy a dejar su asiento, vamos cerquitas, aquí nomas tras lomita.
La mujer se sentó y sin pudor alguno se sacó un pecho, la criatura ávidamente se prendió a su pezón.
-Pobre de mijo, ya le andaba de hambre.
Yo le sonreí tiernamente, ella se me quedo viendo, de pronto dijo.
-Uste ésta re chula, pídale a Dios que no se tope con el general Villa, porque se la roba, ese hombre no deja títere sin cabeza, tiene tantas mujeres, eso sí, con todas se casa, jajaja.
-Perdone señora ¿Cuántos años tiene?
-Acabo de completar los catorce el cinco de este mes.
-Tan jovencita y ya eres mamá.
-No se crea señorita, ya no estoy tan joven como dice usted, hay unas más tiernitas.
Afortunadamente poco más de una hora de camino, dijo la mujer.
-Mire señorita ya vamos llegando, ve aquella arboleda.
-Si, si la veo.
-Pos allí mero esta el campamento, allí vamos.
-Que Dios los bendiga, cuídese mucho y a su niño.
-No, pos eso de cuidarnos, solo esta en manos de Dios, si yo le contara, a cuantos muertos he visto, tanto de los de nuestro lado, como de los pelones. (militares), pero vale la pena perder la vida, con tal de darles un mejor país a nuestros hijos.
En esos momentos se paro el tren, la mujer se puso de pie y se despidió, dejándome muy asustada.
-Bueno señorita, fue un gusto, les deseo que no tengan un mal encuentro, porque no crea, también los que no andan en la bola, caen muertos como moscas a causa de esta bendita revolución.
Diciendo esto bajo del tren con su hijo en brazos, yo la miré tristemente, era tan jovencita, casi una niña. Afortunadamente, en lo que faltaba del viaje lo hicimos sin ningún contratiempo, llegamos a la capital a las seis de la tarde, le dije a mi padre.
-Por fin llegamos, ardo en deseos de abrazar a mi madre y a mis hermanos.
- ¡Pero ¡qué dices hija!, apenas vamos a la mitad del camino, vamos a tomar otro tren a Guadalajara, para de allí seguir nuestro camino hasta el pueblo de Bolaños y de allí a Peña alta que es donde vivimos-. Espérame aquí voy a comprar los boletos del tren que nos llevará a Guadalajara, siéntate en el baúl, no te lo vayan a robar.
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